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New Sydney 2.0

Acto 4 - El Último Estertor

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29/09/2018, 00:53
Narrador

Escena 4 - El Último Estertor

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29/09/2018, 00:56
Cotard "El Nigromante"

Igloo era un reconocido club nocturno de New Sydney. Nada que ver con el purgatorio. Se centraba en individuos de clase alta. Médicos, arquitectos, políticos, Vitalistas varios...

Aunque uno de sus "benefactores" era Trevor Locke, a través de inversión, el criminal vestido de traje no tenía nada que decir ni hacer en el local más allá de ganar dinero y meter sus tentáculos financieros. El edificio pertenecía a la familia Levin, aunque el local estaba alquilado y regentado por terceros. Nadie destacable, sólo un grupito de individuos con ansias de Networking y el dinero suficiente como para mantener aquello a flote.

Era un buen lugar, dentro de las posibilidades, para un encuentro discreto pero elegante en un lugar "neutral".

Conforme Task llegó al local, uno de los gorilas custodiando la puerta le indicó el número de un reservado en la zona VIP y le invitó a pasar, ignorando la cola de personas esperando a entrar.

Tras cruzar un portón granate acolchado, Sebastian entró en el reservado, convenientemente decorado con paredes azul marino y dos sofás de color azul celeste. Una televisión de pared junto a un ordenador, así como una cubitera de hielo con botellas, era todo lo que había en la sala. Si no contábamos, claro, con lo que a todas luces parecía un cadáver, descansando sentado con las piernas separadas, las manos juntas con los codos apoyados en los muslos, y la cabeza baja.

Cotard yacía en uno de los dos sofás, con un impoluto traje negro cargado de pequeñas líneas blancas, un pañuelo en el bolsillo, y una camisa blanca debajo. Zapatos pulidos de color marrón, corbata negra, y el pequeño bulto de una pistola en el traje, que parecía ligeramente pegado al cuerpo. No por las medidas del mismo, sino las de Cotard.

El hombre tenía una espalda ancha y una musculatura claramente desarrollada. Ligeramente más que la de Task, pero sin resultar algo excesivo. Estaba visiblemente en forma. Igualmente, estaba completamente calvo, con tatuajes cubriendo toda su cabeza. Tenía un cerebro marcado en el cráneo con tinta negra, pero también una línea trazando un círculo a la altura de la "tapadera de los sesos". La cuenca de sus ojos estaba pintada de negro, y los huesos de su mandíbula estaban también remarcados por líneas de tinta, que se volvían más frecuentes cerca de los labios, simulando suturas para coserlos. Su cuello llevaba tatuados los huesos de la espina dorsal, pero también los músculos y sus uniones. Finalmente, algunas venas estaban grabadas en negro en su mentón. Llevaba dos piercings; un septum en la nariz y dos pinchos entre los ojos.

Sin embargo, lo que llamaba la atención era la total ausencia de movimiento. No parecía respirar, ni moverse, ni siquiera estar. Literalmente, era un cuerpo en la habitación. Bien vestido, pero carne inerte. Sólo cuando Task terminó de entrar y tomó asiento, Cotard alzó la cabeza mientras abría los ojos para mirar al empresario con unos ojos tan grises como vacíos.

— Buenas noches— saludó con neutralidad, acomodándose en el asiento con formalidad—. Un placer— tendió su mano, enfundada en un guante negro, para que Task la estrechase—. Cotard— se presentó—. ¿Sebastian? ¿Task? ¿Señor Task? ¿Sebas?— preguntó.

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29/09/2018, 00:59
Narrador

Lafayette era un buen polvo.

Eso estaba claro.

¿A qué hombre intoxicado y maltrecho como McKenzy no le gustaba un caramelo así? Alguien con quien sacar a su peor yo, el que en parte odiaba. El que quería mantener lejos de su hijo. Pero el que estaba más en contacto con su masculinidad más primitiva y alimentada por su deseo de ser alguien. Importante. Poderoso. Dominante.

Lamentablemente, por muy sucio, duro y fuerte que pudiese follar, eso no arreglaba sus problemas. Los labios, las tetas, o el sexo de una gótica buenorra no iba a alejar a Cotard. Y aunque había ganado a una "amiga", a una follamiga, o un buen recuerdo, el problema del Nigromante seguía siendo muy real.

¿Estaba dispuesto a aliarse con él, o tenía un plan para escapar de sus garras? ¿Plantarle cara, incluso? Al parecer, ese no-muerto era un tío poderoso con el que el gobierno prefería no meterse si podía evitarlo. Y no había mucha información pública sobre él de la que McKenzy pudiese tirar, aunque las personas correctas debían de saber algo.

A la mañana siguiente, McKenzy estaba en su apartamento, como siempre. Entre colillas y botellas vacías, apestando a sexo seco y Charlie en ninguna parte. Sin camiseta, se había quedado dormido con una botella de Whisky desparramada al lado. Lafayette se había pirado, aunque el detective sabía como contactarla.

Al día siguiente, si Cotard cumplía con su palabra, contactaría al detective para ver si hacían las cosas por las buenas, o "por las malas". Era su última oportunidad de mover ficha. ¿Usaría al gobierno para esconderse? ¿Aceptaría la oferta para "recuperar" a su hijo? ¿O intentaría buscar alguna forma de defenderse contra él?

Fuera como fuese, parecía cierto que a su hijo no le quedaba mucho tiempo. Seguía sintiéndole, pero en aquel momento, con la resaca encima, Charlie no parecía estar en ninguna parte.

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29/09/2018, 01:15
Bevidiere Lafayette

Lafayette tenía ambas manos atadas, frente a ella, con el cinturón de Ethan. Estaba de rodillas, con la bata de médico rasgada y el pecho al descubierto. Sin embargo, frente a sus labios no se encontraba la bragueta del detective, sino la propia Lafayette de su sueño anterior, vestida con un uniforme de las Totenkopf, la tercera División SS.

La joven soldado aferraba con ambas manos la escopeta de Cotard, cuyo cañón cariñosamente descansaba sobre los labios de la forense. Tras morderse el labio con deseo, la mujer embutido de negro levantó ligeramente la escopeta, dejándola reposar en uno de sus muslos.

— ¿Así que ni una puta ni una niña buena, eh?— preguntó con una sonrisa bravucona—. Desde luego recordabas un par de cosas, chica— arqueó una ceja—. ¿Cuánto tiempo hacía que no follábamos? ¿De cuántos meses estamos hablando?— suspiró, poniéndose en cuclillas frente a la forense, dejando sus labios a escasos centímetros de ella, aunque no parecía sexual ni intimidante al hacerlo—. Bien hecho. Necesitábamos sentirnos vivas, aunque sea por un rato. Pero es un tío. Va a querer más, como todos. Ambos sabemos que eres una bomba cuando quieres— guiñó un ojo—. Y tú no puedes darle lo que él quiere, ¿o sí?— preguntó, sentándose mientras levantaba la escopeta, cual erección, apuntando hacia su propia barbilla de forma cómica mientras sonreía—. ¿Hemos avanzado algo, o estamos de vuelta en la casilla de salida?

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30/09/2018, 12:06
Sebastian Task

Antes de entrar en el Igloo, Task se dedicó a observar la fachada durante unos pocos segundos. Buena elección. Aunque Locke tratara de meter sus zarpas allí, sabía que lo tendría difícil con los Levin manejando los hilos. Por otro lado, no sabía si debía estar preocupado por el hecho de que Locke y los Levin tuvieran algún punto en común… algo en lo que mostrarse de acuerdo y formar una alianza.

Es más, el Igloo casi parecía más apropiado para encontrar Vitalistas de cierto poder. ¿O no? Allí acudiría gente acostumbrada al poder y a la ambición. Gente con el ego por las nubes. En cambio, en el Purgatorio se sentirían más a gusto aquellos incomprendidos. Aquellos que poseían un don que aún no comprendían y a la que la sociedad tildaba de raros y peligrosos. Aquellos que buscaban sentirse a gusto, o quizá incluso un hogar. Esos eran los más fáciles de manipular.

