Partida Rol por web

En una viñeta vemos el exterior de una estación espacial. La siguiente viñeta nos mete dentro y vemos como una científica con rasgos asiáticos sale de una puerta metálica que se cierra a su paso. La puerta tiene escrita el número 14. A continuación, vemos a un hombre rubio que está sentado delante de un tablero de ajedrez. Él juega con las blancas y parece que las negras le han acorralado. La científica vemos como aparece en mitad de la viñeta y sigue caminando mientras dice: Te lo dije, es jaque mate. En unos pocos movimientos te tengo comido.

¡Oh callate, Liu! Dice el hombre. Se queda callado unos segundos y finalmente tumba su rey. Parece frustrado, pero Liu, le da una segunda oportunidad.

Venga, otra más, te doy unos movimientos de ventaja. 

Lo lamentarás. Responde el hombre mientras vuelve a colocar las piezas de manera ansiosa. Parece que ya no está frustrado por la partida. 

La científica camina por el resto del lugar. Parece ser una zona común, con sus mesas. La gente está comiendo o bebiendo café. Charlan al mismo tiempo. Liu es la única que lleva una bata científica en ese lugar. Todos le saludan y le preguntan cómo ha ido todo. Ella responde que prefiere no decir nada. A Liu no le gusta celebrar antes de tiempo las victorias.

Sale de la sala y se mueve por unos pasillos hasta que llega a una sala, parece ser el centro de mandos. En el lugar, a parte de Liu, solo hay un hombre negro de mediana edad. Va vestido con chándal, pero no lleva ninguna marca en su ropa. El hombre se gira para ver quién ha entrado al ver que es Liu, se vuelve a girar y dice: Venga ya. tendrías que ir a dormir. Has trabajado mucho. Liu se encoge de hombros y dice:

Solo quería asegurarme, ya sabes cómo eran...

Mis padres, blah,blah,blah. Responde riendo el hombre. Liu, guárdate esa escusa para el psicoanalista, a mi no me tomes el pelo. ¡Es una orden!

Eres tú el que está bajo mis órdenes. Responde Liu. 

Liu...

Charles.... Suspira, se rasca los ojos y bosteza. Vale, tienes razón, pero que sepas que me voy porque quiero, no porque me lo digas.

Claro señorita. Charles sonríe. Ya sé que eres una mujer fuerte e independiente. Liu está a punto de dar media vuelta cuando una luz roja aparece cerca del puesto de Charles. Ella se queda quieta y pregunta. Charles insiste que no es nada. aprieta unos botones y la luz desaparece. Está a punto de volverse a ir, cuando la luz reaparece. Charles hace lo mismo, pero la luz no se va. Los nervios aumentan. Charles sigue apretando botones. Otra luz roja.

Charles.... Otra luz. Charles le manda callar. Otra luz. Cada vez hay más encendidas y entonces, suena la alarma.

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Helios, es por la mañana. Has madrugado para hacer un poco de ejercicio antes de que comenzara el día. Has volado por todo el estado. No ha habido muchas molestias. Principalmente has estado tú y tus pensamientos.  Llegas volando al ático dónde vives junto a tu madre. Vives en una de las zonas más exclusivas de la ciudad. Tienes una amplia terraza, algo que no es muy común, pero teniendo en cuenta tus poderes y los de tu padre, era una buena decisión. Aterrizas y ves a tu madre bebiendo una especie de zumo verde. No es extraño en ella, beber este tipo de cosas, a fin de cuentas el aspecto es algo que le importa mucho. Va vestida con un chándal, aunque de marca. Seguramente dentro de nada irá a su clase de yoga, pero en estos instantes está revisando varios papeles con muchos números. Junto a ella no hay ninguna calculadora, tu madre tenía un don especial para los números.

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Evan te despiertas. Has tenido una pesadilla. Creías que unos cuervos gigantes te comían el hígado... Lo que más te inquietaba no eran que te estaban extirpando algo de ti, sino que los cuervos tenían unos ojos muy humanos.... Tardas un poco en acostumbrarte, pero tras un rato mirando a la nada todo empieza a tomar forma. Estas en tu habitación. Está algo desordenada, seguramente tu madre te insista en arreglarla, pero eso se lo puedes dejar al Evan de más tarde. Tirado al lado tuyo hay un libro de fotografías. Es un libro que tomas las imágenes de un tal Nathan Drake, un fotógrafo especialista en superhéroes. Estas tirado en la cama, pronto te va tocar ir al instituto, cuando piensas eso, escuchas como tu hermano golpea tu puerta y te grita:

¡Venga, despiértate y  baja! Hoy empiezo pronto. 

