Partida Rol por web

En el centro de Prwnk. La capital de Górnoran una lujosa posada se erige sobre los ruinosos edificios circundantes. El Odre de la Vida. Regentado por un elfo enorme de cara rojiza, con aspecto de haber bebido algo.

Luce tras de sí, en la barra, una colección ingente de botellas y frascos de los mas diversos licores de todo el mundo conocido.

Varios viajeros están allí bebiendo, sin embargo algunos están bebiendo solos en mesas o en la barra. Como ausentes. Pensando, tal vez, en sus vidas pasadas o en empresas que deberían acometer.

Un goblin entró en la taberna, con un odre de oro gruñido que portaba el emblema real. Tras varios intentos que rozaban el ridículo consiguió subirse a un taburete y asomar su fea cabeza por encima de la madera, tras la cual se hallaba el elfo.

¡Taurnil! - Resonó la voz chillona del verde. - Su majestad quiere un poco mas de ese licor que le diste el otro día. Llénalo.

Acabó clavando sobre la madera el odre de oro.

Salgo apresurado del corral de la taberna que hace las veces de servicio. Miro a un lado y a otro hasta que mis ojos se cruzan con los del tabernero, ruborizado por haber ido directamente a evacuar sin hacer el oportuno gasto, me encamino hacia los taburetes que están al lado de la barra.

Desde mi ubicación, miro hacia arriba y veo el lugar donde he de ubicar mis sagradas posaderas ¡ Maldición! ¿Por qué no habilitarán estos sitios para la gente pequeña? ¡ Cuánta discriminación ! Venga Oklayu en peores plazas hemos toreado...Pongo las palmas de las manos sobre el asiento y haciendo tres ademanes de salto, cojo impulso y trato de elevarme hasta la cima.

Lástima no haber observado que la pata de la silla estaba coja, me hubiera ahorrado hacer el ridículo a las primeras de cambio, pero los descuidos se pagan...

Así fue como el enano dio un salto olímpico, se subió al taburete y logró izar la mano en ademán de llamada al camarero -Una cer....-, pero justo cuando estaba en la cúspide el taburete se venció hacia el lado contrario y la cabeza del enano desapareció de la vista del camarero.

¡¡¡CHAFUM!!!*

El goblin que acababa de pedir el llenado del odre al ver al enano caer de bruces no puede por más que reírse abiertamente a la vez que se burla.

Pobres enanos, se creen muy altos y de un taburete sufren vértigo. ¡Juas, juas!

El goblin señalaba al enano con el dedo índice lleno de roña. Dejando ver el escudo real bordado en su pecho de cota de malla.

Me paso gran parte del día vagando de una calle a otra, explorando y conociendo la ciudad. Estaba llena de grandes contrastes, sí, pero al llegar al centro fue muy notable esta sensación de contrastes, pues en medio de edificios ruinosos se alzaba un edificio bastante más bonito y trabajado.

En ese edificio entraban y salían todo tipo de personas con sólo un punto en común: parecían estar de paso. Me cacheo y pienso en por qué no me explicaron que fuera de dónde provengo la gente funciona con esas piezas metálicas relucientes. La gente las adora. Pero también se enfadaban si les pedías comida o agua y no les dabas esas piezas metálicas.

Aún así, no puedo reprimir mi curiosidad y me acerco a la puerta. Cada vez que sale o entra alguien presto atención al interior pero nada distingo con demasiada claridad, pero oigo bastante murmullo de gente. Me acerco a una ventana y poniéndome un poco de puntillas me asomo mirando el interior del edificio: era el típico edificio en donde la gente bebía y comía sin más, y al final, les daban piezas metálicas a los tipos que parecían ser los inquilinos del edificio.

En la barra veo encaramarse a un hombrecito ...¿verde? con gestos bastante cómicos. Clava en la barra una especia de copa metálica y pide algo. Al casi mismo instante, otro hombrecito, algo más achaparrado, se sube con casi los mismos gestos, pero con un final distinto al caer al suelo. Distingo al primer hombrecillo jactarse del segundo. Esto ya lo he vivido, y terminan todos los de dentro tirándose las sillas por la cabeza y rompiendo las botellas en las mismas.

No puedo reprimirme y entro aún sabiendo qué sucede cuando esperan piezas metálicas de mí y no tengo. Me dirijo al segundo hombrecillo, el que está en el suelo y le ayudo a levantarse. Sonrío intentando ser amable.

