Partida Rol por web

Mara es una ciudad al borde del Vital(*), el gran rio que atraviesa y da vida al Desierto Eterno. Antigua y llena de edificios curiosos con miranetes y pintados de blanco clan. Un importante centro comercial de los Principados del Desierto sin ser una gran metrópolis como Al'Tora es una ciudad lo bastante grande como para tener un barrio propio para los extranjeros.

En medio de eso barrio hay una vieja posada destartalada, iluminada con un antiguo sistema de espejos que lleva la luz solar al interior habitual en zonas más profundas del desierto. Y en un reservado de este establecimiento, sentados alrededor de una mesa hay seis candidatos a entrar en los Exploradores Grises. Mientras esperan a la llegada de Frank, el hombre que se encargara de examinarlos y aceptar o denegar su entrada, admiran la extraña arquitectura de los Youlin Aradi.

En una esquina de la mesa, sentado sobre el respaldo de una silla y con los pies apoyados sobre el asiento, a fin de poder llegar a la altura de una mesa pensada para humanos, se encuentro Flogdegnurt, el pequeño goblin. Acompañan al goblin un arco corto y un carcaj repleto de flechas con plumas de colores verde y negro, una espada corta con su escudo a juego y una pequeña pero atiborrada mochila remendada por varios sitios. Cansado ya de mostrar curiosidad por la arquitectura del pintoresco local, el goblin se encuentra afanado en la ardua labor de dar forma a lo que parece ser una pluma de cuervo con ayuda de un pequeño cortaplumas.

Sus ropas sencillas y desastradas, conjugan con el resto de su figura, en general desaliñada. Dos cejas peludas enmarcan dos ojillos vivaces que destacan sobre una nariz larga y ganchuda. Su boca, exageradamente grande, está llena de dientes desiguales. Una capa de pelo ralo e irregular se extiende por su barbilla y por la comisura de los labios.

Sus pies van desnudos. Curtidos por el roce del camino, dejan ver unas uñas largas y sucias aunque a decir la verdad, las de sus calludas manos no están mucho más limpias.

El estofado estaba bueno, pero tenia demasiada sal, algo habitual en este tipo de establecimientos. Obligaba a los comensales a beber más. Por suerte para todos, el local parecia querer evitar peleas, ya que habian aguado el yarak más de lo habitual. O quizas aqui les gustaba asi, dado que era un desierto.

Varag terminó el plato y se recostó en su silla, mirando alrededor e ignorando las miradas de soslayo que le dirigian desde otras mesas. Estaba acostumbrado al recelo una vez se quitaba el casco y todo el mundo se daba cuenta de que era un orco. Al menos, el atuendo de los exploradores que le habian dado para el viaje le habia evitado muchos problemas, aunque si que es cierto que habia tenido que sacar el hacha en un par de ocasiones. Y apalizar a esos cinco marineros que no dejaban tranquila a aquella pobre joven con su bebe... Meneó la cabeza. Era un mundo violento, por desgracia.

Miró al goblin y se preguntó si habria tenido los mismos problemas para llegar hasta aqui. A Varag le hubiese gustado poder viajar hasta Mara por la ruta Norte, a traves de las Aldeas Norteñas, que no habia pisado desde que era un crio. Quizas los dos aspirantes se hubiesen encontrado por el camino. Sin embargo, Varag estaba cerca de Camden cuando les llego la invitacion de Frank, con lo que fue mucho más rápido coger un pasaje a Paraiso y subir por el Vital hasta Mara. Habia sido un viaje duro.

Que hacia alli? Se preguntó. En medio del desierto. Sin amigos. Temido y odiado a partes iguales por su ascendencia.

Convertirte en un Explorador Gris - se respondió a si mismo. Los Exploradores habian salvado su vida y le habian dado un proposito. Era para lo que se habia entrenado desde niño. Y, quisieran o no, Varag protegeria de la Oscuridad y de la Llama a estos idiotas que le miraban mal y cuchicheaban a sus espaldas. Alguien tenia que hacerlo.

Norm estaba deseando de una vez pasar las pruebas y meterse en los Exploradores Grises.

Nunca pensó que acabaría en una unidad tan prestigiosa (en su pequeño poblado de su Galdea Natal se hablaba muy bien de ellos), así que no le importó demasiado haber sacado la pajita más corta cuando a su unidad de arqueros le exigieron "donar" a un hombre. Aquí tenía nuevos compañeros. Había confirmado que los que le rodeaban también eran reclutas... y muchos mejores que él. Claro que a él sólo le habían enseñado a tirar con arco, cosa francamente difícil y que exigía horas y horas y horas y más horas de esfuerzo y práctica. 

