Partida Rol por web

Como todas las noches se juntan religiosamente en la posada a hablar de sus actividades y rutinas. 

Galmor ha sabido seguir sus obligaciones, acompañando al gnomo, aunque todavía no le convence mucho dormir bajo la luz de las estrellas y la luna, ya se ha sabido acostumbrar... a su manera.

Así mismo ha ido un par de veces a la granja, a evaluar el desempeño del bandido, el cual no ha decepcionado. Su fuerza de voluntad y trabajo son impresionantes, llegando a labrar parcelas de tierra el solo con tal de pagar su deuda para con la familia y el granjero.

Cada uno ha tenido sus formas de trabajo, sus rutinas y sus propias intenciones. Rad Larch, dentro de todo, parece ser un lugar tranquilo. Hasta demasiado podría decirse, pero uno nunca sabe cuando tocara la puerta una nueva oportunidad de aventura. 

Y esta noche algunas sorpresas pueden salir a flote.

Kaylessa sigue impresionándolos con sus obras culinarias, esta noche hay pollo con verduras asadas, pero el pollo tiene un gusto muy particular, como a hongos y canela que queda muy bien al paladar, y las verduras tienen unos condimentos que llenan no solo los pulmones, sino también el paladar de sabores que no sabían que existían.

Una vez finalizada la cena, ven que Kaylessa sale unos momentos de la posada, bastante apurada y con el ceño fruncido. Momentos previos vuelve a entrar con una cara peor de lo que había salido.

Galmor disfrutó de la comida como hacía tiempo. Ese aroma y sabor le recordaba a los hongos y musgos que crecían en las profundidades de la tierra y con los que su anciana madre cocinaba la carne en los banquetes especiales. Por un momento su mente viajó a su clan durante su gran banquete de despedida y el siempre duro gesto del bronco enano se volvió más apacible, pero sólo hasta que abrió los ojos y vio como Fadrique devoraba plato tras plato sin apenas respirar, eso y uno de los sonidos guturales del dracónido lo devolvió pronto a la realidad.

Galmor no era muy de agradecer, pero de algún modo debería felicitar a Kaylesa por su receta. El enano la buscó con la mirada para ver dónde estaba y hacerle algún gesto de aprobación. Justo en ese momento la vio salir del local algo preocupada y luego volver a entrar con algo más en la cara que una simple preocupación.

El enano miró al resto de sus compañeros para ver si alguno más había notado lo mismo que él en Kaylesa y así lo parecía. Sin embargo, el tranquilo Galmor empezó a preparar su pipa para su ya habitual humeante postre. Pero esta vez, antes de su primera calada pronunció escuetamente a sus compañeros - Parece que algo grave preocupa a la posadera  Y acto seguido una profunda bocanada de humo inundó la mesa.

Atala, que se acaba de terminar su trozo pollo, asiente ante las palabras de Galmor. Tienes razón. Vamos a preguntarle que le pasa.

Atala se levanta de su silla y llama a la camarera. KAYLESSA! Cuando la camarera se acerca a su mesa la muchacha pregunta. ¿Qué te pasa? Parecía como si estuvieras preocupada por algo cuando has salido, pero cuando has vuelto a entrar tu cara se ha vuelto más oscura que la oscuridad de las minas. Sabes que te puedes confiar en nosotros y que te ayudaremos en todo lo que podamos. Todo sea por que puedas seguir cocinando estas cenas tan ricas que preparas.

La mujer, siempre atenta, al escuchar su nombre se presentó de inmediato en su mesa. Su temple había perdido fuerza y vigor con el que estaban acostumbrados a verla, era como si de repente le hubiesen cargado un par de años encima.

Ante la pregunta de Atala su vista comienza a moverse para todos lados, como si estuviese siendo vigilada o no quisiese que nadie escuche lo que iba a comentar. Una vez segura de lo que buscaba se agacha levemente hacia ustedes y con voz muy baja comienza a hablar.

_{- Me han llegado unos rumores de lo más preocupantes, dos niños del pueblo estaban juntando frutos en las cercanías del poblado y se han encontrado con cosas horripilantes. Cuerpos mutilados y descompuestos, tanto de hombres como de animales. Harburk ha mandado a un par de sus hombres a investigar y uno ha vuelto con el cuerpo infectado de algún tipo de enfermedad y ha muerto hace cuestión de minutos. Ya se habla de una plaga, y aquí no tenemos un médico que nos permita afrontar tal calamidad si esta es cierta.} 

Su cara se contrae un poco, como si una batalla interna estuviese librándose dentro de ella. Uno segundos más tarde menea la cabeza en forma negativa y lanza un bufido.