En efecto, Task asentía satisfecho con su decisión de haber orquestado la creación del Purgatorio en lugar de un lugar como el Igloo. Aunque ahora que pensaba más en ello… siempre era mejor diversificar. Quizá debería dejarse caer más a menudo por ese local. A lo mejor incluso le abriría puertas para ver a la matriarca de los Levin de tanto en tanto. Esa vieja estirada sabía cómo llevar las riendas de un imperio, Task debía admitirlo.

Sí, la vieja arpía estaba detrás del Igloo, y Task sospechaba sus motivos. Sebastian volvió a la realidad y se dejó guiar por el tipo de seguridad hasta el interior del reservado. La apariencia estrambótica del llamado Nigromante hacía que fuera imposible que éste pasara desapercibido. Supuso que no usaría medios de transporte habituales.

El millonario se acomodó y esperó a que el cadáver volviera a la vida. Se preguntó si aquel hombre, sencillamente no necesitaba respirar, o si era parte de alguno de sus poderes. O quizá incluso si ése era su verdadero cuerpo… Bien podía ser que hubiera transferido su psique al interior de un cadáver real, y estuviera allí hablando con él por pura fuerza de voluntad. Si ése era el caso, Task iba a estar muy enfadado… pues había dejado bien claros los términos del encuentro. Había permitido a Cotard escoger cuándo y dónde. Había aceptado sin rechistar y había acudido de buena fe y sin medidas extra… Sus guardaespaldas normales esperaban fuera del edificio en el vehículo privado de Sebastian, acompañados de algún dron de vigilancia… pero eso era algo habitual. Además, solo Hollow sabía a dónde había ido Task. Tenía instrucciones de avisar al resto de Avalon si Sebastian no daba señales de vida transcurridas dos horas.

Sebastian logró reprimir que una sonrisa asomara a su rostro cuando distinguió la forma de la pistola. Suponía que aquello no era más que mero decorado ya que Cotard disponía de habilidades que harían palidecer a cualquier arma automática… pero claro, si uno quería que los humanos le respetaran, y no quería llamar demasiado la atención como Vitalista… debía rebajarse a usar semejantes ardides.

Definitivamente el aspecto de Cotard no impresionaba a Task… y tampoco le agradaba especialmente. Solía sentir más respeto por la gente con la que negociaba que matenía cierto decoro y protocolo a la hora de hablar y vestir. Pero con los Vitalistas sabía que debía hacer excepciones… al menos en principio. Si más tarde era necesario aplastarles bajo su bota, lo haría sin contemplaciones.

Sentarse frente a alguien así… que además ni pestañeaba, pondría nervioso a cualquiera. A Task simplemente le incomodaba, pero por el mero hecho de considerarlo una falta de respeto.

- ¡Guten Abend! – Replicó el empresario en un impecable alemán extendiendo la mano y estrechando el guante negro con firmeza, pero sin rudeza. – Task valdrá… señor Cotard. – Prosiguió en inglés.

- Tenía ganas de conocerle en persona. – Continuó alejando ya la mano y acomodándose en el asiento. – Después de mi encuentro con Zimmerman y de ver a alguna de sus criaturas – dijo haciendo referencia a los zombies de aquella otra dimensión – supe que tarde o temprano nuestros caminos confluirían. – Explicó.

Todavía no era el momento de mencionar a la chica.

- Tengo entendido que los nazis le persiguen. El Reich le busca y envió al mismísimo Zimmerman para que le trajera de vuelta. – No comentó que quizá lo que el Reich buscara fuera a la amiguita de Cotard… pero por un momento sí le pasó la idea por la cabeza. Quizá la mencionara más adelante en la conversación… por ahora era mejor guardarse esa baza. - Lo sé… lo he visto. Incluso me han ofrecido un trato por unirme a sus filas. – Dio un par de segundos a Cotard para que procesara dicha información. – Creo que ahora ocupo uno de los primeros puestos en la lista de los más buscados por el Cuarto Reich… - Aclaró encogiéndose de hombros como si eso no le preocupara demasiado. Aunque sí le preocupaba. – No les gustó que reusara su oferta.

Por un momento Task se distrajo y examinó la cubitera de hielo y las botellas. No le gustaba mantener ese tipo de reuniones con la boca seca. Tampoco quería andar llamando a un camarero que les interrumpiera así que se limitó a escoger la botella que más se acomodaba a sus gustos, se sirvió una copa y la depositó de nuevo sobre la mesa. Si Cotard era humano y no un cadáver… y si quería beber, ya la cogería él mismo.

- No quedan muchos lugares en el mundo a donde huir. Y el Reich no va a dejar de seguirle la pista a usted… ni a mí. Pronto presentarán a todas sus fuerzas aquí, en Australia. Y personalmente no voy a quedarme de brazos cruzados esperando que me lleven al matadero. Voy a hacerles frente. – Dijo con decisión.

- Posiblemente crea que la resistencia es fútil... inútil, vana o improductiva. – Se encogió de hombros y dio un primer trago a su copa. – Uno a uno estaría de acuerdo con usted… Pero estoy intentando sentar a la mesa a diversas facciones poderosas con un enemigo común. Si alguna vez en la historia existió la posibilidad de parar a los nazis para siempre… es ahora. Y creo que está claro por qué le busco a usted. – Tras la explicación somera y por encima de las intenciones de Task, éste esperó una reacción… del tipo que fuera, por parte del cadáver andante.

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04/10/2018, 23:51
Cotard "El Nigromante"

Cotard permaneció pasivo y prácticamente inerte ante la apertura de Task. Desde luego, era un buen jugador de Póker. De vez en cuando decidía pestañear o realizar algún movimiento, como inspirar y expirar aire en una respiración, asentir ligeramente, o mover algunos dedos de la mano. Parecía hacerlo a propósito y sin necesidad, de forma muy sutil y esporádica, para indicar que seguía presente. Sin embargo, ladeó la cabeza para mirar la botella que Task había escogido para beber, y acto seguido volvió a mirar al frente, a Sebastian, con neutralidad.

No bebió nada.

Guten Abend— respondió tan pronto el empresario su exposición. Aunque su voz era grave pero neutra, esbozó una calculada sonrisa, remarcando el tatuaje de sus venas en el mentón—. Es un placer conocerle, considerando sus actividades empresariales y extracurriculares— añadió ensanchando su sonrisa sin dar más detalles—. Los nazis quieren las capacidades de mi Alma, es cierto— asintió borrando toda expresión de su mandíbula—. He estado hablando con Omega— arrugó el ceño con descomformidad— a través de un avatar, claro, y no parece simpatizar demasiado con crear un ejército de no-muertos.

Se recostó hacia atrás, cruzando los brazos frente al pecho. Aunque en otros podría considerarse una forma inconsciente de sentirse amenazado, o herido, Cotard parecía hacer todos aquellos movimientos de forma plenamente consciente y deliberada, como una forma de no parecer demasiado inhumano a su interlocutor pero recordándole que no era como él.

Le he explicado las numerosas ventajas de dichos combatientes— negó con la cabeza. Pero nada. No creo que defender el territorio sea una causa perdida, pero sí poco probable de acabar bien. Estoy dispuesto a sentarme dicha mesa— levantó una ceja—, si resulta seguro y sé los invitados. En caso contrario, puedo llevar otro cuerpo.

Por aquellas palabras, pareciese que aquel era su cuerpo real, o según qué fuese realmente Cotard, su cuerpo principal.

Pero la mejor oportunidad en la historia para parar a los nazis no es ahora— matizó negando lentamente con la cabeza, repetidas veces—. Fue cuando reaparecieron. Pero los gobiernos estaban tan desorganizados respecto a los Hijos de Dios, y conocían tan poco del tema, que infravaloraron terriblemente a lo que se enfrentaban. No eran tres viejas glorias y sus secuaces. Son tres Dioses.

Descruzó los brazos y se inclinó hacia Task.

Para enfrentarse a los nazis se necesitan tres cosas. Un ejército muy, muy amplio— matizó enfatizando las palabras—, maquinaria de exterminio y armas de destrucción masivas— desde drones y Patriotas hasta bombas nucleares— y muchos Hijos de Dios. Mediocres, remarcables, y... de vasta capacidad— listó agrupando a los Vitalistas en tres grupos según su nivel de poder—. ¿Puedo preguntar para qué exponerse así frente a los nazis? ¿Porqué poner tanto empeño en aplastar a Zimmerman?— preguntó arrugando el ceño, de nuevo, para expresar conflicto—. No me malinterprete, es una diferencia muy significativa. A pesar de que tuviese el cerebro de una cucaracha, lo cual le ha costado la existencia, al servicio de su Maestro era un títere muy poderoso.