Sus compañeros parecían tipos duros. Se sentía a gusto con ellos, aunque todavía no había hablado mucho. 

Miró a Flog ¡era un goblin! Había visto muy pocos en su vida. Parecía un buen arquero —¿Usas plumas de cuervo en las flechas? —parecía interesado— a nosotros nos enseñaron a hacerlas con plumas de gallina... las que más abundan, pero sólo de la misma forma y de acuerdo a las regulaciones, seguro que hay muchos tipos de flechas y maderas especiales para acabar con nuestros enemigos... —se notaba que Norm no tenía demasiadas luces. Pero sí mucho entusiasmo.

Cuando las fuerzas de la llama hicieron acto de presencia en su tiarra natal, Yabiz se vió obligado a ejercer de líder de su pequeño clan familiar. Fueron tiempos desesperados, en constante movimiento. Amenazados por demonios y rechazados por las otras razas que veían con desconfianza la llegada tanto de su gente como de muchos otros refugiados. Yabiz trataba de viajar pasando desapercibido con su clan, evitando los núcleos de civilización, bandidos y otros peligros que acechaban en tierras salvajes. Aunque a veces el enfrentamiento era inevitable.

Después de una larga travesía llegaron a los territorios de sus primos en las montañas donde fueron acogidos y Yabiz pudo descargar la responsabilidad del liderazgo. Con la satisfacción de la misión cumplida, Yabiz se separó del clan para desarrollar de su fuerza interior. Durante los meses previos a la reunión en la posada había pasado largas jornadas meditando cómo focalizar sus energías para proteger de la mejor manera posible a los suyos.

La respuesta le llegó tras tres días de meditación y ayuno en las cuevas del desierto cercanas a Lifebringer. Se uniría a los Exploradores  Grises. Sí, se uniría a los exploradores grises.

El día de la reunión, cuando entró en la posada, se acercó de buen humor a la mesa donde se sentaban sus futuros compañeros y escuchó con interés la conversación sobre las plumas de las flechas.

-Laz gallinas bien-contestó Flog-Guztar Flogdegnurt pero plumaz muy blandaz. Plumaz de cuervo negraz maz reziaz. Flogdegnurt ziempre uzar plumaz negraz y verdez. Verdez difícilez de encontrar. Teñid.

El goblin sopló a la pluma de cuervo y luego de estirarla delicadamente con sus dedos, la observó con satisfacción, apartándola a un lado.

Luego miró al humano y sonriendo de modo que mostraba su fila de dientes desiguales, le tendió la mano.

-Flogdegnurt. Difícil para humanoz. Llamad Flog si quered.

Luego cogió otra pluma y repitió la misma operación.

Lo cierto es que un goblin llamaba la atención en aquel variopinto grupo. Pero el destino hacía curiosos aliados. Y en el caso de Flogdegnurt, no tenía ya un hogar al que volver. El pequeño goblin había formado parte del cuerpo e exploradores del ejército de la garra roja, de Gimlok El Tuerto, terrible caudillo goblin temido por su crueldad. Su derrota supuso la pérdida de sus territorios y del hogar de la tribu. El hogar de Flogdegnurt. Tan solo los pocos goblins que fueron lo suficiente sensatos para ponerse a salvo huyendo cobardemente de la batalla consiguieron salvar el pellejo. Y de esa forma el goblin quedó perdido a su suerte. Estuvo un tiempo vagando de un lado para otro, intentando hacerse salteador de caminos, pero no acababa de encajar dentro de ningún grupo así que al final, descubrió que los Exploradores Grises necesitaban gente y se decidió a probar.

La brinchie de pelaje anaranjado se volvió a sentar a la mesa.

Llevaba un rato con la misma rutina, se sentaba, comenzaba a tamborilear con sus afiladas garras sobre la desgastada madera de la mesa, empezaba a mover nerviosa la piernas derecha para terminar suspirando y levantarse y asomarse por la puerta para, al poco, regresar a la mesa y volver a empezar.

Bastia Caminarena. - se presentó en uno de los momentos que estaba sentada al ver que el resto hacía lo propio.

