Partida Rol por web

Novatos en la Muralla

Crecer o morir (Finalizada)

Cargando editor
28/08/2017, 18:06
Director

La Muralla Kaiu, también conocida como la Muralla del Carpintero o el Milagro Kaiu, ha sido la representación fisica de la frontera sur de Rokugan y el lugar donde las fuerzas del Imperio y el Jigoku libran su eterna batalla.

Sin embargo, la Muralla del Carpintero no es la primera fortificación que fue construida para la defensa de la humanidad. La primera muralla levantada por Hida y recorría la frontera de lo que eran las tierras Hiruma. Esta edificación consiguió detener un asalto que duró una década entera, pero resultó ineficaz para detener el asalto de la Fauce que acabaría asolando Hiruma Shiro.

Aquella horda continuó su avance hasta el lugar dónde hoy se alza la muralla que todos conocen. Allí fue donde Kuni Osaku entregó su vida alzando las aguas del río de la Cresta Creciente durante setenta y tres días, permitiendo al Cangrejo alzar una nueva fortificación con la que detener al poderoso ejército y acabar con el oni que los dirigía.

La Muralla Kaiu se eleva más de treinta metros sobre el lecho del río, sus almenaras son de nueve metros de ancho y posee torres con armas de asedio cada cuarenta y cinco. En ella hay apostados ciento cincuenta mil samuráis que se encargan de patrullar la muralla y guarnecer cada una de las torres, en las cuales siempre hay dos regimientos y la gente necesaria para controlar las armas de asedio alojadas en ellas, pero el grueso de las fuerzas aguardan en alguna de las doce Grandes Torres, siempre preparados para enfrentar a las abominaciones del sur.

Básicamente esa es la historia y descripción del monumento frente al que os encontráis, una información que todo Cangrejo conoce, pero es ahora, bajo su sombra, cuándo llegáis a comprender la verdadera labor que el clan desempeña y que el resto del Imperio apenas llega a comprender. Habéis venido a defender el mundo de los monstruos que la hicieron necesaria, pesadillas vivas capaces de destrozar tu cuerpo y devorar tu alma... y lo único que tenéis a vuestra mano son vuestras vidas.

Cargando editor
28/08/2017, 18:08
Yasuki Tetsuko

Los pergaminos con vuestras órdenes estaban sumamente claros por más que Tetsuko se hubiera parado a leerlos y releerlos durante horas. Debíais presentaros en la vigésimo séptima torre al sureste de Kamisori sano Yoake Shiro (el castillo del Filo del Amanecer) y eso suponía que le iba a tocar ella lidiar con aquella panda de niñatos, porque si que eran putos niñatos que ni siquiera se habían ganado su daisho cómo era debido, y repeler cualquier asalto que pudieran sufrir con ellos. Es por ello que andaba bastante irascible.

- ¡Zakennayo!

Chillaba cada vez que llegaba uno nuevo con su pergamino. Ya no le importaba si el crío le sacaba dos cabezas e incluso si en verdad parecía un Cangrejo "de verdad", se limitaba a dirigirse hacia dos toneles con varias espadas, sacaba una katana de uno, un wakizashi del otro y sin ninguna ceremonia se los tendía golpeándoles con ellos en el pecho.

- ¡Aquí tienes rakki yaro! Vas a demostrarme que los mereces o te lanzaré desde la almenara y con suerte aplastarás algún bakemono ¿entendiste niñato? ¡Ahora ve a la fila con el resto!

Claramente no os quería aquí, pero no tenía más opciones que apañarse con lo que tenía, tal y como todos acabarías comprendiendo, sin embargo cumplía con su obligación y, a pesar de cómo os trataba, sabíais que pronto vosotros también tendríais que hacer exactamente lo mismo. ¿Por qué? Por algo tan simple porque todo samurái y ashigaru de la vigésimo séptima torre se encontraba corriendo de un lado para otro, exactamente lo mismo que habíais visto durante todo el Camino de los Vendedores y la presteza en un lugar como este sólo podía significar una cosa.

Cargando editor
03/09/2017, 21:14
Yasuki Tetsuko

Jamás habrías imaginado que tu espantada de tierras las agradables tierras Grullas te llevaría a los pies de la Muralla, pero ahí estabas, frente a la vigésimo séptima torre al sureste de Kamisori sano Yoake Shiro (el castillo del Filo del Amanecer) con la esperanza de impresionar suficiente al Cangrejo para que tu clan de origen se pensara dos veces el trato que habías sufrido y lo lamentara con creces, pero eso sería cosa del futuro, porque ahora tu senda transcurría por encontrar a la gunso de aquella, Yasuki Tetsuko y lograr que llegara a valorar tu positivamente tu trabajo. Afortunadamente no tardaste en encontrar a la Yasuki, pero ahí se quedó tu suerte.

