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4. - MATAGIGANTES I: DESCANSO EN LA "CASA ENREDADA".

PUEBLO DE TRUNAU: POSADA "LA CASA ENREDADA".

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POR LA MAÑANA.

PUEBLO DE TRUNAU: POSADA "LA CASA ENREDADA".

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POR LA MAÑANA.

Momo había aceptado de buen grado el baño de agua caliente que le ofreció Cham. Físicamente estaba aparentemente bien, pero de ánimos estaba muy tocada. De hecho había sumergido la cabeza en el agua, tratando de aguantar hasta que no pudiera más, por si Brigh decidía que era mejor llevársela ahora, para no sufrir tanto. La incertidumbre de que no hubieran encontrado a su padre era insoportable. Se había entretenido por la noche limpiando el laboratorio portátil con la esperanza de que se su padre llegara, sonriente, en cualquier momento, y pudiera enseñárselo. Al final el sueño la venció y tuvo que tumbarse sin acabar el trabajo. Por la mañana, Cham le había indicado que seguían sin noticias de él, así que parecía como a si a Momo, finalmente, le hubiera alcanzado la Bleach. Lo veía todo en blanco y negro y la pesadumbre ensombrecía su habitualmente sonriente rostro.

Apenas probó bocado, sentada en una de las mesas. ¿Cómo el tiempo podía pasar tan despacio cuando esperabas algo con toda tu alma?

PUEBLO DE TRUNAU: POSADA "LA CASA ENREDADA".

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POR LA MAÑANA.

El cuerpo lleno de heridas de Dagfinnr se sumergió en el agua de la bañera. Cada movimiento le causaba un dolor nuevo, y no pudo evitar quejarse. Una vez dentro, cerró los ojos y dejó pasar el tiempo. Imágenes de las batallas se repetían en su cabeza, y también vio a Rabus entre las llamas de la taberna, y luego hablándole sobre el martillo de Uskroth.

¿Había pasado o lo había soñado?

Cerró los puños una y otra vez. Sus manos eran ahora temblorosas y débiles. Su cuerpo se sostenía con vida tan solo por la fuerza de voluntad del vikingo, pero necesitaba curación. Habían ganado, o eso creía recordar. No había sido por su espada, desde luego. Pero lo había dado todo, y más, por el pueblo de Trunau. Y al final, había podido aportar su parte en esta lucha. Ahora, lo que necesitaba era recuperarse para las luchas por venir, y regresar de las puertas de Valenhall.

-Aún no te mereces cruzarlas Dagfinnr, dijo en voz alta. Se levantó de la bañera y con pasos pequeños y titubeantes, apoyándose en la pared y completamente desnudo, caminó de vuelta hasta su habitación. Se puso la ropa de viaje y bajó al comedor. Necesitaba recuperar fuerzas y su estómago rugía de hambre.

PUEBLO DE TRUNAU: POSADA "LA CASA ENREDADA".

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POR LA MAÑANA.

Cham atiende a los dos primeros "héroes de Trunau" que bajan a desayunar al salón comedor de la posada, Momo y Dagfinnr.

Les sirve el té con leche caliente, las tostadas con mantequilla, unas galletas dulces de jengibre para Momo, y un plato con dos huevos fritos para Dagfinnr.

Poco después se da cuenta de algo en Dagfinnr y frunce el ceño, acercándose al Vikingo.

- "Esto no está nada bien, señor. Tus vendajes vuelven a sangrar, esta herida debería de ser mortal. Necesitas curación mágica o morirás, o las heridas se infectarán y sufrirás graves secuelas incluso si sobrevives..." -

La Mediana está preocupada, parece que ha visto anteriormente heridas terminales y que esto le trae malos recuerdos de amigos moribundos y agonizantes.

PUEBLO DE TRUNAU: POSADA "LA CASA ENREDADA".

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POR LA MAÑANA.

El día siguiente amanece. Suspiro y me levanto. Me siento raro, herido. Desde luego, no me siento como un héroe. Esas historias de grandes héroes que vencen ejércitos ellos solos... Bueno, supongo que igual acaban así.

Me voy a dar un baño. Por el camino paso ante la puerta de Garinya y, aunque estoy tentado de llamar para que me acompañe luego a la Casa Enredada, finalmente decido seguir mi camino.

Me meto al agua y rememoro lo sucedido. Lo que me provoca un estremecimiento es la piedra de la catapulta y el fantástico y aterrador fuego verde.

Cuando salgo, me visto y cojo mi arco, flechas normales y daga y voy a la casa enredada.

