Partida Rol por web

New Sydney 2.0

Acto 2 - 5 Sombras de Sydney

Cargando editor
27/10/2017, 09:14
Ethan McKenzy

Salí de aquel despacho preocupado. No por todo lo que me había pasado, sino porque en general, tratar con historias dramáticas, al contrario de lo que pudiera parecer, me hacía sentir aún más desgraciado. Conmigo no funcionaba aquella típica confirmación de ah, bueno.. el resto del mundo también tiene vidas de mierda. Más bien el sentimiento se traducía en desesperanza: Oh, vaya, el mundo sigue siendo una mierda. 

Me llevé las manos a los bolsillos buscando el paquete de cigarros y reprimí el irrefrenable impulso de fumarme uno. Sin alcohol y sin drogas el mundo parecía aún peor. Finalmente, claudiqué y me centré en mi trabajo. Observé a aquella chica allí sentada. Era una chica bonita, joven, que parecía terriblemente asustada. Tenía un aura de fragilidad que de algún modo siempre añadía cierto atractivo. Me fijé en sus facciones, y comprendí que su vida había sido dura. ¿Yo fui así a su edad? Negué con la cabeza... a mí nunca me habría dejado asalir a charlar con nadie. No sentí lástima por aquella criatura, solo comprensión. No tuve mucho tiempo de reparar en ello porque, sin darme cuenta mis ojos se fijaron en aquel chico. Contuve el aliento un segundo y apreté los labios. 

Sabía que ella se había presentado, pero aún así, no hablé. Escuché a Ángel preguntarme si le veía aunque ambos sabíamos sí. Como siempre que me encontraba en estas situaciones, busqué a Charlie con el rabillo del ojo, seguro que estaba en algún lugar de esta habitación. Luego volví a centrarme en Ángel. Charlie podría haberse convertido en alguien así, pasar la adolescencia... Quizá marcharse de casa, escapando del final que le esperaba. Bajé la cabeza, y volví de nuevo a la tierra. Indudablemente necesitaba esa copa. 

- Eve, quizá fuera mejor que nos dieras un momento. - Dije con la voz más suave que tenía, que tristemente era bastante ronca. Di unos segundos esperando que nos diera algo de intimidad, estos momentos no solían ser fáciles y no sabía cuánta confianza tenían entre ellos. 

- Sí. Te veo, Ángel, y te escucho, con toda claridad. - Dije confirmando lo evidente. - En efecto, la muerte es algo transparente para mí. Puedo ver y escuchar a las personas que han muerto. - Me callé un segundo, para darles tiempo a asimilarlo. - ¿No recuerdas cómo pasó? - Miré a Ángel directamente a los ojos, dando por supuesto que en efecto tenía que haber muerto. - Normalmente siempre lo recuerdan. 

Eso me llevó a pensar en ella y me alarmó. Ella también lo veía, entonces... Me giré de nuevo para ver a Charlie, seguramente estaría sentado en el suelo en algún rincón fingiendo que jugaba mientras me observaba de tanto en tanto. 

- Por lo que me ha comentado Eve, tu no deberías ser capaz de ver a los muertos, verdad. - Observé el resto de la sala. - ¿Ves a alguien más aquí?

Cargando editor
29/10/2017, 19:34
Ángel

Eve se recogió en su despacho un pequeño cabeceo afirmativo a la petición de McKenzy. Charlie, el hijo del detective, había tomado asiento al lado en la butaca más cercana al despacho, prácticamente al lado de la puerta. Ni la joven Abigail ni Ángel parecían reparar en él.

Ángel, de hecho, hizo un visible esfuerzo un poco estúpido por pasear sus ojos por toda la habitación, sin resultados más allá de la frustración.

¡Yo no estoy muerto!— comentó indignado al final, aunque para McKenzy resultaba obvio que estaba a la defensiva. Pese a mostrarse molesto, no parecía ser agresivo hacia el detective—. Yo estoy...— suspiró con pesadez— no lo sé.

Volvió a sentarse, apoyándose con los codos sobre las piernas y la cabeza baja.

Llevo con Aby desde que me acuerdo— confesó—. Pero no estoy muerto. He crecido con los años, como cualquier otro— se encogió de hombros—. Simplemente nadie me ve, no puedo tocar nada, y puedo cambiarme de ropa como quiero— chasqueó los dedos, haciendo su camiseta verde. Los chasqueó otra vez y volvió a su color original—. Me encantaría saber porqué, créeme.

Estaba molesto. Claramente. Y Abigail sabía que Ángel rara vez estaba molesto, o al menos tan molesto. De hecho, solía ocultar el tema de la ropa para cuando la joven dormía, simplemente para darle una mayor naturalidad. Probablemente estaba tan irritado por la situación que, aunque única, le ponía en un escenario muy complejo. Tampoco es que Ángel tuviese experiencia hablando con nadie, más allá de la propia Aby.

Cargando editor
30/10/2017, 04:49
Sarah Clover

Blake no tuvo más que debatir. Aceptó la ayuda de Task para combatir a Zimmerman, aunque El Iluminado no pudo garantizar que fuese capaz de llamar la atención del nazi. Era probable, pero quizá necesitasen la colaboración de Morrow -aunque no lo dijo explícitamente, asumía que podía conseguirla, con o sin Task-. Curiosamente, mencionó a Morrow en presencia de Task como si el millonario estuviese al tanto de sus intereses -efectivamente, así era-, quizás asumiendo Morrow que era la única vía por la que Task que podía haber obtenido información sobre la presencia de Zimmerman en la ciudad.

Una vez dio por terminada la conversación, Blake llamó a su hombre enfundado en una túnica, lo agarró por el hombro, y ambos se esfumaron con un haz de luz, comparable al de una bombilla. No tuvo reparos en hacerlo ante Task y el resto. El Teletransporte, aparte de la Inmortalidad, era el único poder de dominio público que exhibía El Iluminado.

Horas más tarde, Task se reunió con Sarah en el domicilio privado del multimillonario. Bueno, en uno de ellos.

— No— se negó inicialmente la amante, que había escuchado pacientemente al millonario—. Es demasiado para mí, Sebastian. Demasiado en general.

Abrió los labios para decir algo más, pero guardó silencio unos momentos. Sarah era una mujer racional, inteligente, culta y con templanza. Acostumbrada a los riesgos temerarios de Task. Riesgos que cualquier persona con más de 1.000 millones de dólares había tenido que asumir varias veces. Pero por mucho que los apoyase, en aquel momento se había dejado gobernar por sus emociones, aunque fuese unos segundos.