Portaba las espadas típicas de su tribu* y lo hacía con un respeto reverencial desde que su maestro se las cedió con su último alienta mientras defendían la caravana de su tribu de un ataque de un ser que controlaba sombrías criaturas propias de la Oscuridad.

Y la propia Bastia, junto con todos los suyos, hubiese muerto también si no hubiera intervenido justo a tiempo un contingente de los Exploradores Grises comandados por un sacerdote de Archanon, quien combatió con poderosos orbes de Luz.

Nala, la lider de su tribu, a modo de agradecimiento y tributo a los Exploradores, les cedió varios de sus guerreros; Bastia, sabedora que les debía la vida y tal y como dice el Código de los Guerreros de la Media Luna, se ofreció voluntaria.

Y ahí acabó, en una taberna de mala muerte junto con uno de los grupos más raros que había visto nunca. ¡Si hasta había un humano!

Pasado el mediodía del quinto día desde que dejo atrás el poblado de Birr llegó por fin a Mara, divisó a lo lejos un poblado de aspecto bastante más importante que el anterior aunque no tanto como A’Davar. Viendo ya finalizado su viaje buscó hasta encontrar una rama de un arbusto, un tanto más cercano a semejarse a un árbol, y se quitó los harapos que le quedaban para sujetar el cuchillo a la rama y así realizar algo que ya había visualizado pero que venía conteniéndose en su deseo de primero llegar cuanto antes a la ciudad: una lanza improvisada, y al desnudo como estaba se entregó a la pesca. Le tomó un par de horas lograrlo debido a su inexperiencia pero luego hubo conseguido 4 pescados que también tuvo que devorar crudos allí mismo. Quería dar una buena impresión por lo que volvió a lavarse bien en el río, y luego de esperar a secarse al sol, esta vez se colocó la ropa que parecía casi sin uso, aunque de tela corriente, y se encaminó hacia la ciudad de Mara.

                                                                           º                                                                                                  

No había visto hasta ahora esas construcciones de formas tan extrañas, pero seguramente debía de ser algo típico del desierto. Preguntó en la lengua nativa de esos parajes a algunos transeúntes sobre los Exploradores Grises y me dijeron que vaya al “barrio de los extranjeros”. Allí habían humanos de todas las clases y colores, incluso muchos de su propia especie, aunque mucho más imponentes. Preguntando acabó por llegar a una pequeña y vieja posada; el último año que había pasado lo había malvivido por completo… teniendo que dormir en el suelo a la intemperie, comer pan y con suerte carne cruda, aunque lo último no le disgustó tanto. Pero aun así con toda su vida anterior en una mansión llegó a desconfiar de que aquel lugar era el correcto.
Con cautela se introdujo despacio en la posada…

— Flogdegnurt. Difícil para humanoz. Llamad Flog si quered — Esas palabras de un Galean muy aparatoso llegadas a su oído, imponiéndose al relativamente audible murmullo que sonaba de fondo le hizo voltearse a ver una mesa que presentaba la colección más variopinta. Aun como Brinchie apenas se había relacionado con otros que no fueran humanos.

— Bastia Caminarena — Otra voz, femenina pero de gran fuerza y carácter. ¿¡Otro Brinchie!?

[color=#006600]— Hola, es aquí donde… —[/color] Había comenzado a hablar mientras se acercaba a la mesa, pero se percató de que hablar en Goblinesh no era lo más correcto aunque esta fuera la raza de mayor número. Entonces se aclaró la garganta como intentando borrar sus anteriores palabras y prosiguió hablando esta vez en Galean — Perdón, hola, ¿ustedes son un nuevo grupo de aspirantes a los Exploradores Grises de Grayson?

~~ Perdón, hola, ¿ustedes son un nuevo grupo de aspirantes a los Exploradores Grises de Grayson?

Varag observó a la ultima en llegar. Por el titubeo y los harapos no parecia posible que fuese Frank, y tampoco parecia una amenaza para el grupo. El orco asintió con la cabeza y señaló con un gesto una de las sillas vacias.

Uno de los Orcos, el más grande y fornido, asintió con su cabeza en respuesta a su saludo y señaló una de las sillas que cerca habían. Softy, tratando de llegar a una concordancia, hizo una pequeña y rápida reverencia al Orco sin pronunciar palabra y se sentó en la silla indicada.

— Ehh... ¿puedo preguntar que estas bebiendo? — Inquirió, tratando de iniciar conversación.