Cotard no era un ignorante. Parecía frío, y cruel de una forma aséptica, aunque a juzgar por los adjetivos como cucaracha o Maestro, guardaba rencor, odio o desprecio hacia los nazis. Pero no era estúpido, y por sus palabras, era probable que supiese bastante sobre los Alemanes, su élite y su capacidad militar.

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05/10/2018, 19:23
Sebastian Task

Sebastian no cesó ni un segundo de estudiar cada movimiento, cada respiración fingida, cada parpadeo... sabiendo que aquel no era el cuerpo de Cotard. Su mente... sí. ¿Su alma...? Tal vez. Pero su cuerpo no. Para alguien de las habilidades del Nigromante un cuerpo no era más que una carcasa vacía. Una herramienta para un fin.

Seguramente, si se lo proponía, hasta podría habitar en una carcasa metálica... algo parecido a uno de los patriotas de Novák. De esa manera podría decirse que, tanto Novák si era capaz de trasladar su conciencia y su mente a las máquinas, como Cotard... eran inmortales. Entes que existirían mientras el mundo continuara girando. Debía reconocerlo. En cierto modo, les envidiaba.

¿Pero era la inmortalidad lo que Task quería? Ahí, sentado frente a Cotard, escuchándole hablar y atento a su punto de vista... tuvo claro que no. La inmortalidad no era más que otro punto más... otro paso en el camino de su auténtico objetivo. Y es que Task era un ególatra. Él lo que quería era ser el mejor... el más poderoso... que le reconocieran ser "lo más". El poder y dominio absolutos. Algo que no conseguirían ni Novák ni Cotard si el mundo era destruido y sólo ellos sobrevivían.

Algo que tampoco conseguirían los nazis si su guerra mundial acababa con prácticamente la mayor parte de la población. ¿Merecía la pena ser un Dios entre ruinas humeantes?

No. Sebastian tenía muy clara la respuesta. Él quería ser un Dios entre los hombres. Reconocido como tal a todos los efectos. ¿Un salvador o un Destructor? Tanto daba. Y ahora más que nunca, sin Sarah a su lado para equilibrar su cabeza y ayudándole a centrar sus objetivos... Ahora Sebastian estaba más cerca que nunca de convertirse en un auténtico monstruo.

Se humedeció los labios. 

- Omega escuchará y atenderá a razones. - Replicó. Asintió después. - Y sí, estará en esa misma mesa. Hay demasiados intereses en juego y tendrá que avenirse a lo que decida la mayoría... por el bien del mundo entero. - Task se sentía bastante confiado en que si existía alguna especie de votación... él sería capaz de orientar los votos hacia el lado que más le conviniera... independientemente de lo que quisiera Omega. Aunque quizá estaba infravalorando las habilidades del invisible y misterioso gobernante de New Sydney.

- Me aseguraré personalmente de que dicha mesa sea segura... pero lleve el cuerpo con el que se sienta más cómodo. - Comentó al nigromante. No es que estuviera en manos de Task vetar su entrada si éste decidía aparecer con otro cuerpo... pero al menos que viera que tenía la deferencia de estar de acuerdo con sus preferencias.

- Y sí, estoy de acuerdo en que esto debería haberse parado mucho antes... pero salvo que conozca a uno de los nuestros con la increíble habilidad de viajar en el tiempo... ya no podemos arreglar ese punto. - Indicó. Claro... que si existiese alguien con semejante don ya lo habría utilizado en su propio beneficio. No, Task no creía que un poder así existiera.

- El Reich, Knochenmann y Eichmann... un trío remarcable. - Admitió. Luego fue alzando los dedos uno a uno enumerando las cosas que el propio Cotard indicaba que hacían falta para hacer frente a los nazis.

- El ejército amplio podremos tenerlo. - Era el punto número uno y se correspondía con el dedo índice de Task. - Lo quiera Omega o no... si es necesario yo puedo ayudarle a conseguir y reanimar más cadáveres. Adicionalmente tendremos un número muy elevado de Patriotas y droides de combate. - Él mismo estaba suministrando material y fondos al propio Novák para que continuara fabricando aquella maquinaria de guerra. Elevó el segundo dedo, el corazón. Los androides del millonario podían ayudar a aumentar el número de su ejército... y eran a la vez maquinaria de combate y armas de destrucción masiva.

- Respecto al último punto. - Task elevó el anular pero enseguida cerró la mano formando un puño. - Es más complicado aunque lo sigo intentando... Si tiene ideas para juntar a un grupo tan numeroso y variopinto de Hijos de Dios... soy todo oídos. -

- Creo que su ayuda podría inclinar la balanza a nuestro favor. - Añadió mirando a los ojos del cuerpo de Cotard. - Usted les conoce. Usted vino aquí huyendo de ellos. Sabe de sus capacidades, puede ayudarnos a dar con puntos flacos...

Volvió a llevarse el vaso a los labios. Se encogió de hombros un momento, con la mirada fija en el vaso. Luego elevó los ojos y una fría determinación había en ellos.

- ¿Para qué exponerme? Los nazis llevan haciendo lo que les viene en gana desde que comenzó todo esto. Nadie les hace frente. Nadie les para. Consideran que todo y todos les pertenece y que pueden hacer con nosotros lo que deseen. - Argumentó. - Omega esconde la cabeza pretendiendo que Australia está en el culo del mundo y que por tanto los nazis le van a dejar en paz y no venir a por él. Novák se preocupa sólo de la ciencia e incluso ahora mismo busca un modo "pacífico" - dijo entrecomillando la palabra con las manos - de salvar su propio trasero y el de los habitantes de aquí... pero dándole igual lo que pase en el mundo fuera de este continente. Tú mismo - dijo indicando a Cotard y hablándole por primera vez de tú a tú - no has hecho más que huir de ellos. Por miedo o por salvar a esa muchacha que siempre te acompaña - continuó buscando alguna especie de reacción en el nigromante. Si ése era su cuerpo de verdad a lo mejor dejaba asomar alguna emoción aunque fuera en algún gesto o en su mirada.

- Los ingleses... los rusos... Faith, Knight... Blake y sus Iluminados... Nadie les desafía abiertamente. Al menos no con verdaderas opciones de presentar una mínima batalla. Y precisamente por eso, los nazis tienen esta guerra ganada. - Continuó Task. Él no era así. Tenía su orgullo y no agachaba la cabeza ante nadie. Si tenía que perder y tenían que vencerle, humillarle y destruirle... que lo hicieran. Pero al menos lucharía con todo mientras le quedara aliento. No era un idealista. Pero sí tenía la voluntad más firme que cualquier otro ser de ese mundo... terreno o divino.

- Por eso me expuse. Alguien debía dar un paso al frente. Alguien debía hacer reaccionar a los pocos que quedamos... O es como si ya se hubieran apoderado de nuestras almas... y nos hubieran destruido. - Negó con la cabeza. - Había que enviar un mensaje. A los nazis y a cualquiera que albergue la más mínima esperanza de sobrevivir a esto. Decías que necesitamos muchos Vitalistas... Muchos Hijos de Dios en nuestro bando. Si nadie hacía nada en contra de los alemanes... era imposible que otros Hijos de Dios se plantearan siquiera la posibilidad de unirse. Tú y yo no estaríamos manteniendo esta conversación. ¿Me equivoco? -

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09/10/2018, 21:14
Bevidiere Lafayette
Sólo para el director

Dicen que es como montar en bicicleta. Una vez aprendes, jamás te olvidas.- espetó, revolviéndose, en sus ataduras, mientras fruncía el sueño- Dime una cosa, ¿deberíamos volver a ir al puñetero psiquiatra? ¿Eres algo así como un síntoma de un jodido síndrome de estrés postraumático? ¿O sólo he alcanzado nuevas cotas de autocompadecimiento delirante?- dijo, acerada y cínica, clavando su mirada sobre... La suya propia. O la de aquella que era y no era ella misma.

