Partida Rol por web

Phil estaba algo desquiciado ya, más aún de lo que estaba al bajar a aquellos túneles. Sin pensarlo mucho, intentó abrir la puerta. 

Si no se abre por las buenas, lo hará por las malas. Pensó Phil. Tenía su maza, y si la puerta no se abría, le propinaria un buen mazazo.

Estaba seguro que no sobrevivirían a otro enfrentamiento contra tantos hombres rata. Y mucho menos siendo solo tres.

Phil la emprende a mazazos con la puerta. Una pena que lo ultimo que hubiese reventado fuera el cerebro del tipo de las ganzuas...Avaro.

Pero cuando falta la sutilez hay poco que se resista a unos buenos mazazos. Phil empieza a hacer saltar pedazos de madera para reventar la puerta.

Mientras las ratas siguen acercandose claramente sobrexcitadas en un coro de chillidos y dientes. 

Primus miró al extraño roedor humanoide y aquella peluda bestezuela mientras berreaban, a sabiendas de que con su máscara no podían apreciar si realmente les prestaba la más mínima atención, pero estaba tratando de explicarle algo de extrema importancia al zopenco de Tuvalú.

- Olvídate del maldito perro, imbecil, a nadie le importa el cánido a estas alturas de la historia.- Mientras así hablaba trataba de romper sus ataduras, pero maldita sea, no había maldita la manera de deshacerse de aquellas cuerdas, si tan solo estuviese allí el célebre can o su bufón estuviese más cerca, para poder roer las hebras. - Lo importante es que al viandante le gustaría verle las tetas... LAS PUTAS TETAS.- Tras terminar el comentario trató de darle un cabezazo al reseco bufón de tez cubierta de boñiga, pero este logró apartarse a tiempo. - ¿No creéis que tal vez fuera nos espere algo peor?- Comentó a aquellas criaturas sobreexcitadas, lo había pasado bastante peor cuando le quemaron la cara tras acabar con su padre, su madre y su perro, y comprobó en el acto que conservaba sus 10 dedos, ¡Oh, día feliz! - Tal vez esas voces vengan de parte de la parca...- 

Olaf se calzó la máscara, como siempre hacía sin saber por qué en las situaciones peligrosas, y con un grito de guerra, arremetió él también contra la puerta a martillazos. Saltaron algunos pedazos pero seguía entera. ¿Por qué demonios era tan dura?

Todo pasa muy rápido. En un momento eran cinco (no iba a contar al perro) y al siguiente tres. Y luego dieci-... a Erika no le da tiempo ni a calcularlo, pues su primera reacción es correr detrás de Phil hacía la puerta.

—¡Más rápido!—grita para animarle, viendo lo bien que lo está haciendo.—¡Quita, ya lo hago yo! ¡Hamfundd, tú también!

Y aunque su maza no parecía hacer mella en la madera, el escudero (o más bien la espada) reventó la madera de un golpe.

La puerta de la habitación salta por los aires cuando el escudero de Erika golpea la puerta con la negra espada de Eurekia. Los tres supervivientes que estais fuera, Erika la noble entrada en carnes, Olaf el extranjero siniestro y Phil el Rata la escoria más rastrera del Fin de los Días, echais un vistazo al interior. Y lo que se ve es decepcionante.

Una sala pequeña con lo que parecen un par de dedos de excrementos y sangre reseca por el suelo. Atados en una pared al fondo hay tres personajes con los que ni siquiera unos desesperados se aliarian. Un tipejo palido con pinta de de carne de patíbulo que responde al nombre de Basura, un tipo vestido con harapos y con una mascara horrenda acompañado de lo que parece un disminuido mental con joroba que afirman ser Su Ilustrisima señoría Primus y su bufón. Cierra el desagradable trio una especie de cruce entre niña y animal peludo, al parecer habla y afirma llamarse Ramona.

Estos obivamente deben olerse lo mal que está la situación pues forcejean sin ningún exito y de forma patetica para desatarse o romper sus ataduras. ¿Deberíais liberarlos? ¿Sencillamente saquear sus pertenencias que tan tentadoramente los hombres rata han dejado en una caja junto a la puerta? ¿Que diablos es eso que gritan sobre una salida?

Mientras las ratas se acercan blandiendo sus cuchillos y llenando el aire de su impío griterío. Al parecer que interrumpierais su ritual debe haberlas mandado a un lugar más allá del miedo pues ni tan siquiera la siniestra mascara de Olaf logra mantenerlas a distancia.

Puede que después de todo hubiese uan salida de aquella infecta ratonera, ¿Quiénes eran esos nuevos despojos? ¿Unos auténticos héroes de esos que no llevan capa o una broma pesada orquestada por las ratas para dar a conocer a sus nuevas víctimas? 

El guapo puso una mueca bajo su máscara, una expresión que casuaría traumas de por vida a los niños más impresionables, una sonrisa que haría abortar a incautas sin gran fuerza de voluntad. El resto podían dar gracias de que llevase la maldita máscara atornillada al cráneo.