Se encontraba recibiendo pergaminos de multitud de samuráis, algunos incluso parecían más jóvenes que tu, lo cual no era algo halagüeño para tu propia supervivencia y ni la de ninguno de ellos. Obviamente, ella debía pensar igual, pues se notaba que no le alegraba la situación y menos lidiar con aquella panda de niñatos, porque si que eran putos niñatos que ni siquiera se habían ganado su daisho cómo era debido, y repeler cualquier asalto que pudieran sufrir con ellos. Es por ello que andaba bastante irascible.

- ¡Zakennayo!

Chillaba cada vez que llegaba uno nuevo con su pergamino. Ya no le importaba si el crío le sacaba dos cabezas e incluso si en verdad parecía un Cangrejo "de verdad", se limitaba a dirigirse hacia dos toneles con varias espadas, sacaba una katana de uno, un wakizashi del otro si el novato no las tenía y sin ninguna ceremonia se los tendía golpeándoles con ellos en el pecho.

- ¡Aquí tienes rakki yaro! Vas a demostrarme que los mereces o te lanzaré desde la almenara y con suerte aplastarás algún bakemono ¿entendiste niñato? ¡Ahora ve a la fila con el resto!

Claramente no les quería aquí y cuando llegó tu turno, apenas perdió medio segundo más que al resto al reconocer tu clan. Había oído rumores sobre ti, pero no tenía más opciones que apañarse con lo que tenía, tal y como todos acabarías comprendiendo cuando el trato que te dedicó no fue diferente al resto, sin embargo cumplía con su obligación y, a pesar de cómo os trataba, sabíais que pronto vosotros también tendríais que hacer exactamente lo mismo. ¿Por qué? Por algo tan simple porque todo samurai y ashigaru de la vigésimo séptima torre se encontraba corriendo de un lado para otro, exactamente lo mismo que habíais visto durante todo el Camino de los Vendedores y la presteza en un lugar como este sólo podía significar una cosa.

Cargando editor
03/09/2017, 21:54
Yasuki Tetsuko

Jamás habrías imaginado que tu decisión de apoyar al Cangrejo en un momento tan difícil en verdad te llevara a los pies de la Muralla, pero el pergamino que habías recibido estaba sumamente claro, por más que la gunso se hubiera parado a leerlos y releerlos durante horas. Al igual que muchos novatos, debías presentarte en la vigésimo séptima torre al sureste de Kamisori sano Yoake Shiro (el castillo del Filo del Amanecer) y eso suponía que a Yasuki Tetsuko, pues aquel era el nombre de la veterana, le iba a tocar lidiar con aquella panda de niñatos en la cual por descontado te incluía, porque si, a sus ojos no erais más que putos niñatos que ni siquiera se habían ganado su daisho cómo era debido, y debía repeler cualquier asalto que pudieran sufrir con vosotros. Es por ello que andaba bastante irascible.

- ¡Zakennayo!

Chillaba cada vez que llegaba uno nuevo con su pergamino. Ya no le importaba si el crío le sacaba dos cabezas e incluso si en verdad parecía un Cangrejo "de verdad", se limitaba a dirigirse hacia dos toneles con varias espadas, sacaba una katana de uno, un wakizashi del otro y sin ninguna ceremonia se los tendía golpeándoles con ellos en el pecho.

- ¡Aquí tienes rakki yaro! Vas a demostrarme que los mereces o te lanzaré desde la almenara y con suerte aplastarás algún bakemono ¿entendiste niñato? ¡Ahora ve a la fila con el resto!

Claramente no os quería aquí, y no se molestó en disimularlo contigo ni con ninguno de los otros, pero no tenía más opciones que apañarse con lo que tenía, tal y como todos acabarías comprendiendo, sin embargo cumplía con su obligación y, a pesar de cómo os trataba, sabíais que pronto vosotros también tendríais que hacer exactamente lo mismo. ¿Por qué? Por algo tan simple porque todo samurái y ashigaru de la vigésimo séptima torre se encontraba corriendo de un lado para otro, exactamente lo mismo que habíais visto durante todo el Camino de los Vendedores y la presteza en un lugar como este sólo podía significar una cosa.

