Partida Rol por web

Alvina desciende por delante de los barrotes del edificio verde para intentar ver a través de ellos. Quiere comprobar si se puede ver el exterior por el otro extremo.

También intenta buscar las perreras. Si no las ve a ver si oye algún ladrido.

Una vez que baja a los barrotes se cuela por ellos sin mayor problema, aunque sin llegar a internarse. Puede ver como los mismos dan a un salón oscuro, en los que hay una breve penumbra.

Al final de la sala, casi en una línea recta puedes ver donde estaría la puerta, no puedes ver a través de ella, ya que está camuflado con la propia pared. Pero sabes, o al menos crees, que por allí saldrías al mismo punto donde estáis escondidos.

El salón es un salón largo con varias columnas, puedes ver cómo a tu derecha hay unos escalones que parece que van en dirección descendente, y a tu izquierda notas esa magia extraña que habías detectado anteriormente, aunque esta vez con mucha más intensidad.

Alvina de modo inconsciente se aleja de la parte izquierda, acercándose a las escaleras descendentes, pero manteniendo una distancia segura, que pueda salir por donde ha venido al instante. Agudiza la vista, ya que apenas llega luz entre los barrotes.

Sobrevuelas un poco la sala, viendo diversos elementos, paja tirada por el suelo, madera rota, pequeños pedazos de heces, manchas de sangre... Aunque no parece que haya nada que sobresalga de aquella regla de trastos y cosas inútiles.

Aunque evitando el muro de la izquierda, le dedicas alguna que otra mirada furtiva, pero lo único que ves es una pared normal y corriente.

Avanzas por la derecha, y cuando te pones al fin al pie de las escaleras, parece que bajan hacia algún tipo de sótano, donde cada vez la luz es más escasa. Al final de las escaleras puedes ver la débil luz de algún candil, o alguna fuente de luz, puedes escuchar gruñidos y ladridos de perros desde allí, y algunas voces graves.

Aunque eso sí, hay algo que llama en especial tu atención, detectas que allí abajo hay alguna presencia un tanto familiar... Pero no lo conocerías directamente... Pero a ciencia cierta, podrías decir que hay algo o alguien que no es de este plano precisamente, sino del mismo que tú, es decir, del plano de las hadas. Notas que sigue con vida, aunque porta una gran tristeza, ya que su energía vital se está desvaneciendo.

Alatia seguía concentrada, comentando las acciones de Alvina.

- Ha pasado entre los barrotes, hay una puerta al fondo que podríamos usar, no parece que esa estancia esté vigilada pero hay magia, cuidado... - Una breve pausa - Hay unas escaleras, ladridos... Creo que tienen los perros ahí... - La expresión de Alatia cambia, la tristeza parece llenar su rostro - No... un espíritu libre... eso no...

La concentración de Alatia aumenta al punto en que parece que ya no os percibe. No habla más.

El sentimiento de tristeza, añoranza, pérdida, llena al pequeño espíritu hasta el punto que no puede evitar que parte de esos sentimientos viajen con fuerza hacia Alatia, a la que percibe como un ancla que la ata a la realidad.

Alvina inicia ligeramente el descenso. Aún invisible procura ir pegada a la parte alta de las paredes, cerca del techo. El miedo le hace ser extremadamente cautelosa hacia los perros que podrían llegar a percibir su olor.

En otras circunstancias ya se habría ido, pero la presencia de un espíritu del bosque (o algo muy parecido a uno) es algo que no puede obviar. Las criaturas mágicas de los bosques siempre se ayudan.

Con la luz de fondo tiene una visión un poco mas clara de la estructura del subterráneo, necesita localizar al espíritu que está sufriendo, precisar su ubicación y confiar que sus nuevos amigos sean capaces de liberarla.

Con el temor de usar magia en un sitio en el que ya ha comprobado que ésta está presente se concentra y lanza su conjuro.

Parpadeé un par de veces al escuchar a Alatia preguntar por la entrada secreta.

