Partida Rol por web

New Sydney 2.0

Acto 1 - Toda Luz proyecta Sombra

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26/07/2017, 19:44
Director

Escena 1 - Toda Luz proyecta Sombra

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26/07/2017, 20:08
John Morrow

Encantado de conocerle, Sr. Task— saludó Morrow mientras estrechaba la mano del billonario.

* * * *

El InterContinental de New Sydney era el hotel en cuestión. Había reemplazado los ascensoristas por una inteligencia artificial llamada Cindy, pero poco había cambiado. La secretaria y el ayudante de prensa de Task esperaban en el hall principal, abrigados por un guardaespaldas en traje y corbata. Los otros dos acompañaron al empresario en el ascensor desde el garaje -por dónde, discretamente, habían entrado en el edificio- hasta el piso 33, y lo siguieron por el pasillo hasta abrirle la puerta y cerrar tras de si, esperando fuera hasta que los hombres dentro de la habitación terminasen su conversación.

Era una sala de reuniones relativamente pequeña. Ocho sillas alrededor de una mesa, paredes rojas, un par de pantallas y varios puertos USB en un rincón de la pared. Había cámaras, pero estaban apagadas, y seguirían así hasta que la sala estuviese vacía. Sentado en la silla del fondo, en un elegante pero sencillo traje y corbata, esperaba Morrow. Parecía más arreglado que en sus apariciones en la prensa, aunque podía notarse barba de dos días.

El dinero podía pagar la privacidad. Los contactos podían asegurar la reunión. No era difícil que uno de los abogados del Sr. Task conociese al de Morrow. No en vano, si bien no llegaba al status de famoso, era conocido en la ciudad por ser un refugiado político del régimen nazi, y la intangibilidad, aunque un rumor, no deja de ser una capacidad remarcable. Aunque probablemente, por haber sido sometido a juicio por asesinato en primer grado, haya tenido que someterse a una prueba de ADN, su condición de Vitalista o ciudadano ordinario sigue siendo un misterio más allá de los ojos del gobierno, y por extensión, de Omega.

El reloj del Sr. Task vibró suavemente. Al mirarlo, el símbolo de un ojo en un tono gris pálido apareció. No había dispositivos de grabación encendidos en la sala; ya no sólo las cámaras, tampoco micrófonos.

Morrow se levantó de la silla con una sonrisa afable y extendió su mano hacia el empresario.

— Encantado de conocerle, Sr. Task— saludó Morrow mientras estrechaba la mano del billonario, antes de volver a su asiento—. Me sorprendió gratamente que quisiera verme. Es un honor, considerando lo prieta que debe ser su agenda.

Resultaba obvio para el Sr. Task qué clase de hombre era Morrow. Parecía sincero en sus palabras, y probablemente lo fuese, pero la elección de las mismas parecía prefabricada, fría, de manual. El semblante y los rasgos faciales de Morrow desprendían una agresividad gélida, pasiva, inherente a su naturaleza. Morrow tenía una complexión física similar a la del Señor Task, huía de los nazis, y se escudaba tras un patrimonio moderado pero respetable. El Señor Task no tenía constancia de que John Morrow trabajase, ni de que su capital fuese rival en ningún modo para potencias económicas billonarias como la suya, la de Kurt Novák, o la de Trevor Locke, pero figuraba entre los accionistas minoritarios de las empresas de Task y Novák.

Task podía ver reflejados rasgos suyos en Morrow. Rasgos como no tener reparo en acabar con la vida de alguien, si con ello, cual sociópata, su visión de la realidad se acerca un paso más a lo deseado. Rasgos como no ser una persona intrínsecamente malvada, pero tampoco bondadosa. Rasgos como ser la clase de hombre que está dispuesto a cambiar la realidad en lugar de simplemente quedarse de sus deficiencias.

— Mi abogado no aprobaba esta clase de reunión— continuó señalando vagamente las cámaras apagadas—, pero yo le dije; Hickling, veamos primero los hechos, entonces los puedes distorsionar como quieras.

Y sonrió. Era asumible que aquel evento, de cara al público, iba a ser inexistente más que distorsionado, así que sus palabras eran una broma para romper el hielo. Humor ácido sobre el sistema legal y puede que hasta la prensa, pero humor al fin y al cabo. Probablemente, la clase de humor favorita de John Morrow.

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28/07/2017, 00:13
Narrador

Otro día. Otro dólar (austaliano).

Seguía viva, aunque el concepto de vivir no dejaba de ser relativo. ¿Era aquello vida de verdad, cuando su alma se encontraba atrapada entre los dos reinos? O, más importante, ¿cuando no hay nada por lo que vivir? La ilegalidad del suicidio no representaba sino una esclavitud moral impuesta, la incapacidad de decidir sobre tu propio cuerpo, tu propia vida. Sin embargo, un esclavo productivo no necesita cadenas, y sin cadenas, siempre puede rebelarse y buscar la libertad.

Por otro lado, New Sydney debería representar ideales opuestos. Esperanza. Asilo. Libertad. Incluso para una banshee debía existir algún sitio donde sentir pertenencia, donde encontrar una sensación de sentido, propósito e ilusión. El problema era, ¿dónde? Cuando en la prensa sólo se presta atención al nuevo Superman en camiseta, amor descafeinado y tiburones de la noche, cuando el dinero, la fama y el poder seguían siendo los ejes del mundo, ¿dónde se supone que podemos encontrar algo auténtico?

La forense volvía a estar en su puesto de trabajo, una vez más, atrapada entre cadáveres fríos con historias que contar pero poco de lo que quejarse. Al menos escuchaban sin contarte su propia mierda victimista. Todos tenemos putos problemas, al menos los muertos sabían guardar silencio.

Aquella habitación estaba llena de espíritus, de almas que se deshacían, lentamente, abandonando el cuerpo, para reunirse con las demás, fundiéndose en una visión dhármica de la vida. Sin embargo, de vez en cuando, llegaban cadáveres huecos. Sin esencia, sin alma. Incapaces de leer al desnudo, como si sus cuerpos ya no tuviesen nada que contar, nada que representar. Como títeres sin marionetista.

Ante ella, no obstante, estaba el nuevo cuerpo. El cuerpo de un alemán. Cubierto, pero aún así, tan expuesto. Sincero. Enredar las manos en su cabello, hasta acariciar suavemente la cabeza, bastó para que sus ojos comenzasen a revivir su último aliento.

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28/07/2017, 03:29
Narrador

... normalmente lo llamo justicia— explicó el hombre, bisturí en mano—, pero normalmente es sólo mi trabajo. Juez y Verdugo. Estamos cortos de personal— sonrió fugazmente, y siguió recobrando un tono gris—. Pero hoy es sólo venganza. Porque hoy quiero hacerte daño. Pero no lo haré.

Sus ojos, los del alemán, miraban alternativamente el bisturí y los labios. Temía sostenerle la mirada. Tenía manos curtidas, fibradas, como si hubiese hecho de ellas su trabajo. Blandía el bisturí con firmeza. La iluminación era tenue. Sus labios parecían ásperos, grandes, pero fruncidos en una mueca de desagrado.

Si lo hiciera, ¿qué me separaría de la basura como tú?— preguntó, retórico, negando con la cabeza, y empujando con los dedos algo en la boca del alemán, hundiéndolo más—. Mejor mantén la puta boca cerrada. Si pones a prueba mi paciencia, igual terminas siendo carne picada a pesar de todo. Y no quiero eso.

