Partida Rol por web

Nuevamente el grupo de investigación se encuentra en el piso de arriba, a la salida de la cocina en la que se encuentra, en el suelo, la trampilla por la que el grupo ha accedido a la planta inferior. Los cuatro se encuentran ligeramente alterados por lo que ha sucedido unos minutos atrás: un aparente ataque por parte de unas raíces alojadas en el espacio comprendido entre el suelo de la sacristía y el techo del sótano. Arnold Flaherty, el culto antropólogo y religioso, ha encontrado una explicación racional basada en los hongos del techo, pero sin embargo no parece que eso haya terminado de calmar a nadie.

El interior de la sacristía está exactamente igual que cuando entraron unos minutos atrás, con la posible excepción de que el olor a papel quemado se ha disipado casi en su totalidad. Sharpay no puede evitar echar un vistazo a los volúmenes quemados y lamentarse de nuevo por lo sucedido. Gloria se siente aliviada por el momento al no haber encontrado ningún otro niño en los alrededores. Definitivamente los niños no son lo suyo y, cuando además resultan extraños e incluso amenazadores, menos aún. Gambetta está pendiente de todo cuanto ve, satisfecho de que no haya materiales o grutas, por el momento.

Aquella locura terminó tan inesperadamente como hubo comenzado. Gloria no sabía qué había pasado, pero tampoco yo pude responderle con claridad.

—No estoy muy segura. Todo lo que he visto ha sido cómo unas raíces te zarandeaban…, pero eso no es posible… —Me froto los ojos en un gesto de desconcierto. Si la memoria humana ya era esquiva a los detalles, la adrenalina que mi cuerpo había generado en aquella situación tampoco le había favorecido. El recuerdo de lo que acababa de suceder aparecía difuso en mi mente.

Camino hacia la salida mientras Arnold y Frank se acercan a Gloria. A medida que subo los peldaños, un telón parece cerrar una escena terrorífica de esta odisea. Unos metros tras mi espalada, escucho la hipótesis que Flaherty comparte con Frank y Gloria, pero mi confianza se ha disipado poco a poco desde que llegamos a este pueblo. ¿Deberíamos confiar en que está en lo cierto?

Saco la cabeza por la trampilla de la cocina y noto cómo, a pesar del polvo, mis pulmones vuelven a tomar aire. Alumbro a mi alrededor, pero todo parece seguir como estaba antes de bajar. Me giro hacia mis compañeros y se lo comunico.

—Chicos, esto parece despejado —Veo que Gloria tiene ayuda suficiente y subo a la cocina para esperarles.

Entonces, paradojas de la vida, lo que más llama mi atención es aquello que mi linterna no puede alumbrar. En medio de la oscuridad, puedo observar un pequeño reflejo que me trae a la memoria el agujero del techo. Una vez más me pregunto de dónde proviene esa luz, considerando que es de noche en Nazarene's Lot. Me acerco al reflejo, mientras espero a mis compañeros, y comienzo a alumbrar la zona. Entonces, veo una antigua escalera de madera que la sombra nos había ocultado. Desde luego no parece la escalera de Jacob, pero es posible que nos conduzca a algún tipo de cobertizo, donde podamos encontrar más información.

Vuelvo hacia la trampilla para compartir la información con todo el equipo. Me dirijo primero a Gloria para preguntar su estado.

—¿Te encuentras mejor? ¿Creer que puedes continuar? —El agotamiento del grupo es evidente, pero ella se acaba de llevar la peor parte. Continúo, mirando a todos—. Junto a la cocina hay una escalera. Tiene que haber un piso superior. Creo que deberíamos investigarlo antes de marcharnos del edificio —Espero sus respuestas y, mientras no haya desacuerdo, emprendo la marcha.

Camino hacia la escalera y no puedo evitar observar con tristeza los libros quemados. ¿Esto también es una ilusión? Desde luego es evidente que algo pasa en este pueblo, o nadie se tomaría molestias en ocultarlo. Lo sucedido en el sótano despareció, como si nunca hubiese existido. A pesar de ello, el daño de Gloria es manifiesto. Además, de haber sido los hongos, deberíamos haber seguido delirando. El delirio es resistente a las evidencias, así que conocer su causa no impide sufrirlo. De otra manera, los neurolépticos nunca habrían tenido éxito. Aun así, no puedo descartar que, más que una hipótesis o una llamada a la calma, sea una estrategia para evadir cualquier sospecha.

