Partida Rol por web

Habla más despacio, yo sueca. Digo a la japonesa pues a duras penas saco la idea general de su largo discurso, de repente unas banderas vienen a mi mente y sacudo la cabeza algo confusa, crep que tenía que ver con lo que la japonesa trataba de decirme.

Alguien más se une a la conversación hablando en  ingles.

De este sitio, solo sabemos que hay gente de muchos lugares, yo soy sueca, ella japonesa... no sabemos ni donde estamos... Digo preocupada en un ingles flluido aunque con acento nordico. Cuando Nora me pide que le traduzca asiento y le sonrio respondiendo de nuevo en japones. Lo intentaré, mi japones no muy bueno.

Como la gente se va vistiendo paso mi mirada por las paredes y veo dos puertas, una de ellas parece tener alguna inscripcion aunque no distingo que pone.

La puerta. Digo señalando y diciendolo en ambos idioas. Creo que pone algo

Dodo se pone sobre mis hombros mirando por encima de mi cabeza, mientras hago un gesto para que me sigan hasta la puerta para tratar de averiguar que pone.

Asiento y la sigo. Ya el barullo empieza a ser enorme. Afortunadamente ya entiendo a muchos y eso ayuda bastante a que esto no sea un galimatías en mi cabeza. Lo malo es que ahora que les entiendo es más dificil centrarse en mi propia voz interior. La chica del pelo blanco comienza a ponerme nerviosa

Me mira como si me examinara de arriba a abajo.

Concentro poder en ella para averiguar todo lo que pueda, aunque sin mirarla en ningún momento.

¿No deberíamos despertarles?- comento mirando a los que siguen KO.

Recuerda, en inglés.

¿Wake them up?

Fruncí el ceño mientras contemplaba por unos pocos segundos más a aquellas personas, en aquella habitación, cada uno en un punto diferente de la misma. Clavé mi mirada en las cajas, algunos ya se habían acercado y se estaban vistiendo. Dentro había ropa, pero... ¿qué necesidad de dejarnos desnudos y no vestidos directamente? Tampoco era momento para ponerse a resolver dudas.

No lo pensé más, y me impulsé colocando las palmas de mis manos en el frío suelo de aquella luminiscente habitación. Caminé con decisión, repitiendo en mi mente unas palabras: No hay nadie más.

─Maldita sea, he ido a mil playas nudistas, pero esto es de enfermos, completamente enfermos. Esta gente está mal de la cabeza ─pensé mientras destapaba la caja con mi nombre y ésta salía volando hacia atrás─ rematadamente locos. ¿Qué es esta mierda, una pulsera?─

Me vestí tan rápido como pude, con el cuidado suficiente de no ponerme nada del revés, y observé con curiosidad la pulsera. Descarté la opción de colocármela, era muy paranoica con esas cosas, no obstante la mantuve entre mis dedos sujetándola y utilizándola como entretenimiento y distracción para evadir al resto de personas.

Retrocedí hasta la pared y de camino pateé la caja que había tirado. Vaya basura. Apoyé mi espalda en la misma y continué prestando toda mi atención a la pulsera, mirando siempre hacia abajo.

Tomando de buena gana el comentario de Iñigo. 

- Hu, no te das idea, todo gracias a una canción de la infancia. 2 y 2 son 4, 4 y 2 son 6, 6 y 2 son 8 y 8, 16. - comento sonriendo. - Ah, así que un vecino fronterizo. ¿De que parte de Chile? Yo soy de Córdoba, bien en el centro de Argentina. Y soy Luis, Luis Roggio. 

Observo que una rubia se acerca, callada, a tomar una de las cajas, a la cual le hago una pronunciada sonrisa. Si tenía que evaluar a los presentes, creo que es la que más destaca de entre todas las mujeres. 

De a poco nos vamos despertando todos, no se si todos aquí están por voluntad u obligados. Espero que me den una buena razón por haberme dejado inconsciente cuando los acompañe sin oponer resistencia ni traté de escapar... teóricamente. 

Me había quedado en silencio, con los ojos cerrados, escuchando las conversaciones a mi alrededor. Distintas voces, hombres y mujeres, hablando en distintos idiomas. Todo el mundo parecía al menos tan confuso como yo misma, especialmente ante la voz que escuchaba en mi cabeza, y que no parecía que fuese solo yo.

