Partida Rol por web

El desgraciado de Phil se agazapó instintivamente con una mueca de dolor en su rostro al escuchar aquel desagradable sonido que surgía de aquellas cosas.

Aún con el pitido infernal resonando en sus oídos, se acercó raudo. Procurando que la luz que manaba de los ojos de aquellas criaturas no lo alcanzará, intentó acercarse por su espalda.

Lanzó un preciso, pero débil tajo a una de aquellas cosas.

Atormentados por el grito de esos enajenados, hombres cuyos cuerpos ahora parecían albergar el fulgor de las indiferentes estrellas, varios miembros del grupo cayeron de rodillas entre muecas de dolor e imprecaciones. A algunos al tratar de taparse las orejas con las manos estas se les mancharon de sangre.

El golpe de Phil hizo mella en otro de los tres hombres que quedaban en pie. Ni cuando un tajo en su cuello hizo manar en abundancia la sangre paró de gritar ni sus ojos de emitir esas siniestras luces.

De pronto, una de las chicas decidió atacar, dio, pero en lugar de la persona, o lo que sea que fuera eso gritara de dolor, él junto a los otros 3 que lo acompañaban comenzaron a gritar, un grito desgarrador que perforaba y torturaba hasta mi alma, alg que afectaba a los demás. Me hizo que las piernas me temblara, como si toda las energías fueran arrancadas, como las veces que llegaba a tener un "bajón" luego de no haber comido por días y me encontraba mucho tiempo bajo del sol, pero esto era algo claramente sobrenatural.

Pero igual persistí, me mantuve de pie a pesar de que al parecer uno o tal vez más no lo lograron, y desde el bolsillo de mi vestido saqué uno de los pergaminos que tenía en mi poder, "El Parpadeo Ciega la Mente". Luego de leer las palabras que estabas escritas en este mantuve mi vista en las criaturas, esperando que surtiera algún efecto y esta tortura acabase.

Por desgracia la Palida Sombra, el preternatural espíritu del hambre convertido en diosa por los enajenados de la secta de Adriana, no aceptó la petición de Adriana. Esta notó como de repente le faltaba el aire y empezaba a ahogarse, fue solamente en el último momento, antes de perder el conocimiento, que pudo volver a respirar.

La Palida Sombra le había enviado un claro mensaje.

Avanzo junto a Alicia y cuando ella destroza el cráneo del primer guardián y este en vez de morir libera el poder de la iglesia de la razón, me doy cuenta de que esto es una trampa. Al mismo tiempo no parece que esos hombres sean conscientes y nos vayan a seguir si entramos en la Catedral. Así que entro en la Catedral.

Por todos los infiernos, que se encarguen de ellos los próximos cruzados que vengan de refuerzo.

Edito: - No te quedes quieta p*** loca. Avanza - Agarro de la camisa a Alicia y la meto conmigo en la catedral.

Tras aguantar por todo este tiempo, los gritos fueron demasiados. Terminé arrodillada sin poder aguantar más el dolor que me estaba provocando, y me veía imposibilitada de poder hacer nada para luchar. Miré a mis compañeros buscando si ellos podrían levantarse para encargarnos de las criaturas de luz.

No sabía muy bien porque, pero a Phil la luz que desprendían los ojos de aquellos seres le ponía nervioso, y si le añadimos el ruido agudo de sus gritos, el hombre se estaba desquiciado.

No parecía que sus ataques surgieran efecto. Hasta entonces su fiel y pútrida cimitarra había conseguido acabar con todos sus enemigos. No entendía porque ahora no.

Frustrado, se arrancó una manga sarnosa de su camisa y  vendó los ojos de la criatura que había atacada con anterioridad. Esa luz, esa luz le inquietaba. Sería por los años que había pasado viviendo entre alimañas. Seguro que no serviría de nada, pero se quedaría más tranquilo.

Cuando Phil toca al hombre este parece deshacerse bajo sus manos. Como si fuera una vela de cera acercada al calor de un horno la luz fría y blanca que parece salir de su interior arde con la fuerza de un fuego antinatural. La piel del hombre se deshace revelando primero músculo y luego el blanco hueso hasta quedar reducido a un montón de grasa fundida en las escaleras de la Catedral.

Rapidamente los otros dos subieron el volumen del grito antes de seguir el mismo horrible destino ¿que clase de fuerza había poseido a esos pobres hombres? ¿que clase de poder era tan ardiente que la forma humana no podía contenerlo?

Pero como mínimo el pavoroso final ha bastado para poner fin al chillido que os perforaba el alma. Con gesto dolorido Mirtle y Zenón se levantan y con la ayuda de Agnes Alicia se sostiene para no caer. La sangre que ha manado de sus orejas y nariz empieza a secarse. Peroalgo se ha roto en su interior, como un cristal sometido a demasiada presión su alma se ha resquebrajado, para siempre.

Mirtle se descubre mucho más rápida para la ira. Por un momento le parece que Agnes ha dicho algo sobre ella y está lista para apuñalarla, aunque luego le parece mejor dejarlo estar. 