Escucho lo que dice Cham y frunzo el ceño. Ten. No es mucho, pero algo te hará. Dejo delante de Dagfinnr un vial de un líquido apestoso, una poción de curar heridas leves.

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MES: FARASTO.

DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POR LA MAÑANA.

Dragos apareció por allí, con aspecto cansado y mirando con mala cara a las ventanas por las que entraba la claridad del día. Preferiría mil veces estar encerrado en sus aposentos, sumergido en el sueño diurno para recuperarse del combate y las emociones de las pasadas horas, pero tenía una misión crucial en aquellos momentos. Era de vital importancia que todos supieran con lo que estaban jugando y que no decidieran tentar más a la suerte, o podrían lamentarlo amargamente.

-Los objetos están malditos-dijo, nada más dio con al menos parte del grupo-traen la ruina para Trunau en ellos, es evidente, al fin y al cabo todo ha ocurrido por esa maldita caverna. Deberíamos destruirlos, o como poco, ocultarlos para que no hagan daño a nadie. 

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DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POR LA MAÑANA.

Bajó a la parte inferior de la posada con un apetito voraz, se sentía capaz de comerse dos bollos de pan enteros, una auténtica locura. Cuando se acercó a la mesa del comedor pudo contemplar a gran parte de sus compañeros que como él había combatido valientemente en la defensa de Trunau y sus consiguientes batallas en el subsuelo.

—Buenoch diách valientech guerreroch, ¿qué tal echtáich? A mí me chiguen doliendo un poco todach lach partech del cuerpo pero quitando echo todo bien. Cheguimoch vivoch, echo ech cheñal de que Chelyn noch guía —dijo con su habitual voz aguda y punzante.

Pese a que como de costumbre el goblin estaba inusitadamente alegre, su cuerpo se notaba algo más apagado. Las marcas de la batalla seguían patentes en él, no había terminado de sanar sus heridas, sin embargo tenía más vitalidad que al salir de la mazmorra del gigante.

—La diocha chuprema ha tenido a bien rechtaurar mich poderech dechpuéch de ayer, achí que chi alguno echtá herido puedo chanarle, un poco, pero mejor ech nada.

Su pequeño cuerpo se iba moviendo hasta que consiguió subirse a una silla y palmear la mesa de forma sonora varias veces para demandar comida.

—Pero antech tengo que dechayunar, que me muero de hambre.

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MES: FARASTO.

DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POR LA MAÑANA.

Apretó los dientes cuando flexionó su dorso para incorporarse de la cama y quedar sentado. Dolía horrores. Pero aquello no evitó que se arrodillara para dar los buenos días a la Heredera. Oró y sintió la gracia de Iomedae en él. Se impuso las manos y el dolor remitió notablemente, sintiendo cómo sus heridas se cerraban aun más y numerosos dolores mitigaban o desaparecían. Agradeció a su diosa sus dones, se vistió, acarició al dormilón gatuno y abrió la puerta captando de inmediato con su olfato el aroma del desayuno que Cham debía estar preparando. Un rugido en su estómago se oyó como respuesta y el ciego asintió a este, conforme de meter algo en él.

En la mesa común pudo sentir cómo ya se habían personado Momo, Dagfinnr y Willbur y desayunaban. También captó la presencia de la mediana, yendo y viniendo, tratando de agasajar a los presentes.

- Buenos días a todos - saludó -. Cham, gracias por la cama, la ropa y el baño. Me devolvieron media vida. Aunque un desayuno posiblemente me devuelva la otra mitad. Y a Peludo también - dijo el invidente con mejor humor. Fue entonces cuando la posadera le informó sobre pertenencias suyas que había dejado el último día en la posada. Quizás su armadura de láminas y su escudo. Objetos de los que no pudo disponer ya que el ataque ocurrió tras el funeral de Rodrik... y no le pareció apropiado tenerlos en tal evento -. Gracias por guardármelos. Me haré cargo de ellos en cuanto los heridos abandonen el Santuario - agradeció. No pasó por alto el comentario de Cham a Dagfinnr, sentado en la mesa pero con respirar pesado y evidente mal temple. El bárbaro había sobrevivido milagrosamente del brutal ataque del guardián de la tumba y su herida aun no había sido tratada debidamente. Willbur se ofreció darle un bebedizo curativo.

