Partida Rol por web

La puerta del camerino se abrió tras el golpe de los nudillos de Zoey. Una muchacha desaliñada miró de arriba a abajo a Zoey y Carley.

—¿Qué cojones queréis?

—Eh Wanda, no seas borde, déjalas pasar. Las he invitado yo —dijo aquel tipo con el que Carley había entablado conversación hacía unos minutos.

La habitación estaba llena de cables, pies de micrófono, algunos bafles y demás material para montar un concierto. Parecía la habitación de los pipas o los asistentes del grupo que acababa de tocar.

—Pasad chicas, sentaos —dijo aquel hombre.

Sobre una mesa había varias bolsitas de un polvo blanco y en un rincón de la habitación, una pareja disfrutaban del sexo abstraídos de la mirada de sus compañeros. En total cuatro chicos y dos chicas.

Cuando nos dejó entrar aquel tipo de las gafas rojizas agarré a Zoey de la mano con fuerza y nos metimos dentro, -¡ey!- saludé con la mano que tenía libre acompañándolo de una sonrisa, mientras echaba un vistazo alrededor buscando a la mujer andrógina y el resto de su grupo.

- ¿Eso no es parte de la actuación, no? – dije señalando a la esquina, con una breve carcajada.
- A decir verdad no vengo mucho por aquí… un amigo mío que ha venido alguna vez me habló de aquí, nada más -, miré a Zoey y con mi mano libre pasé por encima del lugar donde tengo guardada el arma, rozándola, como para sentir si seguía ahí – últimamente parece que vuestra música está sonando, ¿ya? ¿ya? – dije, - pero no entiendo ni jota, ¿De dónde es ese idioma? La gente estaba flipando-.
Miré al tipo con el que hablé - ¿Eres el manager? -.

Tomé una botella de bourbon que había encima de la mesa, estaba casi entera por lo que parece a esta gente le gustaban más otras cosas a juzgar por las bolsas que había. Eché un trago muy corto, golpe de botella arriba para que se vea el gesto pero poco más que mojarme los labios, después la dejé encima de la mesa de nuevo. Tenía que planificar la conversación, sin alterarlos mucho ni despertar sospechas, eran más que nosotras. Me gustaría saber si ese polvo blanco es el mismo que el que recogimos en la habitación de la pensión, eso nos indicaría que provienen de la misma producción, tenía que intentar conseguir un poco. Dejaría fluir la conversación y al rato pediría donde comprarlo. Vale, ya tenía un plan, pero esperaría a que Zoey dijera algo, por no parecer demasiado sospechosa.

Zoey dio un par de pasos hacia el interior del sitio y echó un rápido vistazo alrededor con el que desechó que aquello fueran unos camerinos. La imagen de aquellos que se lo montaban en una esquina la turbó un poco, suficiente para que apartase la mirada de allí y la llevase hacia Carley. 

Se rió con sus comentarios sobre lo ininteligible de la canción satánica y luego apoyó la mano libre en la cadera, sonriente.

—Yo soy Zoey, ¿qué hay? Molaba un huevo la música, me encanta este grupo —aseguró con un asentimiento de cabeza que reafirmaba sus palabras—. Pero yo tampoco entiendo una mierda de lo que dicen. ¿En qué cantan?

Mientras hablaba buscó con la mirada algún lugar donde sentarse, sobre algún bafle o flight case. Ponerse cómodas sería una buena forma de integrarse y que los otros estuvieran cómodos para soltar la lengua.

—Eso es porque no estáis iniciadas, nenas —dijo uno de los muchachos mientras vaciaba una de esas bolsitas en el dorso de su mano—. Un poco de esto y la palabras de alguien con el don y ¡bam! tu percepción se abre hasta límites insospechados. Alguna vez he llegado a hablar con él... bueno, en realidad él me ha hablado.

—¿En serio? —dijo sorprendido el tipo que Carley conocía.

En ese instante, cuando Zoey trataba de cerrar la puerta el pie de Balmaceda se interpuso en entre el marco y la propia puerta.

—Ey, más gente —dijo una de las chicas—. Un madurito... ven aquí machote.

El dedo índice señalaba a Balmaceda y se hacía un gesto para que se acercara.

—¡Buff, flipante tía! —exclamó el muchacho de la esquina de la habitación mientras abrochaba de nuevo sus pantalones.

La chica, se subió las bragas y colocó de nuevo su minúscula falda. Los pechos permanecieron descubiertos mientras se acercaba a la mesa.

—Necesito polvo —dijo con la lujuria todavía dibujada en su cara.

—Sí, bueno, algo así como el manager —respondió el muchacho mientras se acercaba a Carley. Sin disimulo llevó la mano al trasero de la agente y dirigió su hocico hacia su cuello—, ¡qué bien hueles!

