Partida Rol por web

New Sydney 2.0

Acto 3 - Hasta los Dioses sangran y caen

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04/06/2018, 23:14
Ángel

Abigail terminó de vuelta en su pequeña residencia. Sentada en la repisa de la ventana, abierta, mientras el humo y el papel de fumar quemado se escapaban por la corriente de aire. En la lejanía, un dron con luces rojas y azules pasó volando en silencio, mapeando a las personas que caminaban como hormigas en la distancia. El sol caía, y la guitarra descansaba a los pies de la joven. La escena tenía un aire tan artístico como melancólico.

Ángel estaba contento. Normalmente se le daba bien entender a Aby, pero no había mayor cielo que quien no quiere ver... y el joven estaba demasiado ilusionada. La perspectiva de tener un cuerpo propio y moverse libremente le impedían leer las emociones grabadas en el rostro de la joven.

No puedo esperar al Lunes...— comentó ensoñado el chico, tumbado sobre la encimera de la cocina con ambas manos tras la cabeza. No tenía que preocuparse por ensuciarse, al fin y al cabo—. ¿Crees que podríamos ver al detective esta noche? Sé que no es precisamente de "nuestro estilo", ya sabes, pero bueno... puedo hablar con él, y quizá aprendamos algo nuevo.

Históricamente Ángel había aconsejado y hablado con Abigail... sobre la vida de la joven. No era raro que el joven manifestase su opinión, ni sus deseos, pero sí que estos implicasen que él fuese quien hiciese cosas. Era raro. No tenía nada que ver que a Ángel le cayesen bien ciertas compañías de Aby... con que el joven pudiese relacionarse directamente con ellas. Mucho menos intentar "arrastrar" a Abigail para que pudiesen encontrarse. Era raro. Y molesto, seguramente.

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04/06/2018, 23:35
Abigail Kidman

Lo primero que había hecho Aby al llegar a casa era quitarse los zapatos pisándose las suelas, su madre siempre la reñía por lo mismo, pero esa había sido una guerra perdida para la señora Queen. Fue a buscar la lata desgastada de café donde guardaba la maría, se la llevó junto con el grinder hacia lo que ella llamaba "el rincón de pensar": la repisa de la ventana del pequeño salón. El sitio ya estaba acomodado para ella, tenía un par de cojines, restos de otros cigarros, un cenicero, partituras y algún que otro cartón de pizza de la noche anterior que se le había olvidado tirar.

Ahí estaba ella, sentada en la repisa, sin pantalones, con un pie descalzo (perdió el calcetín al quitarse el zapato de una patada) colgando por fuera, apurando hasta la última calada de su cigarro. La maría había ayudado a despejarse un poco, a que el dolor de cabeza cesase. Tenía la guitarra cerca, pero la musa no había llegado. Se colocó la guitarra sobre el regazo y comenzó a rasgar las cuerdas suavemente. 

Ángel no dejaba de hablar. Apenas habían llegado y ya quería salir de aventuras en busca del detective. Abigail hizo rodar los ojos, mirando hacia el exterior, la ciudad. 

No creo que le haya dado tiempo a averiguar nada en unas horas-respondió, quizás más cortante de lo que le hubiese gustado. Sujetó el cigarro entre los labios y aspiró mientras tocaba unos acordes. Suspiró. No, no era su día de inspiración. Dejó la guitarra a un lado con cuidado y se levantó para buscar algo de beber en la nevera... no había mucho entre lo que elegir. Cogió la botella de refresco de limón y bebió a morro-. Oye...-a Abigail no se le daban bien estas situaciones-, ¿qué harás si... ya sabes, si lo consigue? Si tienes un cuerpo y puedes tocar cosas y que la gente te vea y esas cosas...-y dejas de necesitarme.

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05/06/2018, 00:56
Bevidiere Lafayette
Sólo para el director

Lafayette quedó paralizada, en medio de un grito mudo. Paralizada ante la lápida, que era símbolo de muerte y recuerdo. Símbolo de una herida abierta, de una que había cicatrizado a modo de deforme queloide, hipertrofiando su amplio pesimismo, enquistándose en lo profundo de sus miedos. 

Quedó paralizada, anclada en la tierra, cubierta de hierba marchita, clavando la vista sobre las flores acartonadas y deshojadas que descansaban sobre aquellas letras que ponían fecha de caducidad a lo que había sido el espejismo de una vida efervescente. Paralizada, alzando tan solo las pupilas, como si con ellas pudiese horadar en las cuencas tatuadas que rodeaban los ojos de Cotard. Como si al hacer aquello de hecho cada uno de sus globos oculares pudiese salir propulsado, requisando aquella expresión que se le antojaba en ese preciso instante inquisitiva, irritante y temible. 

Alzó la mano, atrapando el revolver. Acarició su superficie con dedos temblorosos, frunciendo poco a poco el ceño, notando cómo humedecían sus propias pupilas al mismo tiempo que aquellas cadenas tiraban de ella. Brian. Jodido y puñetero Brian- Ya lo he intentado.  ¡Ya lo he intentado, joder! ¡Dame un respiro!  -dijo, sin más, como si de hecho no hubiese escuchado una sola palabra de las proferidas por Cotard, mientras su versión más nacionalista la sujetaba, melosa, apoyando su mano sobre la empuñadura del revólver, reduciendo aquellos temblores incontenibles. 

Observó el cañón del arma, y midió su calibre, inconscientemente, mientras las balas entraban en la recámara, casi de manera automática. Se quedó quieta, de nuevo. Muy quieta. En silencio, tragando saliva, tomando aire, deshaciendo el nudo que se había instalado en su pecho, entumeciendo su cuerpo a base de aquella hiperventilación aprendida que la embotaba emocionalmente, o al menos la hacía dejar de temblar.