- Guárdalo para una emergencia, Will - intervino el iomedano caminando hacia el ulfen -. Iomedae no abandona a aquellos que luchan con valor por una justa causa - afirmó a la que oró unas palabras santas y colocó su mano sobre la herida letal del bárbaro. Una luz cálida y dorada emergió de la mano del joven cerrando de inmediato la herida de Dagfinnr que pareció revivir y recobró mucho mejor semblante -. Supongo que ahora el desayuno te entrará mejor - dijo con media sonrisa.

Se sentó a desayunar y comió con verdadero apetito. Cuando terminara habría que echar un vistazo a los heridos de la posada y posiblemente asomarse después al Santuario, improvisado hospital, para ayudar. Aunque... también habría que mirar lo que habían obtenido de la tumba. Posiblemente algo de aquello había causado el ataque. Resultaba importante identificar las propiedades o significado de aquellas objetos. Tal vez algunos eran mucho más de lo que aparentaban. Y después tendrían que decidir qué hacer con ellos.

Mientras pensaba sobre ello Ertiznao, Piero y Dragos hicieron acto de presencia. Tras saludarse, el "granjero" habló sobre los objetos con prudencia y cordura, afirmando sobre la necesidad de saber qué era cada cosa. Dragos afirmó sobre la maldición que pesaba sobre ellos, haciendo enarcar una ceja de extrañeza al joven iomedano.

- Tengo la armadura de Uskroth en mi habitación que no ha sido inspeccionada. La bajaré para que sea analizada, algo en lo que puedo ayudar - afirmó el ciego, levantándose y yendo a por el objeto.

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MES: FARASTO.

DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POR LA MAÑANA.

-Todo ello-replicó a las palabras de Piero-todo lo que ha salido de esa condenada cueva está manchado. No sé si por la muerte de esa cosa que lo vigila, o por algún otro motivo, pero traerán la perdición a todo y a todos. Deben ser destruidos. Es lo que detecté analizando todo o casi todo esta noche. 

Por supuesto no le creían. No tenían por qué, probablemente. Pero al menos él estaba haciendo lo posible por impedir que la condenación absoluta descendiera sobre todos los presentes. 

Aquella noche durmió bien. Fue la primera vez que lo hizo en mucho tiempo y al despertar supo por qué. Aquella vez no necesitaba pesadillas, no necesitaba de recuerdo alguno que la torturara, tan solo necesitaba de una paz que le sería arrebatada nada más despertara.

Con violencia el dolor de las heridas y los músculos entumecidos se derramó sobre su cabeza con la fuerza del agua gélida de un millón de cascadas, y por mucho que se revolvió en la cama, no encontró postura que le permitiera recuperar el sueño que ahora, después de tanto tiempo sin él, añoraba.

Era otra forma de sufrimiento, otro método de tortura. Antes, en sueños, la recordaban que despierta no podía ser feliz. Ahora, dormida, alcanzaba una tranquilidad de la que era despojada en la vigilia como al niño al que se le deja saborear un dulce que se le roba tan pronto toca su boca.

Con mudos gemidos despegó las heridas que se habían quedado pegadas a las sábanas y entonces se levantó prácticamente arrastrándose por la cama hasta dar con el suelo. De allí, prácticamente a gatas, se dirigió a la tinaja donde se lavó la cara, se aseó y se vistió ahogando no pocos gruñidos intentando ponerse la ropa más ancha que tenía.

Con el mismo entusiasmo y velocidad con la que se había preparado, bajó las escaleras de la posada, y tan pronto vio cómo estaba la sala, deseó regresar a la cama, pero el esfuerzo de subir de nuevo los peldaños no merecía la pena por mucho que bajo las escaleras no encontrara la tranquilidad que deseaba. Era más fácil seguir bajando, rendirse a la gravedad y a la evidencia de que nada podía evitar que terminara escuchando los barboteos de los que ya estaban despiertos.

Piero saludó, igualmente, a Win, Dragos y Ekaterina. Luego pareció meditar en las palabras de Dragos para, finalmente, negar con la cabeza.