La explicación del Padre Flaherty sonaría creíble si yo misma no hubiese sentido como aquellas raíces me asfixiaban y me cogían, ¿cómo iban unas esporas a causarme esa sensación tan vívida y real? Ya no sabía que pensar, solo quería salir de aquel lugar, y pensar que íbamos a pasar toda la noche allí...

—Gracias Sharpay, pero sí, estoy bien, puedo continuar. Busquemos un sitio donde dormir, e intentemos descansar, mañana será otro día, con suerte acabaremos este dichoso trabajito y podremos irnos a nuestras casas porque, de verdad, empiezo a estar más que harta de este pueblo de mala muerte.

Resoplo enfadada.

—Pero bueno, si queréis podemos subir, quizás encontremos un sitio para dormir...

Lo que no pensaba era quedarme en ningún momento sola, eso ni de coña.

Logramos salir del sótano, todos un poco más calmados pero aún así se notaba el nerviosismo en el aire. Mi explicación no había dejado satisfecho a nadie, incluso dudaba si me había dejado satisfecho a mi. En eso estaba cuando escuché a gloria.

—Gracias Sharpay, pero sí, estoy bien, puedo continuar. Busquemos un sitio donde dormir, e intentemos descansar, mañana será otro día, con suerte acabaremos este dichoso trabajito y podremos irnos a nuestras casas porque, de verdad, empiezo a estar más que harta de este pueblo de mala muerte.

 Estaba bastante de acuerdo, salir era lo mejor. Cuanto antes estuviéramos al aire libre, antes eliminaríamos las esporas de nuestro sistema.

—. Junto a la cocina hay una escalera. Tiene que haber un piso superior. Creo que deberíamos investigarlo antes de marcharnos del edificio —

Lanzo un largo suspiro antes de comenzar a hablar.

—Lo más importante en este momento es que nos de el aire, así eliminaremos el efecto alucinógeno de las esporas. Además el techo del sótano casi se nos cae encima, de lo que de verdad comienzo a desconfiar es de que todo este edificio sea seguro.

Normalmente considero que el padre Flaherty es la voz de la razón, y no es que en este caso opine diferente. Sencillamente creo que ya estamos todos bien y, por ello, merece la pena que sigamos investigando el piso superior. No creo, dada la colocación de los travesaños de madera, que el techo vaya a derrumbarse de un momento a otro. Salvo que estén comidos por las termitas, claro, pero eso sería algo extraño en ese lugar en el que pocos animales hemos visto.

—Me va a disculpar, padre, pero en esta ocasión estoy de acuerdo con Sharpay —digo con el mayor de los respetos, pero al tiempo con firmeza—. Creo que deberíamos investigar ese piso superior y después echarnos un poco a dormir para recuperar las fuerzas.

Miro a las dos mujeres, partidarias de investigar todo rápidamente y marcharse de ese pueblo lo antes posible. Sé que tengo su aprobación de antemano, pero no me vendría mal una confirmación en ese momento. Además, es posible que el padre Flaherty quiera hacer valer su autoridad para tratar de obligarnos a salir de allí. Y eso normalmente no sería un problema si no fuera por una vocecilla en mi cabeza que me dice que arriba vamos a encontrar algo.

No sé si bueno o mal, pero algo.

Me encontraba, junto a mis compañeros, frente a la trampilla de la cocina y parecía que el tiempo no hubiese pasado. Nuestro paso por el sótano había generado más dudas que certezas. No teníamos claro qué había sucedido allí abajo y lo único que habíamos encontrado eran las hojas del cuaderno rasgado de un niño. Hasta el momento, lo más tangible que tenía para el departamento eran unos libros quemados y unos dibujos que ofrecían poca información objetiva sobre la realidad de Nazarene's Lot. Aun así, y a pesar de todas las contrariedades, aquella escalera había conseguido cautivar mi curiosidad. 

Tras preguntar a Gloria por su estado, muestra su buena disposición. Ha estado al pie del cañón desde que hemos llegado a este pueblo y el accidente no ha mermado su empeño.

—Me alegro Gloria. Yo también estoy deseando terminar muestro trabajo en este pueblo. Esperemos que sea más pronto que tarde —Le sonrío y asiento, valorando su buena aptitud.

Propongo revisar el piso superior, aunque parece resultar una dificultad, más que una oportunidad de encontrar algo que por fin nos ayude. Escucho a Flaherty y una sonrisa involuntaria se dibuja en mi rostro. Casi esperando su sistemática desaprobación, no puedo evitar lanzar un corto suspiro.