Ese tio no tiene pinta de querer nada más que meterla. A su modo peculiar y bizarro. No sé de dónde has sacado la idea de que vaya a plantearse conmigo algo que no sea un buen polvo.-contestó, molesta- ¿Quieres dejar de apuntarme con eso? ¿Qué pretendes hacer? ¿Matarme? ¿O todo esto forma parte de un fetiche extraño que ni yo misma sé que tengo en mi cabeza?

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14/10/2018, 07:57
Cotard "El Nigromante"

Cotard fue dando muestras de prestar atención conforme Task hablaba, iguales a las que hizo en su anterior pausa. Sin embargo, cuando el empresario mencionó que se había dedicado exclusivamente a huir de los nazis, El Nigromante se recostó pausadamente y relajó los hombros, quedando tendido cual maniquí sin vida. Permaneció así, mirando a Task sin moverse, respirar, pestañear o dar señales de ser nada más que un cascarón vacío.

Solo cuando Task dejó de hablar, tras unos breves segundos, el cadáver abrió la boca. Visto así, en su máxima expresión de un titiritero moviendo a su marioneta, la imagen del Nigromante resultaba de lo más incómoda, haciéndole parecer un hombre tan antinatural como Knochenmann o el Reich, a su propia manera.

Se equivoca— replicó el cuerpo—. No respecto a la alianza contra los nazis, sino conmigo— aseguró sin emoción—. Si se para a pensarlo, dudará que los nazis me tengan entre sus más buscados, y enviasen aquí a Zimmerman— señaló con la mano a ninguna parte, refiriéndose al ser salido de la huella genética de Eichmann—, potencialmente tensando las relaciones internacionales, si sólo me hubiese dedicado a huir. ¿No?— esbozó una pequeña sonrisa, tensa y forzada cual muñeco de trapo—. Mis capacidades les son muy valiosas, pero si fuesen solo un tesoro más, y no un problema, no habrían tomado la ofensiva de esa forma. Lo mismo con la mujer que menciona.

Por sus palabras, parecía implicar que Cotard activamente suponía una amenaza para los nazis. Si era el caso, es posible que tuviese algunos ases en la manga, aunque fue vago al respecto, al menos por el momento.

En la biblioteca de Sol Negro— la cúpula sobrenatural alemana— existen archivos sobre un potencial Vitalista capaz de atravesar el continuo espacio-tiempo— comentó—, pero se refieren a registros anteriores a 1900, y no están confirmados. Hasta donde sé, probablemente fuera una fábula, una forma de hacer pensar a la gente que existe alguien con un poder superior. Jesucristo tiene más probabilidades de ser real, en mi opinión.

Los Vitalistas o Hijos de Dios surgieron en la Segunda Guerra Mundial, gracias a la experimentación nazi de su división sobrenatural, Sol Negro. Sin embargo, su número era reducido, y su existencia, un secreto. Desde entonces, poco a poco más Vitalistas comenzaron a aparecer, algunos de forma natural y otros mediante la ciencia, pero sólo hacía unas décadas su existencia se hizo pública de forma oficial. Hasta entonces, no eran más reales que los OVNIS.

Aún así, era un secreto a voces que los nazis creían en la existencia de Vitalistas antes de la Segunda Mundial, y que su investigación original se fundamentó en registros explícitos de dichos Vitalistas, o datos históricos que apuntasen a posibles Vitalistas; desde brujas y magos medievales hasta Jesucristo, pasando por chamanes en tribus aborígenes y neolíticas.

Según dicha teoría, el Vitalismo era un poder extinto, que los nazis simplemente reavivaron. Pero por motivos obvios, era algo imposible de confirmar. La falta de comunicación con los nazis era evidente, y el resto de gobiernos estaban más interesados en reclutar Vitalistas, hacer que produciesen descendencia, y experimentar con ellos.

Pero eso no importa ahora mismo— continuó El Nigromante—. Quisiera sumar todo cadáver en Australia a la ofensiva contra los nazis, pero Omega teme el impacto social en la población— nuevamente, Cotard lo dijo con total esterilidad—. Personalmente, entiendo que nadie quiera ver a su madre medio descompuesta con un rifle en la mano, pero la verán igualmente si los naizs conquistan la zona. Novák— señaló a Task con una mano— es una excelente forma de conseguir poder militar. Los nazis tienen drones y artillería controlada por ordenador, pero no Inteligencias Artificiales Militares— la fortaleza de los nazis era sobrenatural, no tecnológica—, y las máquinas de Novák son simplemente superiores.

Considerando que la defensa de Australia, actualmente, se basaba en una mezcla de los agentes o "superhéroes" de Omega, y la tecnología de Novák, no era nada desdeñable. Por supuesto, tenían un ejército militar, y fuerzas policiales, pero generalmente eran unas decenas de hombres y androides los que se encargaban de las situaciones más delicadas. Aquellas que involucraban a otros Hijos de Dios como Robert Red.

Volvió a llevarse el vaso a los labios. Se encogió de hombros un momento, con la mirada fija en el vaso. Luego elevó los ojos y una fría determinación había en ellos.

Si quiere mi consejo, no siente a la Yakuza en la mesa— sugirió Cotard—. Ya apoyaron a los nazis en el pasado, y su gobierno es muy corrupto. No creo que sea imposible ganárselos, pero sí muy poco probable, y cuanto menos información tengan en dicho caso, mejor. Y los rusos son una apuesta arriesgada.

Los rusos eran un grupo disperso, compuesto por Vitalistas solitarios con sus propios intereses, en general de carácter capitalista y tolitario. Similares al propio Task, hablábamos de políticos, empresarios y mafiosos con capacidades especiales, pero a diferencia de este, sin tantos recursos ni visión de colectivo. Por otro lado, los rusos formaban la cúpula de la tercera organización sobrenatural más grande, por detrás de Sol Negro y Los Ilimunados. Denominados por los demás como "Ladrones de Almas" o "Cazadoras de Almas", eran una pirámide de Vitalistas dedicados a perseguir y canibalizar las almas de Vitalistas ajenos al grupo para ganar más poder, pero por ello mismo no eran de fiar, y su poder no se extendía más allá de sus propios miembros.

Pero haga lo que considere oportuno. Me sentaré en la mesa sin importar quién más esté presente— declaró Cotard—. Mi sugerencia es que junte a Omega, Novák, Blake y a La Liga— Vitalistas hispanos de América, históricamente centrados alrededor de activismo medioambiental y naturalista—, dejando fuera a los japoneses y los rusos.

La Liga llevaba años herida de muerte, después de que los nazis cubriesen Estados Unidos de bombas nucleares y se hicieran con el control del continente, pero seguían existiendo, aunque su poder no era particularmente remarcable. Algunos de ellos ahora formaban parte de los agentes de Omega, pero otros seguían ocultos en América. No debiera ser difícil acceder a ellos a través de Omega.

Sol Negro, Los Iluminados, Los Ladrones de Almas, La Liga y La Yakuza eran las asociaciones sobrenaturales destacables en el mundo. Al menos, las que seguían existiendo tras la caída de Europa y Estados Unidos. Después, quedaban las fuerzas de Omega, los androides de Novák, y Vitalistas poderosos como Cotard y, en menor medida, la familia Levin, Trevor Locke y su recién añadido amigo ruso, o el propio Task.

Cabe mencionar que mis poderes teóricamente pueden "destilarse", como un virus— mencionó escogiendo sus palabras con cuidado—, ya que alteran el ADN. Pero los efectos secundarios son impredecibles, y por lo general, poco deseables— se limitó a matizar—. Salvo que quiera llevar combatir fuego con fuego a su máxima expresión, le recomiendo que se abstenga.

Tras su conversación con Lance, no era ningún secreto que los nazis tenían una extensa fuerza militar de no-muertos, así como supersoldados modificados genéticamente, muchos de ellos más no-muertos que vivos. Seguramente, Knochenmann, el propio Reich, Cotard, y tantos otros, fueran ejemplos de "éxitos magistrales", pero era discutible el precio a pagar a nivel individual, y cómo eso transformaba radicalmente la sociedad si se hacía  a gran escala.

Reanimar cadáveres es un proceso mucho más limpio, aunque me confiere un poder directo sobre aquello en lo que insuflo Alma— aclaró finalmente el Nigromante, claramente usando Alma en lugar de Éter, como en su lugar hizo Lance no hace tanto, por sus creencias personales.