Se acomodó en el asiento rojo, aferrando su vaso medio vacío de alcohol, y pegó un sorbo mientras pensaba, dejando que sus ojos mirasen hacia arriba y a la izquierda, rebuscando entre su propio conocimiento.

— Asumo que El Inmortal— como la prensa Australiana, Americana y Japonesa solía apodar a Blake— usará a su mejor telépata. Porque eres una de las personas más ricas del planeta, a costa de una empresa metida en seguridad nacional y armamento, y eres un tiburón— esbozó una pequeña sonrisa, satisfecha—. Ese es el problema. Podría poner algún tipo de mascarada en tu cabeza, o hacer alguna modificación a tu personalidad. Pero si el mentalista ha hecho de su trabajo detectar personalidades e incongruencias, dudo que nada así le engañe.

Bebió otro trago. Pequeño. Moderado.

— La solución pasaría por borrar parte de tus recuerdos temporalmente y crear otros. No tienen porqué ser muy elaborados, sólo lo suficiente como para que tu nueva personalidad sea congruente de verdad y no levante sospechas— alzó un dedo— pero hay dos problemas. El primero, que yo sola sería incapaz de hacerlo. Haría falta— suspiró en señal de lo complejo que resultaba el asunto— una mente colmena. Una red de mentalistas, en otras palabras, para semejante nivel de modificación. O en su defecto que me traspasasen cantidades enormes de Éter— como ella, y otros ateos, llamaban al Alma—. Estaría dispuesta a probar... si encontramos a alguien que haga de catalizador.

Por catalizador se refería a alguien con capacidad para absorber y traspasar energía espiritual. Alguien como Morrow. Aunque por otro lado, por la cantidad de energía que parecía requerir, casi era más fácil pensar en que se requeriría a alguien como Cotard, un experto espiritista especializado en esas lindes. La idea de emplear a diversos mentalistas podía funcionar, pero a costa de que demasiados -Vitalistas, para más seña- tuviesen constancia de lo ocurrido.

— El segundo problema es que nunca he hecho algo tan grande, Sebastian— confesó al final, aunque Task ya lo sabía—. Desconozco si podría hacerlo por mucha energía que tenga, o si eso tendría efectos secundarios de algún tipo, ya sea en ti o en mí— pese a todo, sonrió levemente. La idea de llevar el uso de sus poderes a desafíos más elevados la estimulaba—. Lo bueno es que, si saliese bien, creo que no haría falta manipularte una segunda vez. Probablemente sería incapaz de hacer el cambio permamente, por lo que pasados unos...— dudó antes de decidirse– días seguramente volverías a ser tú. Poco a poco. Probablemente estés un poco atontado— dijo la palabra con especial cariño— de 2-3 días a una semana. Quizá dos.

Cargando editor
30/10/2017, 15:18
Bevidiere Lafayette
Sólo para el director

Vendetta. Me gusta el término.-dijo, comprobando que todas las herramientas estuviesen bien colocadas sobre la mesita- No. No fue Morrow el que vino, ni ningún compinche suyo. -confesó- Y me temo que no me siento lo suficientemente confiada o segura como para responder claramente a la mayoría de sus preguntas y pensar que eso no pueda perjudicar mi vida o mi supervivencia.-suspiró, al ser consciente de que el pulso le temblaba ligeramente al tomar el bisturí entre las manos, mientras se disponía a realizar la primera incisión- Lo de Morrow lo sé, porque lo vi. No como testigo presencial, pero lo vi. -explicó, encogiéndose de hombros- Ciertamente, no hay ninguna prueba física, salvo mi palabra, que pueda servir para incriminarlo. Lo que soy capaz de ver muchas veces no puede comprobarse. Pero no deja de ser verdad en la mayoría de los casos.- expuso, con cierta cautela

- Usted decidirá si quiere creerme o no. -añadió, mirándola- El hombre que vino ayer decidió creerme, sin duda. Eso sí se lo puedo decir. Por eso abandoné mi puesto. Porque él quería saber cosas que sólo yo podía contarle. 

Cargando editor
31/10/2017, 04:31
Jade Hickling

Jade escuchó a la forense, con paciencia, aunque su semblante fue tornándose lentamente en un rostro serio y firme de rasgos estoicos. Contempló el bisturí conforme hacía la primera incisión, pero conforme la forense terminó de hablar la agente rasgó el silencio en un tono autoritario.

Para la autopsia— ordenó con sencillez, como si no hubiese vuelta de hoja posible. Avanzó un par de pasos hacia la forense, situándose a medio metro de la mesa de operaciones—. Entiendo que estás acostumbrada a saberte más inteligente que los demás. Que te sientas más apta y des respuestas incompletas porque con eso basta— señaló con un pulgar, por encima de su propio hombro, a la puerta tras ella— pero yo no soy un policía a punto de jubilarse, o un médico acomodado en su bien pagado y poco desafiante trabajo de oficina. Yo estoy aquí para proteger a los ciudadanos de fuerzas a las que ellos no pueden enfrentarse, y que tienden a estar idas de la puta cabeza porque— meneó la cabeza de forma satírica— los humanos que las blanden se ven superados por ellas.

Se cruzó de brazos y soltó el aliento, a tiempo que indicaba a Lafayette con un cabeceo que dejase el bisturí a un lado.

Podemos protegerte— compuso una mueca irónica—. Obviamente, yo no. Pero Omega— abrió ambas manos, mostrando a "Omega" como un concepto o colectivo amplio más que como la figura política— puede. Hacemos esto cada puñetera semana. También somos bastante buenos a la hora de dar aumentos, salariales y en calidad de vida, a Vitalistas no registrados que odian un trabajo que los infrautiliza.

Arqueó una ceja. Era obvio lo que Jade estaba haciendo. Si la personalidad de Lafayette fuese otra, probablemente tendría un discurso más suave, o con otro lenguaje. Aunque lo hacía bien, era obvio para la doctora que la agente hubiese escogido otras palabras si hablase expresándose con total libertad, pero estaba ajustando su discurso para impactar mejor a la forense cadáver.

No voy a llevarte a la fuerza a la oficina o ponerte delante de un mentalista, pero tienes que entender que estás hablando con una agente de Omega y no tienes coartada para un crimen que se produjo situándote en el momento y lugar del mismo— negó con la cabeza, indicando que simplemente no había cruz en esa moneda—. Si encima me dices que el desastre andando de Morrow es el responsable, y vete a saber qué asaltatumbas relacionado con él se ha llevado el cadáver, y tú has decidido acompañarle y contarle todo como si fueses el espejo mágico de Cenicienta...

