Partida Rol por web

El barrio irlandés o irish town como era coloquialmente conocido, se trata de una serie de quince bloques poligonales ubicadas en el lado este de un rombo de pueblos muy al norte de Erebo.

Era un lugar más bien ruidoso en comparación a otros lugares, no se notaba mucho comercio, aunque había un bar pequeño muy fácil de encontrar, casi en el centro mismo del todo.

Rick se dirigió al barrio irlandes era hora de buscar algo de información y sin duda Rick sabía como desenvolverse en cualquier ambiente. Cambio su aspecto a los ojos de los demás gracias a la disciplina de quimerismo, así tomando otra de sus identidades se adentraría en el centro del barrio de la mafia.

Si había algún lugar donde buscar respuestas ese era el bar más conocido de la mafia, un lugar peligroso para hacer preguntras pero sin duda un buen lugar para hallarlas. El sabbat se movia deprisa y sino ellos no lo hacían también sería demasiado tarde cuando quisieran pararles los pies.

El cainita entro en el bar acercandose a la barra a pedir una cerveza mientras observaba a los presentes, si querian actuar contra el sabbat antes debían conocer a sus miembros y sus puntos débiles.

Caminas tranquilamente por la acera congelada, ingresas al bar, notas que no era nada del otro mundo, un simple edificio que fácilmente podía ser cualquier cosa.

Había varias mesas esparcidas por todo el local, con pocos comensales bebiendo o comiendo.

Todos te miran y notas perfectamente que cada uno de ellos contaban con los rasgos más típicos de las personas irlandesas, con cabellos rojizos y ojos verdosos.

Pides la cerveza y el que atendía el local te mira de pies a cabeza, luego de un rato limpiando una y otra vez el mismo tarro, se acerca a un chopp que tenía ahí cerca y te lo sirve hasta arriba.

De pronto sientes como tres hombres fornidos se te acercan e incluso se atreven a apretarte contra la barra.

- No te hemos visto por aquí señor extranjero, – dice uno, el ubicado a tu izquierda, quien apoya ambos codos por el mobiliario – ¿por si acaso no tendrá algunas moneditas para ayudar a estos pobres hombres? – te señala a sus compañeros quienes sonríen maliciosamente -

La madera que recubría todo el interior del local resultaba cálida y acogedora algo que sin duda no eran sensaciones a las que un cainita estuviera acostumbrado. Algunas miradas de curiosos pronto se fijaron en Rick, o en la apariencia que en ese momento tenía más bien.

El camarero le sirvió algo de beber mientras 3 hombres hicieron acto de presencia ante Rick.

Siempre tengo unas monedas para quien se las gana

dijo Rick sin siquiera desviar la mirada del camarero que le estaba sirviendo

Los caballeros se miran uno al otro, no dicen nada, simplemente analizan la situación y te dan un poco más de espacio para que no te sientas tan oprimido.

No notas algún arma o alguna amenaza cercana, pero eso no hace que bajes la guardia.

- Y nosotros somos buenos muchachos con quienes otorguen la mejor ganancia, dígame señor extranjero, ¿tiene algún nombre? Y… ¿exactamente de qué tipo de trabajito estamos hablando? –

Ya no eran los típicos matones mala sangre, ahora eran matones dispuestos a escucharte más calmadamente.

- Mi nombre es Ian, estos son Flann y Sean –

El tal Ian era un hombre de baja estatura, delgado, llevaba una boina irlandesa y un cigarrillo en la boca; Sean era apenas un muchacho de poco más de veinte, completamente calvo y de piel sumamente caucásica; el tal Flann por su parte, era al parecer el musculo del trio, también calvo y con rostro de pocos amigos.

Rick hizo una seña l al camarero para que sirviera unas cervezas alos tres hombres, parecía que después de todo podían entenderse.

Mi nombre es irrelevante, estoy buscando a un grupo de personas, una especie de organización de gente siniestra. No hablo de simples mafiosos, sino de rituales y magia oscura. Habéis oído o visto algo de esto?