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14/10/2018, 09:08
Bevidiere Lafayette

La Lafayette vestida de nazi lanzó la escopeta sobre sus hombros, dejando que se perdiese a sus espaldas sin hacer sonido alguno. Se perdió en el sueño de la forense.

Perdón. Es coger una de esas y querer apuntar a cualquier cosa— se excusó el reflejo—. Podemos debatir qué soy o qué no soy, pero ¿qué importa?— se encogió de hombros—. Puedo ser una manifestación de locura, de poderes entre la vida y la muerte, una posibilidad en otra realidad, o simplemente un sueño recurrente.

La joven rubia se sentó junto a su gemela, aferrándose ambas piernas con los antebrazos.

El TEPT— Trastorno de Estrés Post-Traumático— no ayuda mucho, pero no te representa. Olvídate de ese pringado, Lafayette— sugirió con tono degradante hacia el hombre—. Es un hombre. Los hombres quieren follar, comer, y sentirse superiores. A eso me refería: Seguir viendo a McKenzy implica follarte tus problemas... y no ir a ningún lado.

La soldado veía a Ethan como lo que era: Un hombre perdido, sin rumbo, e incapaz de poner sus problemas y su vida en orden. Hundido en una espiral autodestructiva de vicios como el tabaco, de una forma similar a Bevidiere, con el valor suficiente como para no quitarse la vida pero no lo bastante para salir del pozo al que se había caído tras la muerte de un ser querido.

Desde luego, no eran tan diferentes, y la soldado podía tener razón... o no.

Yo conozco a los alemanes— mintió la mujer, quitándose la gorra—. Y Zimmerman es muy tonto. Es tontísimo— se rio—. Pobrecillo. Pero sigue siendo un psicópata sádico en la cúpula nazi. Así que si no quieres que te viole después de decapitarte o alguna mierda parecida— comentó rascándose un brazo con nerviosismo— mejor seguimos centrándonos en eso. ¿Confías en Omega para protegerte, o tienes alguna otra idea?

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14/10/2018, 11:50
Ethan McKenzy

Ethan se sentía bastante perdido. Probablemente sería por la resaca, o por el recuerdo de ayer. O quizá por todo. Se levantó con aquel martillo en su cabeza, dando golpes todo el rato. Se agarró al sofá para ponerse en pie, y se tomó un segundo para que la sala dejara de moverse. Tomó aire y abrió bien los ojos para esforzarse en despertarse. Necesito un cigarro, pensó. Pero, inconsciente se tambaleó hacia la habitación. La que nunca habría. 

Se tropezó con una botella en el camino. Cayó al suelo. El sonoro golpe en el pecho le dejo sin aire un segundo. Al menos no había sido en la cabeza. Puso un brazo a cada lado e intentó levantarse. Pero el suelo estaba mojado y resbaló, cayendo de nuevo. Sintiéndose un desgraciado se quedó allí, con la cara pegada al suelo, encharcado de whiskey barato. De repente, sintió ganas de llorar. ¿Cuando había caído tan bajo? 

Le pareció ver la sombra de su hijo, en el otro lado del salón, alejándose. Pero Ethan no supo si era fruto de su imaginación. Seguramente sí. No puedes seguir haciendo el idiota así, dijo una voz en su cabeza. Quién sabe si sería alguien muerto, el propio Ethan, o su cuerpo haciendo eco del instinto de supervivencia. Joder... musitó. Y esta vez se levantó con más cuidado, empleando las rodillas y las manos. Estaba echo una mierda. 

Fue dando tumbos hasta la ducha. Reptó hasta la bañera, y se hizo daño con los trozos de cristal roto de la noche anterior, en al que le dio aquel puñetazo al espejo. Pero ni si quiera se dio cuenta. Empapado e sangre y en sudor se dejó caer en la bañera y abrió el grifo. El agua fría dolía. Pero por fin, tras aquella cascada del infierno, se espabiló. 

Tras quitarse al ropa, decidió tomarse esto más en serio. Fue a su armario. Solo tenia tres trajes. Se puso el primero que vio. Luego avanzó hacia aquella habitación. Necesitaba entrar. Sin más. Lo necesitaba. 

Cuando cruzó la puerta, y vio aquellas cajas, sintió una punzada de dolor. Uno mucho más profundo el martilleo de su cabeza, que la falta de aliento o que cualquier otra cosa. La sala estaba a oscuras. Solo había un armario y muchas cajas. Se acercó al armario. Tenía llave y nunca lo abría. Pero sabía que dentro estaban las cosas de ella. De su mujer. Nunca las miraba. Nunca entraba allí. 

- No ha sido como contigo. - Musitó, como si se excusara. Siempre que había tenido otras aventuras, otros líos de una noche habían sido así. Llenos de locura, de violencia malsana, y de rabia contenida. - Nunca lo sería. Te prometí que nunca sería así. 

Puso la mano sobre el armario. 

- Si estuvieras aquí, amor. Sé que sabrías que hacer, tú siempre lo sabías. Te añoro tanto... - Contuvo las lágrimas, observando el armario con la mirada fija. 

No podía perder más tiempo. Había malgastado demasiado. Salió de la habitación, y cerró la puerta con solemnidad. Al observar el salón se dio cuenta de que parecía que le habían robado, pero solo era el desorden, el típico desorden de borracho. Suspiró. 

¿Qué mierda iba a hacer con Cotard? Él tenía todo un plan de trabajar con Lafayette para que le ayudara a capturar a Cotard, pero sus instintos animales y su exagerado nivel de alcohol le habían hecho perder la oportunidad. Ahora tendría que pensar en otra cosa. Seguía teniendo que decidir qué hacer. Cotard era demasiado poderoso para que él le enfrentara por sí solo, eso lo tenía claro, pero, ¿A quién podía pedir ayuda? Eve había hablado de unir fuerzas con los Patriotas de Nóvak. Quizá eso tuviera sentido, a falta de algo mejor. 

Cogió el teléfono y escribió a Eve: 

- Necesito hablar. Voy a intentar lo que te comenté, y me vendría bien ayuda. Si hay algo que puedas hacer... Por favor, llámame. 

Esperaba que ella supiera que hablaba de aceptar el pacto con Cotard para intentar cazarle. Estaba claro que eso solo funcionaría si había una forma de cazarle, cosas que de momento Ethan no tenía ni idea de cómo hacer. Si Eve conocía alguna forma igual podrían hacer algo, sino habrían pactado con el diablo para nada. Pero... ¿Acaso había otra alternativa?

 

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14/10/2018, 21:56
Bevidiere Lafayette
Sólo para el director

Bien pensado.-concedió, al escuchar que en el fondo, no importaba la procedencia de aquel eco de ella misma vestido de uniforme de las Totenkopf- ¿No tienes un cigarro?- preguntó- Me ayuda a pensar. Pónmelo en la boca, y sin tonterías, por favor. -advirtió, aún atada, aún medio desnuda.

- Zimmerman, Cotard, Omega, McKenzy...- enumeró- No confío en ninguno. Pero bueno... Quizá tengo noticias de McKenzy, si me despierto en algún momento. O quizá de Zimmerman. No he sabido de él en un par de días, lo cual es extraño o quizá tiene que ver con... Lo que le conté a Cotard. -indicó- En cuanto a Omega... No lo sé, ¿sabes? No me apetece vivir en una puñetera jaula de oro a cambio de mi propia seguridad. Estoy hecha un lio de cojones. Y tengo la sensación de que haga lo que haga, esto va a acabar mal. -suspiró, hondamente- Vamos, dame ese cigarro, por favor. - repitió, observándola- ¿Me tienes así atada por algún motivo? ¿Tengo algún tipo de indefensión aprendida que me lleva a aparecer así en mis propios sueños? - preguntó, estremeciéndose.

Ese McKenzy... Debería haberlo mandado a la mierda, y en cambio dejé que...-dijo, sin completar aquella frase- Dime, ¿que me haya gustado lo que me ha hecho ese alcohólico consumado de McKenzy me deja en un punto más alejado del bienestar psicológico? 

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22/10/2018, 09:36
Sebastian Task

Y... bingo. Sebastian sabía que tenía que haber algo. En el propio Cotard o, más seguramente, en la chica que había huido con él de los alemanes. La sutil provocación acerca de que no había hecho nada salvo huir de los nazis había valido para tocar alguna fibra en el interior del nigromante. Lo suficiente como para que creyese que tenía que justificarse, o afianzar su poder personal. El ego... el gran enemigo de la mayor parte de los empresarios a la hora de negociar.

