Partida Rol por web

El gran viaje había llegado.

Annika y Thorlak habían planeado el viaje de sus sueños: ¡toda una aventura romantica egipcia en el corazón del desierto!

La noche antes de la gran excursión, el matrimonio se citó con Cahil y Malak, los expertos que los acompañarían y asesorarían en el transcurso del tour.

El encuentro se produjo en un lujoso restaurante de la ciudad, todo a cargo de la cuenta bancaria del Sr. Landvik como era de esperar.

Aquella charla informal sirvió para que los integrantes de la expedición no resultasen ser simplemente cuatro personas totalmente desconocidas, además fue muy práctico saber cuál era la especialidad de cada uno de los profesionales.

Cahil sería el egiptólogo, aquel que explicaría hasta el más mínimo detalle de las ruinas que iban a visitar; una pieza clave para gozar de una experiencia completa.

Malak en cambio era el guía, él sabía moverse por el entorno, tenía los contactos necesarios para que aquella visita “extraoficial” contase con el respaldo de un buen fajo de billetes.

Tras la comida, tanto el recién estrenado matrimonio como los profesionales tuvieron que levantarse de sus asientos para ir a descansar.

Cada uno de los integrantes fue a su respectivo hotel…

La noche pasó rápida y silenciosa, casi inexistente puesto que la alarma despertó a aquellos que eran de sueño más profundo.

La hora de la excursión había llegado, se eligió una hora temprana porque era la más asequible en cuanto a presencia de otros turistas, el sobrecoste era fácil de asumir teniendo en cuenta las grandes ventajas.

En el punto de reunión estaba ya la furgoneta esperando, en ella Malak y Cahil se encargarían de recoger y llevar a los turistas al templo personalmente.

El viaje no sería demasiado largo, quizás unos 20-30 minutos con lo cual no había que relajarse demasiado.

Aún con su corazón en vilo ante aquel paso dado tan emotivo y circunstancial, es consciente de que el mejor instante de su vida, siempre será a través de Thorlak y su dedicada atención para que todo sea realmente perfecto, acorde a los anhelos que juntos cuando eran novios, surgían como utopías que sólo él es capaz de hacerlas realidad. Y mientras el primer día de aquella luna de miel, se convierte en una completa organización con lo meramente administrativo, es hermoso saber, al menos para Annika que luego de toda la organización obligatoria, podrían darle rienda suelta a esa pasión que tan latente en ellos está. 

Así fue como un dulce despertar surge entre aquellas sábanas que podrían contar miles de historias, más aún luego de lo que ha vivido ella junto a su ahora esposo. La luz del sol se entromete en la escena a través de sus rayos, revelando la intensidad de un calor que lejos de estar acostumbrada, le llevará lo suyo mientras echa menos ese detalle de su querida tierra. Los minutos vuelan, es otro lugar, costumbres diferentes y el llevar un ritmo acorde, por momentos cuando la pasión emerge entre los dos, termina complicando un poco las cosas. Lo bueno es que al ser tan puntuales, allí está Annika ataviada con un short negro corto, una camiseta de color gris sin mangas, el cabello suelto por ahora mientras que sus clásicas zapatillas de lona son la elección acorde para caminar largos trayectos. 

- Gracias amor, en serio. Te amo. - se atreve a decir luego de dejar un efímero beso sobre aquellos labios mientras aguardan por el vehículo, agradecida por cada detalle y la dulzura que su esposo siempre manifiesta hacia ella. Una vez que aparece en el lugar la furgoneta, sonríe entusiasmada al apretar con fuerza la mano de Thorlak, para luego subir a la misma con toda la intención de emprender esta aventura desde un anhelo tan natural y propio de Annika. 

- Hola, pues estoy emocionada. ¿Todo en orden? -  pregunta un tanto ansiosa al guía y al egiptólogo, ya intercambiando alguna que otra mirada con Thorlak. Muere por conocer las pirámides, montar un camello, caminar por el desierto, conocer desde una profundidad esta cultura tan apasionante y milenaria. 

Era la primera vez que iba a ver el legendario templo de Bastet, prohibido para casi todos los mortales... Malak estaba muy nervioso e ilusionado. Se le podía ver en los ojos el interés que tenía el joven guía; sin duda competía en ilusión y ganas con la pareja de forasteros que venían a las arenas del desierto a admirar su cultura milenaria. A Malak le parecía bien eso, su familia llevaba siendo guías desde que Napoleón apareció por aquí y revivió el gusto por la arqueología... pero era diferente... de admirar a vivir había una gran diferencia. Desde luego iba a intentar que los viajeros no sólo admiraran la cultura sino que la vivieran.