—A ver…, no quiero ser maleducada padre, pero... ¿no crees que te estás contradiciendo? Dices que deberíamos salir porque lo que hemos vivido han sido alucinaciones debidas a las esporas, pero también porque el techo casi se nos cae encima… pero, ¿no era eso una alucinación? Según decías hace unos minutos, en realidad no ha pasado nada —Miro hacia abajo—. Sin ir más lejos el suelo que estamos pisando es ese techo del que hablas… —Permanezco en silencio, notando que el suelo que empiezo a pisar ahora se escapa de mi competencia—. De todas formas creo que valorar la seguridad del edifico no nos corresponde a ninguno de los dos —Las incongruencia en los argumentos de Arnold sólo alimentan mi desconfianza. ¿Hay algo que no quiere que encontremos?

Entonces, Frank se pronuncia, confiando en que no es probable el derrumbamiento. Nos mira a Gloria y a mí y, asumiendo que espera una respuesta de nuestra parte, no puedo evitar mostrar mi conformidad.

—Por mi parte estoy de acuerdo Frank. La verdad es que el descanso se está haciendo cada vez más urgente, pero si nos vamos sin investigar el piso superior tendremos que volver en otro momento y nuestro trabajo se puede retrasar. No creo que tardemos mucho tiempo en revisar ese cobertizo. 

A pesar de todo, asumo que el acuerdo no es unánime, así que intento pensar en una opción más neutral y la comparto.

—Otra posibilidad es repartirnos el trabajo. Frank puede venir conmigo a revisar el cobertizo, ya que también quiere investigarlo. Mientras tanto, Arnold, que no quiere subir, puede ir con Gloria, que está más frágil en este momento, a revisar alguna casa cercana. Podemos encontrarnos en unos minutos en el coche —Miro a mis compañeros, en silencio, esperando sus opiniones. Realmente no quiero que el grupo se divida, pero es lo único que se me ocurre para satisfacer todas las opiniones.

Suspiré.

—Me adapto a lo que queráis, aunque si me preguntáis y soy sincera, lo que más me apetece es meterme en el coche, tumbarme en la parte de atrás y esperar que mañana amanezcamos en un pueblo que no quiera matarnos a todos. Pero, sí, puedo acercarme a revisar alguna otra casa donde poder dormir, si el coche es pequeño para los cuatro...

Tras escuchar a Sharpay y Frank mi semblante comienza a ensombrecerse. Ya no era una mirada de desaprobación, como la de un maestro a un alumno que repetidamente había fallado una lección, sino más bien de estupor mezclado con decepción y tal vez un poco de ¿Ira? Aún con eso simplemente lanzo un suspiro, el cual aprovecho para acomodar mi semblante el cual a partir de ese momento solo muestra pétrea seriedad. 

Tras eso escuho a Gloria ser la más sensata para ser la que peor la estaba pasando, lo cual no sabía si hablaba muy bien de ella o pésimo de los demás -No juzguéis, para que no seáis juzgados.- De repente el Mateo 7:1 viene a mi cabeza y me calma un poco antes de comenzar a hablar.

-Muy aguda al encontrar una contradicción en las palabras de un hombre que admite haber sufrido una alucinación señorita Wong, la verdad es que me tiene impresionado. Casi tan impresionado como el hecho de que, luego de que vimos la imagen de un edificio con lo que parecerían raíces negras brotando desde su parte mas inferior, sufrimos una alucinación siendo atacado por raíces negras en el sótano. Si tuviera que adivinar probablemente siga algo que tenga que ver con llamas, o tal vez con algún muerto- Tras esto comienzo a dirigirme ya mas a Frank y Sharpay como conjunto -No dije que tengamos que retirarnos completamente, solo descansar unos minutos o tal vez una hora antes de volver con las precauciones pertinentes- Esto ultimo lo digo señalando a la bufanda que le había prestado a Gloria -Admiro su dedicación a su trabajo pero no querer esperar ni siquiera eso me parece excesivo- Tras esto miro nuevamente a Sharpay para soltarle una última frase -Si no puede ver el peligro que supone el estar sufriendo de alucinaciones en un edificio viejo y desconocido... Entonces no es tan aguda como se cree- Sin decir más simplemente me giro y con un simple -Eres libre de acompañarme, Gloria querida.- Me dispongo a salir del edificio.

Si tenía razón, salir del lugar era lo mejor... Y si no la tenía aún más.

Me encojo de hombros y suspiro.

—Voy, aunque quizás mis pasos sean algo lentos...

