Partida Rol por web

Nibelungenlied

Prólogo: Rotundus

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23/03/2021, 19:12
Narrador

Abril de 1228. En algún lugar del oeste del Rin

Un águila negra sobrevuela el curso del río. Va buscando una presa que le permita comer algo ya que todavía no ha probado bocado hoy. Aunque todavía es temprano. Queda mucho día para seguir buscando. Los vientos continuan fríos. Más de lo usual percibe el animal. Lo que dificulta el vuelo ya que el aire pesa y lo empuja hacia abajo. Sigue aleteando con fuerza para mantener la altitud. Mientras sigue dejando atrás verdes prados que rodean al ancho río. Se acerca a una población de humanos. Una población que se encuentra en la pendiente de una suave colina. Toda la población desciende de forma paulatina hasta acabar junto a la orilla del río.

Algo llama la atención del ave. En la vía principal de esa población que desciende desde lo alto de la loma hasta el muelle en el río. En esa vía puede observar un objeto redondo que podría ser alimento. Tiene la forma ovalada de un ratón pero no se mueve.

El animal no se fía y continua su vuelo. Irónicamente, no lo sabe pero tenía razón. Es alimento. En concreto un bollo de mantequlla recién hecho. El bollo se encuentra tirado en medio de la vía. Un bollo que se le ha caído a un particular y orondo tipo que está bajando lo más rápido que puede con un buen puñado de bollos que abraza como si fuesen un tesoro.

El bollo que descansa en esos adoquines flamantes que los romanos colocaron no hace tanto es aplastado por el pie de un hombre que pertenece a un pequeño grupo que parecen estar persiguiendo al hombre de generosas carnes.

- ¡Al ladrón! ¡Deténganlo! ¡Me ha robado los bollos! - grita el hombre que lidera el centro del grupo. Es un hombre también orondo, de ralo cabello y bigote. Con un amasador en alto persigue al hombre de ropajes extraños de color burdeos que no les saca mucha ventaja. Su forma física seguramente muy similar a la de ese granuja no le permitiría alcanzarlo pero afortunadamente sus tres hijos mayores van con él y confía en que su juventud les permita proporcionar la ventaja que necesita para alcanzar al hombre de extraños ropajes.

Ese hombre de mirada brillante y risueña. Con ojos casi porcinos, huye a toda la velocidad que su enorme cuerpo le permite mientras una sonrisa puebla su cara. Está sudando a mares. Todavía no sabe por qué ha robado esos bollos pero ha sido un impulso irrefrenable. Está sudando a mares y algunos de los bollos se están resbalando de sus manos por culpa del sudor. Su boca escupe algunas migas de bollo de mantequilla recien hecha mientras una carcajada se le escapa.

Aunque la situación es divertida lo cierto es que esos mozos le están dando alcance. Correr nunca ha sido lo suyo. Analiza rápidamente sus posibilidades para ver cómo salir de ésta.

- Está punto de llegar a unos callejones por los que quizás podría colarse y conseguir despistar a sus perseguidores

- Abajo, puede vislumbrar en el puerto como una barcaza está a punto de zarpar. Quizás la diosa Fortuna le permita abordar ese barco en el último momento y dejar atrás a sus perseguidores.

- Otras ideas pasan por su mente

 

Notas de juego

Describe tu aspecto físico con detalle.

Que está pasando en estos momentos por tu mente

Elige la opción para zafarte de esta situación que encuentres más apropiada. Por supuesto puedes inventarte la tuya propia (es lo que pretende explicar la tercera opción)

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24/03/2021, 09:19
Rotundus ex Mercere

Jadeando, Rotundus se preguntó por enésima vez cómo se había metido en aquel lío. Ah, ¿a quién iba a engañar? El olor a bollos recién horneados era el culpable, lo sabía bien. Lo había notado al pasar cerca del horno, se había empapado de su fragante aroma, de todos los matices de la mantequilla, perfectamente combinada con la harina y horneado todo el tiempo adecuado para que el bollo estuviera en su punto justo, ni demasiado crudo ni demasiado pasado, ni demasiado duro ni demasiado blando. ¿Quién decía que la cocina no era un arte? ¿Cómo iba a resistirse a disfrutar de un manjar así? De hecho... ¿por qué disfrutar solo de uno, y no arramblar con todos ellos? Ah, a veces le perdía la gula, lo sabía, pero eran esos pequeños placeres los que hacían que la vida tuviera sentido... Y la Orden no le acusaría de interferir con mundanos por robar unos tristes bollos de mantequilla, ¿no?

Ciertamente, nadie que le hubiera visto en primera instancia le hubiera considerado capaz de cometer el hurto. Su enorme figura estaba envuelta en un manto de color burdeos de corte refinado que le cubría casi hasta los tobillos, y que estaba profusamente decorado con adornos de signos indescifrables para un profano. Calzaba unas bonitas polainas hechas de cuero flexible que le resultaban cómodas cuando tenía que hacer largas caminatas, algo que odiaba profundamente. Tenía tanto los brazos como las piernas algo cortos, lo que hacía que su corpachón pareciera todavía más enorme. Su cara también era regordeta, con algo de papada, que intentaba disimular un poco llevando el cabello castaño algo más largo de lo habitual y una perilla rala. Enmarcados en esa cara mofletuda, dos ojillos azules lo miraban todo con mucha atención. Aunque no lo pareciera por su carácter tímido, Rotundus siempre lo observaba todo con detenimiento, intentando que no se le escapara nada.

Como hacía ahora, para salir indemne del enredo en el que le habían metido esos dichosos bollos.

"Tu gula, y no un dragón, acabará siento tu perdición, Rotundus de Mercere", pensó para sí mientras engullía un nuevo bollo sin dejar de trotar, mientras buscaba una vía de escape. Los callejones eran una ruta inviable, sin duda acabaría atorándose en alguno de ellos, con su suerte. Saltar a la barcaza a punto de zarpar le parecía igual de arriesgado, no recordaba la última vez que había tenido que dar un salto así y no le apetecía nada darse un chapuzón innecesario con el fresco de la mañana.

Luego volvió a mirar los callejones. No le servirían para escapar, pero sí tal vez para perder por unos segundos a sus perseguidores. Y unos segundos era lo único que necesitaba para salir de aquel aprieto de la única forma que se le ocurría en ese momento...