- Tuvalú.- Susurró a su compañero.- Prepárate para contarles a esas ratas aquella gracia sobre la madre de los topos, a ver si al menos puedes mantenerlos entretenidos un rato.

Con un estremecimiento Tuvalú el bufón sin gracia dió unos cuantos pasitos hacia fuera de la celda. Oiis como carraspea y empieza a contar un chiste muy malo y muy sucio que no repetiremos pues de solo oirlo uno empieza a considerar la dipsomanía como una opción de carrera atrayente. Las ratas parecen detenerse, quizás sorprendidas quizás divertidas, durante unos segundos lo que os da algo de tiempo.

Los dos tiparracos y la mona vestida que hay atados siguen pidiendo ayuda mientras los otros tres valerosos cruzados buscan la esperada vía para su cobarde huida. Al fin tras lograr sacar algo en claro de los tres prisioneros y en un lateral de la celda ven un empinado y estrecho pasillo, practicamente vertical. Parece hecho más para ratas que para personas pero con algo de contorsión podríais subir por el. Aunque es tan estrecho y la subida tan laboriosa que probablemente el que vaya ultimo deberá ir tan lento por culpa de los demás que ¿quien sabe? quizás no logre alejarse lo suficiente de la horda de hombres rata.

Pero bueno, a toda persona y a todo cerdo les llega su día.

La piel y huesos de Basura, que a veces se volvían tan quitinosos que se volvían babosos y moldeables. Tan moldeables que haciendo unos sonorosos crack, le permitieron a Basura liberarse de sus ataduras. Riéndose, se levantó de un salto mientras iba hasta su cofre a coger su equipo. 

Una salida y además entretenimiento; Olaf consideró que aquellos tipos raros se habían ganado a pulso que los ayudaran.

-¡Estaos muuuy quietos! -proclamó alzando el martillo, y empezó a golpear las agarraderas a las que estaban atados los otros dos para liberarles. 

Erika entró con el arma en alto, preparada para atacar a cualquier criaturas que haya detrás de esa puerta. Esperaba más hombres ratas, y lo único que evitó que atacará a esas bestias atadas fue descubrir que eran humanos. O al menos, hablaban la la lengua que ellos hablaban, porque sus aspectos eran cada uno más horripilante. ¿Y los chistes? Era como si cada encuentro creciera en horror en comparación al anterior, y si ya estaban por estos niveles... la noble no quería saber nada más.

Pero por lo demás, estaban atrapados con ellos. La noble inspeccionó la sala con la mirada, en esos valiosos segundos que el bufón les ha conseguido de la peor manera posible. Una posible salida. Un cofre. Dos compañeros (si es que podía llamarles así). Tres prisioneros. El cheposo. Demasiadas ratas. Una posible salida. Seis hombres. Erika. Una salida.

La noble echó a correr hacía ella.

¡Por fin libre! 

— ¡Gracias, muchísimas gracias!

Se habría lanzado a abrazar a su libertador, pero no era un persona muy cariñosa de los demás, así que corrió a por sus pertenencias y, viendo como la noble corría por esa salida, la siguió como alma que lleva el diablo.

La rata grande y la ratita habían salido disparados en busca de sus pertenencias como almas llevadas por... Como almas, no está la cosa como para citar ninguna divinidad, ni tan siquiera sus pensamientos son suyos, cuando le arrancaron media cara fue de lo poco que sacó en limpio (Puede que lo único) (O puede que le hubieran obligado a creer en esa papanatada, pero vaya...).

El guapo se irguió y miró a aquellas nuevas carnes tumefactas mientras los huesos de sus brazos dejaban de vibrar tras las salvajes arremetidas del tipo del martillo.

- Muchas gracias, muchacho. La casa del Pavo Real os debería una si no se hubiese hundido en el infierno, aun así trataré de guardaros las espaldas al menos una vez.- Comentó Primus mientras trotaba al encuentro de su triste vara.

Todavía iban a tener que mascar aquellas repugnantes colas de rata anilladas antes de poder gritar Zaireka.

La gracia de los topos solo tenía dos versos, se preguntaba con qué estaría aumentando Tuvalú su monólogo, poco más sabía que rimar forzosamente 'polla' y 'ojiva' con todos los nombres de su árbol genealógico, aun cuando no coincidía ni una consonante, y aún menos una vocal, para poder arriesgarse con tales malabarismos.

Tras tomar su arma y comprobar si no se habían gastado sus cuartos, el guapo siguió al resto de desaprensivos maleantes.

Phil ayudó a liberar a los prisioneros, estaba convencido de que cuantos más brazos lucharán contra los hombres ratas, más posibilidades tenían se sobrevivir.

- Coger vuestras cosas y larguemos de aquí. Las ratas con pulgares no tardarán en llegar. Vociferó con su nada convincente voz de mando.

Una vez liberados los prisioneros, siguió a la noble engreída y a la mujer mono por el túnel de salida.

