Partida Rol por web

Bien poneis rumbo a la gaviota negra, que gracias a las indicaciónes que Egil os ha dado, no tardais mucho tiempo en encontrala.

El camino por las calles de Freeport, ha sido tranquilo, no hay mucho movimiento de gente, solo algunos bucaneros que van dando camballas de un lado a otro ciegos debido a la cantidad de Ron que llevan encima, y algunos gatos que veis rebuscando entre la basura.

Cuando llegais a la puerta de la Taberna notais que nadie normal podría estar ahí ni a esas horas de noche ni siquiera de dia. Un cartel de madera bastante deteriorado que cuelga de solo uno de sus lados con una cuerda de una baranda de hierro es lo unico que lo identifica como taberna, por lo demas podría pasar como una casa abandonada.

Una vez más, los TronchaMucho recorrían las sórdidas y malolientes calles de Freeport con la Luna como única guía en aquellas calles bañadas en penumbra. Los pasos del grupo eran el único sonido, además del distante yapenas audible rugido de las olas del mar. Sus pasos les llevaron a una zona mala, aún para aquella ciudad llena de peste, done por fin encontraron la Gaviote Negra.

El lugar infundaba una sensación casi imperativa de alejarse a las corridas para no volver nunca más, pero Míneas bien sabía que aquella era la única pista que tenían por el momento. En lo que a el respectaba, Lucius podía estar allí adentro, prisionero de quien sabe que clase de escoria. Suspiró larga y sonoramente, antes de abrirse paso entre los aventureros frente a él hasta situarse frente a la puerta.

-Que va- dijo, antes de empujar la puerta con firmeza e internarse en lo que en Freeport llamaban taberna sin mirar.

Rurik seguía al grupo por detrás, aprovechando sus ojos enanos para tratar de encontrar peligros en las oscuras calles. Ya fue emboscado dos veces en esta ciudad, y no quería que se volviera un habito. Durante todo el camino no dirijo una palabra al grupo, pero al ver que sus acompañantes se detenían al frente de una casa abandonada, dijo

- Este es el lugar? No parece muy cuidado... Mejor tengamos cuid

Pero fue interrumpido por el Mineas, que paso siguiente entro a la taberna. Rurik dio un respiro profundo, tratando de aclarar su mente, y entro detrás del mago.

¿Por qué les habré dejado?

Me preguntaba más de una vez según la oscuridad aumentaba su reino en el descuidado barrio, el lugar tenía toda la pinta de una guarida de animales pero en mitad de una ciudad y el sentimiento de inseguridad crecía con cada pequeño sonido.

- ¡Mineas no!

Musito ya sin remedio tras comprobar que el mago, no tan temeroso del antro se precipita en su interior como si cambiara de habitación en su casa, dejándome sólo una oración para suplicar nuestra seguridad.

- Pelor, protégenos con tu luz incluso en la oscuridad del abismo.

Al entrar veis a a una docena de bucaneros, cantando bebiendo y jugando a las cartas y los dados, al veros todo se queda en silencio, os miran pero poco despues todos continuan como si nada hubiera pasado.

Esto requería la más sutil de las intervenciones, esto requería una inspección minuciosa, cuidadosa y escrupulosa, requería de astucia e ingenio, de observación y tacto... lástima que nadie interviniera antes.

Observo toda la taberna, y al no ver al último de los mercenarios de los escudos amarillos entre ellos, busco a alguien que entre la penumbra pueda estar esperando su llegada, pero tampoco, tal vez, estén hablando en alguna habitación. Miro en la nota donde salia el nombre de la Gaviota Negra, a la espera de encontrar algun nombre, al no encontrar nada me acerco a Lona y Moses

Vigilad la puerta, todo el que entre o salga es sospechoso

Doy una palmada al mago para que me acompañe hasta la barra, seguramente no sea mago, seguramente sea un labrador que quiere llegar a algun lado, sea como sea, le enseñaré a pelear, repico con los dedos donde termina la larga y sucia barra de madera donde el tabernero se gira complaciente

Tabernero~Arrrr no les había visto antes por aquí, ¿En qué puedo ayudarles?

Soy Abyl de Lormyr, Capitana del Venganza Sangrienta, estoy buscando a los mercenarios de los escudos amarillos, deben andar tal vez en alguna habitación, no se preocupe, es solamente cuestiones de trabajo.