Notas de juego

Mi idea es meterme por los callejones, no tanto para escapar sino para que me pierdan de vista unos segundos, el tiempo suficiente para poder lanzar un hechizo, Disguise of the New Visage (MuCo 15) y cambiar por completo mi cara. Sé que mi corpachón y mi túnica seguirán siendo reconocibles, pero espero poder engañarles, en especial si me guardo los bollos que me quedan (que deben de ser pocos) en algún refajo de la túnica. Sé que es un plan loco, pero está a la altura de la situación slapstick en la que estoy metido.

Porque, por un casual, ¿no sabré si hay una iglesia en este pueblo, no? Si estuviera en un aura del Dominio me lo replantearía y buscaría otra vía de salida, claro.

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25/03/2021, 00:19
Rotundus ex Mercere

Rotundus se escurrió por un callejón medio sumido en la penumbra y en el que no olía demasiado bien. Aprovechando que había perdido de vista por unos instantes a sus perseguidores, se apresuró a recitar un encantamiento rápido, en voz más baja de lo que le habría gustado, pero haciendo unos gestos exagerados que habrían hecho que cualquiera que le viera lo tomara por loco.

Pese a las prisas de la situación, completó el hechizo de forma impecable. Por suerte Rotundus era un hombre metódico y cauto, y en situaciones como aquella, eso le permitía mantener la calma cuando otros se habrían puesto nerviosos. Ni siquiera tuvo que esforzarse para completar el lanzamiento en pocos segundos. 

Al terminar, se preguntó si alguien estaría mirando por alguna ventana y vería cómo las orondas facciones de aquel extraño se convertían como por arte de encantamiento en unos refinados rasgos pálidos, con ojos castaños y una salpicadura de pecas cubriendo los pómulos. Aquel nuevo Rotundus lucía además un cabello pajizo bastante corto, alborotado y revuelto. Cualquier parecido con su cara de unos segundos atrás era pura coincidencia.

Por desgracia, el Mercere no tenía ninguna superficie en la que ver reflejada su obra, pero confiaba ciegamente en su magia, así que, de inmediato, se guardó los dos bollos que le quedaban en el ref... no, ya solo quedaba uno, sin duda tenía tiempo para dar un último bocado mientras llegaban sus perseguidores. Tras eso, se guardó el bollo que le quedaba en el refajo, se limpió las migas de la boca y, aspirando hondo, echó a andar en dirección contraria a aquella por la que había venido como si tal cosa...

- Tiradas (1)

Notas de juego

He modificado la tirada con un -5 por conjurar en voz baja y +1 por gestos exagerados, pero vamos, con ese 10 ni siquiera me canso... 

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27/03/2021, 11:33
Narrador

Un instante después de que el nuevo Rotundus diese su primer paso hacia la salida del callejón por la que había entrado una marabunta de manos, pies y amasadores de pan la inundaban a la carrera. El maestro hornero y sus tres fornidos hijos entraban como una tromba en aquel callejón.

A Rotundus se le cayó un hilo de sudor de su frente al ver a aquella horda bárbara dirigirse hacia él. Esperaba que su hechizo le pudiese ayudar.

Al llegar a su altura, todos los enfurecidos panaderos le miraron pero dos de ellos se detuvieron y se fijaron más atentamente en él.

- ¡Eh! ¡Esperad! - le dijo uno que tenía el pelo largo y enmarañado a sus hermanos. Mientras detenía su carrera y se anteponía entre Rotundus y la ansiada salida.

- ¿No es este el tipo que buscamos? - dijo el las melenas al resto de sus hermanos. Los cuales redujeron la marcha y se acercaron a Rotundus. Rodeándolo mientras lo observaban con suspicacia.

- No. No es él - dijo uno de los hermanos con la nariz grande y amorfa que recordaba a Rotundus a una deliciosa trufa de los bosques Sajones. Una delicia para el paladar según recordaba Rotundus(*).

- Es cierto, yo le vi la cara y no es la misma. Este es mucho más guapo e incluso algo más delgado. No mucho más pero algo más - dijo su otro hermano al que le faltaban casi todos los dientes mientras apuntaba con su amasador de pan al rostro de Rotundus.

Rotundus decide mantenerse callado para no levantar más sospechas.

- Pero sus ropas son las mismas -  indica el melenas a su hermano desdentao.

- Sí, pero puede ser porque pertenezca a una banda de música y todos vistan igual. Además fijaos que ropas más extravagantes. ¿Quién vestiría así excepto un bardo o un bufón? - añade desdentao como argumentos.

- Mmmmm.... no sé... no sé... hay algo raro en él. Recuerdo que cuando ese tipo estuvo en el puesto y le miré, había algo en él que no me gustaba. Es como si supiese que iba a robarnos o algo. Este tipo me da la misma sensación (**) - indica con suspicacia otro de los hermanos que tiene una quemadura en un ojo que se lo ha dejado prácticamente inútil. De hecho, se acerca a muy pocos centímetros de Rotundus para poder verlo bien con su ojo bueno.

- Bien, puede que sea él o puede que estemos perdiendo el tiempo mientras el verdadero ladrón se nos está escapando calle abajo. Vosotros dos quedaos con él y averiguad si es él o sabe algo que nos pueda ser útil. Puede que sea uno de sus compañeros bufones que sea un ladrón redomado y nos pueda dar una pista de su paradero. Knut y yo vamos a seguir buscándolo por el otro lado - dijo el padre, maestro horneador, a sus hijos mientras emprendía el camino con desdentaoI en busca de un ladrón al que no iban a encontrar.

Cuando su padre y sus hermanos se perdieron por el callejón, desdentao y ojo escaldado volvieron su atención hacia Rotundus.

- Y bien amigo, que nos ¿puedes contar? ¿te importa si te registramos para ver si llevas alguno de nuestros bollos de mantequilla? - indica desdentao mientras sin esperar respuesta se dirige hacia Rotundus para revisar sus pertencias.

 

(*) Es increíble que nuestro orondo amigo con los problemas en los que se está metiendo y tenga un instante para recordar el delicioso saber de las trufas. ¿No os parece estimados lectores? (Nota del narrador)

(**) Es un efecto colateral del Don estimados lectores. Las personas mundanas tienen la sensación de que están ante una persona que no es de fiar o que pretende engañarles. (Nota del narrador)

- Tiradas (1)

Notas de juego

Dos de ellos han sacado un 9 y un 10 en su tirada de Inteligencia. Así que hay algo que no les encaja aunque no terminan de entender el qué. Así que utiliza eso para salir de ésta.