Ese gran desconocido. Esa característica de cada individuo que... bien manejada, era capaz de exponer hasta las mayores debilidades. Task se conocía bien. Sabía que su ego era, sin duda, mucho mayor que el de la mayor parte de seres vivos del planeta. Pero a diferencia de los demás... se preocupaba mucho por ocultarlo, domarlo y controlarlo en los momentos clave. A posteriori, cuando ya era irrelevante, se permitía el lujo de liberarlo. En ocasiones incluso se había servido de los poderes de Sarah para mantener la calma... en algunas reuniones con tipos detestables sin honor alguno a los que hubiera preferido estrangular con sus propias manos. Pero ahora no tenía a Sarah cerca para ayudarle.

Era algo parecido a las últimas palabras que había dedicado a Zimmerman... Te lo advertí.

- Es cierto. Los nazis no enviarían a alguien del calibre de Zimmermann contra usted si solo hubiera huido. O si les hubiera dañado en algún modo. - Comentó fingiendo estar pensativo, aunque ya había calibrado cada palabra, cada sílaba y cada entonación. - No. Enviar a alguien así con el único objetivo de eliminarle solo supone una cosa. Usted dispone de algo... un poder o una información... Ambas cosas o quizá incluso sea la chica. Algo que Sol Negro teme. - Sentenció. Y si los nazis temían algo... Sebastian tenía que poseerlo.

- Eso me hace preguntarme hasta qué punto estaría dispuesto a compartir semejante información... o qué pediría a cambio de la misma. Si piensa guardársela será inútil... tanto si ganamos como si no. - Continuó. Ahora comenzaba una parte muy delicada. El punto clave de la negociación.

- Es simple. Si no ganamos, todos acabaremos muertos y esclavos de los nazis. Si ganamos confío en que no queden nazis sobre los que usar ese secreto que tanto tiempo ha mantenido guardado. - Explicó. - Y salvo que ese Vitalista que viaja en el tiempo exista de verdad... y se presente aquí y ahora... no tendrá mejor oportunidad para usar su baza. Sea lo que sea lo que los nazis quieren de usted, es algo que debemos usar en su contra. Ahora puede disponer de mi influencia y recursos, de las inteligencias artificiales de Novák... incluso de la amplia vastedad de recursos de Omega o de los Vitalistas de Blake. - Ofreció.

El billonario se recostó sobre su asiento, buscando una posición cómoda. No le importaba permanecer hierático y salvaguardar las apariencias con un tipo que podía quedarse desmadejado como una muñeca rota sin respirar y sin pestañear.

- Gracias por aceptar sentarse a la mesa. - Comentó realmente agradecido y, en cierto sentido, aliviado de que al menos estuviera dispuesto a escuchar y cooperar. - Tampoco me fío de la yakuza ni de los rusos. - Admitió. Aunque lo cierto era que no se fiaba de nadie. Ninguno de los sentados a esa mesa era de fiar... a lo mejor, y si acaso, Novák con sus ideales nobles. Pero ya. Task se ponía a sí mismo en la piel de cada uno de los contertulios y en todos los casos se le ocurrían mil posibilidades de traición y hacerse él mismo con el mayor poder absoluto. Y no pensaba permitirlo.

No, aquello iba de derrotar a los nazis. Vencerlos y si ,era posible, destruir su amenaza para siempre. Pero además, Task trataría de situarse en la mejor posición para el futuro. Tenía que ir varios pasos por delante del resto, fuera como fuera.

- Pero aunque no me fíe... a una conversación inicial se les llamará. - Dijo hablando de yakuza y rusos. - Posiblemente haya que dejarlos luego al margen... pero no está de más una evaluación inicial. -

Entrecruzó los dedos de ambas manos, dejándolas recostar sobre su estómago. - Me encargaré de que Omega acepte un alzamiento de zombies. Después de todo, mayor impacto causará en la población que los alemanes nos derroten. - Si el mundo - o lo que quedaba de él - debía adaptarse para sobrevivir, no habría más remedio.

- Respecto a lo de "destilar" sus poderes... - Añadió haciendo mención a la misma expresión que el Nigromante había usado. - Lo sopesaremos tras la reunión... si le parece bien. No es algo a lo que esté dispuesto a arriesgarme así como así... Y antes trataría de contar con la evaluación de un experto. - Comentó teniendo en mente al doctor Sapiens pero sin mencionarlo.

- Tengo una pregunta más... - Añadió al final tras evaluar todas las palabras dichas por ambos. - Si los alemanes cuentan ya con un ejército de muertos vivientes propio... ¿No podrías hacerte con el control del mismo y volverlo en su contra? - No sabía muy bien cómo funcionaban los poderes de Cotard, pero aquello era una opción que a cualquiera le vendría a la mente de primeras. - Quizá si encontramos una manera de potenciar tu poder... - Sugirió.

Era otorgar demasiado poder a un único individuo... y por supuesto Task estaba preocupado de que, si funcionaba y ganaban, Cotard podría hacer lo que quisiera después y nadie podría detenerlo. Pero eso también podía ser un problema del Task del futuro. Y era mejor dedicar sus esfuerzos primero a lo que tenía más prioridad: los alemanes.

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22/10/2018, 23:27
Cotard "El Nigromante"

Cotard miró a la nada, a su lado, cuando Task mencionó al supuesto Hijo de Dios capaz de viajar por el espacio-tiempo. Nadie se apareció allí durante los próximos segundos, pese a la invitación del empresario, por lo que Cotard volvió a mirar al hombre no sin antes componer una sonrisa. Como si hubiese sido una broma desenfadada por su parte.

Del mismo modo, alzó una ceja en señal de escepticismo cuando Sebastian aseguró que Omega aceptaría crear un ejército de no-muertos a manos del propio Nigromante. Asintió despreocupadamente a la posibilidad de "destilar" su poder... pues no tenía nada que perder, y mucho que ganar, pero no quería proyectar deseo, si es que tenía el más mínimo. Dejando aquello correr, respondió al empresario.

La respuesta corta es no, no puedo controlar los no-muertos alemanes— replicó El Nigromante—. La respuesta larga...

Durante unos cuantos minutos, el titiritero explicó los diversos tipos de cadáveres animados que Task podía encontrarse.

Marionetas: No corresponden a ningún tipo de no-muerto. Son simplemente cadáveres que Zimmerman -y posiblemente otros vitalistas - pueden mover gracias a capacidades Telequinéticas avanzadas y precisas que articulen el cadáver.

Erráticos: No-muertos bajo el control de su creador, pero que parecen defectuosos o sufriendo algún tipo de interferencia o influencia, por lo que muestran movimientos corporales y faciales erráticos, desde zarandeos del cuerpo hasta gruñidos.

Huecos: No-muertos bajo el control de su creador, pero que se mantienen inmóviles hasta que reciben algún tipo de orden (incluso mental) por parte de su creador.

Prisioneros: Tanto Cotard como Genesis parecen tener consciencia de si mismos, pero parecen estar completamente inmóviles hasta que deciden ejecutar algún tipo de movimiento, lo cual parece indicar que su consciencia y su cuerpo no están sincronizados.

Pre-Conscientes: Son no-muertos que parecen tener consciencia de si mismos, mostrando la comunicación no verbal de un ser humano normal, salvando la ausencia aparente de respiración, lo cual indica que su consciencia y su cuerpo están sincronizados. Aún así, son incapaces de hablar o reflejar emociones. Aunque no resulta obvio, probablemente sigan sujetos al control de su creador, pese a tener consciencia propia.

Conscientes: No-muertos capaces de hablar, pensar y comportarse como una persona normal, ya fuese aquellos que fueron en vida u otro "Espíritu" insertado en dicho cuerpo. Existe un grado de control variable por parte de su "creador", dependiendo del poder del mismo y del individuo atrapado en el cuerpo reanimado.