Miró con gravedad, pero con cierto sarcasmo, a la doctora. Una mirada que bien podía decir...

Pues nos has jodido a las dos— afirmó con sencillez—. Así que corta el rollo de princesa gótica deprimida, que no eres la única Vitalista con poderes jodidos y una historia de mierda que se cree diferente— aunque lo declaró con una sencillez arrolladora, sin que tratase de sonar como una ofensa—, y dile a los buenos lo que le has dicho a los malos para que no se nos hunda el país un tarado a la vez.

Hickling definitivamente tenía un máster universitario en lidiar con Vitalistas. Al fin y al cabo, era su trabajo. Aunque nuevamente, había sido tan abrumadoramente directa con Lafayette porque asumía que ella no quería adornos o palabras maquilladas con algo de azúcar. Aunque como Zimmerman podía ser insensible, directa y exigente, ella no trataba a Lafayette como una herramienta o un juguete, sino por quien era en realidad. Y no amenazaba con matarla a cada intervención, lo cual siempre era un plus.

Pensándolo fríamente, probablemente fuese cierto que Omega podía protegerla. Zimmerman podía ser un Vitalista muy poderoso, pero sus aliados eran mundanos corrientes, tenía de por si bastantes enemigos, y era claramente subóptimo gestionando sus cartas — a diferencia de otros Vitalistas y fuerzas de aquella guerra, carecía de la experiencia de un experto en el noble arte de la estrategia, y estaba allí en una cruzada infantil por probarse digno ante su padre y convertir al mundo en una dictadura necrótica —. Es cierto que Omega era visto por una minoría, entre la cual probablemente se incluía Lafayette, como una suerte de Gran Hermano en 1984 con tintes republicanos y un slogan progresista en las líneas de "power to the people", pero no dejaba de ser un sistema de gobierno eficaz a la hora de detener fugas de gas... cuando sabía de ellas.

Bevidiere se enfrentaba a un amplio abanico de posibilidades. La muerte, quizá definitiva. Ponerse una esvástica en el brazo. Aliarse con un nigromante, o quizá con un justiciero vengativo. O formar parte del culto a los semidioses que Omega había instaurado en Australia. Pero siendo realistas, considerando la actitud intransigente y extremista de Zimmerman, la doctora cadáver no tenía muchas más opciones.

Cargando editor
31/10/2017, 11:02
Ethan McKenzy

Suspiré y fruncí el ceño mientras observaba a aquel muchacho. Ladeé la cabeza mientras bajaba la vista. 

- Bien. Quizá exista otra posibilidad... - Apreté los labios. - Es posible que estés en el otro lado por alguna razón. Algunos podemos pasar a otros planos, con mucho esfuerzo. Quizá no sea tan descabellado que tu espíritu haya sido enviado allí, antes de tiempo. Claro que si alguien te ha enviado, alguien te puede traer. - Medité un segundo. - Para tener una idea clara, necesito saber más cosas. Nunca nadie te ve, ¿Cierto? Tu no ves a nadie del otro plano.. y... ¿Llevas con ella desde niño? - La señalé. - ¿Estás seguro de que no recuerdas nada más? Nada anterior a esta condición, tal vez alguien o algo que nos de una pista. Aunque sea algo para buscarte aquí, tu nombre, algún recuerdo de este plano... Lo que sea. 

Luego me giré hacia la chica de nuevo. 

- Tú sigues siendo parte del enigma. Si solo puedes verle a él de esa dimensión... es posible.. que bueno... que sea cierto, que él viva en ti... ¿Tu también le recuerdas desde siempre?

Cargando editor
01/11/2017, 11:21
Abigail Kidman

Aunque a Abigail le agradaba Eve, no sabía hasta qué punto estaba cómoda con ella presenciando este nuevo descubrimiento. Agradeció que el señor McKenzy la invitase a salir. Estaba muy nerviosa, le sudaban las manos y no sabía muy bien si estaba luchando por no comerse las uñas o por no volcar todo el mobiliario de la estancia. Decidió sucumbir al vicio y empezó a mordisquear su dedo pulgar, no podía con dos luchas a la vez y se decantó por la menos dañina. 

Entonces comenzó a hablar de muerte, ¡muerte! No podía ser, se negaba a pensar que Ángel pudiera estar... No, no podía ser, simplemente no. 

¡Ángel no está muerto!-exclamó prácticamente a la vez que él. No podía ser, era demasiado injusto que su único amigo estuviese muerto.

A decir verdad, al verlo siempre con ropa distinta, hacía tiempo que había dejado de preguntarse cómo conseguía esos cambios de ropa. En un principio lo asoció a que, como era producto de su imaginación, cambiaba según su subconsciente quisiera... Pero estaba probado que no era así. Siempre tuvo la duda de si Ángel realmente era algo creado por ella o no... Esta visita le estaba demostrando que no. 

Cuando McKenzie preguntó si era capaz de ver a más gente como Ángel, negó con la cabeza. ¿Más gente que solo ella era capaz de ver? Se hubiese pegado un tiro hace mucho tiempo.

- Ángel está conmigo desde...-echó la vista a atrás, su ceño se frunció ligeramente. No le gustaba recordar-... desde los cuatro o cinco años. Prácticamente toda mi vida, sí-buscó la mirada de Ángel y le sonrió tranquilizadora, intentando apaciguarlo un poco; sabía que esto no era fácil para él, pero quizás era su única oportunidad de averiguar qué era exactamente y necesitaba que se calmase un poco, algo le decía que no iba a ser el único momento así-. Ha sido mi compañero siempre-continuó-, y solo yo podía verlo... Al principio pensé que era una especie de "amigo invisible" que yo misma había creado pero... Desde hace tiempo sé que es tan real como usted o como yo, solo que es... distinto.

Cargando editor
02/11/2017, 07:07
Ángel

Angel parecía estar en un pequeño estado de shock. Tenía el ceño fruncido, en una mueca que mezclaba la confusión con cierto agobio. Balbuceó unos instantes, mirando a Abigail, antes de responder.

Pero esto significa que estás oficialmente sana, Aby— comentó el chico con un asomo de entusiasmo, acercándose a la joven—. Esta gente puede demostrarlo. Imagínate cuando lo sepa tu madre, y Dominic— el psicólogo—. Yo...– comentó volteándose hacia McKenzy—. Ojalá pudiese ser más útil, de verdad. Aby y yo acordamos en llamarme Ángel— negó con la cabeza—. No recuerdo mi nombre antes de estar con ella. Bueno, simplemente no recuerdo nada. Pero...— dudó un momento— recuerdo pensar como lo que era. Un niño de unos 6-7 años. Nadie nace o...— frunció de nuevo el ceño, buscando una palabra para definir su condición— aparece con esa edad. Asumo que viví esos 6-7 años, de algún modo. Simplemente no los recuerdo.