Cargando editor
03/09/2017, 22:07
Yasuki Tetsuko

El pergamino con las órdenes estaba sumamente claro por más que la gunso Yasuki Tetsuko se hubiera parado a leerlo y releerlo durante horas. Según éstos, debías presentarte en la vigésimo séptima torre al sureste de Kamisori sano Yoake Shiro (el castillo del Filo del Amanecer) al igual que multitud de otros jóvenes samuráis para defender aquella sección de la Muralla, eso suponía que le iba a tocar ella lidiar con aquella panda de niñatos, porque a sus ojos si que eran putos niñatos que ni siquiera se habían ganado su daisho cómo era debido y debía repeler cualquier asalto que pudieran sufrir su sección con ellos. Era por ello que andaba bastante irascible.

- ¡Zakennayo!

Chillaba cada vez que llegaba uno nuevo con su pergamino. Ya no le importaba si el crío le sacaba dos cabezas e incluso si en verdad parecía un Cangrejo "de verdad", se limitaba a dirigirse hacia dos toneles con varias espadas, sacaba una katana de uno, un wakizashi del otro y sin ninguna ceremonia se los tendía golpeándoles con ellos en el pecho.

- ¡Aquí tienes rakki yaro! Vas a demostrarme que los mereces o te lanzaré desde la almenara y con suerte aplastarás algún bakemono ¿entendiste niñato? ¡Ahora ve a la fila con el resto!

Claramente no os quería aquí, pero no tenía más opciones que apañarse con lo que tenía, tal y como todos acabarías comprendiendo, sin embargo cumplía con su obligación y, a pesar de cómo os trataba, sabíais que pronto vosotros también tendríais que hacer exactamente lo mismo. ¿Por qué? Por algo tan simple porque todo samurái y ashigaru de la vigésimo séptima torre se encontraba corriendo de un lado para otro, exactamente lo mismo que habíais visto durante todo el Camino de los Vendedores y la presteza en un lugar como este sólo podía significar una cosa.

Cargando editor
03/09/2017, 22:18
Kuni Hirotaro

Hirotaro observó y escuchó en silencio como la gunso repartía órdenes a diestro y siniestro a todos los presentes. Cuando llegó su turno, presentó su pergamino y quedó en silencio, realizando un respetuoso saludo cuando lo volvió a recibir, yendo a recoger su arma cuando se lo gritó a la cara, sin cambiar su gesto, poniéndose en la fila de nuevo. No quería problemas.

Mientras esperaba en la fila, observó a los demás, los que suponía que serían sus compañeros, y frunciendo un poco el entrecejo, observó a Hida Ryoga de arriba a abajo. No sabía porque, pero aquel muchacho le sonaba. Ya indagaría un poco más.

Cargando editor
03/09/2017, 22:44
Doji Ako

La Muralla del Carpintero era impresionante. Vista desde el suelo, casi inabarcable, resultaba tambien atemorizadora. Doji Ako, fugitiva, renegada y vergüenza de una de las más prestigiosas familias del Imperio, habia recorrido mucha distancia para llegar hasta allí. Y su destino la habia llevado, con la inesperada compañia de Tsinichi, a presencia de aquella malencarada samurai-ko.

A su pesar, la fiereza de Yasuki Tetsuko, impresionó a la doncella Grulla, que aguardó frente a ella sus instrucciones. Todavía llevaba puesta su ropa de viaje, con la pesada capa de paja sobre los hombros y el ancha ala de sus sombrero ocultando sus furibundos ojos del resto del mundo.

Habia tenido la cortesia de ceñirse el daisho sobre la cadera derecha, firmemente encajado en su modesto obi. Queria demostrar que no buscaba problemas y mostrar cierta deferencia hacia sus anfitriones, pero dejando a las claras que era una samurai-ko y que merecia el respeto debido a aquellos dedicados a dar la vida por su señor... fuese quien fuese en ese momento. La mano con la que sontenia el astil de su naginata no dejaba nada a la imaginación. Era un bushi por derecho propio.

El revuelo que se producía a su alrededor hizó que Ako elevase la mirada. Como hormigas, montones de ashigaru y de samurai subian, trepaban y corrian por las escalas, rampas y curiosos artilugios elevadores hacia distintos puntos de aquella fortaleza, cuyo nombre habia sido el primer y único motivo por el que Ako habia decidido ponerse al servicio del Cangrejo.

Los ojos de la samurai-ko lanzarón rápidas miradas enderredor, buscando un sitio donde pertrecharse adecuadamente, lejos de las indecorosas miradas de todos aquellos extraños. Habia aprendido a tolerar la presencia y la ayuda de Tsinichi, pero permitir a un Cangrejo ver a una Grulla vestirse para morir era algo que no entraba dentro de los planes de Doji Ako... por el momento.

- ¿Ordenes, Yasuki Tetsuko-sama?

