Partida Rol por web

Balmaceda ignoró los libros y la entrada - otra vez el Zothique pensó recordando cómo salieron de allí la última vez - y paseo por la habitación buscando otras pistas, quizá algo fuera de lugar, algo que no encajara con el resto de la habitación, revelando que fuera completamente ajeno.

- A ver Clive, ¿dónde esconderías algo que nadie más quisieras que vieran? - dijo pensando en voz alta - Danos algo, unas botas manchadas de barro, una camiseta con sangre, un billete de autobús, algo de lo que tirar.

El lugar ya había sido peinado por la policía por lo que dudaba que encontráramos más pruebas, para mí estaba claro que debiamos ir a Salem y todo esto ya no me parecía aportar nada. Sin embargo, no dije nada y segui tras mis compañeros.

Observé como Zoey fotografiaba relatos y quería llevarse algo, asentí a las palabras de Dominiq. Paseé por la habitación, tecleé el nombre del escrito en google y ví que ya estaba fallecido, así que simplemente eran relatos que le gustaban a Ellis. Terror en general.

Balmaceda se estaba empleando a fondo buscando por toda la casa. Busqué yo también pero sin demasiado ahínco.

Al agente Balmaceda no le costó encontrar, en una mesilla, una bolsita de un polvo blanco. Por el aspecto casi se atrevería a asegurar que era esa droga que parecía marcar el desarrollo de la investigación. Otra vez esa droga.

Pero Balmaceda, y también Carley, rápidamente concluyeron que este lugar no había sido registrado por la policía. Había demasiadas evidencias que podrían utilizarse como pruebas: los cuadernos, la entrada, la droga... Posiblemente sus compañeros solo habían capturado al librero y habían precintado el lugar.

El sonido del teléfono de Carley perturbó el silencio de la habitación.

Era una llamada de la central.

—Jalabert, aquí el agente Bunks, de la central —dijo la voz de un hombre que Carley no conocía—. Soy el agente al cargo del análisis de las grabaciones que mandó hace unos minutos. ¿De dónde han sacado eso? ¡Es perturbador! Hemos intentado traducirlo pero ni siquiera parece un mensaje... ¿qué deberíamos buscar?

Asentí con la cabeza al interlocutos. —Un segundo — respondí y levanté la cabeza mirando a mis compañeros, puse la mano en el micrófono del teléfono y les comenté, —es la central —, moví la cabeza en dirección hacia afuera mientras salía hablando.

Me alejé unos pasos ya que mis compañeros estaban revisando y no oiría bien.

—Lo he sacado de la casa de Stephen Simmons, es uno de los CDs que estaba escuchando. Corresponde a uno de los grupos que toca en el Zothique. Creemos que tiene que ver algo con todo esto. Quizá haya algún tipo de frecuencia oculta o un mensaje escuchándolo al revés, o también surja más efecto bajo los efectos de la droga —pensé un momento en las letras —al parecer está escrito en la jerga de las novelas de Lovecraft, me fijé que una de las palabras que menciona es Salem, tenemos una pista que nos sitúa algo allí, una tienda de artículos sexuales, que a primera vista no tiene mucha relación con el caso. ¿No se puede traducir nada? —.

—Por cierto, la casa de Clive Ellis parece no haber sido registrada por la policia, estamos revisándola y hemos encontrado polvo blanco —.

Zoey asintió a las palabras de Dominiq. 

—Podemos echarles un vistazo en el coche —propuso para después seguir buscando. 

Al escuchar el teléfono de Carley, sus ojos se fueron hacia ella con una pizca de curiosidad. La vio salir y pensó que poco más iban a encontrar allí. Quizá deberían ir marchándose hacia la tienda, antes de que se hiciese muy tarde. 

Se acercó a Balmaceda y al ver la bolsa de droga ladeó un poco la cabeza. 

—Seguro que es polvo blanco también, pero podemos mandarlo a analizar para que nos lo confirmen. —Luego miró alrededor y hacia la puerta—. ¿Nos vamos? No parece que haya nada más aquí y aún tenemos un buen trayecto.

Dominiq asintió. Allí tenían poco más que hacer.

- Démosle un vistazo en el coche. Quizá entre los dos podamos sacar alguna conclusión.

Se rascó la sien y salió de la habitación siguiendo a la agente Jalabert, pero sin prestar atención a lo que hablaba. Ya les contaría ella.

Guardó con cuidado el saquito en el bolsillo interior de su chaqueta, aunque se parecía demasiado a los demás como para no saber de qué se trataba.

- Tengo una idea mejor. Es un poco arriesgada, pero ahora somos cuatro y quizá podamos llevarla a cabo. Uno de nosotros - aunque quedó claro que se refería a él mismo - podría ponerse el disco de los Gatos, tomar un poco de esto al anochecer y esperar que tengamos un poco de suerte y ver qué pasa. 