- ¿Bien?

Al entrar busca con la mirada un rincón en el que sentarse tranquilo y desde el que tenga una buena perspectiva de toda la estancia.

Sus ropas, ya ajadas de por sí, lucen varios rotos y manchas de barro recientes. A la espalda porta una silla de montar y un escudo heráldico cuyo blasón a sido raspado deliberadamente.

¡¡POSADERO!! mientras espera la llegada del elfo deja caer la silla y el escudo junto a una mesa del fondo de la habitación. Suelta el cinto que sujeta la funda de la espada y la deposita sobre la mesa y se sienta de espaldas a la pared.

Comida y cerveza, elfo.

Maldito caballo. tenía que morirse a 20 millas de Prwnk. ¿Donde puedo encontrar un herrero que enderece mi espada? dice mostrando la poco recomendable curvatura que adorna el filo de su arma.

Mi caballo decidió morirse de repente en plena carrera. Dice soltando un par de monedas sobre la mesa y centrando toda su atención en deglutir sin tregua ni mesura la comida.

La puerta se abre una vez mas empujada por una silueta de gran estatura, cerca de los dos metros. El individuo, de poderosa figura, ataviado en ropajes simples y pieles de animales, da pasos firmes hasta la barra mientras dos ojos negros y profundos examinan la escena desde detrás de una mata pelo negro.

Sin prestar mas atención, se sienta en el primer taburete disponible sin quitarse el peso de un hacha a dos manos que carga a su espalda.

-Posadero, bebida, por favor.- El modo en que la voz, grave y firme, escupe el por favor, deja a entender que lo hace más por obligación que por mera educación.

Mi sonrojo se hace más que plausible al tiempo que me levanto sacudiendo el cuerpo para zafarme de la ayuda prestada por la elfa. ¡Por todas las rocas de la mina!¡Cómo he podido ser tan torpe! Y además viene a socorrerme una elfa, UNA ELFA... esto es intolerable.Ya ... puedo yo .... SOLO.

Recuperada la verticalidad lanzo una mirada furibunda al Goblin Maldita sabandija verde, nadie se burla de un guerrero de Össtelar, te retractarás o probarás los filos de mi hacha..

El enano se encara al Goblin dejando ver su cara de iracundia llena de cicatrices, abre las piernas adoptando la tradicional posición de batalla de los de su casta.

¡ RETRACTATÉ!

¡Uy que miedo! - Ríe el goblin al ver la pose del enano. Para poner severo el rostro.

No creo que te convenga enfrentarte al goblin de más confianza del reino del rey de reyes Drerick. Te aplastaría con el menor de sus dedos. Así que no incomodes más a su servidor más destacado. - Amenazó finalmente.

El enano abandona su pose y coge impulso lanzándose contra el taburete sobre el que está sentado el goblin, empujándolo y haciéndolo caer al suelo.

¡MALDITA SABANDIJA! TE AFERRAS A TU CARGO PARA SALVAR TU VIDA, ¿ACASO TE CREES QUE UN ENANO QUE LUCHÓ CONTRA LOS NETHS TIENE MIEDO A LA MUERTE? MI HONOR VALE MÁS QUE MI PROPIA EXISTENCIA.

LUCHA, O TU REY TE TENDRÁ QUE RECOGER HECHO FILETES.

La aparición del pequeño goblin, sin duda enviado por nuestro rey, logra sonsacarme una ligera sonrisa de aprobación, y su demanda, la esperada, no consigue más que ensancharla, sabedor de que, nuevamente, mi licor era del agrado de Drerick. Pero antes siquiera que pueda agarrar el dorado odre, el enano, que tantas prisas había mostrado por evacuar, hace de nuevo su aparición, y tras lanzarme una mirada, quizás una disculpa, se encamina hacia el taburete que, desde hace unos días, cojea de una de sus patas. Su caída, al igual que al goblin, logra hacerme sonreír abiertamente antes de que me digne a encargarme de rellenar el odre de nuestra majestad. Aún riéndome, me doy la vuelta para elegir la botella de mi mejor licor.

Aquí tienes, y dile a tu Rey que me alegra que le haya gustado. - afirmo, encarándome de nuevo con el goblin, ya que con el odre lleno, justo en el mismo momento en que el enano, rehusando la ayuda de la elfa, se pone en pie, fuera de si.