El alemán forcejeó, mirándose las muñecas. Estaba atado a una mesa de metal. Intentó gritar, pero algún tipo de mordaza se lo impedía. El verdugo se inclinó sobre la oreja del hombre, dejando que su cabello reluciese, entre el castaño y el pelirrojo, bajo la luz.

Pero no todo es bueno— susurró—. Normalmente intentaría redimirte de algún modo, llevarte dentro de mí para que siguieses un propósito que sirviese a algún tipo de ética. Pero no— volvió a sonreír—. No con los alemanes. Esto es venganza, y quiero que sufras, así que voy a dejar que tu espíritu se pudra. Si te sirve de consuelo, igual nos vemos en el infierno.

El verdugo miró a los ojos al alemán. Mandíbula marcada, rostro frío, ojos vacíos. Era John Morrow. El bisturí atravesó la yugular con un golpe seco mientras Morrow se apartaba. La vena se encargaba de poner fin a aquello. Todo comenzó a apagarse.

— Lo siento. Simplemente, me habéis quitado todo lo que podía perder.

El bisturí sonó, metálico, contra el suelo.

Imagen —

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28/07/2017, 03:56
Narrador

La forense abandonó los últimos momentos del alemán, volviendo a la fría compañía de los cadáveres. No era, probablemente, la primera vez que presenciaba un asesinato, pero aún así había algo particularmente perturbador en aquel. John Morrow era conocido en la prensa por tres cosas; ser un refugiado político perseguido por el régimen nazi, haber sido declarado inocente en un caso de asesinato en primer grado, y ser objeto de especulación sobre su pasado y sus facultades paranormales.

Cuando las noticias tratan siempre sobre billonarios, superhéroes, villanos y los nuevos avances científicos, el resultado es que los hombres como John mantienen un perfil bajo, pero tienen poca competencia en su sección dentro de la prensa. Al parecer, al menos en este caso, su atención mediática estaba debidamente justificada.

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28/07/2017, 04:19
Narrador

Una mano se paseó por la cara de Radoslav. Su propia mano. Poco a poco sus neuronas comenzaron a hacer chispas, arancando el motor. Pudo abrir los ojos y ver una lámpara de araña en el techo. Se giró hacia la izquierda, golpeando un vaso en la mesilla de noche. Cayó al suelo, esparciando algo en el suelo. Alcohol, seguramente. Al menos, la almohada y las sábanas eran cómodas, aunque hacía frío.

Miró hacia abajo. Estaba completamente desnudo, con los pantalones colgando de la lámpara de araña y un tanga colgando en la mesilla de noche. Sus boxers estaban en el suelo. Buscando con los ojos, descubrió sus zapatos en dos puntos muy separados de la habitación.

Al darse la vuelta, no obstante, descubrió una melena morena bastante larga seguida por las curvas de una mujer. Parecía seguir dormida. Al incorporarse levemente, descubrió que llevaba su corbata en el cuello y su rostro se parecía al de "Faith", la ex-agente gubernamental japonesa. Y digo se parecía porque Radoslav veía ligeramente borroso todavía. Costaba enfocar la vista.

Al fondo de la habitación, frente a la cama, un portón doble de cristal estaba abierto de lado a lado, dejando entrar un frío abrumador en la habitación. Más allá se distinguía un suelo blanco, tumbonas y una barandilla seguida de un insondable mar azul y un cielo despejado. Estaba en un barco, o mejor dicho, un yate. Un yate de la puta ostia.

Y a juzgar por el cuadro colgado de la pared, representando a una versión del hombre de vitruvio enfundado en una servoarmadura, ese yate de la puta ostia era, sin lugar a dudas, de Kurt Novák. Billonario, genio y egocéntrico padre de la tecnología destinada a "hacer el futuro realidad".

La cosa era que Radoslav no conocía a Novák. Joder, tampoco conocía a la máquina de matar que llevaba puesta su corbata. Bueno, era asumible que ahora, al menos en cierto modo, debía conocerla. Otra cosa es que no se acordase de nada. Por desgracia.

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29/07/2017, 17:08
Radoslav "Rado" Levin

- Joder.

¿En que lío se había metido? Lo primero que hizo tras reconocer su situación fue flashear su Aumento Sensitivo, a su máxima potencia. El frío se intensificó poniéndole la piel de gallina y erizándole el vello y la luz indirecta se volvió intolerable, más aún para su mente aún ebria, el rumor del mar un rugido. Una buena terapia de choque, casi tanto como lavarse la cara. Lo hizo un par de veces más hasta que se sintió seguro de estar pensando con moderada claridad.

¿Cómo había llegado allí? Intentar recordarlo era como bucear en aguas turbias, un cúmulo de volutas de barro flotando ante sus ojos. Rado creía que había desarrollado un hígado a prueba de bombas, siempre al borde de la embriaguez, nunca cayendo del todo en ella. Resultaba que no era tan infalible como pretendía ser. Los acontecimientos de la noche anterior se le mezclaban con los de otras muchas noches de alegría y jolgorio. No recordaba para nada a Faith, ni haber subido a un barco. No recordaba haber estado ni siquiera cerca de un puerto, aunque obviamente ese recuerdo debía existir en algún sitio.

Se aseguró de que la fémina durmiese antes de hacer nada, volviendo a activar su Aumento Sensitivo, a menor potencia, concentrándose en escuchar la respiración de la mujer, escuchar sus latidos. Parecía que dormía. Usó esos sentidos aumentados para buscar sus prendas de ropa en la habitación, y establecer “contacto” con ellos mediante sus poderes, sin llegar a moverlas, simplemente preparándose para reunirlas rápidamente en caso de necesidad. Si la localización no fuese en medio del jodido mar, habría salido por piernas dejando una nota estúpida, esperando que aquello acabase en la prensa rosa como otra de sus tonterías. Pero en medio del mar no tenía forma de volver, si no era nadando.

 

Aquella situación no le gustaba demasiado. No se suponía que tenía que meterse con otros espías ni gente realmente importante. Novák estaba en la liga de Pavel, no la suya. No quería causar ningún problema real a su familia. Y aquella tal “Faith”, no suponía que fuese del tipo que congeniase con el “Rado Fiestero”. Era conocida como una zorra japonesa chalada, después de todo. Se le conocían ataques a héroes, villanos y gobiernos. Parecía tener su propia agenda. Lo que, ahora que lo pensaba, no cuadraba mucho con un yate del jodido Kurt Novák. ¿Trabajaría un tío de seguridad con una mujer que era un peligro para todo y todos? ¿Sería el barco robado?

Lo mejor sería que dejase a “Oscuridad” fuera de aquella situación. No sabía cómo había llegado allí, pero la cogorza era indicadora de que no se había sentido forzado, y Faith llevando su corbata y nada más indicaba un final de noche completito. Lástima que no lo recordase porque la japonesita… ¿En serio se la había tirado? Bajo la vista hacia su entrepierna, como esperando que el pequeño Rado de ahí abajo le respondiese. Sus sentidos mejorados detectaban el olor de ella en él, y su propio olor en ella… Pero a lo mejor solo habían estado de lado toda la noche. No era un perro no sabía ser tan preciso con aquella información como para confirmar el coito… Lo mejor para confirmarlo seria encontrar un trozo de látex usado por algún sitio, pero no veía ninguno. Pero no descartaba el coito todavía, quizá lo habian echado bajo la cama, o habia perdido todo ápice de sentido común y lo habían hecho a pelo...

