Partida Rol por web

El celador asintió y fue a buscar al último asesino.

Aunque le habían dado un baño y le habían cortado el pelo torpemente, Arthur Cline seguía exhalando ese hedor soterrado, como si sus poros supurasen sudor rancio y vino barato. Hedor que casi se podía percibir al otro lado del cristal. El viejo estaba relajado y cogió el teléfono como se le ordenó.

—¿Tenís Polvo Blanco? —fue lo primero que preguntó, revelando casi de inmediato su incultura.

Me detuve a contemplar el perfil de la persona que se acercaba con el celador. En verdad desafiaba un poco a la lógica de las sectas, estas no van a por personas sin ningún tipo de recurso, suelen buscar alguien que les aporte algún tipo de servicio, bien sea económico, influencias, posición, etc. Fruncí el ceño mientras se sentaba en la silla.

Sus primeras palabras no eran lo que yo esperaba, no tenía nada que ver con los anteriores asesinos. No esperaba su reacción… miré a mis compañeros —¿Polvo blanco? —le pregunté, sin duda se estaba refiriendo a la sustancia que habíamos analizado. Podría preguntarle por Carcosa pero entonces seguro entraría en trance, parecía desesperado, quizá nos fuera a aportar más información que los demás —¿Y donde podríamos encontrarlo? ¿Quizá nos podría indicar donde y le traeríamos algo? —pregunté a Arthur a sabiendas que estaba mintiendo descaradamente.

—Parece que es un apodo, algo relacionado con el escritor, Lovecraft, de nuevo —respondió Zoey a la extrañeza de Perlman sobre el nombre y, tras escucharle de nuevo, se despidió—. Claro, en cuanto terminemos aquí informamos. 

Guardó el teléfono de vuelta al bolsillo y asintió a Balmaceda. Ella también quería hablar con el último paciente antes de que se pusieran en marcha. Mientras el celador iba a buscarlo, echó un vistazo a sus notas, pero en cuanto lo vio entrar dejó la libreta sobre la mesa y puso su atención en él.

Ya estaba colocando en sus labios una sonrisa amable cuando la pregunta del hombre la hizo pestañear, algo descolocada. Agradeció la rapidez de Carley al reaccionar y no añadió nada esa vez. Escuchaba atenta y expectante, a la espera de confirmar si el hombre también conocía al tipo del Zotique antes de seguir. 

José tomo el teléfono y dijo casi susurrando.

- Amigo, imagino que sabes de sobra dónde estás. Aquí no va a ser fácil hacerte llegar polvo blanco. Y menos si no tenemos una excusa para volver. Dame una razón para volver y estaré encantado de traerte una pizca. ¿Dónde tengo que conseguírtela? ¿El tipo que te la proporciona es el mismo al que tienes que agradecerle tener un techo y comida aquí?

Y a continuación espero la respuesta y la reacción. Le había costado no pronunciar determinados nombres durante las preguntas, esperaba que el tipo tuviera alguna neurona sin bañar en alcohol y drogas y hubiera entendido por dónde iba.

—Todo el mundo le compra a Jhonny —dijo el viejo con la voz rasgada—. El tipo de la mascarilla. Siempre para en la discoteca de la iglesia... o en su casa. También puedes encontrarlo en su casa.

El viejo vagabundo no se inmutó tras las palabras de José.

—Pídesela al Jhonny, jefe. Seguro que te da una pizca y, si es la primera vez, te la dará gratis. O dile que es para mi... a mi no me cobra.

Las preguntas de mi compañero fueron en la misma dirección… Y la respuesta del señor Cline aclaraba bastante, la descripción no dejaba lugar a dudas, así pues el tal Carcosa se llamaba Jhonny, o quizá no, pudiera ser un nombre falso. —Claro —respondí a Arthur, —podemos ir a buscar… —parecía que ya teníamos a alguien más colaborador —… a cambio de algo, ayúdanos a entender por qué lo hiciste, déjame adivinar… ¿Les ayudaste a encontrar el camino? —era lo que los otros habían dicho, no tenía ningún sentido pero parecía ser la respuesta común. —¿Te vino a ver un compañero mío? ¿Te suena el nombre de Sax? —.

Tapé el auricular un instante, —quizá esta droga deba mezclarse con algo… está claro que los del camerino no estaban en este estado de locura —.

—¿Por qué hice qué? —preguntó.

Durante un instante el hombre se quedó con la mirada perdida. Empezó a murmurar algo entre dientes en ese extraño lenguaje... como si hablara consigo mismo.

