Partida Rol por web

Hace un poco de frío en esta madrugada de principios de verano, tomasteis vuestros enseres y bajasteis las escaleras desde los barracones hacia la plaza principal.

Ni tan siquiera el sol ha salido. Mientras vais bajando las escaleras, ayudándoos por las antorchas instaladas, podéis ver que aún sigue siendo de noche. La plaza del gremio suele estar siempre muy animada, pero ahora es solitaria y oscura. En la plaza tan solo hay un elemento, un solitario carruaje cubierto, adornado por unos estandartes del gremio.

Sobre el asiento del conductor hay una figura totalmente encapuchada, la cual, si la vierais en campo abierto solamente veríais una sombra; aún con esta oscuridad podéis ver, en lo que podríais decir que es la capucha, un sutil humo iluminado por una mísera llama.

El madrugar es algo que Lucía se había acostumbrado a hacer desde muy chica; también el dormir en cuartos abarrotados de gente, por eso de vivir con siete hermanos. Pero a lo que aún no se acostumbraba era a los fríos pasillos de los barracones. Le parecían estériles, de cierto modo. Se arregló rápidamente y bajo cargando todo su equipo en una pesada mochila, con la espada amarrada a la cintura y el arco sobre el hombro.  El arco era una suerte de tesoro familiar, hecho con el cuerno de un animal raro y la mejor madera de roble, un tesoro que Lucía tomo prestado para su búsqueda.

Al llegar a la plaza se encontró sola, pensando que quizá despertó demasiado temprano hasta que identificó la carreta solitaria. Ese debía ser el transporte. Cubrió su cabeza con la capucha de su capa para protegerse del frío de la madrugada y avanzó despacio hacia el carro.

Nornas salió de los barracones con el mismo aspecto de vagabundo de siempre. Pelo, desordenado y asalvajado desde hacía años le caía sobre la cara barbuda, sin afeitar, enmarcando sus profundos y ojerosos ojos y sus huesudos rasgos. Su armadura, una cota de mallas negruzca, como si hubiera sobrevivido a un incendio, tintineaba con cada movimiento. Se notaba que el clérigo era demasiado enclenque para portarla con comodidad. Lo único que se mantenía limpio en el equipo de Nornas era su escudo, que lucía el brillante emblema de la nube con 3 rayos de Vulkar engarzado en el centro.

Una gran mochila a la espalda era el resto de su equipo. Ni espada, ni arco, ni nada.

El clérigo metió la mochila en el carro y luego se metió a él mismo. Dentro se encontró con una joven.

-Mmm... Buenos días -dijo, como siempre, gruñón y lacónico.

Un hombre, desarreglado y con pinta de pocos amigos abordó el carro. La primera reacción de la chica fue apartar la mirada, ocultando el rostro con la capucha. El tipo tenía una de esas miradas que combinan amargura y enojo y sintió que podría fulminarla solo por hacer contacto visual. Luego, el hombre saludo, seco y desganado. Con cautela se volvió para ver al hombre y le ofreció una tenue sonrisa. - Si saluda no puede ser tan malo. - Pensó para si la joven.

¡Buenos días!- Saludo antes de bajar la mirada de nuevo. No tenía intenciones de ser grosera, pero no podía mantenerle mucho la mirada, la hacia sentir incomoda. - Mi nombre es Lucia Minaya, es un gusto conocerlo...- La chica trató de iniciar conversación, quizá hablando el ambiente sería menos tenso.

Nornas miró a aquella niña (para él así lo era) y sus ojos se abrieron aún más, con gesto de lunático. Sus dones acudieron y vió un arco, el que portava ella a la espalda... en manos de otra persona. Un hombre... se veía cierto parecido... la vió a ella, de más pequeña aún, rodeada de varios niños más...

El clérigo salió de su trance y sacudió la cabeza. Era consciente de que parecía un loco pero no le importaba. 

-Eso crees ahora... - contestó, incómodo. Pero algo me dice que no somos más que dos pequeñas chalupas que van a compartir tormenta, mi pequeña... 

Una vez más, sus ojos parecían estar viendo algo que nadie más podía ver.

-Oh, sí, los dioses tienen planes para nosotros, Lucía. Puedo verlo... 

El truco de los ojos saltones no le había parecido en absoluto divertido a ella, y las ominosas palabras de chalupas y tormentas mucho menos. La joven se recorrió un espacio mas en su asiento hacia la esquina opuesta de donde se encontraba el hombre y volteó hacia la ventana.

- Si... bueno... supongo que me pondré un abrigo impermeable... o algo así-

el intento por amenizar el ambiente fue un completo fracaso y ahora Lucía se sentía encerrada con un lunático. Nerviosa, trataba de concentrarse en lo que pasaba por la ventana con ocasionales miradas furtivas al hombre. ¿Será peligroso? Se preguntaba la joven mientras impacientemente movía la pierna de arriba a abajo para que el carro comenzara a andar.

Cuando dijiste aquello, él te señaló con el dedo, como si acabaras de dar con la clave de algo.