Así que cuando Annika preguntó si todo bien, Malak se encontraba jugueteando con el interruptor de una linterna led. Dejó de juguetear y contestó en inglés con leve acento:

-¡Todo bien!, yo también estoy emocionado...hay gran cantidad de leyendas sobre ese mítico templo de la diosa Bastet, tesoros perdidos, cámaras ocultas, jeroglíficos desconocidos y olvidados por el hombre... somos muy afortunados de poder visitarlo, no es algo que se pueda hacer todos los días..siempre se ha dicho que una vez cada 29 ciclos lunares de Bastet completos* se celebraba una ceremonia para traer a la diosa Bastet a la tierra, se sacrificaban además cientos de gatos, hay muchas momias de gatos en ese templo, son muy muy llamativas! Y aunque bueno, es difícil calcular los calendarios  con exactitud, pero creo que sería en este ciclo lunar!- una lástima que ya no se celebrara.
 

Decidido a comenzar aquella vida en conjunto, atesorando momentos que desde la distancia del tiempo, reflejaran ese camino seguido junta a la mujer que le había robado el corazón, y es que si bien ese viaje no era el primero de la pareja, si lo era tras haber dado aquel paso tan importante para los dos, el mismo que había dejado sobre los labios del empresario una imperecedera sonrisa. Perdidamente enamorado de esa profunda mirada azul, sin escatimar lo que por propios méritos y los familiares había conseguido amasar por fortuna, el primer día de su luna de miel, la dedicación a la organización no fue un impedimento para poder disfrutar en cada instante de esa pasión que desde siempre les había acompañado, y aunque metódico y perfeccionista incluso en los más superfluos detalles, el noruego y su mujer aprovecharon las primeras horas en las tierras egipcias para trazar lo que sería el continuar de los días, deseando desde el fervor que con tanta rapidez se apoderaba de él, darle a Hela el mejor viaje de su vida. 

Pero aunque la reunión con los dos expertos había sido provechosa, convirtiendo el viaje en algo que se alejase de la frialdad que la compañía de desconocidos pudiese traer consigo, las horas restantes ya durante el anochecer, se volvieron escasas entre las paredes de la habitación, donde el amor y la juventud consumieron cada minuto del reloj. Pero aunque el dormir se había convertido en algo meramente obligatorio, los rayos del sol fueron los que antes incluso, que el sonido de ese despertador que ponía más por costumbre que por necesidad, y tras compartir entre risas y confidencias el desayuno con Hela, terminó por vestirse de manera casual al estar alejado de la formalidad que su propia profesión exigía. 

Sin más que una simple camiseta, tejanos, unas botas de senderismo y una mochila ataviada a la espalda, las yema de sus dedos pasearon libremente por la espalda de la sueca mientras esperaban que el transporte hiciera acto de presencia. Sin dejar que la impaciencia le consumiera, mientras que en esa suave caricia buscaba la mesura que muchas veces le solía faltar, Thorlak aprovechó para, con la mirada, admirar el lugar y esas tan marcadas diferencias que le diferenciaban de su hogar, dando la impresión de ser mundos tan diferentes como lejanos. 

Pero mientras se sumía en ese reflexionar que a veces se apoderaba de su mente, esas palabras hicieron que una sonrisa curvase sus labios - Nada de gracias, luego me lo pienso cobrar - respondió divertido, mientras su mano bajaba suavemente hasta su trasero - Te amo - terminó por decir desde esa sinceridad que era imposible cuestionar. Pero cuando las ganas prontas estuvieron a hacerle retrasar al menos un par horas el viaje, el transporte donde los dos hombres llegaban terminó por hacer que ese dulce beso recibido, no diese paso a nada más. 

Subiendo después de Hela, mientras sacaba su móvil para revisar los correos entrantes, sin saber desconectar del todo de su trabajo por mucho que se lo propusiese - Buenos días - saludó manteniendo la sonrisa, y prestando atención a lo que el joven día tenía que decir, bloqueó la pantalla de su teléfono mucho más interesado en lo que el muchacho podría contar -  ¿Conoces alguna leyenda? - preguntó con una curiosidad tangible, mientras pasaba su brazo por los hombros de la sueca. 

Finalmente, tras un buen rato de trayecto en coche con una música de fondo interpretada por explicaciones sin fin sobre lo que ibais a contemplar de manera exclusiva el viaje llegó a su fin.

