Partida Rol por web

- ¡AGH!

Ruge la criatura dolorida, pero ese último golpe si que le resulta molesto, tanto que hasta dejó de lado cualquier precaución para volver a atacar a Ginawa con la sangre inyectada en la mirada, pero aquel mismo ímpetu le hace fallar su ataque frente a la paciencia del Kaiu.

Y ese no fue un buen movimiento por parte del bakemono.

-Vaya...

Dijo la voz del kaiu mientras desviaba su ataque realizando un molinete horizontal descendente con el abanico, acabando con las piernas flexionadas y el torso inclinado, casi vertical, sobre ellas.

-...¡si parece que puedes hablar!

El siguiente ataque fue rápido y decisivo, usando el cortante metal del abanico para tajar las corvas del bakemono, que se había expuesto demasiado con aquel ataque.

El bakemono enfurece ante tu provocación y vuelve a lanzarse con todo, pero en esta ocasión destroza el tessen que usaba el Kaiu para protegerse y clava su espada contra el kabuto.

No hubo momento para reflexionar.

El golpe en la cabeza fue masivo, truncando el casco de la armadura, y en cráneo en su interior en dos. La muerte cerebral hizo que la desconexión fuera instantánea, y la última imagen que vio antes de perder nada, sin ninguna referencia alrededor que ubicase como situación, sonido, luz o contexto, fue su brazo levantándose antes de que el bakemono se desentendiese de su cuerpo. Para cuando había caído al suelo, ya no había nada.

Al menos fue una muerte rápida y gloriosa.

Con trasgos rodeandole por todos lados se movía hecho un vendaval, sin dar mi pedir cuartel en dirección al shugenja que le había salvado la vida. El muy honorable samurai estaba velando a un compañero atrapado bajo el peso de un ogro, Ryoga llegó a todo correr cogiendo el tetsubo con ambas manos para meterlo debajo del cadaver mientras lo apoyaba el otro extremo sobre su hombro derecho, intentando hacer palanca para ayudar a salir al samurai atrapado.

Aquella bestia pesada lo indecible, pero el joven afianzo la postura y tras el hombro metió la espalda completa para poner impulsar el peso con la fuerza de todo su cuerpo, sus nudillos se tornaron blanco, la cara roja por la congestión mientras gruñia y llevaba sus musculos al limite en un intento desesperado de sacar a su compañero de debajo de aquella bestia. a pesar de lo sucedido Bishamon decidió honrar el valor del joven, otorgandole un leve premio por su tenacidad y esfuerzo.

La participante más traicionera en toda batalla, una flecha perdida, encontró su camino hasta Kyoshi. Con limpieza alarmante penetró la armadura, la punta de metal rasgando a su paso piel y carne para quedar clavada en el costado derecho, cerca del pulmón. La punzada de dolor resultó mayor que ninguna que hubiera experimentado hasta el momento, escupiendo sangre de color oscuro y doblandose hasta caer de rodillas. Los ojos se le enlagrimaron y los oidos se le embotaron, a la practica, perdiendo casi por completo el sentido de lo que le rodeaba. En un gesto tan estúpido como necesario, se llevó las manos al kabuto y lo lanzó hacia un lado, tomando una bocanada de aire y limpiandose los ojos en la medida de lo posible.

Temblando, se levantó, sintiendo como cada vez estaba más flojo. El frescor de la sangre amontonandose bajo la armadura era desagradable como un mal presagio. Siendo incapaz de levantarlo, se negó a desprenderse de su tetsubo, de modo que empezó a arrastrarlo según retrocedía, intentando ponerse a cubierto para poder apoyarse contra un muro en relativa seguridad.

No quería dejar de luchar. Tampoco quería morir. Pero se sentía incapaz de uno, y demasiado cerca del otro.

Tetsuko había estado ocupada despachando enemigo y dirigiendo a los recién llegados a diferentes posiciones, pero en cuanto ve caer a uno de los novatos a su cargo, uno de los que habían hecho intentado lo imposible por resistir y ayudar, decide tomarse un segundo y devolverle la gentileza al bakemono con un golpe idéntico.

Entretanto, Hirotaro tiene la suerte de que varios samuráis vienen a ayudarle a liberar al Hida, por lo que ni siquiera le es necesario repeler una nueva oleada de trasgos, centrándose en poder liberar al samurái atrapado bajo el peso del ogro.

- ¡No olvidaré esto Kuni!

Te asegura conforme echa mano de nuevo a un arma y regresa de nuevo a la batalla. No parecía haber sufrido muchas heridas a pesar de todo.

Las palabras de Sakura hacen recapacitar a los defensores del séptimo piso, lo cual resulta suficiente para que pronto acaben reorganizados y preparados para terminar con los asaltantes.

