Partida Rol por web

New Sydney 2.0

Acto 4 - El Último Estertor

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08/11/2018, 17:00
Narrador

La vida nunca te deja en paz— sentenció la gemela—. Ambas sabemos que el problema real no es ese. Es una mezcla de desmotivación, suficiente para asfixiarte— dio una calada a un cigarro, exhalando por la nariz y las orejas—, pero no tanta como para suicidarte. Y un odio visceral al mundo que nos rodea, por ser tan falso y antinatural, rindiendo culto a lo que nos la suda e ignorando lo que realmente te importa, el amor.

Tiró el cigarro al suelo y lo aplastó con la bota, dando un golpe seco.

— Todos los chicos malos pierden el culo por una tía oscura y rebelde— concedió, antes de inclinarse sobre Lafayette y darle un tierno beso en los labios, haciendo que todo se volviese negro.

Y un nuevo día amaneció en "New Sydney".

Lafayette estaba en su cama, en su pequeño apartamento con paredes llenas de tabaco. Unas pastillas descansaban en su mesilla de noche, junto con su teléfono sin batería. Cuando lo cargó nadie parecía haberse preocupado por ella, sólo un mensaje de texto de McKenzy diciendo "¿Qué haces el Viernes?".

Una taza de café y una ducha después, Lafayette cogió un taxi a a morgue dispuesta a trabajar, un día más, en el ciclo de su vida sin objetivo. Llevaba días sin saber nada de Zimmerman tras su "tropezón" inicial, lo cual era extraño considerando lo mucho que se había encaprichado con ella y sus poderes. Omega permanecía en silencio, a la espera de que fuese Lafayette quien llamase por auxilio. No habían solicitado, todavía, sus servicios para colaborar con ellos. Asumiendo que estuviese dispuesta.

Por lo demás, los drones de Novák seguían patrullando la ciudad, y nada parecía haber cambiado a simple vista. Los superhéroes ocupaban las pantallas de televisión como las nuevas celebridades, y el mundo seguía encerrado en un capitalismo de consumo que sólo podía parar colapsando.

Lafayette se bajó del taxi y volvió con sus aclamados cadáveres. Los únicos que no la juzgaban, ya fuese criticándola o queriendo follársela en un instinto animal para luego pasar de ella. Y sin embargo, esa mañana había un nuevo encargo. Uno muy especial, pues cuando llegó a los archivos para el trabajo de ese día, se encontró con un nombre familiar entre los cadáveres que la esperaban.

Ethan McKenzy.

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08/11/2018, 17:17
John Morrow

Hablaré con Hollow— asintió Morrow, con pequeños cabeceos repetidos y una mirada cargada de seguridad—. Pero no prometo nada— añadió negando levemente—. Aunque haya alguno con esos poderes, dudo que sea lo bastante poderoso como para afectar a Locke— explicó—. La mayor fortaleza de Trevor es su mente, no quiera sería capaz de manipularle. Quizá Sarah, y aún así... tengo mis dudas— confesó con recelo—. Pero tienes razón. Si Trevor cayese, el caos sería suficiente para aplastarles. Con o sin ruso.

Morrow tenía razón en algo. Era difícil matar al ruso con fuerza bruta, pues ese era su punto fuerte. Y era difícil acabar con Trevor con juegos mentales, ya que esa era su especialidad. Pero considerando que Trevor nunca se ponía en primera línea de fuego sin una ilusión por delante, era difícil volarle los sesos de forma directa. Quizá con Sarah tuvieran una oportunidad, pero ella, aunque útil, era una ruleta rusa en aquellos tiempos.

Respecto al Nigromante... ¿has hablado con él?— preguntó el ex-militar, arqueando una ceja, interesado—. ¿Qué te ha dicho? No hace falta que te lo diga, pero no te fíes de él. Da igual cómo hable o se viste, no es tan diferente del propio Reich, a su manera— aclaró, pues había diferencias fundamentales—. Yo soy un sociópata, pero él ni siquiera está vivo, Sebastian. Como el Reich, lo único que desea es convertirse en un Dios... con un séquito de creyentes que le adoren.

Pero, ¿era eso diferente a lo que deseaba el propio Task?

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08/11/2018, 21:05
Bevidiere Lafayette
Sólo para el director

Lafayette se arrastró de la cama y se aseó para ir al trabajo. El motivo por el que lo seguía haciendo era totalmente desconocido para ella, pero lo hacía. 

Le pagó al taxista tras haber mantenido estricto silencio durante todo el trayecto, y se quitó las gafas de sol antes de entrar en la morgue, dando un primer vistazo rutinario a la agenda del día. Un primer vistazo que la hizo palidecer, y levantarse de la silla, en el acto- No me jodas...-musitó, contenida, antes de salir de su despacho, tratando de mantener la calma hasta acabar entrando en la sala de autopsias. 

McKenzy... McKenzy....-se repitió, mentalmente, mientras buscaba en los diferentes compartimentos que guardaban los cadáveres en condiciones atmosféricas adecuadas, y en las bolsas que descansaban sobre las mesas de autopsias, el cadáver que poseía aquel nombre, dispuesta a destaparlo, a intentar averiguar, a su peculiar manera, si efectivamente aquel era el McKenzy en el que ella pensaba, y qué demonios había ocurrido con él. 

- Tiradas (1)
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10/11/2018, 07:23
Sebastian Task

Task se quedó unos segundos pensativo. Al final acababa imponiendo su criterio la parte empresarial de su cerebro, como casi siempre.

- Organiza una reunión. - Dijo a Morrow. - Locke y yo. Solos. Ni el ruso, ni tú, ni matones ni guardaespaldas ni otros vitalistas ni leches. Quiero hablar con él cara a cara. Bueno, eso si es que no usa una de sus ilusiones para personificarse en su lugar. Pero quiero hablar con él, directamente y sin intermediarios. Si no sabe que yo estoy implicado en esto a estas alturas... - Se encogió de hombros. Era imposible que Locke no lo supiera. No era un tonto sin dos dedos de frente. Más bien un tipo astuto e inteligente que jugaba sus cartas de la mejor manera posible para él.

Pero el fin último de Task no era hacerse con el mundo el hampa de New Sydney. Necesitaba saber de primera mano las prioridades de Locke para poder decidir su siguiente paso. Y si era necesario renunciar al submundo en favor de Locke, en pos de un bien mayor para Task... lo haría. Él siempre tenía varias jugadas y siempre miraba por algo a largo plazo o a mayor envergadura. Si Locke quería quedarse jugando a los mafiosos... que se lo quedara todo.

- Le ofrezco reunirnos en un reservado del Igloo o del Purgatorio. Dada su autoconfianza no creo que ponga pegas a ninguno de los dos sitios. Otra opción es cualquiera de los despachos de cualquier sede de mis empresas. O incluso de alguna de las empresas de Locke. Me da lo mismo, que él decida. Pero quiero hablar con él cuanto antes. - Se le acumulaban las tareas y Sebastian comenzaba a notar la presión del tiempo. Sabía que se le agotaba.

- Vamos a cortar este problema de raíz. - Dijo en referencia a Trevor Locke. Luego pasó al asunto del Nigromante.

- Cotard es raro. Diferente a otros enemigos que hayamos tenido. Por supuesto que no me fío de él... pero es una poderosa baza que hay que sentar a la mesa. He conseguido que acepte reunirse con Novák, Omega, Blake y la Liga. Es más reticente a sentarse con los rusos o la Yakuza... pero si puedo hacer que todas las facciones se reúnan en una convención inicial... mejor. - Explicó. - Los nazis están en camino y son un problema mayor que cualquiera de esos grupos por separado. -

Se encogió de hombros. - De hecho, no me fío de que alguno de dichos grupos no haya pactado ya con los alemanes y planee vendernos. Pero quiero ir, escuchar sus opiniones y plantear opciones. Pensaremos nuestras propias opciones después, y decidiremos nosotros... como Avalon, cuál será nuestro mejor paso a seguir. Al final... después de todo. Lo más importante seguirá siendo nuestra supervivencia y que como grupo prevalezcamos al resto. ¿Comprendido? - Dijo sin tener que explicar por qué Avalon era o que era. Por qué juntos eran más fuertes. Por qué juntos crecerían cada día más hasta que al final controlaran todo desde las sombras... o puede que incluso desde la luz.