El motor se detuvo y las puertas se abrieron, el sol estaba comenzando a salir y todo aquel que no hubiese ido preparado con ropajes cómodos y frescos iba a empezar a lamentar no haberlo hecho.

Los alrededores estaban tranquilos, no había nadie: ni otros turistas, ni guardias de seguridad ¡era todo un lujo!

Se podía observar que a menos de 300 metros estaba ya el acceso, sin lugar a dudas comenzaba ya lo bueno.

El resto del trayecto se tuvo que hacer a pie, no era cómodo pero si práctico teniendo en cuenta que no se debía llamar demasiado la atención: el lugar donde estabais ahora caminando estaba restringido a todo aquel no perteneciente a un grupo de arqueólogos de la nación.

Con mucho sudor en vuestra espalda, llegasteis a la entrada del templo; un lugar en ruinas cuyo atractivo era alto pero os dejaba una sensación de “no es lo suficientemente bueno por todo lo que he pagado”, lo cual incitó a que la expedición entrase en las ruinas a pesar de las advertencias del guía, quien sabía de sobra que aquel lugar era inestable para pies inexpertos.

Una vez dentro del templo se pudo observar que había mucha infraestructura que indicaba que era un foco muy activo de arqueólogos, algo que dejó intrigado al egiptólogo debido a que este templo no tenía tanto interés “histórico” como otros más cercanos a las principales pirámides.

Tras unos minutos de investigación, polvo y telarañas, el grupo descubrió un lugar que no parecía estar habilitado para su exploración, no había cuerdas de seguridad y mucho menos regularidad en el suelo, pero sí que había algo llamativo: un gran número de colgantes y baratijas de corte egipcia que estaban tiradas en el suelo como si alguien hubiese querido huir de allí con las manos llenas y se había dejado parte del botín.

De repente, Annika se abalanzó a coger uno de esos colgantes ¡las joyas eran su perdición! Pero nunca aquella frase iba a cobrar tanto sentido, pues tras tocarla todo comenzó a temblar. Un escalofrío recorrió todo vuestro cuerpo mientras intentabais entender qué era lo que estaba pasando ¿un derrumbe? ¿El lugar no era seguro?

Apenas pasaron unos segundos cuando todo el suelo que había a vuestros pies se desmoronó como si fuese azúcar, provocando que vuestros cuerpos cayesen al vacío de una manera que jamás habíais sentido antes.

Todo estaba oscuro y la incertidumbre sobre lo que iba a pasar después era totalmente desconcertante.

La caída terminó en un golpe seco, un doloroso golpe que os recordó que algo iba mal, exageradamente mal.

¿Qué demonios había pasado? ¿Dónde estabais? ¿Formaba parte de la excursión turística?

Muchas preguntas se formaban dentro de vuestras cabezas, pero el aire espeso os hizo daros cuenta de que esta situación no parecía planeada. Un ambiente asfixiante os rodeaba...

Malak estaba intentando encender una de las antorchas que siempre se llevan encima para iluminar las excursiones y adentrar a los visitantes en el ambiente místico, pero algo les decía que esta vez todo iba a ser distinto.

La luz del fuego mostró una imagen aterradora: cerca de vuestra posición encontrasteis lo que serían los restos del cadáver de una persona que a saber cuánto tiempo llevaría ahí muerta ¿falleció por la caída? ¿O por otro motivo? 

Poco tiempo pasó antes de que uno de ustedes registrase los restos para comprobar si había algo útil, obteniendo una respuesta que os dejó más intrigados: un mapa.

Se podía comprobar que el mapa estaba hecho a mano, con anotaciones misteriosas que intentaban “organizar” lo que allí se veía ¿significa que existía la posibilidad de encontrar una salida?

Acababa de comenzar la aventura de sus vidas; una carrera por la supervivencia mientras el miedo a lo desconocido envuelve al grupo.

¿Resolverán el gran misterio?

Una vez que todos estamos en el vehículo, Annika no pudo evitar sentarse sobre las piernas de su esposo para hacer alguna que otra selfie, estaba claro que iba a relatar cada paso de su viaje en las redes sociales y ver la reacción del "mundo" ante ese viaje de locura que sin dudas será un antes y un después de todo lo que ha vivido hasta ahora. Divertida como nadie, durante todo el trayecto se mostró melosa, sacando fotos, a las risas y con un humor bastante peculiar que rebosa de felicidad a medida que las miradas se pierden con Thorlak entre arrumacos típicos de una pareja recién casada. 

