Partida Rol por web

Desconoces el lugar, pero es húmedo, frío y solitario.

Al entrar por la puerta, no recuerdas en dónde acababas de estar, pero sí que tienes que seguir adelante. El sonido del vapor escapando por algunas tuberías y gotas cayendo sin remedio al suelo, formando grandes charcos, no te impide seguir caminando, adentrándote en aquel lugar, esté donde esté.

Algo en tu interior te obliga a seguir, aunque también, al mismo tiempo, una voz interior te advierte. Huye. Corre por tu vida. Se entabla una lucha interior entre una parte de ti que es empujada por la curiosidad y otra que desea arrastrarte hacia el miedo. No es la primera vez que sueñas algo parecido, pero sientes que esta vez, podrás descubrir de qué se trata. Es una pesadilla.

No.

Es algo mucho más intenso, tan real como la vida misma.

Además, sientes que alguien te sigue, vigila tus pasos y está preparado para saltar sobre ti. Al mirar a tu alrededor no ves ningún lugar en donde pueda esconderse, pero algo te dice que está aquí, contigo, esperando su oportunidad. 

Al final del pasillo hay otra puerta, pero ésta es diferente. Es grande, dorada, parece hecha de bronce, y no tiene nada que ver con todo lo que te rodea. Abres la puerta, con esfuerzo, y de repente, todo a tu alrededor se transforma en lo que menos deseas.

Es el mismo ambiente en el que se mueve tu padre, lleno de dinero por todas partes, repleto de ambición y aroma a fracaso. La gente grita a tu alrededor, te empuja como si no se diese cuente de que estás allí.

Desconoces el lugar, pero es húmedo, frío y solitario.

Al entrar por la puerta, no recuerdas en dónde acababas de estar, pero sí que tienes que seguir adelante. El sonido del vapor escapando por algunas tuberías y gotas cayendo sin remedio al suelo, formando grandes charcos, no te impide seguir caminando, adentrándote en aquel lugar, esté donde esté.

Algo en tu interior te obliga a seguir, aunque también, al mismo tiempo, una voz interior te advierte. Huye. Corre por tu vida. Se entabla una lucha interior entre una parte de ti que es empujada por la curiosidad y otra que desea arrastrarte hacia el miedo. No es la primera vez que sueñas algo parecido, pero sientes que esta vez, podrás descubrir de qué se trata. Es una pesadilla.

No.

Es algo mucho más intenso, tan real como la vida misma.

Además, sientes que alguien te sigue, vigila tus pasos y está preparado para saltar sobre ti. Al mirar a tu alrededor no ves ningún lugar en donde pueda esconderse, pero algo te dice que está aquí, contigo, esperando su oportunidad.

Avanzas con miedo, pero sin poder detenerte, y entonces, sin previo aviso, todo a tu alrededor se transforma en una cancha de baloncesto.

La música hip hop resuena en toda la cancha, mientras varios chicos juegan, pelean y encestan en una de las canastas.

Desconoces el lugar, pero es húmedo, frío y solitario.

Al entrar por la puerta, no recuerdas en dónde acababas de estar, pero sí que tienes que seguir adelante. El sonido del vapor escapando por algunas tuberías y gotas cayendo sin remedio al suelo, formando grandes charcos, no te impide seguir caminando, adentrándote en aquel lugar, esté donde esté.

Algo en tu interior te obliga a seguir, aunque también, al mismo tiempo, una voz interior te advierte. Huye. Corre por tu vida. Se entabla una lucha interior entre una parte de ti que es empujada por la curiosidad y otra que desea arrastrarte hacia el miedo. No es la primera vez que sueñas algo parecido, pero sientes que esta vez, podrás descubrir de qué se trata. Es una pesadilla.

No.

Es algo mucho más intenso, tan real como la vida misma.

Además, sientes que alguien te sigue, vigila tus pasos y está preparado para saltar sobre ti. Al mirar a tu alrededor no ves ningún lugar en donde pueda esconderse, pero algo te dice que está aquí, contigo, esperando su oportunidad.

De repente, sin entender cómo, todo el paisaje cambia y de pronto te encuentras dentro de un edificio muy diferente y que conoces muy bien.

Tu antiguo orfanato.

Desconoces el lugar, pero es húmedo, frío y solitario.