-UN ABRIGO!!... Por supuesto! Un abrigo... bien pensado! 

Y se puso a contar con los dedos durante varios minutos.

-Por cierto, me llaman Nornas!

Me levante y empaque como era habitual en mí, un nuevo día otro chance para lograr mis objetivos, tomándome mi tiempo en inspeccionar cuidadosamente mi equipo, me coloque mí ya habitual armadura de cuero, mi primera armadura… mi única armadura, tome mi espada y la desenfunde lentamente asegurándome de su filo y luego la enfunde y la amarre correctamente del lado derecho de mi cintura, tome el resto de mis pertenencias y cargue con ese bagaje algo pesado pero necesario.

Utilizando las antorchas del gremio me hice camino al único objetivo que parecía vivo en este frio y soledad, el carruaje que me llevaría a mi próximo destino, claro que el frio y la soledad no eran nuevos para mí, en parte me recordaba a mis sesiones de entrenamiento y en otras a mi trabajo arduo con el martillo y la recolección de materiales.

Al acercarme al carruaje logre discernir un hombre portando una pequeña llama mientras parecía esperar en su asiento.

- Saludos, compañero espero la noche le haya sido buena acompañante -  Le dije con una pequeña sonrisa, continúe caminando hasta llegar a la puerta del carruaje donde me percate de dos figuras que asumí compartirían el viaje conmigo.

- Buen día, parece que compartiremos el viaje juntos - dije en tono amable mientras colocaba mi mochila de manera meticulosa y pensada para no molestar a nadie ni ahora ni en el camino.

Uno era un hombre que parecía haber experimentado varias vidas ya, y la otra, una joven encapuchada.

Después de unos momentos y conforme con el como mis cosas estaban colocadas me senté y con un pequeño suspiro como habiendo terminado una tarea cansada dije.

- Disculpen las molestias, mi nombre es Edward. Un placer -

La repentina reacción del hombre la hizo saltar de su asiento y alejarse nerviosa de el. Con la respiración acelerada y con cara de susto. encogida en la esquina y mirandolo, incredula. ¿qué dijo? La chica ya no solo estaba nerviosa, estaba asustada, pero, observando como el se había centrado en hacer cuentas, la joven comenzó a tranquilizarse de nuevo y a sentarse con normalidad.

-Mucho gusto... Nornas...- dijo la joven todavía nerviosa.

-¿Qué tiene el abrigo?- Preguntó un poco temerosa de la respuesta que pudiera obtener.

En ese momento llegó otro viajero. Un joven con pinta de protagonista que saludo con espíritu alegre mientras subía al carro con ellos. La presencia de alguien mas le hizo sentir un poco mas segura, Si Nornas perdía el control, serían al menos dos contra uno.

-Mucho gusto, Edward, Soy Lucia Minaya.- Se presentó con el muchacho de un modo un poco mas formal, pero mas tranquila.

Una vez sentado y habiéndome presentado pude ver mejor a la chica quien se presentó amablemente, su cabello negro me recordaba al de mi pequeña hermana lo cual me traía buenos recuerdos haciéndome sonreír un poco, aunque pude notar que se sentía algo inquieta así que decidí no hacerla sentir peor y volteé mi atención al hombre con aspecto algo desaliñado e interesante.

-¿Y usted señor?- Pregunte con interés

Nornas miró al muchacho con aquellos ojos extraños. Sus pupilas titilaban levemente y no parecían poder quedarse quietas. Lo miraba como si viera algo que nadie más pudiera ver.

-Mmm... Tienes aspecto de ser un combatiente. En tus ojos veo tenacidad, veo disciplina... -Nornas parecía complacido.

Se echó entonces hacia atrás y os miró a ambos con una mirada más dócil, menos inquietante.

-Sois jóvenes pero creo que podeis ser buen material. Sospecho que la tempestad nos aguarda no muy lejos y tendremos que mantenernos juntos. Soy Nornas Ashgray, sacerdote y estudiante de magia. Si con mi poder puedo ayudaros, lo haré.

Viendo que el loco por fin se comportaba como alguien mas o menos normal, Lucia pudo terminar de componerse.

-Pero necesito saber... ¿Sí debería traer abrigo para la tormenta? ¿Es usted sabio del clima? -

La pregunta esta vez fue mas para hacerse la tonta, para poder aligerar un poco el ambiente de la madrugada y sobre todo para asegurarse de que aquél hombre no fuera un lunático.

Remato el gesto con un guiño para dar a entender que estaba jugando.

Nornas le guiño un ojo a la joven. No, definitivamente, pese a parece un loco, se veía una gran inteligencia en sus ojos. Quizás una cosa y la otra estuvieran relacionadas. Al escuchar a Lucia, sonrio de oreja a oreja.

-Ohh... me gustas, muchacha! Soy un sacerdote de Vulkar, el dios de las tormentas pero soy más que eso! El destino, la suerte, disfruta jugueteando conmigo y mostrándome cosas del pasado, el presente o el futuro!

Se agarró el pelo entonces y, sucio como estaba, se lo recogió en una cola de caballo en la nuca.