Echó a andar hacia el detective, quedándose a un par de pasos.

Has dicho que he sido enviado allí, donde sea que allí es— comentó con una ilusión visible—. Pero que se me puede traer. Quieres decir que... ¿podría...?— suspiró, molesto de no encontrar las palabras—. Joder, estar aquí de verdad. Ya sabes. Pudiendo tocar las cosas y que me vea y escuche todo el mundo.

Obviamente, aquello era, con toda seguridad, lo que más quería.

Cargando editor
02/11/2017, 20:39
Bevidiere Lafayette
Sólo para el director

Bediviere detuvo su hacer, enarcando una ceja al ver que la agente de Omega se acercaba, y se exponía con aquel tono exigente y a su juicio cargado de condescendencia y presunciones, pero efectivo. Sin duda, efectivo, para cualquiera que no tuviese las ideas del todo claras o resultase ser medianamente influenciable.

Bien, veo que finalmente hablamos en serio.-dijo, dejando a un lado el bisturí, con cuidado, emitiendo un suspiro hastiado, tratando de apaciguar la pulsión en su sien con aquel gesto tan mundano y sencillo- En primer lugar, te diré, sin rodeos, que  tu discurso me resulta tremendamente hipócrita. - soltó, sin más- Ni vosotros sois "los buenos" de forma categórica, ni puedes acusarme de ser condescendiente cuando te has marcado una escena quitándote esa chaqueta de persona formal y seria que te has traído contigo, para pasearte por mi laboratorio como un pavo real y reprenderme con esa sonrisita de superioridad, enseñándome ese aparatito que tienes en el brazo para hacerme saber que eres muy lista y que me has pillado. -dijo, cruzándose de brazos- Mi mentira fue cuanto menos defectuosa, pero tu puesta en escena debía haber sido más simple. Porque tienes razón, no soy estúpida. Sabía a lo que venías, y podías haber sido directa sin necesidad de pavonearte. 

Expuso, quitándose ella ahora los guantes y la bata, despacio, para hablar con mayor comodidad- En segundo lugar, si deseas que esta conversación prosiga, y que de hecho te diga lo que quieres saber, sería buena idea que no hicieses más presunciones sobre mis actos, y que no me volvieses a faltar al respeto. -añadió, esta vez con verdadera molestia en el tono de voz- Llamar princesa gótica deprimida a alguien de quien esperas, colabore contigo, no es una buena idea. Mencionar sin embargo una mejora laboral y asegurar cierto nivel de protección, en cambio, sí es inteligente.-admitió- Y en esos términos nos moveremos. Pero la palabra de los organismos oficiales, por propia experiencia, para mí vale mierda. Necesito garantías confirmadas, antes de hablar, de algunas cosas.-comentó, rodeando la camilla para situarse frente a Jade, antes de comenzar a enumerar.

Primero: No quiero problemas con la policía. Mi declaración obviamente va a tener que ser falsa. Y eso es bueno, para vosotros y para mí. E incluso para Mongoose, si es que tiene una familia y valora su propia integridad.-advirtió, siendo completamente honesta en esta ocasión.

Segundo: Ya que lo ha mencionado, quiero trabajar en otras condiciones. No quiero tener que soportar las frustraciones de pequeños funcionarios de la administración que quieren reafirmar su pequeña parcela de poder personal sobre el empleado de a pie. -profirió, arrugando el ceño, claramente contrariada- Me da igual si eso implica tener que trabajar directamente para escalafones más altos de la administración pública, o si implica trabajar para vosotros. No creo sin embargo que dejar de venir al hospital de repente sea la mejor idea. Así que seguiría en cualquier caso viniendo aquí a menudo para no ponerme en peligro ni levantar sospechas, mientras se resuelve este asunto. - expuso- Pero al menos no tendré que soportar las exigencias estúpidas y directas de gente que ni siquiera entiende mi trabajo, y podré disfrutar de una vida algo más holgada. Porque me proporcionaréis una mejora salarial sustancial. Quizá pagarme el doble de lo que se me paga ahora mismo, sería un buen comienzo. -dijo, encogiéndose de hombros- Después de todo, eso, para Omega, son migajas. 

Y tercero, pero no menos importante: No me vais a meter en una jaula de cristal. Ni vais a realizar ninguna clase de registro o experimentación conmigo. Me dejaréis vivir mi vida en paz, más allá de la colaboración que pueda tener lugar entre ambas partes. -advirtió, con mayor seriedad de la que había mostrado antes- Me daréis protección, pero no me asfixiaréis. - aclaró, relajando un tanto la postura entonces, examinando la expresión de Jade de cerca- ¿Puedo contar con estas premisas? ¿Puedes garantizarme, de alguna manera que no sea tu simple palabra, que tales cosas pueden cumplirse?

Cargando editor
03/11/2017, 13:57
Sebastian Task

Sebastian se mantuvo impasible hasta que Blake y su guardaespaldas desaparecieron. Solo entonces se permitió el lujo de mostrar una sonrisa afilada. Debía llamar a Morrow y avisarle de que tenían que organizar una reunión, montar un plan… y lo mejor de todo: una oportunidad para acabar con Zimmerman.

El billonario se marchó del edificio con paso tranquilo. Sin prisa pero sin pausa, pues tenía mucho en lo que pensar. Para cuando llegó a su domicilio más cercano tenía bastante claros sus siguientes pasos. Sarah no tardó en llegar y su reacción inicial no sorprendió al empresario.

Por eso en parte le gustaba. Sarah era una mujer fría, racional, pero con carácter. Su No inicial fue tajante y categórico… pero Task dejó que fuera ella misma quien siguiera haciendo trabajar a su cerebro. La explicación acerca del posible telépata que usaría Blake era coherente. El propio Task haría lo mismo.

Esta vez fue el propio Task quien se tomó su tiempo en contestar… Saboreó un pequeño sorbo de su whisky mientras mantenía la postura, sentado en su sillón negro situado a la izquierda del rojo que usaba ella. A Task siempre le había gustado la simbología, y en el caso de Avalon esa posición de los sillones reflejaba perfectamente la posición de Task y Sarah como cabezas de la pirámide, con Sarah como mano derecha de Task.

Por un segundo Sebastian miró a Sarah intentando evaluarla con otros ojos… intentando averiguar qué pasaba por la mente de ella, qué sentiría ella por él y, sobre todo, si algún día le traicionaría… Era el sino de todos los segundos. Ese pensamiento amargó el trago del buen licor que descendía por su garganta.