—Ah, el asesinato —concluyó por fin—. Pues no se... unas voces me ordenaba ayudar a esas personas, que tenía que prepararlas para recibirle. Al parecer ahora son más afortunadas que todos nosotros, tristes y patéticos ciegos.

Carley y Zoey se miraron. Esas palabras no concordaban con el patrón cultural de Arthur¹.

José decidió seguir la corriente al viejo. Sorprendentemente parecía el más cuerdo, o el más descreído, pues repetía las palabras pero claramente no las hacía suyas. Como algo que le han dicho y que sabe es lo que debe decir, pero nada convencido.

- Johnny, sí, le conozco, pero no sé dónde vive y ahora no creo que la discoteca esté abierta. ¿Dónde puedo encontrarlo? Le diré que es para ti, y si no te parece mal la compartimos.

A lo mejor por el lado de la complicidad...

- Esas personas... ¿realmente crees que agradecían tu ayuda? ¿les ayudabas a la venida? O era más bien un buen trato a cambio de la droga...

El viejo sonrió ante la disposición de Balmaceda.

—Vive con su madre en el viejo edificio de la calle Court —dijo abriendo sus pequeños y vidriosos ojos y mirando fijamente al agente Balmaceda—. ¿Lo hará?

Los gestos de agradecimiento y ansiedad se mezclaban en el rostro del viejo. Nuevamente susurró algo en aquel lenguaje y se recostó sobre la silla sin responder al resto de preguntas de José. Estaba tranquilo y parecía estar charlando con alguien sin soltar el teléfono.

José permaneció atento a las palabras del viejo, por si reconocía alguna más.

- Claro que sí, abuelo. Puedes contar con ello.

Después se dirigió a sus compañeras sin que le oyeran al otro lado del cristal.

- Parece que tenemos un nuevo hilo del que tirar, la casa. Y de su madre. Con un poco de suerte también es un punto débil en el que meter el dedo.

Zoey contenía la respiración mientras los agentes interrogaban al tipo, como si temiese que de hacer algo inoportuno perderían la atención del viejo como habían perdido la de los dos anteriores. Aquel era diferente, no hablaba con el mismo fanatismo que los otros y donde a ellos parecía moverlos esa extraña fe, a él le movía el mono. Era una diferencia interesante, digna de ser estudiada con calma y más tiempo, si lo tuviesen. Intercambió una mirada con Carley cuando pronunció esas palabras que parecían aprendidas. Claramente no habían salido de él, era algo que el librero podría haber dicho, pero no el vagabundo que tenían delante. 

Por otro lado, también tenía claro que antes de marcharse debían pronunciar la palabra «Carcosa», aunque fuese sólo por comprobar si eso le provocaba un trance. Pero, por el momento, tan sólo apuntó algunas cosas en su libreta mientras el hombre iba soltando pedazos de información útil. 

Asintió hacia Balmaceda cuando se dirigió a ellas. Esa pista tenía muy buena pinta y podía sentir la adrenalina moviéndose en sus venas y la expectación en el estómago. Miró también a Carley.

—Puede que esté mezclada con algo diferente, como dices. O que el efecto sea diferente según quién la consume —propuso—. Tal vez haya algún rasgo neurológico común latente que se active al tomar la droga y que tengan los tres. Y no descartemos lo de la hipnosis como detonante.

A pesar de que se abrían muchas posibilidades, Zoey sentía que estaban bien encaminados después de hablar con Cline. Volvió a quedarse callada por el momento, dejando que los agentes agotasen todas sus preguntas. 

Así que el tipo vive con su madre, aunque ya está entrado en años, quizá incluso ella no sabe a lo que se dedica su propio hijo... traficante de drogas, pobre mujer. Habrá que hacer una nueva visita, me fijé como Zoey anotaba el nombre de la calle en la libreta.

Al resto de preguntas no respondió. No parecía que pudiera contar mucho más y vivía en las calles con lo cual no nos aportaba mucha información. Nuestra primera visita al Zothique nos había revelado mucho aunque no habíamos sido capaces de verlo todo entonces. —Dígame, el tal Johnny… —miré a mis compañeros y me mordí el labio un instante recordando lo ocurrido hace un rato, aguardé unos instante observando a Zoey y Balmaceda e inclinando la cabeza por si quisieran añadir algo. Después de sus palabras le dije al señor Cline —¿Le dice algo el nombre… Carcosa? —preparándome para, si comenzaba a gritar en ese extraño idioma, taparme los oídos con los dedos índices soltando el teléfono si hiciera falta.