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15/11/2018, 21:41
Cotard "El Nigromante"

Era McKenzy. Apareció frente a Lafayette tras abrir la bolsa, pálido, rígido y sin vida. Y aún así, era sin duda el mismo hombre que había visto desnudo la noche anterior. Con aquel semblante inexpresivo, casi pacífico, pareciera de algún modo retorcido que Ethan había encontrado en la muerte una paz que la vida nunca le dio.

Por desgracia, no parecía ningún truco. El cuerpo era, sin duda, él. Todas las manchas de nacimiento, la misma barba, el mismo cabello, y en general... el mismo aspecto, salvando aquella expresión de calma imborrable. No parecía tener heridas visibles, ni había señales de lucha en su cuerpo, pero una vez en sus últimos recuerdos...

Voy a decírtelo una última vez, Ethan— espetó Cotard con voz imperativa.

Ethan estaba en su apartamento, en el salón. El hombre se había recogido a una esquina, con una pistola en la mano. La puerta principal estaba cerrada, sin señales de haber sido abierta a la fuerza. Y sin embargo, Cotard estaba frente al hombre, enfundado en un traje negro con líneas blancas, verticales, y una camisa blanca de cuello alto. Paradójicamente, llevaba un cinturón con una calavera de metal que poco encajaba con su ropa formal. No parecía portar arma alguno, aunque bajo el traje podía intuirse un torso y unos brazos marcados. Estaba ligeramente ladeado, con un brazo extendido hacia Ethan con la mano abierta, seguramente para que le tendiese la pistola.

No quiero matarte. No tengo interés, ni necesidad— negoció—. Pero quiero aprender tu poder, y si no me enseñas por las buenas, te lo arrebataré a la fuerza— aseguró , asintiendo, tensando la mandíbula y mirándole directamente con los ojos abiertos y una mirada severa—. Por desgracia, para hacerlo tendré que arrancarte el alma, y tu espíritu no puede seguir en tu cuerpo sin alma, Ethan— continuó—. No puedo prometerte lo que será de ti. Pero si me ayudas por las buenas, te devolveré a tu hijo.

Ethan retiró el seguro de la pistola y apuntó al Nigromante a la cabeza. "Nunca podrás devolverme a Charlie", dijo, con la mano temblando ligeramente y un rictus de dolor emocional en los labios. Sus ojos, enrojecidos, desafiaban a Cotard. "Ese nunca sería mi hijo".

Cotard puso ambas manos en alto, revelando un par de gemelos de plata en las mangas de la camisa blanca bajo el traje.

Es demasiado tarde para resucitar a tu hijo, es cierto. Pero podemos restaurar su cuerpo todo lo posible, y animarlo con los recuerdos que tienes de él. Sería casi Charlie. Tu versión de...

La pistola se disparó. Ethan había apretado el gatillo. Cotard dejó de hablar, pero no se movió del sitio. La bala impactó en su frente despejada, abriendo un pequeño agujero. El Nigromante había cerrado los ojos, pero también apretado la mandíbula. Gruñó levemente. La bala salió por donde había entrado, y la herida abierta, que no había sangrado en absoluto, se cerró en un unos segundos.

Bueno— dijo el no-muerto con la rabia contenido, estirándose las mangas del traje a mano cambiada—. Ya te dije que era tu última oportunidad.

Cotard comenzó a avanzar con pasos grandes y apresurados hacia Ethan, que siguió disparando la pistola inutilmente. Un oar de balas atravesaron su frente, mientras otra atravesaba un ojo y otra un pómulo. Sin embargo, El Nigromante siguió avanzando, impasible, hasta arrebatar la pistola de la mano de Ethan con un simple movimiento. Lanzó la pistola sobre un sofá, y extendió la mano libre sobre el pecho de Ethan, haciendo aparecer una película gris que se extendió por el mismo.

Poco a poco, Ethan fue cerrando los ojos, como si se asfixiase, mientras repetía la clásica palabra, "No". Aunque Cotard simplemente tenía una mano sobre su pecho, estaba drenándole su alma, su energía vital, e Ethan parecía incapaz de apartarse por las buenas. Pudo aferrar el brazo de Cotard con ambas manos, pero no pudo despegarlo de su pecho, y finalmente Ethan comenzó a sentir cómo le flaqueaban las piernas, hasta que finalmente agachó la cabeza y cerró los ojos, sintiendo como las últimas fuerzas le abandonaban.

Mientras tanto, Cotard simplemente se limitó a mirar, sin expresión alguna, al Ethan moribundo. Su rostro, mientras tanto, se regeneró, recomponiendo los restos de su ojo reventado y los agujeros de bala. Conforme terminaba, con la mano libre que hacía segundos había tirado la pistola, sacudió la muñeca, dejando ver un reloj de muñeca. Se limitó a mirar la hora durante los últimos instantes.

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15/11/2018, 22:07
Doctor Sapiens

Morrow aceptó. Concertaría una cita con Trevor, a solas, o al menos lo intentaría. Mientras tanto, todo seguiría su curso natural. Seguía siendo reticente ante el encuentro entre diversas facciones e involucrar a Cotard, pero se mantuvo al margen. Naturalmente, Task podía hacer lo que quisiera. Morrow podía ser algo testarudo, pero sabía en qué batallas debía meterse y en cuáles no, y cuándo era mejor guardarse su opinión para si mismo.

Desde luego, era alguien difícil de convencer, o moldear, pero reclutarlo había sido considerablemente fácil. Era el soldado correcto, en el momento adecuado, con una causa correcta. Por mucho que Morrow se escudase en el amparo de asesinar nazis y buscar asilo político, no tenía problema en mancharse las manos para conseguir una posición social, económica o "militar" privilegiada. No mientras mancharse las manos fuese meterse con gente igual de gris o manchada de sangre que él.

Poco antes de la reunión oficial entre las grandes potencias, sin embargo, Task visitó al Doctor Sapiens. Aquel peculiar coreano con voz primitiva y un aspecto que recordaba más a un primate modificado genéticamente que a un humano asiático... era sensiblemente civilizado pese al tamaño de sus músculos, sus pies y la cantidad de vello corporal.

Vestía un traje de color azul oscuro, claramente hecho a medida por necesidades obvias, y una camisa blanca sencilla. Aunque llevaba pantalones de traje, en aquel momento no calzaba unos zapatos de su tamaño, sino que iba descalzo. Al fin y al cabo, estaba en su laboratorio, situado en propiedad de Task y equipado con su dinero.

Tengo buenas noticias— dijo el hombre, sentándose en una silla reclinable, en su despacho repleto de libros de biología, filosofía, ciencia, medicina y biotecnología. Mientras tanto, task ocupaba el asiento del invitado, al otro lado de la mesa—. Preferiría esperar dos meses, pero estamos bastante cerca de poder programar un virus capaz de detener, permanentemente, los procesos de envejecimiento. Sorprendentemente...— esbozó una amplia sonrisa— tu cuerpo ya ha parado dos de esos ocho procesos, y ralentizado otros tres. No suficiente para evitar tu envejecimiento general, pero es una señal de que tus poderes son... aunque inferiores a Blake o algunos nazis, muy reseñables, Task— cabeceó lentamente un par de veces—. Sólo los Hijos de Dios con un gran potencial pueden afectar inconscientemente a su biología de esa forma.

Abrió algunos archivos, mostrando a Task las partes de su ADN que iban a ser reescritas y aquellas en las que aún tenían que estudiar el código a insertar. Sorprendentemente, el trabajo que faltaba por hacer era... bastante como en comparación al que ya estaba hecho.

Por desgracia, Sarah es un caso más complicado— confesó el científico—. Podemos parar algunos mecanismos de envejecimiento. Tres, quizá cuatro, pero no todos. No todavía. Seguramente podamos con el debido tiempo, pero no sabría decirte cuánto exactamente, Task— se sinceró el hombre—. Aún así, creo que podemos revertir manualmente, con dosis periódicas, seis o siete fuentes. La restante, o las dos restantes, podríamos ralentizarlas temporalmente, y creo que en unos meses, uno o dos años a lo sumo, podríamos revertirlas a mano.