- No. – Dijo finalmente. – No me fío de nadie que no seas tú para hurgar en mi mente. – Dijo decidido. – Y borrar temporalmente parte de mis recuerdos… - Negó con la cabeza. – No me transmite ningún tipo de confianza. Aunque entiendo que es la única solución para intentar lo del telépata de Blake.

Volvió a negar con la cabeza, con calma, con mucha calma.

- Olvidemos eso de momento. Le diré a Blake que, por ahora, no estoy convencido de querer entrar en su organización. Con suerte dejará una puerta abierta para el futuro… si demuestro ser de utilidad. –

Alzó la mano que sostenía el vaso en un mudo brindis.

- El asunto importante. Zimmerman. – Aclaró. – Hay que avisar al equipo. Quiero en primera línea a Harper. – Explicó. Estaba claro que Harper a nivel físico era capaz de hacer frente a muchos enemigos… de causar como mínimo ingentes cantidades de daño. También estaba claro que de los miembros de Avalon, el único al que Sebastian consideraba prescindible era Harper. Prefería no perderlo, era un peón valioso después de todo. Pero si tenía que sacrificarlo para acabar con Zimmerman… lo haría.

- Tú y yo nos mantendremos en retaguardia… En el Purgatorio por ejemplo. – Explicó. – Morrow, o el Nigromante serán el cebo. Harper hará las veces de guardaespaldas vitalista… y Zimmerman aparecerá. Eso, si Blake no nos consigue un lugar donde sabe que ese nazi estará.

Volvió a dar un sorbo de licor. – Mantendrás un vínculo telepático con Harper… o con Morrow o el Nigromante si cooperan voluntariamente. – Advirtió. – Al primer signo de que Zimmerman está ahí, nos teleportaremos al lugar para atacar por sorpresa… Morrow y Harper colaborarán… el Nigromante no lo sé.

Inspiró hondo. – Habrá que ver si la organización de Blake proporciona algo… algún Vitalista o lo que sea… Hay que tener también en cuenta a los hombres que acompañen a Zimmerman. – Advirtió. – Serán un estorbo y el objetivo principal es acabar con Zimmerman… Hay que tenerlo claro.

- Intuyo que ese nazi será más peligroso en el campo espiritual o mental que en el plano físico. – Añadió. – Creo que la mayor parte del peso del combate… lo más difícil… recaerá en tus hombros, querida. Cuento con el elemento sorpresa para que asaltes su mente. – Explicó. – Seguramente sepa defenderse de ti, puede que incluso contrataque… Pero tienes que aguantar. Tienes que ganarnos tiempo… Y Harper, Morrow y yo acabaremos con él. – Cada segundo que Sarah tuviera ocupado a Zimmerman… era un segundo valiosísimo para que éste no hiciera uso de sus poderes y destruyera el alma de Task, Morrow o Harper.

La mejor baza del plan de Task era la sorpresa… la sorpresa y un gran esfuerzo por parte de Sarah… Ahora habría que ver si ella se veía capaz, o lo veía muy arriesgado.

Con suerte serían 4 o 5 vitalistas contra uno. Con suerte.

- Aunque antes de hacer ninguna locura hablaré con Morrow… y veremos qué puede ofrecer Blake. – Comentó.

Cargando editor
03/11/2017, 22:49
Sarah Clover

Esperaré a que me digas qué hacer— concedió en relación a la secta de Blake—. La pregunta es, ¿de verdad quieres formar parte de Los Iluminados?— aventuró Clover, enarcando una ceja, convencida de antemano de la respuesta—. Hablamos de un grupo bastante igualitario, con un líder definido, e intereses religiosos— esbozó una pequeña sonrisa—. Tienen bastante poder, sí, pero no creo que encajen contigo, Sebastian. Estás mejor dirigiendo Avalon, reclutando a independientes como Morrow y absorbiendo otros grupos minoritarios.

No le faltaba razón. Siempre habría pequeños colectivos como Avalon susceptibles, aunque quizá no tantos en New Sydney. Los poderes de Task, en combinación con los de su círculo actual, le daban una ventaja significativa al tratar con otras agrupaciones de Vitalistas. Especialmente si, llegado el momento, conseguían el poder suficiente como para imponerse sobre otras organizaciones y absorberlas o neutralizarlas.

— Respecto a Zimmerman... estoy impresionada— confesó ensanchando su sonrisa—. Es un buen plan. No tengo claro que podamos contactar al Nigromante, pero por lo demás— asintió con la cabeza— me gusta el plan. No sé lo que pasará cuando intente entrar en la mente de Zimmerman, pero vale la pena intentando. No habrá mejor oportunidad.

Acto seguido se levantó del asiento, y con un par de pasos se sentó sobre las piernas de Task, pasando su brazo, y su copa de vino, tras el cuello del empresario.

Te quiero— comentó antes de inclinarse sobre el tiburón.

Cargando editor
03/11/2017, 22:50
John Morrow

Morrow apareció en la habitación vestido con una simple sudadera de cuero negro y unos vaqueros. Llevaba zapatillas de correr y la capucha puesta, así como barba de tres días, aunque recortada. Curiosamente, pareció materializarse a partir de la nada, translúcido al principio y volviéndose completamente corpóreo y presente, poco a poco. Debía de haber llegado allí recorriendo otra dimensión, claramente.

Aunque llevaba ambas manos en los bolsillos de la sudadera, las sacó lentamente, luciendo una pistola en una y un cuchillo en la otra, que guardó con cuidado en el cinturón tras abrirse la sudadera, mostrando una simple cazadora negra.

Disculpa— comenzó con un movimiento de cabeza—. Nunca se es demasiado cuidadoso, teniendo en cuenta que tanto Zimmerman como el Nigromante usan El Vacío como refugio.

Aunque sin mucha explicación, se sobreentendía que hablaba de la dimensión por la cual había viajado para llegar a aquel encuentro. Un encuentro en uno de los múltiples pisos francos de Task, no asociado legalmente a él. Normalmente era utilizado como refugio de emergencia para Harper cuando tenía que parchearse, motivo por el cual el baño estaba lleno de material médico y el dormitorio albergaba una serie de conjuntos limpios y estándares; ropa de calle, traje, y algún que otro uniforme de trabajo.

Estaba anocheciendo en el exterior, pero aún quedaba cerca de una hora para que el sol desapareciese compleamente.

Morrow señaló brevemente el sofá de aquel salón, cerca del sillón donde Task estaba sentado, hasta el momento trabajando con su teléfono con el GPS desactivado. Tomó asiento y entonces se dirigió al empresario con una pequeña sonrisa.