Por cierto Rotundus, no será un tatarabuelo lejano de Ignatius J. Reilly del libro de La conjura de los necios de John K. Toole, ¿no? Su descripción física es idéntica ;)

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28/03/2021, 10:52
Rotundus ex Mercere

Rotundus mantuvo el rictus hierático de su nueva cara, tratando de disimular la inquietud que sentía. Aquello se iba complicando por momentos. Condenada gula...

-¿Quiénes sois y a qué viene este alboroto? Por supuesto que no voy a permitir que me registréis, no os he visto en mi vida, ¿acaso pretendéis robarme? Sin duda me confundís con alguien, este atuendo -se señaló los ropajes- nos identifica como miembros de un misma hermandad. Probablemente me confundís con otro miembro, un joven un tanto díscolo, al que he visto salir corriendo hacia allí -señala la dirección opuesta de la que llevaba Rotundus en un principio-, con unos bollos de mantequilla.

El Mercere frunció el ceño, mirando a sus dos interlocutores, como calibrando hasta qué punto llegaba su estulticia.

-Vamos a intentar resolver este asunto como caballeros, ¿os parece? -dijo mientras rebuscaba en su faltriquera alguna moneda suelta, Hermes quisiera que la llevase-. ¿Qué tal si os pago lo que cuestan esos bollos y olvidamos el asunto? Vosotros os volvéis con vuestro padre, que seguro que os felicita por haber recuperado el dinero, y aquí no ha pasado nada... ¿os parece?

Notas de juego

Vamos a comprobar si estos dos son dos tontacos de pueblo o suman alguna luz entre los dos. No sé si llevo alguna moneda suelta encima, mi idea es pagar por los bollos para evitar que me registren y liarla todavía más parda. La intención sería negociar con ellos con algo de dinero de por medio, que es un idioma universal, y salir de esta con alguna buena tiradita de Regatear. Si no es factible que lleve alguna moneda, tendré que buscar otra solución...

Y no había caído en el parecido de Rotundus con Ignatius Reilly, sin duda... ¡ha sido algo totalmente involuntario! Pero sería peor que se pareciera al patrullero Mancuso, sin duda... ;)

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30/03/2021, 17:39
Narrador

Sacas un par de monedas que ambos aspirantes a panadero miran con ávidos ojos. En sus rostros puedes observar la sorpresa.

Desdentao sonríe ante la presencia de las dos piezas de metal. Mira a su hermano que le devuelve la mirada (bueno la medio mirada porque tiene un ojo cerradico) y asiente despacio.

- Está bien, forastero, está bien. - dice el fornido y feucho joven mientras recoge las dos monedas de entre tus rollizos dedos. - Aceptamos vuestro pago por la mercancía robada. Pero por favor, decidle a vuestro díscolo colega que estas no son formas de hacer las cosas. Que por hurto en estos lares se pena con 12 azotes al infame pero hay otros reinos donde le habría costado la mano. - finaliza Desdentao de forma amenazante con un dedo mientras se guarda las dos monedas con la otra mano.

Ojo escaldado piensa por un momento que si de donde han salido esas monedas puede haber más. Pero las palabras de su hermano le recuerdan lo amargos que sientan esos azotes que ha comentado. Azotes que ha probado en el pasado en sus propias carnes y que dejan unas cicatrices que en los días fríos como éste provocan picores que te recuerdan qué eres. No quiere añadir nuevas cicatrices a las ya existentes. Además este tipo le produce escalofríos. Como si no fuese lo que aparenta. Bajo ese aspecto rechoncho y bonachón, Ojo escaldado tiene la sensación de que se esconde un ladrón o incluso un asesino. Este último respingo le convence de deshechar su idea de intentar sacar unas pocas monedas más.

- Vámonos hermano. Hay que encontrar a padre y contarle lo que ha pasado. - le dice mientras le tira del brazo y observa en su hermano una mirada aviesa similar a la que él mismo tenía hace unos momentos.

Como si despertase de un encantamiento, Desdentao mira a su hermano y entiende su mensaje de que no es el lugar ni el momento. En cierto modo, él también tiene una sensación extraña hacia ese forastero.

Sin darle las gracias por las monedas ni por la información ambos individuos se pierden por el lado opuesto del callejón en busca de sus parientes.

Respiras aliviado, aunque eres consciente de que tu treta no durará mucho. Hasta que esos dos se den cuenta de que no hay ningún otro "miembro" de ninguna banda de músicos con esas vestimentas. Puede que entonces vuelvan a pedirte explicaciones o simplemente busquen al alguacil para que te condenen.

Tu tiempo en este pueblo ha expirado. Es hora de poner pies en polvorosa. De todos modos, no es el lugar que estás buscando. Como en muchos otros pueblos y aldeas que ya has visitado nadie sabe nada de ese portal del que estuviste leyendo en aquel libro que te ha impulsado a esta gran aventura.

Revisas tu sobado mapa y haces con cierto disgust un aspa en el pueblo donde estás ahora.

 

  • Si sigues el curso del Rin, justo al norte siguiendo el curso del río ya se encuentra la gran ciudad de Colonia.
  • A unas pocas leguas se encuentra en el interior del espeso bosque más allá de un lugar que llaman Las siete colinas hay una aldea llamada Siegen.
  • A unas ocho leguas al nor-oeste de esta posición se encuentra otra aldea llamada Münstereifel. El cual se encuentra en un páramo rodeado de pequeños pantanos. 

Voz en off: ¿Cual será el próximo destino de nuestro héroe? ¿Quizás se deje seducir por los placeres de la gran ciudad y su refinada cocina? ¿ O puede que visite los húmedos aposentos de alguna posada en Munstereifel? ¿O será la curiosidad por ese lugar llamado Las siete colinas la que atraiga su atención?

- Tiradas (2)

Notas de juego

Pues el parecido con Ignatius (hasta lo del nombre de Rotundus) es sorprendente.