- Estará buenísimo, no dejes lugar sin llevarnos. - le responde a Malak mientras deja un dulce beso en el cuello de su esposo y al ver cómo el paisaje va deleitando entre sus monótonos colores, continúa capturando cada instante que para ella es único. - Cuando quieras te las cobras, pero recuerda que una vez comenzamos... No paramos. - susurra en el oído de Thorlak mientras su móvil apunta a ellos dos para realizar otra foto. - Mmm Deja ese móvil, ahora no eres empresario, eres mi esposo asi que tus ojos conmigo, en mi, donde sea. - continúa al sujetar el rostro del rubio para que fije la mirada en ella y tras negar con la cabeza al quedarse completamente embelesada con esos ojos, deja otro beso más en esos labios. 

Pero como todo viaje, el recorrido comienza a ser intenso, caluroso y desorbitante. Las altas temperaturas hacen mella sobre la piel que parece derretirse, no obstante en Annika nada disipa su alegría por nada del mundo. Durante el trayecto a pie, agradeció tener un calzado acorde y un buen estado físico que realmente no le hizo reflejar un cansancio considerable por el lugar. Lo bueno es que la entrada del Templo se muestra cuanto menos interesante, aunque algo desolada, lo cual por unos segundos la hizo dudar y torcer el gesto, pero al estar con Thorlak. ¿Qué puede pasar? 

- ¿Esto debería ser así? - pregunta a su esposo mientras rodea con brazos el del empresario, hasta que en medio de tanta ruinas, descubre aquellas joyas en el suelo y como siempre han sido su tentación, corre hacia ellas para coger alguna, sin darse cuenta de que todo comienza a cambiar. - ¡Thorlak! - grita al notar el derrumbe, buscando la forma de llegar a él y tras hacerlo, caen juntos mientras ella se encuentra aferrada a él quedando encima. - ¿Estás bien? - pregunta al incorporarse mientras Malak enciende la antorcha. 

- Eres quien conoce el lugar, dinos qué ha pasado y por cual camino seguir. - afirma determinante al guía, el Egiptólogo creo que ya es una momia dentro del Templo, no ha dicho nada y todo este sueño de realizar el viaje de tu vida, se consume en la latencia de las desgracias. Ella adora la adrenalina, le divierte el riesgo, pero esto ya es un poco extraño y sin poderlo evitar, lo manifiesta a nivel físico estando pegada al rubio. 

Cahil se mantuvo en silencio en todo momento, perdido en el mar de sus pensamientos mientras acariciaba el colgante que pendía de su cuello, una joya familiar que representaba su pasado, presente y futuro. Llevaba mucho tiempo esperando este momento, años de investigación, noches interminables sin dormir y un exhausto trabajo donde sabía que la cordura pendía de un hilo, el mismo que le había llevado a formar parte de esa pequeña expedición.

En la furgoneta, mientras la pareja intercalaba cariños entre ellos, sacó una libreta donde tenía apuntado textos ilegibles, códigos a base de jeroglíficos que sólo él entendía, sacando un lápiz para continuar añadiendo un par de dibujos, completando la página antes de cerrar la correa que rodeaba el cuaderno y guardarla en la mochila.

Al llegar al templo oteó a su alrededor, buscando con la mirada cualquier indicio de explotación humana reciente y sorprendido ante el despliegue que había. Se preguntó dónde estaban los guías u otros excursionistas interesados, tal vez arqueólogos que pusieran un pequeño cartel de aviso para indicar que la zona estaba en investigación, pero ni siquiera encontró las cuerdas de seguridad.

Volvió a sacar su libreta, buscando entre sus páginas la información que tenía sobre esta pirámide, apenas un par de líneas que la delimitaban como una pérdida de tiempo visual e histórica, otra más del montón que acompañaban al compendio grande. ¿Han descubierto algo? Estaba molesto por haberse enterado tarde de esa información, acercándose a una de las paredes para ver los dibujos representados antes de escuchar cómo la mujer se acercaba al ajuar en el suelo.

Cuando iba a decirle que no tocara nada era demasiado tarde. El lugar empezó a temblar, mirando el techo para buscar las zonas más peligrosas donde no pasar, intentando moverse con dificultad. Veía la salida moverse, tan cerca y a la vez tan lejos que cuando creyó que estaba tocándola el suelo se derrumbó, cayendo a un vacío que no esperaba.

