Partida Rol por web

Han pasado varias horas desde que tuvieron el enfrentamiento en las calles contra aquellos mercenarios; ahora se proponen tomar dirección a la taberna mencionada por el líder de los escudos amarillos; siendo ya casi la hora del encuentro entre estos dos, el grupo se prepara, por suerte, Enzo es fácil de reconocer, es un tipo delgado y nervioso, claramente fuera de lugar entre la multitud de duros marineros que atestan La Gaviota Negra.

El hombrecillo parece impaciente, observando de un rincón al otro, esperando a Rittoro con buenas noticias.

Para cuando llegaron a la sórdida taberna en la que Rittoro debería haberse encontrado con su contacto, Brennan ya había tenido tiempo de convencerse de que Hektor podría encargarse perfectamente de usurpar el papel del mercenario gracias a su extraña magia que le permitía cambiar la apariencia de las cosas a su voluntad.

En contraposición, el aspecto de Elentirell con las ropas de la hechicera resultaba más llamativo por el contraste. La habitualmente sombría y cubierta elfa lucía hermosa con las ropas de la maga, que resaltaban las suaves curvas de su cuerpo y las estilizadas facciones de su ascendencia élfica. Parecía casi más una damisela que la pendenciera arquera que habían conocido. Tan sólo su lenguaje corporal seguía siendo tan hostil como siempre.

Brennan, que se había echado por encima de la cabeza la capucha de su capa, estuvo riendo entre dientes todo el camino hacia la posada.

Al llegar, descubrieron una de las tabernas más indecentes del distrito. El lugar estaba lleno de marineros de mal aspecto y peor lenguaje que bebían lo que fuera que los dueños del lugar les plantaban delante. No tardaron mucho en detectar a una figura que desentonaba en mitad del ambiente, una figura que sólo podía tratarte del hombre llamado Enzo.

-Debe ser ése. Pero no creo que sea el momento de iniciar una pelea en mitad de toda esa gente. -Dijo en voz baja, evaluando el lugar con los ojos entrecerrados -El tipo podría intentar escabullirse en mitad del caos. Tal vez sería mejor aproximarse, que nos entregue el dinero, intentar sacarle algo de información y emboscarle cuando se vaya.

-¿Os veis capaces? -Miró a Hektor y a la elfa, casi dando por hecho que podrían hacerlo. O, al menos, que creían poder hacerlo. Sólo le preocupaban las inesperadas excentricidades del mendigo ilusionista. Pero incluso si no salía bien, la emboscada seguiría funcionando. -Felsom, Frenni, Gealach y yo podemos cubrir la salida.

Felsom había entrado en la taberna apoyado en tu bastón de fresno, fingiendo unos andares cansados y agotados e incluso simulando ir encorvado. Pese a su elevada estatura, su aspecto fácilmente podía hacerle pasar por alguien que rondase los cincuenta o sesenta años, pese a ser mucho más joven.

-El tipo no parece peligroso, pero a veces las apariencias engañan -reconoció el nigromante, con una sonrisa maliciosa-. Lo más probable es que se haya traído a alguien que le cubra, o quizá esté tan confiado que no lo haya hecho. -Asintió a las palabras del druida-. De acuerdo. Cubramos la salida. Si trata de escapar, puedo lanzarle un rayo nauseabundo que lo deje bien envenenado, pero solo como último recurso...

Cubrir desde fuera era también una oportunidad maravillosa para hincarle el diente a una de las orejas que había obtenido. Desde luego comenzaba a tener hambre.

 El grupo había tenido éxito en su búsqueda de información y dieron con la terrible verdad de que alguien había mandado a aquel grupo de mercenarios a acabar con ellos. Aunque no fue una verdad tan terrible, puesto que les permitió avanzar con la investigación en un agradable giro de eventos. Frenni agradecía estar acompañado de aventureros tan fuertes y capaces, además de tan ingeniosos ideando planes. En efecto, engañar a Enzo con la apariencia del mercenario era una buena idea.

 Al llegar a aquel poblado bar en el puerto, Brennan hizo la división de labores y el gnomo no pudo hacer más que asentir. Aunque Frenni obviamente no fuera alguien amenazante, que Enzo lo avistara entre la multitud podría hacer que sospeche. Era mejor mantenerse fuera de su zona para jugar el rol de "aventurero exitósamente asesinado por los mercenarios".