- Creo que la tenemos ahí mismo, delante de nosotros – señalando la puerta que estaba un poco más delante de ellos – Lo único que necesitamos es llegar a ella sin que nos vean. Si haces regresar a Alvina quizás ella pueda abrir la puerta invisible y así podamos meternos más rápido sin que nos vean. Yo podría tomar el aspecto del prisionero que murió y si me ven a mí al menos llamaré menos la atención. O si me ven con vosotros quizás piensen que os estoy trayendo como prisioneros. – comentó aunque no estaba segura de si Alatia la estaba escuchando todavía. Probablemente Alvina no debería haberse metido tras esos barrotes.

Te concentras, manteniéndote escondida todo el tiempo, sin llamar demasiado la atención. 

Detectas varias auras, auras malignas, auras benignas, auras corrompidas, auras aberrantes... Pero ninguna te detiene ante tu búsqueda, y sin titubear, la localizas, pero parece que esa aura de hada que estaba desapareciendo lentamente está sobre otra aura parecida a ella, pero mucho más sutil.

Te acercas un poco más, tan solo un poco, necesitabas ver lo que era, qué es lo que era. Y comienzas a oir ladridos de perros, y ves a uno de ellos ladrando en tu dirección. Te pegas todo lo que puedes al techo, con el corazón totalmente encogido, prestandole atención a los bandidos. El único de ellos coge una piedra del suelo y se la tira al perro.

¡Cállate imbécil, esta noche tendrás un buen festín!

Pareces relajarte un poco, pero allí delante ves claramente lo que es, has visto pocos en tu vida, o tal vez ni eso, tal vez retazos de algo similar a ello, pero allí está, un bello dragón hada, sus colores vivos y azulados ahora compuestos por oscuros tonos de gris, está enroscado sobre lo que a simple vista parece ser un huevo.

Está encerrado dentro de una jaula pequeña, la cual está en el suelo, no podrías entrar dentro de la jaula, ni tan siquiera moverla, parece demasiado pesada.

Exploras un poco la zona con tus ojos llenos de cierta rabia, tienen más seres encerrados en las jaulas, llegas a ver a una cocatriz, dos ratas gigantes, dos lobos de pelaje plateado, y un hombre lagarto. Parece que las jaulas se extienden hacia el interior, y tendrías que internarte para ver qué más es lo que tienen. Te percatas de que hombre lagarto se te ha quedado mirando directamente hacia tí, puedes notar como su mirada y la tuya conectan durante unos segundos, y con un sutil gesto lleno de cansancio se ha llevado dos de sus dedos hacia lo alto de su cabeza y te los ha levantado en señal de profundo respeto.

Proveniente del principio de la escalera escuchas unos pesados pasos, y los bandidos al escucharlos se han levantado de sus asientos, asiéndose los cinturones y algún que otra vestimenta.

Ver tantas criaturas presas provoca una profunda tristeza y miedo en el corazón de Alvina. Ha conseguido su objetivo de sobra, ahora lo único que queda es salir de allí. Ya ha tentado bastante la suerte llegando hasta ese punto e incluso ha sido detectada por uno de los perros y un prisionero.

Debe volver junto a Alatia, ya regresará para rescatar a todas estas víctimas del egoísmo de los humanos.

Se oyen unos pasos detrás de ella, alguien viene, alguien que los bandidos respetan. Para escapar tiene que pasar por donde viene ese ser. Observa con cuidado y si encuentra la menor oportunidad se escabulle.

Alatia vuelve en si. Parpadea un par de veces y luego responde a Lya, por lo visto sí la ha escuchado.

- Sí, el perro ya nos la ha indicado, pero yo la estaba viendo por el otro lado y está perfectamente camuflada. Tras esa puerta hay una gran sala, oscura y llena de columnas, Al fondo, los barrotes que dan a la arena. A un lado hay magia y Alvina no se ha acercado mucho. Al otro, una escaleras que descienden a lo que parece ser una mazmorra. En ella están los perros, sus cuidadores y muchas criaturas exóticas presas.

- Alvina va a intentar volver, pero ahora mismo tiene el camino de regreso cortado, lo intentará en cuanto sea seguro. Dónde está ahora se pueden ver cuatro celdas, aunque posiblemente haya más al fondo. Dispersas hay un montón de jaulas con las criaturas. Hay una jaula en concreto que nos causa mucho desazón ya que contiene un dragón hada herido o enfermo que protege un huevo. Alvina y yo tenemos especial empatía por las criaturas tipo hada y similares. Queremos que rescatar ese ser sea una de nuestras prioridades.