Al entrar por la puerta, no recuerdas en dónde acababas de estar, pero sí que tienes que seguir adelante. El sonido del vapor escapando por algunas tuberías y gotas cayendo sin remedio al suelo, formando grandes charcos, no te impide seguir caminando, adentrándote en aquel lugar, esté donde esté.

Algo en tu interior te obliga a seguir, aunque también, al mismo tiempo, una voz interior te advierte. Huye. Corre por tu vida. Se entabla una lucha interior entre una parte de ti que es empujada por la curiosidad y otra que desea arrastrarte hacia el miedo. No es la primera vez que sueñas algo parecido, pero sientes que esta vez, podrás descubrir de qué se trata. Es una pesadilla.

No.

Es algo mucho más intenso, tan real como la vida misma.

Además, sientes que alguien te sigue, vigila tus pasos y está preparado para saltar sobre ti. Al mirar a tu alrededor no ves ningún lugar en donde pueda esconderse, pero algo te dice que está aquí, contigo, esperando su oportunidad.

De repente, ves una sombra y algo que se mueve. Es... un perro. ¿Per? El perro aparece al final del pasillo, te mira y después se gira para marcharse por un pasillo que hay a su derecha.

Desconoces el lugar, pero es húmedo, frío y solitario.

Al entrar por la puerta, no recuerdas en dónde acababas de estar, pero sí que tienes que seguir adelante. El sonido del vapor escapando por algunas tuberías y gotas cayendo sin remedio al suelo, formando grandes charcos, no te impide seguir caminando, adentrándote en aquel lugar, esté donde esté.

Algo en tu interior te obliga a seguir, aunque también, al mismo tiempo, una voz interior te advierte. Huye. Corre por tu vida. Se entabla una lucha interior entre una parte de ti que es empujada por la curiosidad y otra que desea arrastrarte hacia el miedo. No es la primera vez que sueñas algo parecido, pero sientes que esta vez, podrás descubrir de qué se trata. Es una pesadilla.

No.

Es algo mucho más intenso, tan real como la vida misma.

Además, sientes que alguien te sigue, vigila tus pasos y está preparado para saltar sobre ti. Al mirar a tu alrededor no ves ningún lugar en donde pueda esconderse, pero algo te dice que está aquí, contigo, esperando su oportunidad.

Casi sin darte cuenta, el entorno que te rodea cambia completamente y se transforma en el estudio de grabación de una discográfica.

Hay un pasillo y puertas que llevan a los diferentes estudios, en cuyo interior hay instrumentos de todo tipo.

Y de repente estoy allí, ni sé como he llegado ni que hago en el lugar. Observo cada rincón, es todo muy frío, incluso podría decirse que húmedo y no me agrada para nada. No obstante como no logro discernir si se trata de un sueño o no, me miro a mi misma y descubro que llevo una falda de jeans con una camiseta de color rosa. Nada, todo parece en verdad normal, pero el ambiente en sí no lo es. 

Escucho la voz, eso genera un horrible escalofrío en torno a mi piel y aprieto las manos con fuerza. Decido avanzar, recorrer aquel oscuro lugar como sea mientras no toco nada y me lo paso observando cada detalle de las paredes, también vigilo mi espalda, es un acto involuntario más cuando siento que me persiguen. No importa, la ansiedad me consume y decido correr, a donde sea, como sea. 

Avanzo rápido y al encontrarme con esa puerta de bronce, poco es lo que tardo en coger el pomo para abrirla. Inhalo profundo, no lo pienso demasiado y entro. El golpe de realidad es abrumador, no sé como explicarlo porque es difícil, pero el ambiente parece sobrecargado. Percibo ambición, avaricia, tantas cosas que me obligan a tragar saliva mientras siento lo seca que está la garganta. Pero todo se vuelve a fastidiar, la gente grita y me empuja, yo intento hacerme a un lado. 

Busco una salida, no puedo con la sensación del fracaso, y sigo corriendo lo que puedo. Quiero salir ya de ahí. 

Todo el vello de su nuca estaba erizado, así como todos y cada uno de sus sistemas de alerta. Un nuevo y desagradable escalofrío recorrió su espinazo. Sentía sus gruesos labios completamente secos por más que pasase su lengua por ellos y un sudor frío le empapaba tanto el cuerpo como la cabeza, que le daba vueltas como si estuviese mareado.