 Antes de dejar que sus compañeros se acerquen al contratista de asesinos, Frenni se acerca a ellos para animarlos. Como si de un niño se tratase, se aferra a un puñado de tela de sus pantalones para llamar su atención (puesto que la mayoría del tiempo el gnomo esta fuera del rango de mirada de los demás) y los mira con una sonrisa cálida.

- Ustedes pueden hacer esto, compañeros. Adelante...

Estar vestida como una doncella me exaspera por la falta de comodidad que ofrece este tipo de atuendos, donde mis pechos resaltan más de lo que quisiera y siento que las telas en sí se transparentan. Tantos años portando unos pantalones, que ahora mismo es una tortura llevar faldas que encima para mi son provocativas y por esa razón cuando llegamos al lugar noto que Brennan me mira un poco y le frunzo el ceño rápidamente, en clara señal de que lo he captado. 

—Me parece bien, aunque imagino que sugieres que vaya porque estoy vestida como una zorra y no por mi gran dote en el habla—digo sonriendo con malicia e ironía—. Pero bueno, lo intentaré con este. Es muy charlatán y se le da bien jugar con las ilusiones por lo que veo, así que veamos. Si sale mal, que corra sangre... 

Y no digo más, sólo estoy peleando un poco con el vestido porque me molesta y ya tras acomodar el cabello un poco mejor, me dispongo a adoptar una actitud de dama. Que la tengo y todo, pese a que la mitad del tiempo soy una persona que tiene menos empatía que una piedra. 

—Tú no digas nada de como me veo.

Es una amenaza a Hektor, ya me había robado un beso y estoy más que resentida. Aún así, emprendo el camino hacia el sujeto miedoso que había pagado por nuestras cabezas. 

Hektor estaba encantado de poder ser el protagonista. Lo suyo era el teatro, el ilusionismo. El arte de entretener, de sorprender, de provocar el llanto o la risa lo apasionaba. Sintió que llevaba toda su vida preparándose para aquello, su actuación final. No podía fallar esta vez. 

-Saldrá de la taberna por su propio pie. La bella hechicera Narvis de los Bosques y el valiente mercenario Rittoro se asegurarán de ello. ¿Qué podría salir mal?

Fue esa última sonrisa suya la que hizo que la expresión de Brennan se congelara. Aquella terrible sonrisa optimista, llena de seguridad, que en un rostro como el de Hektor solo podía significar problemas. 

No hubo tiempo a nada más, el hechicero entró a la taberna seguido de Elentirell. Alea jacta est.

El bullicio de la taberna ocultó su risita nerviosa cuando cruzó el umbral de la puerta. El ambiente cargado y desenfadado casi hizo que se le fuera el santo al cielo y fuera directo a la barra a lismonear una cerveza. Pero un codazo de la elfa hizo que corrigiese su trayectoria y se encaminase directo a Enzo. 

- Tengo buenos días, mi querido Trenzo. Aquello que me mandaste hacer ya está más que acabado. Los ratones ya han vuelto a sus madrigueras, si usted me entiende... o los topos mejor dicho. En fin, que ya está todo resuelto y solo venía a recibir el resto de la fracción de pago que acordamos sería entregada una vez finalizada la tarea. Ya sabe, la de...

Hizo un gesto inequívoco recorriendo su dedo a lo largo del cuello. Gesto de que algunas cabezas habían sido separadas de sus cuerpos. 

-¿Qué calor hace aquí, verdad? 

Lo cierto es que Hektor tenía un calor terrible. Ahuecó su capa para que corriese un poco de aire por dentro. Aquellos ropajes prestados no estaban hechos para él. Notó cómo Saladino se revolvía a la altura de sus riñones. 

-Si quiere prueba de semejante hazaña, tengo todo el pescado bien guardado en una lonja del puerto. Y cuando hablo de pescado, usted ya sabe a lo que me refiero, ¿verdad?

Tenía la intención de que ese tal Enzo y él se iban a llevar a las mil maravillas. Al fin y al cabo, no hay mejor amistad que la que se forja después de cerrar un trato. 

La expresión de Hektor era de confianza. Pero una confianza extraña, errática, sin absolutamente nada que la sostuviera salvo la suerte en la que parecía confiar ciegamente. Sus últimas palabras resonaron con un mal presagio mientras entraba al lugar.