- Ya que. - dice en voz alta para luego bajarla nuevamente - _{Dos o tres semanas atrás, otra caravana como en la que ustedes vinieron, me comentaron que en la base de Lance Rock han visto cosas similares a las que encontraron los niños. Y con esto último mis temores se han acrecentado y espero que los dioses -} dice mientras mira a Fadrique mientras lo dice - _{no me den la razón, pero creo que en ese lugar se esta gestando algo maligno, y con una magia para nada amigable. ¿Irían a investigar? Lo hicieron bien con los bandidos, se ve que son capaces y trabajan bien en equipo. ¿Ayudarían una vez más a nuestro pequeño poblado?}

Una mirada llena de esperanza se hizo presente en el rostro de Kaylessa, aunque palidecía frente a sus facciones y su palidez.

Al momento de que la posadera terminara de contar lo que sucedía y les pidiera ayuda Galmor se levantó de su silla, cogió su jarra de cerveza para terminarla  de un trago y tras una corta pero intensa calada a su pipa contestó a Kaylessa

- Sin duda puedes contar conmigo. El enano echó un vistazo rápido al resto de sus compañeros de mesa para ver si alguien más estaba dispuesto. Tratándose de una enfermedad estaba seguro de que Fadrique también se ofrecería y seguramente el resto también, pero él solo podía hablar por él. 

Galmor iba a hacer algunas preguntas  a la preocupada posadera, pues había cosas que no le habían quedado claras, pero al momento pensó que sería mejor dejarlas para Harburk,  prefería no hablar allí del asunto y mantener el secreto  sobre lo sucedido, pues parecía que Kaylessa así lo prefería.

- Kaylessa, supongo que Harburk está al tanto de todo. Iremos a hablar con él primero que nada ...

El gnomo entro a la hostería, apenas segundos después de que Kaylessa diera los primeros detalles del ignorado peligro que acechaba Red Larch, los hechos lucían terroríficos, nada podía ser tan peligroso como la enfermedad, el gnomo ya había visto desaparecer comunidades enteras por veneno y carroña, ataques comunes de los drows. 

–Estoy de acuerdo con el buen Galmor, lo mejor es hablar con el Sr. Harbuck y conocer algunos detalles más, si realmente se trata de magia maligna, estos brotes pueden ser apenas la punta de algo con una raiz mucho más profunda.

Atala escucho atentamente lo que decía la camarera. -Entiendo. Yo también os ayudaré a resolver este problema en todo lo que pueda. No podemos permitir que esa enfermedad siga con su expansión, aunque si lo que dices es cierto vamos a necesitar de la ayuda de Fadrique para resolver este problema. Estoy de acuerdo contigo, Galmor. Vayamos a ver a Harbuck.

Y la muchacha siguió al enano fuera de la posada.

Fadrique asintió. Habra que hacer algo, por supuesto. Lo primero es organizar a la gente para que sepa cómo minimizar la posibilidad de contagio. Iremos a ver al señor Harbruck, es evidente. Tranquilízate, querida, seguro que podremos con todo.

Tras lo cual, siguió a los demás en dirección a la tienda de Harbruck.

Tras la comida interrumpida ante tales noticias, el grupo sale de la taberna y decide ir hasta la carnicería.

Ya desde la intersección de las calles principales, logran ver una columna de humo detrás de las edificaciones, y a medida que se van acercando, una mezcla significativa de olores inunda sus narices, un toque dulzón y otro bastante desagradable... pútrido. 

Al llegar, ven a Harburk y Jalessa parados al frente de una pira ceremonial quemando un cuerpo.

El ruido de sus pasos alerta al hombre, quien se da vuelta y suspira aliviado al ver que son ustedes.

- Así que pasan rápido las noticias ¿no? - su tono de voz es triste y melancólico. No dice más y vuelve la vista otra vez a la pira. Notan como Jalessa solloza levemente. 

Fadrique camina despacioso hacia donde está el carnicero.

Bien hecho, dice tranquilo. El fuego purifica los miasmas. Pero quizá sea más barato enterrarlos en cal viva con la cabeza cortada. Lo digo por si es necesario hacerlo con grupos.

Cuando se acercaron y vieron lo que estaba sucediendo Galmor apagó y guardó su pipa. Acto seguido puso una rodilla en el suelo y se mantuvo en un solemne silencio durante escasos segundos, tras los cuales se levantó y dijo

- Sí Harbruck, la posadera nos ha contado algo sobre una enfermedad y por eso hemos venido. Siento que hayáis perdido a uno de los vuestros, Pero si no actuamos con rapidez puede que perdáis a  más. Habrá que dejas la pena para otro momento.... Supongo que la pira es  de uno de los hombres que enviaste a investigar y que según nos dijo Kaylessa volvió enfermo. Pero ¿ Y el otro? No fueron 2 los enviados?