¿Iniciadas? Debe ser algún tipo de secta —me dije a mi misma. Sin embargo no me convenció nada su explicación, pero sonaba a que esnifaban bastante. —¿Y quién es él? —pregunté al tipo que se acababa de vaciar una bolsita en la mano.

Se oye un sonido en la puerta y Balmaceda apareció, no sé si por alguna razón en particular. Sin embargo, no parecía alterado. —Hey —saludé con un golpe de cabeza, después, volví la vista hacia el otro lado cuando los dos que estaban haciéndolo en la esquina vinieron, primero él, luego ella.

Ignoré el comentario del tipo, estaban todos puestos hasta arriba. Me alejé un paso, —no puedo decir lo mismo —respondí sarcásticamente mientras me acerqué a Zoey y la cogí por la cintura, más valía intentar poner algún tipo de freno, sino estar rodeados de tipos colgados que piensan que queremos sexo con ellos no parecía la mejor opción.

—¿Y dónde puedo conseguir algo de polvo blanco para que se abra mi percepción? —casi me parecía absurdo escuchar mi pregunta.

Intentaba entender algo de lo que explicaba ese tipo, el rollo de no estar iniciadas y abrir la percepción y... Bueno, a Zoey todo le sonaba a que esa gente se había pasado con las drogas. Aún así prestó atención a todo lo que dijo, registrándolo en algún lugar de su mente para después. 

Cuando la puerta se abrió se giró hacia ella y al ver a Balmaceda le hizo un gesto de saludo con la cabeza. Se sintió más cómoda teniéndolo ahí y cuando Carley se acercó a ella, le pasó un brazo por encima de los hombros y acercó su cara al cuello de la agente.

—Si que hueles bien, cariño —le dijo con una complicidad que esperaba pareciese desde fuera la que tendría una pareja. 

Después sonrió con la pregunta de Carley y miró a los que estaban por allí, esperando por alguna respuesta. Tenían que conseguir llevarse algo del polvo ese, para que lo pudieran analizar en el laboratorio y comprobar si era el mismo que habían encontrado en la pensión.

Balmaceda sonrió a las dos chicas que lo miraron según entró y caminó por la habitación en dirección a la mujer que le hacía gestos.

- Claro, preciosa - respondió mientras se desabotonaba el botón superior de la camisa.

No entendía la mitad de las conversaciones, así que trató de ganar algo de tiempo tonteando con la mujer mientras los demás hablaban, como decían las viejas, escuchando se aprende más que hablando.

Uno de los cuatro chicos se interpuso en el camino de Balmaceda.

—Ey espera, ¿tú quién cojones eres? —dijo mirando incrédulo al resto de sus amigos—. ¿Es amigo tuyo Mike?

Las palabras se dirigían al muchacho que había venido con Carley y que todavía estaba aturdido ante la situación.

—Venga Brian, serán colegas —dijo la chica que había atraído la atención del agente Balmaceda—. Además, es muy guapo y no tiene pinta de ser poli.

La muchacha apartó a su compañero y se agarró a la camisa de Balmaceda soltando otro de los botones.

El chico que acababa de esnifar la droga le lanzó una bolsita a Carley.

—Ahí tienes... pero sin Carcosa no verás nada —dijo sonriendo mientras hacía un gesto con el dedo alrededor de su sien.

Algo en el interior de Zoey se alarmó cuando el tipo se interpuso en el camino de Balmaceda, pero la chica lo disimuló colocando una sonrisa en sus labios. Estaban llamando la atención y si no querían que sospechasen de ellos iban a tener que hilar fino. Aprovechó la intervención del tipo de la bolsa para hablar, con la esperanza de que así las dudas sobre la presencia del agente se diluyeran.

—¿Y qué es Carcosa? ¿O quién? —preguntó, estirando el cuello para echar un ojo a la bolsa que ahora tenía Carley.

Sin perder detalle de lo que ocurría alrededor centré mi mirada en Zoey como si fuera mi enamorada, pero con el rabillo del ojo miré cuando uno de los muchachos, cual perro marcando terreno, se interpuso en el camino de Balmaceda, por suerte nada paso y volví mi mirada a Zoey.

Atrapo al vuelo la bolsa que me pasan y la abro, no conozco mucho de drogas, introduzco la uña dentro de la bolsa. Saco un poco del polvo y me lo paso por la punta de la lengua para comprobar qué es, acto seguido acerco una minúscula parte a la nariz para olfatearlo pero sin esnifarlo aunque intento parecer que lo hago. *

Retengo la bolsa sin devolverla acercándola a Zoey —Mira ¿Carcosa? —respondo encogiéndome de hombros, —¿Alguna especie de gurú? —añado.