Al tocar suelo, tosió el polvo que habían levantado con el derrumbe, moviendo la mano para esparcirlo antes de darse cuenta de donde estaban. De forma rápida, se levantó el cuello de la camisa para taparse la nariz, creyendo que estaban ante los pasadizos inexplorados de un nuevo yacimiento.- No inhaléis, no sabemos cuánto tiempo ha estado cerrado.- Era un mito conocido la apertura de uno de los mayores templos y la supuesta maldición que trajo consigo, matando a todos los arqueólogos que formaron parte, pero no era más que una especie de virus que escapó con su apertura.

Se incorporó con cuidado, casi tropezándose con el cuerpo de a saber quién. ¿Saqueadores? Saber que ya habían pisado ese suelo hizo que se bajara la camisa, intuyendo que en esa zona el aire era parcialmente seguro. Se agachó al lado del cuerpo, buscando cualquier indicio que pudiera informarles sobre dónde estaban o qué pasaba, encontrando un mapa que extendió en el suelo.

- Chico, alumbra aquí.- Miró a Malak mientras señalaba con un golpe de cabeza el mapa, haciendo una ruta con el índice.- Tenemos que ver primero donde estamos.- Miró a su alrededor, buscando algún pasillo o habitación que pudiera informar sobre su ubicación.- Es imposible que hayan hecho este mapa ahora, alguien debió entrar y salir pero, ¿por qué? – Hablaba en voz alta, exponiendo sus pensamientos mientras se rascaba la incipiente barba.- ¿Acaso buscaba la cámara secreta? – Se levantó, dirigiéndose a la pared más cercana para comprobar las pinturas, cogiendo en algún momento la luz para enfocarlo mejor.- Debemos saber primero dónde estamos, no os mováis. Cuidaban demasiado su descanso, posiblemente esté lleno de trampas.

Perdiendo su mirada en ese paisaje que tan extraño le parecía a quien provenía de tierras mucho más frías, Thorlak cobijó entre sus brazos a su mujer mientras que, entre fotografías al paisaje y a ellos mismos, la sueca iba retratando ese viaje con el que tanto habían soñado durante el tiempo compartido. Sentada sobre regazo, asintió a sus palabras sobre cuando cobrarse ese viaje, pero callando lo que prefería solo quedase en la intimidad de la conversación, dejó sobre el hombro de Hela una leve mordida mientras mantenía su atención casi por completo, en ella, y aunque no pudo evitar los ojos en blanco mientras esbozaba una sonrisa ante el dulce reproche de su mujer - Si señora - le respondió entre susurros dejados suavemente sobre la delicada piel de su cuello, solo para perderse durante unos segundos en esa mirada que desde hacía tanto tiempo, le había encandilado por completo, y tras responder a ese beso, intentó mantener su atención en los relatos contados. 

Sorprendido, por el silencio de quien en teoría era el experto en la historia del lugar, en quien se había dejado una pequeña fortuna y no especialmente para que se mantuviese entre silencios, el calor reinante en el exterior, golpeó con fuerza dejando la sofocante sensación de sequedad al respirar. Pero incluso a sabiendas de antemano que aquello sería una constante, siempre al lado de su mujer, poco importaba aquello con tal de disfrutar de un viaje que no era más que el comienzo de esa vida en común, que recién comenzaba para ambos. Intentando que su humor no cambiase en demasía al ver el lugar al que tras una caminata bajo el abrasador, terminaban por llegar, sabiendo que aquello no se acercaba en lo absoluto a por lo que había pagado una más que generosa suma de dinero, dejó que su espíritu aventurero tomase las riendas, dejando, tal y como su mujer le había pedido, al empresario para cuando tocase volver a Suecia. 

El interior de las ruinas no decepcionó tanto como el exterior lo había hecho, carente de guardias de seguridad, y del equipo arqueológico que ahí parecía trabajar, siguieron el camino que despejado, parecía aún inexplorado. No le molestaba el polvo, ni las telarañas, pero si la carencia de información por parte de a quienes había contratado, dos "expertos" que de aquellos momentos, parecían tanto o más perdidos que él. Pero aunque respirando profundo mientras seguía de cerca los pasos de su mujer, la sonrisa que se dibujó en sus labios al ver como la sueca corría para coger una de las baratijas del suelo, desapareció en el acto cuando todo comenzó a temblar. Poco le importó el sentir cómo el suelo desaparecía bajo sus pies, y aunque la caída le había robado gran parte del aire que terminó por abandonar sus pulmones, tras el seco golpe contra el suelo, su única preocupación, por encima del dolor corporal y la preocupación, era el bienestar de su mujer que por gracia de los dioses a los que por fe profesaba devoción, había caído sobre su cuerpo - ¿Estás bien tu? - le preguntó obviando por completo  la pregunta de Annika, mientras sujetaba su rostro incluso en la oscuridad. 