Ian bebe la cerveza de un solo sorbo, se limpia la espuma de la boca y luego de un sonoro eructo, dice.

- Puede ser, pero si presentas a mi buen amigo el señor Franklin a mí y a mis dos camaradas, quizá se me refresque la memoria –

A pesar del pseudo código, sabes que te están pidiendo la enorme cantidad de trescientos dólares, dinero que no cuentas.

Aquel individuo resultaba tremendamente irritante, pero desde luego Rick no se inmuto ante la petición del macarra. Sin duda había dos posibilidades, una que supieran realmente algo y otra que vieran la posibilidad de dinero fácil y por ello contarán cualquier mentira o estupidez.

Tengo una idea mejor,

Rick se volvió ante Ian que sin duda era el que llevaba la voz cantante, un tipo que por su olor corporal desde luego debía pasar allí muchas horas. El cainita cruzó su mirada por un instante, lo suficiente para que este cayera en su dominio.

dime lo que sabes y yo veré cuanto vale la información.

El maleante ríe burlonamente, toma tu tarro de cerveza, toma todo el líquido y la vuelve a escupir en tu tarro.

- ¿Por qué mejor no vuelves por donde viniste extranjero? – su voz ya sonaba un poco más amenazante – estamos cansados de ustedes los tipos raros que llegan a nuestro pueblo y se creen los dueños del lugar –

Observas como Flann va sacando un cuchillo de su bolsillo y Sean se coloca un puño americano.

- Tienes hasta tres para poder irte de mí bar…uno… - comienza a contar dándote chance de marcharte de ese lugar -

Aquel tal Ian resultó ser un hombre curioso, lejos de su apariencia de macarra matón de bajos fondos se aferraba un hombre con voluntad de hierro. Rick se sorprendió de la respuesta, mientras pudo notar como a su espalda los otros dos armaban sus armas volviendo la situación verdaderamente tensa.

Un nuevo paso en falso podría provocar problemas y era algo que ahora mismo Rick no buscaba. Una sonrisa se esbozó en el rostro del cainita en un cambio de estrategia del vastago.

Bien, veo que sois hombres con agallas, me gusta eso si señor. rick hizo una seña al camarero para que volviera a servir una ronda a los hombres mientras sacaba tres billetes* del interior de su abrigo. Allí estaba el señor Frankling y nada más y nada menos que por triplicado, Rick le entrego los 3 billetes al camarero.

Esto para las futuras copas de estos señores

Aquel dinero serviría para pagar varias borracheras en los días posteriores de aquellos hombres.

Ian agarra los billetes, los mira uno a uno y los reparte con sus iguales, todos sonrientes los guardan en sus bolsillos y guardan a su vez sus armas.

- Mire nada más que bien podemos llevarnos con algunos billetes de por medio señor extranjero – sonriente hace lo mismo que sus compañeros y le hace un gesto para que se alejen –

Se siente sobre la barra y llama al tendero.

- Malcolm, dos frías nuevas por favor, que esta se le calentó a mi nuevo amigo – sonreía de manera muy tonta y antes de que aquel hombre las traiga, se cruza todos los dedos de las manos y mirándote directamente a los ojos y sin dejar de sonreír comienza a hablar – bueno, a lo que ha venido señor, en esta parte de la ciudad se ha implementado no hace mucho una de dos manadas de gitanos que usted ya sabrá, son raros de cojones, pero imagino que a usted poco le interesa los viejos romaníes…me he percatado por el frio que expele, así que imagino que es uno de ellos, – pone ambos dedos índice sobre el labio superior y hace movimientos como imitando colmillos – pocos saben de su existencia, o si lo saben, intentan de ignorarlos, llevo en esta ciudad toda mi vida y por suerte no me he cruzado con ninguno, pero los rumores están por ahí y cada vez son más fuertes de que ustedes caminan entre nosotros, el sol que no sale por tres meses seguro que los atrajo…no se preocupe, tengo una reputación que mantener y no quiero ser el tonto del pueblo que cree en los chupasangres, así que si lo que realmente busca es gente extraña, le recomiendo que busque en los bosques, no necesariamente en todos los bosques, sino en la zona este, ahí hay tipos raros, realmente raros, que huelen a mierda y no necesariamente porque la gente de aquí desea bañarse una vez al mes por el frio, sino que en serio huelen mal, o al menos eso cuentan las malas lenguas –

Te sonríe mientras traen las cervezas y te levanta al tarro para beber contigo en señal de camaradería fingida.