Al ver las miradas de sus compañeros añadió

- Por supuesto en un entorno un poco controlado. Mi casa, por ejemplo. Pediremos unas pizzas para cenar. ¡Y vino!

A continuación salió a la calle detrás de Dominiq y Zoey. A una cierta distancia Carley seguía hablando, pero no quería invadir su intimidad

- Sí, salgamos. Yo conduciré de vuelta y así podréis revisar eso.

- No creo que central autorice algo como eso - Ya había leído y escuchado alguna cosa acerca de Balmaceda, pero le gustaba tomar esas cosas con precaución. Normalmente los rumores suelen agrandar estas cosas. Estaba claro que en este caso eran ciertos. 

Dominiq miró con no muy buena cara a José. 

- Además, no creo que eso nos vaya a ayudar en nada. Un agente drogado solo es una molestia y una preocupación para el resto del equipo. Amén de que va en contra total de las normas del FBI - 

—Trataremos de cruzar esas palabras con nombres de esas novelas de las que hablas —dijo la voz al otro lado del teléfono—, pero me parece que poco vamos a poder sacar de aquí. Si esto es un mensaje o una lengua... no puede ser más que obra de un perturbado.

Durante unos instantes se escuchó teclear al agente Bunks.

—Nyarlathotep —dijo—, esa palabra también arroja coincidencias. Parece una especie de dios inventado por ese Lovecraft. ¡Joder! Nunca he leído nada de ese tipo. ¿Dices que es famoso? ¡Su puta madre! ¡Es un zumbado!

Un instante después volvió a hablar.

—Ah sí, lo de las casas. Solo han sido precintadas a falta de un permiso judicial para no se que demonios. Quizá Perlman pueda darte más detalles, solo lo he escuchado de oídas.

Los agentes estaban en el exterior de la casa. José se metió en el coche y mientras, Carley caminaba de un lado a otro charlando por teléfono.

Ya era noche¹ bien profunda y los agentes comenzaban a estar cansados. Quizá unas horas de descanso antes de ir a Salem podrían venirles bien pero el agente Balmaceda había propuesto un plan más divertido.

A vista de pájaro se veía a Carley Jalabert caminando nerviosa mientras hablaba por teléfono, a Dominiq Johnson dudando si entrar o no a ese coche, a Zoey Williams caminando mientras echaba un vistazo a esos cuadernos y el coche de José Balmaceda que comenzaba a temblar después del arranque.

Y el frío... comenzaba a hacer frío. O quizá solo era una sensación que recorría las espaldas de los agentes recordando la extraña desaparición de Johnny Carcosa.

Zoey salía algo distraída del piso, aún repasando los cuadernos que se había llevado de allí, pero al oír lo que decía Balmaceda alzó la vista para escucharlo. Arrugó un poquito la nariz. 

—Además no creo que funcione tan fácilmente —dijo, después de que Dominiq se opusiera a la idea—. Recuerda lo que nos dijeron, la droga sola no sirve, hace falta que alguien te guíe, signifique lo que signifique eso. Hace falta alguien como Carcosa.

Un escalofrío recorrió su columna al decir el nombre y sintió cómo se erizaba el vello de su nuca. Se estremeció antes de seguir hablando.

—Creo que estamos ante un caso de hipnosis, la música y la droga sólo son catalizadores, pero la clave está en el hipnotizador. Necesitamos encontrar a ese tipo. Me parece que lo mejor será que descansemos esta noche y salgamos temprano hacia Salem. 

José se encogió de hombros. Parecía que su compañero más joven había malinterpretado sus palabras y lo que había sido un ofrecimiento para recuperar la senda de la investigación había parecido querer aprovecharse de la situación para meterse un tiro...

-... 

Calló y arrancó el coche. No serviría de nada excusarse ahora.

- Cuando queráis. Es tarde y parece que estamos todos muy cansados. Ha sido un día lleno de situaciones extrañas. Mañana veremos las cosas de otro modo. Aprovechemos el viaje de vuelta para recapitular. ¿A quién dejo primero o os llevo a la oficina a todos?

Por el rabillo del ojo vi como mis compañeros se alejaban en dirección al coche mientras yo estaba hablando por teléfono, asentí con la cabeza a las palabras del interlocutor. Colgué el teléfono y me metí en el coche, no había oído lo que estaban diciendo y observé alguna cara extraña. Me dirigí a mis compañeros, —parece que esta casa no la revisaron mucho… están pendientes de un permiso judicial, en teoría no se podía coger nada —dije mientras miraba de reojo a los cuadernos de Zoey, sonreí y le di un ligero codazo para que no se preocupara, —de todas maneras ya hemos cogido también cosas de la otra casa, ya daremos parte —.