Bueno, podía seguir siendo Radoslav, y ver a donde llevaba aquello. Desactivó su Aumento Sensitivo, dejando en el fondo de su mente la conexión con sus prendas de ropa, presta a ser llamada. De hecho, decidió empujar los pantalones hacia arriba, y en cuanto estuvieron llibres del candelabro tiró de ellos hacia él, dejándolos caer al suelo a medio camino, mas accesibles. Se movió entonces ruidosamente en la cama, poniéndose en cucharita con Faith (¿porque no aprovechar?), y le pasó una mano por el pelo, despejando un oído en el que susurrar:

- Hey. ¿Lista para otra ronda?

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29/07/2017, 19:25
Faith

Al principio Faith no se movió, permaneciendo inerte en el sitio como una muñeca de porcelana. Sin embargo, su pecho cogió aire instantes después, expandiéndose, y su garganta emitió algo parecido a un gruñido suave. Se giró 180 grados bajo el agarre, con brusquedad, atenazando la muñeca cuya mano Radoslav había usado para pasear por sus cabellos.

Miró al hombre con sus ojos avellana. Por la firmeza del agarre en la muñeca y la intensidad de la mirada era difícil saber si lo que quería era matarlo o follárselo. No llevaba maquillaje, pero no lo necesitaba. Faith estaba en sus 30, o lo parecía, pero aún así la mayoría de veinteañeras sentirían envidia. Su forma física, su piel bronceada, su rostro, su cabello... no era la mujer más bella de Australia, pero ese aire de autoconfianza fatal ayudaba. Bastante.

Faith parecía una mujer que se quería a si misma, se valoraba, y estaba acostumbrada a llevar las riendas. Algunos fragmentos de la noche anterior, entre curvas y sudor, hicieron recordar a Radoslav que también sabía divertirse. 

Se acercó ligeramente a los labios del hombre, tomando el inferior entre los suyos. Lo atrapó con los dientes y apretó hasta morderlo, provocando una leve sensación de dolor.

— ¿Tú?— fue lo único que dijo, esbozando una tenue sonrisa mientras tiraba suavemente del labio del diletante.

Se deslizó por la cama, hasta ponerse encima del hombre, dejando que sus cuerpos hablasen con más intimidad. Radoslav había estado con muchas mujeres en su vida, pero Faith era, desde luego, de las más explosivas. Probablemente también de las más problemáticas. El sexo con una ex agente gubernamental del gobierno japonés, atractiva, letal y sin afiliación, en el yate de lujo de un billonario, es... bueno, como el sexo sin protección en general. Se siente de puta madre, pero sabes que antes o después te vas a arrepentir. Probablemente.

* * * *

Mordiscos, risas, arañazos, tirar, empujar y manos en cuellos después, Radoslav se encontraba maniatado al cabecero de la cama con su propia corbata, cubierto en una ligera película de sudor reciente. Podía notar el ardor de arañazos recientes en su espalda, pero salvando esos pequeños detalles... era probablemente la mejor forma de empezar el día, especialmente considerando que el hombre había pasado por un generoso número de posiciones y prácticas antes de llegar a esa, más pasiva como regalo final de la japonesa.

La mujer se había despedido con un último beso tras el acto final, metiéndose con su ropa -un traje negro bastante espectacular, todo sea dicho- en el baño del camarote privado. Podía escucharse el agua golpeando contra el plato de la ducha.

Mientras tanto, poco a poco iban volviendo fragmentos de la noche anterior.

Radoslav había sido invitado a una fiesta privada en el penthouse del InterContinental, un hotel de 5 estrellas en New Sydney. La élite y notoriedad de la ciudad con fama de descarriarse de tanto en cuando estuvo ahí. Lance Knight, Kurt Novák y Faith. No que esta última tuviese fama de vividora, ni mucho menos, pero Faith era la case de persona que podía estar en cualquier sitio sin desentonar.

Llegado un momento, el Señor Novák tuvo la brillante idea de seguir la fiesta en su yate. Una aerolimusina -o más bien, una especie de helicóptero eléctrico con diseño automovilístico- se encargó de hacer los honores del transporte. Varias botellas de champán después, Radoslav y Faith habían empezado su propia pelea de artes marciales por puro ego -y en teoría, diversión-. Varios bloqueos a Faith y un puñetazo en la cara de Radoslav después, la cosa terminó entre las sábanas. Bueno, entre las sábanas, la pared, el suelo, la ducha, y luego la cama otra vez. O algo así. Los detalles eran difusos.

Desde luego era todo bastante bizarro, en el sentido neologista de la palabra, pero, ¿cómo sino iba a divertirse esa clase de gente? Un billonario tecnópata, un ex-agente del gobierno británico, una ex-agente del gobierno japonés y el nieto de experimentos genéticos convertidos en agentes rusos, entre otros. Radoslav recordaba que había más gente en la aerolimusina camino del barco, pero ninguna tan remarcable como las anteriores.

Sea como fuere; Faith estaba en la ducha, y por lo que acaban de hacer y la noche anterior, estaba bastante claro que aquello era algo puramente sexual, sin romanticismo de por medio. Mientras tanto, Radoslav estaba atado a la cama -aunque eso no suponía para él un problema, claro- en el yate de Novák, asumiblemente, con él y otras celebridades dentro, en algún sitio.

Faith no había dado indicaciones. Simplemente había terminado de divertirse y, tras un escueto beso, se metió en el baño a eliminar pruebas y volver a enfundarse en su vestido de fiesta.

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30/07/2017, 23:32
Radoslav "Rado" Levin

Rado reposó sobre la cama, ignorando el hormigueo en la punta de sus dedos que llevaban mucho rato sobre su cabeza, atados a la cabecera de la cama. Eso no era nada con todo lo qe sentía en ese momento.

Sí, coito confirmado. Y otros tantos añadidos a la cuenta. Y sí, había sido tan capullo de hacerlo sin látex. Esta vez sobrio. Solo le quedaba confiar en que Faith no quisiese un embarazo de penalti, y tomase las precauciones adecuadas. Y él tendría que ir al doctor y confirmar que no hubiese pillado nada… Pero eran pensamientos para otro momento, no para después del sexo.

Estuvo esperando unos minutos mirando al horizonte, azul con azul, sin pensar realmente en nada, concentrado en recordar lo vivido, siguiendo mentalmente el trayecto de una gota de sudor aventurosa que viajaba poco a poco de su pecho hacia un costado, para caer a las sábanas.

Hasta que se cansó de aquello. Flasheó de nuevo sus sentidos, buscando confirmar que estaba solo. Una vez estuvo moderadamente seguro, activó uno de los poderes que menos sabía usar, el que le convertía en humo negro, intangible. Trató de convertir solo la parte de las muñecas que estaba atada con la corbata, pero sus brazos se convirtieron en oscuridad hasta pasado el hombro. No importaba, fue solo un instante, lo justo para salir de su atadura sin tener que romper la corbata, y desactivó el poder, volviendo a ser sólido.

Desató la corbata – sería mejor que creyesen que era un buen escapista, no que traspasaba los sólidos - y se la echó al hombro andando algo torpe por más razones que el bamboleo del barco, hacia el baño en el que Faith se estaba duchando, directo hacia el inodoro, en el que empezó a orinar sin preocuparle que la japonesa estuviese allí.