Cargando editor
03/09/2017, 22:47
Hida Ryoga

El joven Cangrejo venía totalmente pertrechado de casa, enfundado en la habitual armadura pesada tan distintiva del clan, llevaba un pequeño petate a la espalda, su daisho en la cintura y el tetsubo colgado al hombro. Entregó el pergamino sin mucha ceremonia y no esperó a que le dieran espadas sino que se colocó directamente en la fila sujetando, ahora si, el tetsubo con fuerza frente a él, todo aquella agitación solo podía preceder a una cosa, la batalla. 

No pudo evitar mirar al Kuni que tenía al lado, la diferencia de altura era notoria así como la carencia de músculos, lo catalogo rápidamente como un shugenja.-Cuanto todo este empiece ponte a mi sombra, los tuyos son mucho más útiles atrás.- le dijo sin ningún tipo de acritud, esperando tan solo el momento de formar. Un shugenja a sus espaldas podía ser la ventaja que le salvase de una muerte segura.Callado, esperaba en la fila junto al resto el momento de posicionarse.

Cargando editor
03/09/2017, 23:05
Nanako

Por su parte, hay una muchacha que se esfuerza por intentar encajar en los uniformes azules de la muralla.

Ella es Nanako. No la habeis visto hasta hace relativamente poco. Y por la evidente bolsa de pergaminos a su espalda, ella es una Shugenja. Ella se cuaja la nuevecísima Katana y la Wakizashi al cinto, y tanto el tetsubo como el arco descordado a la espalda.

"Recorrer la muralla, atentos a los peligros. No será el Gempuku más glorioso. Pero parece que es el que hace falta ahora."

 

Lo que Nanako esta viendo no le deja de sorprender, y de darle esa sensación de algo gigantesco: La misma historia de esta muralla, más alta que ningun palacio e inabarcable de horizonte a horizonte.

 

"Aqui empezamos" dice la pobre muchacha. Sin una armadura que la cubra más que un Kimono de lino, y con unas sandalias Getta para poder correr más deprisa "Por cierto... mi nombre es Nanako, la Shugenja" le dice a la muchacha Doki Ako, que tambien parece que es de fuera.

Cargando editor
03/09/2017, 23:36
Ginawa

Todo Cangrejo había estado más de una vez en su vida en la Muralla, independientemente de su edad, pues ese era su sino... pero como hubiera podido atestiguar Ginawa, pese a la oposición de instructores en lógica y gramáticaa, estar en la muralla no era exactamente lo mismo que estar en la muralla. Allí no había tiempo para la instrospección sobre qué diferente hubiera sido su introducción a la hombría de otra forma

*ghomp!*

cuando una enorme y encallecida mano le estampó la madera del daisho en el estómago, cortándole la respiración por unos momentos pero reaanimándole con pertinentes gritos de amenaza y maldición si no se movía de una vez, lo que procedió a hacer mientras se ajustaba los hierros sagrados en la guardamanga... aunque lo pensó mejor y se ajustó solo la vaina del wakizashi viendo cómo iba todo aquello. Con la funda de madera aún sostenida en la mano, mirándola, se puso en su posición.

-Oh, hey -saludó.

Comparado con la mayoría de ellos, incluso con la armadura pesada, parecía un par de dedos más bajo, y por lo que se veía de rostro detrás del mempo que llevaba apartado, bastante más pequeño (o ridículamente nervudo) que el habitual que podía encontrarse entre los bushi de la zona.

-Me llamo Ginawa.

Miró de nuevo la katana, en horizontal a la altura del pecho, como si fuese la primera vez que la vise. Se encogió de hombros y esbozó una sonrisa, amistosa y un tanto nerviosa por las circunstancias.

-¿Técnicamente Kaiu Ginawa, ahora? Encantado.

A él no le sorprendía la muralla: había estado en ella, había crecido en ella, había trabajado en ella: cuando eres un Kaiu y creces mano a mano con los aprendices de las maravillas, hasta estas acaban convirtiéndose en rutina. Impresionante, apoteósica rutina.

Él estaba un tanto más preocupado en el asunto "vamos a morir horriblemente". No flaqueó, pero su mente estaba lejos del vacío de pureza y duda que se espera de un samurai, se temía. Parecía más centrada en recordarle fugazmente lo buena que estaba su superior y que estaba rodeado de titis compañeras de sección, porque la adolescencia tiene diferentes prioridades que tu yo racional.