Guardó silencio uno, dos segundos más. Gritó. Gritó haciendo arder su garganta, encañonando el suelo de su propia mandíbula, con su mano acompañada y sostenida por aquella de porcelana, idéntica a la suya. Clavó las pupilas en aquel que era y no era. En el Nigromante. Apretó los dientes.

Malditos hijos de puta. Malditos seais todos. ¿Quiénes sois para forzarme a decidir? ¿Quién cojones os creéis que sois?- masculló, notando la pulsión de su sangre ardiente retumbar en las sienes, apretando con más fuerza la empuñadura del revolver, antes de apuntar hacia aquel que parecía dispuesto a obligarla a decidir- ¡No eres nadie para decidir por mí! ¡Para obligarme a decidir!- gritó, apretando el gatillo, sintiendo el retumbar de la detonación entre sus dedos, mientras la bala se dirigía hacia el pecho del Nigromante. Ahí donde debía estar aquel corazón que no latía - ¡Me joderé la vida cuando yo considere oportuno! -añadió, gritando de nuevo, ronca, disparando de nuevo. Una, dos, tres veces, sin ser consciente de su boca abierta. Sin percibir sus propios sollozos en medio del estruendo tras el cual apuntaba a las cadenas, y a la propia tumba, disparando a aquella nada que la arrastraba, sin mesura. Disparando, una vez tras otra, hasta que el gatillo dejó de responder. Dejó de escupir fuego.

Balas. Más balas. Sí, debía haber más. Y las había. Entraban de nuevo en la recámara. Llenaban la herramienta que era testigo de su ira y de su tristeza- ¡Hijos de puta! ¡Hijos de puta! -repitió, disparando a dos o tres de aquellos cadáveres reanimados que habían repetido a coro que lo hiciera, que lo hiciera...

¿Y por qué no?- Maldita sea... Maldita sea...-dijo, llevándose la mano libre, temblorosa, al rostro, salpicado ahora de sangre, dándose la vuelta para observar a aquella Lafayette condecorada y ultraderechista, con incredulidad, con confusión, con asco, con... - Maldita sea...-repitió, relamiéndose los labios, notando aquel sabor ferroso característico impregnar poco a poco su lengua- Joder, joder...-murmuró, entre sollozos, abrazándose a aquella versión de si misma- ¿Por qué no lo hemos hecho? ¿Por qué? -musitó, ahogando su llanto en sus labios perfilados de carmín oscuro, saboreando su boca, también impregnada en aquella estela ferrosa, tomándola suavemente del cuello, antes de apartarse, dejando caer su arma- ¿Por qué?- preguntó, empapada en lágrimas, mientras apretaba, cerrando el pulso, el flujo de sendas carótidas- ¿Por qué?-repitió, sintiendo que se ahogaba, al mismo tiempo que sus manos se apretaban como amantes fervientes contra el cartílago de su tráquea, tosiendo, revolviéndose sin soltar su presa- ¿Por qué?- se preguntaba, una última vez, mientras sus propios estertores se abrían paso a través de su boca. 

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12/06/2018, 00:46
Narrador

Ethan ahogó sus penas en alcohol. Su ebriedad abrió con él, diciéndole que había sido demasiado cobarde con Eve, pese al temperamento de la misma. Uno se justificaría diciendo que ella estaba acostumbrada asumir el control y tomar la iniciativa, pero, ¿y si antes Ethan tenía que demostrarle quién era? Además de un hombre consumido por la pérdida refugiado en vicios que lo mataban lentamente.

No tenía el número de teléfono de Abigail, pero ella sí su tarjeta. En algún momento llamaría... seguramente. Era una niña asustada, al fin y al cabo, y su compañero siempre presente estaría deseoso por hablar con otro humano. Por saber más de su condición. Y por ser libre. Pero esa noche no era el momento: Seguramente estarían hablando, debatiendo... o discutiendo en algún sitio, a solas. Quizá incluso diciéndole a su familia que no estaba loca.

Lamentablemente, Ethan no tenía familia o amigos a los que decírselo. Consiguió contener el impulso de comprar drogas... sólo gracias a una camarera, también alrededor de los 20 años de edad, cuyo cabello platino, rostro de ángel y cuerpo de súcubo mantuvo al detective pegado a su asiento. Despertó al día siguiente, con una resaca que le taladraba las sienes, deshidratado. Se había dormido en el sofá... probablemente, pero se había caído en algún momento y estaba tirado en el suelo junto a una colilla que debió fumar mientras se dormía.

Charlie descansaba en el sillón donde el cadáver controlado por Cotard había esperado días antes. Su hijo parecía dormir, y estaba sensiblemente pálido. ¿Iba a dejarlo desaparecer para siempre, o enseñaría sus poderes al diablo?

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12/06/2018, 00:58
Bevidiere Lafayette

Porque eres débil— se limitó a decir su yo más oscuro.

Aquella versión en un traje militar estiró una mano. La escopeta recortada acudió a su mano, movida por una fuerza sobrenatural. La afiliada a los alemanes observó los cadáveres a su alrededor y colocó el cañón de la recortada bajo la barbilla de la forense.

Es mejor quemarse que apagarse lentamente— apuntó la agente con una sonrisa.

Apretó el gatillo. Hubiera sido abrasador, pero Lafayette, en su lugar, sólo sintió su corazón latir mientras se despertaba con una bocanada de aire. Poco a poco, sus latidos volvieron a ese ritmo antinaturalmente lento.