El Doctor Sapiens era genetista, o al menos esa su especialidad. Naturalmente, era médico antes que genetista, y seguramente tuviese ciertos conocimientos sobre los Hijos de Dios, y la psiquiatría. Aún así, era difícil saber si podría ayudar a Sarah en absoluto, o no. De un modo u otro, aún no había sido oficialmente puesto al tanto de la nueva condición de la telépata.

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21/11/2018, 18:52
Sebastian Task

¿Poderes inferiores a Blake u otros nazis? Aquello no le gustaba a Task ni un pelo. Pero Sapiens tenía razón. Así era. Y por el momento Task tenía que contentarse con esperar en un segundo plano. Mantenerse entre bambalinas y dar golpes selectivos cuando era necesario.

Su intelecto y su visión, tanto empresarial como para el mundo del hampa, eran superiores. O eso quería creer. Y si no lo eran, tendría que aprovecharse de momentos a medida que estos surgieran. Porque lo que sí tenía claro, era que todo el mundo tenía su momento… y debía aprovecharlo. Si así lo hacía no tendría límites.

- Esperemos esos dos meses. – Concedió el empresario. Sabía que a lo mejor no disponían de ese tiempo. Todo dependía de cuándo atacaran los nazis. Y si atacaban mucho podía salir mal. Aun en el caso de que Task sobreviviera… y que Australia ganara esa batalla, Sapiens podía perecer en el conflicto… o desaparecer. En ese caso Sebastian perdería su oportunidad.

Pero era algo con lo que debía ser muy cuidadoso. No quería riesgos.

- Con el tema de Sarah… - Añadió sin tener que fingir que el caso le preocupaba. – Creo que lo mejor será hablarlo con ella directamente. Sin tapujos. Contarle la verdad y que decida. – Explicó. Ella no era la misma que cuando habían comenzado el proceso. Quizá todavía pudiera recuperarla, o quizá no. Pero en cualquier caso Task le debía al menos que fuera ella quien decidiera sobre someterse o no a ese tratamiento. Todavía no tenía claro si que Sapiens supiera la verdad podría ayudar en modo alguno.

- Si todo va bien podrá esperar dos años a que vuestro estudio avance. – Añadió. – Si todo va bien quizá dispongamos de más recursos para que no os falte de nada. – Continuó. Si todo iba bien, claro.

- Hay algo más que querría saber... Su terapia... su tratamiento... - Comentó. - ¿Puede usarse de otros modos? - Preguntó.

- Doctor Sapiens… Tengo una duda hipotética. – Comentó. Tras ver cómo iba a cambiar su ADN se le habían ocurrido otra infinidad de posibilidades. – Y esto quiero que quede dentro de la más estricta confidencialidad. Ni sus subordinados ni nadie más… solo usted y yo. – Advirtió.

Acercó su rostro lentamente unos centímetros para ser más vehemente con lo que iba a decir.

- Su tratamiento… ¿podría modificarse? – Preguntó. – Quiero decir… en vez de ralentizar el proceso de envejecimiento… o detenerlo… ¿sería capaz de alterar el ADN para otorgar nuevas habilidades a un Vitalista? – La pregunta era muy directa. Sería como crear gente con poderes a su antojo. Tener poderes a la carta. Un poder demasiado grande como para creer que podría existir de verdad. Pero soñar era gratis… y Task gustaba de soñar a lo grande. Si eso era posible... quizá pudieran utilizarlo para curar del todo a Sarah. Para extirpar los recuerdos de Zimmerman de su mente. Y por supuesto... para mejorar las habilidades de Task. ¿Sería factible algo así?

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27/11/2018, 04:25
Doctor Sapiens

Perfecto— respondió el Doctor Sapiens, asintiendo de forma formal—. Lo hablaré con la Señorita Clover— aseguró con una sonrisa—. Respecto a la segunda pregunta... creo que es posible, aunque difícil e inseguro, Sebastian— confesó con sinceridad, tuteando al empresario con cautela para empatizar más con él—. Generalmente, las terapias genéticas se realizan para "activar" el Vitalismo o alterar las capacidades físicas de un sujeto. Se ha intentado modificar activamente el ADN de un Vitalista activo, pero los resultados han sido... insatisfactorios.

El hombre, con su traje de hombros anchos y una corbata aflojada, se revolvió incómodo. Parecía que aquel era un terreno en el que prefería no meterse.

¿Porqué cree que soy así?— dijo abriendo las manos, azules, con amplitud—. El tipo de terapias que sugiere son muy peligrosas. Pueden no tener éxito, y los efectos secundarios inesperados son... esperados— bromeó en serio, con una pequeña risa grave—. La terapia genética normal, para obtener ojos azules, pelo rubio, más altura, y fuerza sin estimular el músculo de forma externa, es posible— aseguró recuperando la seriedad—. Y los nazis han refinado la creación de supersoldados, pero aquellos que tienen capacidades que calificamos como "anomalías científicas" sufren efectos secundarios, tanto físicos como mentales.

Cotard ya había advertido a Task de las condiciones de dichos soldados, con capacidades sobrenaturales pero, en mayor o menor medida, no-muertos o convertidos en "monstruos de circo". Era de esperar que la enfermedad mental se hiciese camino en aquellos individuos, que no hacía muchos años eran militares normales y hoy medían dos metros y medio, con espaldas encorvadas y manos de Frankenstein.

Sin embargo... hablamos de intentar otorgar poderes a individuos normales, a la fuerza— matizó con un tono levemente esperanzado—. Aunque es una ciencia experimental y peligrosa, activar o desactivar el Vitalismo es posible. Sabemos que la clave está en los genes, pero el código es tan enrevesado, y varía entre distintos árboles familiares, individuos y el tipo de habilidades, que sigue siendo muy peligroso— confesó con una pequeña sonrisa de satisfacción, probablemente porque sabía cosas que debían no saberse en ese ámbito—. Si activarlo es difícil, podrá imaginarse que manipular a alguien con dichas capacidades activas es... tremendamente difícil. Apenas hay casos de éxito, y los considero mera distribución estadística.

Dicho de otro modo... aquellos que habían obtenido poderes adicionales por medio de la edición genética, siendo ya Vitalistas con poderes, lo habían hecho por pura suerte experimentando. Task, seguramente, podría compararlo al inversor que, sin tener ni idea de lo que hacía, invertía en la empresa correcta por casualidad, mientras la gran mayoría en su situación fracasaban estrepitosamente.

Le desaconsejo intentarlo, Señor Task— concluyó el doctor—. Sabemos que el ADN de un Vitalista cambia cuando adquiere nuevos poderes o "absorbe" el "Éter" de otra persona— explicó rascándose un brazo, usando esos términos pseudocientíficos, a falta de otros que pudiese emplear con mayor acierto—. En el primer caso, algunos genes se activan y cambian su expresión epigenética, pero ya estaban ahí. En el segundo... directamente parte de tu ADN se reemplaza por el de dicha persona.

Aquella afirmación sugería que cada individuo tenía ciertos poderes podían desarrollarse, aprenderse o enseñarse, mientras que otros debían de ser implantados o robados, si el ADN del "ladrón" era compatible con dichas capacidades pero no las poseía de forma innata. Seguramente, aquello explicaba cómo los rusos y otros miembros de países del este se habían agrupado en la facción de los "Ladrones de Almas", como ya habían puesto al corriente a Task.

— Existen casos documentados donde dicho ADN ha llegado a tener un comportamiento... vírico— prosiguió, terminando—, replicándose hasta que el portador muta física y mental hasta convertirse en el individuo que ha asimilado, pero son sólo casos muy documentados de "Hijos de Dios" con grandes capacidades, drenados por individuos mediocres. Lamentablemente...— suspiró—, dichas áreas siguen siendo demasiado complicadas para lo que sabemos, por el momento. "Cualquier forma de ciencia demasiado avanzada es indistinguible de la magia" — citó con una sonrisa—. Creo que la "magia" es ciencia, pero por desgracia... lo que me pides se escapa a nuestras capacidades, aunque los nazis, Estados Unidos y Japón han sido pioneros en experimentar en ese campo... con resultados muy dispares y, por desgracia, poco fiables y predecibles. Yo— extendió de nuevo sus manos azules— soy un ejemplo viviente, Task.