- Me resulta... turbadora tu afirmación. Si realmente pesa una maldición sobre esos objetos, o sobre alguno de ellos, habrá que tomar medidas. Pero no creo que el mero hecho del ataque orco, o de lo ocurrido, sea prueba suficiente de tal cosa. Para mi, Dragos, las cosas son lo que son. Y necesitaré algo más que tu certeza para aprobar, o asentir, a destruir lo que tiene un valor que puede servir para enfrentarnos a quienes han hecho esto, o para paliar algunas de nuestras muchas pérdidas-  hace una pausa y toma algo del té para, posteriormente, cerrar los ojos un instante, y continuar- He tenido una noche... complicada mientras descansábais. He pretendido hacer catálogo de desgracias, supongo. Mi granja, y la otra granja exterior, la del fallecido Ozzu, han sido completamente destruidas, así como los bienes que tenía allí. Como sabéis, y como he podido confirmar, el destrozo en el barrio interior ha sido enorme. He recuperado los cadáveres de nuestros fallecidos, y los he acercado a la guardia, para que puedan ser enterrados dignamente. De algunos de nuestros fallecidos, al menos. También he logrado recuperar parte de los bienes que llevaban nuestros enemigos, en la esperanza que puedan servirnos para, llegado el caso, defender Trunau. Creo que, si os parece oportuno, podríamos tratar de repartirlos... una vez que sepamos si entre los mismos hay efectivamente objetos malditos-  miró entonces a Wilbur- Las armas que llevaban los incursores orcos y las sencillas las he dejado para que la milicia pueda armarse con ellas, pero todo esto, salvo lo que cada uno quiera donar de su parte, lo repartiremos entre nosotros. Hemos salvado Trunau, y tal vez se requiera de nosotros hacerlo otra vez. Pero, antes, dime Dragos, ¿hay algún dato cierto para afirmar que hay objetos malditos? Se algo de magia, y creo que podría entender una explicación en ese sentido- mira entonces a Win, Ertiznao y Haluk- Y tal vez los dioses que son vuestros patrones puedan arrojar algo de luz sobre este tema.

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DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POR LA MAÑANA.

Peludo despertó después de las horas de sueño que necesitaba. Hubiese dormido mucho más de ser posible, pero Win se levantó con dificultad, lo que indicaba el momento preciso para comenzar a animarse pues después de lo ocurrido ayer, de aquella terrible invasión, el pueblo tendría muchas heridas que sanar y él sabía que en algo debía participar en las labores, si pudiese ser de ayuda.

Win comenzó a rezarle a su diosa, por lo que Peludo se quedó en la misma posición que dormía antes, con los ojos cerrados, meditando. Conectó su cuerpo con su mente y su mente con su espíritu, cosas que deben trabajar juntas para explotar el potencial presente en todos pero que día a día se separan en las vicisitudes de la rutina. Con una hora de meditación, el gato fue completamente capaz de liberar su energía psíquica y ahora estaba listo para una nueva jornada. Sintió la caricia de Win y se desperezó, sintiendo un dolor en la zona de la cola, daños del golpe de martillo recibido en la batalla y que aún no termina de sanar.

Ahora baja las escaleras junto a su amigo hasta llegar a la sala común, donde no espera para saltar sobre la mesa y saludar a todos:

 - "Miau. Miiau." (¡Hola buenos amigos! ¡He amanecido muy bien, gracias por la preocupación!)

Pues ningún gato en sus cabales puede siquiera concebir que el mundo no esté atento a él. Todo gato sabe que es la primera prioridad de los humanoides a su alrededor y, con estas buenas noticias, ahora ya podrían comer tranquilamente. Peludo se siente muy bien de alegrarle el día así a sus amigos, quitándoles un gran peso de encima. Acompaña sus buenas nuevas frotando su cola en el rostro de Piero, para animarle un poco más pues se ve cansado.

Luego, espera a ver si le ponen un plato de leche tibia, que le vendría de maravilla para comenzar el día.

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DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POR LA MAÑANA.

Solo el silencio sigue a las palabras de Piero, silencio felizmente interrumpido por Peludo quien sube de un salto a la mesa y pasa su cola por la cara del anciano campesino. Sin duda Piero ha debido tener gato alguna vez o, quizás, solamente ha tenido amigos que los tuvieran. Después de todo es el más viejo de los presentes. Probablemente por eso aprovecha el descanso para sonreír, con visible fatiga, y acariciar el lomo de Peludo.

- Buenos días también para ti, Peludo.

Acto seguido el campesino expone con detenimiento todo el tesoro pendiente de repartir y el lugar o persona que lo tiene y trata de valorar algunos de los bienes localizados en la expedición, mientra apunta la conveniencia que alguien use detectar magia o algo similar para comprobar si alguno de los objetos en apariencia comunes pudiera ser alguna otra cosa.

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Win bajó con la armadura llegando a tiempo a escuchar lo que Piero argumentaba a Dragos y al resto, y los maullidos de Peludo. Depositó la coraza que había encogido a tamaño humano en cuanto el ciego la tocó y acto seguido pronunció unas palabras sagradas. De no haber tenido una venda sobre sus ojos ciegos todos hubieran podido ver cómo estos brillaban con un tono violáceo. Colocó su mano sobre la coraza e intentó sentir la magia en ella. Y verdaderamente era mágica. Pero no detectó ningún aura maligna o necromántica.