Luego tiraría de la cadena, y dijese lo que dijese Faith abriría la mampara de la ducha y se metería junto a la chica a tiempo de que el agua fría llegase.

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31/07/2017, 00:04
Lance Knight

Eres un cabronazo con suerte, ¿lo sabías?— saludó el vividor, sonriendo con envidia tras las gafas tintadas.

* * * *

Al abrir la mampara Radoslav sólo se encontró con el agua golpeando el plato de ducha. Bueno, y la parte inferior de la lencería negra colgando del cabezal. Faith se la había jugado. El pequeño ventanuco del cuarto baño estaba cerrado, aunque el cierre de seguridad no estaba puesto. Tampoco había rastro de la ropa de Faith. Probablemente la mujer habría salido por la ventana y cerrado tras de si.

Era difícil adivinar, no obstante, qué era más probable; Si Faith no quería tener que lidiar con una conversación post polvo de una noche, si intentaba ganar tiempo para hacer "una de las suyas", o si simplemente era deformación profesional. En cualquier caso, Faith era, definitivamente, una mujer difícil de tratar.

Radoslav se duchó, vistió de nuevo y salió a cubierta. El hombre había estado en muchas fiestas y conocido a mucha gente con cantidades obscenas de dinero, pero aquel yate se llevaba la palma. Dejando de lado su diseño futurista, una vez en cubierta podían apreciarse cinco pisos -Levin estaba en el penúltimo-, y el hecho de que el yate tenía dos zonas diferenciadas; proa, de interior, y popa, de exterior, piscina incluida.

Fue fácil reconocer voces en el piso superior, hablando en un tono moderado. Al acercarse resultaron ser "Sir" Knight y Novák, ambos con el traje de anoche —aunque el de Novák parecía recién sacado de una tintorería, y Knight llevaba puestas sus horterísimas gafas—, desayunando en un par de sillones opuestos junto a una mesa de cristal. Normalmente no esperarías sillones al aire libre, pero Novák era la clase de hombre que, solo por joder, hacía siempre lo contrario a lo que resultaría lógico.

Había un maletín negro al lado del sillón de Novák, y unos cuantos papeles sobre la mesa de cristal. Sobre esta, también una caja de puros, una jarra con un líquido naranja -zumo natural-, y fruta troceada en un bol. Cada hombre, en su lado de la mesa, fumaba uno de los puros. Ambos ladearon el rostro al percatarse de Radoslav, y Novák hizo un gesto al británico para que, bueno... en práctica, para que se fuese a tomar por culo.

— Eres un cabronazo con suerte, ¿lo sabías?— saludó el vividor, sonriendo con envidia tras las gafas tintadas—. Un puto mes detrás de esa mujer, y vas tú y te elige en la primera noche. En fin, supongo que le gustan jovencitos. Sin ofender—matizó, ampliando su sonrisa con naturalidad. Lance Knight era un capullo, pero en este caso, un capullo sincero que, probablemente, superaba los 50 años.

Estrechó la mano de Novák, recogió los papeles de la mesa, se levantó y echó a andar hacia Radoslav.

— Nos vemos pronto, Levin— se despidió, acercándose a Radoslav para estrecharle también la mano.

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31/07/2017, 00:54
Narrador

Insisto; Lance Knight era un capullo, pero al menos parecía que Radoslav le caía lo bastante en gracia como para mantener ciertas formalidades, tales como el apretón de manos para despedirse. El diletante recordó, entonces, el pulso que ganó a Knight, solo gracias a su mejora física, tras una ronda de chupitos en el hotel InterContinental la noche anterior.

— Intenta no joderla mientras tanto, ¿quieres?— bromeó Novák.

— Que te jodan— saltó el británico entre dientes, aún con el puro en la boca.

Novák miró a Radoslav y le hizo una señal con la mano, dirigiéndola hacia el asiento que quedaba libre frente a él y la mesa con el desayuno.

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31/07/2017, 22:33
Sebastian Task

- El placer es todo mío. – Contestó Sebastian estrechando la mano de Morrow sin titubear. Un apretón firme, que mostraba a todas luces la confianza que desprendía el billonario. Morrow no era menos confiado. Su apretón no dejaba lugar a duda de que tenía como mínimo casi la misma confianza que el propio Sebastian.

El InterContinental no era el mejor hotel de New Sydney, pero era de los buenos. Un gusto cuanto menos aceptable, debía admitirlo. Algo poco apropiado para un hombre de ingresos… moderados, como Morrow.

Sebastian, vestido con traje y chaleco, pero sin corbata o pajarita, y camisa de cuello abierto, había acudido a aquella reunión con un propósito claro en mente.

El millonario sonrió levemente al comprobar su reloj. Sin cámaras ni micros activos… interesante. Justo lo que él quería… Se preguntó por qué Morrow querría lo mismo. Y se imaginaba el interés del señor Morrow en averiguar el por qué el magnate de industrias Task quería un encuentro privado con él.

- Espero no haber causado molestias en su propia agenda. – Se disculpó con cortesía mientras tomaba asiento en otra de las sillas libres… prácticamente la inmediatamente más cercana a la de Morrow. Sebastian no tenía miedo alguno de aquel hombre, por mucho que sus capacidades Vitalistas pudieran hacer. Sebastian era un tiburón… un depredador entre predadores.

- Además… Siempre procuro sacar algo de tiempo para los accionistas. – Añadió mostrando que había hecho sus deberes.

Hickling. Task se quedó con el apellido del abogado… Le haría investigar en cuanto salieran de allí. Puede que incluso le pidiera a Sarah que le hiciera una visita. Todo dependía de cómo continuara esa reunión informal.

Asintió. – Sabias palabras para decirle a su abogado. – Comentó inspirando hondo. – Hechos… Supongo que querrá saber por qué estamos aquí.

Abrió los ojos mirando directamente a los de Morrow. Ambos hombres sin conciencia, sin remordimiento alguno, como si se midieran, pero sin llegar a mostrarse como una amenaza real… no al menos de momento.

- Por negocios. Todo se mueve por negocios. – Continuó argumentando. – Creo que usted no trabaja… ¿me equivoco? – Preguntó.

- Me interesa su colaboración para con mis empresas… - Dijo estrechando los dedos de las manos. – Siento ser tan directo y no andarme con preámbulos ni rodeos banales.

- Creo que alguien con sus… habilidades puede resultar muy útil, y ambos podríamos sacar un beneficio provechoso de nuestra colaboración. Y desde luego, prefiero ser yo quien primero le ofrezca un trato así, antes de que lo haga la competencia. – No mencionó nombres, pero estaba claro que pensaba principalmente en Nóvak, aunque también en Locke.

Desemparejó sus manos e hizo un gesto con una de ellas, girándola un par de veces como incitando a que esperara a que acabara su explicación.

- Sí, ya sé que no trabaja, que no necesita de grandes cantidades de dinero, o en caso de necesitarlo puede conseguirlo por sus propios medios… supongo. – Añadió como coletilla para recalcar que hablaba en supuestos. Supuestos que conocía bien.

- Pero todo el mundo necesita algo… Todo el mundo quiere algo. Y yo lo último que deseo es molestarle, Sr. Morrow. Si hay alguna posibilidad de que usted y yo lleguemos a algún tipo de colaboración… me gustaría saberlo. Puedo ofrecerle muchas cosas, aparte del dinero. – Estaba claro. Dinero, poder, contactos, influencia… todo venía de la mano.

