Partida Rol por web

Y ya estamos en la segunda ronda! La cosa se va poniendo cada vez más complicada y solo los mejores tienen opción a llegar arriba. Y para ayudarme a comentar esta pelea tengo a Sasquatch Sid Tucker junto a mi. ¿Algo que decir antes de que empiece la sangre, Sid?

Esta va a ser la pelea de la bestia contra el más bestia jeje

Buen juego de palabras ¬¬U

Gracias, Buzz

La verdadera revelación de la primera ronda, el licántropo. ¿Quién iba a decir que podría borrar del mapa a todo un primigenio como Cthulhu? Y más aún en el penoso estado en que se encontraba tras recibir duros golpes por parte de su rival. Sin embargo, un certero bocado le ha permitido llegar hasta aquí.

Y el más bestia de todo el torneo, el Ogro ya ha dejado atrás los escombros del gólem, a quien todos ponían como el más duro de los participantes, pero los puños de Ogro han demostrado que pueden con todo. Lo cierto es que tengo que decir que es mi favorito, su estilo para repartir leches me recuerda a mis años mozos en los que me dedicaba a partir mandibulas en bares de carretera los días que no tenía que luchar. Qué tiempos aquellos...

Pero me dejaré de nostalgias que a nadie interesan. Lo que queremos ver es a estos dos luchadores darse de tortas.

Y a eso vamos, Sid. Ya está el arbitro arriba esperando a los contrincantes.

Quiero una pelea todo lo salvaje y entertenida que podais. Aquel que me aburra será penalizado y el que me parezca divertido premiado. Esa es la única regla, ¿de acuerdo?

El ogro llegó arropado por dos managers-entrenadores que le habían surgido de repente, esencialmente dos espontáneos del público, que le habían puesto una toalla en los hombros (encima del gabán) y lo acompañaban. Hasta le habían puesto un puro en loa boca y se lo habían encendido, de modo que arqueó una ceja confuso pero se dejó llevar, fumarse una faria antes de matarse a palos no era precisamente una contraindicación en su mundo. Y le estaba gustando lo de tener a gente matándose por llegar a sus camerinos, podía hasta elegir y se ve que nadie los echa de menos allí de donde vienen. ¡Todo beneficios!

Se agarró a las cuerdas y entró, con toda su cachaza, su corpachón y la barrigaza que tenía. Seguía fumando mientras se encontró con su oponente. ¿Qué coño...?

-¿Feroz? ¿Eres tú? -preguntó- ¿Qué puñetas haces aquí?

No podía dejar de pensar en su anterior adversario, tan gigante, tan poderoso, tan... ¿la suerte del principiante? No debía distraerse, era una bestia primigenia, era un licántropo, era... ¿contra quién le tocaba? Lo había olvidado... pero ya era tarde... aún magullado se dirigió al ring... el ser novato, los nervios del primer combate no le habían dejado fanfarronear... era un luchador... era una bestia... la temible bestia que todos temen cuando sale la luna...

Corriendo a cuatro patas corrió por el pasillo en dirección al ring y con un potente salto entró en el cuadrilátero. Lentamente aulló mientras se erguia todo lo grande que era... girando sobre sí, con los ojos cerrados y elevando cada vez más y más los poderosos brazos...

Rápidamente giró su cabeza lupina hacia su contrincante pues la sorpresa se oía en sus palabras...

Tú!!! - rugió - tú eres... De todos los monstruos habidos y por haber y me tocas precisamente tú...

¿Feroz?

Parecía reconocerle, pero... se le veía mucho más vicioso que otras veces, y no precisamente feral, sino con una especie de salvajismo contenido. ¿Le habría pasado algo en estos años? Era como un perro rabioso al que hubiese que meterle un tiro, cuando siempre había sido... bueno, exactamente eso, pero contenido. Astuto. Y bastante capullo por lo general en cuanto convenía a chotearle a su comida. Nunca había entendido esa necesidad de colarse con engaños, y lo había dicho mil veces; se pone uno a vivir en el bosque y acaba viniendo la comida por la puerta. ¡Si es que la gente se complica sin necesidad!

-Ya, bueno, dímelo a mí. Me mandó la parienta porque se me estaba haciendo al sillón, y ya sabes, no va a ser nada personal... -se hizo crujir el cuello- Pero no quiero que me muerdas. No paro de oír fábulas sobre que a quienes muerdes se convierten en lobos. Tío, las fábulas modernas son raras.