Cita:

LUCHAR AQUÍ, Y SERÉ YO QUIEN OS HAGA FILETES A LOS DOS!! - intervengo, alzando la voz por encima de la del enano. - Maldita sea, quien entra en MI local es para beber, y el que quiera otra cosa, como por ejemplo pelear, que lo haga en la calle. ¿Ha quedado claro?. - continuo, realmente enfurecido, mientras mi mirada se pasea del enano al goblin y de nuevo al enano. - Tu majestad está esperando el odre, así que cógelo y vete. - agrego, tendiendole el objeto, repleto de licor, mientras mi mirada, impasible y desafiante, sigue clavada en el enano, advirtiéndole, en silencio, que lo mejor para él es que la situación actual no pase de ese punto. - Venga, no lo hagas esperar más.

Al tenderle la mano al enano, este rehúsa mi ayuda y me quedo algo sorprendida. Nunca me había pasado que al prestar ayuda a alguien éste me la rechazara. ¿Se pensará que me quiero reír de él? Bueno, se ha empezado a poner colorado y su semblante iracundo me advierte que no es momento de pedirle el por qué se comporta así, pero... ¿pelear? Contra el hombrecillo verde?

Las palabras del que parece el dueño del lugar suenan imperativas y durante unos segundos todas las personas del local se quedan en silencio, expectantes de qué decisión tomarán los dos hombrecillos. Yo aún no sé por qué quieren pelear... ¿sólo porque se ha caído? ¡Eso le puede pasar a cualquiera, hasta al más ágil de todos!

Aún así, por precaución retrocedo un par de pasos... y me quedo por detrás del hombrecillo que rehusó mi ayuda. Me parece que la necesita a pesar de que no lo quiera reconocer.

El enano, enfurecido se lanza contra el goblin grosero, pero al estar sobre el taburete es una difícil presa, por lo que no logra atraparle.

En ese momento la voz de posadero resuena en el local, increpando a los dos en liza.

Al escucharlo el goblin cambia el gesto de burla y parece abochornado. Bajando la cabeza recoge el odre dorado y en voz queda pide disculpas al elfo regente.

Disculpa Taurnil. No volverá a pasar y por favor no comentes nada al rey. - Mira un instante al arco compuesto colgado en la pared, detrás de la barra. - Sabéis el aprecio que tiene por vos, Duque Taurnil, desde la cueva de Akich.

El goblin de un salto sale de la taberna mirando con desdén al enano. Para al pasar a su lado dar un salto miedoso y salir corriendo de la taberna.

Acepto tus disculpas, y ahora ve a ver a tu rey. - mascullo, moviendo una de mis manos para señalar la puerta de salida, y aunque me guardo la respuesta a su solicitud acerca de si le comentaré algo o no a su Rey, mi mirada le deja claro que no será así, al menos por el momento.

Una vez el sirviente de Drerick abandona el local, vuelvo a posar mi mirada en el enano, al cual le dirijo una inquisidora sonrisa, - ¿Aún tienes ganas de pelea? Esperemos que no. - antes de volverme de espaldas, eligiendo una gran jarra la cual lleno de la exquisita cerveza que tanto les gusta a los de su raza. - Ten, espero que esto calme tu ira, maese enano. - le comento, dejando la jarra apoyada en la barra, antes de volver a dar la espalda a mis clientes, en este caso para llenar una copa del fabuloso licor que le he ofrecido al rey.

Mucho más relajado ahora que espero que el altercado haya llegado a su fin, repaso a la clientela que llena mi local, y mientras bebo de mi copa de licor, apreciando el sabor de este, rememoro algunas de las solicitudes así como su orden de llegada. El de la mesa primero, luego el fortachon de la barra y finalmente la elfa que no ha pedido nada.

Acostumbrado al trabajo, pues ya hace años que regento el local, preparo una bandeja con pan, queso y algo de carne, y acompañando todo ello de cerveza, encamino mis pasos a la mesa donde el humano ha tomado asiento, al parecer bastante perjudicado por su viaje. Educadamente, deposito lo solicitado ante él, y ante la demanda de otros clientes, vuelvo a mi lugar preferido, tras la barra, pero ahora frente al humano de pelo largo y negro. - ¿Y que quieres beber? - pregunto, ya que este no especificó en su momento cual era la bebida que deseaba.