Parpadeando varias veces ante el repentino cambio de escenario, extendió ambos brazos y caminó tanteando con ellos la verja metálica que envolvía aquella cancha de baloncesto que, todo fuera dicho, ni siquiera estaba seguro de conocerla.

Al darse cuenta de que no estaba solo en la pista, se cubrió con el antebrazo la luz de los focos que le daba directamente a los ojos y, achinándolos tratando de reconocer siluetas su voz, quebrada por el miedo se alzó por encima de la música.

-¿Em Jay? ¿Snoopy?... ¿Tyrone?-preguntó con la duda lastrando sus palabras. Pese a lo confundido que se encontraba sí que recordó que con ellos tres solía ir a la cancha de baloncesto a jugar... Quizás eran ellos... A lo mejor todo aquello era un amarillo que le estaba dando por un porro demasiado cargado... al fin y al cabo él no los consumía con tanta frecuencia como sus amigos... Sí, probablemente fuese eso, tenía que serlo.

-¿Tíos? Me encuentro fatal, echadme una mano

¿Recuerdas esas veces que estás soñando y te despiertas creyendo que todo era real? Que todo lo que ves, tocas y sientes está ahí, delante tuyo y que aún despierto te preguntas si realmente no has estado en aquel sitio... Pues así me sentía yo en aquel momento. No sabía donde estaba, pero podía escuchar perfectamente el sonido de las gotas de agua cayendo al charco que habían generado en el suelo.

Mis pasos retumababan por aquel pasillo, generando el clásico sonido al pisar cada balsa de agua. Podía sentir el frío y la humedad del lugar en mi cuerpo. De vez en cuando me giraba a mirar alertado por algún sonido nuevo, como el del vapor escapándose de las tuberías que habían conocido mejores tiempos o el eco del gotear del agua en lugares no muy lejanos.

Todo aquello estaba acompañado de una sensación de miedo e inseguridad. Era como si supiese que aquel no era el camino correcto, pero a la vez sabía que al final encontraría el motivo de mi presencia allí y eso me hacía seguir adelante. Paso a paso, iba recorriendo aquel tenebroso túnel con esa sensación de quien está siendo observado.

La parte de mí que quiere huir de todo aquello empieza a ganar terreno. En ese momento me planté y miré al frente. - Solo huyen las presas. - Me susurré tratando de darme así el valor suficiente para continuar. - Y yo ya no seré más una presa. - Me dije reafirmándome en mis propias palabras y retomando el paso, continué avanzando.

No hice más que parpadear y de pronto me trasladé a otro sitio, lejano en el tiempo y bien conocido por mí. Tenía pocos recuerdos agradables de aquel lugar. Éramos niños y se nos trataba peor que a los animales. No había cariño alguno por parte de los cuidadores de aquel centro hacia nosotros. Simplemente nos daban de comer, nos mandaban que hacer y nos castigaban si nos portábamos mal. Todos, sin excepción, mirábamos con envidia a aquel que había sido elegido para ser adoptado por una familia y salíamos ilusionados de aquel lugar con la experanza de no volver jamás... Yo tuve mala suerte con mis primeras adopciones y tuve que regresar más veces de las que hubiese deseado.

Y allí estaba de nuevo.

El silencio del lugar solamente era quebrado por mi respiración y mi lento caminar. Miraba las paredes, las ventanas de aquel lugar. Nada había cambiado desde la última vez que estuve allí, salvo por los gritos de los niños. No se oía a ninguno. - Quizás sería por la hora. - Pensé para mí y miré mi reloj Casio, que se había puesto de moda entre los adolescentes aquel mismo año, para saber que hora era. Pero por más que lo intentaba, no conseguía más que ver un borrón de números.

En ese momento recordé que en la entrada del orfanato, en la parte interna, había un enorme reloj y otro igual en el comedor. Así que desestimé mirar más el mío y caminé por aquellos silenciosos pasillos, en busca de algún cuidador que me dijese porqué estaba allí de nuevo o uno de aquellos relojes que me indicase porqué había tanto silencio en aquel lugar. Lo primero que encontrase.