Kurt Cobain.

Su propia mente había citado al jodido músico en al terminar su sueño.

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12/06/2018, 01:04
Narrador

Dos días más tarde.

Ethan McKenzy y Bevidiere Lafayette habían sido "introducidos" el uno al otro a través de Eve Wright, la agente del gobierno. Esta se puso en contacto con la forense, informándole del interés del detective por conocerla. A regañadientes, la joven médico, que rondaba unos 30 años de edad, aceptó.

Se citaron a media tarde en una cafetería discreta pero pública, en la zona comercial de la ciudad. Eve consideró que no cabía incorporar ninguna medida adicional de seguridad, aunque se aseguró de que tuviesen una mesa reservada al fondo de la cafetería, donde nadie podía verlos desde fuera. Apenas había clientela, y la que había no parecía particularmente sospechosa: Una mujer con dos hijas, una pareja joven en la cual el chico parecía hacer un sensible esfuerzo, un joven oficinista revisando el periódico en su ordenador de pulsera, y un crío de 20 años que trasteaba su teléfono móvil con un chocolate caliente.

Ethan llegó primero. La forense tomó asiento.

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12/06/2018, 01:12
Ángel

Trabajar en El Purgatorio— el local donde Abigail servía algunas noches por semana— de camarero.

Tras un par de segundos de silencio, Ángel sonrió y esbozó una risa taimada.

Ese es el Plan B— ya tenía plan A, y plan B...—. Creo que... querría trabajar en la Oficina de Contramedidas— dijo de forma tímida, temeroso de la opinión de Aby—. Me sentiría en deuda con ellos. Pero aún así, quiero ayudar. A la gente como nosotros. O bueno... como tú— dudó, comenzando a mostrar dudas—. Asumiendo que yo no tenga... ningún poder.

Ese era un tema espinoso. Con dos espíritus vinculados a un mismo cuerpo, y Abigail en control, ¿estarían todos los poderes vinculados a ella, o alguno pertenecería en realidad a Ángel? ¿Tendría relación con su falta de capacidad para contorlarlos? ¿O eran los poderes en realidad de Ángel? ¿Qué pasaría cuando él fuera libre?

Quiero ser... útil— comentó frunciendo el ceño. Era raro para él contemplar dicha posibilidad más allá de Abigail—. Pero supongo que hay otras cosas que debo hacer. Darme una ducha caliente. Probar toda la comida. Tocar a la gente. Besar a alguien...

Ángel bajó la cabeza, súbitamente tímido. Él nunca había tenido la ocasión de experimentar ninguno de esos placeres, y nunca les había dado importancia, pero ahora se daba cuenta de que quizá, y sólo quizá, estuvieran a su alcance. Y sólo quería experimentar las sensaciones y vivencias de un chico normal de su edad.

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12/06/2018, 10:49
Abigail Kidman

Dio un largo trago mientras Ángel exponía su plan B. Llevaba un tiempo en la nevera y ya casi no tenía gas, arrugó la nariz y dejó la botella a un lado. Tomó un poco de impulso para sentarse en la encimera, al lado de Ángel, mientras este seguía hablando. Abigail se miraba los pies mientras los balanceaba lentamente, sin dejar de escuchar a su amigo. Por un momento se lo imaginó a su lado, sirviendo copas y hablando con todo el mundo; Abigail sabía que, de ser "real", sería mucho más sociable que ella... aunque tal vez su falta de timidez se debía a que era consciente de que nadie más que Aby podía verlo y oírlo. Pero la idea de que Ángel estuviese allí, trabajando como cualquier otra persona, se le hizo rara. 

Y ahí iba el plan A. Oficina de Contramedidas. Tal vez, podría ayudarlo con ese plan A si Abigail aceptaba trabajar con ellos, asumiendo que, bueno, pudiesen traerlo a este ¿mundo? ¿plano? A Abigail seguía sin hacerle especial gracia todo eso, seguía teniendo miedo de que se fuese. Ahora mismo no parecía contemplar la posibilidad de irse, pero quizás cambiaba de opinión y salía corriendo en cuanto pudiera separarse de ella. Sentía pánico a estar completamente sola por primera vez en su vida. Siempre había sido solitaria, pero Ángel siempre estuvo ahí... 

Para mí lo de tocar a la gente es un dolor de cabeza... Es como si de repente tuviese un canal a todos sus pensamientos y, joder, es muy confuso y a veces desagradable-Aby no entraba en el tema de los besos, nunca había tenido "intimidad física" con nadie. Por supuesto que había besado gente pero ¿ir más allá? ¿Cómo? La incomodaba sobremanera tener de repente todos esos pensamientos en la cabeza, si esa persona quería ir a más, si solo quería un polvo y pirarse, lo que le quería hacer y lo que no. Por no hablar de que, en fin, una de las desventajas de tener a Ángel es que nunca estaba sola, ni siquiera en esos momentos, es más, en su afán de hacerla rabiar, siempre tenía algún comentario oportuno que no se callaba. 

Pero, después de todo, pudo evitar sonreír imaginándolo probando todos y cada uno de los platos de todos los restaurantes del barrio, paseando y disfrutando del sol, descubriendo un nuevo mundo de cosas favoritas. Y, por qué no decirlo, la posibilidad de que al ser libre él, ella dejase de tener poderes y pudiera ser una chica total y perfectamente normal... 

