Partida Rol por web

Me cambio los pantalones del pijama, por unos vaqueros muy cortos, y del revoltijo de jirones que hay en un rincón de mi habitación saco la camiseta de tirantes negra, con pac-man y sus amigos en el centro. Frunzo el ceño ¿Ésta camiseta era tan escotada? Hace mucho que no me la pongo.

Me miro al espejo y agito un poco la cabeza, sigo teniendo el pelo empapado pero en mi puta vida me he secado el pelo y está clarísimo que no voy a empezar ahora ese ritual absurdo. Además hace Caloret del Verano (lo siento, tenía que decirlo, y espero que estemos en verano xDD, sino pues me pongo sudadera con la misma ropa).

Busco mis zapatillas, hay una en el bidé y otra en… ¿dónde coj…? ¡Aham! Debajo del sofá, y aún queda el martirio de encontrar dos calcetines iguales, que no huelan a queso de cabrales. Esparzo el montón de ropa.

- Joder, Jydmis ¿En serio no eres capaz de bajar a la lavandería y lavar esta porquería de ropa? Pues no, tengo muchísimo trabajo, y de normal no necesito ni vestirme todos los días. ¡Eres un cochina! – Sí, aham, hablo sola, o con Tachi, claro. Al cabo de unos minutos desisto en mi intento, me pongo un calcetín rojo, y otro negro.

Ahora sí, las zapatillas y… ¿dónde las puse…? Me pongo unas gafas, con cristales sin graduación, pero me gusta ponérmelas, me siento más protegida, me tapan algo la cara, y la gente sigue mirando raro mi tatuaje, pero con gafas siempre pareces más… no sé, más inocente.

Debería quedar algo así:

(xDDDDD Qué mona, parece más pequeña de lo que es, y esta tiene el pelo más largo, pero me gustó éste dibujo).

Recojo mi mochila y compruebo que está todo (lista de antes), miro que la pistola esté cargada (no sé cómo anda la legislación sobre armas de fuego en Japón, la verdad). Suspiro, mirando el papelito que doblo y guardo en uno de los bolsillos de la mochila plagada de chapitas que llevo a la espalda ya.

- Tachi pórtate bien. – me do un beso en la palma de la mano y pongo la mano en la pantalla del ordenador.

- Que la fuerza te acompañe, emperatriz.

Escucho respirar a Vader, sonrío y salgo de casa ¡Ops! ¿Llevo las llaves? Toco el bolsillo de mi pantalón y suspiro.

– sí…

Last Hope Street, la calzada roja, el sol aún en el cielo… suspiro nerviosa ¿Cuánto hacía que no salía de casa? Cruzo miradas con un par de personas, tres como mucho y decido mirar al suelo, la gente me agobia, no me gusta cómo me miran, vale que tener un rayo en medio de la cara no facilita la socialización, pero… ¡No me gusta!

Por un instante se me pasa la idea de volver arriba… venga Jydmis… bufo, agobiada, juntando los tobillos, venga… ¡Mueve el puto culo! Y empiezo a andar, decidida, mirando al suelo, conozco mi barrio aunque no salga mucho, así que voy directa al sitio de los conejitos, el Love Cofee. No me importa llegar antes, quiero verlo, me muero de curiosidad.

Después de acicalarte un poco, a tu manera, agarras el pomo de la puerta con decisión. Cuando sales de tu apartamento/refugio te sientes insegura. Te cuesta cerrar la puerta y quedarte fuera. Piensas en todo lo que dejas dentro, en toda la información que estás borrando, en Tachi, aunque llevas una copia encima. Bajas hasta el portal, y está atardeciendo. A través del cristal que separa el edificio de la calle ves los colores anaranjados del cielo.

Sales fuera, es verano, la temperatura es agradable. Ves a gente ir y venir, la mayoría no repara en ti. Otros te miran, atraidos por tu singular apariencia, sobretodo por el tatuaje en la cara. Eres una occidental, con ojos abiertos y curvas. Por la manera de vestir no llamas nada la atención, lo haces como cualquier chica del barrio, aunque ellas suelen cuidarse un poco más.