Poniéndose de pie, para ayudar a su mujer a incorporarse, revisando con la mirada su cuerpo cuando Malak encendió la antorcha para comprobar el estado de ella tras la caída, la mirada del noruego barrió la estancia solo para encontrarse con los cadáveres de quienes, como ellos, habían terminado encerrados ahí, dejando con su presencia un horrible augurio. Pero después que revisaran los cadáveres, profanando aun más lo que sagrado debía ser, los ojos del noruego se pusieron en blanco ante el comentario del egiptólogo ante la obviedad. Aquellas personas no parecían ser muertos recientes, y por lo mismo, era más que nada, de mera lógica, que era imposible que ese mapa fuese siquiera, reciente, aun así permaneció en silencio, mirando la altura que había entre ellos y el suelo que se había derrumbado bajo sus pies, calculando las posibilidades de poder subir nuevamente por ese agujero, siendo aunque quizás no la forma más sencilla, quizás si la más segura para salir de ese lugar. 

Manteniendo a Hela en el abrigo de sus brazos, el empresario sacó su móvil para comprobar la existencia o no de señal, quizás rogando en silencio por un poco de suerte para poder pedir ayuda, así que mientras empezaba a barajar opciones, escuchó las palabras de su mujer, clavando su mirada en los expertos, a espera de que demostrasen su pericia como tal. 

Durante el viaje en el automóvil el guía se mantuvo en silencio, ya que el vehículo turístico tenía un hilo musical que daba explicaciones de la zona, históricas o al menos con cierto fundamento de ello. Cuando bajaron empezó su trabajo... que alegría no ver ninguna manada de japoneses con sus cámaras que todo lo invadían, muy respetuosos eso sí, pero molestos. Sólo por poder ver a solas un sitio tan interesante a solas con la arena del desierto ya merecía la pena cualquier dinero pagado. Cualquiera. Karnak, Al-Gizah..había más turistas que piedras, turistas que venían a hacerse la foto para instagram. Turistas...no viajeros. Esta pareja si que eran viajeros, había para Malak una gran diferencia entre viajeros y turistas, y esperaba que ellos lo notaran en breve.

En los 300 metros de camino el guía contó una pequeña leyenda asociada al templo:

-Durante la última etapa del Imperio Nuevo los saqueos en el Valle de los Reyes se multiplicaron ... Se cree que en tiempos de Ramses IX un gran caos económico se impuso en la región y fue una dinastía complicada, muchos diosesreyes -así llamaba Malak a los faraones- murieron en poco tiempo sin que se pudieran adecuar las tumbas para ellos...bueno, Ramses VII siempre tuvo una gran afinidad por Bastet y este templo, en algún papiro apócrifo y hoy perdido se menciona que parte de su ajuar funerario y su momia fueron traslados por seguridad a este templo..mucho más protegido en aquella época tumultuosa...por desgracia nada se ha podido confirmar, ya que el templo requiere una excavación arqueológica cara y compleja y el gobierno Egipcio tiene demasiados problemas para costearla...y además, hay otros sitios de mayor interés.-se encogió de hombros.

El templo por fuera no estaba mal, era un sitio mágico y abandonado donde el silencio acompañaba a la historia y su curso durante siglos. Pero sí, era poca cosa. Cuando dijeron de explorar un poco más el guía se opuso al principio, pero quería que sus clientes se llevaran una buena experiencia y por explorar un poco no pasaría nada: muchas veces las cuerdas de seguridad eran redundantes, sólo como precaución extra, andar por ellas no les haría daño. 

Estuvo a punto de gritarle a Annika cuando vio que se abalanzó por el collar brillante. Tarde. El suelo se desmoronó y cayeron. Se levantó dolorido y enciendió la antorcha como pudo..un cadáver... Malak lo tenía claro:

-Es un saqueador, por desgracia abundan...- cuando lo rebuscaron y tomó el mapa lo miró, no tenía la forma típica de un templo...o no del todo.

Contestó a Annika:

-Lo que ha pasado es que comenté de no adentrarnos, pero todos insistieron y me dejé llevar... pero no os preocupéis, saldremos de aquí, siempre los templos tienen una salida para los sirvientes propios del templo, lejos de la entrada principal - a pesar de la caída el guía puso una sonrisa forzada e intentó transmitir tranquilidad. Alumbró el mapa como Cahil dijo y el guía señaló a la zona marcada con uno

-Diría que estamos aquí... ¿Dónde crees que estará esa entrada de servicio para el templo?-preguntó al egiptólogo

Ensimismado en los grabados de las paredes, no escuchó de primeras la pregunta del guía hasta que se giró, creyendo que se dirigían a él.

