Partida Rol por web

Asentí a Hrönn.

- Pensaba tomar precauciones igualmente, tranquila...

Con lo que conjuré una ilusión de mi cabeza en la portezuela, dónde debería poner mi cabeza de verdad para mirar, que había abierto para comprobar si lo que había dentro intentaba arrancarmela. Mejor que el zarpazo se lo llevara una ilusión a que fuera yo.

Muy bien, lucharemos en el pueblo, pero no nos iremos de aquí hasta que todos los prisioneros sean libres, el plan de Lya me gusta, pero sólo un detalle si vamos a iniciar un incendio aquí, hay que hacerlo a lo grande, que toda la mazmorra arda de ese modo existe la posibilidad que el fuerte quede envuelto en llamas en muy poco tiempo. - propongo con seriedad, para luego girarme hacia Kes.

Kes, por favor reúnete con tu tribu y marchen hacia Garaedoth, nosotros os alcanzaremos en breve, es importante que el pueblo se vaya preparando para el ataque de los bandidos, no podemos dejar pasar el tiempo.

¿Sabes dónde están los demás prisioneros? Necesitamos llegar a ellos pronto.

Por cierto, una cosa más, ¿Hace cuanto el mago se llevo los huevos de la dragona? Pregunto para saber si existe alguna posibilidad de salvarlos. - le digo al hombre lagarto para luego girarme hacia Lya.

Bien está hecho, la tribú de Kes irá hacia el pueblo, allí esperaremos a estos bastardos, pero primero terminemos de liberar a los prisioneros e incendiemos este chiringuito. - sentencio con firmeza, al tiempo que veo como Lya se dispone a abrir la puerta cerrada.

¿Qué crees que haces Lya? ¿Acaso te urge coger la licantropía? En serio estás loca chica, sea lo que sea que guardan allí, no es algo con lo que debamos meternos. Por cierto, que hacemos con la cocatriz. ¿La soltamos o no?

Alatia escuchaba desde lo alto de las escaleras, casi en la sala de las columnas, observando tanto la sala como lo que llegaba a ver de las celdas. No llegaba a ver la celda interior, pero estaba claro que con la oscuridad aún estando allí no vería nada.

- Alvina está vigilando la lucha, de momento el combate sigue pero uno de los contendientes tiene bastante superioridad, podría acabar en cualquier momento y tendríamos a los bandidos encima.

- Puedo llamar a Alvina que conjure una luz para ver el interior de la celda si queréis.

La cosa se estaba complicando mucho, salir de allí con un par de prisioneros era sencillo, hacerlo con todos sin que se dieran cuenta, casi imposible. La distracción del fuego podría ser buena, pero alguien tendría que arriesgarse e iniciar el fuego.

- Lo ideal sería iniciar el fuego en las caballerizas, pero con una flecha va a ser casi imposible no ser descubiertos. Nosotros podremos luchar pero así es fácil que mueran muchos de los prisioneros.

- Puedo hacerme invisible o hacer invisible a otro, pero mientras eso ocurre no puedo hacer nada más, como mucho moverme sin perder la concentración en el hechizo. Podría llegar hasta las caballerizas e iniciar ahí un fuego, con la distracción vosotros y los prisioneros podéis huir. De hecho con un poco de suerte y tratando que el fuego sea lo más casual posible, podría pasar bastante tiempo antes de que los bandidos se den cuenta que los prisioneros han huido.

- En la confusión podría luego escapar... volando.

Alatia no quería mostrar muchas de sus capacidades al grupo, prefería mantener una postura más neutra, pero la ocasión lo requería.

- Si estamos de acuerdo, podéis organizar a los prisioneros mientras me muevo hacia las caballerizas para que salgan en cuanto empiece el espectáculo. Decidid qué hacéis con la cocatriz y lo que sea que esté en la celda del fondo, pero tiempo no tenemos mucho.

De nuevo el draconido y el lagarto intercambiaron varios golpes certeros, dañándose y abriendo de nuevo heridas que parecían que se habían comenzado a cerrar. Todos miran expectantes, gritando y deseando que alguno de los dos cayese. El que estaba sentando en el asiento más cómodo de las gradas -el semielfo*-, tiene la palma de la mano derecha elevada y está recitando algo mientras mira a los competidores

Notas como la osa te responde en un tono divertido, casi como si fueses un niño pequeño que pregunta cosas de un mundo totalmente nuevo

¿Un dragón? Claro que no, si fuese un dragón podrías olerlo hasta tú Hrönn. Esos seres no atienden a razones, cazan cuando lo necesitan, y hacen de la tierra suya.

Se queda un momento pensativa

No... Los que están aquí están porque quieren, pero él hace lo que hace por su propia naturaleza.

En cuanto salga encontrar a mi tribu no será complicado, sabemos cómo encontrarnos allí fuera, y en menos de un día podríamos movernos, al menos los más hábiles para luchar.

Los demás prisioneros... Cuando salen a luchar pueden pasar dos cosas:

Los que ganan se los llevan a otro lugar arriba en el fuerte¹, su presencia... Es corrompida o desaparecen, pero no mueren, desaparecen.

Los que pierdes los traen aquí de vuelta y... O los corrompen, o los utilizan para sus juegos, como a ese hombre.

Dice mientras señala con su cabeza hacia el nervioso humano.

Cuando yo llegué aquí llevaba buscando a esta dragona más o menos una luna², no sé cuantos dias habrán pasado ya. Pero cuando yo llegué tenía dos... Tal vez habrán pasado... 8 días, aunque no estoy seguro. Vivir en la completa oscuridad hace que sea complicado saber el tiempo real. El primer huevo no creo que ya esté aquí, aunque el segundo tal vez, pero desconozco en qué condiciones.