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Cal, comienzas el día con una ducha. Era una de las cosas que más te gustaban, en parte porque Alecto también las disfrutaba enormemente y de esa manera se tranquilizaba. Después del incidente del estadio, Alecto ha estado más activa.... Más caliente el agua... Escuchas una especie de voz. Escuchar a Alecto siempre era... extraño. Era más una sensación, un pensamiento. No sabías nunca si lo habías imaginado o realmente alguien estaba hablando....

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Ethan tienes una resaca que en términos científicos se podía describir como "del copón". Ha sido una noche dura. Te levantas en medio de un sofá rojo, muy hortera. El piso es amplio y viejo. Esta lleno de objetos Kistch. No sabes bien como has llegado hasta aquí. El lugar no te suena de nada. Miras y no ves a nadie. Conforme van pasando más segundos una sensación de frío te recorre. Sabes bien porque la noche pasada habías bebido tanto... Para olvidar. Hay varias imágenes que no te puedes quitar de la cabeza. Imágenes de muertos. De paisajes de pesadilla y de una.... Esa sombra que apareció en medio de tu sueño ¿Por qué era un sueño, verdad? No podías estar seguro, desde que comenzaste a intercambiarte con tu hermana. Sientes que algo se acerca y sabes muy bien que no es algo bueno... La sombra puede esperar, peo el salir de este lugar, no. 

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Wang Shu, tu trance se ha roto. Estas en medio de una sala tranquila. No hay objetos que te distraigan. Solo estas tú y el parqué. Es un lugar tranquilo, o lo sería si no fuera por el sonido de los coches y de los pitidos que vienen de fuera. Te habías levantado pronto como siempre, para practicar la meditación, si ahora escuchabas tanto ruido es que comenzaba a ser hora punta. Durante esa hora, sabías que poco podías hacer para mejorar tu vida espiritual. Lo que sí que podías hacer a esas horas es mejorar el estado que se encontraba tu estómago vacío. 

Joder, Ava ¿Dónde me has metido ahora?

Desde la muerte (y retorno) de su hermana, Ethan había tenido que acostumbrarse a todo aquello: a las pesadillas (Porque espera que solo sean eso, pesadillas, espera no ser herido allí y descubrir que aquello es algo más que una alucinación, el joven no se considera ni creyente ni un filósofo, y tampoco tiene con quien discutir la posibilidad no y de que exista una vida después de la muerte, si no la angustiosa posibilidad de que exista y solo sea aquel infierno) y a despertarse en lugares extraños. La mayoría de las veces en un ala cerrada de la biblioteca del instituto, donde aparentemente Ava se encuentra a gusto y realiza investigaciones sobre las que no le ha dejado ninguna nota.

Ethan da gracias de que al menos su hermana no estuviese muy interesada en la vida nocturna y en pasar la noche con nuevos amigos, claro que en su estado actual parecía haber abandonado todo tipo de interés por su adorado Evan u otras tonterías de la edad. Por otro lado, él mismo se preocupaba demasiado por su instable situación como para plantearse tener una pareja y tener que exponerla a su curioso día a día, en el que su hermana podía poseer su cuerpo en cualquier momento para alir a hacer el bien.

Si, se intrecambiaba con su hermana.
Una superheroina.
Una superheroina muerta.
Su hermana muerta.

Todo aquello solo prometía oscuridad, desazón y soledad, pero tenía que hablar con ella seriamente, tenían que tratar de encontrar algún tipo de equilibrio. Era cierto, había días en que deseaba que Ava ya no estuviese, que hubiese muerto para siempre, pero esos eran días especialmente jodidos. Ethan seguía queriendo a su hermana, y por supuesto que quería que ella siguiese aquí, cumpliendo con su sueño y teniendo una vida, aunque fuese mínima y la volcase en... Formar parte de X-Force... Bi él mismo se lo podía creer. No es que la idea le hiciese tener ganas de tirar cohetes, pero así estaban las cosas.