- Pero... no te vas a ir, ¿verdad?-soltó, por fin. Lo miró de reojo, no se atrevía a hacerlo directamente. Bajó de la encimera y se puso a recoger cosas de la cocina, con nerviosismo-. Quiero decir... es normal que, bueno, que cuando tengas cuerpo aquí y eso, pues te quieras ir a explorar sitios sin la necesidad de que yo esté. Entiendo si te quieres ir-pero eso no hacía que le gustase más la idea-, pero... no te vas a ir, ir-recalcó-... ¿no?

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17/06/2018, 17:41
Sebastian Task

Estrechó la mano de Morrow. Estaba hecho y decidido. Era un nuevo miembro de Avalon. Sin duda, Task no dejaría de vigilarlo nunca. No después de todo lo ocurrido y todo lo que sabía Morrow. Sabía de qué era capaz... aunque el billonario contaba con que Morrow sopesara los beneficios e inconvenientes de unirse realmente a Avalon. Contaba con que la realidad decantara la balanza en favor del grupo de Task.

Y contaba con Sarah. En cuanto se recuperara de la conexión mental con el nazi, podría utilizarla para sondear levemente en la distancia los pensamientos de Morrow. Asegurarse de que les era leal y que no maquinaba nada en su contra.

Pero de momento, que Morrow ocupara el puesto de Harper era lo mejor que tenían. Apretó la mano con firmeza pero sin pasarse con la fuerza. Task valoraba los buenos apretones de manos... eran de hombres con carácter. Y Morrow no se quedaba corto.

- Yo me ocupo de Sarah. - dijo cortando de raíz cualquier conato de sugerencia por parte del propio Morrow o incluso de Hollow. Miró a este último. - Haz los arreglos necesarios. - Dijo en referencia al asunto de Harper. Hollow se encargaría de situar a Morrow como nuevo líder de todo el hampa. Después de todo, muchas de las instrucciones que recibía Harper eran directamente de boca de Hollow. Su poder teleportador les había resultado de lo más útil para reuniones clandestinas.

Por otro lado existía otro beneficio de todo ello. Seguirían sin poder relacionar a Task con ninguna actividad criminal... Salvo gente como Adam quizá... que ya les había visto juntos y en acción. Pero a efectos prácticos, Task seguiría con las manos limpias.

Así debía ser. Se irguió con calma... imponente.

- Permaneceremos con un perfil bajo los próximos días. Quiero saber cuánto tarda en llegarles la noticia a los alemanes y cómo reaccionan a ello. - Explicó. Empezaba a tener demasiados frentes abiertos. El tratamiento del profesor Sapiens por un lado... Frenar a los nazis por otro. Averiguar más cosas sobre Omega... Demasiado. Y a Task le gustaba enfrentarse a los problemas uno a uno. - Hablaré con Novák en cuanto pueda. - Añadió. - Quizá tenga que urgirle a que acelere su proyecto de defensa contra los nazis. Me huelo que pronto lo necesitaremos. -

Solvió a centrar su atención en Morrow. - Si hay novedades del Nigromante... u ocurre cualquier cosa importante... mantengamos el contacto. - Advirtió. Cotard no había dado señales de vida. Quizá se hubiera escondido muy bien de Zimmerman o quizá se hubiera olido algo. A lo mejor incluso Zimmerman ya le había cazado, pero Task no apostaría por ello. Los fantasmas solían salir a raudales de los armarios y arcones que el empresario iba dejando atrás.  - Ahora más que nunca debemos permanecer unidos. -

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17/06/2018, 18:59
Ethan McKenzy

Iba desaliñado, como casi siempre. La camisa por fuera, y bastante arrugada, barba de un par de días y rostro ojeroso. El olor a tabaco podía percibirse desde al entrada del bar. Se dejó caer en el asiento y no dudo en pedirse un whiskey solo. Siempre hacía las cosas más fáciles. Se remangó las mangas de las camisa mientras esperaba y se limitó a reprimir el impulso de sacar un cigarrillo.

Ethan no era un hombre impaciente, estaba mirando a la nada, con rostro pensativo y triste cuando ella llegó. Alzó la vista. Joder, estaba buena. Una mirada demasiado triste. - Pensó. Se dio cuenta de que tenía demasiada curiosidad por esa chica que supuestamente "hacía cosas parecidas a las suyas". Se planteó si la frase "enséñame lo tuyo y yo te enseño lo mío" sería poco apropiada para la ocasión. 

Le indicó que tomara asiento. No se planteó levantarse, tenía demasiada resaca para eso.

- Bueno... Ya te habrán hablado de mí supongo.  Soy Ethan. Me alegro de que hayas accedido a venir. ¿Te dijo Eve por qué quería verte?

Bien, estás siendo cordial. Eso tiene que ser bueno. - Se dijo a sí mismo. - Oh, por cierto, ¿Quieres tomar algo? Invito yo. - Ethan levantó su vaso, para mostrar que él no había podido esperar. 

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17/06/2018, 19:13
Bevidiere Lafayette

Lafayette entró en la cafetería, mirando a un lado y a otro, hasta dar con el hombre que estaba buscando, sin resultarle demasiado complicado localizarlo, a juzgar por su apariencia desaliñada y por el whisky que descansaba entre sus manos. Así como por los asientos vacíos que había a su alrededor, y la densa burbuja de pesadumbre que se formaba en torno a su persona. 

Lo observó, detenidamente y sin mucho disimulo, mientras se acercaba a la mesa, con un leve asentimiento a modo de saludo. Sintió el sabor de su último cigarro, aquel que había terminado justo antes de entrar, en el fondo de la lengua, al observar la marca amarillenta que el abuso del tabaco había dejado entre sus dedos índice y corazón. Percibió el olor que acompañaba a tal consumo antes de sentarse. No lo encontró desagradable. Después de todo, ella también fumaba. Demasiado. 

