Partida Rol por web

Bueno, no me voy a matar, asi que les dejo el escenario

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Arena de 20 x 15, muros de piedra de 5 metros, puertas de madera a vuestras espaldas. Cada cuadro es un metro horizontal o vertical, metro y medio si es diagonal. 

Para los no familiarizados con pyromancers. Solo mueves tu ficha a las coordenadas que deseas, dentro de tu limite claro, y le das clic a Pass turn. Eso genera un nuevo link que pones en tus notas. En ese link queda guardado el movimiento. El que viene despues entra por ese link al tablero modificado, y repite el proceso. Si usan las coordenadas para indicar donde se mueven, mejor. En un stage como este no importa mucho claro, pero en otros entornos con mas "ambiente" cuenta para la cobertura y demas.

Lo que hacen, las tiradas, etc, se realizan aca en post.

Gasto 4 motas para activar el jutsu aumento de velocidad. El resultado y la narrativa las interpreto dependiendo de la acción que se lleve a cabo.

Confiando es su velocidad, Hiroto concentra el chakra en sus espadas. Con un movimiento fluido pero firme, dibuja un arco en  el aire en dirección a su rival. -¡Hoja de Vacío!- Grita a la vez que una onda de viento impregnada de chakra se dirige ferozmente hacia su contrincante.

A penas termina de efectuar su jutsu, Hiroto corre como una exhalación hacia Sunauto recorriendo un arco a medida que se va acercando a su rival.

¡Maldita su estampa!

Es muy rápido, muy veloz. Yo también, pero no tanto como él.

No ha sido suficiente. No basta. El chakra que recorre mi cuerpo entero para enfurecer las células dándoles más velocidad ha sido superado como pocas veces ocurre, contra un adversario que más parece una exhalación invisible. 

Apenas veo una sombra moverse, como un halo de luz que hace resplandecer un dibujo del aire con forma de curva. Se proyecta contra mi, casi que sin dejarme pestañear, moverme, o reaccionar. No es una luz cegadora, pero arrastra consigo el polvo a los costados, mortífera.

Espero que sea el instinto felino, el instinto de fuga y escape lo que empodere mi intento por no morir. Porque nada de lo que ocurre es consciente.

El halo fulminante se sobrepone al frente mío como una enorme ventisca de energía horizontal, fulminante y rapaz. De pasar sobre mi rebanaría el cuerpo en dos, cruzando como un cuchillo entre el agua, sin resistencias. 

No la veo, no la escucho, no la huelo ni la siento. Pero mi cuerpo es un resorte que asiste con premura bajo el suelo, cerca de mi postura combativa feroz. El temor se posesiona sobre mi cuerpo, cercano al temor; ése sentimiento que nos protege contra nuestra voluntad del peligro. 

Mi diestra contra el piso en diagonal y sobre mis extremidades inferiores, a la izquierda, impulsa el cuerpo al aire, con las dos piernas en lo alto. La cadera golpea sobre la misma trayectoria ondular forzando mi peso a sobrellevar la ventisca mortífera por debajo, pasando sobre ella. Giro finalmente sobre el halo de viento, de cara a mi contrincante.

Pero no está donde estaba. 

¡Allá! Apenas por el rabillo del ojo logro detectarlo. Y yo sigo acá, a punto de caer.

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Me esfuerzo por no cerrar los ojos. Pensé que había sido todo, pero no.

Un poderoso viento se ocultaba tras la cuchillada. Una estela que sopla frente a mi me empuja con rencor a mis espaldas, con una fuerza brutal y salvaje. Es el mismo centro de una tempestad. La corriente se aferra a mis músculos, mordiéndolos para someterme, para condenarme en contra de mi propia voluntad a un lugar al que no quiero ir.

Resisto, intento no doblegarme. En el aire donde estoy agacho el cuerpo, lo encojo y me ladeo hacia la izquierda con la punta de mi mano izquierda frente a mi, como una lanza, dispuesta a cortar el aire que abusa de mi cuerpo como si fuese una pluma de papel.

Siento la ferocidad pasar a mis lados, la estrategia funciona, pero aun así salgo desplazado contra la pared tras de mi. Siento el golpe a mi espalda, arrinconado por un enemigo que forzará contra mi su brutal energía.

Para su desgracia ha mostrado mucho. Estoy contra la espada y la pared, literalmente, pero ahora sé que domina el viento.

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El golpe era imparable pero Sunauto optó por no interponerse en el camino del ataque. Con una agilidad y unos reflejos fuera de lo normal, Hiroto contempló sorprendido como su rival esquivaba el grueso de su 'Hoja' con unos movimientos formidables. No fue así con la ráfaga de viento que envolvía a su ataque, que lo desplazó unos metros hacia atrás en contra de su voluntad. Hiroto sonrió ligeramente al ver que su técnica no había sido completamente inútil.

"A ver si puedes con esto." Hiroto realiza unos sellos a medida que avanza mientras concentra una cantidad considerable de chakra. Dio un puñetazo al frente enviándo una columna de aire concentrado que se dirigía hacia Sunauto con más potencia que el ataque anterior a medida que levanta el polvo y la tierra del suelo a su paso.

Como supuse, otro ataque de tipo viento. ¡Eres mío!

Una concentración de chakra poderosa, cargada con un poder abrumador. Quizás sea una técnica de rango B. La veo venir, no como antes. Es clara, sigue siendo veloz y fulminante, pero la veo. Este ataque lo puedo responder más que por puro reflejo, con inteligencia y decisión.

Directo como nunca soy, ésta es la oportunidad de evaporar mi poder, de concentrarlo en un despliegue de fuerza propio de mi naturaleza. Feroz, salvaje, intimidante. Terrorífico y demoledor.

Contra la pared que estoy, pego un brinco ligero para asestar la planta de mis pies contra el muro; y me impulso sagazmente en línea recta contra el jutsu que viene hacia mi. Extiendo la mano de mi garra al frente, con esas tres puntas metálicas afiladas, y veo en ellas la chispa de la vida; el vigor de la fuerza.

Un pequeño destello lumínico revolotea desde la punta de cada hoja. El tiempo parece detenerse, se diluye, se esfuma y todo lo veo en cámara lenta.

Mi cuerpo gira sobre el eje creado en rededor de mi diestra extendida. La cola de mi cabello gira al mismo tiempo, pero se apega sobre la superficie de mi cuerpo, oscilante en espirales. Luego las chispas incidentes hacen del calor una constante de mi arma, haciéndola estallar en un fuego encandecente alimentado por chakra. El fuego recubre mi cuerpo describiendo una enorme espiral concéntrica que cubre cada vez con más fuerza mi cuerpo, haciendo de mi un torpedo, una bala de fuego que habrá de alimentarse con el descuido de mi rival. Lo consumiré todo, o moriré.

La llama de la vida

Encendida por la yesca, vive por el bosque hasta extinguirse. Ella se ahoga a veces, pero no sin antes saciar su hambre.

Estoy hambriento, sediento de llevar al límite mi suerte. Arderá mi enemigo o moriré en el intento.

Lo asumiré con una sonrisa. Será la certeza de mi vida fugaz, como las chispas.

Siento el aire que golpea contra mi puño afilado y llameante. Siento su furía, como la mía que crece. Siento el alivio de un respiro final. Tengo la sensación de que todo es efímero.