Cargando editor
04/09/2017, 00:38
Nanako

"Un placer, Ginawa-san, de la casa de Kaijuu" dice Nanako haciendo una leve reverencia. Su acento de más al norte hace que le cueste pronunciar el apellido correctamente "¿Así que todos somos nuevos aquí? Recién recibido el Daisho?"

La shugenja se acerca taconeando fuerte. La situación no pinta nada bien para ella: Todos los compañeros llevan armaduras pesadas, que les protegerán de los peores embites. Ella... bueno, tiene la fé en los Kami, y alguna de entre las mil fortunas le ha sonreido en algún momento. Pero sinceramente, le gustaría tener una armadura aunque fuese de Ashigaru-Ha.

 

"No se que toca esperar, ni a que debemos de atenernos ahora" dice desorientada como ella sola

Cargando editor
04/09/2017, 00:47
Hida Otohime

Contempla con seriedad aquel lugar a medida que se acerca. Sus pasos pese a ser firmes, son suaves y su expresión difiere de la de un bushi Hida. Un cutis pálido y delicado con unos ojos almendrados. Unas facciones demasiado bonitas para alguien cuyo propósito es luchar contra un mal de pesadilla.

¿Pero acaso no es eso también arte? Bien y mal, la sangre, la muerte. El pelear contra algo que nadie parece poder detener. Todas esas cosas no eran invisibles para ella. No es que tuviese algún ancestro Grulla, o hubiese recibido una educación diferente. Simplemente había desarrollado curiosidad y sensibilidad hacia temas poco habituales. Algo que había desconcertado mucho a su familia.

Ver a la gunso gritar no fue una sorpresa para ella. Sus padres eran igual. Se acercó en silencio, no era especialmente alta así que no destacaba y recibió aquellas armas sin mucha ceremonia, se armó también con un tetsubo y avanzó hacia la fila. Se sentía asustada. No desconocía los riesgos de la muralla pero era la primera vez que iba a enfrentarse a ellos y tenía miedo. Pero de eso se trataba ser valiente. De superarlo. ¿No es así?

Allí se habían agrupado otros de los que parecía que compartirían su misión. Los contempló un momento antes de hablar.

- Mi nombre es Otohime, y espero poder llevar el apellido Hida pronto. - Les dijo antes de dedicarles una sonrisa dulce a todos. Tras eso respondió a Nanako. - Hai, parece que todos estamos en la misma situación.

Cargando editor
04/09/2017, 09:31
Hida Kyo

La muralla era impresionante, pero después de haberla estado observando toda mi vida la visión cambió, ahora era simplemente mi casa. Había estado toda mi vida preparandome para esto y siempre me habían dado largas por la edad, ahora por fin tenía una escusa para encarar mi destino y eso era lo que pretendía hacer. Avanzaba lentamente por la fila de novatos, con un pergamino en una mano y el tetsubo en la otra. Las venas se marcaban en mi mano al apretarlo con fuerza.

Sacaba una cabeza a la mayoría de los de la fila. Había algún otro Hida de mi misma estatura pero aun así yo parecía más grande después de todo 10 años de preparación sirven de algo. Al avanzar solo notaba las miradas y susurros de todos los de alrededor, cuando me daba la vuelta para ver quien era, nadie se atrevía a mirarme directamente. La única persona que se dignó a dirigirme la palabra, y además fue con malo modales, fue Yasuki Tetsuko. No me importó, estaba acostumbrado a que la gente me tratara así.

Cuando me dio las espadas las cogí sin ni siguiera mirarlas y fui el único que me atreví a contestar a la cangrejo. - No creo que las use. Y si con eso consigo llevarme a más por delante será un placer que me empujes. - Torpemente me ato el daisho al cinto y sopeso el tetsubo mientras avanzo a la fila. Me pongo con mis compañeros mientras escucho sus comentarios.

- Mi nombre no importa, lo único que importa es que me lleve por delante a cuantos más mejor y que cuando acabe, este en el Meido. -

Cargando editor
04/09/2017, 10:46
Ragu

El ambiente rudo, el mal olor, las armas, la agresividad y los empujones no eran nuevos para él. Tampoco los trasgos. El viejo Hiruma le había dado un pergamino enrollado y, tras varios encontronazos con guardias armados que miraban su pergamino y a él con suspicacia, lo habían enviado aquí. Vestía, como muchos hijos de ronin, con una mezcla ecléctica de ropajes y estilos, que con casi toda seguridad habían pertenecido a otros samurai. No había Mon en sus ropajes, y si alguna vez lo hubo fue arrancado tiempo atrás. Mal afeitado y con el pelo largo y mal cuidado recogido en una coleta, era la viva imagen de la dejadez. Su cuerpo estaba cubierto de tatuajes, testigos mudos de su antigua vida, que dejaban claro su origen en la profundidad de Shinomen Mori. Pero no podía importarle menos.