Volvió a parpadear, cerró los ojos y se los restregó un poco, se estiró y se puso en pie.

- Espero que Alvina no tenga problemas en regresar, en todo caso ya tenemos suficiente información como para actuar.

- Hagamos planes.

Alatia queda a la espera, está externamente tranquila pero hay un ligero halo de preocupación por Alvina y notáis como el vínculo entre ambas sigue activo, aunque ahora con mucha menor intensidad.

- Puedo acercarme con el aspecto del bandido hasta la puerta, tratando de que no me vean, y abrirla. En el caso de que me vean no dejaran de verme como otro de los suyos. Luego podéis venir vosotros sin que os vean y entramos por ahí.

- Dentro empezaría por abajo. Por lo que dices hay pocos vigilando la zona de las mazmorras bajo tierra, por lo que nos debería ser más fácil de quitarlos de en medio.

- Después si podemos hablar con las criaturas de abajo y ponerlas de nuestra parte, tendremos aliados. Si no, si puedes liberarlas de sus jaulas invisible podemos dejarles el camino libre hacia arriba y el caos que causen podemos aprovecharlo a nuestro favor. Seguramente podrían cazar cada una de esas criaturas de una en una, pero sueltas todas a la vez probablemente sean una amenaza grave para ellos.

La pelirroja exiliada frunció el ceño al ver que la bruja dejaba de estar con ellos durante unos instantes. Justo cuando Hrönn hizo ademán de acercarse y tratar de hacerla volver a bofetadas, Alatia volvió en sí, proporcionando los últimos retazos de información que pudieron obtener.

–Buen trabajo, Alatia –dijo la norteña, sorprendida por las habilidades de la elfa y su compañera.

–Espero que Alvina no tenga problemas en volver. En fin, si no he entendido mal la entrada secreta está limpia, aunque hay una parte de la sala que está embrujada. Me gustaría entender mejor a qué os referís con ello, pero supongo que no sabremos de que se trata hasta encontrarnos ahí dentro. Bien, tenemos bastante información sobre el fuerte y la localización actual de algunos enemigos y prisioneros. Ahora, ¿tenemos tiempo para analizar su forma de actuar? Me refiero a las rondas, cambios de guardia, los movimientos de los líderes y demás. ¿Tenemos tiempo para preparar el terreno alrededor del fuerte para ganar ventaja a la hora de escapar o asaltar algún grupo que salga por la puerta principal? De esta forma además podríamos reconocer el bosque y buscar un paso rápido o una zona segura donde llevar a los prisioneros que liberemos. ¿O creéis que lo mejor es entrar cuanto antes? Recordemos que una vez nos detecten, se acabó el factor sorpresa.

–Yo también creo que primero deberíamos limpiar las mazmorras y ver el estado y ánimo de los prisioneros. Y antes de entrar deberíamos tener claro qué hacer tanto en caso de que nos quieran ayudar como si prefieren huir o incluso si son hostiles a nosotros. Espero que Dest nos pueda al menos echar una pata con lo suyos –dijo con una sonrisa, mientras le daba un codazo al chucho.

Nornas asintió. 

-Me parece buen plan. Desde ahí podemos improvisar.

Me parece arriesgado ir a liberar a las criaturas, nada garantiza que no nos atacaran en cuanto tengan oportunidad de hacerlo, pero si los demás están de acuerdo, pues yo me apegaré a ese plan.

Ustedes deciden y yo los sigo. - anuncio pensativo.

Por cierto, ¿Saben que tenemos que eliminar a los vigías si queremos pasar sin ser vistos? Porque de lo contrario van a obstaculizar nuestro escape y el de los prisioneros.

Tenemos que lograr acabarlos en silencio para no llamar la atención de nadie y luego completar la operación antes de que nadie note la ausencia de los guardias porque de lo contrario saltará la alarma. - digo como quien dice una obviedad.

Los pesados pasos terminan llegando a la prisión, dejando a la vista a un fuerte e imponente osgo, detrás de él le siguen dos bandidos más, parece que sus pisadas las amortiguaba el osgo. El osgo va sin armadura que le cubra el pecho, y puedes verle perfectamente el tatuaje tentacular que llevaba aquel pobre y desgraciado bandido

Tú y tú. Les dice señalándo a los dos bandidos. Tomad a los niñatos del pueblo ese de Gor... Gare... Mierda. Escupe sobre la jaula de la cocatriz. Como se llame el pueblucho ese.