Ethan se levantó y buscó algún tipo de asidero visual con el que hacerse una idea de dónde podía estar, mientras localizaba su chaqueta y alguna posible salida, mientras procuraba no hacer ruido.

El tibetano hacía lo posible por seguir con su rutina: levantarse algo antes del amanecer, preparar el te, meditar, romper el ayuno, practicar tai-chi, ayudar con el mantenimiento del templo, comer con los otros monjes... pero algo había cambiando. Ahora era un superhéroe de verdad, ahora se reconocía como tal. Ya no podía engañarse a sí mismo diciendo que sólo estaba ayudando a la gente, reuniéndose con otros para hacer eso mismo. Ahora en cualquier momento podían llamarle y tendría que acudir para hacerse cargo de una situación catastrófica que necesitase de superhéroes para arreglarla.

Wang Shu suspiró, asumiendo lo mejor que pudo su desequilibrio mental. Un trance roto, si su viejo maestro le viera... Sonrió y se dirigió a las cocinas, donde se hizo con una lata de atún y algo de pan. No es que fuera una comida muy elaborada o espiritualmente equilibrada, pero tenía hambre y desde que había descubierto el sabor de aquel pescado se le hacía difícil no incluirlo varias veces por semana en sus comidas. El Tibet no es precisamente rico en atunes.

En cualquier caso, pronto pasará algo ─meditó para sí el oriental─ será mejor que me prepare.

Y con este pensamiento en mente Wang Shu fue a su celda a vestirse de calle.

Giró el mando de la ducha para abrir más la salida de agua caliente y dejó que el vapor y el agua se llevase sus preocupaciones.

Pasaron varios minutos dejando correr el agua de manera muy poco respetuosa con el medio ambiente  antes de que Cal saliese de la ducha, se secase y se vistiese.

La verdad es que con todo lo sucedido en los últimos días, no tenía muy claro como reaccionar. A veces se sentía abrumada, a veces ilusionada, a veces deprimida y a veces esperanzada. Era todo un torbellino adolescente de emociones. Tampoco tenía muy claro como sentirse respecto a Alecto, pero fuera como fuese, le gustaba aquello.

Salió del baño a medio vestir, con una camiseta larga que le llegaba hasta los muslos y se acercó al teléfono móvil. Abrió el whatsapp y tecleó un mensaje con la rapidez propia de alguien de su edad.

Evan, ¿k tal estás? ¿K piensas de todo esto de los XF? No tuvimos tiempo de hablar, ¿te hace quedar a tomar algo y lo hablamos?

Había volado sin nada que reseñar, sólo con mis pensamientos sobre lo que dijo The Professor habiéndonos nombrado oficialmente el grupo de heroes juveniles de X force, mi padre estaría orgulloso de mi, pensaba cuando aterrizaba en la terraza, no obstante mi preocupación por mi compañera desaparecida Iron Maiden, no hacía sino aumentar, pues se segian sin noticias de ella,¿acaso The Professor con todo su poder no era capaz de hallarla? acaso el telépata más poderoso de X Force no disponía de recursos y poder para ello? me sentía frustrado y furioso por aquello, desde la terraza miré a mi madre con rostro severo, la veo vestida de forma cómoda con un chándal, pronto acudirá a su clase de yoga, parece ser que revisa algunas cuentas pues veo que hay numeros en el papel, ¿quizá sean facturas?, no puedo asegurarlo, asi que me acerco con el rostro ensombrecido por mi preocupación-¿hola madre como va todo?-digo a modo de saludo.

Parece ser que ella se ha preparado un batido de color verde, algo energítico seguramente.

Una ligera brisa agita mi negra capa-¿porque por mucho poder que tenga a veces no puedo salvar a quienes estimo?-dije entre furioso inmpotente y preocupado pronunciando aquella frase entre dientes.

Picoteos y graznidos, picoteos y graznidos... Una y otra vez, todo combinado con mis gritos mientras observo como los cuervos parecían comer mis intestinos, devorándolos con determinación, con anhelo mientras miraba esos ojos huecos que tenían, ojos extrañamente de humanos. Una vez despierto no es en un gran alboroto ni con un miedo paralizante, simplemente abro los ojos y con cuidado me voy sentando en la cama, mirando una esquina de la habitación con la mirada algo apagada, sin pensar o hacer nada mientras observo una zapatilla que estaba tirada allí sin más.