Uno de esos para mí también.-dijo, apuntando hacia el whisky con la barbilla, mientras se quitaba con cierto cuidado la chaqueta de cuero que llevaba puesta, dejándola doblada en el respaldo de su silla antes de sentarse. Una camiseta gris de tirantes, unos pantalones de cuero sintético y unas botas de aspecto militar completaban su atuendo, así como el sujetador negro que se intuía bajo la tela fina de la camiseta. 

Fijó su mirada de ojos verdes y apagados, enmarcada en un rostro pálido y afilado, sobre las manos de su acompañante, y acto seguido volvió a mirarle a él- Sí, he oído hablar de ti. Y tú de mí, seguramente.-asumió, suspirando, con hastío, haciendo una seña al camarero para que trajese otra bebida- Y no, Eve no me ha dicho nada. -dijo, dando un trago a su consumición, que llegaba en aquel preciso instante- Y no sé si me gusta el hecho de hablar según qué cosas contigo en un lugar "preparado" especialmente para nosotros. 

 

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18/06/2018, 15:50
El Mensajero

Las órdenes de Task se hicieron cumplir. En el poco tiempo de que disponía, con la celeridad y eficiencia de alguien acostumbrado a trabajar 100 horas a la semana en tiempos de emprendeuria, el multimillonario intentó reordenar las cosas lo mejor que supo.

Hollow transportó al grupo fuera de aquel lugar. Sus capacidades en aquel momento estaban exhaustas, y no pudo llevarlos lejos, pero sí al vehículo de 7 plazas de Task lejos de miradas sinuosas. Blindado y con lunas tintadas, el grupo permanecía tan cauteloso y discreto como era necesario.

Task preparó una discreta clínica en menos de 12 horas. Sarah descansaba saliendo y entrando de sueños. Su voluntad era fuerte, y a menudo sus palabras tenían sentido, pero seguía atrapada en los recuerdos más dolorosos de Zimmerman. Era recurrente que hablase de demonios, similares a los engendros de carne que Task había combatido. Hablaba de Padre, en referencia al Cuarto Reich, e incluso hizo alguna breve referencia Eichmann y cadáveres de niñas. Muerte, oscuridad y dolor parecían ser los pilares de la vida del extinto Ancel. Por suerte, físicamente parecía estable, y su afección parecía residir sólo en su cabeza. No había señales de progreso, por ahora, pero el Doctor Sapiens seguía sin tener conocimiento del asunto.

Hollow informó a Morrow de la situación en el hampa, y el propio Morrow se reunió con los cabecillas del hampa para obtener una imagen más completa. Dos de los 5 cabecillas se enfrentaron al médico de guerra en un intento de desafiar su posición impuesta por un líder en la sombra, pero Morrow acabó con ellos y los incineró tras trocearlos e incinerar los pedazos en bolsas de basura. Dos nuevos cabecillas emergieron con la aprobación de Morrow, y el hampa siguió su curso a la espera de la reacción de Trevor Locke.

Finalmente, Task habló brevemente con Novák para obtener más información sobre su plan de defensa. Era tremendamente tarde, y ambos estaban exhaustos. El tecnópata mencionó que su plan para separar Australia del resto del mundo, mediante un manto sobrenatural, requería de al menos un Vitalista con la capacidad de generar escudos o campos de fuerza, así como alguien con avanzado control de las Dimensiones y Drenaje. Para Task fue fácil pensar en Morrow.

Sin embargo, acordaron reunirse por la mañana tras una noche de descanso. El ingeniero había pasado media noche haciendo pruebas de distintas configuraciones de propulsores de hidrógeno, y necesitaba dormir tanto como Task. Cuando el sueño abrazó al hombre, una pesadilla tan vívida como la realidad emergió.

* * * *

Llovía. Gotas pesadas y grandes, con un cielo tan gris como nublado y sin sol. La plaza mayor estaba vacía, salvando una fuente con un gran águila y una esvástica grabada en el pecho. El Palacio Real de Berlín se alzaba sombrío, con banderas rojas ondeando con los símbolos de la Alemania Nazi. Una película de agua cubría el suelo, rompiendo su armonía de forma constante conforme la lluvia la golpeaba. Task se alzaba de pie frente a la fuente, vestido con un sobrio traje negro y cortaba a juego con camisa blanca y un par de gemelos dorados.

Una mujer que no alcanzaba los 30, pero visiblemente demacrada y corrompida, descansaba sentada en la fuente. Sus manos estaban impedidas por grilletes, y un collar de acero negro rodeaba su cuello, con una larga cadena que descansaba enrollada sobre sus hombros. Su expresión era triste y lacónica, con un labio partido y algún tipo de marca o gangrena cubriendo parte de su rostro.

Igualmente, un hombre alrededor del metro setenta y cinco, alrededor de los 50 años, con cabello gris y visibles canas, descansaba de pie a su lado, un par de pasos por delante, con ambas manos al frente y un uniforme de político. Una sobriedad gris y negra con algunos símbolos para indicar rango y afiliación.

Había algo en ambos que parecía irreal, como si faltasen detalles en su aspecto, en un intento de Sebastian de ahorrar energía mientras soñaba, aunque había algo de real en aquel sueño, como si no fuese más que otro truco de algún Vitalista como Sarah u otros mentalistas.

