Partida Rol por web

Una vez vestidas Utsuki baja junto a Snowrella, que está haciendo un ruido terrible y molesta a los amos.- ¡NO HAGAS RUIDO!.- Grita Erika, que está junto a los demás comensales ya listos para el desayuno.

Os cruzáis un momento con Azumi para tomar nota de lo que falta, y una vez anotado os ponéis en marcha. Sin preguntarlo Snowrella se sienta en el asiento del piloto, y esboza una sonrisa.- Este es el mayor placer que existe.- dice mientras mete cuidadosamente las llaves y hace contacto. Un sonido ahogado suena, pero finalmente el coche se pone en marcha.- ¡Pensé que no se iba a poner en marcha! Tranquilo amor mío, ya te he revivido.- dice mientras abraza el volante.

Bueno, abróchate el cinturón.- Dice Snowrella mientras acelera como una loca. Parecía que no había cogido un coche en su vida. Comenzó a derrapar por el camino de tierra y cuando Utsuki se da cuenta está a punto de chocarse de frente con otro coche...-¡Uff! ¡Hace mucho que no conduzco!.- pero mientras dice estas palabras mira a Utsuki y en ese momento se sale de la carretera, perdiendo el control del coche y chocándose de morros con un árbol gigante. Perdéis por un momento el norte, y os pitan los oídos.

Me abroché el cinturón ya con el coche en marcha. Me agarré al asiento mientras Snowrella conducía a toda pastilla. Confiaba en que supiese lo que estaba haciendo. Teníamos una misión y no podíamos decepcionar a los amos. Entonces perdimos el control y nos estrellamos contra un árbol. Saltaron los airbags y nos golpearon en la cara.

Me sentía desorientada y algo mareada. Levanté la cabeza y miré hacia adelante. ¿Funcionaba aún el coche? Lo dudaba... Me giré entonces hacia Snorella, preocupada por ella. 

-¿Snowrella? - Me incliné sobre ella apartando la bolsa de aire - ¿Estás bien? 

Sacudo la cabeza y asiento.- Sí, estoy bien, un poco mareada... pero es del golpe.- digo mientras abro la puerta del coche para ver dónde estamos.- Vaya, estamos aún lejos... no podemos continuar andando.

Me quedé pensativa un momento. Snowrella tenía razón, estabamos muy lejos. Pero no podíamos abandonar. Miré un momento de nuevo hacia la carretera... 

-Quizá... quizá nos pueda llevar alguien... - sugerí

Me acerqué al borde de la carretera y esperé a que un coche pasase. Entonces levantaría los brazos para tratar de hacerlo parar. ¿Quien iba a negarle ayuda a dos Maids en apuros? 

Un coche pasó de largo... sigues intentándolo, otro coche, ¡por allí viene! y... pasa de largo. Pero viene otro... ¡PASA DE LARGO! parece ser que habrá que idear otra forma de llamar la atención para que paren.

¿Pero que estaba pasando? Ningún coche paraba. ¿Que íbamos a hacer? Teníamos que conseguir transporte, o de lo contrario... No, no iba a pensar en lo que pasaría. No fallaríamos, eso era inadmisible. Solo necesitabamos una manera de llamar su atención... 

La sitaución era desesperaba, así que era el momento de tomar medidas drásticas. Me desabroché el vestido y me lo quité, quedándome en ropa interior al lado de la carretera. Esperé a que pasase un coche y empecé a agitar los brazos mientras daba saltos junto a la carretera, usando el vestido como bandera para llamar la atención de los coches. 

-¡Ayuda! ¡Necesitamos ayuda!

- ¿Qué estás haciendo?.- dice Snowrella, avergonzada por el acto de su compañera. Pero justo cuando se lo está diciendo para un coche con los cristales tintados en negro y baja la ventanilla.- ¿Os llevo a algún sitio, bellezas?.- Dice con un tono serio.

Estaba un poco nerviosa por aquello. No estaba acostumbrada a exponerme tanto, y los reproches de Snowrella no ayudaban. Pero ¡había funcionado! Uff, menos mal... No podíamos fallarles a los amos, de ninguna manera. 

Corrí hacia el coche y me asomé a la ventanilla. 

-¡Hola! ¡Si, si! ¡Muchas gracias! - respondí con entusiasmo a su ofrecimiento - Somos Maids de la mansión Warcraven. Acabamos de tener un accidente mientras íbamos a buscar comida... ¡Pero no se preocupe, estamos bien! Necesitamos llegar hasta... hasta la tienda, creo que ella - señalé a Snowrella - sabe donde es... ¿Lo sabes, verdad? - me giré a preguntarle - ¡Es igual, necesitamos llegar lo antes posible! Nuestros amos nos han enviado a comprar comida y con este coche no podemos ir a ninguna parte... ¿Nos haría el favor de llevarnos buen hombre? 