¿ Y los niños? Creo que deberías ponerlos en cuarentena tanto a ellos como a sus familias. Según nos han contado lo que han visto los muchachos sucedió también hace unas semanas en la base de Lance Rock ¿ Los muchachos también estuvieron allí o en otro lugar?  podríamos ir a investigar si alguien nos sabe guiar o indicar.  Pero no conozco ninguna enfermedad que mutile cuerpos... No dijo por qué,  pero Kaylessa sospecha que pueda ser fruto de  magia maligna o algo así ¿ Por qué? ¿ Ha pasado algo? ¿ Alguna maldición o enemigo del pueblo que quiera vengarse por algo...? Cualquier información que nos podáis dar sobre lo que ha pasado nos puede ayudar a descubrir algo

Ante las palabras de Fadrique, Harburk se da vuelta y la mirada gélida con la que observa al clérigo podría haber paralizado a cualquier ser sobre esta tierra, por suerte Galmor intercede rápidamente y la atención del carnicero/sherif se vuelve hacia el enano.

-  No era solo uno de mis hombres... era mi hijo. - la palabra hijo tiene un énfasis mezclado de tristeza, enojo y frustración, y así como es mencionada la mirada vuelve a Fadrique. - Los niños están bien. Si no han muerto hasta ahora es porque no han sido infectados. A diferencia de Jolack, que anteayer fue a buscar indicios de algo similar por los rumores de unas caravanas y ha vuelto tan débil que no hemos tenido tiempo ni de buscar a un médico o al señor Fadrique para que le ayude. La descomposición que tenía uno de sus brazos se extendió hasta su pecho y supongo que ahí su corazón se ha detenido. - varias lágrimas caen por sus mejillas, y ante esas palabras Jalessa se da vuelta e ingresa a su casa cerrando la puerta tras de sí.

- El otro muchacho era un amigo de Jolack, no se sabe nada de él y mi hijo no tenía fuerzas ni para hablar... todo... ha sido muy repentino. - suspira pesadamente y se queda viendo la pira durante varios minutos - Se habla de un mago que se hizo de Lance Rock, al menos esa es la sospecha que tenemos por la forma en como los cuerpos han sido destruidos. Los magos son seres retorcidos, vaya uno a saber que clase de experimentos han hecho con esas pobres almas... vaya uno a saber que ha hecho también con las nuestras al permitirnos ver a nuestro hijo en estas condiciones...

El dracónido estaba contento de volver a la acción, la vida tranquila no estaba hecha para él, aunque lamentaba lo ocurrido, era obvio, lo primero era la seguridad del pueblo. No había duda de que algo maligno se cocía y tendrían que investigar y acabar con ese mal.
- Mis condolencias, Fabrick - interviene con aire sombrío - Contad conmigo y mi magia, no se preocupe, erradicaremos el mal y devolveremos la seguridad al pueblo.

Fadrique aguantó en silencio la mirada del hombre sin hacer más comentarios.

Hay magos y magos, por supuesto. ¿Han manipulado el cuerpo? ¿Se han puesto guantes cuando lo han hecho? Estaba claro que, ante la necesidad, la filiación de los muertos de daba igual: era necesario prepararse para una posible plaga. Si ha manipulado el cuerpo sin guantes, no toque nada ni a nadie y enséñeme las manos, por favor. Piense a quién puede haber tocado y llámelo rápidamente para que venga aquí.

Dejó a los demás los detalles sobre la expedición al lugar del contagio. Lo primero era organizar y prevenir desgracias.

Atala escuchó pacientemente todo lo que decía el hombre. Las noticias que les daba eran horribles, debían hacer algo para detener esa plaga y rápido.

- Bueno, lo primero Fadrique debería curar los enfermos que están aqui y averiguar exactamente de que se trata. Luego ya tomaremos una decisión de si debemos ir o no a Lance Rock. Mientras tanto, Harburk sigue contandonos cualquier detalle que se te ocurra, hasta el mínimo detalle puede ayudarnos a resolver esto sin más desgracias. Sé que será complicado y duro para ti, pero puedes ayudarnos a salvar más vidas.

- Hace un par de horas llegó, tirado prácticamente sobre su caballo, el cual también presentaba un estado deplorable, así que he decidido sacrificarlo y quemarlo también, por más que me duela no poder enterrar a mi hijo, se que esto es lo mejor para el pueblo, y que los dioses mantendrán su alma a salvo más allá de que su carne quede en esta tierra. Todo fue trabajado con guantes, no solo era horrible observar las manchas, sino el estado de descomposición de la carne ya daba a entender que no debía tocarse sin protección. 

Igualmente, a pesar de sus palabras, el carnicero le extiende las manos al clérigo para que pueda estudiarlas, nunca estaba de más. Así y todo no hay indicios de nada, se nota además de que se las a lavado, ya que no hay muestras de tierra o de cualquier otro mineral o material en ellas.