Aquello es una auténtica locura. Te sientes completamente fuera de lugar en un lugar en el cual cada uno de los hombres que están allí, pelean uno contra el otro por algo que tú ni siquiera entiendes, aunque si desprecias, y como si alguien respondiese por ti, una figura conocida apareció de repente delante de ti.

-Eres una vergüenza para tu familia. Nosotros contábamos contigo y tú nos has defraudado. No sirves para nada. Todo este dinero que te rodea podía ser tuyo pero prefieres pasar el tiempo con tus amigos, pinchando música, haciendo "skate". Es simplemente lamentable.

Después de decirte todo eso, entre empujones, recibes uno que te lanza al suelo y al ponerte de nuevo en pie, todo cambia. El lugar es totalmente diferente. Vuelves a estar en un sitio oscuro, húmedo y desagradable, silencioso, pero con un ambiente que resulta angustioso por su oscuridad... y la soledad que lo rodea. No quieres estar allí; no te gusta estar allí.

Y entonces oyes una voz desagradable, procedente de ninguna parte, hablando en tono de burla.

-Papá ya no te quiere. Vaya, vaya. Debes haber hecho algo terrible para que eso suceda. ¿Qué has hecho, pequeña? ¿Por qué ya no eres la niña de papá?

No sabes de dónde viene, pero una sombra aparece reflejada en el fondo, a tu espalda. Es la sombra de un hombre, o eso parece, que extiende su brazo y comienza a arañar las tuberías que cruzan la pared con algo que tiene entre sus manos.

-Bueno, pues puedes venir conmigo. Ven con tu nuevo papi -te dice, mientras se acerca peligrosamente. 

Al llamar en voz alta a tus colegas, estos aparecen allí, se vuelven y te sonríen.

-Eh, "Es-El"*, qué haces ahí? Te estábamos esperando -te dice Snoopy.

-Sí, joder. Hemos tenido que jugar nosotros solos. Toma, dale caña -te dice Tyrone, lanzándote la pelota.

El balón llega con fuerza a tus manos, pero no tienes ninguna dificultad en atraparlo. Te sientes regular, inquieto, inseguro, pero aquellos son tus amigos, ¿no?. Tú lo coges y lo miras. Parece una pelota de baloncesto normal, pero al girarlo... 

-"Es-El", te estábamos esperando -dice la boca de la cara que ha aparecido en la superficie de la pelota, la misma que empieza a reírse descontroladamente. 

Tus pasos resonaban por el silencio del pasado. Aquel lugar estaba vacío, aunque en tu memoria fuera diferente. Y entonces, unos ruidos extraños... plas, plas, plas... Te sonaban conocidos y con cada uno, tu cuerpo se estremecía, como si te causaran daño. 

...plas, plas, plas...

En ese momento, giraste en la esquina, y a pesar de que no debía estar allí, entraste en una habitación en donde una anciana golpeaba el culo de un niño o bebé, no podías verlo bien, que estaba desnudo en su regazo. Tampoco distinguías a la mujer, que estaba de espaldas a ti. El niño lloraba y pataleaba, pero la anciana continuaba pegándole, mientras tú te acercabas, lentamente.

Cuando te encontrabas a escasos metros de ella, la anciana detuvo su brazo en el aire y levantó ligeramente la cabeza, como si hubiese oído algo, y entonces, se giró hacia ti.

-No te preocupes, cariño. Dentro de poco será tu turno -te dijo.

Por si aquello no fuese suficiente, el niño giró la cabeza de manera antinatural, 180 grados, hasta poder mirarte, solo que su rostro no era el que esperabas. Era una extraña criatura de cuerpo deforme y gesto horrible.

-Sí, es tu turno ahora -dijo, con una voz profunda y gutural, que nada tenía que ver con un niño.

¿Qué era aquel lugar? Sentí como un escalofrío recorría mi espalda al estar de súbito ante aquel lúgubre escenario. Incluso a sabiendas de que era sólo un sueño, no podía evitar sentir cierta incomodidad, principalmente por el hecho de estar plenamente consciente, estado en el que, al alcanzarlo dentro de un sueño, solía siempre conseguir despertarme.

