Partida Rol por web

El fuego se elevaba, la gente cantaba, aplaudía, giraba alrededor del fuego... ¡Y este volvía a elevarse cuando algún vecino e incluso los niños le lanzaban como polvos embriagadores! Y el espectáculo era sorprendente. Los pocos comerciantes continuaban de ventas, tampoco muchas, y se animaban a canturrear al tiempo que promocionaban sus productos para regalo (a no ser que fuera comida, claro) en esa noche mágica. Los oradores seguían contando historias (tanto a niños como a jóvenes), y los Ulemas seguían allí, apartados, vigilando la fiesta y que no se convirtiera en un desmadre... Aunque podía ya verse que conversaban mucho entre ellos y hasta se escapaba alguna risa, señal de que lo estában pasando también bien.

Tirad un Otear (PER) o un PERx2 (lo que mejor os venga).

Parece que estábais muy metidos en la fiesta, completamente integrados como si de vecinos de Dar-el-Geuza se tratase. Lo estábais pasando realmente bien: os contaban historias fantásticas, hablábais sobre viajes, cultivos, recuerdos o planes de futuro, o simplemente cantábais y bailabais con los niños del lugar. todo ello con cualquier amable vecino que vivía allí. Realmente aquella gente parecía muy buena.

En todo este entretenimiento, ya no véis a Abdalláh ni su mujer, ni sus hijas, ni a Mustafá, pues seguramente estaban todos pasándolo muy bien entre toda la multitud en el Marayán. Pero entonces oís un grito que pide calma y atención. Es Mustafá.

A ver, amigos y amigas, vecinos y vecinas -decía en un tono de voz elevado-. Vísteis que a su lado estaba Rabea, y la tenía cogida de la mano a los ojos de todos. Paren la música por favor, ¿Pueden escucharme?

Entonces se acercó Abdalláh y su esposa, viendo el espectáculo. Mustafá, al verlos llegar tragó saliva, pues tenía la mano cogida de una de sus hijas.

A toda la población de esta buena aldea, y sobre todo a su padre, Abdalláh, pido humildemente permiso para tomar la mano de su hija Rabea. Al ser un lugar pequeño, casi todos los vecinos poséian algún grado de parentesco y era costumbre anunciar oficialmente tales actos de unión. Además, aquellos dos jóvenes estaban ya en edad de matrimonio.

Os fijásteis que Abdalláh tenía una cara seria, casi llena de ira podría decirse, y apretaba sus labios con fuerza. Giró un poco su cabeza sin dejar de mirar al muchacho que tanto apreciaba y, en cuestión de segundos, su expresión se tornó en una alegría que parecía estar conteniéndose, la cual tan sólo expresó con una buena sonrisa.

Acto seguido, se fue a abrazar a éste y a besar a su hija, algo emocionado.

Claro que si, mi buen Abdalláh, te concedo el permiso si la tratas como es debido... ¡Que siga la fiesta de Alláh! - y vísteis a los Ulemas, que se habían sorprendido por el parón de la fiesta, cómo se alegraban también-.

Alí se acercó a la feliz pareja -Muchas felicidades. Me alegro mucho por vosotros. espero que seáis muy felices. 

- ¡ESTUPENDO! una boda siempre es una gran noticia. Os deseo muchos hijos -dijo a la pareja-espero que todos tus nietos sean varones Abdallah. Parece que está siendo una noche perfecta...

—Mis bendiciones, os deseo lo mejor a los dos— tras dar la henorabuena a los recien prometidos volvia a la fiesta que se había animado de forma especial.

Hamza se da cuenta de que falta alguien ¿dónde está la bella Nuba que aún no ha dado la enhorabuena a su hermana? Es entonces cuando todos se preguntan lo mismo, alertado por éste. La buscan por la aldea, entre el gentío, pero la muchacha no aparece. Aún no están preocupados, y lejos de ser una hija rebelde o problemática, Abdallah dice que a lo mejor está con algún joven del pueblo, que ya también es muchacha de estar en tal edad, pero tras otro rato buscando, pasa la medianoche en el Mahrayán y Nuba no aparece (no está con algún otro jóven). Entonces se acercó uno de los Ulemas.

Señores, he visto desde la distancia que la muchacha se iba por el mismo camino que esos dos -señalando a los enamorados (su habla era un poco seria y gutural)-, hacia aquella dirección -dirigió su vista a un camino que hacía salir del pueblo-.

La gente ya estaba preocupada, alertada, incluyendo sus padre, incluyendo a vuestro jefe (que parecía dolerle de la misma forma) e incluso a vosotros. Entonces Abdalláh le habló a los novios.

¿¡Pero dónde habéis ido!? -un poco enfadado y haciendo aspavientos con las manos-, ¿no habéis visto a Nuba o qué?

Esto... mmm... -"habló" Mustafá-, hemos... ido a un lugar tranquilo, para hablar, na...nada más. El muchacho tragó saliva y el padre de Nuba comenzó a dar vueltas y caminar de un lado para otro, bajo la atenta mirada de todos los asistentes al Mahrayán, cuyo color festivo había cambiado considerablemente a un tono de preocupación.

¡ Qué poco decoro el de esa pareja!

¡Habráse visto!

Pero claro, Bazlaf allí no tenía nada que decir, desde luego que si de su hija se tratare...

Permaneció en silencio para que Abdallah resolviera el asunto  a su manera, al ver que el hombre estaba realmente preocupado y no parecía tan enfadado con los novios, se decidió a hablar

- Nos acaba de decir un Ulema que se ha marchado por el mismo camino que vosotros. ¿Seguro que no la habéis visto?-hace un gesto a sus compañeros - vayamos a buscarla.

—Es lo menos que podemos hacer para recompensar la hospitalidad de Abdallah—

Hace rato que no se la ve- Dijo Alí

Ahora entiendo por que no la he encontrado antes, eso quiere decir que hace tiempo que ha desaparecido, sola, de noche y para colmo en una noche como esta

Será mejor que vayamos por ese camino que es donde dicen que la vieron la última vez -Luego dirigiéndose hacia el padre de la joven le preguntó - ¿hay en el pueblo algún buen rastreador? Necesitaremos sus servicios

También necesitaremos nuestras armas- Le dijo a los ulemas que estaban con ellos

Luego dirigiéndose hacia el padre de la joven le dijo- Le prometo que la encontraremos

Uno de los Ulemas se alejó un poco, se metió en la pequeña mezquita del pueblo y de ella salió otro hombre. Era Omar, el Ulema líder de la comunidad de Dar-el-Geuza, que había permanecido orando dentro de la misma durante el transcurso de la fiesta del Maharayán. Fue hacia donde estaba el pueblo concentrado portando vuestras armas en sus brzos, y luego os las entregó, tal y como pidió Alí.

Pues nadie en especial, este pueblo es humilde y no de cazadores -dijo ante la propuesta de un posible rastreador-. Pero ahora mismo iremos a buscar a la joven ¡Hombres! -gritó a su alrededor para todo el pueblo-, organizaremos una batida.

El líder ulema parecía un hombre sabio, y los cabezas de familia y muchachos jóvenes, sólo hombres, comenzaron a distribuirse en grupos pequeños, según ordenaba Omar. Vosotros formariais otro grupo, y tan sólo os acompañaba vuestro jefe Rachid, que se había ofrecido también sin dudarlo.