Bastia asintió ante el asentimiento del orco que no había dado su nombre; aunque, claro, tampoco nadie se lo había preguntado.

Tamborileó de nuevo con sus garras, haciendo saltar una pequeña astilla de la mesa de madera, y paseó la mirada por la habitación, deseosa de que llegara su contacto.

El pequeño goblin parecía amistoso y Norm se alegró de volver a tener compañeros agradables.

Le estrechó la mano son fuerza moderada —Encantado, Flog, soy Norm. Quiero ver como usas esas flechas. 

Si había algo que le interesara a Norm eran las cosas relacionadas con los arcos y las flechas. Escuchó con interés a Flog. Se decía que los goblins daban suerte. ¡Y tenían dos! Pero no se lo diría por si gafaba el asunto. 

Luego se presentó la mujer-tigre con extrañas armas —Hola, Bastia, encantado también. ¡Brindaría con estos licores que no conozco, que apenas puedo pagar y que me queman el gaznate por la unión de todas las razas contra la malvada Oscuridad!

Apareció otro Brinchie... ¡Las historias que contaría cuando volviera a casa! ¡Había visto dos Brinchies! Este llevaba harapos y un pincho. 

—Si lo somos, aquí Flog, Varag*, Bastia, Yabiz* y un servidor Norm. 

Varag ya le había señalado un asiento ¿se comportarían los Brinchies como los gatos que tenían en casa? (Los gatos no se soportaban y se peleaban entre ellos, aunque cazaban ratones). 

~~ Ehh... ¿puedo preguntar que estas bebiendo?

Cerveza Yarak. Una bebida anisada. Dependiendo de lo fuertes de estomago que seais - dijo en referencia a los dos brinchies - no recomendaria nada sin alcohol en un sitio como este.

Bueno, pues ya debian estar todos, no? Un grupo variopinto, sin duda. Era la primera vez que Varag no era claramente el bicho raro. No tenia claro si eso era bueno o malo.

— Si lo somos, aquí Flog, Varag, Bastia, Yabiz y un servidor Norm —. El humano le pareció gratamente simpático y cortez, enseguida le cayó muy bien, hasta ahora pocos se le habían dirigido con tal buen animo.

— Muchas gracias, ehh... Norm —. Cortesía obliga a corresponder diciendo también su nombre, pero hacía un año que no había tenido que usarlo y realmente le incomodaba; dejó un momento la oración en suspenso mientras se quitaba la mochila que llevaba en la espalda de cuya abertura sobresalía el palo con el cuchillo en la punta amarrado con tela y la dejó recostada contra su silla, luego de ello finalmente continuó. — Mi nombre... mi nombre es "Softy".

— Yarak. Una bebida anisada. Dependiendo de lo fuertes de estomago que seais no recomendaria nada sin alcohol en un sitio como este —. Le respondió entonces el Orco.

— ¿Yarak?, nunca había escuchado esa palabra... y menos aun probado la bebida. — Dijo soltando una breve risa un tanto nerviosa —. ¿Sabe bien?

La otra Brinche parecía inquieta o incomoda, si seguía así iban a terminar cobrándole el costo de la mesa... recordó como en su infancia también gustaba usar sus garras... y enseguida las reglas de comportamiento impuestas severamente por su amo. De pronto entrecerró los ojos y se puso a imitar con decisión a Bastia. Comparo ambas zarpas... y no había comparación, la suya era pequeña, delicada y de muy finas garras en cambio las de la otra eran garras gruesas en una zarpa grande y poderosa. Con verguenza disimulada juntó sus manos debajo de la mesa.

Varag miró a la brinchie. Estaba desnutrida, nerviosa y actuaba de forma erratica, tan pronto imitando al otro gato como dejandolo de hacer. Sus posesiones se reducian a un pincho y un hatillo que acababa de dejar en la mesa, como si estuviese huyendo de algo. Por que estaba tan nerviosa? Quizas fuese una espia? El orco se recriminó a si mismo por esos pensamientos. Habia sufrido los prejuicios de ser distinto toda su vida y ahora le aplicaba lo mismo al gato. Suspiró. 

Esta aguado - dijo forzando una sonrisa que dejaba a la vista sus colmillos - Se puede beber.

El resto del grupo parecian fuertes y seguros de si mismos. Candidatos a exploradores. Varag se podia confundir, pero Softy no parecia que iba a durar mucho... Y, si no tenia madera de explorador, seria lo mejor para todos.