Partida Rol por web

Chester no podía creerse lo que estaban viendo. ¿Una muralla de hielo aún mayor? Y aquella terrible tormenta... ¿De verdad iban a meterse con el avión allí dentro?.

El fotógrafo se alejó un momento de la ventana y se acercó a Charlene, tratando de obtener alguna respuesta.

OYE, ¿es seguro acercarse a estos nubarrones? Porque desde que nos metimos en esta maldita Expedición, creo que ya me he topado con dos - no, espera, creo que eran tres - tormentas electromagnéticas que casi hacen caer el avión en barrena. Y no sé yo si volver a meterse en una no será ya tentar a la Suerte.

En realidad que todos - o casi todos - siguieran vivos era, según Chester, más cuestión de buena fortuna que de otra cosa. Y ahora iban a arriesgarse aún un poquito más... Chester volvió a su asiento a mirar por la ventana. Viendo volar a aquellas criaturas, se preguntaba si Starkweather y Nandan seguirían vivos.

Probablemente no. Y si habían sobrevivido, lo más seguro es que hayan contemplado tal cantidad de horrores que prefieran estar muertos.

Halperin siguió murmurando para si. Como respuesta a lo que gritó Chester, aceleró, dio varias vueltas casi poniendo el avión de lado de manera que a todo el mundo se le pusieron las gónadas de corbata. Finalmente, puso la megafonía al máximo volumen y gritó con un tono hosco y oscuro.

¿Acaso piensas que no se lo que hago? ¿Eh? ¿Eh?

Parecía un poco alterado. En una de esas maniobras, el avión entró en pérdida. Varias cosas salieron volando por toda la carlinga. Esas pequeñas cosas que todo el mundo olvida asegurar. El Boeing cayó directamente a la masa de nubes que, de momento, habíais conseguido sobrevolar sin perder de vista (todo el rato) a vuestras presas.

Riendo como loco, Halperin logró estabilizaros casi cuando pensabais que ya no podíais salir vivos de esta.

Woooo. Eso ha ido en poco. ¡Quietos todos! Hahahaha. Tengo el poder.

Maldita sea, esto es cada vez mas inquietante y peligroso. Espero que de verdad sepa lo que hace, Amigo. Quiero poner mis pies en tierra lo antes posible.

Tim se mostraba nervioso. Nada de lo que estaba pasando le agradaba. Los Carambolos ya habian sido bastante emocion y preocupacion.

¡Se exáctamente lo que hago! Woooohoho, pegó una virada al avión que os hizo saltar los ojos de las cuencas. Como no salga el maldito alienígena, vamos a morir todos estrelladoooos, hahahahaha. Venga. Te he pillado, cacho de cabrón. Da la cara y veremos.

Mientras ultimábais los preparativos terminaste por fijarte en que no estaba entre vosotros Ralph, el otro piloto. Nadie parecía sorprendido. La búsqueda de vuestro compañero perdido comenzó. Habías fijado vuestra posición con la mayor exactitud posible tomando varias referencias para luego triangular con la siguiente posición, y así, usando la radio y midiendo la fuerza de la señal, poder triangular a su vez la posición desde la que emitían. El problema con esto es que si la señal era muy lejana, la señal sería virtualmente la misma, a no ser que os movierais mucho. La precisión era fundamental en esto.

Moore se quedó esperandoos en el campamento. Tú, Sikes y Larry partisteis sin demora.

El clima seguía siendo extraño. Quietud. Durante el primer cuarto de hora de camino, parando para que Sikes pudiera asegurarse de que las huellas que seguíais no se desviaban, os sorprendisteis sudando, a pesar de que no estabais haciendo mucho ejercicio.

La temperatura está subiendo. Juraría que estamos a unos -20 grados. Aun estando en pleno verano es muy extraño tan en el interior y a esta altitud. No se os ocurra quitaros ropa, ¿entendido?

Me cago hasta en tu puta calavera, Douglas. ¿Estás loco o qué? ¡Haced algo, que nos mata este desgraciao!

En este momento el avión picaba hacia el suelo. Por la ventanilla del piloto, desde vuestros asientos, podíais ver la tormenta acercándose.

La radio crepitó.

Aquí el Belle. ¿Les pasa algo? ¿Podemos ayudar? Seguimos de cerca al objetivo, pero lo vamos a perder bajo las nubes. ¿Qué está pasando ahí? La segunda pregunta coincidió con el inicio de vuestro picado hacia el puto suelo. ¡¿Qué está pasando, por Dios?!

