Partida Rol por web

Hrönn tiró con fuerza de la moqueta, resopló por el esfuerzo, estaba muy bien fijada, pero su fuerza era superior al fijado; clavos salieron volando por los aires, dejando ver ciertas palabras escritas en élfico.

Límite

Pudieron ver escrito aquellos hablantes de élfico aquellas palabras talladas sobre un frío suelo, la moqueta era amiga del fuego, pero desde luego aquella superficie no parecía un lugar apto para él

El fuego quedó bloqueado en el pasillo, aunque su avance por el pasillo era imparable, las puertas que se encontraban al final del pasillo comenzaron a prender.

Eladamri vió a aquella bestia que se había abalanzado contra Nornas, temía lo peor, de los pocos libros en los que había encontrado alguna referencia de las mismas, no auguraban nada bueno, ya que solían tomar el cuerpo de las víctimas y quedárselos para sí. Había algo que quedaba aún más claro, esta exótica mascota no es una mascota que cualquier habitante de Faerûn podría tener, de hecho sus amos por excelencia eran los Desuellamentes o Mind Flayer.

Nornas sintió como algo le taladraba la mente, su piernas comenzaron a temblar mientras todo se alejaba a su alrededor, el devorador de intelecto comenzó a desvanecerse en el pasillo

La dasharii apretó los dientes mientras sus músculos se contraían para separar la moqueta del suelo.

—¡Mierda! Si no apagamos el fuego pronto nos podemos asfixiar. Y las criaturas que decís que están ahí dentro... Aunque tal vez nos ayude a joder el portal de las narices —bramó mientras trataba de sofocar las llamas del recibidor.

Las advertencias del gnomo y el elfo la pusieron alerta.

—¡¿Qué decís que viene?! ¡Viejo, a mi espalda! —indicó al gnomo, con la mano extendida en dirección a la extraña estatua de las ratas.

- ¡¿Qué?! – preguntó Lya volviendo la cara un momento nada más.

- ¡Yo me encargo del fuego! ¡Encargaos vosotros de lo que sea ahí atrás, por favor! – gritó antes de lanzar otro rayo de escarcha al suelo.

El replicar de un martillo resonó en el pasillo proveniente desde Nornas. Una tronante y potente voz recorrió el pasillo

Con la pesada armadura Nornas se irguió de nuevo, el Devorador de intelecto volvía de nuevo a ser corpóreo, y sin darle tregua se lanzó de nuevo a por el clérigo, pero esta vez su armadura detuvo el impacto.

Y otra volvía esa densa sensación, las imágenes a su alrededor se distorsionaban, y la mente de Nornas se enfocaba en esgrimir con fuerza su martillo

Al ver que la criatura no cesa en su intento de acabar con Nornas, decido intentar poner fin a la criatura con la ayuda de mi magia, para lo cual me acerco a Nornas mientras recito brevemente un conjuro.

Con un leve movimiento apunto la palma de mi mano hacia la criatura y una nube de vapores venenosos se proyecta desde la palma de mi mano hacia el devorador de intelecto cubriendo todo su cuerpo

Muere criatura despreciable, siente como la fuerza de Mystra da cuenta de tu despreciable existencia. - le espeto a la criatura mientras veo como el veneno que lanzo sobre ella le causa un terrible daño.

Alvina pudo entrar por fin en la habitación. Siguiendo indicaciones de su amiga se situó de forma que pudiera ver la criatura que estaba atacando a Nornas.

Se preparó para canalizar la energía de Alatia.

Por fin gracias a la visión de Alvina pudo enfocar la criatura. Se concentró y disparó su magia.

Debido a la inquietud que le producían los gemidos y sonidos del combate, la norteña retrocedió hacia el pasillo que daba a las escaleras y sacó la cabeza para no entorpecer a los compañeros que allí se encontraban ferozmente atacando a lo que fuera que había subido.