Quien me saca de ese transe resulta ser mi hermano, a lo que me empiezo a estirar y soltar un gran bostezo, sintiendo esa flojera que tengo y que difícilmente se me quitaba de encima, al tiempo en que iba al baño. -¡Ya voooooy!- Se logró escuchar hasta el otro lado de la puerta de mi habitación, y mientras estaba en el lavamanos junté agua entre mis manos, antes de inclinarme y echármela en la cara, espabilándome y mirándome en el espejo con una cara de tonto ante el repentino frío, pero sin perder el tiempo entré corriendo a la regadera, giré los grifos para que sacara agua tibia y en un baño que duró menos de 40 segundos ya estaba quitándome el jabón y el shampoo de encima.

-¡Ya casi estoy!- Grité desde mi habitación mientras estaba poniéndome los pantalones, dando algunos saltos mientras iba de camino hasta mis zapatillas. Me coloqué estas, una camiseta blanca y mi sudadera de color gris para finalmente salir de mi habitación, aún con mi cabello húmedo el cual restregaba con la toalla de mi baño pasa secarlo. Al bajar las escaleras fui hasta el cuarto de lavado, saludando de camino a mis padres que se encontraban en la sala, y al tirar en el cesto de ropa sucia la toalla, ya estaba frente a mi hermano, aún con el cabello algo húmedo, un tanto desarreglado y con la mochila sobre mi espalda. -Listo, ¿Nos vamos?-

Ethan consigues encontrar lo que buscas y salir del piso con mucho cuidado. Cierras la puerta con cuidado y quedas en el rellano del piso. Es un edificio viejo, te giras para ver si hay un ascensor y nada... También el piso donde estas, parece el último. Empiezas a bajar por las escaleras y enseguida llegas al portal. El edificio tampoco es especialmente alto, aunque aún así fue un milagro que no te mataras al subir anoche. Sigues con dolor de cabeza, a lo mejor un café te ayuda a quitarte el dichoso dolor. Sales del edificio que da a un viejo callejón. Debido a que te rodean varios edificios, aún te ha dado de lleno el sol, pero los ojos tardan un poco en acostumbrase y lloras una pequeña lagrimilla. Pero lo peor no es eso, sino el olor a basura y a meado que hay en la calle. Coge aire, Nueva York te da los buenos días.

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Wang vas a tu celda y te cambias. Hay pocas comodidades en este templo urbano. No es que viváis en la miseria, pero los monjes saben bien que si algo no es imprescindible es que no es necesario. Mientras caminas por los pasillos no ves a ningún monje. Seguramente sigan meditando. Hay muchos que llevan toda su vida en este lugar y tienen bastante experiencia en ignorar "el ligero susurro de la ciudad", pero a ti aún te cuesta.... Ninguno te martiriza. Saben de tu potencial y saben que algún día lo superarás. Pero aún eres joven.... Sales con ropa de calle, nada arreglado, tampoco hay que resaltar más de lo que se debe. Sales de tu celda y te diriges a la calle. Una vez fuera del pequeño edificio que esté entre el barrio chino y el resto de la ciudad, tienes el presentimiento de que verás a alguien conocido hoy... Pero no solo te llega la divina intuición sino también el mundano olor de la ciudad. Olía a mierda, no como la mierda de los animales en el Tibet, una mierda formaba parte del olor animal. No, el olor a mierda de Nueva York era único. Era como si millones de personas hubieran decidido que no se ducharían ni arreglarían durante un año entero y después se juntarán en una diminuta sala sin ventilación. Bueno, es lo que hay. Era el olor del "American Dream".

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Helios tu madre te saluda y cuando empiezas a preguntar, te mira fijamente. Suspira y a parta los papeles. Eres como tu padre, ¿lo sabes verdad? Los ordena y los deja al lado suyo. El orden era otra característica de ella. Siéntate, cariño, ¿Sigues preocupada por tu amiga o es por otra cosa? Estoy aquí para ayudarte en lo que sea... Tenía ese tono que rozaba el cariño y la orden. Tu madre era buena psicóloga y tenía un carácter... Tu padre podría ser uno de los hombres más fuertes del planeta, pero ni él se atrevía a contradecir a su mujer. Sabes que ella te escucharía y que te intentaría ayudar aunque lo que dijera no fuera lo que querrías escuchar.... Sabes también que ya que ha dejado los papeles que estaba leyendo, lo mejor sería que te sentarás y comieras algo. Sabes que tu madre le daba mucha importancia al desayuno.