Aunque en mi interior el miedo causado por la sensación de que algo malo sucedería y la curiosidad de saber qué había más allá luchaban caóticamente por tomar el control, lo cierto era que ambas emociones me llevaban a lo mismo: avanzar sin mirar atrás. Y eso hice. A paso rápido y sintiendo esa sensación que tenía de niño cuando durante la noche luego de ir a buscar algo a la nevera corría a mi cuarto sin mirar atrás imaginando a un gran y terrorífico monstruo persiguiéndome, listo para abalanzarse sobre mí en el momento en que parase sólo por un instante, avancé por el húmedo pasillo.

Me paralicé por unas fracciones de segundo al ver aquella sombra, pero rápidamente me percaté de que no era otro sino Per. Confiaba en Per y de todas formas tampoco era como si tuviese ningún otro indicio de por dónde ir o no ir, con lo cual no dudé y doblé por el pasillo a la derecha.

Giraste en la esquina, pero cuando lo hiciste, Per también lo había hecho, al fondo del nuevo pasillo en el que te encontrabas, y solo te dio tiempo a ver su cola. Aceleraste el ritmo para cogerle; no sabías por qué, pero era lo que necesitabas hacer, y finalmente, llegaste a otro pasillo, este sin salida, en el cual estaba Per, mirándote muy serio.

Era tu perro; lo querías y cuidabas, te preocupabas por él y pensabas que él también por ti, pero ahora sus ojos parecía observarte de una manera muy diferente a la que estabas acostumbrada, tanto que hasta se te cruzó por la cabeza si era en verdad tu perro o no.

Pero sí, si que lo era. Podrías distinguirlo entre un millón de perros parecidos. 

Sin embargo, al acercarte para acariciarlo... Per empezó a temblar. Elevó su cabeza como si fuera a aullar y de pronto, fue como si su piel se desgarrara de cuajo, dejando al descubierto los huesos de su hocico, con sus fauces abiertas emitiendo un extraño y horrendo gruñido gutural que te encogió el corazón.

La sangre te salpicó las ropas y el rostro y Per se transformó en un monstruo al que no te atrevías a mirar, por no decir que parecía estar a punto de saltar sobre ti en cualquier momento. Chorros de sangre empezaron a surgir de su boca, como si fuese un surtidor, llenándote por completo y creando tal charco a tus pies que incluso te resultaba difícil no resbalar.

Jamás habías visto algo tan horrible como aquello.

Y entonces una voz oscura y terrible habló desde alguna parte.

-¿Qué sucede? ¿No te gusta tu perro? -te dijo, lanzando una risa cruel. La figura apareció detrás de Per y lo acarició como si fuese su mascota.

-A lo mejor lo que necesita es un beso de su pa-pi ja ja ja ja ja

Aquel lugar sigue apestando a tantas cosas que ni siquiera soy capaz de aceptarlo, es como sentir un puñal clavado en mi pecho que no para de sangrar. Me niego rotundamente a seguir esa vida, a vivir en la entera codicia que trae este maldito mundo por detrás. Solo que en medio de tanto caos, una voz es demasiado familiar para mí. Logro verlo, allí tan impoluto, tan hiriente de alguna manera. Sus palabras calan hondo porque es consciente de que jamás seré lo que espera de mi, no puedo ir contra mi voluntad, fingir algo que no soy ni seré. 

Aún así, duele, y mierda que duele porque es mi Padre quien lo dice. - Lo siento, de verdad que sí. - digo al permitir que una lágrima se escape de mis ojos y ruede por la mejilla, arde, profundamente si. Pero es tan revoltoso el entorno, que no puedo reaccionar ante ello, siendo ese detalle lo único que se manifiesta. No obstante caigo al suelo, ruedo en el mismo cuando me empujan y al levantarme busco con lo busco con la mirada. Hasta que otra voz resuena y no estoy siquiera en el mismo lugar, para nada, vuelvo a la maldita oscuridad. A esa sensación horrible a soledad. 

Niego con la cabeza y camino dando pasos hacia atrás, suena aterrador y no voy a ceder fácilmente. No me importa nada, mi corazón se agita con velocidad, siento que se saldrá del pecho por los nervios. Ya no hay otra salida, solo huir y eso hago. Giro sobre mi misma y comienzo a correr en la dirección contraria a ese sujeto, no sé qué tiene en la mano, pero me suena a peligroso. Cojo esa dirección y avanzo, no hay lágrimas, solo necesidad de escapar, de perderme en esa oscuridad mientras pierdo de vista a ese hombre. 