Abro los ojos mirando a mi alrededor. Encontrarme desnuda me incomoda por lo que mi primer instinto es cubrirme, sin embargo es solo porque al abrir los ojos todo se ha vuelto real, pues llevo bastante tiempo tumbada así. No sé si este es el lugar al que pretendían enviarme mis padres, pero de lo que si estoy segura es de que no me gusta.

Me dirijo hacia las cajas y busco entre las que siguen cerradas mi nombre. Cuando lo encuentro saco la ropa y me visto. Guardo el auricular en el bolsillo y me siento apoyada en la caja mientras examino la pulsera.

Desgraciadamente la chica asiática parecía que no manejaba mucho el inglés “Vaya pues nada” Pero vi algo que me hizo gracia y sonreí al ver a una chica rubia con una especie de monito en el hombro, era bastante mono y verlo relajaba. Aunque no podía evitar mirar aquel sitio, aquella caja “No creo que quieran matarnos” Pensé, dado que sería demasiado complejo y estúpido, cuando puedes meter una bala en la cabeza de uno y luego deshacerte del cuerpo.

Me rasque la cabeza y decidí tomar parte de la caja para ponerlo en el suelo y sentarme, así evitaría que se me congelara el trasero, apoye la espalda en la pared y luego solo cerré los ojos esperando “O nos abren la puerta, o vienen a buscarnos o alguno de estos tendrá la llave”

Tras ponerse el atuendo y los accesorios Iñigo se mantiene atento mirando su entorno, sobre todo concentrando la mirada y de manera cautelosa, en los cuerpos de las chicas que iban quedando desnudas y que ahora se vestían.

De pronto Luis sigue hablándole, por lo que Iñigo lo mira.

- Soy de Santiago... Bien, creo que nos tendremos que llevar bien, somos los únicos que hablamos español parece...

Luego de decir eso, Iñigo analiza su entorno y se percata que el resto se encontraba desorientado con el lugar. - ¿Acaso no saben que es esto?, parece que fui el único que ingresó de manera voluntaria.

- Hey Luis... Dice mirando a su alrededor. - ¿Como llegaste acá?

Mi semblante de tipo simpático se opaca un poco, más trato de disimularlo lo más posible ante la pregunta de Iñigo.

- Una estupidez de mi parte y una oferta de unos tipos que no pude rechazar - digo al respecto, recordando el video que habían llevado para demostrar que el que aparecía allí era yo y no podía refutarlo. - Pero parece que no todos hemos aparecido aquí en forma voluntaria. - comento mirando al muchacho que había golpeado las paredes hacía unos momentos. 

Prácticamente todos lo miembros de la sala se habían acercado a las cajas del centro, al parecer contenían ropa y una especie del pulseras o brazaletes electrónicos. Me di cuenta que era de los pocos que aún seguía desnudos, así que decidí acercarme a por una de las cajas y vestirme para no llamar mucho la atención. Los mensajes de la chica asiática que hablaba en inglés seguián proyectandose en mi mente, por suerte conseguí acordarme de lo que significaba una de las expresiones, "Keep calm", un compañero de clase llevo un día una camiseta con ese mismo mensaje, me explico que significaba algo como "tranquilízate" o algo así, no lo recordaba muy bien, pero al menos era buena señal.

Algunas personas de la sala ya habían empezado a comunicarse, aunque no entendía ni jota de lo que hablaban, además la mayoría parecían bastante más mayores que yo, lo que me hizo sentirme más vulnerable y asustado de lo que ya estaba.

Me acerqué con paso tembloroso (aunque rápido) al centro, tapando con mi mano izquierda mis "intimidades" y sin levantar la vista del suelo. Al fin llegué a la mesa y pude observar que cada caja tenía un nombre, así que busque rápidamente la que tuviera el mío, además, allí había un tipo alto con expresión seria que para ser sincero, me intimedaba un poco. Al fin conseguí encontrar mis cosas, aunque con las prisas me puse la camisa al revés, por suerte me di cuenta y pude arreglar el patinazo. También cogí la pulsera y algo más, lo que parecía una especie de auricular. Me alejé rápidamente del centro hasta mi posición inicial, sin ponerme la pulsera ni el auricular, ya que algunos miembros de la sala no se las habían puesto y eso me hacia desconfiar.