Aún no he podido localizar a Cotard— comenzó el médico militar—, pero me he encontrado con alguno de sus caminantes en El Vacío— apuntó en referencia a los cadáveres animados que tendría distribuidos, como un ajedrecista más—. Lo que sí sé es dónde está el escondite de Zimmerman— negó con la cabeza—. Es una mala idea atacarle directamente. Hay que hacerle salir, atraerle hacia un sitio aparentemente neutral— tal y como plantearon inicialmente—. Tengo entendido que tienes algo en mente para eso. Yo puedo encargarme de que Zimmerman se entere de que estaré allí, cuando sea el momento.

Y esperó en silencio, mirando al empresario.

Cargando editor
03/11/2017, 22:50
Jade Hickling

La agente prestó atención a las demandas de la doctora, con un semblante serio y formal aunque, de tanto en cuando, mostrando cierta sorpresa, desagrado e incredulidad con pequeños gestos. Se recolocó ligeramente el pelo al terminar, como señal de comfort tras el embite de la doctora. Asintió ligeramente, con la mirada perdida en ninguna parte, indicando que esta sopesando las palabras de la forense.

Eres más inteligente de lo que pensaba— concedió con un cabeceo—, pero lo siento. No puedo aceptar esas condiciones— se limitó a decir frunciendo los labios—. Si en algún momento estás dispuesta a considerarlas o necesitas ayuda— sacó una tarjeta de visita del bolsillo superior del traje—, pégale un toque a mi secretario— sacó un bolígrafo y escribió una serie de dígitos en el reverso—. Y este número 24 horas para emergencias.

Obviamente, no sólo había un número para la policía, sino también otro de Contramedidas para casos que involucrasen capacidades Vitalistas en la actividad criminal. Era de presuponer que aquel número, anotado en la parte trasera de la tarjeta de visita, estaba dirigido a informantes, colaboradores u otros individuos conectados o involucrados en Contramedidas y necesitasen reportar problemas más específicos a individuos concretos. Como era el caso de Jade.

Del mismo modo, Lafayette sabía que, pese a que el discurso final de Hickling había sido bastante diplomático, no era sino una mascarada de profesionalidad tras su fracaso. Por dentro, probablemente, debía de estar profundamente molesta para con la doctora. Probablemente sólo había mencionado la inteligencia de esta como herramienta para calmar la situación, aunque no por ello dejaba de ser menos cierto.

Intentaré hablar con Morrow— explicó, para acto seguido, y sin faroles esta vez, se dirigió a la puerta y la abrió—, por ahora el caso sigue en manos de Mongoose— recordó mirando a la Vitalista—, pero me pondré en contacto si la cosa cambia o el crimen se vuelve un caso de seguridad nacional. No abandone la ciudad— extendió la mano hacia la mesa de operaciones—. La dejo trabajar.

Dejó la tarjeta de visita en la mesita auxiliar y cerró la puerta tras de si. Sus zapatos se apagaron lentamente en el pasillo.

Lafayette estaba frente a un reloj. Mongoose acabaría averiguando antes o después que los celadores no estaban involucrados, y la coartada de la forense seguía sin ser firme. Por otro lado, Hickling ya sabía que algo, probablemente grande, pasaba, y sólo estaba esperando confirmación para prender la llama. Si hablaba pronto con Morrow, y este soltaba prenda, Lafayette estaría pronto contra las cuerdas. En caso contrario... también lo estaría, pero más tarde.

Cargando editor
03/11/2017, 22:51
Cotard "El Nigromante"

La forense descubrió el cadáver de Kemper, el asesino fallecido en prisión.

Nada más descubrías el cuerpo llamaba la atención aquella grotesca herida en su pecho, con costillas rotas en el lateral izquierdo y una ingente cantidad de sangre coagulada. El corazón faltaba, y tuvo que revisar el registro para comprobar que se hallaba dentro de una nevera apartada. Cuando lo revisó más tarde no encontró nada anormal en el mismo, salvo signos de aplastamiento con una mano y vasos sanguíneos separados del cuerpo por la tensión mecánica.

Aquello mismo parecía indicar el cadáver, con restos de sangre en una mano, hasta el codo, siendo abundantes los restos bajo las uñas. Los vasos que conectaban con el corazón parecían haber sido separados a la fuerza por exceso de tensión. Claramente, era imposible que hubiese hecho algo así con vida, por lo que un animista, o alguien con poderes como los de Zimmerman, pero alcance remoto, debió hacerlo.

Lo único que también resultaba llamativo era una pequeña herida realizada en la muñeca izquierda, al parecer con las uñas. Era pequeña, pero había sangrado bastante. A juzgar por las palabras de Mongoose, probablemente la había utilizado para escribir "You Are Welcome" en la pared.

Al usar sus poderes, Lafayette sufrió una sensación extremadamente desagradable. Más que con ningún otro a cuyos últimos instantes hubiese accedido en el pasado. Más que con los cadáveres animados de Cotard. Quizá por quién fue en vida Kemper, su personalidad, o quizá por cómo falleció bajo efectos sobrenaturales. Quizá ambos. Sea como fuere, la presión arterial, el pulso y las respiraciones de Lafayette subieron. Sufrió una moderada nausea, estrés y un calor irreal que recordaba a la ansiedad. Por suerte, nada grave o que no pudiese controlar.

Tras unos segundos de forcejeo interno fue incapaz de "conectar" como lo había hecho en todas las ocasiones anteriores. En su lugar sintió una punzada aguda en la cabeza y el silencio se transformó en un suave pitido, similar al de la sordera temporal. Su visión se oscureció, dejando paso a una masa de grises, unos más negros, unos más blancos, cubriendo su visión. Unos ojos rodeados de negro, una calavera blanca con marcas oscuras familares, y a cada visión aquella leve ansiedad.

A la fuerza, la doctora salió de aquella visión, recuperando la serenidad rápidamente. No tardó muchos segundos en conectar los hechos instintivamente y asumir que aquella alteración en su estado de ánimo era claramente producto de la visión, y que la misma era algún tipo de trampa, una suerte de cortafuegos o marca puesta en el cuerpo, con efecto expreso de bloquear poderes como los de Lafayette. Y hubiese jurado que aquellas marcas en la calavera, y el negro alrededor de los ojos, recordaban al rostro de Cotard. La duda era si, considerando que fuese cosa suya, estaría al tanto ahora mismo de la interferencia de Lafayette, o por el contrario aquel sello no daría información alguna al Nigromante.