A pesar de toda su frialdad y su experiencia Balmaceda palideció cuando el tipo le increpó, aunque esperó que estuvieran tan puestos que nadie se diera cuenta.

Siguió adelante hacia la chica, pues parecía su mejor coartada en este momento. Ella se le acercó, zalamera, y empezó a perrearle mientras le abría otro botón de la camisa y le metía una mano en el costado.

Balmaceda por su parte alargó la mano izquierda y le agarró un pecho mientras intentaba disimuladamente con el antebrazo que la chica no llegara más allá. Ella dio un respingo y retiró la mano de repente cuando sus dedos rozaron el frío metal de la culata de su arma.

La camisa se abrió del todo y el Brian, que desconfiado seguía mirando de reojo, dio un paso atrás.

- ¿Que no es poli? Pues si eso no es una Glock yo soy Allen Iverson blanqueado.

Balmaceda se giró intentando colocarse con la espalda hacia una de las paredes de la habitación y en tensión esperó la reacción de los demás

Jalabert no tenía demasiada experiencia con las drogas pero eso no parecía cocaína.

—¿Un gurú? —dijo el muchacho meneando la cabeza de lado a lado—. Yo no lo llamaría así. Es el camello, el que trae el polvo, pero sin su ayuda el viaje no es tan...

En ese momento Mike cogió a Balmaceda de la camisa y lo empujó contra la pared hacia la que reculaba el agente.

—Es un puto poli estoy seguro... y seguro que ellas también. ¿Estáis aquí por la droga cabrones?

El muchacho sacó un cuchillo de su pantalón y lo puso sobre el cuello del agente.

—Os habéis metido en un buen lío maderos —dijo una de las muchachas mientras se ponía una minúscula camiseta para cubrir su torso descubierto.

La muchacha que estaba flirteando con José dio un par de pasos atrás. Parecía la más asustada del grupo. Se sentó en el sofá donde el muchacho que había tirado la bolsa de droga sobre Carley se levantaba y observaba la escena.

—¿Qué demonios? ¡No jodáis! ¿Aquí en serio? —dijo—. Ey Mike, tranquilo, no te vayas a buscar un lío. Y vosotros, ¿qué diablos buscáis aquí? ¿Es por las drogas? ¡Venga no jodáis! ¿Sois nuevos?

- ¿Maderos? Venga hombre, no digas bobadas. Que aquí se mueve droga lo saben hasta las viejas que venían aquí hace 15 años a rezar el rosario. De ser poli habríamos entrado con patada en la puerta y ya te habrías llevado una hostia en la boca, sin preguntar ni nada. 

Abrió los brazos y los separó del cuerpo, despacio

- Puedes buscar la placa si quieres, ¿se la olvidaría un poli? - señaló con la mirada la culata de su arma - Mi amiga sí era poli, tienen las mejores, ¿no? Pues yo ahora le doy mejor uso. La llevo siempre, me da confianza. A lo mejor es por mi manía de meterme en líos, ¿a ti no te gustaría tenerla de tu parte en una pelea?

No terminé de entender muy bien por qué la droga sabía distinta si la traía un camello u otro, lo que me quedaba claro era que esto no era cocaína. Estaba a la espera paraa ver si el resultado de los análisis de la droga encontrada en la pensión desvelaba que tampoco lo era aunque apuesto que así iba a ser.

De pronto la situación se complica bastante cuando descubren la pistola de Balmaceda y todo parece torcerse, me sitúo entre Zoey y el resto mientras observo como el agente trata de resolver la situación, que a primera vista no parece fácil. Intento controlar a todos los presentes, ver qué está haciendo cada uno y si parecen ir armados.

No respondo a ninguna de sus preguntas, confiaba en que si todo se torcía mucho y no podía llegar a enviar los mensajes que confirmaban que todo estaba bien enviarían refuerzos...

—Tranquilos todo el mundo hostias, vaya fiesta de mierda —interrumpí la conversación mientras extendía los brazos en gestos de súplica, —si vais a empezar a medirosla a ver quien la tiene más larga, mi amiga y yo nos vamos que eso no nos va —respondí mientras mis ojos trataban de controlar si alguien se acercaba con hostilidad. Me paso la bolsa de droga a la izquierda para tener la derecha libre para la pistola. Trataba por un lado de mantener la mascarada pero si nos iban a amenazar a Zoey o a mi sacaría la pistola.

Zoey estaba manteniendo el tipo bastante bien y hasta creía que su tapadera iba a colar... Hasta que todo se descontroló. La rubia abrió los ojos enormes cuando pillaron a Balmaceda. Se quedó mirando el cuchillo mientras se bajaba del bafle en el que se había sentado pero no avanzó más. Se mantuvo un paso por detrás de Carley y aprovechó el revuelo para estirar una mano y cogerle la bolsa de droga. Pensó que la agente podría necesitar las dos manos si la cosa empeoraba y seguramente estaría mejor entrenada que ella. 

