Partida Rol por web

Zoey se apoyó en Balmaceda cuando acudió a sostenerla. Sentía que las piernas le fallaban y un fino hilillo de sudor frío se deslizaba por su nuca, estremeciéndola.  

—Y-yo... y-yo...

La chica balbuceaba, sin ser capaz de explicarse, pero no opuso ninguna resistencia cuando el agente empezó a llevarla hacia abajo. Se dejó conducir por él, aferrada a su brazo mientras trataba de hilar dos más de dos palabras seguidas.

—En el muro... Carcosa... Se ha... se ha... metido en el muro... Es imposible. Imposible. 

Traté de reponerme, busqué a tientas la pistola mientras permanecía sentada. Aquellos sucesos eran demasiado extraños, ¿Acaso me habrían drogado?

Intenté coger fuerzas desde el suelo, —llamad a Balmaceda —dije a los agentes que estaban cerca mío. De momento intentaría recuperarme.

- ¿Se ha metido en el muro? - José estaba menos sorprendido de lo que sería razonable. Ya no sabía qué creer al respecto. Mientras bajan por las escaleras, y sin forzar la situación pues Zoey está claramente afectada, trató de enterarse de qué había pasado exactamente.

- Pues o esa pared es en realidad un trampantojo muy logrado o Carcosa guarda algunos ases en la manga. ¿Qué has visto exactamente.

Los dedos de Zoey se crisparon sobre el brazo de Balmaceda cuando la chica empezó a asentir con la cabeza, todavía con la mirada vidriosa.

—Sí, sí, en el muro —insistió, con la voz algo más aguda de lo normal—. Se ha metido en el muro... Lo he visto. ¿Pero cómo? ¿Cómo? Se acercó al muro y se fundió con la pintura. Imposible... pero lo he visto.

José abrazó a Zoey un poco más tratando de calmarla mientras bajaban las escaleras, aunque pronto se separó. No quería ser malinterpretado.

- Continuemos, despacio, ya estamos casi abajo y nos dará el aire. Espérame aquí.

Una vez en la calle, dejó que Zoey se apoyara en el marco de la puerta y se acercó a Carley.

- Jalabert. ¿Qué tenemos?

El abrazo de José reconfortó un poco a Zoey, que aún seguía confusa, sin ser capaz de comprender ni asimilar lo que sus ojos habían visto. Asintió y al llegar a la calle apoyó la espalda en la pared del edificio, esperando que el aire libre devolviese algo de color a sus mejillas y solidez a sus piernas. 

La peste del interior del edificio aún parecía pegada a su paladar, pero respiró profundamente. Siguió con la mirada a Balmaceda acercándose a Jalabert. Le temblaban las manos con la sola idea de mirar hacia el mural de cerca, pero se armó con la fuerza de voluntad que le quedaba y lo hizo igualmente. Era de la opinión de que la mejor forma de asimilar sus miedos era enfrentarse a ellos. 

Vi que Balmaceda apareció por la puerta, le indiqué con la mano que se acercara, también salió Zoey a la que igualmente le indiqué que viniera.

—Yo... —me pasé la mano por la cara cuando preguntó Balmaceda —no lo sé —le respondí. Cuando Zoey estuvo ya al lado les comenté —estuve hablando con Carcosa y ahora... ahora... —me volví hacia el dibujo y agaché la cabeza —ahora es solo un dibujo... esto es de locos o estoy drogada o estoy perdiendo la cabeza —dije mientras guardaba el arma en su sitio. —Me dijo que se volvía a su vieja patria y que la anciana no quiso acompañarle —.

Al escuchar a Carley José subió la cremallera de su cazadora y resopló. Se acercó con paso firme aunque alerta hacia el muro y lo examinó de cerca. Reprimió las ganas de dar un puñetazo contra la pared allí donde ahora estaba el dibujo de Carcosa...

La frustración lo invadía, no podía ser que hubieran perdido en minutos el cabo más sólido en la investigación.

- No me lo puedo creer. De repente no tenemos nada... La tienda, quizá... Volver al Zothique probablemente será perder el tiempo... y esperar a que aparezca otra escena del crimen algo que me avergüenza que se me pase siquiera por la cabeza

No pudo aguantarse y descargó su frustración de una patada con la suela de su bota en mitad del estómago de Carcosa

- ¡Aaarg! Y para colmo a ver quién se lo explica a Perlman

Al escuchar a Carley, Zoey se separó de la pared para acudir junto a los agentes. Todavía sentía las rodillas algo flojas, pero ya no creía correr el riesgo de desvanecerse.

—Eso es lo que vi —dijo, asintiendo con la cabeza a las palabras de Jalabert—. Pero es imposible... ¿verdad?