Se sintió cansada. Su cuerpo seguía bien. Su mente se sentía bien. Pero se sentía aún más vacía que de costumbre. Por suerte, nada que no pudiese reparar absorbiendo energía del ambiente que se respiraba en el hospital.

Cargando editor
08/11/2017, 17:29
Sebastian Task

Task sonrió. Era obvio lo que pensaba, aunque no lo dijera. No, no quería formar parte de los Iluminados. Sólo quería más información acerca de ellos para poder aplastarlos… o mejor aún, utilizarlos. Negó con la cabeza, eso le bastaría a Sarah.

- No, desde luego que no encajan conmigo. – Admitió. – Pero son un grupo grande y poderoso… un pez a tener en cuenta. – Reconoció también, quizá a regañadientes. – Quiero destruirlos, aunque de momento están bien como están… si tuviéramos problemas con los nazis siempre podemos redirigirlos a los Iluminados. No debería ser difícil. – Eran el mejor escudo que tenían, aparte de su momentánea invisibilidad. Avalon no era una sociedad conocida. Su secretismo, y el compromiso de sus miembros, les había mantenido a salvo. Y así debía seguir siendo, por ahora.

Pero llegaría el momento en que dieran un golpe sobre la mesa y revelarían su presencia. ¿O quizá no? A Sebastian siempre le había gustado operar entre las sombras, y les había ido bien.

- Alargaré un par de días la respuesta a Blake… Seguramente hasta después de destruir a Zimmerman. Pero le diré que no. – Confesó tras pensarlo. Debían ir paso a paso. Y ahora, gracias al trato con Sapiens, Task y Sarah podían tener todo el tiempo del mundo. La paciencia daría sus frutos.

- Ten cuidado. – Advirtió a la mujer respecto a Zimmerman. – Es un… ser – dijo al no encontrar otra palabra que lo definiera mejor. Pues Task no consideraba que Zimmerman fuese humano o vitalista, sino más bien una creación… un engendro de laboratorio. – Muy peligroso e impredecible. – Finalizó. – No sabemos de lo que es capaz, y si por lo que sea vamos perdiendo… quiero que te largues. –Avisó con tono serio.

Frunció el ceño levemente. – Lárgate, y a futuro véngame. -

Sarah se sentó sobre él y Sebastian la dejó hacer. – Y yo a ti. – Se limitó a responder ante la declaración romántica – en cierto sentido – de ella.

*****

Task ojeó el aspecto de Morrow cuando éste se presentó haciendo gala de todos sus poderes en el piso franco. Con total tranquilidad, y haciendo gala de una mente fría y exquisitos modales, Sebastian le ofreció asiento con una inclinación de cabeza, mientras sostenía entre sus manos una copa de Penfolds Grange Hermitage… Casi con absoluta seguridad el vino más caro de Australia. Casi todas sus botellas habían llegado a superar con facilidad los treinta mil euros, y desaparecían tan pronto como salían a la venta.

El Vacío… nueva denominación de algo que, hasta hacía bien poco, era muy ajeno a Task. Ahora, tras su primer encuentro con Morrow, el empresario procuraba familiarizarse con aquellos términos, pues planeaba ser capaz de dominar ese viaje entre dimensiones en un futuro. Con suerte no muy lejano.

El billonario escuchó a Morrow con atención, sopesó sus palabras y le respondió, detallando aproximadamente el plan que había explicado a Sarah.

- Contamos con un cebo. – Explicó señalando al mismo Morrow sin ánimo de ofenderle. – Una mentalista, que establecerá una conexión telepática entre tu cerebro y el suyo… suficiente para saber en cuanto te percates de la presencia de Zimmerman. Un teleportador, que nos llevará a todos junto a ti en el mismo instante en que Zimmerman aparezca. Contamos con el factor sorpresa. – Siguió enumerando Task.

- Contamos con una máquina de matar… - Añadió sin nombrar a Harper. – Con tus habilidades y con las mías… - Cosa que no era algo a tomarse a guasa. – Y confío en que la mentalista logre, con suerte inhabilitar a Zimmerman… pero con su nivel de poder es más esperable que le detenga unos segundos. Segundos valiosos que debemos aprovechar.

Alzó un momento su copa y dio un pequeño sorbo… disfrutando de un sabor peculiar, el sabor de la anticipación. Sin tener la seguridad, por primera vez en toda su vida, de si un plan le iba a salir bien o no.

- Cuento con que Blake aporte algo a la ecuación. – Admitió. – Pero no sé si el Inmortal se dignará a aparecer. De momento ha dado su visto bueno a que descreemos a Zimmerman. – Explicó. – Y seguramente su organización cargue con el muerto a ojos de los nazis… son todo ventajas. – Dijo sin enumera la única desventaja principal: podían perder y podían morir con suma facilidad.

- Ignoro si Zimmerman será vulnerable a ataques físicos. – Añadió sopesando qué tipo de armas podía llevar él, o si era mejor que fuera con las manos desnudas. Desde luego, antes de que comenzara nada, pensaba ordenar a Harper que se pasara un buen rato golpeándole, disparándole y apuñalándole para cargar sus pilas. Cuando el combate de verdad comenzara, Task tendría una fuerza similar a la de Hulk. – Por lo que te pediría que me enseñaras a… absorber almas. – Dijo sin dudar, pero dejando unos brevísimos segundos de lapsus. – Nos hemos organizado para atacarle de forma poderosa físicamente. – Aclaró. Se refería por supuesto a Harper y a él mismo. – Psíquicamente. – Añadió en referencia a Sarah. – Y contigo en su propia dimensión si fuera necesario. No creo que sea invulnerable a todo… En algo fallará y se quebrará. Pero en todos los casos disponemos de al menos dos personas… salvo en tu campo. Con lo que, si necesitas apoyo y estáis en el Vacío… no podremos ayudarte. – Razonó.

- Bueno, todo eso y que… quiero aprender. – Dijo mostrando su sonrisa lobuna, pero sin ánimo de intimidar. - Creo que es un precio justo por conseguir deshacernos de ese nazi. Además, verás que cumplo mi palabra, siempre. Cuando todo acabe querría hablar contigo de algo más… de un proyecto más grande. -

Ya estaba. El plan explicado. Cada uno sabía su tarea y debían sincronizarse a la perfección – suerte tener a una telépata de la habilidad de Sarah en el grupo. 

Cargando editor
09/11/2017, 19:19
Ethan McKenzy

Fruncí el ceño un segundo mientras escuchaba hablar a Ángel. La información parecía considerablemente vaga, difícil investigar a partir de ahí. Traté de pensar un segundos a ver si se me ocurría a una gran idea, y finalmente ladeé la cabeza para mirar al chico. 