Echó un vistazo hacia la puerta calculando la distancia y luego alzó la otra mano con la palma hacia fuera como pidiendo paz. Si el rollo de Jalabert colaba quizá pudieran largarse de allí fácilmente.

—Tíos... ¿Acaso tenemos cara de polis? —dijo, alzando las cejas como si aquella idea fuese impensable—. Sólo queríamos pasarlo bien, pero si este es el rollo que lleváis, casi que nos damos el piro, ¿Eh, Carley?

Mike miró fijamente a Balmaceda y luego retiró su mirada un instante a su compañero. Bajó el cuchillo y negó con la cabeza. Todavía tenía sujeto al agente con la otra mano en el pecho pero ahora Balmaceda tenía más libertad de movimientos.

—No me fío, tíos —dijo volviendo su mirada al agente, sin soltarle del todo—. Mira tío, te vas a meter tu pistola por el culo y te vas a largar de aquí con tus amiguitas, ¿estamos? Si sois polis sois demasiado estúpidos para meteros aquí.

El muchacho que instaba a la calma al tal Mike se dirigió a Carley y Zoey.

—Es mejor que os vayáis, chicas.

Por suerte pareció calmarse todo el mundo, parecía que nos iban a dejar marchar, casi era lo mejor ya que teníamos algo de información y meternos aquí había sido peligroso, quizá una mala idea. Dejé pasar a Zoey delante de mí y yo la seguí —vamos cariño —dije mientras la cogía por la cintura metiendo mi mano en el bolsillo de atrás invadiendo un poco su privacidad para que este grupo de pervertidos no sospechara nada y dejando la mano de la pistola libre por si tuviera que actuar. —Tú y tu puta manía de liarla en todos los sitios, ¡estábamos en una fiesta! —refunfuñé dirigiéndome a Balmaceda, después me volví hacia el tal Mike —seguid sin nosotras… —, tratando de imitarles dije —ia, ia — añadí mientras le mandaba un beso con la mano y guiñaba el ojo.

Cuanto antes nos fuéramos de ahí, mejor, sino aquello iba a acabar siendo una ensalada de tiros. Dirigí a Zoey hacia fuera mientras yo permanecía girada. Con el lío esperaba que nos lleváramos la droga.

No se lo pensó mucho. En cuanto el tío les dijo que se marchasen y Carley se puso a ello, Zoey pasó la primera, cruzando los brazos por delante de su pecho. En ese gesto que podía parecer de fastidio por cómo había terminado la juerga lo que hizo fue esconder la mano con la bolsa de droga. Con un poco de suerte podrían aprovechar el jaleo para llevársela. 

No se despidió de los de dentro, no quería llamar la atención sobre ella demasiado pronto. Y con los ojos bien abiertos salió del cuartito hacia el local. Quería largarse de allí cuanto antes. 

Balmaceda sopesó la situación. Por él se habían liado a tortazos. Cuatro tipos puestos hasta las cejas no iban a ser problema para tres agentes. Pero estaba claro que sus compañeras no estaban por la labor... Así que, muy a su pesar, apartó despacio la mano con la que el tipo sujetaba la navaja, alejándola de sí y reculó con calma hasta la puerta.

- Vale tíos, está claro que aquí sobramos ya. Buscábamos un poco de diversión, no problemas.

Abrió la puerta sin dejar de mirar a los hombres y señaló la puerta

- Vosotras primero señoritas. Encontraremos la diversión en otro sitio.

Una vez en la discoteca miró a Carley y a Zoey y se encogió de hombros.

- Lo siento chicas, no me pareció buena idea dejaros solas ahí dentro. Llamadme anticuado, pero no me tranquiliza dejar solas a dos mujeres si las cosas se ponen feas. Y quien hizo las dos "obras de arte" que hemos visto no se anda con bromas. ¿Por dónde seguimos ahora? 

El ambiente en Zothique se había tranquilizado desde que el concierto de esos Gatos de Ulthar habían acabado. Los muchachos seguían intercambiando dinero por la mercancía que aquel extraño tipo ofrecía.

Empezaba a ser tarde y casi había cumplido el plazo que Carley había establecido para que entraran los refuerzos. Cuando la agente miró el teléfono comprobó que había recibido un correo del laboratorio: el análisis de la droga.

DMT-7, una droga blanda que segrega el cerebro humano y por tanto se metaboliza muy bien. Se puede destilar a partir de la raíz de la acacia. En las calles de Red Hook la gente conoce esta substancia como Polvo Blanco. Los viajes que produce son suaves y breves (unos quince minutos), con pequeños episodios alucinatorio.