Guardo con desdén mi arma mientras veo salir al goblin como alma que lleva el diablo. Maldito cobarde, huye como una gallina, estos bichos verdes no tienen honor. Ya tendré ocasión de reparar la afrenta.

Después miro al elfo que está tras la barra, hago un gesto de asentimiento y le digo. Mis más sinceras disculpas posadero, no era mi intención montar este escándalo pero no tolero que nadie se mofe de mí por muy real paje que sea. Cojo la cerveza que está encima de la barra y le doy un prolijo trago, mancho mi barba con la espuma y la limpio con el borde de la manga de mi camisa.

Luego vuelvo a colocar el taburete en el que estaba el goblin en posición ergida y me subo a él, mientras miro a un lado y a otro con cara de enfado a la par que vergüenza.

A la pregunta del camarero, Zalkar, tras ver la escena del enano y el goblin, responde con animo: -Lo mismo que el orgulloso enano.

Detras de su mata de pelo, parece que dirige al enano un gesto de complacendia, pues parece que disfrutó del acto de orgullo del enano.

Despues de lo dicho no para de examinar ligeramente a todos los presentes de la taberna, formandose ideas de unos y de otros, y de la variopinta cultura que debe haber tenido a bien, formar esta ciudad donde gente tan dispar se reune.

- ¿¿Duque Taurnil?? ¿¿La cueva de Akich?? - digo sin poder reprimirlo, y al percatarme de ello, me tapo la boca con ambas manos. Hago gesto de disculpa al elfo, presunto duque de Taurnil.

"No podía ser verdad, ¿estaba ahí, delante de nosotros, toda una leyenda? Si no recuerdo mal la historia, participó en la recuperación del cetro del poder... ¡Vaaaaaya! Eso sí que era una aventura, no como mi deambular por estas tierras", pienso sonriente viendo marchar al hombrecillo verde y perdiéndome cada vez más y más en mis pensamientos.

La voz del elfo me saca de mis pensamientos haciéndome volver a la realidad. Ahí estaba él, sirviendo una copa al maese enano y paseando de la mesa a la barra, sirviendo lo que la gente le pide. ¿Aquí no piden piezas de metal? Lo dudo mucho. Pero aún así, me quedo unos instantes observando a la gente tan variopinta del lugar. El maese enano, subiendo de nuevo a un taburete; un hombre en una mesa; otro enorme en la barra; varios viajeros más y yo, que no pintaba nada en un lugar como ése. Al percatarme de ello y de mi desorientada ubicación me dirijo tras el hombrecillo verde con intención de ir hacia la calle. Quizás si busco bien encuentre piezas de metal por ahí tiradas, quién sabe.

El la taberna, repartidos en cinco toscas mesas se repartes los grupos de goblins, enanos, elfos y humanos. Incluso dos dragonuts que beben un líquido negruzco que Taurnil les ha servido anteriormente.

Sin embargo las diferentes razas no se mezclan, están en el mismo local pero ignorandose mutuamente. Sin conflictos, sin roces, sin amistad.

De la cocina sale un joven de pelo ralo, enclenque, con un mandil. Es el pinche de Taurnil, que ayuda a este cuando el elfo emprende sus viajes.

Ante la exclamación de la mujer, me vuelvo hacia ella, clavando mi mirada, intrigada, en la suya, y percatándome entonces de que no se trata de una elfa pura, sino de una hermosa semielfa.

Ya piensa abandonarnos, ¿señorita?. Le aseguro que no encontrará en toda la ciudad un local donde sirvan mejores cervezas, vino o licores, se lo aseguro. - le comento, haciendo muestra de una agradable sonrisa, intentando que aquella bella mujer no abandone mi local. Hay pocas mujeres que vengan a visitarme, así que no pienso dejar que se vaya tan fácilmente, estoy cansado de tanta hombría! - Y si no me cree, tome asiento, hoy probará el mejor vino de su vida, se lo asegura. - le aseguro, invitándola a hacerlo en uno de los taburetes de la barra.

Sin esperar a ver si la semielfa acepta o no mi invitación, ya que confío en que sí, preparo una nueva jarra de cerveza, la cual le sirvo al hombretón tatuado, y rápidamente vuelo a centrarme en la mujer, eligiendo una de mis mejores botellas de vino antes de servir el líquido en una de mis copas. - Y bien, ¿que me dice?