Zenón se ha visto mucho más dañado, una risita constante lo acompaña ahora. Eso y la voz que le dice que queme cosas.

Alicia por otro lado siente ahora un impulso innato para criticar y chismorrear. Compulsivamente.

Alicia se levanta, y se limpia las ropas, y con cara de pocos amigos, dice;

-¿Y porque se tardaron tanto en ayudarme? Así nunca quemaremos esta maldita iglesia impía. Con un demonio, muévanse de una maldita vez. -

Dijo, antes de agarrar su lucero de alba y seguir el camino dentro de la iglesia, sin importarle que pasaba con el resto. ¿Por qué siempre le tocaban compañeros tan inútiles? Eran más inútiles que los seguidores de la razón, y eso de por sí ya era decir mucho de ellos.

Me quedo boquiabierta al ver deshacerse a los guardianes.

- ¿Estáis todos bien?

Mientras los compañeros se reponen, me asomo al interior de la Catedral con sumo cuidado.

Entrais en la silenciosa y desierta catedral. La muchedumbre hereje de esta ciudad arrambó con los bancos, iconos y retablos que daban esplendor al lugar. Lo que antaño era un templo a la gloria del Basílisco Bicéfalo y un recordatorio de la inevitabilidad del Fin de los Días es ahora un cavernoso e inmenso espacio vacio.

Podeis ver que aparte del destrozo del mobiliario y decoración hay algo más que llama la impresión. En el crucero, donde se unen los dos brazos de la planta en forma de cruz, un inmenso agujero deja entrar la luz de las estrellas. Parecería que el puño de un gigante hubiese golpeado el tejado hundiendolo en un agujero de forma redondeada. Mirais desde el agujero al suelo y veis un crater. Y en el centro una extraña carroja que parece hecha de plata, no tiene ruedas ni lugar donde encajar los caballos pero debe ser una carroza pues está cubierta tiene portezuelas.

Avanzais hacía ahí con cautela, vuestros pasos resuenan en el lugar pero a medida que os acercais al crater un ruido empieza a sonar por todos lados. Un zumbido insistente y penetrante. Como el rumor de cientos de conversaciones en idiomas desconocidos habladas a la vez.

En el margen de la visión os parece ver algo, una sombra. Pero una sombra que en vez de bloquear la luz la desprende. Una luz brillante, blanca, fria, indiferente.

Am...am...amigos... suena una voz. No, no es una voz. Son muchas, cientos, miles. Las voces de vuestras madres, de vuestros padres, las de los hijos de vuestros hijos aun por nacer. Las voces de los que nunca nacerán. Las voces de otros lugares, tan lejanos que ni podeis imaginarlos. Os he....he...he traído....Razón. 

La brillante sombra del margen de vuestra mirada va acercandose. Podeis ver que parece un hombre. Pero en él todo está mal. La altura es excesiva, los brazos desproporcionados, tres larguisimos y delgados dedos en cada mano. Y una piel fria y brillante que desprende la luz de las estrellas. Se mueve de forma errática como si flotase a unos centímetros del suelo llevado por un viento invisible. 

Oh...no...vuestras mentes...estan cerradas...cerradas. Repite ahora con la voz de un niño, ahora con el quejido de una anciana Pero yo os....iluminaré.

La figura se detiene cerca de Alicia y con un hipnótico y lento movimiento levanta el brazo y con su largo dedo toca la frente de Alicia La Loca.  Pero se aleja como si hubiese tocado una llama No...no....todo mal...ya han estado ahí...han gravado la Palabra..no...

Y lanza un chillido casi tan penetrante como el de sus guardianes mientras se retira flotando alejandose y rodeando vuestro grupo mientras el chillido sube y baja de intensidad.

No la tooooques.

Digo mientras lanzo furibunda ataques con mi cayado.

- Buaaaaaaarrrrrjjjjj. Acertó a decir Phil mientras con ira homicida se lanzaba espadas en mano hacia aquella abominación. La saliva salía de su boca cual fétida espuma.

Sus fibrosos y mugrientos brazos lanzaron un tajo lateral buscando las entrañas de su enemigo.

Todo pasaba a una velocidad pasmosa, y la cabeza del Phil no era capaz de calmarse en aquellos momentos. 

Solo el Basilisco Bicéfalo era la verdad.

Alicia observa a la criatura, y una rabia se apodera de ella. Cuando la criatura grita, esta saca de uno de sus bolsillos un pergamino, y comienza a leerlo, aquél instrumento de la destrucción que le dieron, "Nueve signos violeta que desatan la Tempestad";

-¡YA VERÉIS QUIENES TIENEN LA VERDADERA RAZÓN Y LA FE, SOLO EL BASILISCO BISCEFALO NOS MOSTRARÁ LA VERDAD! -

Dijo, tras lo cuál, leer las palabras en un idioma ininteligible, disparó dos rayos de sus manos directo contra la criatura.