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Evan bajas como puedes, mientras te cambias e intentas hacerlo todo. Saludas a tus padres y ellos te dicen hola, pero también antes de que te marches oyes que piden que cojas al menos una tostada. Tú hermano parece frustrado:

¡Enserio! ¡Vamos a llegar tarde! dice. A lo que tu padre contesta:

¿Por una tostada? Tu hermano suspira y te dice:

Te espero en el coche y cómela antes de subirte. No quiero que lo ensucies.

Mientras ocurre todo esto, recibes el mensaje de Cal:

"Evan, ¿k tal estás? ¿K piensas de todo esto de los XF? No tuvimos tiempo de hablar, ¿te hace quedar a tomar algo y lo hablamos?"

Ava ¿Dónde? ¿Por qué? No era propio de su hermana el dejarlo tirado en una de las mejores suites de la ciudad. AL menos era capaz de respirar aquellos maravillosos perfumes un día más, sin que le hubiesen rajado la noche anterior o Arcada los hubiese arrastrado a los dos al olvido eterno.

Si, un café estaría bien, esperaba poder pillar uno camino del campus, porque... TENÍA CLASE DE ANTROPOLOGÍA A PRIMERA HORA Y EL PROFESOR ERA ESTRICTO DE COJONES, ya tenía tres o cuatro faltas sin justificar con él y este era el típico profesor callo que juraba y perjuraba que una sola falta ya era motivo de suspenso y envío al examen final. Y los alumnos de cursos anteriores parecían jurar que así era.

Ethan echó a correr desesperado mientras trataba de localizar algún puesto en el que pedir un café rápido. La clase empezaba en 45 minutos... Tal vez... Tal vez pudiese llegar si no se paraba y no le importaba soportar una clase de 3 horas completamente cubierto de sudor seco.

Vamos, Ethan... ¡¡¡VAMOS!!!

-Sí sí, tranquilo!- Respondí antes de ir rápido hacia la cocina, pasando junto a mis padres, dándole una palmada en el hombro a mi papá y luego me incliné para darle un beso en la mejilla a mamá. Una vez en la cocina tomaba un par de tostadas, saqué la mantequilla y empecé a untarla en ellas mientras con la mano izquierda leía el mensaje, tratando de responder.

-Esty ocupado, dormitarde y estoy tengo que apurarme.

-No podré desayunar, pero si quieres...

Me di cuenta en ese momento que me estaba tardando un poco en concentrarme en preparar la tostada, así qu bloquee la pantalla y rápidamente me las llevé a la boca, las dos, masticándo rápidamente antes de volver a escribir el mensaje.

-No podré desayunar, pero si quieres podemos además comer algo mientras hablamos, ¿Te parece bien?

Una vez le di enviar ya estaba a mitad de terminarme las tostadas, masticando rápido mientras caminaba a la puerta, donde terminé de tragarme estas sintiendo como si bajaran como una bala de cañón en el estómago. -¡Ya me voy, o capaz me deja, adiós!- Finalmente me despedí de mis padres y fui corriendo hacia el auto de mi hermano, donde me subí y dije. -¡Vamos, andando! Por tu culpa llegaré tarde.- Dije de manera bromista mientras lo miraba de forma algo divertida y burlona.

Era impropio de alguien predestinado a intervenir en el destino de la humanidad, pero a veces Wang sentía nostalgia. Recordaba su Tíbet natal y suspiraba melancólico. Intentaba no hacerlo, pero aquellos tiempos, en su infancia, en los que todo era un conjunto ordenado de rutinas plácidas, atemporales, ajenas al ajetreo del mundo, eran algo que recordaba con afecto. Aunque, claro, la abrupta irrupción en escena del demonio conocido como Seth Doom acabó de un plumazo con todo aquello y lanzó a Wang a un mundo mucho menos plácido y estático.