Caminas por la acera de tu avenida hasta llegar a la esquina de Last Hope. Allí tuerces a la izquierda, es una calle de tiendas y locales de ocio. Pasas por delante de un karaoke, hay grupos de empresarios que acaban de salir de trabajar y están llegando. Beben y cantan, se divierten después del trabajo. Los ves como si fuesen de otro planeta, son extraños, no les entiendes muy bien. Sigues caminando y llegada a un lugar cruzas, esta calle tiene poco tráfico, hay muchas bicis y pocos coches.

Te detienes delante de The Love Coffee. Una cafetería sencilla, con decoración occidental. Sus dueños han tratado de crear una atmósfera agradable, y esta noche hay citas a ciegas. Un señor que está en la puerta junto a una mesita alta sobre la que hay un libro te recibe en japonés, un idioma que hablas medianamente bien. Se dirige a ti con una amplia sonrisa y una educación extrema:

- Buenas noches. ¿Qué desea la señorita?

En la calle me siento desprotegida. Ando deprisa, mirando al suelo, pero con decisión, giro hacia la izquierda y me topo de frente con un grupo de hombres bebidos que cantan, frunzo el ceño, las costumbres de este lugar no me gustan, me parecen tan ajenas a mí... sin embargo el sushi y los maki son sobervios, y la conexión a la red inmejorable. Empiezo a echar de menos a Tachi cuando me encuentro de fente con la cafetería, entro casi de sopetón, y estoy mirando el sitio cuando el hombre me pregunta. - Ho-hola, - reflexiono un poco las rodillas, bajando un poco la espalda en señal de repeto - venía por las .... citas - sonrío.

No notas ningún cambio en la expresión del señor. Mantiene su sonrisa perfecta y su educación exquisita. Miras hacia dentro y ves que la cafetería aún está vacía, las mesas y sillas están dispuestas de un modo extraño, te recuerda a un campeonato de ajedrez que viste en un video: muchas mesas pequeñas, con dos sillas enfrentadas:

- He de anotar su nombre. Y si prefiere conocer chicos, o chicas, o ambos. ¿Conoce el procedimiento?

Lo observo, sonriendo, algo impaciente, veo que no hay nadie, y que están todas las mesas colocadas de dos en dos, como si fuéramos a jugar torneos de Magic (xDD), o como aquella vez en la que Hulk jugaba al pulso con todos los superhéroes Marvel y uno le ganó. ¿Vamos a echar pulsos? No entiendo nada, pero ya no veo ningún conejo blanco ¿seguro que era aquí? ¿Y si tenía que perseguir al muchacho?

Llena de dudas miro desorientada al hombre.

- Ehm… mi nombre es Sarah Connor- digo el primer nombre que me viene a la mente – y bueno… - quedo pensativa un momento, llevándome el dedo índice a los labios ¿El conejo blanco será chico o chica? – a ambos – sonrío, es la opción más fácil – n-no he venido nunca.

Me llevo una mano a uno de los mechones de mi pelo tocándolo algo nerviosa. Eh, un momento, ¿He dicho ambos? Pero… ¿Para citas? ¿Voy a tener que ligar con chicas? Eh, espera ¿He venido a ligar? ¿Dónde está el conejito? Siento mis mejillas ardiendo, no sé dónde me he metido… yo no sé hablar con las personas…

El señor asiente y anota tus datos con tranquilidad, sin borrar la sonrisa de su cara. Luego te mira y te explica cómo funciona lo de las citas a ciegas:

- Antes de empezar, debe colocarse esto en la solapa de su camiseta. - y te entrega un letrerito con una pinza en la que aparece un conejito blanco y otro negro. - Significa que quiere conocer a personas de ambos sexos. Así los hombres y mujeres sabrán que pueden hablar con usted. Igualmente, cuando usted vea un conejito blanco en la solapa de alguien, significará que esa persona esta interesada en conocer chicas, y podrá acercarse a hablar con él o ella. Quien tenga un conejito negro sólo querrá conocer hombres. En este tiempo podrá hablar con todos los candidatos que quiera, y podrá anotar sus nombres. Más tarde, pasada una media hora, comenzarán las citas. Cotejaremos los nombres que nos de cada candidato, y si hay un interés recíproco, podrán tener una cita a solas en una de las mesas durante media hora con cada uno. Les pedimos que no anoten demasiados nombres, entre dos o tres es lo aconsejable. - Paro y sonrío. - ¿Quiere hacerme alguna otra pregunta?

