Partida Rol por web

Tenemos suerte, va a empezar una lucha en el coliseo, están llevando a dos chicos al coliseo, los van a hacer luchar contra seis perros, podemos aprovechar el caos para meternos sin ser vistos.

Incluso, con algo de suerte, podríamos atrapar a los bandidos en el coliseo y quemarlos a todos sin problema alguno, voy a dejar a Sephiroth vigilando el coliseo para tener controlado al enemigo.

¿Qué opinan? - pregunto mientras le entrego la llave a Alatia.

El rostro de la dasharii ensombreció al escuchar los lamentos del joven.

–¿Cuántos bandidos ve el halcón en el coliseo? ¿Ves eso de encerrarlos y hacerlos arder realmente posible, elfo? ¿No crees que puedan subir por las gradas y saltar? ¿De dónde sacamos una fuente de calor tan grande que haga arder el lugar en poco tiempo?

Mientras hablaba, y con cierta reticencia, Hrönn se fue acercando hacia la misteriosa elfa de los bosques.

Alatia envuelta en sombras se acercó a la puerta para abrirla.

- Ojo, aparte de los seis perros, Alvina ha visto un dracónido y un hombre lagarto bastante grande. Eso sin olvidarnos del Osgo.

En el coliseo puedes ver que el hombre de las vestiduras púrpuras se ha colado detrás de unas cortinas, y en las gradas hay dos bandidos fumando y charlando, uno de ellos el del escupitajo

Sephiroth encuentra un poste lo suficientemente oscuro y con la visión suficiente como para ver la arena sin ser descubierto, y se posa allí

- De acuerdo, podemos intentarlo. – trató de usar su ilusión menor como le indicaba Alatia para no contradecirla en un momento tan delicado, pero dudaba que realmente fuera a ser posible utilizar su magia así por las limitaciones inherentes del propio cantrip.

Trató de moverse lo más sigilosamente posible por delante el grupo para abrir la puerta y que así los demás no tuvieran que esperar a que se abriese.

La salvaje exiliada trató de seguir los pasos de sus compañeras con cautela, con un ojo siempre puesto a las murallas.

Nornas solía ser silencioso, sí, pero su armadura no. Por eso se sorprendió el que más cuando resultó ser de los más sigilosos en cruzar la niebla.

Siguió a la Dashari que la adelantó rápidamente, pero a pesar de la ayuda que podía brindarle el terreno era mucho más traicionero de lo que pareciera a simple vista a pesar de su visión en la oscuridad.

Una vez establecido el plan de acción, rápidamente empezamos a desplazarnos hacia el acceso secreto intentando no llamar la atención de los guardias.

Por fortuna, mi experiencia en seguir a mis objetivos sin que estos se percatasen de mi presencia dio frutos, pues pude desplazarme sin peoblemas entre los arbustos fundiéndome con la propia noche, de tal manera que cualquiera que mirase hacia mi posición, tendría suerte si veía algo más que una sombra.

El avance hacia el muro lo hacéis bastante sigilosos, entre todos os habéis coordinado con unas simples miradas para señalar las peores hojas, las ramas, o cualquier cosa que pudiese obstaculizar vuestra marcha.

Os pegáis a la pared, y Lya, transformada ahora en el difunto Senit (el bandido) saca la llave y la mete donde debería de ir, le cuesta un poco al comienzo, y la llave no ha sido nada sencillo de mover, pero al poco gira hacia la izquierda levantándola un poco y “clic”, la puerta se abre hacia dentro.

Desde dentro os proviene cierta pestilencia. Hay escasa luz en aquel lugar, pero con la poca que os entra por la zona de vuestro frente os tendréis que apañar.

Los que peor lo estaban pasando eran Hrönn y Nornas, los cuales, sin luz, habría zonas que estaban totalmente a oscuras para ellos, tendrían que pasar cierto tiempo para que sus ojos se acostumbrasen a aquella penumbra, y desde luego, no podrían visualizar como el resto de sus compañeros. Lo único que sabían era que a su frente había unas verjas, de las que salía luz y había bastante ruído, probablemente sería la arena.

Alatía ve a Alvina, la cual se lanza hacia ellos, no sin ir con cierto cuidado, no parece que pasase realmente nada.