El chiste del bufón era casi menos gracioso que su nombre. Y seguramente los hombres rata opinaron lo mismo pues al cabo de unos segundos oisteis un par de gritos del bufón. Aquellos que mirasteis por la puerta visteis como su pequeña y desagradable figura quedaba absorbida por el grupo de ratas que freneticamente avanzaban hacia vosotros ¿había muerto? ¿Quien sabe? ¿A quien le importa?

Rapidamente aquellos más avispados se meten por el agujero. Raspando codos y rodillas avanzan por el oscuro y empinado pasillo. Primero Erika, luego Ramona y finalmente Primus. Olaf y Basura forman la retaguardia ¿quien será el último que quedará para cubrir la retirada?

Ambos se miran a los ojos y se dan cuenta que no es el momento de seguir pensandoselo y con una rapidez sorprendente se lanzan al interior del estrecho pasaje, recuperando con soltura los segundos perdidos.

La escalada es corta y al cabo de un par de minutos ya os parece no oir el ruido de las ratas e incluso atisbar una luz grisacea al final. Saliis por un agujero habilmente disimulado en el fondo de uno de los agujeros llenos de detritos que se han estado usando como vertedero por las tropas de la Cruzada Irredenta. Escalais fuera de ese enorme agujero bajo la luz palida del amanecer cuando os dais cuenta de que algo raro está pasando.

¿Quizás sea el olor a sangre? ¿El ruido de fondo? ¿Los gritos? ¿Las banderas oneando al viento? ¿Los tambores? ¿O el ver como a un pobre y desgraciado predicador tres mugrientos campesinos de Schleswig lo muelen a palos con sus bastones y herramientas?

Al parecer el rey Fathmu IX se ha hartado del desafío que representa la Cruzada y ha reunido a sus huestes de caballeros, sus ejercitos de hombres de armas y sus hordas de campesinos desepserados para poner fin a la intromisión de la Iglesia en sus asuntos. La horrible y sangrienta Batalla de Jotna, que algunos recordarán como La Llanura de las Lagrimas o como el Fin de la Cruzada, está en pleno apogeo.

Y vosotros en medio.

¡Má Cruzaó! ¡A pó ellos! chilla el que parece liderar a ese trio al ver al primero de vosotros salir del vertedero. Y agarrando una piedra la arroja contra vostros siendo imitado por sus dos secuaces. Aun sorprendidos por la dantesca situación Olaf y Primus se llevan sendas pedradas.  Aunque por suerte los golpes son parados por sus armaduras.

Erika por su parte esquiva con facilidad, a pesar de su tonelaje, la pedrada que le había sido dirigida y avanza ya arma en ristre a devolver la cariñosa acogida.

Basura, riéndose descontroladamente al haber salido, y sobre todo, al tener la oportunidad de masacrar gente que no fueran ratas, se lanzó directamente a por uno de los malditos campesinos, enarbolando su martillo de guerra, intentando golpearlos en las costillas, o bien, en la cabeza.

Cuando vió la salida, lo primero que pensó es en si sería capaz de llegar al otro lado. Lo segundo, que si iba a quedarse atascada, prefería que hubiera toda la distancia posible entre ella y las ratas. Y por distancia, quería decir los cuerpos de sus acompañantes. Pero a pesar de las dificultades para avanzar, Erika no tuvo más problemas para salir del pasillo sin nada más que rasguños y el cansancio tras tener que arrastrarse a cuatro patas. Claro que la vista de una salida cercana es suficiente motivación para continuar, eso, y la posibilidad de que los que la sigan sean hombres rata. 

Una vez fuera, se sorprende ante la batalla que está ocurriendo a su alrededor. Llevaba poco tiempo abajo, pero el suficiente para que le resulte extraño verse de nuevo fuera, sana y salva. Al menos, durante esos segundos que tardan en tirarle una piedra. La noble lo esquiva con un pequeño movimiento de cabeza. Como si estuviera acostumbrada. De hecho, era muy común que las peleas que tenía con su hermano pequeño acabaran a pedradas, así que parecía que no se le había olvidado ese particular reflejo.

Y tampoco se le había olvidado que las pedradas pararon tras un pequeño accidente. Claro que a esos herejes quizás necesiten algo más que una extremidad destrozada para volverse a pensar lo de atacarla...

—¡Gloria y dolor!—gritó abalanzándose contra el que le había atacado.

- ¡Ouch! ¡Malditos mediamierdas.- Maldijo Primus afianzando el agarre de su vara. Puede que desde su caída en desgracia se hubiese acostumbrado a recibir todo tipo de humillaciones, tanto físicas como psicológicas, pero eso no significaba que, en caso de tener las manos libres fuera a dejarse sobrepasar por unos catetos recién salidos de la fosa común más próxima. 

Y su vara parecía especialmente sedienta cuando encaró al jamelgo que le había agredido.

- Bebe, Gerundina. Bebe de la sangre de este rufián.- Cacareó cruzándole la cara.

Phil bufó al ver a los campesinos armados lanzándose contra ellos. Había conseguido salir de los túneles con vida, y ahora se se encontraban en medio de un campo de batalla.

- Arrrraaaaaaggg. Gritó con su voz de mando poco convincente, y cargo, maza en mano contra los campesinos.