-Veo una tormenta, si, pero de caos, de acero y de problemas en nuestro camino. Pero... no me mireis asi! Para eso somos todos miembros del gremio, ¿No?

Escuchando la extraña conversación que mis compañeros pasajeros tenían no pude evitar preguntarme...

- ¿Tormenta?, ¿Abrigo?, ¿podrían estar hablando de una misión?, la curiosidad me invadía, no sabía si los videntes existían o no, pero si la magia existe  no cae fuera de posibilidades que no tendría estás capacidades también... de verdad que la intriga me invadía.-

- ¿Se refiere por casualidad a Garendoth, Sr Nornas? pregunte curiosamente

Nuestro viaje empieza ahi, chico pero no me refiero a un lugar exactamente, sino a un periplo, a una peripecia vital. Algo me dice que vamos a vivir grandes experiencias. Siento un cosquilleo en la nuca. Este no va a ser un viaje cualquiera.

El mistico se reclinó en su asiento y, relajando el tono, preguntó:

-Háblanos de ti, Edward. Por qué entraste en el gremio? Que clase de luchador eres?

Sintiendo que el frío se iba poco a poco del carro. Lucía descubrió su cabeza de la capucha. Acomodó su largo cabello negro trenzado en 6 cabos sobre su hombro y se inclinó hacia delante para escuchar a su compañero de viaje. Con la orejas descubiertas su linaje podía verse fácilmente. Puntiagudas pero redondeadas en los lóbulos; así como la finura de su nariz y labios denotaban que alguno de sus padres era elfo.

Escuchando la pregunta de Nornas, le observo cuidadosamente, luego volteo a Lucia por unos instantes para finalmente centrar mi vista en mis manos.

-No veo ningún beneficio en mentirles, la verdad. Y considerando que compartiremos una misma encomienda, quizás hasta sería beneficioso conocernos más-… Después de nos momentos de pensar levante la mirada hasta igualar la de Nornas.

-La verdad es que ingresé al gremio por recomendación, fui recluta de la guardia local de mi pueblo, y tuve la fortuna de ser entrenado bajo el ala de su comandante que me enseño todo lo que sé. -

- Pero... esa no es la razón por la que me uní, hace ya un tiempo conocí a un hombre parecido a usted, él también tenía “poderes” (dije en un tono que denotaba que no entendía cómo funcionaban) como usted Sr, fue conociéndole que me di cuenta que hay cosas por descubrir que mi espada y escudo no pueden brindarme. Así que decidí tomar la oferta y unirme en busca de mi propia fama, pero más que nada como oportunidad de aprendizaje. -

- En cuanto al tipo de guerrero que soy, quizás no sea el más fuerte o intimidante, pero le aseguro que soy uno de los más habilidoso. -

Una vez dicho esto me relaje un poco reclinándome en el asiento en una postura más informal y voltee a la chica llamada Lucia.

- Me gustaría escuchar sus historias también si no les molesta. - 

Lucía guarda silencio por un momento y luego se descuelga el arco del hombro, lo observa cuidadosamente y después comienza a hablar.

-Yo estoy buscando a... a alguien. No tengo una sola pista de donde esta, pero el gremio me prometió que usaría sus recursos para encontrarlo. Claro, no tengo el dinero para pagarle, así que estoy cubriendo los gastos con trabajo.-

La joven decidió omitir el detalle de que era su padre del que hablaba, no por ser descortés, sino por que aún no sabía si su padre estaba en peligro, o si tenía enemigos, o incluso si los había abandonado.

Lucia apretó el arco con fuerza, la idea de que su padre repentinamente los hubiera abandonado la horrorizaba. No tenía sentido, ni pie de lógica, pero era un miedo recurrente en su mente.

-No pudo solamente esfumarse... debió haber ido a algún lado pero no hay ningún indicio o pista...-

-Muy bien querida, muy bien. Imagino por tu herencia élfica que sabrás usar bien ese arco... De momento, nuestras habilidades se complementan bien! A mi tampoco me gusta acercarme mucho al peligro; normalmente me mantengo alejado y uso el fuego y el relámpago para abatir a mis rivales.

Mi historia, me temo, es más triste que la vuestra. Como os he dicho, a veces tengo visiones. Algunas veces se cumplen y otras no. Mi madre murió por no hacer caso a una de esas visiones y desde entonces que cargo con una gran culpa. Mi trabajo para el gremio es mi forma de honrarla y descargarme de mi culpa autoimpuesta.

Ha pasado un buen rato desde que fuisteis los primeros en bajar, tal vez será por el rato que habéis estado a oscuras, o porque el alba se acerca; pero cada vez comenzáis a ver las cosas más nítidamente.

La ventanita que da al cochero está abierta, y la figura encapuchada sigue fumando su pipa. Un suave aroma a mandarina se cuela por la misma proveniente de su pipa. Él sigue fumando arropado en su capucha, absorto su quehacer.

El silencio de fondo se ve roto por unos pasos que se acercan en vuestra dirección…