— Es fácil controlar telequinéticamente a un cadáver sin Espíritu, aún renaminado. Y puedes insertar un Espíritu en un cuerpo, dándole la oportunidad de rebelarse— negó ligeramente con la cabeza—. Lamentablemente, no hay formas de aplicarlo a gran escala. Es posible controlar mentalmente a los cadáveres con alguien consciente, pero... no conseguirás mucho así— descartó la idea—. Los Nigromantes solo podemos controlar a aquellos que hemos levantado nosotros. A excepción del Cuarto Reich, por desgracia, aunque tiene que emplear energía en obtener su control temporal— ladeó levemente el rostro, matizando—. Más en el caso de aquellos con Espíritu, obviamente.

>> Respecto a mi secreto... soy el segundo Nigromante más poderoso del planeta, Señor Task. Y el único, dejando de lado al Cuarto Reich, capaz de mantener reanimado a cuantos cuerpos haya podido levantar, sin que eso mine mis capacidades. Todos los demás Nigromantes "alquilan" parte de su reserva de energía en mantener los cadáveres. El Cuarto Reich y yo, no.

Dicho de otro modo... soy el único que puede hacerle la competencia al Reich a la hora de crear un ejército barato.

Por supuesto, sé muchas cosas sobre los nazis. Y sobre Ocultismo. Pero ninguna de esas piezas de conocimiento, por si solas, supone una amenaza para ellos. En conjunto... en cambio... y sumadas a mis capacidades, y las de aquellos afines conmigo...

¿La hija de Eichmann, quizá? Cotard dejó aquello en el aire, como si no hiciese falta añadir más para que quedase claro.

— Mucha de esa información es irrelevante para esta guerra, pero útil para la historia, o el futuro— añadió sin darle importancia—. Otra información podría estar "obsoleta", considerando cómo su poder evoluciona y se expande. Y el resto... seguramente entre espías, renegados, supervivientes y combatientes pudieran recopilarlo.

Estaba claro que Cotard sabía mucho, o al menos deseaba aparentar tal cosa. Pero no parecía particularmente interesado en hablar más sobre ese tipo de cosas. No había tenido problema en hablar del funcionamiento de los cadáveres, pues debían enfrentarse a ellos y pelear a su lado. Pero cuando se trataba de detalles oscuros sobre los nazis... o no eran relevantes para el combate, u otro en el bando de Task ya lo sabría. Cierto o no, así se justificaba el Nigromante.

Buena suerte con Omega, y los Japoneses y Rusos— añadió como cierre—. Si necesita de mis talentos, estaré encantado de dejarle hacer un pacto con el demonio— se ofreció.

El tono había sido neutro, pero el lenguaje empleado parecía desenfadado y casi cómico, quitándole importancia. Y casi parecía ofrecer sus servicios para reanimar a alguien... por un precio adecuado, y no necesariamente económico. Cotard no hizo señal de irse, pero guardó silencio.

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23/10/2018, 00:04
Bevidiere Lafayette

Bevidiere sacó un cigarrillo de entre sus dedos, como si se lo hubiese deslizado de la palma de la mano, sin necesidad de cajetilla ni explicación a cómo el cigarro había llegado ahí. Lo acercó a los labios de Bevidiere y lo encendió posando un dedo bajo el cigarro, haciendo que de su huella dactilar brotase una pequeña llama igual a la de un mechero. Tras prender el tabaco, la llama se extinguió al tiempo que la soldado retiraba la mano. 

Es extraño no saber nada de Zimmerman— reconoció con un cabeceo dudoso pero sugerente—. Considerando que le pareciste tan "especial"— matizó dándole un tono sarcástico, como si Zimmerman la hubiese considerado una princesa de cuento, cual amor romántico, en lugar de una simple obsesión enfermiza, superficial y temporal—. Pero no sé yo si ese Cotard puede habérselo quitado de encima tan pronto. Demasiado optimista me parece, la verdad— opinó mientras daba una calada al cigarro, que había desaparecido de los labios de la Lafayette "real" y volvió a aparecer en ellos sin explicación—. Omega...— volvió a cabecear, dudosa—. No sé. A mí por Omega no me viene nada. Demasiado misterio todo. Puede ser el santo grial, puede ser una fosa común. Lo siento.

Aquellas comparaciones, aún bizarras, parecían totalmente naturales para aquella mujer. Tras el "Lo siento", quitó el cigarro de los labios de la doctora y lo acercó al cinturón, que comenzó a arder sin quemar las muñecas de la joven. La soldado devolvió el cigarrillo a su boca y las correas se quemaron en el aire, disolviéndose en humo y nada más.

El sexo es sexo— replicó sin darle mayor importancia, componiendo una mueca de rechazo ante sus dudas—. Si solo era sexo, estás perfectamente— se rio con gracia, posando una mano en el hombro de la doctora—. Bueno, no lo estamos, pero tú me entiendes. Me refiero a que no cambia nada— dejó de reír, dejando de tocarla—. Si en cambio era una forma de auto-castigarte a manos de otro, o algo así... probablemente estés bien jodida, querida. La buena noticia es que no eres la única. La mala que eso me importa una mierda, porque solo me importas tú.

Sonrió.

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23/10/2018, 00:18
Eve Wright

Tras el ascenso de Ethan para intentar salir del infierno, cuál Hércules u Orfeo, le tocó esperar. Esperar y lidiar consigo mismo, su incertidumbre, y sus capacidades marchitas por tanta automutilación, física y mental. Lo peor de todo es que por mucho que Ethan hubiese maltratado su cuerpo, este nunca había dicho una palabra mala sobre él...

Y aún así, ahí estaba, a las puertas del infierno, abiertas para salir, pero con su propio Hades en forma de Cotard tentándole para quedarse a cambio de "liberar" a su hijo. Un hijo que ya no se veía por ninguna parte, al menos por ahora, aunque Ethan podía seguir "sintiéndolo". Levemente.

El teléfono sonó en mitad de aquella angosta habitación.

Eve.

Ey— saludó con su leve urgencia y agresiva despreocupación habitual—. He estado hablando con Omega. Podemos meterte en un programa de protección de testigos— balbuceó un largo "ah", indicando que estaba pensando—. Aunque no haya nada que testificar, vaya. Bueno, estás amenazado de muerte, pero— balbuceó de nuevo—, no van a ir a por Cotard con eso. No con su poder y...— pausa—. Deberíamos vernos.

Ethan consiguió mantener la polla en los pantalones, encerrarla en un cinturón, y salir del piso echando ostias.

Frente a un café y una hermosa mujer de cabellos negros, en una aburrida cafetería de un barrio sin relevancia, intentaba apelar al comodín del público para salvar el culo. Siendo realistas, tampoco tenía muchas opciones dadas las circunstancias.

Omega ha decidido que Cotard es útil— confesó Eve, incorporada hacia adelante y tratando de ser secretista al respecto—. Un puñado de asociaciones de Hijos de Dios han convocado a Omega, y a Cotard, para hablar de qué coño vamos a hacer en caso de que los nazis vengan hacia aquí— alzó una ceja—. O mejor dicho, cuando lo hagan. Es algo gordo, Ethan, y Cotard es un tío poderoso. En cierta medida, tiene inmunidad diplomática. Aún así...— asintió, haciendo ver que algo seguía bien—. Aún puedes esconderte de él. Omega nunca nos ha fallado, pero aunque te traicionase y entregase al Nigromante...

Sacó una tarjeta de Industrias Novák.

Novák es el tecnópata que proporciona casi toda la tecnología a Omega. Y le gustan los ordenadores, no los zombies— bromeó torciendo el lateral derecho de los labios—. Él se encargaría igualmente de protegerte, a efectos prácticos. Bueno, su tecnología— matizó—. No sé si es de fiar, pero tiene motivos para querer protegerte. Es eso, intentar jugársela a Cotard jugando a dos bandas, escapar por tu cuenta, o... intentar matarlo— sugirió enarcando una ceja. Otra vez—. Pero no sé cómo vas a hacer eso, Ethan, la verdad.

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23/10/2018, 10:57
Sebastian Task

Cotard le había dado mucho en qué pensar. Demasiado quizá. Sebastian aun continuaba debatiendo la posibilidad de darle la vuelta y que el Reich perdiera el control de sus ejércitos. Habida cuenta del poder del Vitalista, recuperaría el control, aunque a costa de una gran parte de su energía... Lo que le mantendría ocupado y sin poder ayudar a sus tropas.

¿Sería eso útil en la batalla que se avecinaba? Seguramente era algo que debía poner sobre la mesa cuando todos los líderes de las grandes facciones pusieran las cartas sobre la mesa.