En ese punto ya no sabía si dudar de su propia cordura que sería lo mismo que dudar de la de todos, o de lo que hasta ese momento había considerado lógico. Se obligó a mirar hacia la pared y apretó los labios. 

—No pueden habernos drogado a todos... ¿Hipnosis? —Poco a poco su cerebro iba despertando tras el horror que la había bloqueado por completo. 

De repente el ruido de un nuevo coche retumbó por la calle. Sin duda era uno de los coches oficiales del FBI, todos los cristales tintados, negro y grande... muy grande. Se detuvo justo detrás de los que habían llegado con refuerzos y se abrió la puerta del copiloto casi sin dar tiempo a que el motor se apagase.

Primero unos zapatos elegantes, caros a simple vista y al parecer cómodos. Sobre ellos unos pantalones de pinza que llevan hasta una camisa de doble puño con una corbata fina de color rojo oscuro con una americana y una gabardina sobre ella. El portador de tal atuendo era lo más sorprendente. Un hombre, o mejor dicho, un crío que en apariencia no tendría más de 24 o 25 años con el pelo corto y algo revuelto.

Dominiq se colocó el cuello de su abrigo con ambas manos y se dirigió a las tres personas que parecían estar al cargo, Carley, José y Zoey. Su paso era decidido, seguro de si mismo. 

- Buenas noches - Dijo cuando estuvo a la altura de los tres - Supongo que serán los agentes Jalabert, Williamos y ... Balmaceda - Metió su mano en el interior de su americana y sacó una placa como la vuestra. - Agente Johnson, me han asignado a su unidad para ayudarles en lo que me sea posible - 

Guardó de nuevo su identificación y tendió la mano hacia sus tres nuevos compañeros.

El sonido del coche acercándose atrajo la atención y la mirada de Zoey. Resultaba un alivio recibir una interrupción como esa en aquel momento en que todo parecía volverse una locura. Observó al joven salir de un coche tan grande que casi parecía que trataba de compensar su juventud con el tamaño de su coche y el precio de su traje. Sacudió la cabeza, dejando a un lado la deformación profesional, y alargó la mano para estrechar la del recién llegado.

—Zoey —se presentó, con un apretón algo tembloroso—. Yo no soy agente, sino asesora. Gracias por venir.

Se las apañó para esbozar una sonrisa tenue y luego sus ojos volvieron a dirigirse a la pared mientras dejaba que sus compañeros saludasen también.

Sin dejar de mirar de reojo al mural, José escuchó el ruido de un motor de los típicos coches de agente del FBI. Grandes y ruidosos. Nada discretos.

- Parece que nos mandan alguien más. Espero que sea experto en estos temas. Nos vendrá bien una mente fina.

Al ver al joven que bajó del coche se acercó a él y extendió la mano. 

- Encantado, .... agente Johnson. Supongo que tendrás un nombre de pila. No me gustan los formalismos y menos entre quienes tendremos que cubrirnos las espaldas. Desde luego efectivamente seguro que Perlman te ha mandado aquí por tu cerebro y no por los músculos. Eso esta bien. Un hombre pragmático Perlman.

- Sin duda eres Balmaceda - Dijo con una sonrisa.

- Mi nombre es Dominiq - No quiso entrar en el juego de José, ya se había enfrentado antes a comentarios similares y la mejor estrategia era obviarlos totalmente.

- ¿Alguien me pone al día? - Dijo sacando de uno de sus bolsillos una chocolatina de la marca kit kat, abriéndola y mordiendo la primera de las barritas.

Al escuchar la pregunta del recién llegado, a Zoey se le escapó un breve acceso de risa nerviosa que no llegó a materializarse del todo y terminó convirtiéndose en tos. Su mirada se desvió hacia la pared y se mordió el labio. ¿Cómo explicar lo que acababa de ver a alguien que no estaba allí sin que la llevasen de vuelta al hospital pero esta vez para internarla? 

—Es... complicado de explicar. —Su voz tembló un poco cuando le vino de nuevo la imagen a la mente—. Digamos que hemos venido aquí a detener a un sospechoso, pero se ha... ¿esfumado?

Miró a Balmaceda y Jalabert, esperando que alguno le echase un cable porque ella en ese momento no podía explicarlo mejor. 

Dominiq dió un rápido vistazo al lugar... ¿Se había esfumado de aquí; con todo este operativo? Intentó buscar por donde podría haberse escapado, quizá por las escaleras de emergencia del edificio, o saltando por encima de aquel muro... Desde luego había tenido que ser antes de que todo el mundo llegara...

- ¿Nadie vio irse al sospechoso por ningún sitio? - La iluminación no era muy buena, entre las farolas rotas y las basura acumulada en las calles podría estar incluso agazapado escuchándonos, esperando a que nos fuéramos para hacer acto de presencia.