Ahora estaba en Nueva York, el centro del mundo para Occidente. Las cosas pasaban allí, sin duda. Por desgracia allí también habitaban millones de almas y la basura que producían era patente en el ambiente. Sinceramente, prefería la mierda de yak. Pero aquí se podían salvar muchas más vidas que en un aislado templo tibetano.

Decidido a integrarse en la ciudad que nunca duerme, el oriental se mezcló con sus gentes, simplemente paseando entre la multitud, dejando que sus pasos le condujeran a Central Park. Tenía todo el tiempo del mundo mientras no hubiera una crisis...

Cuando mi madre menciona que me parezco a mi padre me enorgullece y me duele al mismo tiempo, él me entrenó, tenía una disciplina de hierro pero era uno de los mejores heroes,  para mi era el mejor componente de X force, me entrenó bien y poseia un espiritu combativo, eso lo heredé de él como mi temperamental forma de ser.

Pero no obstante mi padre me abandonó, se marcho cuando más lo necesitaba, tal vez algún dia pudiera entender el vacío que sentí aquel dia y el dolor que me causó mi padre.

Pero a pesar de todo lo quería era mi padre, aunque me debía una explicacion.

Me senté en el sofá-lo se- le dije a mi madre despues de pensar en aquello en referencia a que yo me parecía a mi padre.

-Si madre sigo preocupado por mi amiga y compañera de equipo-le dije, sabía que ella me escucharía y no dudaba de que me daría buenos consejos, mi madre como mi padre había sido uno de los pilares de mi vida y cuando mi padre se marchó solo me quedó ella-agradezco tu ayuda madre-desayuné algo antes de entrar en más detalles el vuelo me había abierto el apetito y sabía que mi madre le gustaba que tomase algo, pues ella le daba mucha importancia a un buen desayuno.

Verás Iron Madien mi compañera de equipo lleva ya varios días desaparecida no se la ha visto por ninguna parte, The Proffesor el telépata de X force nos prometio que la encontrarían pero no veo progresos y por mucho que la busco no la encuentro-le expliqué a mi madre.

Cal leyó el comienzo del mensaje y su expresión cambió frunciendo el ceño y sacando morros por el disgusto.

¡¡Qué está ocupado!! - Dijo en voz alta quejándose a nadie en concreto. 

Siguió leyendo y poco a poco su gesto se fue suavizando, pero siguió con la boca ligeramente torcida.

Bueno... al menos propone ir a comer. Aunque... ¡A quién se le ocurre! ¡Qué está ocupado dice!+

Dejó el móvil en la mesita y decidió que, como castigo, tardaría unos minutos en contestarle. Unos minutos que aprovechó para terminar de vestirse y prepararse para ir al instituto.

No fue hasta que ya había hecho toda su rutina matinal, incluyendo un desayuno ligero, que recuperó el móvil y, cuando por fin salía por la puerta hacia el instituto, contestó al mensaje de Evan.

Ok. Nos vemos a la comida. XOXO

Ethan sales corriendo del callejón. Estás en una zona cercana al barrio chino de la ciudad, te va a costar llegar a tiempo. Pero te da igual porque no estas pensando en eso. Solo estas concentrado en correr y en llegar pronto a la universidad. Esquivas a un par de viandantes de pura chripa, una era una mujer con un carrito de bebe. Consigues evitarla, te giras para pedirle disculpas, pero sigues moviéndote a gran velocidad, tanto que no te das cuenta que te chocas con una persona que acaba de salir de una especie de templo. Es Wang Su.

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Wang Shu caminas con calma, sumido en tus pensamientos pero  con cuidado. Es algo que te han enseñado a lo largo de toda la vida, saber concentrarte, pero no tanto para meditar, sino para poderte mover en paz. Para poder pensar a la vez que realizas algo. Quieres ir a Central Park es un buen sitio, sobre todo para ti, ahí puedes encontrar algo más de esa preciada paz. Te mueves un par de pasos, pero no consigues esquivar el choque con Ethan. Él se estaba moviendo más rápido y de manera menos atenta. Os caéis al suelo. Hay gente que se para, pero muchas más se quedan alrededor vuestra, preguntándoos si necesitaríais ayuda.