—¡Nornas! —gritó al ver la escena, preocupada por lo que le pudiera estar ocurriendo a su viejo amigo.

Medio agachada y pegada a la pared, Hrönn se desplazó lo más rápido que pudo, con el objetivo de alcanzar al clérigo y tirar de él hacia el recibidor.

—¿Estás bien? ¡Aguanta!

La magia acabó por tumbar a aquella bestia, al ritmo que Nornas caía hacia un lateral mientras se sostenía con una mano la cabeza por el punzante dolor que le había causado, Hrönn agarró el cuerpo del clérigo con mano firme. Mientras el clérigo iba recuperando poco a poco color los usuarios de magia allí presentes se dedicaron a apagar el fuego de aquel pasillo lo más rápido que podían.

El bonito pasillo con moqueta verde se había convertido ahora en un carbonizado pasillo lleno de ceniza y tela rota. Casi al pie de la escalera yacía el cuerpo de... ¿Un cerebro con cuatro patas? ¿Eso era con lo que había estado luchando el clérigo al pie de la escalera?

Poco a poco el silencio volvió a imperar en el pasillo, a excepción de cierto sonidos que provenían de la zona este. Nornas se recompuso y sin tardar un segundo habló.

Si tienen uno de estos

Le da una patada al cuerpo de la aberración

Han de tener más, vuelvo a Garedoth a por gente que pueda luchar. Encargaros de todo.

Despidiéndose de vosotros os dio ciertos toques, y aunque con paso pesado marchó escaleras abajo, podéis notar como todos tenéis una cierta aura de calidez, como si estuvieseis cerca de una hoguera, o mejor dicho... Dentro de una forja.

Myroc os observa atentamente.

Tenemos que cerrar los portales ya, no podemos retrasarnos más, cuanto más tiempo pase, más cosas podrá traer, y yo nunca he visto algo similar...

Echa un ojo al Devorador de Intelecto pero quita la mirada rápidamente, con cierto pánico.

Si tenemos que cerrar el portal que va a Amphail tenemos que hacerlo ya. Las escaleras creo que están por allí

Dice mientras señala al final del pasillo

El bicho estaba muerto... y vaya un bicho, asqueroso.

- Es prioritario cerrar los portales, pero recordemos que en la puerta del fondo había algo detrás que está sufriendo. Hay que tomar la decisión de ir abriendo las puertas una a una o ir a por el premio mayor.

Alvina, que flotaba cerca de Alatia, se hizo invisible.

—Está bien —respondió Hrönn de forma escueta a lo que en su opinión era una decisión precipitada—. Ten cuidado, amigo.

Conocía al clérigo desde hacía tiempo, y sabía que era tan malditamente terco como ella. La única forma de hacerlo cambiar de parecer era por la fuerza, y este no era momento de discutir.

Sus ojos verde esmeralda, alumbrados por la luminosidad de la hebilla del cinturón, se posaron sobre la armadura del devoto de Gond hasta que éste desapareció escaleras abajo.

—Terminemos con esto —acertó a decir con rostro ensombrecido mientras dirigía sus pasos hacia el final del largo pasillo.

Lamentaba la marcha de Nornas, pero en parte llevaba razón, aunque Lya esperaba que la ayuda que ya habían solicitado estuviera ya en camino. Tampoco podía culparle de querer alejarse de aquello. Se despidió con él con un asentimiento de cabeza y una silenciosa gratitud por su última bendición.

Se acercó a observar el cadáver de aquella criatura, pero lo poco que había aprendido en sus estudios arcanos eran insuficientes para decirle nada que pudiera serles útil en caso de volver a enfrentarse a ella, salvo lo que ya habían aprendido: que moría rápido y debía ser un objetivo prioritario por el daño que podía causar.

- Yo opto por abrir las puertas de una en una. Si vamos a seguir por esas escaleras del fondo – dónde había señalado el gnomo – prefiero asegurarme de que no nos dejamos nada en la espalda que pueda cortarnos la retirada en caso de necesitarla o venir a mordernos el culo en el peor momento.