Y aunque de cara al público, Task solamente era un millonario más… los Vitalistas como él podían conseguir muchas más cosas aparte de dinero, poder o influencia.

No era un gran discurso. Pero no lo necesitaba. Task era directo, claro, contundente. Y estaba habituado a salirse con la suya. Quizá con más cuidado cuando trataba con Hijos de Dios. Y quizá por ello estaba midiendo mucho sus palabras en esa reunión. O quizá porque quería que saliera bien.

Morrow se negaría. Task lo sabía. Si no era así sería toda una sorpresa para el millonario, y seguramente en ese caso Morrow dejaría de resultarle interesante. Regatearían un poco, debatirían filosóficamente y finalmente cada uno se iría por su lado. Morrow empeñado en sus trece y pensando que Task se marchaba frustrado y habiendo perdido el tiempo. Pero eso sólo sería la fachada. Task necesitaba información, y el mero hecho de que Morrow hubiera accedido a hablar con él le era más que suficiente.

Todo lo adicional que sacara de ahí sería un plus para su ya conseguida, aunque de momento pequeña, victoria.

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01/08/2017, 16:16
Bevidiere Lafayette
Sólo para el director

La respiración acelerada, aungustiosa. Las pupilas contraídas. El dolor lacerante en el cuello, junto con la sensación cálida de la sangre, resbalando, manando a modo de sábana, cubriendo su piel en carmesí. La taquicardia refleja a la hipovolemia repentina. El frío. 

Bediviere se aferró a la camilla metálica, cerrando los ojos con fuerza, repitiéndose mentalmente que se encontraba de nuevo en el Anatómico Forense. Se repitió su propio nombre, la fecha del día de hoy. Aquello, y respirar profundamente, era imprescindible, si no quería perderse. Si no quería abrir los ojos de nuevo, y no saber verse a si misma, en su propia realidad. 

Posó la vista de nuevo sobre el cadáver, aún cubierto casi en su totalidad, tratando de recuperar la serenidad, la calma. Y procedió a destaparlo, apretando el pedal que se encontraba junto a su pie izquierdo para comenzar a grabar el reporte de la autopsia- Varón, caucásico. Datos de filiación disponibles e información sobre pertenencias, recogidos en formulario A315. - comentó, con voz mecánica, acostumbrada, profesional- No tatuajes, no perforaciones. Cicatriz antigua de incisión de apendicectomía en fosa iliaca derecha, de uno por tres centímetros.  - narró, observando su aspecto general, describiendo lo que parecía llevar consigo antes de haber recibido aquel fatal desenlace- Presenta herida incisa, perforante, a nivel de la región supraclavicular, en el área de anastomosis de la vena yugular interna, de unos...- tomó una vara metálica, que poseía una escala en centímetros, y la hundió, cuidadosamente en la herida del cuello, sacándola a continuación de la misma manera, para comprobar hasta dónde se había hundido- tres centímetros de profundidad, siendo en su entrada su diámetro mayor de un centímetro. Restos hemáticos depositados sobre superficie corporal en cuello, tórax y brazo izquierdo. Hematomas en zonas de declive repartidos a lo largo de la cara posterior de extremidades y espalda. Hematoma en región frontal, y en ambas muñecas, en forma de banda, de unos cuatro centímetros de ancho.-soltó el pedal entonces, tomando aire de nuevo, fijándose en su rostro, en sus ojos... Ahora grises, apagados. El color de la muerte. Tomó el bisturí, y las tenazas para abrir la parrilla costal, así como un par de tijeras de acero quirúrgico, equipando su mesa de trabajo. Notó que le temblaba ligeramente la mano cuando hizo la primera incisión, siguiendo la línea subcostal, y con un chasquido de la lengua negó levemente con el rostro, obligándose a mantener el pulso firme. 

La autopsia requirió aproximadamente hora y media de su tiempo. Abrir, examinar cada víscera, en busca de posibles causas de muerte. Examinar el plano subcutáneo de la región cervical, para describir pormenorizadamente el trayecto de la incisión. Pesar, describir cada órgano, tomar muestras de sangre y otros fluídos para el análisis de tóxicos, volver a introducirlo todo en las cavidades corporales sin que tuviera que guardar un orden concreto y cerrar con sutura de vicryl gruesa, cerrando finalmente la bolsa, apartando la vista del escenario de un crimen que había vislumbrado con todo lujo de detalles.

"Normalmente intentaría redimirte de algún modo, llevarte dentro de mí..."- recordó, como si tuviera en aquel instante el rostro de John Morrow ante el suyo propio. Redención. Ética. Recordaba el juicio. Había ocupado los medios de comunicación de manera tremendamente repetitiva durante unos días. Luego la caja tonta había decidido que aquello ya no era tan importante, y no había vuelto a oirse hablar del asunto, como siempre sucedía. Rellenó los informes pertinentes frente a una taza de café solo, con dos sobres de azúcar. Salió a fumar. 

Hacía mucho tiempo que se había vuelto inmune al pensamiento fugaz de que el cáncer podía comérsela si seguía fumando de aquella manera. Cosas de estar una muerta a medias, pensó, encogiéndose de hombros, como si de hecho hablase con alguien más que consigo misma. Exhaló una bocanada de humo y la vio ascender, en zacillos, enredándose en el aire hasta desaparecer. John Morrow... ¿Quién o qué era realmente John Morrow? ¿Se lo habría dicho a ella de haberle preguntado? 

Acabó el cigarro, con paciencia, con parsimonia. Sus pasos la condujeron entonces a su oficina. Encendió la pantalla de un ordenador viejo, que ocupaba un lugar central en un escritorio desprovisto de fotos y otros enseres personales, en el que las carpetas y los papeles desorganizados ocupaban la mayor parte de la superficie. Accedió al programa de acceso a los archivos y tecleó aquel nombre que parpadeaba en su cabeza, levantándose para cerrar la puerta, y mirando hacia un lado y hacia otro antes de encender un segundo cigarrillo, dando una primera y profunda calada mientras esperaba a que la búsqueda se completase. 

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01/08/2017, 17:37
Narrador

John Morrow. 2 Coincidencias.

Coincidencia 1:

Análisis de ADN. Secuenciación completa del genoma.

Acceso Restringido: Prueba Legal. Requiere aprobación gubernamental.

Coincidencia 2:

Alta en la Seguridad Social.

Examen Básico de Salud. Cuestionario de Salud. Duplicado de Registros Previos de Otros Sistemas.

Bevidiere sabía de qué iba aquello. O sino, al menos podía intuirlo. Los Vitalistas podían rondar por la ciudad libremente sin necesidad de declarar su condición o someterse a algún tipo de registro o identificación especial, gracias a dos argumentos dados por el gobierno; El primero, "no queremos reducir la tasa de inmigración por políticas regulatorias", y el segundo, "es posible que llevar un registro exhaustivo de los Vitalistas equivalga a marcarles con una diana". O algo así.

Ahora bien, una cosa era mantener una libertad equitativa a la de los ciudadanos normales, que no debían secuenciar su ADN o ceder una muestra de sus huellas dactilares al gobierno, y otra muy distinta era acabar detenido y juzgado por asesinato en primer grado. Si John Morrow había secuenciado todo su genoma para una "prueba legal", seguramente fuese porque la acusación había intentado usar sus posibles poderes como prueba, aunque fuese circunstancial, y al refugiado político no le había quedado otra más que pasar por el aro.