Los refuerzos provocan auténticos estragos en las hordas de las tierras sombrías, tanto es así que empiezan a eliminar a todo aquel que pisa la Muralla del Carpintero al poco de pisarla, dejando claro que el asalto ha sido prácticamente repelido. Tanto es así, los tambores comienzan a cesar a vuestro alrededor y podéis comprobar cómo lo que anteriormente fue un enemigo formidable, yace en el suelo ensartado por un millar de agujas, demostrando la gran labor que realizan los Kaiu al servicio del clan. Definitivamente el Cangrejo era un clan perfectamente compenetrado.

Viendo que puede permitirse un momento para traer algo de gloria para su casa y su apellido, Nanako carga una flecha y dispara contra uno de los últimos Bakemono. El ataque ha sido repelido, por el momento al menos.  E incluso la pesadilla gigantesca yace derrotada.

El lugar de Nanako ha sido más "Hacer posible la victoria" que "Conquistarla", pero al fin y al cabo, para eso existen los Shugenja

- Me preparo para resistir el último embiste que se divisa en la distancia. Clavo el estandarte en algún resquicio o mínima fractura que vea a mi alrededor y me pongo en posición de ataque a la espera de lo que venga

Ya queda poco, el esfuerzo hace que mi respiración sea acelerada y por la boca. Aun así me encuentro con fuerzas para enfrentarme a una última oleado. Al mirar hacia atrás a mis compañeros veo lo mal que lo han pasado algunos y me arrepiento de no haber vuelto la mirada antes... - Mierda Kyo, te tienes que centrar más, no puede ser que tus compañeros te necesiten y por la fatiga no les brindes la ayuda requerida. - Inmediatamente me acerco al arquero que se apoya en la muralla y le ayudo poniendo su brazo por mis hombros. - ¡Aquí! ¿Algún shugenja que pueda curar? - Grito mientras oteo a mi alrededor en busca de ayuda.

Parecía que el ataque remitia. Ragu, escupió hacia un lado, agarrando su hacha. Un poco más y podría descansar. Reprimió su urgente necesidad de llevarse las cosas de los muertos que tenía alrededor.

"Ni se te ocurra" murmuró el Hiruma, con voz queda.

Ragu suspiró. Cosas tan buenas... era una verdadera lástima que se perdieran en la batalla. 

Las palabras de la Yasuki resonan en el aire, lo que me hacen levantar mi katana en el aire mientras doy un grito triunfal al ver que los bakemonos de las tierras sombrías empezaban a retroceder, mientras me sumaba al caudal de refuerzos, hombres con ropajes rojos de las distintas familias cangrejo, que llegaba para arremeter finalmente contra los últimos bakemonos.

No sabía dónde había quedado mi arco, y era dificil caminar entre los cuerpos tirados en el piso, donde la sangre de samurai se mezclaba con el fango que supuraban las heridas de las criaturas, y avanzábamos sobre estos para terminar de echar a los monstruos de nuestra muralla.

Apoyado sobre la hoja de su katana, Aoki respira entrecortadamente. Alza la vista y se frota la cara con las manos, veía un poco más claro. Ahora ya no era una niebla rojiza espesa, sino una neblina. Con los últimos restos de sus fuerzas se puso en pie. Moriría de pie al menos.

Este era para curarle, pero se me ha ocurrido lo que te he preguntado en creacion de pj, si no vale,hago el post con la tirada.

El joven del abanico había caído luchando contra los monstruos, un final heroico y desolador por la juventud de éste. Las fuerzas Cangrejo estaban ganando tras la caída del monstruo que parecía liderar la carga. Sakura acababa de dar un discurso inspirador para el resto de los allí presentes. Todas esas percepciones se mezclaron a la vez en una idea tan arriesgada como capaz de inspirar aun más al resto de tropas. Miró a Sakura:

- Alguien debería ir a recuperar el cuerpo de ese joven, no querría verlo profanado por esas bestias. El hacerlo supondrá un riesgo y además inspirará a las tropas a nuestro alrededor. ¿Cuento con su estandarte, sus palabras inspiradoras y su espada, Sakura-San?

Llevó la mano a la flecha que tenía clavada, apretando el puño alrededor del astil para tirar hacia abajo, partiendola. El movimiento de la punta en la carne le hizo sisear, pero era a la practica una necesidad. Lanzó el resto al suelo y se apartó de la pared de un empujón.
 

Necesitó un momento para recomponerse: Estaba definitivamente herido, pero se esforzó por alzar el tetsubo, agarrandolo con fuerza entre las manos. Apretó los dientes.

Otohime yacía caída, en el suelo, inconsciente. Su cuerpo sin vida estaba condenado en aquella batalla a perecer.