Si fueran a regresar por donde había subido quizás su opinión sería diferente, pero no le hacía gracia dejarse una posible amenaza a las espaldas.

Nornas se había ido, una pena pero en su estado casi era lo mejor. Alatia seguía pensando que denberían intentar rescatar a la gente que sufría pero prefirió no discutir.

- Os cubro. - Indicó situándose en un punto donde tuviera una buena perspectiva de la puerta. Alvina flotaba sobre ella proporcionándole un punto de vista adicional.

Muy bien Nornas, ve con cuidado, no sabemos que otras cosas puede estar acechando en este lugar. - comento pensativo mientras sopeso la idea de reducir toda la fortaleza a metas cenizas.

Es una posición defensiva fuerte que la gente del pueblo o el gremio puede aprovechar si se les da la oportunidad, pero Pharan y su gente la conocen demasiado bien y pueden aprovecharse de ello para tomar por sorpresa a los defensores y asesinarlos sin contemplación. - pienso mientras observo el lugar y contemplo la posibilidad de verlo arder con todo y portales.

Voy a intentar desbloquear la puerta metálica, mientras trabajo en la cerradura intenten revisar las otras puertas, si me necesitan denme un grito, les avisaré en cuanto la cerradura haya cedido. - sentencio con tranquilidad mientras empiezo a trabajar con la cerradura.

Entre gruñidos y maldiciones la dasharii anduvo hasta la zona del retrete, tras lo cual abrió sin mayores precauciones la puerta de al lado.

El elfo se puso con la puerta reforzada, tenía un mecanismo complicado, pero sus hábiles manos le permitieron abrir la puerta sin demasiado problema, poco a poco abrió la puerta, dando paso a un habitáculo bastante ordenado, disponía de una limpia mesa en la que reposaba lo que parecía ser un diario, al lado de las blancas hojas había una pluma. La cama singular parecía bastante cómoda, y había una pequeña mesita de noche que tenía un cajón.

Por su parte, la norteña empujó la otra puerta, se había quedado un poco pegajosa por culpa de aquel cubo gelatinoso, pero no ofreció mayor resistencia.

La sala bien iluminada permitió ver el interior sin ningún tipo de problema, dejando entrar luz natural en el ambiente a través de las ventanas translúcidas.

Menos mal que el fuego no llegó a entrar en esta habitación.

Dijo Myroc asomándose por la cintura de la Drasharii.

La habitación, totalmente desordenada, estaba "decorada" de libros tirados por el suelo, ropa amontonada, ropa rajada, plumas de los colchones por todos, trozos de cabello, botellas de lo que parecía ser licor... Todo coronado por un ácido olor de pura pestilencia, como si no hubiesen abierto aquel habitáculo durante meses.

Al abrir la puerta y ver la cama, supuse que me encontraba en la habitación de Pharan, por lo que decidí extremar precauciones a efectos de evitar caer en alguna trampa, pues, como todo buen arcanista, no sería raro que el muy infeliz tuviera alguna clase de defensa mágica o mecánica para custodiar sus secretos.

Desde el marco de la puerta observo a detalle la habitación y empiezo a salmodiar un conjuro para tomar el diario y poder revisarlo a detalle a fin de corroborar mis sospechas.

¡Veamos que ocultas aquí maldito Pharan! - pienso mientras salgo de la habitación con cautela y empiezo a revisar el diario.

El rostro de la pelirroja esbozó un mohín de desagrado por el pestilente hedor.

—Bueno, ya lo sabemos, en caso de querer poner todo esto a arder —respondió al gnomo mientras le guiñaba un ojo—. Quédate aquí, ahora vuelvo.

Hrönn se internó unos pasos en la desordenada habitación, y tras echar un vistazo general decidió agacharse para examinar alguno de los documentos por allí tirados.