Si no tienes más preguntas el señor te entrega un lápiz y un cuadradito de cartulina para apuntar los nombres. Y te indica que pases al interior. Aún es pronto y no hay casi nadie. En la barra del fondo hay un chico alto, moreno, con un conejito negro en la solapa de su chaqueta, y una chica negra sentada en un banco alto, vestida con un traje blanco, a la que no consigues verle el conejito.

Atiendo al hombre en silencio, recojo lo que me tiende. - Entendido, muchas gracias - y vuelvo a bajar la cabeza y la espalda levemente en señal de respeto t agradecimiento. Luego ovserbo el local, y me fijo en la mujer que está vestida de blanco en la barra. Me siento perdida y mareada, no sé muy bien qué hacer, ni cómo empezar a hablar, yo normalmente no me dirijo a nadie y... me da mucha vergüenza, la mujer va vestida de blanco, quizás sea ella, pero ¿qué decir? " Hola, eres tú el conejo blanco que me hablaba por el ordenador?". Resoplo, muy nerviosa, me sudan las manos... mis pasos me acercan a la chica de la barra, me siento cerca de ella, y la miro, sin atreverme a decirle nada. Me fijo en su conejo (ejem XDDD) .

Estoy sentada en un banco de la barra, bebiendo un Martini en una copa. Veo que te sientas junto a mí, y dejo que veas el conejo blanco que llevo en la solapa. Por el pinganillo de mi oido sé cada paso que has dado desde tu apartamento. Chispas (el operador de la Logos, mi nave) me lo va describiendo. Llevo aquí un rato esperándote. Apenas te miro, quiero estudiarte antes. Mirando el Martini te hablo, en voz baja:

- ¿Sarah Connor? - y sonrío. Tiene gracia que hayas elegido ese nombre para esta cita. - Mi nombre es Niobe. ¿Sabes por qué estás aquí?

La mujer me mira un instante y vuelve a mirar su copa. Lleva un conejito blanco. Me habla en voz alta, parece que mi nombre le hace gracia, ¿sabrá quién es Sarah Connor? Pero a continuación dice algo.... algo que me deja boquiabierta. Abro los ojos, sorprendida hasta tal punto que me cuesta procesar lo que acaba de decir, así que parpadeo, mirándola. - Así que eras tú las que entraba en mi sistema... - susurro en un hilo de voz, verbalizando el pensamiento que acaba de llegar a mi mente. - ¿Qué es Matrix? - escucho mi voz susurrando, pero hablo casi sin recapacitar nada, mis labios, curiosos, ansiosos por saber, corren q preguntar algo sobre lo que llevo un rato dando vueltas. La miro, fascinada, ella es.... es todo lo que yo quiero ser, es lista, es rápida, llevan años buscándola sin éxito, he pasado noches enteras leyendo sobre ella y la tengo delante, para mí es un honor increible.

Me giro y te miro fijamente. Vas al grano, eso me gusta.

- Si de verdad quieres saber lo que es Matrix, ven conmigo. - estoy muy seria, hago una pausa y continúo - Pero si vienes conmigo ya no podrás volver a tu vida anterior.

Tengo muchas dudas acerca de si sacarte de Matrix o no, de si te adaptarás bien...

- No sé si estás preparada para lo que voy a mostrarte, pero se nos acaba el tiempo. Como sabes, ya te están buscando.

Espero a tu respuesta. Me notas nerviosa. Miro de reojo al camarero, y a cada persona que entra en la cafetería.

A penas lo he preguntado a bocajarro cuando me doy cuenta de lo directa que he sido, y es que no sé dar rodeos, no se me da bien esto de conversar. Desvío la mirada hacia la barra, apartando tímidamente algunos mechones de mi cara. Cuando vuelve a hablarme la miro de nuevo, ahora tengo su atención.

-Vivir es arriesgar – murmuro en respuesta – quiero saberlo.

