Partida Rol por web

No podemos dejar que el miliciano escape y de la voz de alarma. Además siento un placer indescriptible al disparar a alguien por la espalda.

Después de acabar con él, vuelvo a registrar a los caídos. Cojo una lanza y si alguna de las armaduras es de mi talla, la cojo también.

-¿Veamos qué hay por aquí? - Digo mientras saqueo los cuerpos sin prestar atención al que sigue vivo. La Loca es la más indicada para hacerlo colaborar.

El pobre chico trastabilla y cae, lo que Agnes aprovecha para coger un adoquín suelto y abrirle la cabeza con obvio disfrute. Revisar los bolsillos de los muertos no arroja demasiado de interés a primera vista. Uno de ellos tiene varias arañas muertas dentro de un frasco, otro una botella con un liquido que parece cambiar de color entre rojo y verde. El último cadaver lleva una llave atada alrededor del cuello con una cinta.

Me guardo la cinta azul con gran deleite. Es testimonio de que no solo matamos a ese hereje sino también destruimos una historia de amor. ¿Quién sabe si además de mujer tenía hijos que ahora han quedado huérfanos? - Jijijiji- estoy cada vez de mejor humor.

- Bien, bien... Murmuró Phil al ver al grupo de cruzados que aparecían por la plaza. 

-Nos unimos a ese grupo. Preguntó a sus compañeros. - Cuántos más seamos mejor. Añadió pensativo.

El espectáculo dantesco que habían desatado alegraba su fiel corazón.

Mirtle cogió una de las lanzas, la botella con  el líquido de color cambiante y la llave. ¿Quién sabe qué abrirá...? 

Mirtle miró el líquido ¿quizás era alguna bebida espirituosa con la que darse valor? Lo olisqueó y en efecto olía a alcohol de pesima calidad. Con un leve toque a canela.

- Bienvenidos. Acertó a decir Phil a los nuevos cruzados mientras su mirada se perdía hacia la catedral.

El resto de su compañía, la que quedaba con vida se dedicaba a la rapiña de aquellos desdichados.

- No os entretengas mucho... Mejor marchamos con precaución hacia la catedral. Olisqueaba el aire nerviosamente. 

Alicia busca en el sucio barro algún escudo de parte de los chicos recuerda entonces que no llevan escudo alguno, y se lo pone en la mano que tenía libre. Si no encuentra nada, busca algún bicho que le dé algo de comer por el momento, debe buscar una razón para no pensar en ese lugar. 

-Sí, sí. Avancemos con precaución. Estos eran simples milicianos, pero los caballeros son duros de roer.

El basilisco bicéfalo les proveía con nuevos luchadores dispuestos a sangrar. - La Iglesia exige que dar la vida por la causa y no dudaremos. Avancemos.

Subiis la cuesta entre maleza y desperdicios. Por algunas paredes calcinadas parece ser que aquí hubo un edificio. Debió ser importante pues las paredes eran de tocho y piedra, no de barro o mala madera. Si os dais la vuelta podeis ver como un tercio de la ciudad está ahora oculta bajo una cortina de humo y en otros dos puntos el fuego brilla como en un horno. El viento trae cenizas y pavesas así como el sonido de gritos, gritos desgarradores que parecen más de un matadero que de un campo de batalla.

Finalmente llegais al final de la cuesta. La plaza de la catedral se abre delante vuestro sumida en la oscuridad. Solo el resplandor de los incendios y una debil luna velada por nubes iluminan el amplio espacio. El silencio sepulcral que parece emanar del enorme edificio resulta aun más intranquilizador comparado con la sinfonía de gritos de la que veniis.

No parece haber movimiento entre vosotros y las entreabiertas puertas de la enorme catedral. Solo las esculturas de los santos y pecadores contemplan vuestro avance, veis que las manos de los herejes han tenido la crueldad de picar muchas de las estatuas del frontal de la catedral. En especial los ojos.

Cuando ya estais en las escaleras que llevan a las puertas veis como hay cuatro figuras junto a ellas ¿guardias? Es dificil saber en esta oscuridad y lamentais no tener una antorcha o una vela. Pero si son guardias ¿por que no se mueven? Aguzando el oido parece que murmuran algo febrilmente, creando un debil pero continuo susurro intranquilizador.

¿Debeis pasar entre esas figuras y entrar en la catedral? ¿Que os esperará en ese templo consagrado a la razón? ¿O debeis tratar de oir lo que dicen?

Alicia aún estaba batallando profundamente en su interior, si le hacía caso a su fe, o a los recuerdos que habían surgido sobre su niñez. Al encontrarse en un lugar tan extraño, y recordarle los innumerables lugares por los que pasó tortura, sacó el único recuerdo que mantenía de su niñez. Las piedras del templo de Thel-Emas, un objeto sacrílego que varias veces había guardado en distintos agujeros para que nunca los encontraran. Sacando estas piedras, se acercó a un rincón y las lanzo, intentando ver si estaban en peligro o no, influenciandolas de su voluntad, para que le contaran la verdad sobre lo que los rodeaba, obligando a las piedras a desvelar la verdad.