Había sido declarado inocente, pero Omega -el oculto gobernador de New Sydney- sabría, sin lugar a dudas, si el hombre disponía o no de capacidades más allá de las del "ciudadano corriente". Aquello indicaba por otro lado, bien es cierto, que todo era perfectamente legal y justificado.

Más allá de esa pequeña pero jugosa prueba, a la que Lafayette no tenía acceso, lo único que había hecho John Morrow era registrarse en la seguridad social de New Sydney. Podía ver el centro de salud en que lo había hecho, pero también las pruebas médicas rutinarias para hacerlo. Salvando una ligeramente baja frecuencia cardíaca de 45, quizás fruto de entrenamiento aeróbico, el resto de vitales y test eran normales. Solo llamaba la atención el hecho de que cualquier otro registro, previo a Sydney, no parecía haber sido traspasado al sistema.

Normalmente los sistemas informáticos de diversos hospitales, incluso entre países, podían hablar con relativa facilidad -no como hacía unas décadas-, pero no había nada guardado. Ni documentos escaneados, ni registros digitales, ni partida de nacimiento o número de la seguridad social. Había constancia de haber solicitado la información al sistema de salud británico, y al parecer el duplicado de información se había producido, pero allí no había nada. Aquello olía a que su historial antes de Sydney había sido eliminado a dedo y con discreción.

El teléfono del despachó sonó. Aunque era uno de los primeros modelos -ya pasado de moda- que disponía de holollamadas -en la práctica, una videollamada proyectada en el aire, en lugar de una pantalla-, la llamada entrante era solo de audio.

— En 5 minutos va a entrar una persona en la morgue a trasladar un cuerpo— dijo una voz distorsionada al otro de la línea, con una clásica voz fría y ligeramente metálica—. Mi consejo es que salga a fumar. Otra vez— sugirió, haciendo notar que sabía cuál había sido su última parada—. O tómese su pausa para comer. Preferiría evitar daños colaterales innecesarios.

El teléfono emitió dos suaves pitidos, informando que la otra persona había finalizado la llamada.

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01/08/2017, 23:41
Radoslav "Rado" Levin

- Hija de una hiena… ¡Me ha dado esquinazo! – sonrió Rado, mientras el agua de la ducha cambiaba de temperatura drásticamente, helada contra su piel acalorada. De hecho, manoseó el pad digital hasta convertir todos los leds rojos en azules, apagando el calentador, y activó muy tenuemente su mejora sensitiva. Necesitaba despejarse otra vez, los shocks sensoriales no curaban la resaca, solo la ahuyentaban momentáneamente.. Volvió a sonreír mientras intentaba contar cuantas veces le habían dejado tirado después del sexo, contando con esta. Perdió la cuenta cerca de las dos decenas. Cuando acabó de asearse apagó el agua, y se dio un golpe en el pecho para animarse, o ahuyentar las tiritonas - ¡Vamos!

Estuvo un rato disfrutando de la soledad de aquella habitación, una planta entera de un “yate de cojones” para su disfrute. Salió a la terraza y estuvo mirando el mar sin pensar en gran cosa, a sabiendas de que había voces en el piso superior, pero con ganas solo de procrastinar el encuentro con otros seres humanos.

Al final la curiosidad le pudo, y acabándose de vestir decidió acceder al piso superior. No sabía bien que esperar de aquellos dos personajes hablando juntos, pero ciertamente no que estuviesen haciendo negocios. Porque empresariales no era precisamente el fuerte de Radomir, pero sabía ver las pistas que indicaban a un lucrativo trato (posiblemente ilegal) zanjado. Para eso estaban los puros, ¿no?

Estrechó la mano de Lance cuando este se la ofreció, quizá apretando un poco más de la cuenta para incordiar un poco.

- Si alguno de los dos recuerda como lo hice por favor que lo comparta con el resto de la clase, me vendría bien un repaso.

Se despidió de Knight con un gesto de la mano, y aceptó la invitación de Novák de tomar asiento, dejándose caer de medio lado, con una pierna sobre el brazo del sillón. Cogió un par de piezas de fruta que desaparecieron con rapidez, y se acabó del tirón el zumo que quedaba en el vaso. No sabía que tenía tanta hambre hasta que empezó a comer.

- ¿Y bien Kurt? – empezó a jugar con la corbata que simplemente llevaba sobre los hombros, sin atar - ¿Querías algo?

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02/08/2017, 00:11
Kurt Novák

— Probablemente— respondió Novák ligeramente indignado—. La paz mundial. O disecar la cabeza de Hitler en mi salón. Una de dos— comentó en tono serio, antes de sonreír levemente.

Levantó su maletín del suelo, poniéndoselo en las rodillas, y comenzó a buscar algo con los dedos, como si estuviese pasando hojas de papel. Uno diría que, en estos tiempos, Novák lo tendría todo digitalizado, especialmente él, un magnate de la tecnología, pero nuevamente... Novák haría lo contrario a lo que resultaría lógico, sólo por joder.

— ¿Sabías que, en proporción, hay más Vitalistas millonarios, que, bueno, gente normal?— comenzó con cierto desdén, o pena, al acabar la frase. Era difícil saberlo—. Concretamente, millonarios por mérito propio, no por patrimonio familiar— aclaró—. Asumo que sí. Pero por supuesto, eso me ha llevado a investigar a todo ciudadano de New Sydney que tenga un patrimonio... significativo— matizó, como si buscase la palabra adecuada considerando que él era, tras el gobierno, el tipo más rico de Australia—. Ajá.

Sacó un papel y se lo tendió a Radoslav por la mesa. Estaba escrito en ruso, pero era parte de un informe que hablaba sobre él en su infancia, señalando las expectativas en vista de los resultados de sus hermanos y su madre. Expectativas, por supuesto, en lo que respecta a sus poderes.

Aún no sé exactamente qué capacidades has heredado tú, pero tengo a 4 IAs— Inteligencias Artificiales— buscando tu rostro en todas las grabaciones de la ciudad y los alrededores en los últimos 18 años. Dame un par de semanas y lo sabré — declaró. No parecía una amenaza, sino más bien una simple explicación destinada a "cortar el rollo"—. Ahora viene el problema, Radoslav— recomenzó, alzando un dedo en un tono profético y ligeramente cómico—. Los nazis están peleando con los rusos— movió ambas manos, como si sostuviese una caja, de izquierda a derecha—, y cuando ganen— sacudió la caja imaginaria— el siguiente conflicto lógico es Australia— caja de derecha a izquierda—. A eso súmale la inteligencia​— / información clasificada — sobre este tipo de experimentos, y de pronto te tienen el punto de mira para ser su próxima rata de laboratorio— prensó la caja con las manos—. ¿Cuanto puede faltar? ¿Tres años, como mucho, si se lo toman con calma y algo de diplomacia? ¿Seis meses, si ponen a todas sus máquinas de matar y sus monstruos de Frankenstein en primera línea?

Novák debió de su zumo, con un dedo de la otra mano en alto, indicando a Radoslav que aún no había terminado con su discurso, pero que estaba a punto de poner la "guindilla final".

— No me malinterpretes. Estoy seguro de que tu madre ya ha hablado de esto con Omega, y no estoy intentando reclutarte a la desesperada para que te pongas una armadura blanca y te hagas el superhéroe en la televisión— aclaró, en referencia a tantos vigilantes de pacotilla o superhéroes medio decentes que trataban para el gobierno o con el permiso de este—. Pero esto— dijo con gravedad, levantando y zarandeando en el aire el papel con la información sobre Radoslav, antes de dejarlo otra vez sobre la mesa— es un desperdicio, chaval.