Llevas algo de dinero suelto. Vas de viaje pero has tomado medidas para un viaje largo. Cualquier cosa que se te ocurra dentro de lo que implica el sentido común puedes contar con que lo llevas (una cuerda, un cuchillo, víveres, agua, etc)

 

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31/03/2021, 10:41
Rotundus ex Mercere

Rotundus contempló aliviado cómo se alejaban los alelados aprendices de panadero. Sin duda aquello podría haber salido mejor, pero también podría haber salido mucho peor. Ah, su maldito apetito insaciable, ¿en cuántos problemas más le iba a meter? Aún podía saborear la deliciosa mantequilla horneada sobre los bollos en el paladar, así que llegó a la conclusión de que el esfuerzo bien había merecido la pena. 

El Mercere apretó el paso para salir del pueblo mientras todavía estuviera activo el encantamiento para evitar llamar la atención más de lo necesario. Una vez fuera de sus límites, se puso a analizar sus opciones.

Colonia sin duda debe de ser una urbe cosmopolita, llena de lugares interesantes y de viandas aún más interesantes que saborear, pero deberá esperar a otra ocasión, no creo que allí encuentre lo que busco.

Lo que le dejaba dos opciones igual de desagradables. Tras meditar unos segundos, eligió el mal menor; no le apetecía nada adentrarse en una zona pantanosa en la que sin duda su atuendo quedaría manchado más allá de cualquier decoro y en la que acabaría perdiéndose o, peor aún, metiéndose en algún andurrial más peligroso.

No, decidió poner rumbo al nordeste, en dirección a aquellas "Siete Colinas" de las que tanto había oído hablar. Antes de visitarlas, pasaría por la pequeña aldea de Siegen, para asegurarse de que tenía una cama caliente y un plato humeante durante el tiempo que pasara explorando el lugar. Tal vez en alguna de esas colinas se escondiese ese portal que había leído mencionado en varios sitios.

Una vez tomada la decisión, Rotundus notó cómo se le quitaba un peso de encima a su atribulada mente, y adoptó un paso alegre (y un tanto bamboleante), silbando tranquilamente y observando la flora que flanqueaba el sendero por el que avanzaba.

 ¿Habrá algún frutal que dé jugosos frutos por la región? Esos bollos han sido un sabroso desayuno, pero mi insaciable estómago pronto aullará pidiendo más alimento, y aún me quedan varias horas de camino hasta Siegen...

Notas de juego

Recibido lo del "equipamiento básico", gracias. Lo tendré en cuenta para el futuro.

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05/04/2021, 18:08
Narrador

Las horas pasan rápidamente.

Bajas al muelle donde alcanzas una de las muchas barcazas que a lo largo del día que recorren el Rin para mover personas, animales y mercancías entre los diferentes pueblos.

La tarde transcurre apaciblemente y el viaje es cómodo. Un río ancho y tranquilo os lleva a todos hacia vuestros destinos. Durante tu trayecto compras alguna pieza de fruta y un bocadillo de carne salada que no está nada mal. Te agencias otro par de ellos "para el camino" y también más sabrosas manzanas.

Ya casi al final, cuando crees que no debe faltar mucho para llegar a tu destino, le preguntas al barquero cuanto falta hasta el embarcadero de Siegen. El hombre te mira como si le hubieses dicho que le has arrebatado el honor a una de sus hijas. Sus ojos se abren y dice algo en un idioma que no entiendes. Después de eso escupe delante tuyo. Los que están cerca y han oído tus palabras se santigüan como si hubiesen oído mentar al mismísimo Príncipe de las tinieblas.

- Yo avisarrrr, cuando serrr horrra de bajarrr. Serrr rápido. No parrrrarrré nada más que un instante - indica finalmente con un tono hosco el barquero.

El silencio se apodera de la barcaza las brazas que faltan por recorrer. Nadie parece querer levantar la vista. Todo el mundo parece muy ocupado. Los susurros y las miradas a tu persona son continuos.

Tal como te indicó el barquero, al llegar al embarcadero, solo paró un instante. Lo justo para que bajases.

Observas como la barcaza se aleja y una mujer anciana desde el borde de la misma te mira fijamente y te dice - No dejes que se te haga de noche. Corre muchacho. Llega a la aldea lo antes posible - dicho ésto la anciana se da la vuelta sin esperar tu respuesta. Cuando quitas la vista de la anciana y observas la barcaza en conjunto, puedes observar que todo el muindo te está mirando. Con la mirada que has observado en alguna ocasión que tienen los que asisten a un funeral al pasar el ferétro del difunto.

Un escalofrío recorre tu espina dorsal ante este pensamiento.

Recoges tus bártulos y observas que el embarcadero está completamente vacío. Ni personas, ni animales ni una triste caja vacía. Un poste con una señal se encuentra tirada en el suelo entre la hierba prácticamente olvidado y manchado de barro. Al acercarte a ves que la seña pone "Siegel" pero al estar tirado la señal apunta hacia el río. Obviamente ese no es el camino.

Dos caminos se abren ante ti que se dirijan al Este. Uno parece ir por la izquierda y adentrarse en un bosque más adelante. El otro parece desviarse hacia la derecha y adentrarse en el bosque inmediatamente.

- ¿Qué camino eliges? ¿Vas a hacer algo para acelerar el ritmo o vas a ir a ritmo normal?

 

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07/04/2021, 13:28
Rotundus ex Mercere

Rotundus intentó disimular como pudo durante el incómodo tramo final del trayecto en barca. Miraba hacia el cielo, hacia el río, como buscando peces (¿serían comestibles en crudo?), incluso miraba de refilón a algunos de los otros pasajeros de la barca cuando ellos no le miraban, como intentando descifrar su comportamiento.

Al final se cansó de disimular y se limitó a mirar al vacío mientras la barca recorría el último tramo hasta el embarcadero. Desembarcó con cierta torpeza, sin mirar en ningún momento ni al barquero ni al resto de viajeros, y mientras veía alejarse la pequeña embarcación suspiró profundamente, preguntándose cuándo aprendería a no realizar aquellos viajes en solitario. Las relaciones sociales no eran lo suyo, no había duda.

Luego miró a su alrededor, procesando el desolado paisaje que le rodeaba. Examinó con mirada ausente el signo caído, le dio un golpecito desdeñoso con el pie como diciendo "No me sirves de nada" y luego miró primero a los dos caminos que tenía antes sí, para a continuación levantar la vista hacia el sol que se iba poniendo poco a poco mientras recordaba las inquietantes palabras de la mujer en la barcaza.

