Partida Rol por web

Florencia está preciosa en esta época del año. Bulle de vida y color, y el caminar por sus calles es como hacerlo por un florido lienzo preciosista, aunque apenas podéis llamar a esto vacaciones. Vuestra presencia en la ciudad se debe a una misión del Club de la Calle 57. Camináis, mientras el atardecer tiñe de colores cálidos el paisaje, por una estrecha calle adoquinada que desemboca en la Piazza del Duomo, de gran tamaño, donde destaca con su descomunal presencia la basílica Sta. María del Fiore, un tesoro nacional y gran exponente del arte gótico y renacimiento italiano. De algún balcón abierto escapa una deliciosa melodía de piano, y una brisa suave mueve pétalos de flores de un ramo lanzado al suelo, quizá, justo en el momento en que se rompía un corazón de una pareja enamorada. Varias paloma merodean aquí y allá y un vendedor de periódicos de no más de diez años grita con aspavientos la noticia de cabecera: algo acerca de un intento de robo en el Vaticano. Justo al lado, identificáis vuestro destino: L'Opera Caffè, una discreta cafetería desde donde os llega el aroma del espresso recién hecho. Allí, en una mesa reservada de la terraza, debéis esperar a vuestro contacto, Sir Walter Donaldson. Donaldson lleva un tiempo investigando los movimientos de Helmut Zimmer, al que había localizado en Florencia. Su identidad, como agente "doble cero" de su Majestad en misión especial en Italia, es de representante del Museo Británico en el exterior. Ha detectado una repentina marcha de Zimmer a Berlín, y el Club de la Calle 57 considera que se le ha puesto en bandeja la oportunidad para entrar en su casa y registrarla para averiguar lo máximo posible acerca de los próximos planes del Grupo de Thule. Sir Walter os pondrá al día de todos los antecedentes y luego se marchará a su siguiente misión de observación, dejándoos a cargo de la parte práctica de la operación.

Anne nunca había estado en la ciudad de Florencia, aunque había oído incontables veces las maravillas de aquella mágica y bella ciudad, y una vez que estaba allí bien comprendía la razón por la que todos con los que había hablado no dejaban de desear un regreso a la ciudad, aunque fuese fugaz.

L'Opera Caffè es una cafetería típica italiana, era como si de un propio tópico italiano se tratase, y Anne no dudó en pedir uno de los cafés macchiatos por los que Italia era tan famosa.

Una vez que llegó a la mesa con los guantes negros aún puestos y el café aún caliente, se lo acercó a su nariz, dejándose llevar por el aroma de la taza italiana. Anne pese a ser alguien bastante ruda, parecía que este tipo de detalles la atraían de sobremanera.

Hans habia paseado por la ciudad unas horas nada mas llegar, por desgracia no tenia tiempo de visitar todos los lugares que le hubiera encantado ver, Florencia era arte e historia en si misma ,era muy dificil no perder una mañana entera nada mas que visitado la basilica de Sta Maria de Fiore.

Cuando fue la hora se acerco a la cafeteria donde habian quedado con el resto donde ya pudo ver a Hinault sentada disfrutando de un cafe.

Buenos dias Anne-sophie - saludo mientras tomaba asiento- se me ha echo corta la mañana, esta ciudad es magnifica la carga historica y cultural que posee representa una joya para historiadores como yo, no por vano es la cuna del renacentismo.

Los gritos del muchacho que vende los periodicos llegan a oidos de  hans - Vaya un robo en el museo vaticano, eso es algo muy arriesgado, hablando de museos crees que tendremos tiempo de visitar el David de miguel Angel o las galerias Ufizzi- pregunta con esperanza 

Florencia.

El paraíso del arte. De los artistas. De los traficantes de arte. El paraíso. Cualquier misión que tuviera como escenario aquella ciudad era merecedora de toda la atención de Madeleine. De toda su atención y más.