Aquel hombre parecía estar al corriente del mundo de las sombras, aunque solo viera la superficie era lo suficiente para saber que había algo sobrenatural.

Parece que sabes atar cabos, ¿sabes a que se dedican? o has visto a más gente como yo?

Parecía que al fin se entendían despues de todo y es que no había nada como el color del dinero para que la gente se acabara entendiendo.

Te sonríe, de hecho, nunca saca esa sonrisa tonta en su cara, un gesto bastante molesto.

- No, tampoco soy suicida…si los tipos huelen tan mal y tienen perros que parecen sacados de historias de terror, lo mejor es evitarlos…hay uno que suele hablar con el gypsy chief de esta zona, pero no sé cuál es su rollo y si he estado tanto tiempo vivo en esta ciudad, lo mejor es evitar meter tu nariz en asuntos que no te competen, es un buen consejo que te lo doy de gratis mi buen amigo extranjero… - se rasca la barbilla - …hay una, algunos dicen que es una de ustedes, suele venir también a visitar a los gitanos, pero no estoy seguro que sea realmente una…así que lo siento, no puedo asegurarte nada ahí –

Termina de beber su cerveza y baja su tarro con espuma bajando por las paredes de cristal.

Parecía que Ian no podía dar más de si, al fin y al cabo no era un hombre demasiado relevante en su comunidad y si Rick quería saber algo más tendría que apuntar más alto.

Esta bien, ¿puedes presentarme al gypsy chief? quiero saber algo más sobre ellos. Tienes alguna fotografía o algo?

Rick observaba el resto del bar viendo si había alguna oreja puesta en sus asuntos o algo le llamaba la atención. Sin duda en sitios como aquel pronto se correría la voz de que alguien ha estado preguntando más de la cuenta.

- Uhm…fotografía de él… - comienza a rebuscar en sus bolsillos muy lentamente, luego de un rato te responde - …vaya, las habré perdido junto a las fotos de la señora de la esquina o de la polla de aquí de Malcolm –

Su tono era excesivamente sarcástico, el barman ríe ante las palabras de Ian.

- ¿Cómo cree que voy a tener fotografías de un completo desconocido? Y no…lo siento, no puedo llevarlo junto a él, usted deberá ver alguna forma de que lo atiendan, solo tenga cuidado y de ser posible cosa sus bolsillos, extranjero –

Te golpetea el hombro y se levanta de la butaca, luego rebusca en su chaqueta de algodón, saca una pluma y escribe en una servilleta un número telefónico.

- Si tiene más de esos Franklins y necesita de algunos buenos muchachos expertos en muchas materias - te guiña el ojo y sale junto a sus colegas del lugar -

Rick tomo la tarjeta, quien sabe cuando podía hacer falta algo de carne de cañón, sin duda aquel tipo no era de fiar, nunca lo es nadie que se mueve por dinero pero aquellos billetes de 100 virtuales parecían efectivos.

Rick se giró al camarero preguntandole por el gypsy chief

y tu, ¿sabes donde puedo encontrar al puto gypsy chief?

Estaba seguro que muchos en el bar sabian perfectamente donde encontrarlo pero el miedo en estos casos hacía un buen trabajo. No obstante aquel tipo parecía de los que te encuentran... seguramente las preguntas de Rick ya habían llegado a sus oidos con algún informador.

Ante tu frustración, el cantinero simplemente te sonríe y se gira ignorándote.

Al parecer, habías llegado a un callejón sin salida, por lo que, lo mejor ahora mismo quizá era volver al edificio del Barón y comentarle tus progresos o seguir investigando en la zona.

