Partida Rol por web

Atala asiente toda la información que les da Harbuck. Gracias por la información. ¿Sabes cuantos son y como están pertrechados? Ya sabes el tipo de armas y armaduras de las que disponen. Toda la información que nos puedas aportar será de gran ayuda para nosotros y para que la misión sea un éxito.

Y, además, me gustaría preguntar si ha pasado por el pueblo, en tiempos pasados, un tal Madroño. Es un sacerdote de mi fe al que perdí. Me une a él un gran cariño.

El enano se acercó y echo un vistazo al mapa. Su grueso dedo índice ´tocó el pergamino señalando la zona por la que suponía estarían el par de granjas mencionadas por el carnicero - ¿ Entonces esas granjas estarán por aquí? Deberíamos ir allí primero y hablar con los granjeros que hayan sido atacados para que nos cuenten ¿ Cuánto tiempo podemos tardar en llegar allí?

- Sí es buena idea señor enano, echemos un vistazo en las granjas y hablemos con los humanos, quizás nos den alguna pista.
El dracónido era partidario de recabar información, si hablaban con los humanos granjeros quizás encontraran algo que les diera una idea de a qué se enfrentaban.
- No son una panda de descerebrados sino un grupo de individuos organizados, nbos vendrá bien saber acerca de ello antes.

- Lamento decirle que desconozco la información que me pide - le dice a Atala - No hemos podido darle un trato prioritario a este asunto, ya que somos pocos a cargo de la "seguridad" - hace una seña de comillas con los dedos - y no podemos ausentarnos de Red Larch. En cuanto al tal Madroño.... no me suena que haya pasado alguien por aquí con ese nombre. Aunque quien sabe, muchas personas pasan todos los días por esta ruta.

Ve como el enano observa el mapa y pone un dedo en el lugar cercano a las cuevas.

- No creo que les lleve más de una o dos horas hasta llegar al lugar de las cuevas, en cuanto a las granjas, en media hora deberían de estar viendo la primera que fue atacada. 

Bien, en ese caso si salimos ahora llegaremos  antes del anochecer. Por mí podemos partir ya. Tomando el camino del sur no parece tener pérdida.  Entonces... ¿ Quién se atreve a dar caza a esos bandidos?

Dijo el enano mientras ajustaba bien el cinto alrededor de su horonda barriga.

Es algo demasiado para mi eso de "dar caza", pero les acompañaré para restañar sus heridas, si la Diosa quiere, por supuesto.

Por todos los dioses, eso suena de barbaros, yo prefiero llevarlo ante la justicia. Pero claro que te ayudare, no es justo que esos ladronzuelo tengan todas esas cosas que no le pertenecen.- digo mientra me ajusto la daga que tengo en el cinto- Ademas, es un lugar lo bastante aburrido para mi, asi podre hacer algo de ejercicio al aire libre.
 

Fadrique meneó la cabeza. Todo el mundo parecía tomar partido muy pronto y en una única dirección. Veremos.

Se irguió, se sacudió la túnica de un imaginario polvo y manifestó así, sin hablar, que era el momento de partir.

Comienzan a caminar en busca de su primer aventura, la calle principal se termina pronto. No es para menos teniendo en cuenta la dimensión del pueblo.

Tal cual les había dicho Harburk, pasada no más de una hora comienzan a ver áreas de terreno con sembradíos. La mayoría bien cuidados, aunque en algunos lugares la tierra esta reseca y claramente abandonada.

A lo lejos comienzan a ver lo que, aparentemente, es un granero. A no más de 10 minutos de caminata.

Durante la agradable charla con Harbuck el tranquilo gnomo permanece callado. –Vaya, tantas preguntas para ir a atrapar a un montón de bandidos, si en Blingdenstone hubiesen puesto tantos reparos para tratar con algo tan insignificante, ya todos los gnomos estaríamos extintos. En su rostro se dibuja una sonrisa beatifica para todos.

Al aproximarse a la primera granja, el druida no puede evitar cierta desazón, sus vellos se erizan al darse cuenta que, donde hace no mucho hubo vida, ahora la tierra se encuentra estéril, por lo menos en aquellas circunstancias. –Los bandidos han hecho recular a los granjeros, es evidente que limitaron la siembra a donde se sienten todavía al amparo de sus hogares.

  Sin prisa pero sin pausa Galmor se puso a andar por el camino del sur. El enano iba envuelto en una cota de mallas. Llevaba bien visible un martillo de guerra que tomaba siempre que escuchaba algún ruido sospechoso. También se podía ver en su cinto un hacha de mano y un carcaj con virotes. Una ballesta ligera y  un escudo completaban los pertrechos en cuanto a armas se refiere. Una cuerda cruzada alrededor de su cuerpo y una mochila bastante llena colgaba de su recia y ancha espalda. A pesar de  toda esa carga Galmor parecía avanzar con normalidad, sin bajar su paso en ningún momento.