Su mirada se dirigió hacia el repartidor de periódicos y cogió uno. Cualquiera que intentara robar en el Vaticano tendría también toda la atención de ella. No solo eso, sino que si necesitara sus servicios para colocar las mercancías.. ella estaría encantada.

Miró a sus compañeros y les saludó como una señorita debía. Luego esbozó una sonrisa y se sentó junto a Anne y cruzo sus delicadas piernas. Ella no tomaría nada. Miró a Hans y sonrió al escuchar sus palabras.

- Oh si, esta ciudad es encantadora - dijo Maddeleine aunque era obvio que por motivos diferentes a los que había esgrimido Hans.

Abrió el periódico y leyó la noticia sobre el robo en el Vaticano.

¡NUEVO ASALTO DE "EL ARLEQUÍN"!

El peligroso ladrón de obras de arte conocido como "El Arlequín" ha vuelto a dar un golpe. Esta vez, la víctima ha sido ni más ni menos que la máxima institución de la Iglesia Católica. Según las autoridades vaticanas, el asalto ha sido frustrado y los ladrones no consiguieron llevarse nada. Un grupo de enmascarados abordaron el tren donde viajaban varios representantes de la Santa Sede, procedentes de Portugal. El suceso tuvo lugar la noche anterior, mientras el tren en cuestión repostaba en Turín.

David se sentó a la mesa junto a sus compañeros. No era su primera vez en Florencia, pero siempre disfrutaba del encanto de la ciudad.

“No estaría bien dejar de visitar a mi tocayo.” Comentó a la idea de Hans de visitar al David de Miguel Ángel.  “Estamos aquí por trabajo, pero supongo que podremos hacernos un tiempo.”

Miró a Maddie y no pudo evitar esbozar una leve sonrisa de satisfacción. Era un hombre afortunado.  

“Quiero aprovechar para comprarte algo en esas maravillosas joyerías del Ponte Vecchio.”

Echó una mirada a los titulares de los periódicos que tenían Hans y Maddie.

“Furto nei Musei Vaticani.” Leyó en voz alta. “Interesante. ¿Dice qué se robaron?”

¿Comprar? - preguntó con una sonrisa pícara. Apoyó su mano en la mano de David y dirigió su vista al periódico.

- Leo - leyó en voz alta lo que ponía en el periódico sobre las noticias del robo en el Vaticano - ¡NUEVO ASALTO DE "EL ARLEQUÍN"! - dijo con una entonación divertida.-  El peligroso ladrón de obras de arte conocido como "El Arlequín" ha vuelto a dar un golpe. Esta vez, la víctima ha sido ni más ni menos que la máxima institución de la Iglesia Católica. Según las autoridades vaticanas, el asalto ha sido frustrado y los ladrones no consiguieron llevarse nada. Un grupo de enmascarados abordaron el tren donde viajaban varios representantes de la Santa Sede, procedentes de Portugal. El suceso tuvo lugar la noche anterior, mientras el tren en cuestión repostaba en Turín.

La conversación relajada trata sobre la noticia del robo mientras el aroma del café crea una atmósfera idílica con las impresionantes vistas. A lo lejos veis llegar a vuestro enlace, Sir Walter Donaldson. Éste, que llega caminando tranquilamente con un maletín, espantando a las palomas a su paso, es rebasado repentinamente por un vehículo negro que surge de una callejuela con un estruendoso ruido de motor cuando ya se encuentra a varios metros de vosotros. Sir Walter es súbitamente abatido a tiros delante vuestra y de todo el mundo que pasea por la plaza. Las balas cosen el cuerpo de Sir Walter al más puro estilo Cosa Nostra y el vehículo desaparece con un derrape por otra callejuela dejando un intenso olor a goma quemada. Donaldson, prácticamente con movimientos mecánicos y por su propia inercia, se tambalea varios pasos hacia delante dejando un reguero de sangre y cae sobre vuestra mesa, lanzando al suelo todas vuestras tazas. Su brazo agota sus últimas reservas de energía en levantar el maletín y exclamar antes de morir: - Arlequín...