El empresario no sabía exactamente cómo Sapiens se había convertido en "Sapiens". Era obvio que debió de haber sido algún tipo de experimento, pero aquel surcoreano, que por aquellos días aparentaba haberse convertido físicamente en un super-neandertal mutante, poco tenía ya de surcoreano... y en cierto modo, tampoco de hombre. Era difícil pensar que el Doctor Sapiens pudiera tener descendencia con una hembra, independientemente de la especie.

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02/12/2018, 21:56
Bevidiere Lafayette
Sólo para el director

Lafayette se soltó del cadáver, con un respingo, notando que las piernas le flaqueaban, y finalmente le fallaban, haciéndola caer de rodillas en el suelo de la sala de autopsias, tal y como le había pasado a McKenzy en su propio apartamento- Joder... Joder... Joder, joder... Joder...-Repitió, temblorosa, boqueando, tratando de arrancar el aire del ambiente e introducirlo en sus pulmones, mientras el sudor frío se derramaba por su espina dorsal, al entremezclar la imagen del detective siendo consumido con aquella de él mismo, entre sus pernas, o de pie, frente a ella, con la bragueta abultada, tratando de averiguar cuánto de puta o de buena chica había en ella. Tan jodido como lo estaba ella misma. 

Emitió un sollozo, del que a penas fue consciente. Y sintió miedo. Un profundo miedo, entremezclado con una rabia incandescente que la llevó a golpear el suelo con los puños cerrados, cubiertos en guantes azules de nitrilo. Respiró profundamente, una vez tras otra, hasta sentirse ebria. Hasta que le temblaron los labios. Y se levantó, despacio, tomando el bisturí, apretando el mango hasta que quedaron marcados sus nudillos, antes de tapar la cara de Ethan con un campo quirúrgico estéril y proceder a dibujar una sangrienta T invertida sobre su torso.

Se lo debía, se dijo. Alguien que supiese de él, que conociese su sufrimiento lo suficiente como para respetar absolútamente su cadáver, tenía que realizar la autopsia, pensó, convencida, mientras cortaba con las tenazas de hueso cada una de sus costillas- Lo siento... -dijo, con las lágrimas empañando brevemente sus pupilas, tomando su mano durante un instante, antes de proseguir. 

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06/12/2018, 13:51
Sebastian Task

Dos meses. Ése era el margen de tiempo que le quedaba para convertirse en inmortal. Al menos en cuanto a términos de edad se refería. Si los nazis no atacaban en dos meses, Task podría tener un plan B en la manga. Huir o esconderse mientras acumulaba y aumentaba su propio poder personal.

Pero mejor que no se diera ese caso. Mejor que ganaran a los alemanes y acabaran con todos ellos. En el nuevo orden mundial que se instauraría, ahí sí podría prepararse y mejorar sus capacidades sin límite de tiempo. Cerró los ojos un momento. Las palabras de Sapiens eran certeras. Se llevo la mano al puente de la nariz, y se masajeó con suavidad. Necesitaba reflexionar.

- Lamento que no funcionase como usted deseaba. - Comentó. - Y lamento que ahora no sea viable poder utilizarlo conmigo u otras personas de nuestro bando... pero me fío completamente de su criterio. Céntrese entonces en mi suero. Yo voy a planificar una defensa contra los nazis. - Dijo a modo de despedida.

Él era un empresario de éxito. Billonario. Y además un Vitalista poderoso. Astuto e inteligente. ¿Maquiavélico? Quizás. Era cierto que le gustaba planificar las cosas. ¿Qué debía hacer? Con Sapiens no podía sacar mucho más. Por otro lado tenía pendiente una reunión con Locke cuando Morrow pudiera concertarla. Después tenía también la reunión con Novák, Omega, Blake, la Liga y Cotard. Con reservas acerca de si irían la Yakuza o los rusos. Eso era más importante todavía. Ahí escucharía las opiniones de todos y él daría la suya propia. Si los egos de cada uno eran demasiado grandes como para hacerles ver que debían colaborar si querían sobrevivir... sería la destrucción de todos.

Tras esa reunión se juntaría con todo Avalon, les comentaría todo lo hablado y entre todos decidirían su siguiente paso. Probablemente Nóvak querría hablar con Task en privado.

Y luego estaba la hija de Eichmann. Cotard no había querido entrar en detalles sobre ella... pero Task se preguntaba si la mujer - o muchacha, aún no lo tenía muy claro - aparecería en la reunión. Sebastian estaba convencido de que ella era capaz de poner en apuros al propio Reich.

Lo odiaba. Tenía que reconocerlo pero lo odiaba. En situaciones así echaba de menos follar con Sarah y luego hablar con ella de tú a tú... Con ambos sugiriendo ideas y maquinando planes. Ella le complementaba. Era astuta, inteligente y sibilina. Sabía cómo conseguir sus objetivos. Task apretó el puño. La había perdido por culpa de Zimmerman y tenía toda la pinta de que nunca volvería a ser la misma. Si ahora estuviera bien quizá pudiera charlar con ella acerca de todo eso... ver qué opinaba y qué ideas tenía.

Bueno, siempre podía intentarlo. A lo mejor su nuevo ser era incluso más maquiavélico que la antigua Sarah.

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07/12/2018, 02:14
Narrador

El día de la reunión prometía ser un día tan movido como interesante. Novák, Omega, Blake, alguien de "La Liga" y Cotard juntos en la misma mesa. Quizá incluso el líder ruso de los Ladrones de Almas, fuese quien fuese, y los japoneses. Sin embargo, Omega, por supuesto, impuso como requisito que semejante reunión, destinada a dictar el futuro militar de Australia, se celebrase en su bastión. Así pues, los residentes en New Sydney se dirigieron a "Palacio Blanco", la zona de la ciudad donde se erigía la Oficina de Omegas y buena parte de su actividad burocrática. En un elegante y alto edificio con paredes recubiertas de cristal reflectante, en el último piso, se reunieron todos frente a una mesa con de reuniones.

Una tal Jade Hickling, una agente gubernamental, fue la que se encargó de llevar a Task personalmente a su despacho, donde ya esperaban varios de los integrantes. Omega, Novák y Blake. La mujer, aunque elegante y en cierto modo con un aire a Sarah, no parecía particularmente relevante. Parecía una reunión bastante "standard", salvando los guardias de seguridad que esperaban fuera de la sala. Task contó 20 hombres, y 4 androides de Novák vendidos al gobierno. El despacho, en si mismo, era elegante, pero sencillo. Elegantes sillones y una amplia mesa con ordenadores y proyectores.

Adam Blake no parecía haber llevado a nadie con él. Estaba sentado en unas de las dos esquinas que presidían la mesa, opuesto a Omega. Una camisa azul celeste, una gabardina formal de color marino, y un reloj de plata parecía ser lo único relevante, salvando un porte extremadamente serio, incluso para él. Aún así, llamaba la atención un pendrive instalado frente a él. El proyector situado a su lado parecía mostrar una grabación en curso, indicando que quizá estuviese retransmitiendo la reunión a su "comunidad", que al parecer era bastante amplia. Hasta donde Task sabía, probablemente decenas. Llevaba puesto un pequeño pinganillo y un micrófono de corbata, por lo que la situación parecía bastante obvia.

Omega, como era de esperar, estaba sentado justo enfrente, al otro lado de la mesa. Aún así, seguía siendo una ilusión. Aunque convincente, era un holograma de una persona de sexo difuso, aunque levemente más femenina, y aspecto bastante aséptico y neutral. Una camisa blanca y un moño recogido, con un porte seco y serio, pero educado y formal. Si no fuese por el símbolo de "Omega" grabado en su camisa, hubiera sido difícil dilucidar que se trataba de la persona que dirigía New Sydney, y por extensión, Australia.