Pharan quiere probar esta noche a sus nuevos juguetitos; y seguro que el grupo del oeste les llevarán mañana encantados los restos del ganador a sus padres, por supuesto antes de reducir ese pueblucho de pacotilla a cenizas.

Se frota las manos. Mientras los dos bandidos que bajaron con él han ido y han comenzado a coger a unos 6 perros, comenzando a subir por las escaleras, los seis perros parecen muy excitados.

¡Lagarto, sal de allí y sube, que esta noche luchas!

Un momentaz silencio. Miras a aquel hombre lagarto, intentando que con un cruce de miradas pudiese explicarte algo, pero parece que no te mira, se ha puesto paja sobre él mismo, y está intentando pasar un poco desapercibido.

¡Eh, venga! ¿A qué esperáis imbéciles?

Les insta a los dos bandidos, los cuales se hunden en la oscuridad, seguidos del osgo.

Escuchas un golpe de llave y un sonoro abrir de puerta contra las verjas, seguidos de unos fuertes gritos de desesperación "¡¡¡NO, NO, POR FAVOR, OTRA VEZ ARRIBA NO!!!" Provenientes de dentro de aquella sucia y oscura prisión, jurarías que son las voces de unos dos jóvenes.

De la oscuridad ves como surge un dracónido de rojas escamas, con bastante semblante portando una armadura y una espada, marcha hacia arriba tranquilamente.

Alvina prácticamente no respira. Pegada al techo, en una esquina instintivamente se mantiene quieta esperando pasar desapercibida. El osgo no se percata de su presencia y los sentidos humanos son muy débiles como para preocuparla. Procura ocultarse del campo de visión del dracónico ya que no sabe si ese poderoso ser es capaz de atravesar el velo de invisibilidad que la cubre.

- Hay una competición esta noche, van a matar a algunos aldeanos y luego arrasarán el pueblo, posiblemente al día siguiente. - Alatia seguía conectada con Alvina. - El osgo, dos humanos, seis perros... no se cuántos prisioneros van a subir a luchar, al menos dos voces... y hay un ser rojo, con escamas... un dracónido.

Alatia cada vez parecía más preocupada por la situación de Alvina, no decía nada más pero su rostro lo reflejaba.

- En principio parece que son dos prisioneros humanos, por lo que podríamos sacarlos sin mucho problema. No humanos hay unos cuantos más, pero yo me centraría en un hombre lagarto que podría ayudarnos y el propio dragón hada. Alvina podría encargarse del dragón hada y escapar si se le da la oportunidad.

- Propongo un plan.

- Acercarnos a la entrada secreta. Para ello hemos de conjurar algún hechizo de imagen que los distraiga o alguna niebla. Yo atacaría de noche, Elamdari y yo vemos perfectamente de noche y os podemos guiar. Abrimos la puerta, entramos y rescatamos al hombre lagarto, pero solo si no tiene el tatuaje.

- Podemos intentar influir en la lucha con algún hechizo, haciendo que los dos muchachos parezcan muertos, por ejemplo. Una vez los traigan de vuelta al calabozo, hay que ser rápidos y deshacerse en silencio de los acompañantes.

- Si lo hacemos en silencio podemos volver a salir por dónde hemos entrado.

- Si lo logramos, los bandidos buscarán venganza en el pueblo por lo que tendremos que estar allí para montar y coordinar la defensa. De todas formas la idea de los bandidos es arrasar el pueblo.

- Es un plan de mínimos, exclusivamente rescate de prisioneros. Intentar algo contra los líderes ahora mismo lo considero impensable. Si sobrevivimos al ataque del pueblo y diezmamos a los bandidos tendríamos una oportunidad.

- Y recordad, algunos, puede que todos, los bandidos son licántropos, no va a ser una tarea fácil.

Alatia ya había desarrollado un plan. En principio por su rango era la líder del grupo, pero ya había quedado que no pensaba usar ese rango para dirigir el grupo. Mejor que eso era que cada cual opinara y que con las aportaciones de todos se fuera formando un plan detallado.