Miró no solo a Balmaceda, sino al resto de los operativos que había allí. No quería empezar y enemistarse con nadie preguntando lo que hacían mientras un sospechoso se escapaba... Dió un bocado a una de las barritas de chocolate, y tragó.

- Bueno, ¿Cual es el siguiente paso? - 

Balmaceda se pasó la mano por el pelo, un poco avergonzado. A ver cómo empezar...

- El siguiente punto es volver a empezar.

... por los hechos. Siempre por los hechos.

- Teníamos un hilo claro del que tirar y se desvaneció delante de las narices. Teníamos al puto Carcosa arrinconado y se nos ha esfumado como se escurre la arena de playa entre los dedos. Yo aún no me lo creo, es difícil de creer, pero confío en en Zoey y Carley y si ellas dicen que se escapó por el mural es que lo hizo.

Agarró un palo largo del patio y se acercó, con prevención, al dibujo. Era una reverencia irracional, pero lo cierto es que no confiaba en acercarse demasiado, como si los tentáculos pudieran salir del muro y agarrarlo. Con el palo lo recorrió, golpeando cada poco, buscando un hueco que se pudiera escapar a la vista, buscando una grieta que pudiera abrir alguna trampilla. Cualquier explicación racional, cuanto más ingeniosa mejor, que justificara lo sucedido.

- Teníamos otra pista, la tienda, pero no tengo mucha fe en ella. Eso y - toco la caja que habían bajado de la habitación - si laboratorio saca algo de esto también lo investigaremos.

¿Esfumado? Dominiq se quedo extrañado, su rostro lo reflejó, aunque no tardó en cambiarlo al observar a Balmaceda tocando la pared con un palo. Desde luego ese no era un comportamiento normal, algo raro había tenido que pasar. En cualquier caso el sujeto parecía haber logrado escapar.

- Bueno, ahora no parece importar demasiado como ha logrado escapar, la iluminación no es buena y seguramente se conocería extremadamente bien pasajes, callejones y lugares donde esconderse - Un nuevo crack al partir la segunda de las barritas de chocolote... unos segundos de masticar y tragar y de nuevo preguntó.

- ¿Qué es lo de la tienda?

Todo el asunto sonaba más sencillo al escuchar cómo hablaban aquellos dos agentes. Eso pensaba Zoey mientras su mirada se iba de reojo al mural, en el que ahora había una figura que antes no estaba. No quiso insistir en aquello, en parte porque no quería parecer más trastornada de lo que ya debía haber parecido y en parte porque deseaba con todas sus fuerzas que Balmaceda encontrase algo en el muro, una explicación racional a la que aferrarse con todas sus fuerzas. 

Dejó de mirar hacia la pared para centrarse en el chico que acababa de llegar. 

—Al parecer el sospechoso compraba juguetes sexuales en cantidad en una tienda de Salem y también los revendía en el Zotique. Es una pista algo endeble, pero creo que es lo mejor que tenemos ahora mismo. —Miró a Carley mientras hablaba—. También podríamos ir a echar un ojo a las casas de los que confesaron los anteriores asesinatos. Tal vez haya allí algo interesante. 

Volvió a mirar hacia Balmaceda al seguir hablando. 

—Y esta noche podríamos volver al Zotique. Ver qué pasa, si Carcosa pasa por allí —Le ponía los pelos de punta decir su nombre—, o qué dice la gente de su ausencia. Aquí la científica va a tener para rato —apuntó, frunciendo los labios en una pequeña mueca—, es un festival de fluidos. 

Balmaceda se encogió de hombros y dio la razón a Zoey

- Pues donde queráis, las casa o la tienda hasta que anochezca, después cenamos algo y al Zotique. ¡Hey, es casi como si nos pagaran por salir a divertirnos!

Había tratado de ser algo como un chiste, algo que relajara la tensión y liberara un poco la mente de Williams, pero casi quedó fuera de lugar...

Dominiq miró a Balmaceda con un rostro serio que no se esperaría de una cara tan joven . Cuando se dio cuenta habló:

- Eee, bien... claro. - Dijo rápidamente -He tenido la oportunidad de leer el informe inicial, así como lo que habéis ido reportando. Si os parece me gustaría compartir mis conclusiones, para ver hasta donde coincidimos. Al fin y al cabo las deducciones que haya podido obtener no tienen nada que ver con las sensaciones y experiencias de las vuestras, obtenidas de primera mano - 

Sacó su teléfono móvil de última generación en el que consultó algo.

- La tienda ya ha cerrado*, por lo que sugiero ir a las casas siguiendo la propuesta del agente Balmaceda. - 

Al Dominiq se le veía algo nervioso; quizá era la excitación del primer caso, quizá era miedo.