Novák en cambio, seguía siendo Novák. Llevaba un traje negro con camisa blanca y corbata, pero estaba, al menos ojos de alguien como Task, incómodo. Era difícil de notar, pero Sebastian lo conocía, y el hombre jugaba con su ordenador de pulsera, perdiéndose en una proyección de lo que parecían planos para algún tipo de escudo energético, claramente experimental. Seguramente, uno de los dos "Planes B" que Novák tenía para abordar el problema de los nazis. Era difícil saber si confiaba o no en el éxito de aquella reunión, pues Kurt siempre trabajaba, incansable, en sus máquinas, sin importar lo que ocurriese en la ciudad, el país, o el resto del mundo.

Tras él, sin embargo, estaba el androide que el tecnópata utilizó para hablar con Sebastian cuando fue a verle en la instalaciones médicas habilitadas por Sapiens, donde Sara descansaba. Aunque permanecía de pie e inmóvil, el androide seguía siendo un monstruo plateado de dos metros, y claramente estaba "presente" en la habitación aunque no se moviese. A diferencia de los androides que esperaban afuera, el modelo resultaba más llamativo y parecía más "vivo", al menos en cuerpo y presencia.

El siguiente hombre fue el miembro de "La Liga". Aquella asociación, aunque demacrada por la persecución de los nazis en América, seguía viva. Task había hecho su tarea de investigación, y la mayoría eran individuos de origen hispano, unidos bajo una misma comunidad principalmente lideradas por Vitalistas preocupados por la naturaleza. Desde la ecología hasta los animales. Bastante decepcionante, considerando que abrazaba a Hijos de Dios de todos los tipos. A efectos prácticos... estar liderados por un puñado de "hippies" o activistas ecológicos no ayudaba a que fueran una organización poderosa. Podía decirse que, más que una organización, eran solo eso... una comunidad, donde los Vitalistas podían juntarse con otras Vitalistas de forma distendida.

Dicho eso... su líder, o el que se presentó allí en posición de serlo, no parecía precisamente un hippie. Aquel hombre era un armario de 2x2. Literalmente, con más de dos metros de estatura y un físico de culturista, el hombre cargaba una camisa blanca de lo más sencilla. De las que costaban cinco euros en el supermercado, lo cual no le favorecía considerando que, con su musculatura, aquel hombre se beneficiaría mucho con una camisa a medida. Los tatuajes asomaban por la comisura de su cuello y sus muñecas, y su cabello corto y mirada de oso hosco no ayudaba en absoluto. Se sentó en otro de los asientos, a un lateral de Omega y frente a Novák, que miró al hombre tratando de no mostrar un juicio de valor en su rostro.

Cotard no tardó en presentarse, poco después. Cotard seguía siendo... Cotard. Un cadáver calvo y tatuado hasta las cejas, con un traje negro, corbata y camisa blanca, musculado pero sin llegar a los niveles de aquel tipo que había llegado justo antes. Se sentó en la mesa, dejando un asiento vacío al lado de Task, poniendo ambas manos sobre la mesa. Llevaba algún anillo, y un reloj de pulsera, pero poco más. Sin embargo, con él llegaron dos personas más. Un hombre y una mujer. El hombre rondaría unos 30 años, pero algo mayor que la mujer. Era más alto que Cotard,con cabello negro, mandíbula ancha y una cicatriz en el lado derecho del rostro. Sus ojos estaban teñidos con una esclerótica amarilla, pupila e iris negros.

La mujer, visiblemente atractiva, era iba enfundada en una cazadora de cuello alto y color granate. Parecía joven, cerca de los 30 años, sin alcanzarlos. Cabello castaño oscuro, con raíces rubias, ojos azules y un aspecto sorprendentemente sobrio y altivo pero sereno. Si alguien era la hija de Eichmann, definitivamente era ella. Mantuvo sus labios pegados, sin embargo, y se sentó a la izquierda de Cotard, dejando que el hombre con la cicatriz se sentase al lado de Task. La mujer se inclinó ligeramente hacia adelante, escrutó a todas las personas presentes en la sala con la mirada, y sonrió, recostándose en el asiento para acomodarse y esperar, mirándose los dedos de una mano mientras sonreía disimuladamente.

Durante unos minutos más, nada pasó. Entonces la oficina recibió una llamada entrante, y una figura oscura, con una capucha gris y una iluminación que no dejaba ver el rostro, se presentó como un holograma. Parecía un hombre, bastante promedio a juzgar por su complexión y estatura, pero habló con un visible acento ruso, presentándose como el "jefe" de los Cazadores de Almas. Convenientemente, usó el término "Cazadores" en lugar de "Ladrones".

Y finalmente, tras varios minutos más, llegó una llamada entrante. Tres figuras aparecieron en la sala, recreadas como hologramas. Aquellos eran los japoneses, aunque era difícil identificarlos como tales. El primero de ellos, y el más destacable, era un hombre de complexión amplia para un japonés, pero aún así más menudo que Task. Tenía el aspecto de un empresario, o un político, y era un simple hombre asiático de 40 o 50 años, con cabello gris y un traje a medida.

Era sorprendente, sin embargo, que aquel hombre pareciese precisamente solo eso, un hombre, pues sus dos acompañantes distaban mucho de tener una apariencia normal.

Junto al empresario se alzaba una mujer, con cabello rojo fuego y piel azul, similar a la del Doctor Sapiens. Sus ojos, amarillos, y con diversos grabados en el rostro, tenía unos rasgos ligeramente asiáticos, pero seguía pareciendo una mutante en toda regla, que como Sapiens... era difícil pensar que pudiera tener descendencia con otro humano. Era menuda, sin llegar al metro sesenta de estatura, pero iba completamente desnuda. La ausencia de rasgos sexuales, sin embargo, suavizó visiblemente la situación. Parecía que llevaba el cuerpo pintado, salvo porque, bueno... no era pintura. La mujer sonreía levemente, como la acompañante de Cotard, aunque de manera algo más siniestra.

Y el último hombre de los japoneses, a la izquierda del empresario, parecía surgido de una pesadilla en toda regla. Con metro noventa de estatura, e increíblemente delgado y estilizado, con extremidades largas, aquel hombre con traje no tenía rostro. Ni boca, ni nariz, ni ojos, ni orejas. Literalmente, era un cráneo escuálido, sin apenas grasa, alzándose como lo haría una ameba, aunque parecía poder ver a juzgar por cómo inclinó la cabeza para mirar a la mesa desde la cámara. El empresario le presentó como su "socio", sin darle aparente importancia a su aspecto, y a la mujer al otro lado como la segunda gobernante de Tokyo, tras él.

Cotard presentó a su acompañante como "Perséfone", sin dar mayores explicaciones, y al hombre a su lado como su mano derecha. Hechas las presentaciones... Omega abrió la sesión, extendiéndose en la situación de la ciudad y el conflicto bélico en el frente ruso. El "jefe" de los Cazadores de Almas no añadió comentarios al respecto.

— Ha llegado a mi atención, Señor Task, que usted organizó y coordinó buena parte de la persecución contra el sujeto como "Ancel Zimmerman"— continuó el holograma, pasando a mirar al empresario—. También se me ha hecho creer— señaló en este caso a Adam Blake— que dicho sujeto ya no existe, y que— señaló a Cotard— entró ilegamente en el país y la ciudad intentando asesinar a "Cotard El Nigromante"— citó sin darle mayor importancia— para usurpar sus poderes. ¿Es cierto? Considerando que usted se ha preocupado por reunirnos a todos en esta mesa, y que es el único individuo que no dispone a un colectivo de Vitalistas o soldados bajo su mando, creo que sería oportuno darnos más detalles sobre su papel, salvando su condición como "facilitador" de esta reunión.

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07/12/2018, 03:23
Narrador

Sorprendentemente, nada más inusual tuvo lugar.

La autopsia fue limpia y sin incidencias. Salvo el hígado de McKenzy hecho papilla por el alcohol, sus pulmones por el tabaco, y un sistema nervioso visiblemente estresado... parecía que el hombre había muerto por un infarto súbito. Parecía que Ethan había sufrido un colapso nervioso periférico, y acto seguido... un colapso total de la conducción eléctrica cardíaca. Seguramente el hombre había permanecido consciente unos segundos, pero todo debió acabar rápidamente.