-Elen… -Llamó Brennan a la elfa en el último momento, cogiéndola de la mano en un impulso. –No te ves como una zorra. Y dudo que la hechicera se llamase Narvis. Ten cuidado.

El gesto fue tan rápido que ni Gealach llegó a reaccionar a él. Un instante después, la mano del druida había soltado ya la de Elentirell, y el hombre retrocedió hacia el exterior, dejándola de nuevo a solas con el ilusionista.

-No van a ser capaces de hacerlo. –Vaticinó, sin que pareciera que ese hecho le importara mucho, mientras preparaba su lanza de forma discreta. –Es casi seguro que Hektor lo espantará. La pregunta que tenemos que hacernos es… ¿atacamos, o seguimos a la rata hasta su madriguera?

La mirada de Brennan saltó entre Felsom, que jugueteaba con el trozo de oreja arrancado al mercenario, y el compungido Frenni, y se preguntó qué respuesta darían. Desde luego, había encontrado inusuales compañías.

Después de unos minutos el hombrecillo se impacienta por no ver llegar a Rittoro, antes de levantarse de la silla, Hektor quien con su magia ilusoria se muestra como Rittoro llega hasta su mesa, acompañado por la elfa, Enzo se queda detallando por un momento a Elen, algo no le cuadraba del todo en aquella mujer, no recordaba que tuviera facciones élficas, fue hasta entonces que Hektor abrió su boca para llamar su atención y el momento de duda y confusión se disipa por completo, -pensaba que nunca llegarían… bien, bien- el hombrecillo se frota las manos con una sonrisa retorcida en su rostro.

-Genial, sí, me parece perfecto ver el “pescado” en un lugar más discreto, le sigo, necesito llevar ese entre mes como prueba, para el “restaurante”- dice haciendo un pequeño énfasis en esa ultima palabra.

Al principio pareciera que Enzo estaba dudando de aquel par, más que todo por el hecho de que se fijaba mucho en la Elfa, por suerte parece que la artimaña de Hektor ha funcionado, el hombrecillo se frota las manos, pueden ver como esboza una sonrisa y se disponen a salir de la taberna.

Cuando estoy ya preparada para dirigirnos hacia la Taberna, una mano me retiene al coger la mía y por mera reacción defecto busco la mirada de quién está haciendo aquel acto. Al descubrir que es Brennan, sin querer las mejillas se me ponen rojas gracias a un incipiente y casi efímero rubor, estando muy confundida por su acción. 

Estaba diciendo mi nombre de forma diferente, algo se veía en él distinto y la sorpresa inunda en mi rostro. Sin poder creerlo. 

—Gracias por el consejo.

Y ya cuando nos soltamos, giro para mirarlo una vez más aún confundida mientras decido mentalizarme con la misión, ya estoy con Hektor y debo intentar que no la lie en demasía. Que lo conozco. 

« No seas blanda ahora...»

—Céntrate. 

Y el codazo llega mientras siento las miradas entorno a mi, odio estar vestida como una zorra y en cuanto pueda destrozo el vestido para que nadie lo vuelva a usar una vez más. 

Una vez continuamos el camino, nos adentramos en la taberna mientras Hektor gracias a su poder tienen la apariencia del tipo que hemos amenazado y ha confesado todo. Un tanto sorprendida por su desempeño—hay que reconocerle que cuando quiere lo hace bien—desvio la mirada hacia Enzo sonriendo un poco. 

Por suerte se ha comido el buzón y toca que nos acompañe, así que haciendo uso de mis curvas les indico con un gesto que me acompañen mientras muevo las caderas al caminar en un sexy vaivén que resulta muy atractivo. Buen trasero tengo. 

Solo espero que mi compañero lo mantenga, así salimos del lugar y con una paga más que necesaria para beber un poco, comer y distenderse. 

 Brennan mostraba una clara desconfianza en que el plan fuese a salir tal como planeado. Era un hombre cauto, que se quería preparar para lo imprevisto; y no se le podía reprochar eso. Pero tanta cautela era excesiva a los ojos del gnomo, que prefería simplemente esperar a ver cuáles eran los frutos que Elentirell y Hektor conseguían.

- Una emboscada no será necesaria, buen amigo. Confío en que nuestros compañeros mantengan calmo a este hombre y le saquen la información que deben sacarle. No seamos reacios a la confianza...