¿Qué había hecho yo para merecerme el castigo de aquel maldito pueblo? Mi karma no debía ser demasiado bueno después de todo, me había atacado una planta, el supuesto pueblo abandonado estaba lleno de niños huérfanos, ¿qué más secretos escondía Nazarene's Lot? Esperaba que ninguno.

Extraños niños en un pueblo supuestamente abandonado, sangre y arañazos en una puerta, cuadros con símbolos rituales, documentos importantes recientemente calcinados… Después  de haber presenciados aquellos anómalos sucesos no quería quedarme sola. Parecía que esas historias de terror que habían llenado mi vida de fantasía, ahora se escribían por sí mismas en Nazarene's Lot. Pero esa misma razón me hacía sentir como el mismísimo capitán Ahab en busca de su ballena y esas escaleras, antes ocultas, ahora gobernaban mi curiosidad.

Escucho la opinión de Gloria. La necesidad agudiza el ingenio y creo que su idea no es mala.

—Bueno es un 4x4, es amplio. Si nos apretamos un poco puede ser lo mejor, teniendo en cuenta el estado de las casas que hemos visto… —Encojo los hombros, temiendo la posibilidad de que nuestra integridad, sobre todo la psicológica, peligre en cualquier rincón de este pueblo.

Arnold nos da su opinión, como cualquier cura que se precie, en forma de monserga.

—Disculpa que dude del origen alucinatorio de esas contradicciones . Aun así, sobre todo si de una ilusión se trata, y al contrario de lo que piensas, es bueno señalarla, tanto para que el que la sufre sea consciente de ella, como para que sus compañeros no caigan en la misma contradicción —Paro un poco, respiro y continúo—. De todas formas, si lo que hemos vivido ha sido una alucinación, lo más probable es que la conexión con los dibujos sea meramente sugestiva. Más allá de ello, que consideres si soy aguda o no, en base a una contradicción encontrada en un par de frases, es algo que me importa muy poco.

Poco más puedo decir antes de que el padre Flaherty nos ofrezca su espalda. Tras él, Gloria le acompaña, aunque parece bastante desanimada.

—De acuerdo Gloria, nos vemos en el coche en unos minutos. Espero que tengáis suerte.

Cuando mis compañeros se van, miro primero los libros quemados y luego a Frank.

—Dado que no hay acuerdo, voy a subir. Me gustaría que al menos alguien me acompañara, pero por supuesto no soy nadie para decidir lo que debes hacer. Si prefieres acompañar al resto del equipo eres totalmente libre —Tiendo mi mano al hombro de Frank, tratando de reforzar la sinceridad de mis palabras.

Me giro hacia la escalera y temerosa, a la vez que intrigada por lo que pudiese encontrar, miro todo mi alrededor antes de subir al misterioso cobertizo.

El padre Flaherty, junto a Gloria, deciden salir de la sacristía en dirección al coche en el que han llegado al pueblo. Cuando menos, están preocupados por el hecho de que los efectos de las esporas sigan haciendo efecto en un lugar tan delicado como un recinto cerrado, por grande que este sea, y prefieren no aventurarse a tentar su suerte. Sin embargo, sus intenciones quedan un tanto truncadas porque, una vez en el exterior, el padre Flaherty comienza a escuchar una serie de voces que parecen proceder del mismo lugar que con tanta convicción acaba de abandonar en compañía de la arquitecta. No son unas voces claras ni comprensibles, pero sí son claramente humanas. Parecieran tres o cuatro personas, de edad avanzada, que están discutiendo. Gloria no parece haberse percatado de nada y sigue caminando lentamente.

Sharpay y Gambetta suben cuidadosamente la escalera hacia el segundo piso. La madera de la escalera se encuentra prácticamente putrefacta y los escalones parece que fueran a partirse en cualquier momento bajo el peso de los dos enviados por la oficina federal a comprobar el estado de Nazarene’s Lot. Sharpay llega al piso superior y se aparta para que Frank pueda apoyarse en el suelo y así ponerse en pie a su lado. Es una planta casi tan grande como la inferior. Recorriéndola en un primer vistazo, alcanzan a ver dos habitaciones situadas en la pared oeste y una, al lado de un estudio, situadas en la pared este. El lugar apesta a humedad, pero no hay ni rastro de plantas u hongos como los que infestaban el piso del sótano de la sacristía.

Las escaleras crujían en toda su podredumbre. El silencio de noches caliginosas y la ausencia de actividad hacen que cualquier sonido sea estrepitoso. El miedo pesa y aplasta el umbral de los sentidos. Tenía la sensación de que no llegaríamos arriba.