Por supuesto, el estrés no se fue de Lafayette, acompañándola todo el día, como el recuerdo de McKenzy. Y aún así, nada más pasó. No hasta llegar a la mitad del turno, al menos. A mediodía, la mujer comenzó a sentir un hormigueo generalizado en los brazos. No se fue. A media tarde, se había extendido a las piernas, y los hombros. Y una hora más tarde, a todo el cuerpo salvo la cabeza. Comenzó a sentir como su corazón latía más rápido (a un ritmo "normal", por primera vez en años), y conforme fue a girar el pomo de la puerta para abandonar la sala al acabar su turno... sintió el mismo hormigueo en la cabeza, presente como una jaqueca.

A la doctora le fallaron las piernas y cayó al suelo, inmóvil salvo por la capacidad de pardadear. A pesar de la ansiedd, en pocos segundos la invadió una sensación de cansancio, pesada e irresistible, hasta perder el conocimiento. Treinta y cuatro minutos más tarde, la mujer recobró la consciencia y fue capaz de moverse otra vez, con normalidad. Lo único que sentía para recordarle que había sido real era un extraño frío en los dedos, algo entumecidos y adormecidos, como si su cuerpo los hubiese abandonados para mantener el resto de su cuerpo caliente.

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13/12/2018, 21:32
Sebastian Task

Task se había mentalizado mucho para la reunión. Aquel día iba a decidirse el futuro de Australia. Y de un modo u otro, el de Avalon. Había aceptado reunirse en el corazón del refugio de Omega, sin reservas. Había acudido sin guardaespaldas y sin nadie más de Avalon. Pero todos sus compañeros… Morrow, Hollow y Sarah, habían sido avisados tanto de lo que iba a ocurrir como de las intenciones de Task. Tenían una reunión propia planificada en cuanto Task saliera del bastión de Omega. Llamaría a Hollow, le daría su ubicación y éste le llevaría a la sala oculta sin entradas ni salidas bajo el Purgatorio. Donde el resto ya le estarían esperando.

“Palacio Blanco”. Sebastian sabía que no serviría de nada, pero procuró memorizar los detalles de aquel lugar. Desde que puso el primer pie frente a la puerta, hasta todo el camino que recorrió hasta la sala donde estaban los demás. A Omega le gustaba mostrar todo su esplendor… todo su lujo y poder. Por ello les había citado allí. Sebastian conocía la táctica pues la había usado en innumerables reuniones de negocios. Cualquiera no avezado y ducho en esas lides se sentiría intimidado, aunque fuera ligeramente, durante ciertos momentos de la reunión.

Pero no se iban a juntar precisamente con simples empresarios o millonarios o billonarios. No, se iban a juntar los dirigentes de las facciones más poderosas del mundo conocido. Donde poder no era precisamente sinónimo de dinero.

Allí, sentado frente a la mesa, Task se encontraba en su elemento. Se le veía cómodo. Vestido con su traje impoluto, algo ajustado pero hecho a medida con sedas de la mayor calidad. Camisa blanca, corbata y un reloj de oro que ni siquiera pertenecía a una marca importante… si no que era un diseño exclusivo. Único ejemplar en el mundo, como muchos de los presentes.

La seguridad no era mala… veinte hombres y cuatro androides… pero era meramente un paripé. Si cualquiera de los presentes se dedicaba a desatar su poder, los hombres no podrían hacer nada para frenarlos, y los androides tampoco. Si se desataba cualquier tipo de violencia el edificio sería arrasado hasta los cimientos con total seguridad.

Con lo que esos guardias eran puro teatro. Una simple formalidad. Lo comprendía y lo aceptaba. Pero como sabía su propósito y finalidad, los ignoró.

Blake debía estar habituado. O eso o confiaba plenamente en sus poderes. No había llevado a nadie con él, al igual que Task. Pero lo cierto es que era absurdo que alguien intentara atacarles ahí. Si lo hiciera, fuera quien fuera, se granjearía la enemistad del resto… y ninguno era un enemigo a subestimar. Task saludó a Blake con una mirada significativa, y luego comprobó cómo éste se situaba en el lado opuesto a Omega… como dos jugadores enfrentados en una partida de ajedrez. Como si el resto fueran meros peones. Bien… que se confiaran.

Omega por el contrario no se salía de su cliché. Sebastian se lamentó profundamente por no disponer de los poderes de Novák en ese mismo instante. Si los tuviera se encargaría de seguir la señal de ese holograma hasta su origen… y descubriría quién era el encargado de dar vida a Omega… o quién era Omega en verdad. Kurt tenía toda la pinta de poder hacerse con el control de un edificio como aquel y todos sus sistemas de seguridad en apenas minutos.

Era una lástima que Novák no tuviera el mismo interés por el poder que tenían alguno de los miembros de Avalon. Pero por ello precisamente Novák era tan bueno en su campo… y un buen aliado de Task en esos momentos. El androide que protegía las espaldas de Kurt no era ni de lejos poco impresionante, pero Sebastian ya había charlado con él…

Continuó revisando al resto de los integrantes de la reunión. Sintió curiosidad por el representante de la Liga, pero la curiosidad desapareció en el mismo instante en que vio la escasa clase de que disponía aquel tipo, sumado a los conocimientos que Task disponía de su organización. Si se preocupaban por la naturaleza iban a ser más bien un estorbo que una ayuda. Más teniendo a Cotard presente en la reunión. Iban a resultar problemáticos… debía de pensar en algo para cuando intervinieran… y cortarles las alas desde el principio.

Que el tipo fuera enorme y musculado no amedrentaba lo más mínimo a Task. Precisamente amenazar físicamente al billonario era absurdo habida cuenta de su carácter… y su poder. La persona que más llamó la atención a Task fue, sin duda, la mujer que acompañaba a Cotard. Había querido conocerla desde el momento en que conoció su existencia… pero ahora no tenían ni tiempo de charlar unos minutos, así que debía aprovechar la reunión para estudiar el rostro de la hija de Eichmann, y para estudiar sus reacciones.

Para todos los demás, Perséfone y el otro hombre eran los acompañantes de Cotard. Para Task, eran los dos hombres los acompañantes de la mujer. Los poderes de ella ridiculizaban a cualquiera de los otros presentes. Task debía reconocerlo… los envidiaba. Fue una lástima que fuera el tipo de la cicatriz quien se sentó junto a Task. Una lástima o algo bien calculado por parte de ella y Cotard.  Cuando la mirada de ella recorrió a todos los presentes, Sebastian esperó a que sus ojos se cruzaran, y en ese momento le devolvió la sonrisa.

Unos minutos de silencio no ayudaron a rebajar la tensión, pero debían esperar la llamada de los Ladrones de Almas, y los japoneses. Un holograma y una llamada entrante completaron a los integrantes de la reunión. La mujer de piel azul y cabellos pelirrojos sorprendió a Task. No se le notó ni en el cuerpo ni el rostro, acostumbrado como estaba a ocultar todo ese tipo de emociones… pero se anotó mentalmente preguntar a Sapiens posteriormente por ella. ¿Habrían salido del mismo experimento? El doctor azulado claramente no estaba cómodo hablando de esas cosas, pero Task creía que podría hacerle hablar un poco más de lo que ya había hecho. Y el otro japonés era el más siniestro de todos… parecía una especie de alienígena sacado de una pesadilla… pero era algo a lo que Task no temía desde hacía mucho tiempo.

Y entonces Omega abrió la sesión. Task se preguntó por qué los rusos no estarían ahí. La familia Levi al completo no había acudido… y no supo si era mejor preocuparse o alegrarse. Le tocaba el turno a Sebatian… que carraspeó levemente antes de incorporarse un poco sobre su silla y comenzar a hablar respondiendo a las preguntas de Omega.

- Todo lo que dice es bastante cierto. – Admitió. No le sorprendía que Blake le hubiera puesto la diana en la frente como el principal impulsor de la cacería de Zimmerman. Además de ser cierto, evitaba que los nazis u otros colectivos tuvieran un mayor interés en Blake y los suyos. - ¿Mi papel…? – Dijo reformulando en pregunta las palabras de Omega.