Y dicho esto, se quitó el gabán mostrándose en camisa corta, esperando a que Feroz (que si seguía siendo él se había cambiado de nombre) se acercase para lanzarle el gabán encima, haciéndole trastabillarse con él. Pero claro, eso sólo era el entrante, después de la ropa, mientras luchara para quitársela de encima, vennía la suela estampada contra el pecho del lobo, una patada de esas que hacen historia.

Tan pronto llegó la sorpresa como se esfumó al oír el sonido de la campana, aún asombrado actuó tarde... el ogro le lanzó la ropa encima para taparle la visión, no podía perder el tiempo quitandosela, sabía que estaría demasiado desprotegido, sabía que lo estaba...

Ferozmente se abalanzó, casi por instinto, hacia el oponente. Tentando a la suerte y confiando en ella para poder alcanzarle, era un ataque estúpido, era una acción casi desesperada y el combate no había hecho más que comenzar. Se lanzó donde estaba su adversario antes de quedarse sin visión, intentando acabar con él de un solo golpe... con sus poderosas mandibulas... atravesaría ropa, carne y músculos... debía llevar la inciativa, debía ser salvaje, brutal y eficaz...

Salvaje y brutal fue. Eficaz, no tanto.

Pero no es la culpa del lobo, realmente. Su oponente era también salvaje y brutal y además tenía la ventaja de la distancia y de la inercia que ya llevaba su patada. El lobo pudo sentir la suela de la bota estampándose en su pecho y a continuación toda la fuerza de la pierna que le acompañaba, estampándole contra las cuerdas, haciéndole rebotar, en lo que podía aprovechar para zaherir al Ogro en un remolino de aceradas zarpas y colmillos.

No se le había ocurrido eso. Tenía que pararlo de alguna forma, con toda la velocidad que tenía, así que estiró el brazo.

Aturdido, dolorido... rebotó contra las cuerdas pero en apenas unas milésimas se rehizo, o eso pensó... aún le palpitaba el pecho, la respiración le llegaba en apenas un hilo, los pulmones gigantescos no estaban completamente hinchados pero debía aprovechar la ocasión... al revotar contra las cuerdas se impulsó gracias a ellas y ayudandose también con sus garras... Directo hacia la bestia, si no la dañaba, al menos ambos chocarían y tal vez tuviese una ocasión de llevar la iniciativa...

Y no, en realidad no.

Chocar contra el Ogro no era una experiencia agradable, el tipo era GRANDE. Era como chocar contra un muro de ladrillos; peor, porque el muro de ladrillos propiamente dicho había perdido contra él. El ogro era grande, potente y poderoso, y sabía exactamente cómo aprovecharse de ello.

Lo que no era era precisamente un fiera calculando las distancias (el parche tampoco ayuda) y por eso el lobo estuvo a punto de irse pasando por su lado en lo que podría haber sido un momento muy incómodo. Pero bastó estirar el brazo izquierdo para convertir una incomodidad en un momento espectacular en el que el ogro dejó que fuera su propio rival el que se estampase contra él. ¡Eso tenía que doler!

Y ahora el lobo estaba en el suelo y el Ogro arriba. Y pesaba varias arriobas en canal. Eso podían ser malas noticias para él, si no se movía rápido...

La cabeza le daba vueltas, la lengua lupina le sabía a sangre... Todo había pasado en apenas unos segundos, recordaba haber salido al ring y sorprenderse de ver al rival y ya estaba en el suelo, aturdido y herido... Ahora acudió un horrible pensamiento a la cabeza... ¿Realmente hice bien al apuntarme a este torneo? Tan tranquilo como estaba en mi bosque... Pensó para sí mismo... Necesitaba un respiro y lo necesitaba ya...

Como un perro apaleado se movió rápidamente y agarrandose a la cuerda más inferior con impulso salió del ring y se dirigió al público mientras gritaban y aullaban por la paliza que estaba sufriendo... sin pensarselo vió a un enorme monstruo con un bocadillo tan grande como él mismo o incluso más... salivó, se olvidó de su contrincante y se abalanzó sobre el enorme y grasiento bocadillo...

...por desgracia, nunca llegó a poner sus pezuñas sobre él. Una manaza había hecho contacto sobre su pierna, y ahora iba a estamparse contra el suelo. O no, porque ahora veía el techo. El suelo. El techo. El suelo. El techo. El suelo. El techo. Para cuando en el cerebro centrifugado se grabó la idea de que estaba siendo girado como una maza por el brazo del ogro, era demasiado tarde y salió fulminantemente despedido hacia el público, en un sector de bancos que andaba parcialmente desierto (ahora). Y si no, que se jodiesen los del público, no haber ido a ver un espectáculo de violencia in justificada y en las primeras filas. Si es que hay quien se lo gana a pulso.