Durante el camino Galmor volvió a interesarse de nuevo por el gnomo y su historia. Más concretamente por conocer algunos aspectos de su pasado, de dónde viene su clan y también por saber cómo y cuándo de  hizo  la herida de la oreja. Por alguna razón el enano parecía necesitar saber algo más sobre Amru...

También quiso saber algo más sobre Atala y Heskan, pero en este caso en aspectos relacionados con el combate, como qué tipo de armas utilizaban, estilos de lucha que conocían y ese tipo de cosas. Si iban a enfrentarse juntos a unos bandidos quería saber con qué clase de guerreros podía contar.

Por su parte Galmor les transmitió que, en caso de combate,  él se preocupará por defender su posición y evitar que aquellos más débiles puedan ser atacados por los bandidos. Dejó claro que el que no fuera a  pelear estaría más seguro a su lado o tras su espalda.  

Ajá, comentó Fadrique en su átona y susurrante voz cuando el enano llegó en su perorata a eso de quedarse tras él. Eso va por mi, supongo. En cuanto a mi táctica en estos menesteres, nunca la tuve, porque no me meto en peleas a menudo, pero supongo que si la Diosa cree que os puede favorecer a través de mi en momentos de apuro, os tendré que tocar, para que su magia pase de mi a quien haya sido herido, así que habrá que inventar una palabra clave para que sepáis que soy yo quien entra en vuestra guardia por la espalda, y así no me vayáis a dar un golpe o algo por equivocación. ¿Alguna idea?

Miraba los campos, pensativo, mientras caminaba. Olían a miedo, aunque estaba acostumbrado también a que las criaturas del bosque olieran a lo mismo cuando pasaban cerca los granjeros con sus arcos y sus hondas y sus trampas. Siempre sale alguien mal parado, siempre alguien se beneficia de la desgracia ajena, pensaba, ¿qué sentido tendrá todo esto? ¿Cómo acabará?

Atala camina con el grupo. Lleva su cota de mallas puesta y su escudo en la mano izquierda. Lleva la espada colgada de la cintura y la ballesta con los virotes colgados de una mochila que lleva a la espalda. Cualquiera que la viera no podría explicar como una mujer de su tamaño fuese capaz de llevar todas esas cosas sin esfuerzo.

Ante las permanentes preguntas de Galmor, Atala le dijo que ella prefería usar una espada larga con escudo y que había estado en la academía de Waterdeep y trabajado como guardaspaldas de un noble durante casi un año, por lo que ella tampoco se podía proteger sola. Aprovechando que Atala y Galmor parecían los que más aguantarían en una pelea cuerpo a cuerpo, le propuso a este para que entre los dos formarán la primera linea de ataque del grupo y que intentarán entre los dos poteger al resto del grupo. El clerigo ya había dicho que no valía para luchar, pero sería muy útil para curar las heridas del combate. El gnomo parecía que estaba muy en sintonía con la naturaleza por lo que había dicho de que el podría guiarnos sin problemas. El dracónido se valía de la magia por lo que lo mejor sería tratar de mantenerlo alejado de las espadas de los enemigos. Por último estaba Julianna, la cuál parecía muy capaz de desenvolverse bien en el combate, pero no era tan fornida y no parecía que pudiese aguantar tanto como Atala y Galmor. Más bien, Julianna parecía más capaz de apuñalar a sus adversarios por detras que de atacarlos de frente en un enfrentamiento.

¡Bárbaros!. No entendía ese concepto.

- En el lugar de donde vengo dar caza a los que comenten asesinato y bandidaje a los suyos son cazados y exterminados, la justicia está establecida así - comenta tímidamente Heskan - Pero claro estamos en la "civilización" y las cosas funcionan de otra manera, ¿qué significa para los humanos bárbaros?.

Tenía que aprender mucho si quería integrarse en la sociedad, pero los humanos y enanos se comportaban de forma extraña, a sus ojos. Lo que si era común para ambas sociedades es que esos bandidos debían ser ajusticiados. Sus grandes pies iban marcando profundas huellas, sus ojos amarillos trataban de abarcar todo lo que podía de aquel paisaje retocado por la sociedad humana. Sus compañeros hablaban y hablaban, a él personalmente no le parecía buena idea, era una manera de espantar la caza y atraer a indeseables, en las partidas de caza el silencio era crucial e imprescindible. Per o no sería él quien hiciera algún comentario al respecto, todavía recordaba la mirada fulminante del enano y todavía no entendía porqué.