- Como muchos, si no todos a estas alturas, ya saben… yo también soy un Vitalista. – Reconoció. – Y ahora tengo una diana en la frente. Soy un objetivo directo de todos los nazis. Amenazado por el Cuarto Reich en persona… Considera que debo ser el primero en caer cuando se haga con Australia. – Explicó sin mostrar atisbo de emoción alguna.

Sus ojos recorrieron a todos los presentes. – Algunos le conocéis más de cerca. – Dijo hablando del Cuarto Reich. – Otros solo de habladurías, de las historias que se cuentan o de la información que se filtra. Pero todos los presentes coincidiréis en que es probablemente el Vitalista vivo más peligroso de este mundo. Bueno… si es que está vivo. – añadió como coletilla.

- No habla en vano. Tiene el poder, los recursos, la capacidad, la ambición y las ganas de reducir este continente a cenizas. Y no tendrá piedad con nadie. – Continuó. – Y no se parará aquí. Acabará con Rusia, Japón y con el mundo entero. No sé en qué orden… pero todos caeremos. – Así era.

- No os lo voy a negar. No quiero morir. Mi objetivo primero es la supervivencia. – volvió a admitir. Sabía que tenía que hacer concesiones para que le creyeran. – Y tengo mi orgullo. No voy a morir suplicando o de rodillas. No voy a morir huyendo. Si tengo que morir será luchando. Pero prefiero vivir. Prefiero ganar y darle la vuelta a esta guerra. Quiero aplastar a todos los alemanes. – Confesó.

- He facilitado esta reunión porque no veo otra salida que no sea una alianza de todas nuestras fuerzas. No dispongo de un ejército, pero dispongo de dinero y fondos… de recursos, contactos y mis propias habilidades. – Explicó. No parecía que Omega conociese de la existencia de algo como Avalon… y Task no iba a descubrírselo de gratis. Le extrañaba que Blake hubiera ocultado la existencia de otros Vitalistas poderosos que apoyaban a Task. Solo había dos opciones: que Blake lo hubiera dicho y Omega estuviera probando a Task para ver qué decía y qué no… o que Blake no hubiera dicho nada, y Sebastian prefería mantener el secreto. – Ya he colaborado con Novák… Y seguiré haciéndolo pues confío en su intelecto para encontrar una manera de frenar a los nazis.

Inspiró hondo.

- Todos los aquí presentes tenéis vuestras diferencias entre vosotros. Y seguramente algunas sean irreconciliables… Pero deberíais plantearos uniros frente a este enemigo común… o todos caeréis por igual.

No sonrió. Lo decía muy en serio.

- Cada uno por separado podéis ser todo lo poderosos que creáis… pero no sobreviviréis a lo que está por venir. – No les iba a gustar, pero era una verdad como un puño. – Creo que puedo ayudar en la coordinación de la defensa y de los distintos grupos. – Ya lo había hecho con Zimmerman y había resultado bien. El propio Omega y sus palabras habían sido la mejor carta de presentación que Task podía esperar.

- Creo también que combinando las habilidades y recursos de todos los presentes podemos conseguir resultados sorprendentes. -

Miró de nuevo a toda la sala. Como si les estudiara, pero sin detenerse demasiado en ninguno. Y su atención fue, sobre todo, para ella… Perséfone.

- A los que os pueda interesar… podemos seguir hablando. A los que no… - Se encogió de hombros. – A los que no, no sé para qué habéis venido. -

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09/01/2019, 19:59
Omega (Avatar Digital)

 

— Tenemos un tratado de Neutralidad y paz con el régimen nacionalsocialista Alemán— declaró Omega de forma aséptica—. Pero es cierto que dicho acuerdo fue vulnerado, unilateralmente, con la entrada ilegal de Ancel Zimmerman en el país— concedió con un tono más severo—. He hablado con el legítimo Viktor Eichmann, y se ha excusado por las acciones de su homúnculo genético. También nos ha asegurado que no volverá a ocurrir.

Barrió con la mirada a todos los presentes, pausando más tiempo en Novák, a todas luces por su papel en aquel asunto.

No voy a disolver el acuerdo, ni iniciar una ofensiva contra los nazis, pero vamos a reforzar nuestra capacidad militar, y estoy de acuerdo en forjar una alianza ante el hipotético caso de que Australia fuese puesta bajo ataque— declaró, dejando claro que era una resolución final y no negociable—. No podemos permitirnos entrar en una guerra activa contra ellos ahora mismo, por lo que no puedo destinar recursos al frente en Rusia o Japón. Como siempre, los refugiados políticos son bienvenidos, como lo han sido hasta ahora. Creo que hemos demostrado ser bastante abiertos con los refugiados provenientes de Japón y Rusia, incluso pese a la naturaleza de sus intereses y actividades económicas o políticas.

En otras palabras: Podéis uniros a Australia o caer en Asia. Pero era cierto que algunos refugiados políticos de mayor renombre, como la agente Faith o el empresario ruso que se había aliado con Locke por el control de la mafia, no eran los mejores ejemplos de "ciudadano modelo", pero seguían en el país.

La Liga— añadió mirando a aquella montaña de músculo que se alzaba en un lado de la mesa— ya es un colectivo estructural en nuestra Oficina de Contramedidas, y Cotard y "Perséfone", dos de los objetivos políticos de los alemanes, cuentan con todo nuestro asilo político— añadió señalándolos con una mano, haciendo campaña sin mencionar el nombre real de la mujer, e ignorando completamente al segundo hombre en su bando—. A cambio, sólo exigimos un mínimo de civismo y respeto por las diferencias que separan a Australia de Alemania.

Entre líneas: Nada de cadáveres reanimados. Al menos... no a gran escala, pues seguramente Cotard tendría un mínimo de ellos. Era difícil pensar que El Nigromante iba a reprimirse de hacer uso de sus poderes y fortalezas.

Hoy mismo, Cotard ha vuelto a hacer manifiesto su interés por agrandar nuestras filas— asintió con una sonrisa tan limpia como carente de significado—. Someteré a referendum público, para toda la población, una serie de "medidas de emergencia", incluyendo la posibilidad de reanimar cadáveres, tanto animales como humanos, con fines bélicos. Pero no espero que la población lo apruebe— matizó con un mal fingido pensar en su tono de voz—. Al fin y al cabo, es importante que mantengamos nuestras diferencias con aquello que nos enfrentamos.

Señaló a los Rusos y los Japoneses, alternativamente.

Queda pendiente ver qué posición desean aceptar. Como el Señor Task ha dejado entrever— dijo cargándolo de responsabilidad— creo que lo más probable es que sean aplastados como cucarachas si no optan por aglomerarse con fuerzas más grandes. Y no hablo por mí, sino el resto de aquí presentes— dijo abarcando rápidamente a Cotard, Task, Novák, La Liga y Adam Blake.

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09/01/2019, 20:22
Shiho

En el holograma, el líder japonés simplemente azuzó suavemente con la mano a la mujer a su lado, que lo miró inquisitivamente antes de soltar una risilla baja y mirar a la pantalla.

— Soy consciente de que, tras la alianza Japonesa con los nazis en la Segunda Guerra Mundial, mi país apostó por la paz— explicó. Considerando que Japón no tenía ejército propio hasta la Tercera Guerra Mundial, salvando algo simbólico y a la Yakuza, era cierto—. Pero como bien sabrás, nosotros— abarcó a sus dos compañeros— tenemos una agenda para Japón sujeta a sus circunstancias. Mi país vive hoy día una dura meritocracia— como siempre había sido tradicional, el trabajo y esfuerzo era muy importante—, agravada por los riesgos que la cúpula científica transhumanista— señaló con una larga uña amarilla a Novák, sin ningún reparo en acusarlo abiertamente— asumió innecesariamente. Hoy en día nuestros ciudadanos llevan máscaras de gas por culpa de hombres como usted.

Novák arrugó el ceño y se incorporó ligeramente hacia adelante, molesto. Su androide, tras él, permaneció inerte, aunque inclinó ligeramente la cabeza con gravedad.

Me temo que hemos hablado con Eichmann, igual que usted— continuó mirando a Omega— y por el momento estamos dispuestos a colaborar con ellos.