Así que me quedé allí de pie, expectante, a la espera de que el que nos hubiera metido en aquella sala se manifestara.

Cuando Iñigo se pone el auricular nota un pequeño pinchazo, durante unos segundos se marea pero nada especialmente fuerte, a partir de ese momento siente como puede entender lo que dicen cuando hablan en ingles, sin embargo, el mismo no puede hablar en ingles, es como si tuviera un minitraductor que le decía lo que hablaban

Todos pueden ver como las pulseras realmente son normales, nada especialmente llamativo, nadie diría siquiera si están encendidas o apagadas. Cuando alguien se las pone tres lucecitas azules parpadean durante un segundo, nada mas sucede.

Los que se acercan a la puerta pueden ver como la inscripción esta en varios idiomas (todos la podéis entender) y pone:

“Al mundo llegamos sin nada, y sin nada debemos renacer, sin posesiones materiales, con solo nuestra habilidad y potencial, por el ello el día de nuestro renacimiento debemos estar como cuando llegamos al mundo por primera vez contando solo con nuestro potencial”

La puerta parecia normal salvo por el hecho de ser totalmente blanca, incluso el pomo era blanco

Mire la pulsera mientras estaba sentado, me recordaba a esos collares que ponían a los delfines o tiburones los científicos que solía ver en sus barcos, para estudiar sus movimientos y costumbres. Era algo que no me extrañaría dada nuestra forma de llegar al lugar.

La inscripción de la puerta aunque era algo misteriosa, me hacía pensar que aquello seria alguna especie de prueba, por la insistencia de mentar nuestro potencial “Me temo que tendremos que usar nuestros poderes para salir de aquí. Si eso va ser divertido” Me dije, aunque me quede sentado cómodamente esperando, lo mejor era no destacar en nada, simplemente ser una hormiguita más.

Llego a la puerta y leo un galimatias que bien puede ser de una especie de secta... tal como llegué hasta aquí tampoco me extrañaría, sigo aterrorizada así que sin pensarlo trato de abrir la puerta nerviosa y ansiosa solo se que quiero irme de allí. Lo hago con fuerza, toda la que tengo que tampoco es demasiado, pues mucho me temo que va a estar cerrada que no saldré de allí de una manera tan fácil...
 

Al leer la puerta me quedo pensando en la adivinanza. La parte de al mundo llegamos sin nada, y con nada debemos renacer es bastante obvia, quiere decir que tenemos que valernos por nosotros mismos, sin depender de nada. Tras pensarlo, decidió que era hora de vestirse. Asi que, fue a donde una caja, y como si se lo esperase, cogió la camiseta y el pantalos, aunque le hubiera gustado más un esmoquin de su talla. También había una pulsera en la caja, y ya habia tenido una mala experiencia con pulseras luminosas, por lo tanto, simplemente la guardó en el bolsillo mientras decidia que hacer, en respecto al auricular, lo miro, y se lo puso, esperando escuchar algo o a alguien decir algo de utilidad para saber que estaba pasando ahí.

Miro a mi alrededor y descubro la puerta blanquecina con ese lema tan raro, ¿un hospital…un psiquiátrico? Pensaba para mi misma.

Fui directamente a la puerta donde una de las chicas con las que hable antes estaba intentando abrirla.

-disculpa, ¿me dejas intentarlo?-pregunto para que se aparte pues no quiero lastimarla.

Me pongo en posición para propinarle a la puerta una patada alta y así abrirla.

Veo como ahora la gente parece estar reuniendose en la puerta donde puedo apreciar un cartel en el que no había reparado hasta ahora y me decido a acercarme y ver que es.