Nuestros ojos no pierden detalle— comenzó el hombre, con una voz sobria pero ajada—. No de aquellos que verdaderamente significan algo. Nuestros Observadores han visto al hermano del Príncipe de Alemania— Viktor Eichmann— desvanecerse entre tus manos. Y su Alma está perdida para siempre— parpadeó con un ligero cabeceo hacia abajo, en señalde lamento, aunque parecía una mera formalidad sin verdadera emoción—. Entréganos a John Morrow, vivo, y une tus fuerzas a nosotros, o nos aseguraremos de que seas el primero en caer cuando el océano no pueda protegerte— señaló brevemente a la mujer tras él—. Piensa en ella cuando vayas a dormir, y podrás hablar con nosotros para organizar la transferencia.

Cabeceó ligeramente mirando a la mujer, con una ligera sacudida del mentón, y la mujer cerró los ojos, haciendo que aquella escena se oscureciera y difuminase hasta desaparecer en unos segundos. Task sabía bien que la estructura social de los nazis era clasista, patriarcal, y no guardaba ningún respeto por los derechos humanos, pero ver a aquella Hija de Dios convertida en una herramienta entre cadenas no dejaba de evocar una leve tristeza, incluso en alguien con la moralidad de Sebastian. 

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18/06/2018, 16:40
Evangelion Novák

A la mañana siguiente Task fue a visitar a Sarah, y aprovechó para hablar con Novák. El ingeniero no podía desplazarse en persona hasta allí en aquel momento, pero envió a uno de sus Patriotas para ejercer de cuerpo. Aquella mole de dos metros, plateada y apodada "Cabeza de Hojalata" por algunos ciudadanos, salió del ascensor brillante como un paladín que trataba de representar para la ciudad. En algunos casos con excepcional éxito, en otras con mofas como aquellos motes.

Aquellas carcasas de combate podían ser tripuladas Inteligencias Artificiales, que si bien carecían de emociones características de los animales como amor, afecto, afiliación, temor, dolor o alegría, podían expresarse con un lenguaje humano y razonar de forma lógica y matemática usando los Petabytes de información de que disponía. Del mismo modo, aquel cuerpo androide se movía con sorprendente silencio salvando sus pisadas, que eran lo único capaces de elevarse sobre el pitido regular del corazón de Sarah mostrando pulsaciones en un monitor.

Señor Task— saludó aquel coloso mientras avanzaba con pasos firmes, inexpresivos más allá de una pasiva demostración de gloria, a cuento del ego de Novák—. Mi nombre es Evangelion Novák, miembro del equipo de la Oficina de Contramedidas— la división del gobierno de Australia que lidiaba con los problemas creados por Hijos de Dios—, pero vengo como hijo de Kurt Novák. Mis cámaras no están grabando y este encuentro permanecerá entre mi padre y usted, sin almacenarse en mi memoria. Cuando le sea oportuno puedo ponerme en contacto con Kurt y cederle el control.

En otras palabras, Kurt Novák había llevado a ese androide allí sólo en virtud de teléfono móvil gigante. Era innecesario e impráctico, pero Kurt era un fanático de sus creaciones y se regocijaba en la capacidad de hacer aquellas obras.

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18/06/2018, 16:55
Ángel

Ángel balbuceó ante la pregunta de Abigail, sin saber qué responder inicialmente, sobrecogido por la pregunta.

¿A qué te refieres exactamente con irte, Abi?— preguntó el joven, encogiéndose sobre la encimera—. Eres mi mejor amiga. Y vas a serlo siempre— sonrió de forma afable, mirando a la pequeña con cariño—. Pero... no sé si estaré preparado, al fin y al cabo no me he separado nunca de ti, pero creo que para ser... normal, debería intentar vivir de forma independiente— nuevamente, balbuceó. Se bajó de la encimera y fue a la ventana, donde segundos antes Abigail se había escondido—. Aún no sabemos si nada de esto funcionará. Quizá sea mejor no hablar de cómo serán las cosas cuando no esté forzado a mantenerme cerca de ti... hasta que pase.

El chico se entretuvo mirando por la ventana, incapaz de mirar a Abigail mientras lo decía. Claramente la idea de estar discutiendo sobre cómo aquello le daría libertad le incomodaba, al menos ante la posibilidad de que no la consiguiese. Posiblemente, también el hecho de que aquello fuese lo que Abigail quería tratar. Ángel estaba siendo egoísta al no tener en consideración la dependencia de Abigail, pero parecía molesto por cómo ella tampoco daba el suficiente crédito a su situación.

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18/06/2018, 18:08
Ethan McKenzy

Ethan no pudo evitar una sonrisa de sorpresa cuando vio que la chica le acompañaba con el whiskey. La observó con cuidado, probablemente buscando algún retazo de algo familiar, algo que les vinculara, como la gente parecía dar a entender. Se recostó sobre la silla y la miró fijamente. 

Una mujer curiosa... No se había presentado, se estaba tomando un whiskey con un desconocido en mitad de la tarde y le preocupaba la fiabilidad el sitio. Informal y paranoica. Igual sí es mi tipo, pensó Ethan. Saboreó su momento de fantasía, pero la vuelta a la realidad llegó rápido. Fue algo fugaz. Se quedó mirando detrás de las sillas, en la barra del bar, en un punto en la nada, como si mirara algo que solo veía él. Se puso serio. Bajó la mirada, torciendo el gesto, como si tolerara un dolor momentáneo que sabía que pasaría. Compórtate, Ethan, se dijo a sí mismo. Respiró hondo. 