Llegar a la aldea antes de que cayera la noche... ¡ja! Para eso debía saber exactamente dónde estaba la aldea... y no era así. Tras pensar unos segundos, decidió que la perspectiva de andar un poco al descubierto, con la vana esperanza de encontrar algún lugareño que tal vez pudiera darle indicaciones, era mucho mejor que adentrarse en un bosque espeso de buenas a primeras. Por lo tanto, se echó los bártulos a la espalda y empezó a caminar con su andar cansino por el camino de la izquierda...

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10/04/2021, 15:22
Narrador

Decides ir por el camino que parece inspirar mas confianza y que retrasa la entrada en ese inevitable bosque que tienes justo enfrente.

Según avanzas por el camino caes en la cuenta de que podías haber mirado si había pisadas y con qué frecuencia en ambos caminos para intentar averigüar cuál era el más transitado. Pero ahora ya no hay tiempo para esas comprobaciones. El sol desciende rápidamente y a pesar de ser de los días largos del año, no te queda mucho tiempo antes de que la noche caiga sobre este lugar.

Buscando esas huellas en el camino terroso pensando que al menos puedes ver qué te dice este camino, observas que un pequeño riachuelo acompaña este camino. Eso te anima un poco ya que ese arroyuelo ha sido creado por la mano del hombre. Las aguas del riachuelo están teñidas de un matiz azafranado y palpitan bajo el ojo purpúreo del sol, con un movimiento algo tumultuoso y convulsivo. Alguno nenúfares viajan deprisa por ese nervioso arroyuelo hacia el Rin. El rumor del agua es tan leve que te recuerda al sonido de un "suspiro".

Poco después de adentras en la floresta. Es una floresta en su mayoría de abedules de corteza blanca. Algo oscura pero majestuosa. La maleza se agita continuamente. Pero ningún viento surca el cielo. Y los altos abedules, árboles primitivos, oscilan eternamente de un lado a otro con un potente resonar. Y de sus altas copas se filtran, luz y agua. Gotas de humedad condensada. Sus raíces se retuercen y se adentran en el camino de forma osada. Casi desvergonzada. Más de una vez estás a punto de tropezar con alguna de ellas. Algunas extrañas flores adornan el camino aunque te extraña que ninguna de ellas parece dañada. Algo raro cuando hay ciervos y corzos por los alrededores como suele ser usual en estos parajes. De lo alto procede un sonido susurrante, las nubes grises corren hacia el oeste (desde dónde venías) como si huyesen del lugar hacia el que te diriges. Pero ningún viento surca el cielo. Y sigues escuchando el suspirar del pequeño arroyuelo.

La luna comienza a levantarse a través del poco cielo que te dejan ver las copas de los árboles. La noche comienza a caer poco a poco. La oscuridad se cierne paulatinamente sobre el camino enraizado y con esas flores extrañas que dirías que cada vez están más cerca. ¿Es que todas las plantas de este lugar son tan osadas? Piensas un poco inquieto.

De improviso tus ojos identifican un bulto a un lado del camino. Según te acercas cautelosamente puedes observar que una fina niebla espectral rodea a una enorme roca gris que se encuentra en un pequeño prado al lado del camino. Casualmente, la roca se encuentra iluminada por la luz de la luna. En su faz hay una serie de carácteres grabados.

Los carácteres dicen: Verwüstung

¿Qué haces?

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12/04/2021, 10:12
Rotundus ex Mercere

Sin duda, Rotundus no estaba hecho para interaccionar con la naturaleza. Lo que había comenzado como un plácido paseo junto a un arroyo cantarín fue convirtiéndose poco a poco en algo mucho más inquietante, y para cuando la luna alumbraba su camino, ya se sobresaltaba ante cualquier ruido o movimiento, por menor que fuese. El correteo de un roedor en la espesura le parecía un dragón amenazante, y el ulular de un búho, un cántico de tintes fúnebres.

Cuando se detuvo frente a la roca iluminada por la luna, no pudo reprimir un escalofrío, aunque no tenía ni puñetera idea de lo que podía significar el término. ¡Él era italiano, por Hermes! ¡Su idioma descendía del de la gloriosa Roma! No como el de aquellos bárbaros germanos, a veces le sorprendía que hubiesen sido capaces de aprender a poner por escrito su tosco idioma.

Refrenó su pequeño arranque de furia, debido sin duda a lo tenso de la situación, y suspiró profundamente. Luego, mirando a un lado y otro para asegurarse de que no había miradas (u oídos) indiscretos, empezó a conjurar, pronunciando palabras en latín con voz firme y gesticulando. Quería asegurarse de que no se hubiese metido, sin quererlo, en algún aura mágica... o de otro tipo. 

Notas de juego

Lanzaré de manera espontánea Percibir el Poder Mágico (InVi 2), que me llega para hacerlo sin cansarme (y sin tirar). Si no encuentro resultados, repetiré el mismo proceso pero buscando auras feéricas e infernales, por ese orden. 

Espero que estés mejor del lumbago. Tómate tu tiempo que eso tiene malas recaídas.

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17/04/2021, 23:05
Narrador

Lanzas tu hechizo y un aura de color azulado rodea todo el claro. Lo que indica claramente que el lugar es de naturaleza mágica. Unas volutas de una especie de neblina azulada se eleva desde el suelo hacia el cielo. Después de unas 7 varas de altura comienza a difuminarse hasta desaparecer por completo.

La intensidad del brillo del aura te hace pensar que es intenso. Parecido al que recuerdas haber visto en algún lugar mágico del que se extrae vis en la alianza donde estabas antes de marcharte. Un amargo sabor a bilis recorre tu garganta al recordar aquel sitio y las mofas que recibías de algunos de tus "sodales".

Parece que el ruido que has montado entre las maldiciones y el lanzamiento del hechizo a atraído a alguna especie de animal o bestia. Escuchas como se mueve agitando los arbustos sin que parezca que intenta disimular su presencia. Al poco el ruido se detiene aproximadamente al otro lado del claro. El más alejado del camino. La piedra te obstruye el campo de visión. Te mueves un poco y entonces lo puedes ver con claridad. Unos ojos ambarinos de aspecto maligno te observan quietos desde la maleza en el lugar donde se han detenido los ruidos. No se mueve pero está claro que es consciente de que lo observas. Esos ojos se encuentran a la altura de un ser humano. Podría ser un ser humano. Podría....

¿Qué haces?