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Calíope tus padres se despiden de ti y cuando estas en la puerta mandas el mensaje. Tus padres te ven como tecleas y como el demonio sabe más por viejo que por demonio escuchas una risita desde la cocina que se apaga con rapidez y escuchas como uno te pregunta  ¿A quién estas escribiendo? ¿puedes invitarle un día a cenar, sabes?

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Ethan, tu padre suspira al ver como comes tan rápido y tu madre se ríe. Se despiden con la típica frase de que si comías tan rápido te sentaría mal. Te subes al coche y tu hermano te pega un puñetazo en el hombro. ¡Serás... Sonríe y arranca el coche como puede. Puede fardar mucho, pero conducir no es lo suyo. Salís con el coche y recibes la respuesta de Cal.

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En esto también te pareces a tu padre. Dice con media sonrisa, tu madre Helios. Siempre tan fomal. ¿Sabes que me puedes llamar mama, verdad? O mami si no te da mucha vergüenza. Lo dice con voz burlona La última vez que lo hiciste fue la primera vez que me levantaste. Esa fue, cuando aproximadamente tenías 3 años. Bebe un poco de su zumo y te dice más seria. Mira, Helios. Es normal que te preocupes, por tu compañera. Pero no es culpa tuya. Puede ser un poco capullo. No hacía falta decir que estaba llamando capullo a The Professor, nunca le había caído muy bien. Pero es muy bueno en lo suyo y seguramente hayan puesto a Tito ¿Verdad? Le conocí una vez, era muy formal... Tu padre confiaba en él y por lo que he escuchado es el mejor. Encontrarán a tu amiga.... Pero debes tener paciencia...

Hace una larga pausa. Te mira muy fijamente como si te estuviera escaneando con la mirada ¿Sabes que no es culpa tuya, verdad? Era un pregunta extraña. Para alguien no familiarizado con ella, podría suponer que es una pregunta con una respuesta simple, pero con tu madre nunca era así. Parecía que quería llegar a otra parte.

Ethan caminaba demasiado rápido, su mente no estaba en paz. Debería equilibrar sus chakras, pero eso era motivo para otra conversación. ¿Cómo era posible que en una ciudad de más de 8 millones de habitantes fueran a topar casualmente con un compañero de equipo?

─¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? ─se ofreció el oriental semi-incorporado todavía y sin hacer caso, eso sí, al porrazo que había recibido.

Wang a continuación hizo un fluido movimiento circular con sus piernas y de repente ya estaba de pie, sacudiéndose la ropa de calle que llevaba encima, mirando a ver si se le había caído algo a Ethan.

EL porrazo había sido bueno, más si tenemos en cuenta que Ethan no había desayunado nada todavía, algo que ayudaba a que se encontrase más débil. Costaba creer que en los momentos más inesperados su enclenque cuerpo era sustituido por el de su poderosa hermana. Y bastaba pensar en ello para darse cuenta de que con quién había tropezado era el líder del grupo en el que esta estaba, los Celestials. Diablos, ¿Tras lo del estadio todo el mundo sabía lo de su alter ego?

No era momento de discutirlo abiertamente en medio de la calle, peor tampoco podía fingir que no reconocía a Shu.

- Uh... Estou bien, Shu, per... Perdón... Supongo que...- Le iba a preguntar si le había hecho daño, pero con su agilidad, flexibilidad y presencia física, tenía claro que él era como un mosquito para el líder del grupo. - Perdona, iba al campus a toda prisa, me toca un profesor especialmente callo a primera hora y no las tengo todas conmigo para llegar. 

Vio como él echaba un ojo para ver si se le había caído algo pero le tranquilizó encogiéndose de hombros. - No, tranquilo, no llevaba nada. ¿Tú estás bien?

No era momento para quedarse de palique, pero aun así era lo suficientemente educado como para no salir corriendo, cual conejo blanco de Alicia en el País de las Maravillas obsesionado con su falta de puntualidad.

─Sí, estoy bien. Tal vez debieras coger un taxi. Por allí hay una parada ─dijo señalando en una dirección, la zona se la empezaba a conocer bien.