 Mientras esperaban a que el dúo de disfrazados pudiesen engatusar a Enzo para que diera más información, Frenni se apoyó contra la pared exterior del bar y se dispuso a mirar la calle, de repente dando un melancólico suspiro y baja sus orejas, algo no muy propio de una persona tan alegre y vivaracha como él. Pero había una razón para la melancolía en el corazoncito del pequeño ser.

- Extraño a Helena, compañeros... quizá para ustedes no fuera tan importante, pero enardecer la pasión de los jóvenes por la aventura es un deber de todo buen viajero. Y en esa muchacha vi una fiera, lista para la pelea pero intimidada por el prejuicio de su familia. Es una historia muy triste...

-Prepárate siempre para lo peor. -Masculló Brennan entre dientes, cuando el pequeño gnomo insistió en la confianza hacia sus compañeros. No era imposible que el plan funcionara, no en vano, había sido él mismo quién lo había propuesto, pero a pesar de eso estaría listo si no lo hacía.

-Ah, la camarera… -Miró de nuevo a Frenni, como si realmente hubiese olvidado a la mujer. -Si no es una cazadora, tal vez sea una presa. Es posible que Enzo pueda decirte qué ha sido de ella… si es que no ha sido ella la que nos ha delatado.

Con un gesto sombrío, se alejó un par de pasos, situándose en un lateral de la posada desde el que podía ver la entrada sin ser visto y actuar según dictara la situación. Un suave silbido hacia Gealach hizo que la loba se incorporara desde el lugar en el que se había tumbado mirando las orejas de Felsom y se situara a su lado, observando a su compañero con atención.

Felsom se mostró asombrado de comprobar que, en efecto, fuera lo que fuera que Hektor había usado para convencer al tal Enzo había funcionado. Desde luego sus compañeros no dejaban de sorprenderle.

-Ooooh Helena, la recuerdo -coincidió el nigromante con Frenni, mientras daba un mordisco s una de las orejas, estando aún cruda, y masticándola en la boca-. Esa cervatilla tenía buenas piernas. Hubiera podido alimentar a un buen hombre hambriento. Puede ese tipo sepa qué fue de ella, aunque la chica era una camarera y tenía un panorama bastante desagradable en su hogar familiar... Dudo que ella nos haya delatado.

El nigromante se apartó de unos cuantos pasos, alejándose de la entrada de la posada, mientras tomaba su bastón de fresno, decidido a actuar en caso de que fuera necesario emboscar a Enzo.

El truco había funcionado y Hektor estaba exultante. Dio media vuelta y se encaminó hacia la puerta de la taberna. En realidad, le hubiera encantado sentarse en una de aquellas bancadas de madera carcomida y beber hasta perder el sentido, pero el insistente tirón de mangas de Elentirell no le dejaron otra opción que seguir con el plan. 

Plan, todo sea dicho, que no había sido concretado mucho más allá del punto donde ellos se encontraban. A partir de ahora todo era improvisación, pero es que, ¿qué era la vida sino un continuo ejercicio de improvisación?

El hechicero salió del bullicioso antro silbando una pegadiza melodía, Marinero Saladino, se llamaba y a pesar de que no tenía punto de comparación con las maravillas que Frenni era capaz de crear, la tonadilla era agradable. 

-Y dígame señor Enzo, ¿tiene algún trabajo más que quisiera encomendarnos? ¿Algún otro curioso que ande husmeando por donde no debería? 

El hombrecillo sale de la taberna sobando sus manos con ímpetu, al parecer esta muy contento por el excelente trabajo que han realizado los mercenarios; luego de unos minutos y llegar al muelle donde Enzo espera encontrar los resultados de la misión que le han encargado; Hektor quien mantiene una ilusión que se debilita poco a poco, interviene con una pregunta.

Enzo niega con la cabeza, -no, por el momento es lo único que me ha encomendado el maestro, estas basuras lo han molestado bastante como para enviar por sus cabezas-, el hombre se queda mirando fijamente esperando por lo prometido, -y bien, ¿dónde está lo que prometieron?-.

El resto del grupo observa como Hektor y Elen se retiran de la taberna tomando rumbo hacia los muelles, esperan un poco a que tomen una cierta distancia y proceden a seguirlos, quedando lejos de donde se detiene el trio, pero no tanto por si las cosas se llegaran a complicar.