Termino de subir las escaleras, esperando encontrar un angosto cobertizo. Sin embargo me sorprende la amplitud de la habitación. Mi conocimiento de la sacristía es bastante limitado, pero jamás pensé que las escaleras que hemos subido podrían llevarnos a un lugar como este. Uso mi linterna para hacer un barrido general de la estancia y el ala este llama mi atención. No sé si habrá alguna ballena, pero a lo mejor puedo encontrar pistas que me acerquen a ella.

Miro a Frank, a mi lado, e intento trazar un plan.

—Parece que hay varias habitaciones ¿Has visto algo importante? —Dirijo la mirada hacia la zona del estudio, alumbrándola con mi linterna, y continúo—. Creo que por aquella zona podemos encontrar algunos documentos necesarios para la agencia. -Vuelvo a observarle-. ¿Empezamos por allí o tienes alguna otra prioridad? —Permanezco en silencio, esperando su respuesta.

Comienzo a caminar. Si Frank no tiene otra opción me acerco al estudio, buscando a mi paso documentos, marcas, pinturas, objetos…  Cualquier cosa que pueda darnos información sobre los sucesos de Nazarene's Lot. Mientras camino silbo, tratando de ver el lado brillante de la vida, siguiendo las enseñanzas de un grupo de filósofos británicos… When you're chewing on life's gristle… Don't grumble, give a whistle…

Mientras salía del lugar comencé a escuchar voces, en cualquier momento me hubiera volteado pero justamente en ese estaba claro lo que estaba pasando. Apresure el paso par ir con gloria al tiempo que pensaba -Cálmate Flaherty, en este momento estás intoxicado... si no parece real es porque no lo es- Cada vez estaba más convencido que había tomado la decisión correcta, un brote de estos en un lugar como el que estábamos podía terminar mal. Además al parecer las voces que escuchaba no estaban afectando a Gloria, más a favor de mi teoría de las alucinaciones -Y pensar que a mi edad me alegraría de estar drogado-

Camino pesadamente junto al padre Arnorld.

- ¿Ve algo interesante, padre? Porque entre la oscuridad, y el cansancio que tengo encima quizás no sea de mucha ayuda, la verdad. Este lugar está pudiendo conmigo, por mucho que me cueste admitirlo, no esperaba enfrentarme a un trabajo así cuando me llamaron para venir hasta este maldito lugar...

Hablaba porque el silencio me ponía nerviosa.

Lo cierto es que me encuentro bien y creo que, salir al exterior a tomar el aire sólo nos retrasará más de lo necesario. No obstante, puedo equivocarme... Miro a Sharpay y sonrío a pesar de lo oscuro, húmedo y un tanto escalofriante del lugar, y no sólo por el frío reinante. Parece que sabe lo que se hace y dudo que su actuación sea fruto del azar. Es tranquila y metódica, y no parece dejarse llevar por impulsos. Aunque puedo equivocarme…

—No —le respondo al fin—. No tengo ningún lugar predilecto para empezar, así que me parece bien comenzar con esa especie de despacho.

Mientras nos movemos en esa dirección iluminados por su linterna, dado que yo he decidido apagar la mía para ahorrar todo lo que pueda de baterías por si son necesarias más adelante, Wong comienza a silbar una tonadilla que me resulta familiar y, cuando llega al estribillo, continúo cantando un poco por encima de su silbido.

—Always look on the bright side of life… —canturreo mientras le dedico una sonrisa—. Creo que habré visto esa película una docena de veces por lo menos… Es una buena filosofía de vida.

El padre Flaherty siente que se encuentra aún bajo los efectos de las drogas alucinógenas del sótano y, deliberadamente, decide ignorar las extrañas voces que proceden del interior de la sacristía. De hecho, prefiere pensar que está droga y, por ello mismo, sigue caminando en dirección al vehículo que los ha llevado a Nezarene’s Lot. Las vuelve a escuchar en un par de ocasiones, pero sigue firme en su postura de dejar pasar el tiempo y aguardar a que los perniciosos efectos de las esporas de los hongos terminen por pasar.

Gloria, ignorante de la batalla que está librando el sacerdote en su interior, continúa caminando, siguiendo los pasos de su compañero. Nerviosa por la situación recién vivida en el sótano de la sacristía, escéptica ante la idea de que se trate de una mera alucinación y con el cuello aún dolorido, no sabe qué pensar de todo lo que está ocurriendo en ese maldito pueblo vacío que está de todo excepto vacío de gente. Incluso ellos en esos instantes son, de alguna manera, parte de la población que mora ese lugar deteriorado y viejo.