- Con el poder que me ha conferido Iomedae... no detecto nada corrupto sobre ella... aunque tampoco he podido ver sus propiedades. Dragos, quizás tú sí puedas ver qué hace y si también está maldita, como aseveras con el resto. Y de ser así la Alta Sacerdotisa Tyari tal vez tenga el poder para extirpar maldiciones. De haberlas - dijo el invidente -. De todos modos creo que hay que analizar exhaustivamente los objetos. A todas luces parece que los orcos querían hacerse con este tesoro o parte de él. Sabían que estaba allí, a diferencia que la casi totalidad de Trunau - afirmó pensando en Melenaplateada y su secreto ahora al descubierto -. Y si tanto sabían, parece extraño que se jugaran la vida en ese brutal ataque para, principalmente, acceder a ese tesoro si sabían que estaba maldito - comentó encogiéndose de hombros, no "viendo" ningún sentido a ello salvo que no supieran que los objetos estaban malditos.

- Dragos, sea como sea, los objetos ya están fuera. Si descubrirlos y sacarlos nos ha condenado... ya no hay mucho que hacer al respecto - dijo encogiéndose de hombros -. Solo resta comprender su poder y si realmente es pernicioso saber cómo contrarrestarlo. De todos modos quien puede sacarnos de dudas sobre su origen y su estado es quien las ha guardado y custodiado durante tanto tiempo: Melenaplateada - arguyó el ciego.

Atendió a lo que el granjero añadía y supo sobre su pérdida.

- Vaya. Lo siento, Piero - dijo con sentimiento el iomedano al saber de la destrucción de la granja, todo lo que el hombre tenía. Aquella fatídica noche muchos habían perdido sus casas, cuando no sus vidas. Con respecto al abundante material recogido por el hombre y sobre su repartición, Win asintió con la cabeza, conforme.

Finalmente advirtió la presencia de una lastimada Ekaterina, retraída en un rincón. Con el tiempo que llevaba con ella intuía que no pediría ayuda. Antes reventaría. Por eso caminó hacia ella, oró como hiciera con Dagfinnr y tocando su hombro con suavidad y calidez, dejó que el poder curador de Iomedae ayudara a alguien digna de ello.

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AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POR LA MAÑANA.

Dagfinnr estaba sentado en la silla y le agradeció a Win la curación recibida. -Me encuentro mejor, cierto, dijo apretando con fuerza sus diente. Cada movimiento le recordaba la terrible herida que portaba en el costado. -Aunque no sé cómo sigo con vida la verdad, añadió y por primera vez en tiempo su boca dibujó una amplia sonrisa.

Miró a los allí presentes, y pudo sentir la emoción de la victoria lograda en el campo de batalla. El dolor, el cansancio, incluso la muerte, pasaban a un segundo plano. Y encima de la mesa había un jugoso botín, aunque Dragos insistía en que podía estar maldito.

-Estoy dispuesto a correr el riesgo, dijo alzando el martillo de Uskroth con gran esfuerzo. Luego miró el escudo de acero y sus ojos brillaron. En su mente veía el guerrero que estaba destinado a ser, aunque de momento aquella visión parecía aún lejana.

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DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POR LA MAÑANA.

Dragos escuchó mientras replicaban, aunque sin parecer frustrado o molesto porque se le pusiera en duda. Al fin y al cabo, era totalmente normal, casi un desconocido para ellos queriendo que no disfrutaran de su botín... Además de las propias argucias de aquellos conjuros, claro. 

-Lamento su pérdida, señor Piero-replicó el albino al escuchar al avejentado hombre relatar el destino de su granja, compartido por una buena porción de Trunau. Al menos ese gato, que era mucho más que un gato, parecía estar por la labor de animar al anciano, y quizás hasta podría conseguirlo-en cuanto a mis pruebas... No las hay. Es lo que revela mi análisis, y precisamente es la belleza, supongo, de esta condena: es ladina y esquiva. De algún modo, se esconde de los ojos de aquellos que la buscan... Eh, sin buscar ofender-replicó rápidamente en dirección a Win-lo que explica que sea tan difícil de detectar. Ignoro si alguien podrá romper su embrujo-finalizó. Aunque tanto daba, porque algunos ya habían escogido arriesgarse. Sin duda, pronto habría que cavar más tumbas.