- Su respiración era entrecortada, y el brazo derecho estaba destruido, caído, sin vida, y como si hubiese sido chupada toda su sangre, el color había desaparecido para dar lugar a uno marrón de distintos tonos, en partes la piel faltaba y se podía llegar a ver el hueso, con una materia negra que supongo hacía las veces de sangre ponzoñosa. No conozco bestia que pueda hacer tales atrocidades, pero así mismo juro venganza contra quien haya maniobrado tan vilmente, no solo contra mi hijo, sino contra cualquiera que habite este poblado. 

Os doy mi palabra de que vuestra venganza será satisfecha. Quién quiera que haya sido el causante de la muerte de vuestro hijo pagará por ello. Yo también soy padre y comprendo que debe ser muy duro perder a tu vástago sin poder hacer nada por evitarlo. Haré cuanto esté en mi mano para que la muerte de vuestro hijo sea vengada.

Galmor esperó a que Fadrique examinara las manos del entristecido carnicero para decir - Harburck tiene razón. Si la enfermedad es tan agresiva los niños no la habrán contraído y sus familiares por tanto tampoco. Deberíamos ir allí, a Lance Rock cuanto antes a buscar al que falta, descubrir la causa de la enfermedad y acabar con ella, sea lo que sea.

Harburck, Atala tiene razón, cualquier cosa más que puedas contarnos como ¿Cómo llegamos a Lance Rock y qué encontraremos allí, unas ruinas, cuevas, torre... alguien que conozca bien el lugar? ¿ Y cómo es el muchacho qué falta, también iba a caballo? ¿recordáis las ropas que llevaba cuando partió o armas para que podamos reconocerlo?

Galmor esperó a que Harburck les diera toda la información posible, según la información que les diera del lugar podrían necesitar algo.

- Es un pico, una elevación cerca de aquí, a no más de uno o dos días a pie, medio día a caballo tal vez. Nunca hubo problemas en esa zona, pero los rumores se acrecientan por sectores manchados de negro por la podredumbre, como así también algunos comentarios de aguas contaminadas que enferman a quienes la toman. - se pone a reflexionar con la pregunta del otro muchacho - Si no me equivoco, debe haber sido Igan quien lo acompañó, es un muchacho de piel trigueña tirando a oscura, de pelo negro como la noche y ojos marrones. Usualmente va vestido simple, no era un recorrido específico buscando algo o alguien, sino más bien de esparcimiento, no creo que hayan llevado armas siquiera. Al menos mi hijo volvió sin ninguna. 

- Los acompañaría con gusto, mi sed de venganza esta al mismo nivel que el de mi ira e impotencia, pero debo cuidar de Jalessa y tratar de sobrellevar lo mejor que pueda este momento. Si deciden ayudarnos les recompensaré con 500 monedas de oro, no me importa que tenga que empeñar mi vida, pero quiero la cabeza de quien haya sido el responsable, nada de grilletes, nada de encarcelamientos, no me importa que haya sido un animal o que los rumores sean ciertos y haya sido un mago, quiero una estaca al frente de mi casa con la cabeza de ese malnacido... y si sufre mientras hacen su trabajo, mejor.

No hacía falta ser un experto para notar que el que hablaba no era el Harburk que conocen realmente, seguidor de las reglas y las normas, sino el padre dolido por la impotencia de la perdida de un hijo, que en busca de justicia puede dejar de lado todo lo que ha tratado de cimentar durante todos sus años de vida.

Viendo el estado en el que Harbruck se encontraba, Galmor entendió que  sería mejor que el afectado carnicero se quedara en el pueblo. Seguro que se arrepentiría de lo que estaba diciendo preso de la ira por la muerte de su hijo. El enano intentó calmarlo y le dijo algo para ganar tiempo. Si estaba en su mano atraparía al causante vivo para que el propio Harbruck lo ajusticiara. Tranquilo Harbruck, haces bien en quedarte aquí con tu mujer. Déjanos el trabajo a nosotros. Si está en mi mano te traeré al causante de todo para que tú mismo puedas ajusticiarlo como convengas.

Y se dirigió al resto diciendo - Bueno ¿ Quién más viene...? cada uno que lleve comida suficiente y odres en abundancia, puesto que será mejor no tomar agua de la zona.Veámonos en la posada cuanto antes y de allí partiremos hacia ese pico.

El enano fue a  comprar un par de odres  más  de  cerveza de la taberna para después reunirse con el resto y dirigirse a Lance Rock cuanto antes.

Lo que más necesitaríamos sería a alguien que conociera bien la zona. ¿No hay algún pastor que suela ir por ahí? ¿Algún trampero? No me agrada meterme en el cubil de un mago sin saber bien qué terreno piso.

También se mentalizó para ir por comida (el doble de lo que cualquiera pensaría) y una mula para llevarla. Miraba a Harbruck ciertamente compadecido, pero frunciendo el ceño.