—¿Ve algo interesante, padre? —pregunta Gloria Méndez tratando de romper el silencio—. Porque entre la oscuridad, y el cansancio que tengo encima quizás no sea de mucha ayuda, la verdad. Este lugar está pudiendo conmigo, por mucho que me cueste admitirlo, no esperaba enfrentarme a un trabajo así cuando me llamaron para venir hasta este maldito lugar...

El sacerdote ha escuchado perfectamente sus palabras, pero no quiere responder por varias razones. Quizá la más importante sea por no saber qué decir que pueda llegar a tranquilizarla, dado que es plenamente consciente de que su compañera está nerviosa. Por otro lado, es consciente de no estar en sus plenas facultades y no desea decir algo que haga más penosa una situación ya de por sí complicada. Pasan los minutos y, contra todo pronóstico teniendo en cuenta que no conocen bien el camino, aparece ante ellos el vehículo que han abandonado un par de horas atrás.

Todos tienen una copia de la llave, por si precisan entrar y falta el resto de los miembros del grupo. Pero algo llama la atención de Gloria, quizá la más susceptible de los dos. En el capó del coche hay escrito con una tinta oscura (quizá incluso sea sangre) una frase: «Ella no os quiere aquí». El trazo es bastante irregular, infantil y fino, como realizado con un dedo de pequeño tamaño.

Iluminando la estancia con su linterna, Sharpay seguida de Gambetta entran en una gran biblioteca con cientos de libros y archivos de registro, inflados y podridos por la humedad, que rodean la sala. En el techo, una gran mancha cubierta de moho revela las filtraciones de agua del tejado. En un gran escritorio, carcomido en algunas partes, hay varios cajones abiertos y algunas hojas en blanco dispersas por el suelo.

Cerca hay una silla con varios tomos de una enciclopedia sobre su asiento, cerca de las repisas de la biblioteca. Acostumbrada a estar entre documentos, Wong se da cuenta de inmediato que han revuelto el lugar hace menos de una semana. De hecho, sobre la cubierta del último volumen que hay apilado en la silla se pueden ver unas huellas pequeñas de pies descalzos sobre el polvo acumulado. ¿Las huellas de un niño?

Los libros en las estanterías están desordenados. Sharpay, tras un rato mirando los volúmenes se percata de que faltan los primeros registros de la iglesia que datan de 1767 a 1768. Una lectura en diagonal de los registros más antiguos (finales del siglo XVIII) habla acerca de diversos casos de posesión demoníaca que tuvieron lugar en Nazarene’s Lot. Sin embargo, no están descritos en detalle. En un punto se menciona que la iglesia se edificó sobre una cueva natural, pero los textos no aclaran demasiado sobre ello tampoco.

Gambetta se da cuenta de que la existencia de un circuito de cavernas subterráneas pone en peligro el proyecto del Embalse de Brooks. Este es un dato que tendrá que compartir con sus compañeros o guardarse para sí mismo, con el consiguiente riesgo de cara a la construcción del embalse.

Wong, por su lado, ha leído una referencia a H. Willard donde se menciona que su familia se instaló en el lugar procedente de Salem en 1692 durante la época de los famosos juicios por brujería. A partir del año 1930 no existen más registros, coincidiendo con la Gran Depresión. Casi como por casualidad Sharpay fija su mirada tras la puerta de la biblioteca y allí, casi como si quisiera pasar desapercibida, una pequeña escalera plegable puede verse con cierta dificultad. Enfoca con su mirada al techo y, allí, hay una trampilla que parece facilitar el acceso a un piso superior.

Al ver el coche no puedo más que respirar tranquila, por fin algo salía bien.

- Ya estamos Padre, ahora por fin podremos descansar.

Sin embargo, antes de entrar en el coche no pude evitar reparar en algo escrito en el capó del coche.

- ¿Qué demonios? Padre, acérquese y mire esto, Ella no os quiere aquí, ¿lo ves también verdad? Espero no estar volviéndome loca... ¿Cree que han sido esos malditos niños? ¿Tratarán de asustarnos? O esa mujer de la que hablaban... quizás ella les obligue a hacerlo, ¿dónde nos hemos metido?

Miré a mi alrededor paranoica, ¿estábamos solos? Nuestros compañeros... ¿estarían bien? Quería irme de allí, no podía evitarlo, el miedo empezaba a apoderarse de mí.