Estoy decidida, lo digo sin timidez, sin vergüenza, fuerte, decidida, por un instante no parezco la chica apocada y encogida, que camina retraída y aislada. Parece indecisa, está nerviosa, mira de reojo al camarero, a todas las personas que empiezan a llenar la cafetería para tener sus citas. ¿Y si se marcha sin mí?

No. No se irá sin mí.

Mi espalda se yergue sutilmente, pierdo todos los temores y me convierto en una persona de mi edad, que sabe lo que quiere, adulta, seria, responsable…

- Lo sé, probablemente Tachi esté terminando de borrar ahora toda la memoria, incluida la suya propia. No es la primera vez que tengo que salir follada de casa y buscarme la vida en otro sitio – susurro, - estoy preparada. Muéstramelo.

Si se va sin mí no me lo perdonaré jamás, ahora incluso parezco otra persona, yo no soy la adolescente retraida que parezco. O quizás sí, pero no solo.

Asiento sin decir nada, y muestro una sonrisa. Comprendo tu curiosidad. Me levanto del banco y me acerco mucho a ti. Por un momento notas mi aliento sobre tu cuello, puedes oler mi perfume. Te susurro: - No te preocupes por Tachi. Sígueme. Sé discreta.

Paso por delante de ti y me dirijo hacia el interior del local. No salgo, sino que entro más. Coges tus cosas y me sigues. Vamos hacia el pasillo del fondo, donde están los baños. Pasamos la puerta del de hombres, y también el de mujeres. Nos dirigimos a la puerta del fondo, a la que pone "Sólo personal". La abro sin miramientos, compruebo que me sigues, y que lo haces sin miedo. Estamos en un almacén, hay botellas y cajas, una bombilla cuelga de un cable.

Me paro un momento y espero a que Chispas me informe del siguiente paso (tú sólo ves que me toco el oído y que parezco muy concentrada). - Confía en mí. - Te digo con la intención de tranquilizarte. Ahora abro otra puerta, esta pasa del almacén a la cocina. No es muy grande. Los cocineros nos miran, pero siguen a lo suyo. Cruzamos la cocina muy rápido y pasamos otra puerta, ahora estamos en un cuarto de basuras, hay dos contenedores grandes, uno a cada lado. Pasamos entre ellos y abro la última puerta, que da a la calle.

Salimos a un callejón oscuro, sucio, en el que nos espera un coche negro, un modelo antiguo, pero muy bien conservado. Te abro la puerta y te indico que subas.

- ¿Confías en mí?

Níobe se levanta, sobrepasando mi espacio personal, haciendo saltar mis alarmas, abro los ojos, me tenso, no llega a tocarme, susurra, muy bajito, casi rozándome con sus labios. Aguanto la respiración.

Se separa, encaminándose ¿? Hacia dentro del Love Cofee, y entra en el baño de hombres, la sucesión de puertas es inevitable, yo no entiendo muy bien a dónde vamos, la puerta de la calle era mucho más sencilla, lo que también me extraña es que los cocineros y el personal no se extrañe cuando nos ve pasar. Pero la sigo, curiosa, expectante, sin dudas, sin temores, algo nerviosa, desde luego, pero ya nada importa.

De repente se detiene y yo me pego a ella, sin querer, casi tropezando con ella. La miro, espero y asiento, seria y decidida.

- Confío plenamente en que sabes lo que haces. – Y de verdad lo hago, todo es tan extraño, que me abandono a ella.

Al final, la última puerta da a un callejón oscuro, en el que un coche negro nos espera, estoy mirando lo bien que lo conservan para tener los años que tiene, me quedo ensimismada hasta que oigo su voz de nuevo, sacándome de mí misma, la miro, veo la puerta abierta. Asiento enérgicamente y entro en el coche.

Una vez en el coche me quito las gafas, y las meto en la mochila.

Entras en el coche y yo lo hago tras de ti. Nos sentamos en el ancho asiento de atrás. Delante está sólo el conductor.

- Este es Ghost. Un compañero de la resistencia. Nos llevará a un lugar seguro.

Ghost pone en marcha el coche, y acelera. Empezamos a recorrer la ciudad a toda velocidad. La noche le confiere un aire mágico, las luces, los negocios, la gente... todo parece más irreal que durante el día.