Aprieta un poco a la dragona contra sí

La ilusión de Lya se pone en la portezuela, y unos dedos grandes y verdes con unas como zarpas salen a recibirla con violencia, intentando agarrar algo. Unos fuertes gruñidos de ira salen de detrás de la puerta.

Esas zarpas son difíciles de olvidar, en el norte los trols cubiertos de nieve deambulan aterrorizando a aquellos que tiene la suerte o la malafortuna de cruzarse con ellos. Enfrentarse a ellos en un combate directo puede conllevar un error fatal, ya que son fieros combatientes, capaces de tumbar rápidamente atacando con sus peligrosas garras y su afilada dentada.

Son seres completamente malignos, altos y delgados, con cabezas enormes y un tono verdoso de piel; sus rostros muestran que no son más que meras caricaturas creadas por los dioses parar reírse de los rostros humanos.

Descendientes de los gigantes, portadores de una gran vitalidad capaces de regenerar sus heridas con solo un pestañeo. Solamente le temen al fuego y a las sustancias ácidas; o al menos eso has escuchado de aventureros.

El rostro de la refugiada se agrió conforme veía aparecer las zarpas y comprendía lo que la osa le acababa de decir.

–Abominaciones, burdas burlas de los gigantes... ¡Que la tierra se trague a estos esclavistas! ¿Por qué iba nadie a querer retener trolls en una prisión?

Hrönn escuchó las deliberaciones de los demás, con mas detenimiento si cabe la de Alatia.

–Me parece bien. ¿Pero tú sola... crees que estarás bien? Si nos deshacemos de los vigías, o al menos de ese que hace la ronda, debería ser mas fácil tanto liberar a los prisioneros como llegar hasta las caballerizas. Supongo que debemos esperar a que vuelvan los carceleros para poder liberar también a los prisioneros que están ahora luchando. Subamos ahora y liberemos a una parte de los prisioneros. El lagarto, los hombres pez, los lobos... Los perros y la osa pueden quedarse para la segunda y última ronda de escape. Me fío de ellos –dijo con gesto grave.

–Y cuando nos vayamos, ¡quememos esta mazmorra también! Dejaría libre a esos pútridos seres solo para que se comieran a sus carceleros. Pero prefiero que no tengan oportunidad de volver a ver la luz. ¡Que se mueran por fuego y asfixia! 

Se podía notar en su voz el odio y rencor que le transmitían los trolls.

–¡La cocatriz! Voy, voy... –dijo dando la vuelta hacia las primeras celdas.

Los demás prisioneros están en la parte alta sel fuerte,  ellos son los ganadores, Kes dice que allí arriba los corrompen. - digo con amargura mientras sopeso mis ideas.

Dejarlos morir sería injusto, pero liberarlos sería riesgoso. Por la espada de Eilistrae. ¿Qué debo hacer? - pienso mientras sujeto con fuerza mi látigo con la mano izquierda.

Mi rostro no tarda en poner en evidencia mis dudas, pasando por completo del troll.... - ¡Mierda! No podemos dejar a esos sujetos atrás, pero quizá sea muy tarde para ellos, bien, correré el riesgo, pero no le pediré a nadie que venga conmigo, quien decida hacerlo, lo hará bajo su propia decisión y sepan desde ya que puede ser una misión suicida, pues, el dracónido lleva mucha ventaja en la lucha y pese a los esfuerzos de su adversario, no tardará en ganar, lo que implica que esos bastardos pueden venir aquí en busca de más prisioneros y descubrir lo que hemos hecho. - anuncio con seriedad para luego posar mi mano en el hombro del hombre lagarto y asentir con un leve cabeceo en señal de gratitud.

Acto seguido, me dispongo a ir a liberar a los otros prisioneros..

Lya, la respuesta a tu pregunta es alrededor de ocho días.

- Lo más invisible es lo que se oculta a simple vista. – contestó con tranquilidad sin impresionarse por la mano que había intentado arrancar su cara ilusoria – Yo puedo hacerme pasar por uno de ellos y cambiar de aspecto conforme me haga falta. Después de iniciar el incendio podré salir por la puerta principal siendo uno de ellos. – les explicó – Además, a este tipo de infiltraciones es a lo que llevo años dedicándome. – añadió con naturalidad.

- Mientras encargaos vosotros de liberar a los prisioneros de arriba y escapad todos en cuanto podáis.

Asentí a la respuesta de Eladamri.

- En ese caso podemos olvidarnos de salvar los huevos… - replicó con pena.

–¿Entonces qué, elfo? ¿Quieres terminar asaltando el fuerte? Llegar hasta aquí ha sido sencillo. Ponernos a buscar puerta por puerta en los pisos superiores será mucho más complicado, aún con la burda distracción de un incendio. Podríamos llevarnos a estos, defender el pueblo mañana, y volver a limpiar este lugar con refuerzos... Rayos, decidid qué queréis hacer. Los canes y la osa están dispuestos a luchar, pero no me gustaría que murieran en vano –respondió la alterada dasharii mientras volvía hacia las primeras celdas.

–Mucho cuidado con ese hombre, no sabe controlar su maldición –susurró  luego a los que allí se encontraban, antes de dirigirse a la cocatriz.

De la misma forma que con el resto de animales Hrönn trató de entablar conversación con el siniestro pollo, aunque en este caso más dubitativa.

Hola. Me llamo Hrönn. No queremos hacerte daño. Queremos liberarte de esta jaula. ¿Quieres ser libre de nuevo en el bosque? Si prometes no habernos daño, abriremos la puerta y te llevaremos fuera.