Entonces, cuando pasan los pocos segundos de incertidumbre en los que ha sucedido todo, la Piazza del Duomo estalla en gritos y gente corriendo por todos lados.

¿Ni un café tranquilo?

Alza la pistola al cielo mientras que se coloca delante de la mesa, protegiendo en cierto modo el cuerpo del fallecido Sir Walter.

Estuvo atenta, vigilando aquella estampida, lista para arrear algún mamporro antes de que algún que otro trausente aterrorizado se lanzase contra ellos, y con su pistola abatir a otro potencial carro.

Hans se tiro al suelo en cuanto vio que se producian los disparosaagarrando su sombrero, por suerte parece ser que la tonica comun de recibir disparos esta vez no iba con el.

una taza de las que caian de la mesa le golpeo en la cabeza cuando el pobre donaldson  soltaba sus ultimos suspiros de vida, Hans empezo a incorporarse  dolido por  el chichon mientras se quejaba cuando el caos cundia en la plaza y el coche escapaba.

Dios mio pobre Donalson- lamento mientras planchaba el traje con las manos mirando el cuerpo con pena - estais todos bien, ¿quienes serian esos malnacidos?.

Sorprendentemente hasta para el se estaba acostumbrando bastante bien a ver cadaveres y ser tiroteado por lo que sus manos ya se dirigian al maletin que el muerto llevaba mientras friamente pensaba en su siguiente movimiento- Quizas deberiamos movernos, cojamos el maletin y avancemos antes de que alguien depare sobre nuestras acciones, no podemos hacer nada mas por el  y estamos solos en esto

Maddie se había refugiado detrás de la mesa que había movido Anne y hasta que el coche no desapareció, no se movió de ahí.

- Vayámonos, poco más podemos hacer aquí - dijo mientras registraba con rapidez el cuerpo todavía caliente de Donalson por si hubiera algo que pudiera explicarles lo que acababa de suceder - Es mencionar a Arlequín y lo matan... y dice Arlequín como última palabra.. que raro todo - dijo todavía con el susto en el cuerpo pero consciente de que tenían que conseguir la máxima información posible en el menor tiempo posible antes de salir de ahí por patas. 

Conmocionado por el horrendo atentado que acababan de presenciar, David se inclinó sobre Donaldson y le puso dos dedos sobre el cuello, para verificar su pulso, aunque por sus heridas era poco probable que pudiera estar con vida.

Hans recogió el maletín y Maddie se acercó a revisar el cuerpo.

“¿Estáis todos bien?” preguntó David.

  Maddie propuso que se largaran de allí y les llamó la atención sobre la última palabra del fallecido. David asintió.

“Tienes razón. Es evidente que esto tiene relación con el robo del Vaticano. Debemos irnos, antes de que llegue la policía y tengamos que contestar preguntas.”  

¿que hacemos con esto ?, si lo dejamos aqui es probable que no lo volvamos a ver y si nos lo llevamos sospecharan de nostros - dice el aleman consternado con el caos que se esta montando en la plaza y sabiendo que las fuerzas del orden estarian por llegar.

Arlequin va ser el menor de nuestros problemas si la ley nos marca como objetivos, quizas podamos abrirlo y coger lo de dentro, vigilar si nos ve alguien -  Hans empieza a darle las vueltas al maletin a ver si puede abrirlo

Los dos cierres hacen clic y se abren.

Hans se para al ver que los dos cierres abren facilmente  sin ningun esfuerzo- demasiado facil- murmura con sospecha cuando lentamente abre poco a poco la maleta con mucho mucho cuidado intentando ver que hay dentro a traves de la rendija sin abrilo de todo.

A través de la rendija ves algunos papeles, un objeto que no consigues identificar sin abrir el maletín del todo y un montón de fajos de billetes.