- Pues vámonos. - Cogió la copa y la mató de un trago. - Todo el mundo sabe cómo son estas putas organizaciones, y no vamos a hablar precisamente de flores y princesas - Se fijó en la niña que estaba jugueteando en la mesa de al lado. Se dispuso a ponerse en pie. - Esto va a sonar indecente, pero mi piso, que es una mierda, no esta muy lejos. - Se planteo prometer portarse bien, pero luego se acordó de que tenía drogas en casa, igual no era la mejor idea. - Salvo que prefieras quedarte, seguro que ese camarero está contento de que pida la tercera. La única putada es que no creo que pueda fumar aquí sin llamar aún más la atención...

Parecía que pensaba en voz alta. Aunque era difícil de identificar. 

 

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18/06/2018, 20:56
Bevidiere Lafayette

La forense observó las reacciones del investigador, enarcando ligeramente las cejas, sintiéndose tentada de mirar hacia donde él lo hacía, sin llegar sin embargo a girar el rostro. Contuvo el aliento. Quizá durante varios segundos. Más de lo que hubiese resultado recomendable. Y sin embargo no parecía que aquello le supusiese un esfuerzo. Más que contenerlo, parecía haberse olvidado de que tenía que respirar. 

Aquella tarea pareció llegar de nuevo a su mente cuando la propuesta de McKenzy quedó expuesta sobre la mesa. Una razonable, aunque, tal y como la describía él, indecente, tras la cual quedó en silencio, durante varios segundos, echando de menos el tacto de un cigarrillo entre los dedos. 

Asintió, finalmente. Apuró el whisky de un par de tragos, y se levantó- A mí también me apetece fumar. Me ayuda a pensar. O más bien, no puedo pensar si no lo hago.-expuso, encogiéndose de hombros- Tú dirás. -añadió, haciendo una seña con la barbilla, hacia la salida- Me voy a empezar a descojonar por todo lo alto si empieza a seguirnos esa cría, o la parejita, cuando salgamos. 

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18/06/2018, 22:25
Abigail Kidman

Tu mejor amiga porque soy la única-pensó Abigail mientras lo escuchaba. Tampoco se atrevía a devolverle la mirada, prefería mantenerse atareada moviéndose por la cocina, guardando cosas de aquí para allá.

Lo vio ir al "rincón de pensar", quizás para él también ese un buen sitio donde esconderse y reflexionar. Pero ella no quería que se ocultase, no podía dejar algo así en el aire. Guardó un par de vasos en el estante y se dirigió hacia él, frente a la ventana. Se apoyó con el hombro sobre el marco, dejando la cadera reposar sobre el mismo. Cruzó los brazos, intentando no sentir la tentación de morderse las uñas. Quizás ese gesto sería su nuevo vicio. 

Respiró hondo una, dos, tres veces. Vamos, tenía que soltarlo o iba a explotar, sino ella, algún cacharro de su alrededor. En apenas un segundo, se le ocurrieron mil y una formas de decir lo que tenía que decir, y ninguna le gustaba lo suficiente, ninguna era lo suficientemente clara, o amable, o suave, o directa. Se mordió el labio y en cuanto Ángel terminó de hablar, soltó:

Me refiero a si vas a desaparecer-dijo, por fin, directa-. Si en cuanto puedas separarte de mí, vas a pirarte-explicó. Decirlo en voz alta parecía que lo hacía algo más real. Hasta el momento le estaba sosteniendo la mirada a Ángel, pero ya no podía. Dejó rodar el hombro hasta acabar apoyada con la espalda en la pared-. Quiero hablar de esto porque si te vas a largar, tengo que hacerme a la idea de que te vas a ir. Así será mejor para los dos-siguió hablando. Tamborileó en el suelo con el pie que conservaba el calcetín-. Y mira, no. O pensamos que vamos... vas... vamos-se corrigió varias veces-a conseguirlo, o nos quedamos como estamos. O vamos a por todas o nos quedamos como estamos, pero no pienso estar dándole vueltas a si sí o a si no-conforme hablaba se iba acelerando cada vez más. No sabía si estaba enfadada, frustrada, triste, decidida o todo a la vez en un cóctel de emociones, hormonas y a saber qué más cosas-. Si quieres que esto salga adelante, pues bien, tendremos que hablar de esto en algún momento, cuanto antes mejor, ¿no? Porque quiás así tendré más tiempo para asimilarlo y hacerme a la idea de que te vas a ir en cuanto tengas la oportunidad-sin quererlo, Aby ya estaba poniendo en lo peor. Decirlo no ayudó a tranquilizarse, todo lo contrario, su corazón latía con más fuerza y sentía un nuevo enorme en el estómago-. No pienso esperarme a que puedas irte para hablar de si lo vas a hacer o no. No voy a empezar a gestionar tu ida cuando te vea salir por la puta puerta.

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19/06/2018, 03:40
Ángel

Tras soltar "puta puerta", el par de vasos que Abigail había colocado segundos antes estallaron en pedazos dentro del estante. El sonido del cristal rompiéndose rajó el silencio entre ella y Ángel, que se limitó a parpadear de forma lenta y pesada, bajando ligeramente la cabeza mientras apretaba las manos.

Permaneció en silencio unos segundos, hasta que abrió la boca y soltó aire despacio. Naturalmente, no era sino ilusión en la mente de Abi, pero a todas luces parecía real.

No voy a desaparecer— dijo con voz seca—. Te quiero, Abigail. Eres como una hermana para mí— se apresuró a añadir—. Hemos estado siempre juntos. Que esté encerrado en tu mente no significa que no te quiera cerca si consigo... salir— matizó, tomándose su tiempo para buscar una palabra que no fuese inapropiado. Algo que no sonase a "escapar" o "liberarme"—. Siempre que me necesites estaré ahí. Y seguramente te necesite. Por mucho que desee hablar con gente, moverme con libertad y sentirme "vivo", dudo que vaya a ser fácil.