Los demás podían ver con cierta nitidez la largura de la sala, tenía algunas columnas, a su frente estaba aquel origen de luz, a la izquierda, que era por donde Alatía había fijado su mirada y de donde venía Alvina había unas escaleras hacia abajo. Y a vuestra derecha había una larga y simple pared.

Todos sentís una presencia en aquel muro de la derecha, pero aquellos que fuesen más sensibles notaban cierta magia bastante poderosa, y extraña. Era en cierto modo similar, aunque lo suficientemente ajena como para resultar extraña y amenazante.

No pasan pocos segundos hasta que ponéis los pies en esa sala. Y escucháis un:

¡GONG!

Todos os ponéis alerta, pensando que os habían detectado. Pese a la oscuridad, todos pueden ver como Dest se ha puesto totalmente firme, con el pelaje bastante erizado.

Unos segundos de total calma, y notáis como una sonora y medoliosa voz que proviene desde lo que sería la arena entra y llena aquel habitáculo.

¡Bueno, otra noche más, aquí estamos amigos! ¡Para hoy tenemos a dos preciosos jóvenes mejorados! ¡Su amigo, como sabéis, lo tuvieron que sacrificar para ascender…!

Se nota un tono sarcástico mezclado con una falsa tristeza, hay risas que se oyen de fondo.

¡Y mañana al alba, os llevaréis al campeón con vosotros, sus padres estarán echándolo mucho de menos en el pueblo de Garedoth!

Hay una carcajada aún más sonora que la anterior

¡Y mañana recordad que tendréis barra libre allí, me da igual lo que les hagáis a esos pueblerinos, pero recordad traerlos, al menos con vida, aquí tendrán su nueva casa!

Y ahora, ¡Los primeros perros!

Comienza a haber gruñidos y ladridos provenientes de allí.

Sephiroth desde lo alto de la torre puede ver como la plaza se ha llenado en nada, y con el Bong, todos estaban sentados y expectantes. En los sofás donde estaba aquel tipo con las vestimentas se acercó otro con las orejas picudas, junto a otra figura, mucho más grande y encapuchada, que quedaba justo detrás del mismo, parecía que era su protector.

Hrönn hizo una mueca de desagrado al notar el mal olor de la sala. Atenta a los sonidos que llegaban a través de los barrotes, la dasharii trató de hacerse a la penumbra del lugar. Con la guja presta para actuar, esperó a las indicaciones de los que en principio deberían tener una visión mas acomodada a la oscuridad.

Esperé a que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad y señalé la escalera a la izquierda que bajaba a lo que debían ser las celdas.

- ¿Comenzamos por allí? – dando a entender que esperaba no ser la primera en iniciar la marcha.

Os dirigís hacia la escalera con un suave paso, fijándoos en cada rincón de la sala, buscando detalles, o incluso personas ocultas, no parece haber nada extraño ni llamativo.

Aunque Eladamri, Hrönn, Lya y Alatía si se percatan de algo que no encaja, y era aquel muro a vuestra izquierda, el cual rezumaba tanta energía, prestándole un poco más de atención... Parecía en cierto modo vibrar, como si fuese un mero estandarte mecido por una suave viento. Era difícil de ver, pero una vez visualizado, la visión era totalmente clara.*

Hrönn incluso yendo casi a oscuras pudo darse cuenta de aquel extraño detalle.

Seguís avanzando por el pasillo, acercándoos a las escaleras, sin terminar de bajar siquiera, cuando escucháis de la arena un fuerte y seco crujir, como de un golpe certero y preciso, seguido de un gemido de perro.

¡Oye cuidado con la cabeza! ¡Guau, vaya máquina de matar estás hecha! ¡Quebrantahuesos ha matado a Dentada!

Oís vociferar a aquella melodiosa voz de nuevo. Se hace un pequeño silencio, pero comenzáis a escuchar vítores desde lo que suponéis que son las gradas.

¡QUEBRANTAHUESOS, QUEBRANTAHUESOS!

Os fijáis en el perro (Dest), el cual al escuchar esto se queda totalmente paralizado, aunque empieza a dar pequeños pasos hacia allí, cada vez a un ritmo más apresurado.