Dando un respingo acompañado de un grito de terror debido a la impresión, lanzó la pelota tan lejos de él como pudo, para luego tener que contener una fuerte arcada, apoyándo sus manso sobre las rodillas.

-¿¡Pero que cojones, tío...!?

Mirando hacia todos lados en busca de una salida de aquel lugar, empezó a correr en dirección a la puerta de la cancha.

Notaba el cuerpo frío, probablemente debido al sudor que lo cubría por completo. El malestar que sentía no hacía más que ir en aumento, así como la sensación de inseguridad que le recorría todo el espinazo.

De no ser por lo real que se sentía, habría estado seguro que aquello se trataba de una pesadilla, pero los sueños no se sentían tan reales

Me quedé allí parado, haciéndo frente valerosamente a las dos criaturas que tenía delante... Sí, ese habría sido un muy buen chiste que contar algún día, pero hoy no era ese día. Aunque tenía una corazonada de que algo saldría mal, todo aquello me había tomado por sorpresa. Sentí como todos y cada uno de los pelos de mi cuerpo se erizaban, de pies a cabeza, mientras mi respiración paraba por completo por unas fracciones de segundo en las que permanecí petrificado. Llevé instintivamente las manos a mi boca en un gesto de terror mientras retrocedía, ¿qué era aquello? Fuese lo que fuese, daba mucho más miedo y parecía infinitamente más real que cualquier otra pesadilla que hubiese tenido antes.

En cuanto logré tomar control de mi cuerpo me di la vuelta y, luego de casi tropezar al salir a la carrera, corrí lo más rápido que pude por donde había venido.

Corriste sin mirar atrás, chocando a cada segundo con un hombre que se giraba extrañado para mirarte pero que no impedía que continuases a la carrera y salieses de allí a toda velocidad, dejando atrás a tu padre pero con sus palabras aún resonando en tu cabeza.

... nos has defraudado...

... lamentable...

Y aquel extraño hombre de voz amenazadora, arañando las tuberías.

De repente, sin darte cuenta, has salido de aquel lugar y estás de nuevo en un sitio diferente, oscuro, de nuevo con tuberías por todas partes, vapor y sombras.

Un ruido te hace volverte y aparece tu padre de pie.

-Hija, solo quiero lo mejor para ti -dice tu padre, pero con la voz cambiada; la voz del mismo hombre que viste antes arañando las tuberías, y además, con ese extraño guante en una mano, lleno de cuchillas largas y afiladas.

Tu padre comienza a reírse sin poder parar; su boca se abre más y más y entonces, su piel desaparece, se cae, ayudada por su otra mano, que tira de ella como si estuviese arrancando un papel de la pared.

Ahí es en donde vuelve a aparecer, ahora frente a ti, aquel extraño hombre, que se remueve como si acabara de quitarse un traje incómodo. La piel de tu padre, junto con su traje, cae al suelo y queda arremolinado a sus pies.

-Así es mucho mejor -dice finalmente.

Entonces, se abalanza sobre ti con sus cuchillas extendidas, su rostro quemado y su cuerpo envuelto en aquella ropa tan peculiar. 

La pelota rebotó contra el suelo ya acabó en las manos de Tyrone, que te miró extrañado.

-Tío, ¿pero qué te pasa? Es solo una pelota -te dice con total normalidad, antes de que empezaras a correr lejos de allí, tan lejos como pudiste.

Pero nada más salir de la cancha... entraste en un sitio diferente, un lugar oscuro, lleno de vapor y sombras, y con las paredes recorridas por tuberías.

Te detuviste un instante, sin entender qué sucedía ni en donde te encontrabas, y entonces, una pelota de baloncesto, o la misma, apareció de la nada, botando hacia ti, hasta llegar y detenerse a tus pies.

Tú la miraste, temeroso de lo que podías ver en ella, pero la pelota parecía completamente normal.

-Eh, ¿quieres un uno contra uno?

La voz procedía de un extraño hombre que estaba al final del pasadillo, y que había aparecido de la nada, y sin perder tiempo, arqueó las piernas para moverse como si estuviese intentando bloquearte el paso en un partido de baloncesto.