Sí, Novák estaba comportándose, en parte, como un viejo cascarrabias. Pero en su realidad, la posibilidad de cabrear a Radoslav con su discurso era un mal insignificante en comparación a las posibilidades constructivas.

— Sé que no soy tu padre— concluyó, ligeramente molesto—, pero ese rollo de "nini playboy" no va a sostenerse para siempre. Considerando la suerte y el potencial que tienes, ¿no va siendo hora de ponerlos a buen eso?— soltó una pequeña risa—. A ver, no hay mejor uso de el de anoche, estoy de acuerdo— concedió refiriéndose a Fatih—, pero me refiero a general algo de... impacto real de vez en cuando. El mundo mira hacia nosotros en busca de respuestas, porque somos los únicos que quedan capaz de dárselas.

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02/08/2017, 00:12
John Morrow

— Hace.. bastante tiempo desde la última vez que firmé un contrato de trabajo, es cierto— confesó Morrow—. Ahora bien, Señor Task, todo dependerá del tipo de colaboración que usted sugiera. En mis tiempos trabajaba para el Hospital Real de Londres, antes de presentarme voluntario para ayudar en el frente -añadió refiriéndose a los tiempos, no tan lejanos, en que Inglaterra trató de oponerse a la reconquista territorial de europa a manos de los nazis-. Pero en los últimos años he perdido cualquier case de patriotismo, Sir Task.

Probablemente, a juzgar por aquel "Sir", en referencia al título otorgado por la difunta reina de Inglaterra, Morrow había decidido hacer mención a eso por el hecho de que él, como Task, era originalmente británico, apuntando que poco o ningún valor tenía ya dicha... etiqueta de manufactura.

— Cierto es, no obstante, que todos tenemos nuestros negocios. Por el amor de Dios— apuntó con un leve atisbo de indignación exaltada; no hacia Task, sino hacia todo el mundo—, en New Sydney hoy día cualquiera con algo por lo que vivir tiene su propia misión. Esta ciudad es un hervidero donde todos queremos algo y nadie se pone de acuerdo.

No le faltaba razón. Task, Novák y Omega querían cosas distintas, sin ir más lejos.

— Ahora bien: Lamento decirle que no es el primero que intenta... reclutarme, Señor Task— se disculpó—. Omega, o mejor dicho, sus... títeres, insisten en que mis "capacidades" estarían mejor sirviendo a sus intereses, que por extensión son los intereses de la ciudad, y, bueno, de Australia— Morrow negó con la cabeza, frunciendo los labios—. Usted ha ido al grano, así que haré lo mismo: No puede comprarme con dinero— aclaró en redondo, dejándose de formalidades—, y en general no soy la clase de persona que se vende. Pero estoy dispuesto a ayudar a Omega cuando sus intereses coinciden con los míos, cuando él hace lo mismo a cambio. Quizás— extendió su mano, boca y abierta, en dirección a Task— pueda pasar lo mismo entre nosotros.

Morrow podía, o no, estar irritando a Task con ese giro en su discurso, aunque por otro lado, el propio Morrow parecía irritado. No con Task en particular, sino con la situación a nivel global, como un mortero atrapado en fuego cruzado recibiendo múltiples instrucciones sobre a dónde era mejor dirigir sus explosivos.

En cualquier caso, Morrow recobró su formalismo inicial, tratando, esta vez, de explicar a Task cuales eran sus intereses, aquello que, en efecto, podía servir como puente entre ambos hombres.

 Le diré lo mismo que le dije a Omega y sus marionetas— comenzó a elaborar—. El problema no es la mafia o el Vitalista de turno que cree que tener mejor juicio o merecer más que los demás. Son los nazis— declaró con entusiasmo—. Han conquistado Europa, convertido Estados Unidos en Chernobyl 2.0 y los rusos son la única potencia global que los mantiene ocupados. ¿Dónde cree que apuntarán después, cuando ganen esa guerra?

Australia, ciertamente. Canadá, aunque comparable a Syndey en cuanto a su política neutral, no tenía de los recursos económicos, el ejército o el talento como para suponer una amenaza real. Sudamérica, centroamérica y china no suponían un desafío en absoluto. Era New Sydney quien había atraído a talentos como Novák.

— Mientras usted y yo hablamos, algo llamado Ancel Zimmerman se pasea oculto en esta ciudad— siguió, llegando por fin a aquello que quería decir desde el principio—. Probablemente habrá escuchado hablar de Viktor Eichmann, "El Príncipe de Alemania"— la mano derecha del Cuarto Reich, conocida por su irresistible carisma sobrenatural, capaz de subyugar la voluntad de cualquiera—. Este... ser, creado a partir de su código genético por mera adoración del Übermensch— el "Superhombre" ario— es mucho peor Heinrich Wolf, Knochenmann —la mano siniestra del Cuarto Reich, conocida por ser una máquina de guerra sin igual, imbatible sin importar a cuantos soldados, o drones, se enfrente—. Wolf al menos nació siendo humano y terminó siendo un monstruo. Zimmerman es, directamente, algo totalmente nuevo. En la Segunda Guerra Mundial, Sol Negro —la división Ocultista de Hitler en su día— resucitó a los Vitalistas. Zimmerman representa hoy algo que escapa a mi comprensión, pero que si tuviese que poner en palabras calificaría como el despertar de algo... demoníaco.

No parecía haber un tono particularmente religioso en sus palabras. Más bien, parecía haber escogido "demoníaco" por ser el símil más... correcto. En un mundo donde ciertos hombres, como Task, tienen poderes que podrían calificarse de divinos, demoníaco parecía el nombre apropiado para la clase de fuerzas diametralmente opuestas. Fuerzas que no representan a la energía vital de sus hombres, sino, bueno, a lo que fuese que ejercía como contrapeso.

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06/08/2017, 00:14
Radoslav "Rado" Levin

La primera reacción de Radoslav fue fruncir el entrecejo, sin realmente pensar en mucho más, mientras escuchaba la diatriba de Novák. Una vez finalizado todo, le dio la risa. Le dio tan fuerte que casi se atragantó con su propia saliva, y le costó un rato recuperar el aliento.

- ¿En serio estás haciendo lo que creo que estás haciendo Kurt? – se sentó, aun conteniendo los últimos estertores de su risa, su acento ruso acrecentado ahora que no ponía tanta atención en ocultarlo – ¿En realidad has jugado la carta de hacerme sentir culpable, justo después de la carta de la amenaza? Guau. Creo que no usaban esa estrategia conmigo desde que cumplí los veinte. Y sinceramente, das menos miedo que mi madre, sin ánimo de ofender.

- Si. Lo admito, - levantó la mano izquierda mientras ponía el puño derecho sobre el corazón – soy algo más que una persona normal. Como cualquier espía que se precie podría haberle dicho sin necesidad de “investigarme”. Tal como has dicho, lo mío es heredado. Mi hermano fue un importante miembro de las unidades paranormales de la KGB. Dos y dos son cuatro.

Activando muy tenuemente su poder de atraer objetos, llevó hacia sí el documento con su información, hasta cogerlo en el aire. Ni siquiera se lo miró, sino que lo sostuvo ante él.