Notas de juego

1 vara = 0,83m

No tienes alemán! Pero cómo te mueves por estas tierras sin conocer el germano alma de cántaro? Bueno, pues mejor, así no te enteras de lo que dice :P

Gracias por preguntar. Ya me encuentro mejor ;)

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19/04/2021, 09:16
Rotundus ex Mercere

Rotundus hizo lo posible por reprimir la inevitable tensión que sentía siempre que se encontraba en un aura de esa intensidad. Se preguntó cuál sería su origen, ya que claramente era un lugar natural y no creado por el hombre... ¿tal vez habría algún espíritu del terreno, algún genus loci? ¿O tal vez se habían liberado energías mágicas poderosas aquí en el pasado?

Le sacó de su ensimismamiento el movimiento entre la maleza cercana al claro. Cuando vislumbró los ojillos amarillentos, los nervios se convirtieron de inmediato en miedo. Rotundus estaba fuera de su entorno natural, y lo sabía bien. Dio algunos pasos prudencialmente hacia atrás, intentando distinguir algún detalle más sobre la figura en cuestión. Mientras lo hacía, abrió los brazos en alto con las palmas hacia fuera, como en símbolo de paz y buena voluntad, pero no las tenía todas consigo.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Te dejo aquí una tirada de Percepción + Atención (que no me has pedido) por si sirviera para ver algún detalle más de la criatura en la espesura. Aparte de eso, mi intención será lanzar The Call to Slumber (ReMe 10) como lanzamiento rápido si veo cualquier posible amenaza o peligro asociada a esos ojos amarillos. Si no veo nada amenazador (o si veo algo que no va a ser afectado por el hechizo), mantengo mi pose contemporizadora a la espera de nuevos acontecimientos. 

No tienes alemán! Pero cómo te mueves por estas tierras sin conocer el germano alma de cántaro? 

Rotundus fue diseñado para ser un magus hogareño, que no saliera casi nunca de su laboratorio y, cuando lo hiciera, que fuera acompañado de alguien que supiera alemán, al menos en las primeras fechas después de su mudanza. Sin duda los hados tenían algo muy diferente reservado para él...

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20/04/2021, 13:03
Narrador

La luz plateada que proporciona la luna no te deja ver más detalles de esa sombra que se encuentra en las sombras.
Se mueve en perfecta armonía con el lugar. Ya no hace ningún tipo de ruido. Está claro que conoce este paraje y que también ha hecho ruido a propósito para que fueses consciente de su presencia.
- ¿Qué te trae por estos parajes? - la voz que genera esa pregunta es grave y gutural. Casi arrastra las palabras. Te recuerda a cuando de pequeño tu maestro utilizaba aquellas barras de yeso con las que escribía en aquella plancha enorme de pizarra negra. Un sonido que prácticamente te provoca dentera.
Estás ensimismados en tus recuerdos en intentar controlar esa dentera y no te das cuenta de que el tiempo va pasando y no constestas a la pregunta de ese hombre o criatura.
Pacientemente el ser te realiza otra pregunta.
- Veo que la vida te ha tratado bien. Tienes un aspecto... muy saludable. -  continua la voz poco después con voz más melosa. También escuchas como si se estuviese recogiendo la baba.
Tu corazón comienza a latir con fuerza, el miedo comienza a invadir tu cuerpo. Los oídos comienzan a pitar.
Una risa jocosa surge de ese lugar ignoto en la maleza. De ese ser que parece mofarse de ti.
- No temas. No suelo tener por costumbre comerme a mis sodales - dice la figura en un tono más apaciguador.
Todavía estás estupefacto con la revelación cuando lentamente ese ser asoma su cabeza por los arbustos. Su rostro sigue estando bajo las sombras. Pero en su silueta hay algo extraño, unas orejas excesivamente largas y una barbilla lampiña te llaman la atención. Un sombrero parecido a las barretinas catalanas cubren la cabeza de ese ser. Una barretina de un rojo oscuro, un rojo apagado.
- Ordinem ministramus et sustinemus (*) - dice solemnemente esa figura en la sombra mientras se asoma un poco más y puedes ver que en esa barretina hay bordado un triángulo azul inscrito en un círculo amarillo.

 

Notas de juego

(*) Servimos a la Orden y la mantenemos viva.

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21/04/2021, 10:36
Rotundus ex Mercere

Rotundus se quedó mirando al hombrecillo con los ojos abiertos como platos. ¿Un Boina Roja? ¿De los de verdad? No, era.. ¿un magus? ¿O tal vez un duende que le había robado la barretina a alguien y había aprendido dos frases en latín? La expresión de estupefacción de Rotundus cambió a una de extrañeza e incredulidad mientras intentaba balbucear algo mínimamente inteligible y removía los pies incómodo, sin saber muy bien si echar a correr. ¿Pero adónde iba a ir en aquel maldito bosque y en plena noche?

-Ex umbra im solem* -dijo finalmente, pues no se le ocurría nada mucho mejor que decir, haciendo una leve reverencia a modo de reconocimiento, tratando de transmitir que estaba tratando a su interlocutor como un igual-. Mi nombre es Rotundus ex Mercere, ¿con quién tengo el honor de hablar?

Aguardó unos instantes, claramente incómodo ante la situación, y luego continuó:

-En cuanto a mi presencia aquí, es más bien casual... a medias. Ando buscando la aldea de Siegen, aunque me temo que me he perdido. Soy hombre de ciudad, ¿sabéis? Y de buen comer, añado... -se dio cuenta de que estaba empezando a parlotear sin sentido, fruto de su incomodidad y su timidez, así que frenó en seco, dando un par de segundos a su estómago para que rugiera su conformidad con su última frase. Luego continuó-. ¿Conocéis la región, sois de la zona? ¿Por casualidad no podríais indicarme el camino hacia el pueblo?

Notas de juego

(*) De las sombras a la luz

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24/04/2021, 20:46
Narrador

- De las sombras a la luz... - dice el ser entre sombras. - Muy apropiada frase Sodal. Pues que así sea - continua diciendo mientras asoma su cabeza y puede por fin ver el rostro de tu interlocutor.

Aunque quizás la palabra "rostro" sea un término muy amable para lo que tienes ante ti. No puedes evitar dar un paso atrás al observar a ese ¿hombre?... a esa ¿criatura?..