Phil esperó nervioso y alerta a que Alicia acabará a hacer aquel extraño ritual. 

Tanta muerte a su alrededor le había puesto nervioso y aguardaba impaciente con sus armas desenvainadas.

Había 4 figuras y ellos eran 6. Pero Mirtle no iba a ser quien animase a cargar.... u otro ardid. Se acercó un poco, aprovechando la oscuridad y los escombros para ocultarse. Ya agachada detrás de los restos caídos de la pared de lo que parecía una zapatería, Mirtle agudizó su oreja para intentar captar lo que pudieran estar diciendo aquellos custodios.

De pronto, se fijó en una cucaracha que correteaba entre sus pies. La pisó y miró rápidamente a su alrededor. Nadie pudo ver cómo cogió al insecto y se lo comió. Tenía hambre a causa de la tensión y la espera del siguiente movimiento.

Junto con Zenon logramos encontrar otro grupo al que unirnos, luego de que la mayoría del nuestro fuera diezmado por aquellos herejes de la Razón. No había hablado en todo este tiempo ya que no lo vi necesario, simplemente los seguía, atento de lo que hacían y tratando de no quedarme atrás.

Entonces llegamos a lo que parecía ser nuestro objetivo, con varias figuras raras frente a nosotros, cerca de las puertas inmensas, y al parecer todos como yo estábamos para nada seguros de acercarnos. Estaba pensando en tal vez colocarme la Mitra, a pesar de poder vivir aquellos horrendos recuerdos que me atormentaban al usarla, pero por suerte una de las mujeres del grupo tenía algo, no sabía lo que eran, pero solo me quedé junto al grupo, expectante.

¿Ahora nos consultas perra ingrata?

Cuando tu situación parece desesperada

Los que le guardan el peligro no son

Puedes derrotarlos y entrar en la Razón

Pero el fuego de la estrella

No solo ilumina, también quema

Alicia guardo las piedras como si fueran su bien más preciado. Luego de eso tomo su arma, y mirando al resto, señalo a los enemigos, e hizo un gesto de que debían atacarlos. Fue caminando lentamente intentando hacer el menor ruido posible, y cuando alcanzara al primero de ellos, lo atacaría en silencio con su arma, intentando acostumbrarse a verlos en la oscuridad.

Alicia golpeó al mas cercano de los cuatro guardianes. Para vuestra sorpresa niél ni sus compañeros parecieron moverse si no que permanecieron en su estado de trance enajenado. Aquel a quien golpeó encajó el golpe del lucero del alba sin queja alguna.

Con media cabeza rota abrió de golpe la boca y los ojos. Al hacerlo emitió un grito sin palabras, un sonido impío e impropio de una voz humana. Sonaba como un instrumento musical inconcebible, una única nota aguda y sostenida. Un chirrido creciente en volumen al que se unieron de golpe sus tres compañeros en un coro que perforaba los tímpanos y el espíritu. Parecía que esos gritos fueran brocas ardientes perforandoos el craneo. Notasteis como os temblaban las piernas, los propios huesos os dolían como vibrando en respuesta al impío griterío y vuestra visión se veía impedida por miles de puntos blancos y brillantes.

Sus ojos abiertos revelaron dos pozos de brillante luz blanca, como si dos potentes hogueras ardieran tras sus ojos. Luz blanca, pura y cegadora que iluminaba la escena mientras los cuatro hombres, si es que ese apelativo les aplicaba ya, permanecían de pié inmobiles, dando su terrible y antinatural grito mientras movían sus cabezas como epílepticos en un ataque. 

Los siniestros circulos de luz blanca iluminando ahora el pórtico de la catedral y sus decenas de esculturas con los ojos mutilados, ahora vuestras caras de terror.

La Razón no solo ilumina, también ciega.

Zenon se mantuvo junto a Adriana. La había obsequiado con toda clase de chistes para amenizar el asalto, sin embargo a estos no los conocía así que tendrían que esperar un poco para disfrutar de las ocurrencias de Zenon, sabía que era muy gracioso, pero el público era muy duro.

Se rasca el mentón con un mano-garfio. Cuando ve atacar a las figuras que se encuentran en la entrada. Pero como no lo ve claro, se mantiene al margen a ver como van las cosas. No creo que pase nada.

Entonces me llevo las manos a la cabeza y cierro muy fuerte los dientes mientras el suelo viene hacia mí y lo detengo con las rodillas.

Mirtle se mantuvo escondida tras los escombros contemplando la escena. Resuelta a salir para unirse a la refriega junto a los otros Cruzados, tras la iniciativa de "la loca", notó primero en su nariz, extremadamente sensible desde aquel terrible episodio, y luego en el resto de su cerebro, un desagradabilísimo aullido a coro.

Aunque intentó sobreponerse al dolor en su cabeza, no pudo más que caer de rodillas y taparse los oídos para no quedar inconsciente.

Alicia, resistió el potente sonido. La locura ya estaba en ella, y gritos como los que escuchaba frente así los había escuchado por cientos, miles de veces. Caminó un paso y volvió a levantar su maza, intentando golpear nuevamente la cabeza de otra de aquellas gritonas estatuas.