- Tengo poderes paranormales. Obvio. Lo que no has tenido en cuenta es que mi familia se tomó MUCHAS molestias para evitar que yo acabase luchando en la guerra. ¿No crees que sería como escupirles en la cara si ahora me dejase entrenar? – Se colocó de manera que el documento estuviese justo entre Novák y el, y lo empujó hasta dejarlo caer flotando cerca de su regazo. Luego atrajo el sillón en el que se había sentado previamente, dejándose caer perezosamente sobre él justo cuando le alcanzaba por detrás – No todos aquellos que no son del todo normales son soldados, igual que no todos aquellos que tienen un dedo índice disparan metralletas. De hecho, diría que la mayoría prefiere que le dejen en paz.

Volvió a sonreír, dándole vueltas a la corbata.

- Joder Novák. Ya decía yo que era raro que me hubieses invitado a tu yate. Pensaba, ¿Qué quiere un tío de negocios de mí? Normalmente mis hermanos se llevan toda vuestra atención. Pero claro, era todo una especie de encerrona para hacerme una “intervención”. ¿Quieres seguir buscándome en las cámaras de la ciudad? Seguro que me encuentras por todos lados, no me escondo. Salgo en la tele a menudo. Mas allá de eso, si te esfuerzas un poco me encontrarás colándome en la habitación de alguna chica, o saliendo de ella… Dependiendo de cómo esté orientada la cámara a lo mejor te llevas un show gratuito. ¿Quieres eso? Adelante. No creo que encuentres mucho más.

Le volvió a entrar la risa. – Hacerme sentir culpable… Menudo novato – Susurró más para si mismo que para Novák.

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06/08/2017, 03:34
Kurt Novák

Novák se acomodó en el sillón, hundiéndose como un flan. Escuchó el discurso de Radoslav manteniendo un semblante estoico y paciente, aunque era notable en su rostro que la respuesta le estimulaba tanto como una roca de playa. Fumó, bebió, comió, pero la mayor parte del tiempo miró a Radoslav mientras hablaba.

Sabía que ibas a reaccionar así— declaró el hombre, con un deje de desencanto en la voz, cuando el diletante terminó su discurso—, pero tenía que decírtelo, chico. Por mucho que New Sydney se declare la nueva Suecia, todos estamos de guerra, y los únicos que quedan para evitar que todo se vaya a la mierda somos nosotros. Pero al menos estamos de acuerdo en algo— concedió con una sonrisa—: tu madre da mucho más miedo que yo. Sin ofender— se apresuró a añadir.

Novák guardó el papel en el maletín y puso los cierres metálicos de seguridad, dejando el maletín en su regazo.

En fin. Supongo que no tenemos más qué hablar. Aunque —recomenzó levantándose del sillón, impulsándose lentamente con una mano mientras cargaba el maletín con la otra— no te invité al yate solo por esto. Si fueses solo un rico mimado más te hubiese invitado igualmente. Una fiesta es una fiesta. Puedes quedarte un rato si quieres, los aeromóviles están en la planta baja cuando gustes.

El científico dio unos cuantos pasos en dirección al interior del edificio, aunque se paró y entornó hacia Radoslav a un tercio de camino.

Si en algún momento cambias de opinión, conseguí algo de ese elixir negro que usan los de tu clase— apuntó—. Quizás no te veas como un soldado, pero en estos tiempos todos los Vitalistas lo somos. Queramos, o no.

Le faltó decir "un gran poder conlleva una gran responsabilidad", y lo habría bordado. Era obvio que Novák estaba preocupado por los nazis, aunque solo fuese por egoísmo; aunque pudiese mantener la compostura, Novák no deja de ser un egocéntrico que necesitaba ser admirado como el respetar, pero también era un vividor mimado y sin remedio, algo que no podría disfrutar bajo un régimen mundial nazi. Ahora bien, también cabía pensar que a Novák le importaban los ciudadanos, aunque era difícil para Radoslav apostar a que se sacrificaría por ellos.

Al menos había sacado algo en claro de aquello. La pregunta era; ¿dedicarle más tiempo a Novák, buscar a Faith, pasar más tiempo en aquel yate, o volver a su rutina?

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07/08/2017, 04:42
Narrador

You Are Welcome1

McKenzy despertó en su apartamento a las 11 de la mañana. Había una botella de Jack Daniels casi vacía en la mesilla de noche, haciendo compañía a un vaso igualmente vacío y un cenicero cargado de colillas y ceniza. Su móvil tenía 3 llamadas perdidas y un mensaje de voz, aunque era su día libre. Domingo. Las llamadas venían de Walter Mongoose, su jefe. Si Mongoose le había llamado 3 veces y dejado un mensaje en esas circunstancias, debía ser por algo importante.

Ethan —comenzó el mensaje. Empezaba mal. La voz de Mongoose sonaba condescendiente, suave, como lo haría en un funeral. Además, normalmente lo hubiese llamado McKenzy. Para colmo, lo normal es que hubiese dejado un holomensaje. Que fuese solo de voz indicaba que probablemente quería ahorrarse buena parte de la comunicación no verbal—, siento molestarte en tu día libre. Necesito que vengas a la comisaría en cuanto escuches esto. Sé que es una putada, pero... ven. Es importante, deja lo que estés haciendo.

Ethan tenía resaca. Ya le había costado escuchar el mensaje con el altavoz puesto. Cuando se recompuso y fue a salir había un sobre bajo la puerta, pero no uno normal.

Era un sobre de color gris oscuro, sellado con un medallón de lacre hecho de cera negra. Sin remitente o dirección de envío. Tampoco había nada dentro: el interior era color ceniza, con las palabras "You Are Welcome" escritas en el interior. La caligrafía, hecha a mano con tinta negra, parecía particularmente elaborada y fina, de corte aristocrático.

McKenzy juraría haber escuchado las palabras en su cabeza mientras las leía, dichas por una voz que no había oído nunca hasta ahora. Una voz que no parecía ni de hombre ni de mujer, que no parecía transmitir emoción alguna, pero que se asemejaba morbosamente a las voces de los muertos que escuchaba de tanto en cuando. McKenzy sabía, con solo sentir el sobre entre sus dedos, que había algo macabro en él. Aquel sobre, por algún motivo, le recordaba intensamente al más allá y las voces de su cabeza, como si estuviese cargado de energía.

Tras estudiar el sobre más detenidamente, McKenzy se dio cuenta de que aquel sobre era más extraño si cabe. Para empezar, bueno, era un sobre en una época donde todo le llegaba por email. Segundo, lo habían dejado bajo la puerta de su apartamento, no en el buzón de la planta baja. Tercero... la textura al tacto era muy similar a la del carbón, aunque tenía la flexibilidad y dureza de un sobre normal hecho de papel. Cuarto... la caligrafía parecía escrita a pluma, pero la tinta, nuevamente, se asemejaba en textura más bien a un carboncillo. Y finalmente, el sobre desprendía un suave, tenue, pero identificable para McKenzy, olor a azufre, aunque con un toque dulzón que rechinaba mucho con la naturaleza del azufre en si mismo.

Fuese lo que fuese aquello, parecía más una invitación que un simple "de nada". Una invitación sofisticada que jugaba no solo con la curiosidad del detective, sino que trataba de sintonizar con su realidad y desafiarla o... tentarla.


1* "Eres bienvenido / De nada". Podría haberlo traducido directamente, pero el doble sentido es importante. Cada palabra empieza con letra capital.