Su rostro es más largo de lo normal. Su tez está llena de pústulas y llagas que le afean de una manera extrema. Sus ojos destilan odio y su color amarillento le proporcionan un aspecto más temible si cabe. Una boca deformada con hilillos de baba colgando de las comisuras completan ese cuadro. Eso sí, unos poderosos y brillantes dientes asoman detrás de esos labios. Dientes afilados y puntiagudos. Como puntiagudas son también sus orejas.

La barretina observas ahora que está hecha de trozos de tela mal cosidos. Recuerda más al remiendo de una herida que al trabajo habitual sobre la tela. Pero allí está, un triángulo azul sobre un círculo dorado. No hay duda. Es un miembro de tu casa.

- Mi nombre es Aleph ex Mercere. - te indica ese ser con una voz calmada.

- Los habitantes de Siegel se encuentran en esa dirección - te dice mientras señala con una enorme mano de largos dedos el camino en la dirección en la que ya ibas - pero te advierto Sodal. No son gente de fiar. Ese pueblo ha sido maldecido por algún tipo de bruja o similar y sus gentes son muy extrañas - te indica el ser de horripilantes rasgos.

- Pronto te darás cuenta de ello. Pero sigues sin contestarme qué haces por aquí. Y aunque me imagino el motivo no pareces querer decírmelo. Bien. No hay problema puedo esperar. Volverás a mí. Y entonces te haré saber lo que quiero a cambio - una sonrisa escalofriante asoma entre esos labios tras pronunciar estas palabras. Tu "Sodal" parece quedarse a la espera, disfrutando del momento. Esperando que le contestes o quizás que le preguntes algo más. Parece que la escena le divierte.

El viento vuelve a soplar y el murmullo del arroyo se escucha tras de ti.

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26/04/2021, 08:51
Rotundus ex Mercere

Rotundus se quedó atónito ante la imagen de aquel extraño hombrecillo. Había oído que en ocasiones su Casa empleaba a criaturas ciertamente extrañas como Boinas Rojas, pero no se había encontrado nunca con nada parecido. Carraspeó incómodo, como sin saber muy bien qué decir, y luego respondió: 

-Encantado de conoceros, Aleph de Mercere. Pertenecemos a la misma Casa, así que... deberíamos dejar aparte cualquier suspicacia. Estáis en lo cierto, solo busco Siegel como punto de descanso, aunque en realidad estoy buscando un lugar cercano conocido como las Siete Colinas, por propósitos de mi investigación...

Decidió no explicar más cosas de las necesarias por ahora y luego, carraspeando de nuevo, continuó:

-¿Y vos, qué hacéis a estas horas en este umbrío bosque? ¿Conocéis algún lugar cercano más seguro que Siegel? Si tan inquietantes son sus habitantes, no me importaría pasar la noche en un lugar más seguro. -Aunque no sé si fiarme del todo de ti, pensó Rotundus tras terminar la frase.

Como siempre, los nervios empezaban a atacarle el estómago. Mientras esperaba que el hombre menudo respondiera, rebuscó en su zurrón intentando buscar algo de comer, tal vez alguna de las frutas que hubiera encontrado durante su paseo vespertino, que empezó a devorar con fruición.

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27/04/2021, 18:18
Narrador

- Me imagino lo que has venido a buscar a las siete colinas pero no  vas a encontrar allí lo que buscas. - dice con cierto aire que se mueve entre lo molesto y lo divertido. - Pero no seré yo quien os diga lo que estais buscando, Sodal. Debeis ser vos, compañero, quien me diga los verdaderos motivos de vuestra visita. Solo cuando seamos sinceros entre ambos podremos entendernos. Hasta entonces, si estais interesados en el claro de las siete colinas podéis volver por donde habéis venido hasta el río. Una vez allí, podéis por el sendero que se encuentra a vuestra derecha y pasaréis por delante de él. - te dice mientras indica con un dedo huesudo el sendero que traías pero en la dirección en la que está el río.

- Respecto a la gente de Siegel, mejor os dejo a vos evaluar el por qué es gente extraña. - dice con cierto tono sbilino - Bien podría equivocarme. Fijaos en mí. ¿Acaso no soy yo un ejemplo de extrañeza lo suficientemente tangible como para señalar a otros de extraños? - continua en un aire de fingida angustia. - Allí encontraréis alojamiento para esta noche oscura que se cierne sobre nosotros - continua mientra indica con sus manos al cielo

- Bien, pues ahora si me disculpais me retiro y ya sabéis donde encontrarme si queréis algo de vuestro humilde compañero Aleph - te dice mientras te muestra esos terribles dientes puntiagudos que le dan un aspecto que puede recibir muchos calificativos menos el de "humilde compañero".

¿Qué quieres hacer?

 

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28/04/2021, 00:08
Rotundus ex Mercere

Rotundus inclinó un poco la cabeza a un lado, sin dejar de masticar nerviosamente los restos de fruta que le quedaban. Empezaba a estar harto de aquellos jueguecitos, y más aún con un miembro de la Orden de Hermes... ¡y de su propia Casa, nada menos! Sin duda el mundo era un lugar mucho más complicado de lo que había pensado mientras terminaba su aprendizaje, no hacía demasiado tiempo.

-¿Vos habláis de sinceridad? Yo al menos he respondido a vuestra pregunta, vos no hacéis más que andaros con frases ambiguas e insinuaciones que no entiendo sin aclarar nada. Os propondré una cosa: no me apetece completar el camino hasta Siegel solo, y además no hablo el idioma de los locales, lo cual sin duda no facilitará mi llegada. ¿Qué os parecería compartir campamento esta noche en algún lugar seguro de este bosque...?

Miró a su alrededor, preguntándose si realmente aquel bosque podía ser seguro, y luego continuó, frotándose un poco los hombros por el fresco nocturno y la incomodidad:

-Sin duda preferiría un lecho caliente, pero si eso significa estar en un pueblo en el que miran con malos ojos a los recién llegados, prefiero una cama más fría al raso pero una compañía más llevadera. ¿Qué decís...?

Pero no tardes demasiado en responder, mi estómago sigue rugiendo, pensó...

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01/05/2021, 10:40
Narrador

El silencio parece apoderarse otra vez de ese lugar. El murmullo del riachuelo se ha detenido, la brisa deja de mover las hojas de los arbustos. Es como si el bosque estuviese conteniendo la respiración.