-Venga, vamos. La pelota no muerde ja ja ja ja.

Pero efectivamente, mordía. Sentiste de pronto como si unos dientes se clavasen en tu pierna y al mirar abajo viste como la pelota, efectivamente, estaba enganchada de ella, mordiéndola con tanta fuerza que la sangre empezaba a manar de la herida, mientras aquel extraño hombre se reía sin parar.

Corriste cuanto pudiste para alejarte de allí. Tus piernas te parecían cortas para todo lo que querías moverte, pero al menos, eran rápidas, así que no tardaste en alejarte de aquella risa burlona y aquel perro... que no era Per. Era imposible que lo fuera.

Giraste siguiendo el mismo camino por el que habías llegado hasta allí, aunque al hacerlo, no acabaste en el mismo lugar, sino en otro muy diferente, un lugar oscuro, lleno de vapor y de sombras, y con tuberías recorriendo sus paredes como si fuese un sitio muy diferente.

Parecía que el lugar no tenía salida, que habías sido conducido a un sitio en el que estaba completamente encerrado, y al darte la vuelta viste llegar al hombre con el falso Per a su lado.

-Bueno, supongo que si no quieres al perro, tendré que quitarlo de en medio -dijo el hombre.

Entonces, se agachó, abrió la boca como si fuese una boa constrictor gigante y empezó a engullir a Per sin que éste protestase o se moviese. Los sonidos guturales provocados por la garganta tragándose al perro, te provocaron nauseas y arcadas, pero lo peor vino cuando terminó de tragárselo, todavía con la cola a medio entrar.

El hombre se levantó, alzó la cabeza y con un movimiento de su garganta, acabó de comérselo, para a continuación relamerse.

-Bueno, hacía tiempo que no comía un perrito caliente ja ja ja ja

Entonces, su cuerpo empezó a convulsionarse, delante y atrás. El hombre se levantó el jersey y en su vientre empezaron a aparecer extraños bultos, como si "algo" estuviese intentando salir de él, hasta que finalmente, su vientre explotó, llenándolo todo de sangre, y una especie de cabeza de perro rodeada de intestinos y más vísceras, hizo su aparición.

-Guau, qué vida más perra esta -exclamó el hombre, como si le diese lo mismo todo.

La cabeza del perro se removió y finalmente, se abalanzó sobre ti, saliendo del vientre del hombre y lanzándose a toda velocidad con sus fauces abiertas para saltar y morderte.

Esa sensación.

La de que alguien te vigila. No lo que dicen en las noticias. Que los Aliens de Rosswell te vigilaban, que pinchaban los teléfonos de tu casa para escuchar conversaciones... no. Ese tipo no.

Mas bien es esa sensación que alguien te sigue en el callejón. Una sombra, quizá, la de alguien que se oculta, pero a la vez querer que su presencia sea tenida en cuenta. Mientras, un sudor frío se cuela por tu cuello y te invita a desconfiar, a que tu corazón se acelere y pienses que estas sola, sin estarlo. Esa sensación de desasosiego y...terror, que te acompaña y te hacen ir de un lado a otro, corriendo, dando tumbos, sin saber donde ir, en realidad.

Esa.

La humedad y el calor del ambiente me agobiaban y hacían que me sofocara mas, sudando y pegando mi ropa a mi cuerpo, de forma incómoda mientras corría por ese callejón. Hasta que una puerta aparece se abre y al entrar estoy en ese estudio de música.

La sensación de miedo deja de existir. Al menos me calmo lo suficiente mientras compruebo que la puerta esta bien cerrada y seco el sudor de mi cara, me aparto mechones de pelo pegados y sonrío como si hubiera escapado de la misma muerte.

- Joder, si que bebí demasiada cerveza.- Me quejo pensando que realmente esta...pesadilla... sea producto del alcohol.

Me dirijo a una guitarra y la cojo. compruebo que está afinada. Bien! tengo tiempo para mi sola para probar esa canción en la que he estado trabajando en el último mes.

- Hola? Uno, dos, uno dos?- Digo frente al micro para comprobar que funciona. Sonrío satisfecha y empiezo a tocar los primeros acordes. Lamo mis labios para despegarlos al cantar y empiezo a entonar la canción son sumo cuidado y lentitud.