- Veamos.- Volvió a agacharse frente al mapa, pasando el dedo índice por todo el folio sin detenerse en ninguno hasta que, tras meditarlo, señaló la “X”.- Es una posibilidad, pero no estoy seguro.- Alzó la vista unos segundos para buscar con la mirada a la pareja, llamándoles la atención para que se agacharan y atendieran.- Estamos aquí.- Señaló la parte señalada con un “1” en el mapa.- No puedo descartar que hayamos caído a una de las cámaras subterráneas, en ese caso tendríamos un serio problema.

Sacó su libreta y, cuando iba a coger del bolsillo su lápiz, se percató que no estaba consigo. Oteó a su alrededor creyendo que, con la caída, habría desaparecido entre escombros y polvo. No le quedó más remedio que coger su móvil y sacar varias fotos, asegurándose de que el mapa quedara guardado.

- ¿Veis esta sala? – Señaló la central, la que evidentemente era más grande con respecto a las otras.- Me atrevería a decir que es la cámara principal, donde está el sarcófago.- Meditó varios segundos, preguntándose de quién sería al desconocer exactamente la pertenencia terrenal de la pirámide.- Depende de la importancia del dueño, una de las galerías puede ser de su esposa o de su ajuar, hay cientos de posibilidades. Lo que tenemos claro es que estos pasillos son el pasaje pero, ¿a dónde? Hasta que no los vea no podré determinar con exactitud si se tratan del pasaje del servicio o de ventilación, en cualquiera de los casos hay que tener cuidado.- Dobló el mapa y lo guardó en su bolsillo mientras se levantaba, sacudiéndose el polvo de las rodillas.- Una pirámide con tantas cámaras es extraño, por no decir inusual. Intuyo que aquí duerme alguien importante y que posiblemente la mayoría de las galerías sean trampas para saqueadores.- Era más que evidente que un recinto con tantas trampas guardaba algo de gran calibre, encendiendo esa llama de curiosidad.- Si queremos salir tenemos que buscar los caminos ascendentes y, a poder ser, evitar tocar nada.

Annika se mantiene aferrada al brazo de Thorlak mientras escucha las explicaciones del Egiptólogo y el guía, la cuestión es que se debe buscar una salida, las explicaciones nunca están de más, pero debido a la condición en la que se encuentran los cuatro, es importante orientarse un poco para avanzar. Cuestión que la sueca debido a su desconocimiento absoluto con la cultura y más aún con el lugar, difícil está que sepa tomar una decisión ya que es una turista común y corriente. 

- Entonces avancemos, siento que perdemos tiempo si no damos un paso más. ¿Cuál es el mejor camino? ¿Alguno de ustedes lo sabe? ¿Lo reconoce? - pregunta la rubia mientras revisa con la mirada ambos lados, atenta y memorizando lo que dijo Cahil. - Tendré cuidado, no tocaré nada... ¿Izquierda o derecha? - vuelve a la carga, sin evitar dedicar una mirada significativa a su esposo, ella la había líado por ambición y ese anhelo por tener lo que no debe. No obstante deja caer en su mente aquel pensamiento de que posiblemente haya sido una trampa del mismo lugar para estar en donde se encuentran, quién sabe... Los Egipcios eran expertos en esto, lo puede saber cualquier persona a ello. 

Aunque no todos respondieron, asintió ante las palabras de la rubia, mirando a la puerta.

- ¿Mejor? No lo sé, perfectamente podría ser una gymkana donde el camino más lejano sea el correcto, pero tenemos que movernos.- Sacó su móvil para bajarle la consumición de batería, aprovechando también para echar un rápido vistazo a la imagen que había sacado del mapa.- Intentemos ahorrar batería, no sabemos cuánto durará la luz de nuestro amigo, y no quiero quedarme a oscuras.

- Propongo ir a la derecha, es el más directo.- Fue el primero en salir con cuidado, pendiente de todo lo que le rodeaba.