- Jydmis. ¿Sabes por qué estamos aquí? Hemos venido a rescatarte. A rescatarte de esta vida que sabes, o al menos intuyes, que no tiene peso, que no tiene contenido. Sabemos el vacío interior que sientes, y creo que sabes por qué. - Hago una pausa. - Matrix. Sé que buscas una respuesta, igual que yo la busqué un día. Cuando Morfeo me encontró me mostró la verdad. No te voy a mentir, la verdad no es fácil de asimilar. Si vienes conmigo te moestraré esa verdad, pero ya no podrás volver a este mundo, a esta vida. Si vienes conmigo te convertirás en una proscrita para siempre, tu vida será difícil, pero será real. (Sigo hablándote sobre nosotros, sobre la resistencia, sin revelarte todo, pero sí haciéndote saber que estás a punto de tomar la elección más importante de tu vida).

Ghost para el coche enfrente de un edificio antiguo, abandonado. Bajamos del coche, y por primera vez ves nuestras armas. Sabes que somos peligrosos, o que al menos así nos consideran todos los organismos de seguridad del planeta. Has leído mucho sobre nosotros, sobre nuestras fichas oficiales y sobre las no "oficiales". Sabes de nuestro trabajo, y compartes nuestra "labor". Eres una de nosotros, te sientes una de nosotros. Cruzamos el tramo del coche a la puerta del edificio y entramos.

Todo está sucio, abandonado, lleno de polvo. Una luz tenue ilumina todas las estancias, una luz homogénea. El edificio es una casa amplia, lujosa, que debió pertenecer a alguien rico hace bastante tiempo. (En realidad esta casa ha sido diseñada por Chispas para ti, para que te sientas cómoda. Sabemos cómo hacerlo, pues te hemos observado durante años). subimos unas escaleras que ascienden por la doble altura del hall. Entramos por una gran puerta al salón. Ghost se queda fuera, y cierra.

El salón es amplio, está más limpio que el resto de la casa. Una chimenea chisporrotea y caldea agradablemente la habitación. Frente a ella dos sillones, uno frente a otro, con una mesa entre ellos. Sobre la mesa, un vaso de agua. Me siento en uno de los sillones y te invito a que te sientes en el otro.

Durante unos segundos te observo, callada. No has dicho casi nada durante todo el camino. No sé si estás asustada, o si te arrepientes de habernos acompañado hasta aquí.

- Aquí estamos seguros. Aunque no por mucho tiempo. ¿Tienes alguna pregunta? ¿Quieres decirme algo?

- Hola Ghost.

Saludo al conductor mientras me guardo las gafas, ya no me importa cómo se me ve, me da igual tapar mi cara o no, me siento irónicamente segura con los criminales más buscados del planeta.

Los negocios resbalan sobre el cristal de las ventanas, mientras el coge acelera, huele a pino, y a cuero.

Níobe empieza a contarme algo que ya sabía, aunque no me explica qué es Metrix y eso me obsesiona desde que lo leí en la pantalla. Yo atiendo en silencio, mientras ella dice que no podré volver atrás jamás, y a  mí me hace gracia, yo también soy una criminal buscada, me dedico a crear mierda para joder a las grandes compañías, me dedico a modificar armas para que sean más letales, y tan es así que ya estoy en el centro de su diana ¿atrás? ¿a dónde? No, no quiero volver atrás, quiero correr hacia adelante, ahora más que nunca. He leído sus fichas policiales, tenía 13 años la primera vez que leí el  fichero de la CIA, y por primera vez no me sentí sola, ahora están aquí, han venido a por mí. Sé que es arriesgado, no soy una loca que arriesga sin más, bueno quizás un poco sí, pero soy consciente de que mi vida está en juego, y creo fervientemente en lo que dice. Cuando veo sus armas no puedo evitar sonreír ligeramente.

Llegamos a un edificio cochambroso, socio, abandonado, ruinoso… yo me siento como en casa, lo observo todo curiosa hasta llegar al salón impoluto, con la chimenea encendida, me siento frente a Níobe, apartando un mechón de mi cara, siempre voy con las greñas despeinadas. Gohst se queda fuera.