Ángel se apoyó en la pared, escurriéndose hasta acabar sentado en el suelo con la espalda contra el muro, bajo la ventana y al lado de la joven. La miró desde abajo, con sus abiertos y el cabello revuelto tras revolvérselo, rehurgando en su propia mente.

Haber vivido siempre a tu lado, invisible e inexistente para los demás... probablemente me pase factura. ¿Y si soy demasiado tímido? ¿Y si soy demasiado despreocupado? Nunca he hablado con nadie más, y no sé si diré demasiado o demasiado poco. ¿Y si tengo ansiedad al separarme de ti?— Ángel suspiró—. No sé cómo será tener mi propio cuerpo. Y claro que es lo que más ilusión me hace ahora mismo, pero, ¿y si me ilusiono demasiado y el gobierno no puede ayudarnos al fin y al cabo? Me destrozaría. ¿Es esto lo que querías oír? Demonios, Abigail. Claro que eres importante para mí, y no quiero perderte. Simplemente no sé a qué tendré que enfrentarme, ni como será mi vida, cuando tenga un cuerpo.

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19/06/2018, 18:16
Ethan McKenzy

Ethan se rió de su sentido del humor. Observó a la gente un segundo, y pese  a todo intentó quedarse con sus caras. Dejó unos billetes en la barra al salir. Una cita exageradamente corta, pensó McEnzy. Y una vocecilla en su cabeza insistió en que se estaba llevando una chica guapa a casa. Pero dejó a un lado el momento, sacó el cigarrillo antes de llegar a la puerta y lo encendió en cuanto el primero de los pies pisó la calle. 

- ¿Quieres fuego? - Estaba convencido de que todo buen fumador tiene su mechero, pero le pareció una buena excusa para "romper el hielo" además de los tres whiskeys que llevaba ya. 

Luego se dirigió hacia su coche, convenientemente aparcado cerca. Era un chevrolet, monovolúmen, plateado, con algún golpe que indicaba que ya no eran tan joven. 

- Sube, así lo meto en el garaje. No te preocupes, no soy un psicópata y te llevo cerca. - Dijo con mucha naturalidad. Con el cigarrillo aún en la boca abrió la puerta del coche, el olor a tabaco se percibía desde fuera, aunque no parecía que a él le importara demasiado. 

Era evidente que había bebido para conducir, pero era un trayecto que se sabía de memoria y que había hecho mil veces con cosas peores en el cuerpo Se tomó un rato en silencio durante el viaje, siempre traía cierta melancolía y procuraba concentrarse en conducir(*). Aún así, el trayecto no era cosa más de diez minutos, y cuando llegó a su calle comenzó a hablar. 

- No sé si eres el tipo de persona que espera a llegar al apartamento de alguien para hablar de asesinos en serie. - Aspiró el humo como si estuviera respirando gloria. - El caso es que, Eve confía en ti, y hay un tipo con cierto interés por los muertos que me tiene ciertamente preocupado. ¿Sabes de quién te hablo? - Abrió la puerta de su garaje con un mando a distancia y se dispuso a meter el coche. 

Notas de juego

(*) Lo rectifico si a tu chica le da miedo subirse conmigo xD. 

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20/06/2018, 20:39
Bevidiere Lafayette

Gracias.-dijo, habiendo sacado ella también uno de sus cigarrillos. Tanto por envidia, como por acto reflejo y costumbre. Prendió el tabaco, que presa de la ignición comenzó a humear mientras observaba la reacción de McKenzy ante la primera y gloriosa calara. Una reacción que le resultó del todo comprensible y que por algún motivo incierto, o quizá demasiado razonable, humedeció sus labios. 

-Kurt Cobain-pensó de pronto, fijándose de nuevo en su demacrado aspecto, lánguida, mientras se subía al coche, negando levemente con el rostro, desechando alguna clase de idea peregrina que no llegaría jamás a expresarse a través de sus labios- A lo mejor la psicópata soy yo.-indicó, con una primera sonrisa. Una sonrisa ladeada y de tinte cínico, pero sonrisa, al fin y al cabo, tras la cual volvió la vista hacia el cielo plomizo, y hacia la carretera, mostrando el desentendimiento de aquel a quien le da lo mismo que alguien evidentemente alcoholizado se encuentre al volante. 

Se fijó en el recorrido, silenciosa, acompañando su presencia tan sólo del sonido de baja frecuencia que emitía el cigarrillo al consumirse y filtrar el humo a través de su boca, sin volver a hablar, hasta que el investigador volvía a dirigirse a ella- ¿Eve Wright confía en mí? - preguntó, riendo por lo bajo- Vaya, esa sí que es buena.-dijo, hastiada, suspirando- Cualquiera diría que es incluso conveniente que te haya dicho o insinuado algo así, sabiendo que ibas a reunirte conmigo. Así tú me lo harías saber, y me harías sentir ese sentimiento de deuda estúpida que sólo generaría una serie de respuestas que ella se muere por escuchar. -indicó, frunciendo el ceño, mientras el coche se introducía en el garaje.

Sí. Sé a qué tipo te refieres.-indicó- Fue el mismo que te hizo un regalo hace unos días. Uno por el que sin duda pretende que le des las gracias. -añadió, mirándolo de nuevo, fijamente, mientras el sonido del motor del vehículo se apagaba- Uno de los grandes motivos por los que debemos tener a los agentes de Omega rebuscando en nuestra basura cuando miremos hacia otro lado sin querer.