Le entregó el misterioso papel a la mujer que le respondió engregandole un daisho. Le había llamado bastardo afortunado. Supuso que tenía razón dado que era ambas cosas.

"No mereces ese regalo, es solo para quienes demuestran que pueden servir al clan" susurró amargamente la voz del viejo Hiruma, en su cabeza. Desde que lo había dejado, el viejo no dejaba de entrometerse en sus pensamientos. Se encogió de hombros. Conseguir cosas que no merecía formaba parte de ser un bastardo afortunado. No le daría más vueltas.

Ocupó su lugar en la fila, con el hacha en la mano. No se presentó, pero no hacía falta. En su cuello, bajo su oreja, llevaba escrito su nombre. Ragu. Así le había llamado su madre y así le llamaron los bandidos. No necesitaba un nombre de adulto. Nunca había sido un niño.

Cargando editor
04/09/2017, 13:27
Hiruma Aoki

Aoki esperó su turno en la fila, algo cabizbajo y con la mirada nerviosa. Nunca había estado en el interior de la Muralla. A un lado y al otro pero nunca en la Muralla. Su padre le había explicado que su lugar no estaba allí, sino incursionando, en busca del mal en su origen, recorriendo las tierras ancestrales de su familia, los Hiruma.

Pero su padre no estaba aquí ahora. Solo le había dejado aquella armadura algo desgastada y su viejo arco. Le entregaron las espadas, casi le golpearon con ellas. Por un momento le pareció notar una mirada de desprecio en la gunso pero no tuvo tiempo de cerciorarse. Miró a los altos Hida. Auténticos guerreros, pensó. Comparó sus brazos con los de él, fuertes pero delgados. Cada cual debía tener su papel en el clan, le había dicho su padre.

Pero su padre no estaba aquí ahora. Se puso en la cola, detrás del resto de reclutas. Intentó pensar si decir su nombre serviría de algo. Olía a batalla y no estaban en la mejor posición. No tenía miedo a las criaturas que vivían más allá de las Murallas pero la muerte...

Bueno, presentarse no le iba a hacer daño. - Soy Aoki, de la familia Hiruma. Es... un placer, dijo con una leve reverencia y la mirada huidiza.

Cargando editor
04/09/2017, 13:38
Saito

Desde el incidente, penso que su destino estaria lejos del Muro del Carpintero, lejos de la tierra maldita de sus ancestros, purgando al mal dentro del Imperio Esmeralda como un errante. Las Fortunas al parecer podian ser ironicas. Su sensei, el noble Abad Kuni Hayaso habia sido bastante claro con el al respecto de su cometido: Antes de demostrar que estaba listo para su mision verdadera, serviria junto a los hombres y mujeres que daban su vida por el Imperio en la Muralla. De este modo, el joven y atribulado Saito podria aprender de primera mano una informacion valiosa sobre la lucha contra el mal. Aunque sus conocimientos en ese aspecto eran algo mas avanzados que los de los alumnos mas mediocres, aun le quedaba mucho por aprender y el viejo sensei lo sabia. Tomo sus escasas posesiones consigo y partio al encuentro de su Destino, como se esperaba de el.

La Muralla era una vision que todo Hiruma tenia que conocer, que todo Cangrejo nunca podria olvidar. Madera y piedra, defendidos por el acero y regados por la sangre de heroes, eran la ultima linea de defensa entre la condenacion del Imperio y la esperanza mas efimera de perdurar. Saito dejo su mente volar por sus estructuras, atento a lo que le rodeaba. A diferencia de algunos de los otros, el no necesitaba recibir sus armas, su Daisho estaba completo y engrasado bajo la atenta mirada del sensei Hayaso y Kusanagi estaba bien ajustada en un correaje especial a su espalda. Mientras el resto recibia las imprecaciones, instrucciones y equipo pertinente, el tomo asiento desde una buena perspectiva y dejo volar parte de su mente una vez mas pensando en Kusanagi. Ese dia habia sido la primera vez que habia limpiado y preparado el arma para ser desevainada con intencion de servir a su proposito original. Desde que la obtuvo de los exploradores Hiruma que buscaron a los supervivientes del incidente que se llevo a su hermano solo habia sido desenfundada para ser preparada, un gesto de respeto a la espada de sus antepasados. Ese dia tenia que honrar a la espada ancestral, a sus ancestros y a Kaeru, un joven que se habia convertido en un heroe regando con sangre la tierra perdida de sus ancestros demasiado pronto.