Mirtle aún pensaba en cómo vengarse de Alicia cuando la criatura hizo su entrada. No sabía muy bien qué hacer, pero la luz que desprendía le recordaba demasiado a su infancia. Finalmente, se encomendó a la Santa Iglesia, se encomendó al suelo que pisaba, otrora sagrado, y siguiendo la máxima de "si no conoces algo: destrúyelo", arrojó con odio su herradura mortal, con nulo éxito.

¿por que? ... violencia... demasiada...no son seres racionales... canturrearon las voces, sabíais que esa frase no había sido dicho en un idioma que conocierais si no en la lengua hablada hace mil años por una pequeña comunidad que se suicidó en masa bajo un sol de brillante color azul. Voces de otro lugar hablandoos a través de oceanos de tiempo. 

La criatura recibió los flechazo y espadazos con evidente molestia. Las armas no parecían cortar su carne si no que lo difuminaban, como un banco de espesa niebla. Impasible siguió rodeandoos con sus eteros movimientos.

Deben....deben.....aceptar...ser elevados...o expurgados...

Zenón tenía lágrimas en los ojos al entrar en la catedral, los guardianes le habían hablado, a un nivel de gloriosidad que le habían hecho daño  en sus oídos, pero ahora lo ve todo más claro. Ya no está sólo, nunca más estará sólo. Creo que deberíamos quemar toda la iglesia para que su luz elimine a la razón.

Estaba pensando esas cosas cuando aparece una criatura empuñando la ponzoñosa Razón. Cuando se pone a gritar como los anteriores guardianes Zenon se enfada, ellos le habían dado un regalo y esa criatura pretendía imitarlos, pero no lo permitirá.

Corriendo por entre sus compañeros, se hace un hueco para atacar con su garfio, apenas puede oír el chillido con sus oídos encharcados en sangre. Hace un arco muy amplio y el garfio se clava en una columna de madera, el impulso hace que el brazo siga el camino, dejando la puntiaguda arma detrás, golpea al ser débilmente con su muñón.

-“Tap”- le golpea tan tristemente que no puede aguantar la risa- jajaja

El ver a aquellas figuras que nos recibieron con aquellos gritos deshacerse en la nada fue algo perturbador, pero lo siguiente lo fue aún más. Entramos a la Iglesia, nos acercamos para luego asomarnos y ver un cráter, y al acercarnos encontrarnos con esta criatura de otro mundo, ahora materializada frente a nosotros, tal vez, la misma Razón.

Me quedé helada al observarlo, hablar con todas esas voces viniendo de todos lados, pero la acción de mis compañeros me puso de nuevo los pies en la tierra, sabiendo nuestro objetivo, el acabar con Eso. Cogí la espada con una mano mientras que con la otra me colocaba la Mitra, sin importar las consecuencias de esta, para así lanzarme contra la criatura y atacar, dando con esa forma extraña de él, observando como se iba deshaciendo poco a poco, pero en eso ataca Zenon, observando como termina por darle con el muñón, ¿Acaso era otra de sus bromas?

-¡Maldita sea Zenon, no es momento para otro de tus chistes!- Grité de forma algo iracunda al ver como se reía.

Errados... todos errados.... eliniar... borrar para educar... murura la voz de un joven que nunca nacerá mientras el ser detiene su hipnótico movimiento para miraros de frente. El brillo de su piel parece reducirse mientras el brillo de sus ojos crece en intensidad. Tan intenso es que aquellos que no apartan la mirada sienten que esos puntos de luz blanca se queman en sus propias almas.

Agnes, Phil y Adriana no logran esquivar la mirada a tiempo. Notan el calor quemando en el interior de sus craneos, como si el cerebro fuesen carbones al rojo. Phil alcanza a cubrirse con sus brazales de cuero pero las dos mujeres tienen menos suerte. Agnes retrocede unos pasos antes de lograr cerrar los ojos. El eco de un centenar de miles de voces atronando en su cerebro. Pero Adriana permanece de pie, abre la boca para gritar en silencio antes de estallar en una combustión espontanea. Su pelo y su ropa arden en una pira de llamas de un color blanco brillante. Nada puede salvarla de una horrible y dolorsa muerte.

La figura eso si parece haberse desdibujado algo, en varios puntos donde vuestras armas han cruzado su cuerpo la distorsión no se ha reajustado. quizás haya no esperanza pero si posibilidad.

La figura se acerca a Zenon y trata de tocarle la frente con la punta del dedo largo y luminoso. Zenon nota como le tiemblan los huesos y aprieta la mandíbula hasta astillarse uno de los dientes frontales. Lagrimas de sangre le corren por la cara y las voces en su mente devienen atronadoras. Pero su mente, rota y astillada, es de dificil asidero y la criatura se retira sin tomar el control de su alma.

No...no...no puede ser...rotos...estais...estais...rotos...

Alicia se estaba enojado, y si esperaba que el resto de sus malditos compañeros hiciera algo se le terminarían por acabar todos los dientes, por lo que molesta, dijo;

-¡Por el santo bicefalo, por favor hagan algo, no se queden como imbéciles sin hacer nada! -Dijo, antes de volver a intentar golpear la masa de luz.