Debía ser complicado el llevar una vida normal, pensó Wang para sí. Él nunca había tenido una. Desde que tenía uso de razón había sido monje tibetano... y no uno cualquiera. El oriental se quedó allí plantado, como si de una farola se tratara, las manos a la espalda y tieso como un palo, mientras la gente le rodeaba sin llegar a empujarle a pesar de su escaso tamaño. Los neoyorquinos de alguna manera percibían que no debía empujarle, era demasiado... extraño.

Una pequeña reverencia con la cabeza y Wang se giró y avanzó entre la gente, perdiéndose rápidamente su rastro.

Ethan miró alternativamente a la dirección en la que Shu había indicado que estaba la parada de taxis y la dirección en la que el estoico líder de los Celestials había desaparecido, engullido por los neoyorquinos casuales. Le iba a contestar que no tenía dinero para un taxi y que podía atajar más fácilmente corriendo, parkour mediante, peor ya no había a quién decírselo. 

Menudos amigos gastas, Ava. Pensó para sus adentros mientras retomaba su trote incontenible, tratando de convencerse de que llegaría mientras enfilaba un buen atajo hacia el campus.

Luego de aquel golpe de Elliot rápidamente me llevé la mano al hombro. -¡A-Auch!- Dije entre una queja de dolor y risa, sonriendo ampliamente mientras acariciaba mi hombro adolorido. Luego de eso me coloqué el cinturón y vi como este iba conduciendo, antes de bajar mi vista para poder ver mi teléfono, para así leer el mensaje de Calíope y también respondiéndole.

¡Perfecto! hasta entonces.

Luego de eso solo me quedé mirando por la ventana mientras Elliot iba conduciendo, escuchando con algo de atención la radio.

¡Caaaarl! ¡¿No sabéis que espiar por detrás de las puertas está mal?! - Respondió fingiendo enfado.

Su primera reacción había sido de vergüenza tras sentirse pillado in fraganti, pero le duró poco porque le hacía gracia sus padres y lo cotillas que eran. Se notaba también en eso lo feliz que estaban juntos y la complicidad que tenían. Para ella, que nunca había dado verdaderos problemas, eran casi más dos amigos que dos papás. Sus amigos Carl y Lin (para el que el hecho de que le llamases Linus, su verdadero nombre,  podía ser un problema más trágico que volver con una pierna rota, atracar una licorería o tener una bolsa de cocaina para venta en la taquilla del instituto).

Guardó el móvil tras leer la respuesta de Evan - Esta vez sí contestas sin dar largas, ¿eh? Está visto que tenía razón Sarah, si quieres que un chico te haga caso, deja un par de horas entre mensaje y mensaje.

Después de ese aprendizaje de dieciseisañera, que tenía tantas posibilidades de acabar bien como acabar mal, salió corriendo hasta la parada del bus.

Allí se encontró con Sarah, su amiga y vecina del barrio, y juntas fueron charlando de cualquier cosa en dirección al instituto.

-No sé, todo el tiempo que ha pasado me llena de incertidumbre con respecto a mi amiga, no parece haber progresos en ésto ni ninguna noticia esperanzadora solo promesas vacias de que " la encontrarán", me pides que tenga paciencia pero nunca fui muy paciente mamá- solté una carcajada amarga eran palabras duras pero era la verdad lo que yo sentia mi ira y mi frustración de todos aquellos dias,-se que intentas ayudarme, pero tal vez si hubiera sido más cuidadoso a mi amiga no le habría pasado esto, no habría desaparecido, porque ya no se que creer porque ya no se donde buscar pero voy a seguir intentandolo aunque tenga que remover ladrillo tras ladrillo de cada edificio de esta ciudad para encontrar a Iron Madien.

No podia sentarme a esperar hasta que "la encontrasen", mi madre decía que no era culpa mia-sea de quien sea la culpa, lo importante es que aparezca y lo que siento es que no puedo esperar a que aparezca, asi que tendré que seguir buscando madre-no sería paciente, porque nunca lo había sido, no era de esos tipos que se sientan a esperar y que esconden la cabeza como los cobardes eludiendo las responsabilidades, valoraba a mi madre como valoraba a mi padre pues ambos me ayudaban siempre, pero también expresaba lo que sentía, podía ser directo y mis palabras podían resultar dolorosas pero asi era mi carácter, nunca me andaba con rodeos e iba directo al grano, pero aunque no era paciente mi desión era ferrea como el acero y nunca me echaba para atras en una decisión tomada.