Espero a que el resto estuviese en linea para ponerse al lado de los demas, mientras debia repasar todo lo que sabia sobre las bestias del Jigoku, no podia fallar a Hayaso-Sama, y mucho menos a Kaeru-chan. Las palabras surgieron solas de su boca mientras miraba con ojos vacios a los jovenes recoger sus armas y recibir esas instrucciones:

- Madera y piedra, defendidos por el acero y regados por la sangre de heroes... 

Notas de juego

Corrijo las faltas de ortografia cuando llegue a casa y coja el teclado espaniol (Esto de los teclados de UK me tiene frito) mis disculpas de antemano.

Cargando editor
04/09/2017, 15:25
Ginawa

Kaiu, señora, Kaiu: lo que dice usted son cosas de las Tierras Sombrías del tamaño de una torre o más. Y supongo que también pueden existir fuera de las tierras sombrías, no lo sé, no soy un sensei fueradetierrassombriólogo. Menudo acentazo.

"No se que toca esperar, ni a que debemos de atenernos ahora"
"Hai, parece que todos estamos en la misma situación"

No era la única que estaba así, el chico podía dar fé. Era en cierta medida tranquilizador ver como no todos eran esa férrea y estoica imagen que te hacía sentir como un pedazo de mierda barata por ser como eras. ¿Iba sin ninguna clase de armadura por la Muralla? ¿No le habían asignado nada, ni siquiera una triste protección de bambú o esparto entrelazado? Por las barbas de Kisada...

-El trabajo consiste en quedarte aquí, dar la alarma si ves acercase a algo o si algo pasa la alarma a tu sector y tratar de que nada suba hasta que te den órdenes de otra cosa -se encogió de hombros después de explicar, en un tono bastante natural, como si lo hubiera hecho otras veces. Al menos los interminables simulacros y ejercicios desde su juventud habían servido para meterle aquello en la mollera y que su cuerpo reaccionase antes que él. Miró hacia alrededor- Y con todo este movimiento, diría que...

"Mi nombre no importa, lo único que importa es que me lleve por delante a cuantos más mejor y que cuando acabe, este en el Meido"

Puso los ojos en blanco. Valiente gilipollas.

-*claro hombre te llamaré Desconocido Hida Más-Chulo-Que-Tú si tengo que decirte algo enmedio del combate, don optimista. Grbmffflll* -dijo entre dientes, murmurando, sin que nadie pudiese entenderlo muy bien a menos que estuviera justo al lado y se molestara en querer descifrarlo. Lo siguiente si lo dijo en voz alta- ¿Cómo te llamamos si tenemos que comunicarnos contigo gritando enmedio de todo el jaleo? ¿Noimporta-dono?

Se giró hacia Hiruma Aoki y le dirigió una pequeña reverencia igual que lo había hecho este, sonriendo. Estar allí era horrible, pero una vez que veía que había otra gente como él... y no eran todos poderosos autómatas incorruptos... algo como un peso se le quitaba de encima. Seguía cagado, cuidado, pero era más por el comprensible hecho de estar a la espera de un asalto a cara de perro contra las fuerzas del Mal que por el resto de detalles. En cierto sentido era liberador. Tranquilizador.

"Madera y piedra, defendidos por el acero y regados por la sangre de heroes"

-¡Hoy no hay héroes aquí, honorable Máscara-san! -dijo, con una carcajada quizá nacida más del nerviosismo que del humor- ¡Sólo nosotros los críos!

Reposó la mano sobre la empuñadura del abanico, preparado para levantarlo ya fuera para parar un golpe o para transmitir un aviso a la siguiente fila, a poder ser a tiempo de poder parar el golpe que viniera justo después de eso.

 

Cargando editor
04/09/2017, 16:40
Doji Ako

Ako se giró levemente para observar con detenimiento a la joven que se habia dirigido a ella. El caos parecia estar rodeandoles como si estuviesen en el ojo de un huracan. El resto de los reclutas estaban chanceandose y fanfarroneando, en un esfuerzo por ocultar su nerviosismo que no se le escapaba a la Grulla.

"Son bastantes los que han aceptado el daisho entregado por Yasuki Tetsuko-sama. Y tambien debe haber gran número de ronin, a juzgar por las presentaciones."

Sin embargo, fue la revelación de que Nanako era una shugenja la que pintó el estupor en el rostro de la samurai-ko. Asintió levemente y se inclinó para saludar.