 - La verdad es que no me viene nada bien, voy hacia el sitio contrario.- Dice el hombre con un aire violento.- Pero puedo pagarte por tus servicios, siempre que seas una maid de esas que hacen de gogós en la casa de los ricos, que al parecer lo eres.- dice, al ver que estás en medio de la carretera con lencería.

- NO SOMOS PROSTITUAS NEGRO.- dice Snowrella sacando su gran martillo.- Y espero que tú no seas un pervertido, o mi martillo reventará tu cabeza.- dice de forma épica muy cabreada.

- Tu amiga me pone más, tiene la actitud que busco en una prostituta.- dice el negro como si no escuchara lo que había dicho Snowrella en ese momento.

Sonreí nerviosa. Aquello estaba yendo demasiado lejos... No iba a hacer aquello. No lo haría... ¿No? ¡No, claro que no! Soy una Maid, no una prostituta. Pero le necesitabamos... Necesitabamos su ayuda... No podía fallarle a los nuevos amos, no ahora que acababa de llegar... Quizá si podía hacerlo... 

-Snowrella... tenemos que conseguir la comida... y además es culpa tuya que estemos así... - le reproché a mi compañera. La verdad es que no estaba muy enfadada, más bien nerviosa. 

Me volví hacia el coche de nuevo, abrí la puerta del coche y entré despacio en el coche. Me senté a su lado y coloque la mano con suaviad sobre su pierna. 

-Haré lo que quieras - ofrecí obligandome a poner mi sonrisa más encantadora - Si después nos llevas hasta la tienda. 

- Quizá haya sido culpa mía, pero no pienso vender mi cuerpo, soy un ángel, no quiero ir al infierno por lujuria...- dice Snowrella algo confundida.

- Se me está agotando la paciencia.- dice el hombre.- Si tu amiga no quiere ella se lo pierde, monta tú en el coche y déjala.- Aceptando la invitación de Utsukushi de hacerlo con ella.- Te llevaré donde pidas, después de que me des lo mío.

No quedaba otra opción si queriamos cumplir con el encargo de los amos. Debía hacer el sacrificio. Deslicé la mano con suavidad sobre su pierna hacia su entrepierna. Me incliné sobre él acercando mi cuerpo al suyo. 

-Dime lo que deseas y lo haré, tendrás todo lo que quieras - declaré con voz sugerente. Después le besé en el cuello mientras guiaba su mano hacia mi pecho.  

Con la mano que tenía en su entrepierna empecé a masajear despacio su miembro hasta notar que se endurecía, y entonces empecé a bajar la cremallera del pantalón. 

-Deja que mi amiga venga también, no nos molestará... - le susurré al oído con voz sugerente mientras introducía mi mano en sus pantalones y comenzaba a masajear su pene - me haría muy féliz, y eso me ayudaría a hacerte más féliz a ti. 

- De acuerdo, acabemos con esto de una vez por todas. Subid las dos al coche, tengo prisa.- dice mientras se aparta. Utsukushi comienza a tocarlo mientras Snowrella indignada está cruzada de brazos en el asiento de atrás. Reprimiendo sus ansias de romper la cabeza a ese desgraciado con su martillo, lo cual habría hecho de no ser por que era la única salida para llegar de nuevo a la mansión. 

- Sí nena... tienes experiencia, ¿eh?.- un enorme bulto aparece en el pantalón, un bulto demasiado grande como para soportarlo dentro de la vagina de Utsukushi, o de cualquier vagina... menudo pene más grande...

Cuando noté el bulto que crecía en sus pantalones no pude sino abrir mucho los ojos y la boca... me quedé en shock por un instante. 

-¡¡Es enorme!! ¡Es el pene más grande que he visto en mi vida! - exclamé con sincera sorpresa

La situación empezaba a superarme pero ya no había vuelta atrás. Si me metía eso dentro me partiría en dos... Pero no podía echarme atrás. Los amos nos necesitaban, y Snowrella no iba a ayudar. Tenía que encargarme de aquello me costase lo que me costase. 

Conginué masajeando su pene mientras abría sus pantalones para dejarlo asomar. Una vez fuera lo observé asombrada. Era de verdad el más grande que nunca había visto... y pronto estaría dentro de mi... La perspectiva me excitaba y me aterraba a la vez. 

Bajé entonces la cabeza y lo rocé con mis labios. ¡Si, eso serviría! En mi boca entraría mejor, y además así estaría lubricado si aquello no era suficiente. Lo acaricié con la lengua mientras continuaba agarrándolo con la mano y poco a poco me lo fuí metiendo en la boca.