Despues de leerlo me vuelvo a retirar mientras veo a una chica con un extraño animal al lado intentar abrir la puerta sin conseguirlo, -no creo que sea tan facil escapar de aquí por lo que pone en ese cartel, pero hizo bien en intentarlo-

Se me ocurre una idea, es bastante arriesgada, pero como cuando dije que sí a ir a la OMCEM no creo tener mas opción y mejor hacerlo pronto asi que suspiro y me pongo la pulsera de la que se enciende una luz que luego se apaga, luego de hacerlo me arrasco la espalda por dentro de la camiseta.

El tiempo seguía transcurriendo, y lo único interesante que parecía ocurrir en la sala era que un pequeño grupo estaba intentando abrir la puerta. Mientras yo seguía sosteniendo la pulsera y el auricular, dudando sobre que hacer con ellos -La curiosidad mató al gato- me decía a mi mismo, pero estaba claro que si continuaba esperando una respuesta debería empezar a colaborar con la gente que nos había encerrado. Así que tragué saliva, respire hondo y me puse la maldita pulsera en la muñeca izquierda y el auricular en el oído derecho.

Tal vez así sucediera algo nuevo de una vez, porque aquella situación empezaba a resultarme agobiante y puede que al final tuviera que mostrar al resto de la sala mi pequeño-gran secreto, al fin y al cabo, que suponía una cosa rara más en aquella situación?

Livia observó los intentos de unos cuantos por salir de allí ¿para ir a dónde? ni siquiera sabían dónde estaban. Alguien les había llevado hasta allí, en su caso, en contra de su voluntad, ella no quería estar allí, la habían "cazado", drogado y llevado allí para dejarla con otro montón de personas que parecían estar tanto o más perdidos que ella misma. En su opinión personal estaba presa, encerrada, y eso no le gustaba. 

Nadie le había dado explicaciones de nada, y no consideraba que ella debiera hacer nada para dar satisfacción a nadie, no tenía nada que demostrar, nada que descubrir, nada que hacer ni ningún sitio al que ir. Suponía que alguien los estaría observando, anotando sus reacciones o algo así. Eso la puso enferma, pero reprimió demostrarlo con gestos de ningún tipo. 

Si los habían llevado allí debía ser porque algo querían de ellos. En algún momento tendrían que ponerse en contacto para tratar el tema. Hasta entonces, ella no pensaba hacer gran cosa si es que no se veía fuertemente obligada a ello.

Alguien decidió mover el pomo de la puerta y noto que giraba, rápidamente un golpe en la puerta, una patada demuestra que realmente era robusta, pero no se movio ni un milímetro, no fue hasta que el pomo termino de ser girado que esta no se abrió, revelando la presencia de un hombre, el hombre llevaba puesto un traje totalmente blanco donde solo destacaba una corbata roja, tenia los dedos pegados los unos con los otros sin llegar a cruzarlos y mantenía una mirada seria, al verles sonríe levemente y dice en ingles con un marcado acento frances:

• Buenos días… si son tan amables aquellas pegsonas que no se han puesto los auggiculagres de ponegselos… asi podgan entendeg el ingles…

El hombres les observa a todos, realmente estaba tranquilo, la tranquilidad que da saber que tiene todo bajo control, les observa durante unos segundos y dice:

• Bienvenidos sean mi nombge es Frank Lagrange… un placeg

Aquellos que deciden ponerse los auriculares notaran un pinchazo en el interior de su oído y como entienden lo que les hablan en ingles como si tuvieran a alguien traduciéndoles lo que les dicen, pero ellos hablaran en sus propios idiomas además sin ese auricular no entenderán nada más que sus idiomas natales

Sentado desde mi posición observaba como algunos intentaban abrir la puerta a base de patadas, hasta que a alguien se le ocurrió girar el pomo sin más. Sonreí cuando se abrió de esta última forma. Vaya genios... Tras la puerta se encontraba un señor, vestido con un traje blanco. Ya sabemos qué color es la moda por aquí. Dejé que acabara su presentación por educación pero me sentía molesto por sus palabras y el trato que nos habían dado sin explicarnos los motivos por los que nos encontrábamos todos aquí.

— Bienvenidos dice, qué cachondo —protesté con sarcasmo en un inglés sin apenas acento—. Después de quitarnos nuestras cosas y desnudarnos, claro claro... —continué por lo bajini—. Hey, Frank, ¿por qué no nos dices la razón de que nos hayan traído aquí?