- Es un placer conocerte, Nanako-san. Es bueno contar con un shugenja a nuestro lado.- La joven samurai-ko levantó la vista y se irguió, escuchando los agoreros comentarios de algunos de sus compañeros. "Si Yasuki Tetsko-sama no impone disciplina pronto, alguien resultará herido antes incluso de poner un pie en la Muralla." Negó levemente mientras cambiaba de lugar su daisho, acomodandolo sobre la cadera izquierda, listo para desenvainar la katana en un fulminante golpe de iaido.

- Y será un honor cenar con los supervivientes de este dia.- Doji Ako se volvió de nuevo a su superior y, de nuevo, repitió su anterior pregunta.- Con su permiso, Yasuki Tetsuko-sama.

Acto seguido, la joven Grulla dejó plantada a veterana Cangrejo, recorrió en dos zancadas la distancia que le separaba de su asistente que, viendola venir, habia tenido la precuación de hacerse con los servicios de un par de heimin para cargar con el equipaje de su señora.

Uno de los almacenes fue ocupado por la samurai-ko Grulla y su asistente, que cerro pudorosamente la puerta tras su señora, ocultando de ojos ajenos y miradas indiscretas lo que fuese que estaba haciendo Doji Ako.

Cargando editor
04/09/2017, 18:36
Hiruma Kihei

No era la primera vez que me encontraba en la Muralla del Carpintero. Sin embargo, no se parecía en nada a lo que recordaba. Quizá eran los nervios que sentía al saber que ahora estaba más que de visita. Ahora, con el daisho que me acababan de entregar "ceremoniosamente", estaba oficialmente como uno más de los incontables defensores de la muralla.

Tragué saliva y me apuré a colocar la katana y el wakizashi en posición para desenfundar, mientras movía los hombros circularmente para fingir que estaba preparado, para disimular el temblor. Así me aproximé a mis nuevos compañeros, los cuales se estaban presentando. Mientras hablaban me asombré de ver los mons que portaban, o la falta de ellos en ciertos individuos. Recordé las palabras que me había dicho uno de mis maestros. -Soy Kihei. Hiruma Kihei. - agregué rápidamente mi recién adquirido nombre familiar. -Aunque, una vez me dijeron que en la muralla no importa tanto de qué familia provenga aquel quien tengas al lado, sino saber que puedes confiar en él. - Recitó las palabras aproximadas del sensei torpemente, comprendiendolas recién ahora que veía tantos samurais que no habían nacido en el seno del clan Cangrejo.

Luego de eso se acomodó la hombrera de la armadura ligera mientras escuchaba a Kaiu Ginawa hablarle al Hida que se había negado a presentarse. No dijo nada, pero sentía que no estaba bien lo que hacía. ¿Acaso no se habían convertido ahora en compañeros? Todos ellos tendrían que vigilar la muralla juntos, ninguno estaba en una posición ventajosa, y, cuando lleguen los seres de las Tierras Sombrías, iban a tener que confiar en la persona que tenían al lado para sobrevivir.

Notas de juego

Cargando editor
04/09/2017, 19:20
Hida Ryoga

Hida Ryoga miraba a sus compañeros mientras escuchaba sus palabras, la mayoría venían cargados de buenas intenciones y consejos de sus sensei. Era una lastima, al anochecer no quedarían ni la mitad de ellos por eso no se esforzó lo más mínimo en aprenderse sus nombres, su torva mirada gris estaba posada en el horizonte más allá de la Muralla intentando discernir lo que estaba por llegar. Ya hacía mucho que Ryoga había dejado de ser un niño, de tener ilusión o de creer en hazañas de héroes; su deber era el sacrificio y esa era la corta vida de todos los Cangrejos.

Tarde o temprano la muerte nos alcanza a todos, al menos ellos eligen el como, el donde y el porque. Esa era la lección de vida que le habían enseñado, tal vez por ello no temía a la muerte. No la iría a buscar intentando realizar grandes hazañas, pero su llegada era parte del sino de su clan. Viendo como muchos hablaban, se presentaban o actuaban intentando disimular su nerviosismo se apiadaba de ellos, al fin y al cabo eran críos, no era justo pero era la vida que les había tocado vivir. Sonrió para si, tampoco debía ser tan cínico, él mismo estaba nervioso pero por motivos muy diferentes que los de la mayoría del pelotón.

La rueda de las fortunas había empezado a girar a medida que se empezaron a recoger los pergaminos, cuanto todo terminase veríamos quienes contaban con su gracia para jugar de nuevo al día siguiente. Simple, sencillo, directo y sin aspiraciones así había modelado su bisabuelo al único que le quedaba de toda su familia, si con algo podía llegar a soñar era con encontrar algún día el legado de los suyos perdido tiempo a en la Tierras Sombrías.