El tabernero mira desconfiado el enorme espadón que me acompaña y piensa entre darme la espalda y consultarlo con algun parroquiano o decirme lo que necesito, saco una bolsita pequeña con cinco piezas de oro que suenan al chocar y pueden verse en la bolsa medio abierta sobre la barra, a modo de incentivo, por si el título de Capitana no fuera suficiente en una ciudad como Freeport.

Jenkins espearba que Abyl no fuera nada sutil, así que con paso firme mientras ella se dirigía a la barra caminó hacia la una de las paredes mirando a los bucaneros que estaban bebeiendo y hablando por las mesas, en busca de algún signo de nerviosismo o algo sospechoso, si todo iba como el enano pensaba, enseguida abría una trifulca, y el debía estar preparado...

Tras un rato en la taberna, veis como la puerta de la taberna se vuelve a abrir, y entra un tipo, que por sus pintas se podría decir que no concuerda con la clase de gente, de la taberna, su actitud parece nerviosa, como si esperara a alguién. Empieza a mirar de un lado para otro como si buscase a alguien, y cuando se percata de vuestra presencia pintoresca, parece que empieza a tener prisa por salir de la taberna.

Aprovechando un momento en el que Abyl llama demasiado la atención del hombre, más que nada por su característica falta de sutileza me acerco hasta él y sujetando una silla junto a su mesa me inclino levemente para susurrarle.

- Creo que nos buscabas a nosotros, ¿puedes acompañarnos fuera tranquilamente o prefieres que esa mujer te demuestre lo diplomática que resulta?

Levanto la mirada unos instantes en dirección a Abyl para que el hombre se percate de a quien me estoy refiriendo, pero parece demasiado nervioso para comprender nada.

A Jenkins no le  queda inadvertido como un tipo al ver al grupo se empieza a poner nervioso he intenta salir de la taberna cuant oantes, por ello el enano se dirige rápidamente hacia la salida para cortarle el paso, no se marcharía hasta que respondiera algunas preguntas...

- Vas a alguna parte... - Una sonrisa se dibuja tras la barba del enano...

Notando la reacción extraña del hombre, Rurik, sale detrás de este.

Al ser interrumpido Jankins el hombre da un paso para tras, solo para toparse con otra persona. Este, simplemente le sonreía, con ambas manos en el pecho, como si estuviera rezando.

Saludos...

Veis como el individuo se pone cada vez mas y mas nervioso incluso podeis ver como los sudores empiezan a recorrer su frente. - Aaaa voo..sotros? Esto no yo no.... si no os importa me ire buscaba a mi hermano - dice este con voz temblorosa. Le costaba muchisimo articular palabra, el nerviosismo y el miedo era parpable al acercaros al él.

El taberno te mira con incognita - No se quienes son los escudos amarillos señorita - dice este.

- Si, por supuesto, precisamente nos manda tu hermano. Y sería prudente ir poniéndonos al día mientras el llega.

Le sigo minimamente el juego antes de sentarme dispuesta a escuchar lo que sabe éste hombre, pero seguramente sólo sea un subordinado del auténtico contratista.

- Cierto, mis disculpas, me llamo Lona.

Me presento recordando mi falta de modales por no haberlo hecho antes y aunque la situación no me resulta muy agradable por intimidar tanto al hombre con nuestra presencia, debo admitir que dificilmente podríamos conseguir información sobre Lucius de cualquier otro modo.

- Abyl, ¿puedes traer unas cervezas? Parece que nuestro amigo tiene un nudo en la garganta.

Sonrío a la bárbara inocente, esperando que tanto el gesto como la petición de algo para beber le relajen un poco, aunque con los dos enanos aún de pie sea algo más complicado.

Jenkins sonríe ante el nerviosismo del hombre, después asiente las palabras cautas de su compañera, pensando en cuan diferente a Abyl es...

Mientras pone una mano en el mango del hacha dice...

- Bien hombretón... Nos sentaremos y charlaremos como buenos amigos de todo un poco, y esperaremos a que venga a buscarte tu hermanito, creo que aceptas la invitación verdad. - En ese momento pega unos golpecitos en el mango del hacha, vayamos mientras nos traen unas cervezas...