El entusiasmo no me cabe en el pecho, y martillea todo mi cuerpo, pugnando por salir.  Ella me mira en silencio, yo le devuelvo la mirada, incluso sonrío, como cuando sonrío porque me he colado en la CIA, y les suelto un bonito regalo que formatea el sistema y los deja out unos días, pero esos cabrones tienen copias de seguridad. Así que sonrío, orgullosa, es todo un honor estar aquí, casi no puedo creer que de todos los piratas que pueblan el planeta, hayan venido a por mí.

Cuestionar, cuestiono muchas cosas de todos los misterios que me ha dicho, pero ¿sabes qué? Quiero, quiero ir, llevo esperando este momento desde aquel día en que, intrigada, me colé en la base de datos del juzgada, desde aquel día que logré colarme por la puerta de atrás en la base de datos del FBI, desde el virus que vendí por cuatro duros. No he decidido, porque no es una decisión, este es mi destino. Y todo eso, se refleja en mi expresión, o al menos una idea.

- Voy contigo – murmuro con decisión -¿Qué le pasará a Tachi? – Es la única pregunta que hago, quiero a Tachi, lo quiero más que a nada en el mundo - ¿Puede venir conmigo? Muéstrame dónde vamos, ya basta de bla, bla, bla. - soy directa, nunca he sabido dar respuestas políticamente correctas.

Al ver la seguridad con la que aceptas, el arrojo, la valentía... sonrío. Te miro fijamente y sonrío. Me recuerdas a mí hace unos años. Esa juventud, esa energía, esa determinación.

- No te preocupes por Tachi, podrá venir con nosotros. No perdamos más tiempo.

Extiendo mi mano hacia ti y la abro. En ella tengo una pastilla roja, transparente. Luego extiendo la otra, en la que tengo una pastilla azul. (Es el primer paso del protocolo de extracción ideado por Morfeo, algunos capitanes lo seguimos porque nos gusta el ritual).

- Si te tomas esta pastilla roja vendrás con nosotros y ya no habrá vuelta atrás. Tu vida cambiará para siempre.

Hago una pausa.

- Si tomas la azul, mañana despertarás creyendo que todo esto no ha sido más que un sueño. Y no volveremos a vernos.

Hago otra pausa.

- Recuerda que sólo te ofrezco la verdad.

Sonríe, pegándome su sonrisa, lo que responde me alegra y mi sonrisa crece entusiasmada. Ya no queda nada más que decir entonces.

Miro sus manos cuando las abre, habla pausada, tranquila serena, yo voy directa a la pastilla roja, la trago con saliva.

Es extraño, me siento más tranquila, me siento acompañada, me siento como Alicia cayendo en la madriguera del conejo, me siento como debía sentirse Howard Carter mientras siguiendo su destino, ponía sus manos en el sarcófago del perdido Tut-ankh-Amón, me siento como se debió sentir Starbuck cuando logró arrancar la nave cylon.

Siento la pastilla bajando por mi tráquea, ya basta de sentimientos ¡Quiero saber qué es Matrix!

Coges la pastilla roja casi antes de que acabe de hablar. Lo tienes clarísimo. La tragas sin usar el vaso de agua que hay en la mesa. Rompes las reglas, tienes tus propias reglas. Creo que encajarás bien entre nosotros. Mientras pienso todo esto sonrío, y te miro con admiración.

- Vamos. - Digo mientras me levanto. Me vuelvo y camino hasta la puerta que hay detrás de mí. La abro, y ves una camilla algo extraña y muchos ordenadores y pantallas alrededor, con medidores de signos vitales y más cosas que no comprendes. Ghost está ya allí.

Te indico que te tumbes. Lo haces y atamos tu cuerpo con correas a la camilla. - No te preocupes. Relájate. - Notas mi voz preocupada. No sabes lo que hacemos. Pero ya no puedes moverte. Ghost te inyecta un líquido plateado. Empiezas a tener alucinaciones muy raras, las leyes de la física parece que empiezan a dejar de cumplirse.

- Esto es un programa diseñado para rastrearte. Mantén la calma, pronto estarás con nosotros. - No entiendes nada de lo que digo. Estás asustada. Tienes sensaciones como de drogada, ves cosas que no pueden ser reales.