-¡¡Charlene qué demonios estás haciendo, toma los mandos!- Gritó Menez visto que Halperin había caído. Pero no tuvo que sujetar su lengua porque ya se paró sola. La caída del avión le puso el estómago en ella, haciendo de tapón. Y si había algo peor que morir estrellada en medio de ninguna parte era tener de música de fondo la voz de la Lexington.

¿Y qué cojones esperaba Patrick que hicieran? ¿Pegarle un tiro a Halperin?

Aunque en realidad aquello no era una idea tan, tan mala. Si había que sacrificar a uno para que el resto sobrevivieran, bueno... 

Pero era mejor intentar meter algo de sentido común en aquella sesera llena de serrín y, probablemente, locas imágenes de extraterrestres y otros horrores antárticos.

Chester se desabrochó el cinturón como buenamente pudo y se acercó a Halperin, tratando de tranquilizarle.

Douglas, sé que hemos pasado momentos muy duros, pero aún podemos salir con bien de esta. Tu propio destino y el de toda la Expedición está en tus manos; no dejes que esos bichos, sean lo que sean, te lo arrebaten. Vamos a enfrentarnos a ellos y vamos a demostrarles que somos los más fuertes. Y para eso necesitamos tu ayuda y tu pericia, ¿Lo entiendes? O sea que haz lo que puedas para llevarnos hasta ellos; nosotros nos encargaremos del resto.

Chester había intentado sonar optimista y positivo, pero en realidad lo único que podía pensar era Dios mío, no dejes que este malnacido nos mate a todos.

Con voz serena y sin perder la compostura  (vamos, como si estuviera de picknic en las praderas de Wicklow en primavera).

Douglas, ¡por todos los santos! Claro que sabemos que sabe lo que hace, por eso está aquí.  Así que deje de hacer tonterías, tome los mandos, enderece el avión y llevenos a nuestro destino... de una pieza, si es posible.

Una vez dicho esto, se giró hacia la ventanilla para que nadie viera la palidez de su rostro. 

Tim miraba el comportamiento del piloto y cada vez entendia mas lo acaecido, habia perdido el norte y ahora llevaba los mandos de mas vidas, jugando con ellas.

Pooster trato de serenarse y observar cada movimiento al detalle.

Querida, me parece que este hombre ha sido superado por la realidad y ha entrado en una situacion muy preocupante. Espero quew sus compañeros le convenzan y sea racional....

Tim se apoya de nuevo en su pequeña amiga, tenso y con gesto de preocupacion.

- Sáquelo de ahí. Sé que puede hacerlo.- Animó a su querido compañero.

Vigílale, Chester. Haz lo que sea preciso... - acertó a articular Charlene, mientras buscaba con gestos desesperados los mandos que le permitirían pilotar el avión desde su posición, anulando los de Halperin. Tras algunos más que preocupantes bandazos de ajuste, consiguió estabilizar el aparato lo suficiente como para dar algunos instantes de tranquilidad al resto de sus compañeros - Lo tengo, ¡LO TENGO! - gritó por fin, con una alegría incontenible.

La visibilidad era nula, y las corrientes de aire no dejaban ni un momento de calma, exigiendo constantes correcciones del timón y los estabilizadores de altura - No será fácil pilotar dentro de eso... - dijo, tratando de calmar el temblor de su voz, refiriéndose a la terrible tormenta a la que se acercaban - Y mucho menos aterrizar después, en ningún sitio que no sea una gigantesca llanura. Apenas puedo mantenerlo en el aire. Debes tranquilizar a Douglas, le necesitamos. Quizá Pooster tenga tranquilizantes - otro bache, que casi termina con la cabeza de Field golpendo contra el techo - Atate en algún sitio, por el amor de Dios - suplicó - y pide ayuda. Deberíamos también contestar a la radio - añadió, obviamente fuera de si, superada por el cúmulo de problemas que había provocado la momentanea baja del piloto.
 

Pooster abrió de nuevo su pequeño zurron y sacó un frasco y una jeringuilla metalica. preparo discretamente el inyectable y se acerco a Douglas, poniendoselo en un momento de despiste.

Esto te calmará, amigo, lo tenia reservado para ocasiones limite y esta lo es, vive Dios que lo es. Relajate y descansa, es un sedante. No te hará mal.

- Yo me ocupo de la radio.- Dijo la intrépida periodista que, a lo largo de la travesía en el Gabrielle, había aprendido el gusto por las comunicaciones por radio. Antes de manipular ésta se ató como Charlene había advertido a Field que hiciera.