Rick tomo la indirecta asi que decidió que era momento de marcharse. Se ajusto la gabardina nuevamente y sin mayor dilación salió de aquel antro. Las calles seguían tranquilas y oscuras como era costumbre en aquel lugar, la información pareció ser escasa aunque sin duda había indicios de que algunos vampiros tomaban posiciones entre las sociedades mortales.

Era momento de regresar por ver las últimas noticias o si alguien había conseguido algo más de información.

Tras la cacería, ambos deciden irse a algún bar cercano, habían oído de un tal Alakran, sin embargo, parecía cerrado, por lo que tuvieron que buscar otro un poco más calmado para charlar más amenamente.

Llegaron hasta lo que parecía el barrio irlandés o irish town como era coloquialmente conocido, se trata de una serie de quince bloques poligonales ubicadas en el lado este de un rombo de pueblos muy al norte de Erebo.

Era un lugar más bien ruidoso en comparación a otros lugares, no se notaba mucho comercio, aunque había un bar pequeño muy fácil de encontrar, casi en el centro mismo del todo.

Caminan tranquilamente por la acera congelada, ingresan al bar, notan que no era nada del otro mundo, un simple edificio que fácilmente podía ser cualquier cosa.

Había varias mesas esparcidas por todo el local, con pocos comensales bebiendo o comiendo.

Todos les miran y notan perfectamente que cada uno de ellos contaban con los rasgos más típicos de las personas irlandesas, con cabellos rojizos y ojos verdosos.

Piden cerveza y el que atendía el local les mira de pies a cabeza, luego de un rato limpiando una y otra vez el mismo tarro, se acerca a un chopp que tenía ahí cerca y se los sirve hasta arriba.

Ambos deciden sentarse en alguna de las tantas mesas y sin siquiera estar un par de minutos en ella, sienten como tres hombres fornidos se acercaban con aparentes malas intenciones, sin embargo, alguien más delgado y con la cara realmente pálida los detiene a mitad del camino, habla con ellos y estos hombres retroceden.

El hombre de aspecto un poco senil y de ojos tan grises que parecían completamente blancuzcos, se para junto a ustedes y habla con un acento ajeno a Irlanda o incluso Estados Unidos.

- Muy buenas, perdonen la posible molestia… ¿podría por favor acompañarlos? – dice mientras apunta una silla con la palma de la mano, era un ademan demasiado cortes para un hombre de esos lugares y el acento quizá era una mezcla de rumano con londinense -

A veces Sivori sabe divertirme, su idea de ir a un bar me parece de lo más cómica, ¡nosotros, vampiros, yendo a tomar cerveza!

Por supuesto, sé que lo hace para tener una cita conmigo y que la cerveza es un pretexto, así que no tengo problema alguno en seguirle el juego porque  me siento halagada. Noto la música a su alrededor cuando se porta como un amante amoroso, esas baladas románticas que solo me canta a mí con sus actos, nuestras canciones secretas.

El bar no es la gran cosa, pero entre los disturbios y que la ciudad en sí no puede dar para mucho más, considero el sitio aceptable. A veces es bueno rodearse de tentempiés, por si al final la cerveza no resulta suficiente.

La gente nos mira, pero estoy acostumbrada, soy famosa, así que no les presto demasiada atención, pero es cuando veo a 3 con intenciones hoscas acercarse a nosotros, cuando volteo mi cuerpo hacia ellos, con una sonrisa socarrona, sin levantarme de la silla. Si quieren morir por mi adelante, hoy puedo seguir sumando puntos.

Pero algo se interpone, es una cara pálida, que rápidaente identifico como uno de los nuestros. Hemos entrado en su refugio, sin saberlo, pienso. Normal, no somos de aquí, aunque él también parece entenderlo ya que nos pide permiso para sentarse.

Eso está bien, me gusta que se comporten con respeto. Así que miro a Sivori y asiento.

-Dónde caben dos, caben tres. Yo soy Suki -le hago un gesto con el brazo para que tome asiento, con una sonrisa cálida, mientras le observo fijamente- ¿con quién tenemos el gusto?