El druida caminaba cada vez más alegre, la bóveda celeste sobre su cabeza, el aire impoluto mimando su rostro, el vaivén de la yerba, un profundo suspiro evoco, por extraña razón, las profundidades de su hogar. Con buen humor y ligero talante, contribuye a la conversación. –Yo no me manejo mal en el combate cuerpo a cuerpo, la madre de todos… Enseguida da una rápida mirada a Julianna y a Heskan. –Bueno de casi todos.- Corrige -Nos provee de la fuerza, agilidad o astucia para librarnos de nuestros enemigos naturales, sin embargo me vería comprometido si me encuentro en la cabeza del frente de combate. Su sonrisa se ensancha un poco más. –Yo soy mejor en formas, digamos, más sutiles. Cometa al tiempo que muerde su lengua para evitar decir algo más, lo suyo era sorprender a todo el mundo.

En un momento Anrü nota la curiosa mirada del enano sobre su oreja, lo que le hace retomar la conversación interrumpida en la taberna. -¡Oh, no termine de contarte del inicio de mi viaje buen Galmor! Acelera un poco el paso hasta caminar al lado del nano a quien sigue el paso. –Como te decía, he sentido una turbación en la regularidad del caos en que vivimos. Después de todo, ¿Qué puede ser más extraño que un gnomo de las profundidades hecho druida? Comenta dando un par de brincos, cual si aquello le emocionase sobremanera. –En realidad he escuchado de algunos más… Rectifica mientras rasca su barbilla y sus ojos bailan siguiendo las nubes.

–En fin, lo de la oreja no es nada, hace algunos años, mientras mi padre cerraba un par de tratos, decidí que quería conocer un poco más del exterior, por lo que puse algunas excusas y me escabullí algo más lejos de lo habitual. Con algo de culpa sobre los hombros corrige. –Está bien, bastante más lejos de lo habitual. Y el resultado es perder ese pedazo de oreja y mi cicatriz en el pómulo derecho.

Galmor escuchó con esmerada atención lo que el gnomo contaba, sin perder ningún  detalle, hasta parecer que su vida le fuera en aquellas palabras. Y fue cuando Anrü terminó de contar cómo se hizo la herida de la oreja cuando todos entendieron el por qué. En ese momento el enano aminoró poco a poco el paso, tomando al gnomo por el hombro hasta que ambos se detuvieron. -Bien, por todo lo escuchado no puede ser otra persona. Ya no tengo duda alguna de que sois quien busco.

El enano se puso frente al gnomo, sacó su férreo martillo, se apoyó sobre él e hincó una de sus rodillas hasta que tocó tierra. Y Solemnemente pronunció: Soy Galmor, hijo de Valmor. Uno de vuestros familiares luchó junto a mi padre en Mitrhill Hall para librarla del último ataque Drow y fue allí donde lo salvó de una muerte segura. Valmor Brazodehierro juró ser su protector hasta salvarle de la muerte también, pero esa deuda quedó pendiente,  pues mi padre murió pocos días después en su último combate.  Ahora la deuda es reclamada y por eso aquí proclamo ante todos los presentes que seré yo, Galmor Martillodeplata, como familiar en vida más cercano de Valmor Brazodehierro, quien se encargue de que esa deuda de sangre, hace años por mi padre  contraida, quede saldada.  Iré donde vayáis, pisaré donde piséis y dormiré donde durmáis… Caminaré cuando caminéis, descansaré cuando descanséis, lucharé cuando luchéis, sangraré cuando sangréis… Día tras día y noche tras noche hasta salvaros de una muerte veraz y certera. Solo así la deuda de sangre será saldada.
Acto seguido, el enano se incorporó y continuó su camino junto al gnomo como si nada hubiera ocurrido. Bueno sí, ya no había más preguntas.  

Fadrique se encontró junto a Atala, Heskan y Julianna disfrutando de la emotiva escena que tenía lugar entre el enano y el gnomo.

Parece un pequeño ritual conmovedor ¿no creéis? Delicioso.

la verdad que creo que si, pero no es por nada es tan hablador este enano siempre, los que he conocido se suele comunicar mas con quejidos y demas cosas rara.-digo mientra una sonrisa sale de mis labios.- la verdad que esto tiene pinta mas de una banda de matones que de ladrones, los ladrones tendrian una buena tapadera en el pueblo donde llegar a vender las cosas y no serian tan obsado de atacar asi como asi y menos de atacar a simple aldeanos, que beneficio van a sacar de comida. Claro esta de lo odvio.