El rugido del motor llenaba el ambiente, —han cruzado las canciones con la obra del escritor y, como ya sabíamos, salen multitud de referencias, parece que alguna a Ni… Niarla… Nyarlathotep —negué con la cabeza —no parece que vayamos a obtener demasiada información de esto, creo que la siguiente parada debe ser Salem —.

Oí las palabras, estaba de acuerdo —no he traído coche hoy, si puedes dejarme en casa te estaría agradecida —, tamborileé, —¿De qué hablabais? —.

- De ir a descansar para poder ir mañana frescos y con las pilas cargadas a Salem - Dijo Dominiq. 

- Maldita sea, pensaba que la orden ya estaría lista... no me gusta salirme del protocolo, no trae nada bueno. - Espetó con cierto malestar.

Suspiró y negó con la cabeza, sacando una nueva chocolatina del bolsillo de su gabardina. 

Zoey, me gustaría repasar esas notas antes de mañana. Quizá podamos obtener algo de información. ¿Te parece que lo hagamos en la central antes de irnos a descansar? 

Al oír que no tenían permiso para llevarse nada de la casa, Zoey bajó la mirada hacia los cuadernos que había cogido y luego hacia atrás. Estaba a punto de ofrecerse a dejarlos donde los había encontrado, pero Carley no parecía muy preocupada por ello, así que lo dejó estar. 

—Podemos devolverlos mañana cuando volvamos de Salem —propuso, para que Dominiq se quedase también más tranquilo—. Así podemos echarles un ojo y no dará tiempo a que nadie note su ausencia. 

Después asintió con la cabeza a la propuesta del chico. 

—Claro —aceptó con una pequeña sonrisa—. Pensaba revisarlo antes de dormir y cuatro ojos ven más que dos. 

—Por mi parte, voy a buscar algún relato corto de Lovecraft y me lo compraré para el kindle —dije mientras navegaba la web de amazon buscando alguno que hablara de Nyarlathotep o de Salem para enviármelo a la cuenta de kindle, no creo que nos diera más información pero así sabría de primera mano con qué clase de fanáticos podemos estar tratando.

Carley descargó un par de libros en su Kindle. La primera búsqueda sobre ese Nyarlathotep aparecía en un relato corto homónimo de H.P. Lovecraft escrito en 1920. En ese relato, se describía a Nyarlathotep como un hombre alto y oscuro y lo comparaban con un faraón egipcio. En esa historia vaga por la tierra, aparentemente reuniendo legiones de seguidores mediante sus milagros y sus extraños instrumentos mágicos. El relato estaba en primera persona de tal manera que el propio narrador era partícipe del mismo, adherido a la legión de seguidores de Nyarlathotep. Esos seguidores pierden la consciencia del mundo que los rodea y Carley casi podía percibir como el propio autor cae en ese mismo estado. La historia termina con el narrador convertido en un soldado del ejercito de Nyarlathotep.

Con otra ligera búsqueda Carley encontró que Nyarlathotep (al que a menudo se llama "El Caos Reptante") aparecía posteriormente como un personaje principal de La búsqueda onírica de la desconocida Kadath (1926-1927), en el que de nuevo se manifiestaba como faraón egipcio cuando se enfrenta al protagonista Randolph Carter.

En general, en todos los relatos, se trataba a Nyarlathotep como un dios primordial pensado por ese H.P. Lovecraft.

Zoey y Dominiq empezaron a leer las notas del librero. Al principio parecían unos cuentos simples de terror, con bastante poca creatividad y cierto mal gusto.

Varios relatos más tarde empezaba a hablar de algo que llamaba "El Caos Reptante" y esa criatura, que parecía un dios, se afanaba por reclutar un ejército para sus planes. A partir del momento en que empieza a incluir a ese personaje en sus historias, las historias mejoraban sensiblemente en originalidad pero, cada vez, parecía que la mente del autor iba derivando a la perdición. Zoey lo había visto más veces en su carrera: era un claro síntoma de escritores que se creen sus historias y a sus personajes.

En el segundo cuaderno los relatos eran terribles y de muy mal gusto y empezaron a mezclarse, cada vez más, esas grafías extrañas hasta que, en los últimos relatos, todo estaba escrito en ese extraño lenguaje al que a menudo se refería como AKLO.

Habían pasado casi dos horas escudriñando esas páginas y las sensaciones de ambos jóvenes no parecían ser placenteras. ¿Acaso ese hombre había perdido completamente su mente? Estaba claro que él creía en esos seres que describía, los describía de manera muy precisa para ser un escritor de segunda categoría como revelaban los primeros relatos. ¿Quizá habría una brizna de realidad en todas esas manifestaciones de una mente enferma?