- Si es cierto que alguien te ha enviado allí...Sí. Es posible traerte y que vuelvas al mundo real, pero de momento sigue siendo una suposición. Aún no sé exactamente por qué estás al "otro lado" pero no puedes ver a nadie de allí. Aunque tenemos poco o nada de información, necesitamos saber cómo llegaste ahí, o qué es lo que pasó. Por lo que dices siempre has estado con ella, así que de alguna manera ella está completamente conectada a ti, así que lo más lógico sería empezar investigándola a ella. -Miré a la chica, y me dirigí directamente a ella, con una expresión fraternal - Me tomaron por loco toda mi vida porque veía cosas que nadie más podía. Te aseguro que sé lo que es estar en tu piel. - Medité un segundo y miré el recoveco en el que sabía que se encontraría Charlie. - No sé si podré ayudarte, pero te aseguro que haré todo lo posible para conseguirlo. 

Cogí una tarjeta de mi cartera, desprendía olor a tabaco pero se podía leer mi nombre y teléfono. 

- Cualquiera cosa que recuerdes házmela saber.  Yo hablaré con Eve y si te parece bien trataré de investigar algo más sobre de dónde puede haber salido Charlie y si se me ocurre alguna forma de sacarle de ahí. ¿Te parece? - Anoté mi dirección detrás de la tarjeta. - Si necesitáis un sitio donde quedaros, esta es mi leonera. Es un puto caos, pero es un sitio seguro. 

Cargando editor
09/11/2017, 19:30
Ethan McKenzy
Sólo para el director

Me dirigí al despacho de Eve, y me dispuse a cerrar la puerta, salvo que los chicos me siguieran. 

- Esa niña me ha tocado la fibra. - Dije un segundo, en realidad no habíamos intercambiado mucho, pero encontrarme a alguien en una situación tan similar a la mía hace años había despertado cierta compasión. - El chico existe. Le he visto y he hablado con él. No recuerda nada tras ella, lo cual es sumamente extraño. Sé que tienes mucho lío y yo también, pero me interesa el caso. ¿Crees que podrías pasarme el expediente o algo parecido? Quiero ver qué puedo averiguar. 

Cargando editor
09/11/2017, 23:31
Eve Wright

Eve levantó ambas cejas, abriendo ambos ojos de forma bastante expresiva. Aquello acentuaba aún más el contraste de aquella mujer sentada en un despacho gubernamental, pero vestida con un estilo urban-rock.

Wow— se limitó hacer, echándose ligeramente para atrás—. No te voy a engañar, McKenzy, casi me esperaba lo contrario— asintió para si misma un par de veces, frunciendo los labios—. Pero me alegro, es una buena señal. Muy buena— hizo una breve pausa, aún procesando la situación—. Claro, te enviaré una copia a tu despacho... ehm, luego. Déjame ver exactamente qué tenemos de ella, tanto en el sistema— ladeó la cabeza— como bajo manga. Y te haré llegar lo que pueda.

Puso ambas manos sobre la mesa, levantándose. Lanzó una memoria USB al detective mientras avanzaba hasta la puerta.

Mientras tanto, ahí tienes una copia de lo de Cotard— afirmó en referencia al supuesto asesino de Kemper, deteniéndose con la mano en el pomo de la entrada—. Simplemente ten cuidado. No es una amenaza pública, pero seguimos hablando de un puñetero nigromante. Ya te imaginas que no puede estar muy bien de la olla.

Cargando editor
09/11/2017, 23:32
Ángel

McKenzy se aventuró de nuevo en el despacho de Eve, tiempo que Ángel aprovechó para acercarse a Aby. Bueno, acercarse más, situándose frente a ella, de rodillas, aprovechando que la muchacha estaba sentada en uno de los asientos de la sala de espera.

¡Soy real!— repitió por la euforia de la situación, aunque obviamente él siempre lo había sabido—. Qué... ¿qué opinas? ¿qué piensas? ¿qué sientes?— hizo un amago de extender las manos, probablemente para zarandear a la joven por los brazos, pero recordó que era un esfuerzo inútil—. Quieres hacerlo, ¿verdad? Intentar... traerme contigo, y con los demás. Hacerme libre.

Libre. Curiosa elección de término. Como si, a su manera, orbitar alrededor de Kidman fuese una suerte de cárcel, aunque eso no fuese lo que quería expresar al decir la palabra. Obviamente, aquella era de las mejores noticias que había recibido nunca, sino la mejor. Pero quizá fuese demasiado optimista al respecto, considerando que la posibilidad de conseguir materializarse en la realidad era sólo eso: una posibilidad.

Cargando editor
09/11/2017, 23:58
Eve Wright

McKenzy e Wright salieron del despacho. Primero ella, seguida por él. La mujer lució una sonrisa que intentaba ser lo más normal posible, pero que aún así mostraba una ligera incomodad, seguramente por el hecho de no poder ver a Ángel ella misma, o por no poder hablar o interactuar con él. Quizá ambas cosas.

— Bueno...— comenzó juntando ambas manos—, me alegro mucho por ti, Aby. Por los dos— se apresuró a corregir, ensanchando una sonrisa nerviosa—. Ethan— señaló brevemente al detective— parece tener bastante interés en vosotros, así que vamos a trabajar juntos para ayudaros en lo posible. Lo dejo en tus manos— continuó girándose hacia Ethan—. Te pasaré la información en cuanto pueda, pero luego intentaré mover también un par de hilos. Si no escuchas de mí otra vez, pégame un toque.

Simuló un toque, literal, en su móvil de pulsera, y echó a andar tras guiñar un ojo al detective.

Para cualquier cosa podéis llamar a Ethan, o a mí— afirmó dirigiéndose a Abigail—, pero si queréis, desde el Hall Central podéis coger el ascensor al segundo sótano. Estaré ahí con un par de mentores de la brigada, por si queréis seguir adelante.

Guiñó el mismo ojo a la joven, discretamente y de espaldas a Ethan, y siguió avanzando por el pasillo, desentonando con sus vaqueros y su cazadora en aquel edificio lleno de camisas y trajes, al menos en la planta baja. Era obvio, tanto para McKenzy como para Kidman, que darles la libertad entre tomar el ascensor o irse por la puerta principal era algo deliberado. Tras un gesto tan aparentemente desinteresado como era el de Ángel, hacerles tomar iniciativa en el proceso de reclutamiento, en lugar de arrastrarles constantemente, era efectivo si quería que aquello funcionase a largo plazo.