-Feroz. Venga, hombre, todavía tienes tiempo de rendirte.

Echó mano a uno de los escombros que habían quedado de la batalla anterior. Sólo tuvo que tirar... y tirar... y conseguir tras un gemido y separarse un poco una tubería vieja de hierro con un trozo de cemento como montera, tan grande como un garrote y que tenía que abarcarse con los dos brazos.

Y no era plata, pero seguramente podía producirle una muerte verdadera con el bastante esfuerzo. O eso o hacerle desear encarecidamente ser capaz de tener una.

-Última oportunidad, tío. No es como que se lo vayan a tomar personal, ¿qué coño te importa esta gente?

El Ogro era un buen amigo, chapado a la antigua. Claro, no estaba por encimka de por asuntos de negocios destrozarle la cabeza con una maza, pero insistimos. Algo chapado a la antigua.

Aturdido, herido, masacrado... preguntas como ¿dónde me metí? ¿qué hago aquí?... volvieron a surgir, algo pasaba por su mente, no podía desconcentrarse con viejos recuerdos, debía centrarse, lo necesitaba, necesitaba pasar a la siguiente ronda, necesitaba el premio, debía volver a ser humano, dejar su vida, rehacerla... con un deseo sobrehumano más que con fuerza se incorporó lentamente. Estaba entre el público y el ogro se entretenia en los escombros, seguramente agarrando algo para acabar el trabajo... era la suya... estaba despistado.. no había llegado por su propio pie pero estaba entre el público... su olfato se puso en marcha, buscando alimento, buscando energías, buscando cerrar heridas...

Y no se pasó. Suspiró mientras el lobo se levantaba, trazando un arco que le golpeó una rodilla, y la otra, y toda la inercia que sobraba le llevó varios metros a otro lado mientras todo el público gemía y gritaba y aullaba por el espectáculo gratis. Y mientras, el Ogro, con la tubería en sus manos que hacía girar para desentumecerse los dedos mientras se acercaba a Feroz. No tardó mucho, tenía una zancada larga, ni siquiera le hacían falta las botas.

-Tsssss...

Sufría, estaba sufriendo, sangrando y herido como jamás lo había estado... las fuerzas le fallaban, la energía también, incluso pensar en su anterior vida, en la vida que deseaba olvidar era doloroso para su sangrante cabeza... los recuerdos se esfumaban rápidamente... apenas podía respirar, era en lo único en lo que estaba concentrado... respirar... respirar... para seguir en pie... para intentar seguir levantandose... los golpes de la tubería era lo más doloroso que había vivido... tenía nada más y nada menos que al inmenso y poderoso Ogro ante él...

Se levantó una vez más, uno de sus ojos estaba cerrado debido a la hinchazón y a la sangre que le cubría casi todo el cuerpo... torpemente, sin cabeza, sin apenas energía ni esperando conseguirlo... se abalanzó con las últimas fuerzas que le quedaban hacia él... tenía que conseguir llegar encima de él, tirarlo al suelo, alejarse de la poderosa tubería que usaba a modo de maza y el lugar más seguro, aunque difícil de admitir, era lo más cerca de la bestia...

Los golpes venían una y otra vez. En realidad no, eran lentos y venían muy de vez en cuando, pero en el estado del Licántropo, lo mismo se podía decir del sujeto pasivo en realidad. A aquellas alturas tenía el ojo amoratado, varios huesos rotos y su regeneración simplemente no abarcaba a recuperar al mismo ritmo que aquella mala bestia infligía.

Las garras pasaron a escasos centímetros del rostro del ogro, que miró sorprendido. ¡No se había esperado algo así! Sonrió.

-Eh, Feroz. Te hacía más de atacar indefensos. Al final los tienes bien puestos...

El problema de ponerse al alcance directo del Ogro es que este no tenía problemas en ponerse directo también. Sujetó al Licántropo con un brazo cerca suya e hizo un molinete seco con la diestra, soltándole un uppercut que lo puso en órbita y lo hizo aterrizar de nuevo en la zona del ring. El ogro empezó a maniobrar para colarse entre las cuerdas y a recuperar su ropa mientras esperaba a que el árbitro contara al tipo y que este intentaba levantarse. Que sinceramente, lo dudaba horrores.

Pero, como quien dece de asegurarse, apoyó una rodilla en la lona y cogió con tres dedos (lo le hacía falta más) la cabeza del lobo, levantándola ligeramente del suelo. Out. Fuera de servicio.