Serio, mientras mantenía a su mujer lo más cerca posible de él, el noruego apretó la mandíbula al comprobar como los dos "especialistas", parecían no tener ni la más mínima idea de a donde les habían llevado. Intentó no poner los ojos en blanco, y respirando profundamente para no explotar en un ataque de ira que al menos, le ayudaría a liberar el estrés. Pero aunque atendió a las palabras de ambos hombres esperando que en ellas se encontrase la luz para salir de aquel lugar, dejó escapar un ligero suspiro cuando, ante las palabras de su mujer, claro quedó que tenían tanta idea como él, de cómo salir de ahí. 

Silente, o más bien pendiente de absolutamente todo a su alrededor, sin la intención de volver a caer en la misma trampa dos veces, con su mano libre sacó su teléfono y tras poner la linterna para alumbrar sus pasos, tiró suavemente de la mano de Hela para caminar detrás de los expertos en la materia, atento a cada detalle, a cada matiz que raro en un lugar tan poco peculiar, pudiese servirles de algo, o al menos prevenir. 

El joven guía miró de nuevo el mapa pensativo..por desgracia no se parecía a los templos tradicionales, o no demasiado. Reconocía algunas partes y algunas no, por lo tanto la salida de la que habló la tendrían que buscar.

No pudo más que resignarse a ir por donde Cahil había sugerido, ya que tampoco el tenía claro que el camino más corto fuera el más correcto:

-Es posible que estemos un buen tiempo antes de salir, apagad los móviles por favor-el hizo lo propio- porque es posible que estemos algunas horas hasta que encontremos la salida, pero no se preocupen, habrá que ir con cuidado para evitar sobre todo un derrumbe ... -su cara sonrió de oreja a oreja- aquí hace tiempo que nadie viene, si buscaban un viaje inolvidable y sobre todo exclusivo, bueno, poca exclusividad más hay que lo que vamos a vivir aquí-intentaba calmar a los viajeros, aunque lo que decía era totalmente verdad

-Avancemos con cuidado-dijo mientras iniciaba la marcha con la antorcha.

Cada segundo allí dentro (p1) era a la par emocionante como espeluznante. El lugar no estaba demasiado iluminado y para colmo, a cada paso que dabais, un susurro ininteligible rodeaba las paredes que os “vigilaban” en vuestro avance. ¿Qué os depararía este laberinto?

Aquel nuevo pasillo (p2) tenía un jeroglífico pintado en la pared, cualquiera con los conocimientos necesarios podría traducirlos.

Las hijas del sol gobernarán el mundo

Desplazasteis una piedra que actuaba como puerta para daros acceso a una sala (2) en la que se reveló algo que científicamente sería imposible, ya que hablábamos de dos leonas famélicas que yacían durmiendo al fondo de la sala.

Apenas dio tiempo a que reaccionarais ya que ambas criaturas con velocidad sobrenatural se alzaron en carrera contra ustedes.

¿Cómo podríais libraros de algo así? ¿Emplearíais la fuerza? ¿O quizás mejor huir rápidamente?

La cuestión era que teníais que tomar una decisión rápida, vuestra vida depende de ello.

No se fiaba de donde pisaba, arrastrando los pies más que caminando de forma normal para denotar si la superficie cambiaba de altura o si hacía presión, manteniendo el sumo cuidado. Iba el primero en la fila, ayudándose de la luz para comprobar cada recoveco antes de seguir avanzando entre los pasillos, cogiendo de vez en cuando el mapa para comprobar su destino.

En el segundo pasillo, sin embargo, encontró una pintura que detuvo sus pasos, enfocándolas con la luz mientras leía mentalmente su significado. Parecía que más allá de los dibujos había descubierto algo que no sabía si creer, sacando su libreta y maldiciendo de nuevo perder su lápiz.

Ra, dios del sol.- Pasó la yema de los dedos por la pared mientras murmuraba sus pensamientos en voz baja, ajeno a que podrían estar escuchándolo.- Sus hijas…- Bajó la mirada, enumerando mentalmente toda la descendencia fémina que el adorado dios solar tenía en sus leyendas. De entre todos los nombres había uno en especial que daba vueltas, un viaje de años de estudio y esfuerzo, dolor y sufrimiento por la pérdida de un ser querido que, ahora, podía estar delante de sus narices.

Acarició el amuleto que colgaba de su cuello, preguntándose si realmente estaba ahí, si lo había encontrado.

Entrar por la puerta no confirmó sus sospechas, más bien incrementaron el cúmulo de preguntas que tenía. ¿Leones? ¿Pero cómo? – Su primer pensamiento fue dirigido a Sekhmet, suplicándole que la ayudara con sus crías.

Sin darse cuenta de qué hacía el resto, dio media vuelta e intentó huir, escapando de las leonas.