- La información nunca es irrelevante, señor Cotard. - Comentó Task, pero sin insistir más en un intercambio de información. Estaba claro que a él le interesaba lo que el Nigromante sabía. Pero también era evidente que éste se resistiría a hablar. Al menos por el momento y sin ganar nada a cambio.

Tras toda esa explicación, Task tenía claro que el Reich era un muerto viviente consciente. Tanto Cotard como Genesis, tenía sus dudas acerca del origen de ambos. ¿Les habría intentado crear el propio Reich? ¿Se habrían rebelado posteriormente los dos? Y en caso de que volvieran a verse las caras con el líder nazi... ¿les podría controlar? ¿O Génesis podría utilizar su poder contra el propio Reich?

Eran demasiados interrogantes y demasiadas posibilidades.

Sebastian se incorporó lentamente y se ajustó la chaqueta. - Le enviaré un mensaje al señor Cooper con los detalles de la reunión. - Informó.

- Realmente espero y deseo que el resto se muestren tan colaborativos como usted. Después de todo, de ello depende nuestra supervivencia. - Admitió. Le gustara o no, era así. Tras lo que había sentido en un simple sueño al ver al propio Reich cara a cara, tras los sentimientos, memorias y pensamientos de Zimmerman... Sebastian no se veía capaz de hacer frente a un monstruo semejante.

Al menos no por el momento, con su poder y sus recursos actuales. Necesitaba más.

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29/10/2018, 22:53
John Morrow

Morrow había cambiado un poco visualmente, pues Hollow lo había sacado de sus "quehaceres" como nuevo jefe de la mafia. En lugar de traje llevaba una gruesa cazadora de cuero algo grande para sus medidas, pero se veía compensado por un chaleco reforzado que le protegía bajo la misma. No era Kevlar, sino un traje de D30, un compuesto líquido que se volvía temporalmente sólido al someterlo a una presión temporal. En otras palabras: Era difícil que Morrow sintiese nada si le rompían una silla en la espalda o le golpeaban con un bate de béisbol.

Igualmente, cargaba una pistola automática en la cadera, junto al cuchillo de combate con que había apuñalado a Zimmerman dos veces hacía no mucho tiempo. Se le veía ligeramente estresado, pero conservaba su semblante frío y sanguinario.

Se sentó en la mesa de aquella habitación sin puertas ni ventanas, en el sótano del purgatorio, con Hollow en una esquina y Task frente a él.

La situación no es ideal— comenzó algo pesimista—. No vamos perdiendo, pero no tenemos los recursos para ganar— confesó—. Tenemos más armamento, eso es innegable— concedió señalando a Task—, y hombres. Pero Locke y el nuevo Ruso que lo acompaña son fuertes. No son Vitalistas del nivel de Blake o Novák, pero sí más podersos que muchos "superhéroes" de Omega.

Dejó caer unas fotos sobre la mesa, impresas, que reflejaban a un hombre blanco y musculado con una camisa blanca, cinturón de metal y pantalones blancos con zapatos negros. A todas luces, el ruso. Tenía las piernas inclinadas hacia adelante, como si estuviese en mitad de una sentadilla, pero frente a él, desde el suelo, delgados hilos de cemento habían brotado, apuñalando a algunos hombres que cargaban contra él. En otra foto, el hombre lanzaba un puñetazo al aire, y un puño gris visiblemente más grande, a unos metros de distancia, aparecía en el aire, golpeando a otro hombre en la cabeza y hombro izquierdo a la vez. Finalmente, en una tercera foto, el asfalto se había levantado frente a él, convirtiéndose en un escudo frente a las balas.

Donde va, inclina la batalla a su favor— dijo simplemente—. Si estoy yo la cosa se estabiliza, pero si también aparece Locke no hay nada que hacer. Ese payaso— comentó con despecho— hace que la realidad parezca un chiste— al fin y al cabo, era un ilusionista—. Pero no vamos perdiendo. Dado que mis poderes son fundamentalmente de sigilo, he ido asesinando a algunos de sus cabecillas conforme los reemplazan, lo que hace mas difícil que se coordinen y otro quiera ocupar el puesto— Morrow negó con la cabeza, insatisfecho—. Pero la cosa no pinta bien. Y he oído El Nigromante planea fundar un culto si no consigue "permiso" de Omega para hacer sus abominaciones por las buenas. Lo último que necesitamos es un tercer bando.

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01/11/2018, 22:30
Bevidiere Lafayette
Sólo para el director

Bediviere dio una profunda calada, y exhaló, espacio- No lo sé. Ninguno de los dos me parece de fiar. Ni el nigromante, ni el rubito guapo con Asperger.-dijo, refiriéndose a Zimmerman y a Cotard- Estoy cansada, ¿sabes? Yo no tenía que estar metida en toda esta mierda. Esa gente debía dejarme en paz, pero eso ya no es posible, supongo.- suspiró, hastiada.

- Lo de McKenzy, ¿quién cojones sabe por qué lo hice? Yo la verdad prefiero no pensarlo.-indicó, tomando una nueva calada, observando fijamente a aquella versión de si misma, repasándola por entero, con la mirada- Creo que empiezo a entender uno de los motivos por los que le parezco tan "especial" a Zimmerman.-dijo, irónica, reparando en sus propios senos, colocados bajo el uniforme de las Totenkopf- Y también uno de los motivos por los que se la puse dura a McKenzy.-apuntó, riéndose, de pronto, sin que aquello tuviera mucho sentido, mientras apretaba el cigarrillo con los labios.

Menuda mierda.-dijo, negando con el rostro, portando una sonrisa sardónica en la boca- Anda... Dame un beso de buenos días. Y deja que me despierte. Otro día de puto asco me espera. 

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05/11/2018, 21:09
Sebastian Task

Task se llevó la mano al mentón. Estaba pensativo y no sólo por todo lo que le contaba Morrow. Frunció el ceño. Desde que había matado a Zimmerman su vida no hacía más que complicarse.

Todo era tan fácil cuando Sarah estaba a su lado... Pero ahora no podía perderse en los recuerdos.

- Un problema. Una solución. - Dijo saliendo de su ensimismamiento. - El ruso no es más que un lugarteniente. Poderoso, sí, pero un lugarteniente. - Meneó la cabeza, pensativo. 

- El problema sigue siendo Locke y hay que eliminarlo de la ecuación. - Cruzó las manos a la espalda y miró a Hollow, y luego a Morrow. - ¿Cómo eliminamos a alguien que juega con la realidad a su antojo? - Preguntó.

- Sólo hay una forma. Hay que pillarle totalmente por sorpresa, y ser rápidos. Un golpe, una muerte. No podemos jugárnosla a otra cosa. - Su mirada era decidida. Si permitían a Locke sobrevivir a ese ataque, les devolvería el golpe de mil maneras que no serían capaces de imaginar. No podrían reaccionar... no ante alguien con un poder así.

Solo podían hacer que Locke se confiara. Eso o llegar hasta él por otros medios. Miró a Hollow.

- De los Vitalistas que han pasado por el Purgatorio... - Comenzó. - Por poco poderosos que fueran... Quiero que hagas memoria. ¿Hay alguno que pueda cambiar de forma? - Preguntó. - O en su defecto... manipular emociones o algo parecido. - Comentó. Tenía un plan en mente.

- Necesitamos a alguien que pueda acercarse lo suficiente como para apuñalarle en el corazón. O bien porque Locke crea estar tratando con alguien de su confianza - en cuyo caso necesitarían a un metamorfo - o bien porque alguien pueda relajarlo... mágicamente. - Dijo explicando parte de su idea. - Volverlo más confiado. -

- El Nigromante no será un problema. No en esto. - Añadió. - Ya he tratado con él y puedo hacerlo de nuevo. Si crea su propio ejército me parece que podríamos conseguir una alianza con él para hundir a Locke. Prefiero controlar los bajos fondos de forma compartida con alguien que conozca... por poderoso que sea, a tener que luchar contra alguien impredecible. -

Y todo ello sin poder quitarse de la cabeza que los nazis estaban en camino. Ése iba a ser su principal problema... el de todos ellos aunque menudencias como una guerra por el submundo de New Sydney pudieran distraerles y quitarles eso de la cabeza.