—Carcosa... sí, es el mote o el apellido o lo que carajo sea, con el que conocen a Jhonny en la calle —respondió sin atisbo alguno de nerviosismo—. A mi me dijo que podía llamarle Jhonny.

El reloj de la pared marcaba las 13:00. El viejo miró el reloj y miró al celador que vigilaba tras el cristal.

—Oigan, va a ser la hora de comer. ¿Tienen que seguir preguntándome? No me gustaría perderme la comida. ¿Se acordará de lo nuestro, jefe? —dijo mirando a Balmaceda.

- ¡Claro! No todo va a ser comida sana de hospital en esta vida, ¿no? Me encargaré de que sea el mismo Carcosa el que me la proporcione.

Parecía que no, que a este hombre no le afectaban igual que a los otros dos las referencias, ni a la droga, ni a Carcosa, ni a la Venida. Era inmune y falto de interés a todo ello.

Colgué el teléfono. —A este hombre solo le importa la droga —resumí mis conclusiones, —parece que no todos están influeciados de igual manera —.

—Creo que hemos obtenido bastante información, habrá que llamar a Perlman para contárselo, quizá haya obtenido información de Jhonny Carcosa —cogí el teléfono en mi mano y esperé antes de marcar el número por si mis compañeros tenían algún comentario más.

En cuanto Carley pronunció la palabra Zoey notó cómo su espalda se tensaba con expectación, esperando que sucediese algo. Que entrase en trance, que comenzase con aquellas letanías, que hiciese algo escalofriante como el chiquillo, no sabía muy bien qué, pero... algo.

Así que le resultó incluso más impactante que no pasara nada. La rubia sentía ganas de quedarse en el psiquiátrico estudiando a aquellos tres durante días, hasta que su psique se abriese para ella y pudiera comprender los patrones entre ellos. Los tres sujetos eran fascinantes por separado y más aún en conjunto. Pero sabía de sobra que eso debería esperar a que resolviesen el caso. Eso era algo que había aprendido con Sax en sus primeros trabajos para el FBI. Él había notado enseguida esa tendencia de Zoey a distraerse con los sujetos interesantes y le había enseñado a enfocarse primero en lo urgente.

«¿Y qué haría Sax ahora?», se preguntó ella en ese instante, mientras Carley sacaba el teléfono para llamar a Perlman. 

—Tenemos varios caminos que seguir —dijo, dando algunos golpecitos en su barbilla con el bolígrafo—. Pero todos pasan por Carcosa. Debemos localizar a ese tipo. 

Después esperó a que el jefe les cogiese la llamada. 

—Perlman —se escuchó a través del teléfono.

Carley le contó a Jay Perlman lo que había ocurrido y los caminos a seguir.

—No tenemos nada de ese Carcosa. Es como si no existiera. Probaremos por el nombre de Jhonny pero debe de haber cientos— resopló—. ¿Cuál va a ser vuestro próximo paso?

- Creo que ir a la casa de Carcosa o a la tienda. Quizá mejor primero a la tienda. Cuanto más conozcamos de nuestro enemigo antes de ponerlo sobre aviso, mejor.

A veces Balmaceda dudaba, pero la verdad en que en general parecía bastante convenido de sus decisiones. 

—¿Tenemos suficiente para detenerlo e interrogarlo? —preguntó Zoey a los agentes y al teléfono—. Porque de ser así quizá lo mejor sería ir a su casa o al Zotique antes de que pueda enterarse de que lo buscamos y esconderse, ¿no? —Hizo una pausa, pensativa—. Pero si necesitamos más información, entonces la tienda primero sería mejor. 

Miró a sus compañeros, dejando que fuesen ellos los que tomasen esa decisión y se frotó la frente con dos dedos en un gesto inconsciente, por encima de la ceja derecha. Todavía no le dolía, pero empezaba a notar un leve remusguillo de molestia.

- No estoy seguro de que tengamos nada sólido contra él. Pero no es por eso por lo que quiero ir primero a la tienda, si no porque tengo la sensación de que guarda un par de ases en la manga y está mejor saber lo más posible de tu enemigo.

Se quedó pensativo y añadió

- Pero también parece un tipo listo que puede escabullirse si levantamos la pista demasiado pronto. Yo he dado mi opinión, pero somos un equipo.