Kurt fue a abrir la boca para responder, con un semblante ofendido, pero el androide tras él habló en su lugar, dejando a su creador con un semblante callado mientras intentaba tranquilizarse.

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09/01/2019, 20:30
Evangelion Novák

Shiho Sama— comenzó con respecto, totalmente neutro, el androide tras Novák—. Permítame decirle que, con la información a la que tengo acceso, la cual incluye bases de datos científicas y registros gubernamentales del gobierno japonés previos a su control, y tras refinarla con la capacidad computacional de los ordenadores cuánticos de Kurt Novák— continuó, poniendo una mano sobre el hombro de su creador—, estimo una elevada probabilidad de que su decisión derive en la eventual extinción completa de su etnia racial y huella genética. Su ratio nacimientos-defunciones, las condiciones de salud en su isla, y una alianza con los Alemanes supondrá, con casi total probabilidad, su total exterminación en cuestión de años.

El "Japonés" sin rostro se levantó del asiento, alto y escuálido con su piel blanca y cuarteada. Pareció mascullar algo, pero sin boca, lo único que se escuchó fue un sonido similar al de los grillos o las avispas al moverse, pero magnificado como si se tratase de un grito.

Lo lamento, pero no le escuchado bien— replicó el androide con neutralidad, pero un "robótico" tono de disculpa.

El "hombre" tras la pantalla volvió a chillar, señalándolo con el dedo. Mientras tanto, el único japonés con apariencia humana entornó los ojos y se levantó del asiento, cortando la señal.

¿Debo revisar mis protocolos, sociales, Kurt?— preguntó mirando al hombre en el asiento frente al asiento—. Estimaba una alta probabilidad de respuesta favorable por parte de un sociópata razonable con un coeficiente intelectual elevado.

En su asiento, el hombre que representaba a La Liga rió por lo bajo. "Perséfone" o "Génesis", por su parte, negaba con la cabeza, divertida, mientras miraba a Kurt discretamente.

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09/01/2019, 20:43
Cazador Ruso

El ruso suspiró, aún con el rostro cubierto, antes de inclinarse hacia adelante en su asiento para responder, aún con la capucha puesta.

— Rusia seguirá peleando, valiente— comenzó a explicarse en ruso, con subtítulos automáticos, cortesía de Novák, apareciendo bajo el hombre en la pantalla—. Pueden quedarse aquí, cobardes, creyéndose moralmente superiores. Dudo que podamos cuadrar una logística que satisfaga a ambas partes— señaló con una mano de hombre blanco a los ocupantes de la sala, y luego a él mismo—. Asumiendo que no consigamos frenar la ofensiva alemán y volverla contra ella, los que sobrevivamos inevitablemente terminarán asentándose en Australia. Entonces estaremos dispuestos a pelear con ustedes, pero sepan que si llegase a pasar— señaló a Adam Blake— los que quedemos habremos acumulado un poder similar al de Al Adam Blake, El Inmortal, o el propio Cuarto Reich. Y ahora, si me disculpan, quisiera no perder más el tiempo.

Cortó la señal. Curiosamente, Adam Blake se recolocó la cazadora y, una vez la señal se cortó, se limitó a responder un discreto "Lo dudo" por lo bajo.

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12/01/2019, 21:26
Bevidiere Lafayette
Sólo para el director

Bediviere se levantó, temblorosa y jadeante. Miró alrededor, asustada. Sintiendo miedo, sí, miedo, de ver agotada su vitalidad. Se miró el pulpejo de los dedos, y las uñas, sin comprender. Se sintió verdaderamente vulnerable por primera vez en años, y se estremeció, diciéndose que debía hacer algo al respecto. 

Se dirigió hacia su despacho, quitándose la bata y recogiendo sus cosas. No le gustaba la idea, pero si había un momento en el que debía decidir si necesitaba ayuda o no, era ese. Y teniendo en cuenta lo que acababa de ocurrir, estaba claro que la necesitaba. Y no tenía manera de contactar con nadie más. La única respuesta era Omega, por mucho que aquello fuese en contra de sus preferencias y principios. 

De manera que, sin intervenir aún en intentar saber algo más sobre las cámaras de seguridad por temor a que la policía pudiera presentarse ahí, la joven abandonó el hospital, encaminándose hacia las oficinas que había visitado días atrás. Aunque no podía evitar pensar que todo aquello resultaba demasiado casual y conveniente. Sobre todo, precísamente, para Omega. 

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12/01/2019, 22:32
Ruth Karsten

El transcurso a los edificios que componían la sede principal de la Oficina de Contramedidas transcurrió sin problemas. Sydney parecía imperturbable ante el transcurso de la guerra en el frente ruso. Una vez llegó a los edificios blancos y el césped, decorado con personas de traje y mallas de super-gilipollas, Bevidiere observó un mayor número de humanos revoloteando por la zona como hormigas. Simplemente había más actividad.

Uno de los Patriotas diseñados por Industrias, con su metro ochenta de altura y armazón plateado, se encargó de atender a Bevidiere en la entrada del edificio principal. Inmediatamente le acompañó a ver a una parcialmente ocupada Eve Wright, segunda al mando en la jerarquía que concernía a Lafayette, por debajo de Jade Hickling. Aunque ocupada en su despacho, y hoy vistiendo un formal traje negro y blanco en lugar de vaqueros y cazadora, Eve atendió con relativa urgencia a la doctora. No tuvo que esperar más de 2 minutos frente a la puerta del despacho.

Diligente, pero claramente sin tener ni puñetera idea de qué problema tenía entre manos, la joven llamó a Ruth Karsten, aquella agente tan pacífica cuyos ojos podían ver a través de otros, y cuya hermana gemela descansaba en un tanque de nitrógeno líquido.

Eh... a ver, tiene pinta de ser un problema de la Dimensión del Espíritu— explicó la mujer por videoconferencia en el despacho, usando terminología pseudocientífica que intentaba racionalizar lo aún inexplicable con éxito muy marginal—. Pero no tengo ni idea. Mi consejo sería acudir a Los Iluminados, Cotard El Nigromante, o el Doctor Sapiens. Especialmente Cotard dudo que sea una opción viable para Lafayette, pero dudo que ninguna le haga pizca de gracia.

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12/01/2019, 22:45
Eve Wright

El problema es que no tenemos muchos registros sobre este tipo de... sucesos— se justificó la agente Wright, tras su silla del despacho—. Y cuando suceden, cada uno es un distinto, y no tenemos las herramientas idóneas para estudiarlo. Particularmente yo no soy la más indicada para decirte nada al respecto, pero puedo mandarte a quien sí sabe.

Pulsó un par de teclas en el teclado impreso sobre la mesa, y aparecieron una serie de hologramas. El primero correspondía a un hombre llamado "Adam Blake" con el sobrenombre de "El Inmortal, Guía de los Iluminados". El segundo era un hombre con un cuerpo de powerlifter, una musculatura desarrollada con mucho volumen, vistiendo una bata blanca. Sorprendentemente, su piel tenía un tono azulado y abundante bello facial, pero seguía teniendo un aire de inteligencia. El tercero, que Eve se apresuró a minimizar, era el propio Cotard.

Ruth es una de nuestras agentes con más conocimiento sobre esto, pero se escapa a nuestras capacidades. Aún así, podemos concertar una reunión con uno de estos— señaló a ambos hombres—, que seguramente puedan guiarte algo más. Adam Blake es el líder de Los Iluminados, una asociación pseudo-religiosa con mucho conocimiento sobre lo que llamamos el "Éter", "Espíritu", "Alma" o "Energía Vital". El Doctor Sapiens, en cambio— continuó señalando al hombre de azul— es un genetista asentado en New Sydney, pero... tiene un vasto conocimiento sobre la literatura en ese ámbito— añadió leyendo rápidamente en su perfil— y puede reconocer su relación con ciertas expresiones... genética y algunos marcadores. Si quieres mi opinión— se inclinó ligeramente hacia Lafayette— Adam puede ser un poco pedante y creerse mejor que nadie, pero Sapiens puede ser muy... devoto, y extralimitarse o ser muy insistente cuando quiere. Pero son tu mejor opción.