La respuesta tarda unos momentos en llegar, tu interlocutor está meditando sobre lo que le has dicho, su mirada te indica que está sopesando las diferentes opciones. Finalmente levanta un dedo y de su punta se genera una pequeña chispa de luz de color rojizo como vuestros ropajes. Esa pequeña luz se mantiene suspendida en el aire como si fuese un pequeño pajarillo. A pesar de que la luz ilumina a tu sodal, no es lo suficientemente potente como para que extraigas de él más detalles de los que ya has conseguido observar anteriormente.

 

- Está bien – concluye pausadamente mientras se da la vuelta. - Seguidme y os llevaré a mi humilde choza donde charlaremos largo y tendido. Algo de comer os podré ofrecer aunque no creo que pueda llenar esa enorme panza que tenéis – dice mientras se aleja hacia el interior de la floresta.

 

Te apresuras a seguirle, aunque no es un tarea fácil. No estás hecho para andurrear por los bosques y mucho menos de noche. La única guía que tienes es la de ese minúsculo punto de luz parece viajar con tu extraño guía.

 

Comenzáis a adentraros en ese bosque antiguo y salvaje. Algunos ruidos os rodean y puedes vislumbrar sombras entre los árboles. Una vez te adaptas a la poca luz existente, pareces vislumbrar que esas sombras son animales durante sus actividades nocturnas. Conejos, buhos y otros animalejos parecen ser la fuente de esos ruidos. Pero algunos de ellos te sacan medio cuerpo de altura. Pueden ser ciervos, osos o lobos. Cuando pasas cerca de ellos ,se detienen y parecen observarte. No tienes tan buena vista como para apreciar qué son y qué están haciendo pero lo que tienes claro es que dejan de estar haciendo lo que hacen para ver qué sois y si podéis formar parte de su dieta.

 

El sudor empaña tus ropajes a pesar del frío de la noche. Una mezcla de miedo y excesivo ejercicio físico parecen ser el origen. Lo cual no es bueno porque hacer ejercicio suele darte más hambre. Temes que la frugal cena que ya te han avanzado sea doblemente insuficiente.

 

- La única mujer que me queda es la tierra húmeda… ¡Je,je,je! … ¡Me refiero a la tumba! …. Mi hijo murió … y yo sigo vivo … Qué cosa más extraña, la muerte se confundió de puerta (*) - murmulla el extraño ser que te lleva hacia su choza.

Después de ese comentario se calla y continua su marcha.

Después de lo que te parece una interminable caminata por fin consigues ver en una empinada rampa lo que parece una cabaña hecha de ramas de árbol. Tiene una forma cónica y se eleva unas 4 o 5 varas de altura. No hay ninguna luz ni elemento exterior que indique que hay vive un ser humano. O lo que sea que es tu compañero. Tampoco tiene un diámetro especialmente grande lo que te hace suponer que además de hambre vas a tener que pasar estrecheces.

- Ya hemos llegado – indica Aleph mientras retira la piel de algún animal que hace las veces de puerta de la cabaña y se pierde en su interior.

Aunque algo retitecente, decides adentrarte también en la choza. Al retirar la piel que hace de puerta, observas que Aleph está realizando lo que parece un encantamiento frente a unos pocos palos que hay en el centro de la estancia. De su boca al emitir esas palabras salen unas pequeñas luces como las que te han guiado hasta aquí que vuelan hacia las ramas amontonadas y se aposenta entre ellas. Momentos después un pequeño fuego comienza a quemar esos palitos.

Ese pequeño halo de luz te permite observar un poco mejor a tu sodal. Unos ropajes densos y pesados lo envuelven. Esa capa rojiza parece un enmarañado formado por varios trozos de tela superpuestos unos encima de otros hasta formar una especia de capa de viaje. Su textura recuerda a la del algodón antes de ser tratado para que sea suave y fino. O al de los sacos de arpillera. Es una tela basta, recia y desgastada. Unos ropajes que aún le dan un aspecto más inverosímil a tu compañero.

El calor de la estancia sin embargo te atrae inexorablmente hacia su interior. Sacas las manos y las arrimas junto al fuego.

Aleph saca de detras suyo lo que parece una bandeja con abundantes frutos secos y frutas del bosque sobre una corteza de árbol que hace las veces de bandeja. Agarra apenas un puñado que se mete en la boca y te pasa el resto de la bandeja. Debe pesar casi media arroba (**)

- Puedes comer todo lo que quieras mientras preparo un estofado. Eran mis reservas pero no te preocupes. El bosque proporciona abundante alimento. - te dice mientras comienza a colocar una pequeña olla con unas varas de hierro sobre el fuego.

Comienzas a engullir las nueces, las almendras, los arándanos de forma recatada al principio de con fruición poco después al comprobar que son realmente exquisitas.

Mientras tanto, Aleph coloca cuidadosamente un poco de agua y algunas hierbas aromáticas en el agua. De una vasija de barro, extrae unos trozos de carne que estaban enterrados en sal.

- Es venado, una animal musculoso y rápido. Apenas tiene grasa. Su carne es muy sabrosa – te indica mostrándote el trozo de carne que posteriormente trocea cuidadosamente en cuadrados que va depositando en el interior del cazo.

Pronto el olor del estofado llega a tu nariz y dejas de comer las frutas y frutos secos para esperar a que ese delicioso platillo esté preparado.

- Esa gente de Siegel, están maldecidos por algún tipo de criatura. No están nada bien de la cabeza. Ya lo verás. - te dice distraído Aleph mientras continua removiendo cuidadosamente el contenido de la pequeña olla.

De un rincón Aleph extrae un cuenco de madera. Con el cucharón de metal sirve una taza de caldo y algunos trozos de carne en el recipiente. Luego te da la cuchara de metal y te dice – Lo que queda es para ti – mientras señala la olla que está casi intacta. - Yo con ésto tengo suficiente – refiriéndose al contenido del cuenco.

Comenzáis a comer despacio ya que el caldo está caliente. Pruebas el caldo y está realmente sabroso. Casi te atreverías a decir que el mejor caldo que has probado jamás. Vuelves a mirar contento el contenido de la olla. Parece que después de todo si vas a poder saciar tu hambre.
 

Notas de juego

(*) “Tristeza” de Antón Chéjov

(**) Una arroba = 11,3 kilos

Pregunta lo que consideres oportuno. Haz varias preguntas para hacer el diálogo más dinámico.