Partida Rol por web

¡Hai!- Fue la única respuesta que pronunció, gritandola por encima del fragor de los tambores de guerra, antes de girar sobre sus talones, afirmar sus manos sobre el daisho y en torno al astil de la naginata y echar a correr hacia la muralla, en pos de su gunso.

El sonido de los tambores llenó el patio con su estruendo y retumbar, imprimiendo una cadencia que Ako todavía no podía reconocer pero que interpretó como una llamada a la premura.

La samurai-ko de la Grulla se concentró en seguir a su superior, consciente de que no queria perderse en la Muralla durante su primer ataque. Quizas conservase la vida guarneciendo aquellas posiciones intermedias, pero su Honor se resentiría hasta tal punto que quizas ni siquiera fuese posible lavarlo con un ritual de Sepukku.

Doji Ako trastabilló cuando algo impacto en la Muralla. Al que venia del otro lado de la Muralla del Carpintero. Para evitar caer, Ako extendió las manos, ignorando el dolor de su puño al impactar con la pared. No debia dejar caer la naginata. Aquella habia sido una de las lecciones del Dojo que se habia quedado grabadas en la mente de Ako.

Gruñó con rabia y arrancó a subir un tramo de escalera tras otro, en pos de su gunso, con la naginata bien aferrada en su puño y una torba mirada de odio encendida en los ojos.  Aún así, el sol la obligó a girar la cabeza para apartar la vista. No habia sido consciente hasta ahora del ambiente ensombrecido y frio que se vivia a la sombra de la Muralla hasta este momento, en que la habia coronado y las bendiciones de la Dama Sol caian sobre su rostro.

Pero apenas tuvo tiempo de apreciar la dulce caricia de Amaterasu antes de tener que correr a su posición y defender duramente su pequeño fragmento de Muralla.

Ginawa no fue el más rápido en llegar a las escalas, con el *bufff buff buff* de su respiración detrás por correr con un pesado equipo encima, pero una vez llegó a ellas empezó a subirlas sin problemas: ahí él tenía la ventaja de su entrenamiento, donde los Ingenieros tienen que acostumbrarse a la movilidad vertical una y otra vez no importan las circunstancias alrededor o los motivos. Se concentró en subir una mano un pie detrás de otro, con ritmo, sin dejar que los golpes o las sacudidas de las escalas lo perturbasen.

"..."

Pasó por la tronera y estuvo tentado a quedarse allí, pero no tenía ni un arco ni más que las más básicas nociones de un curso de dos meses de cómo manejarse con uno, y no encontró nada que pudiera usar para su beneficio... y cuando sintió las piedras sobre su cabeza, y la arenilla cayendo sobre su hombro desde el paso de arriba, supo que tenía que estar ahí. Que todos ellos murieran era una cosa y le daba mucho miedo, pero que la Muralla acabase dañada sin nadie que pudiese hacer un análisis in situ y un registro pertinente que legar al grupo de detrás a reparar era algo que ni siquiera su miedo podía refrenar.

Era BLASFEMIA en su negligencia.

-...

Impulsado por la fuerza que era la mezcla de autismo y pobre escala de prioridades que anidaba en el corazón de todo Kaiu llegó al último estrato de la Muralla tras las posiciones defensivas, rodeado de varios de sus compañeros de ahí abajo, que se apartaban de las primeras filas para dejar paso a las salvas.

Había empezado, se dijo Aoki. Con el daisho bien firme en su obi, preparó el arco de su padre a toda velocidad. La gunso se dirigía hacia el piso superior y la siguió, quizás desde allí podría practicar su puntería. Bah, que tontería. Era hora de matar, no de practicar. Se lamentó por su bisoñez y comenzó a subir los escalones de dos en dos, mientras colocaba una flecha hoja de sauce en la cuerda. Notó que su pulso temblaba, no era la primera vez que lo hacía cuando el Mal estaba cerca. La sangre corría fuerte por sus venas, casi ensordeciéndolo. Se preparó para lo que fuera que le esperaba.

- Me ceñí bien alrededor del cuello el colgante de jade, de manera que no pudiera soltarse ni saltar del cuello en la refriega, pero dejando espacio suficiente para un mínimo de movilidad sin cortarme con la cadena. Subí al 7º piso, a la espera de la embestida de la primera oleada de coruptos que estuvieran por venir, incluso sabiendo que el combate no era mi fuerte, mi clan era mi fuerza y sería un orgullo defender su honor y el mío propio

Ragu levantó la cabeza para mirar la enormidad de la muralla y entró. La construcción era una especie de laberinto de escaleras y pasillos con pequeñas oberturas en las que penas podía pasar la luz. La penumbra sólo era interrumpida por la mortecina luz sombría de la cara norte del muro. El ronin subía molesto por la lenta ascensión de los que le precedían, pesados cangrejo embutidos en armadura pesada. Él había crecido en un bosque, básicamente usar una escalera se sentía como hacer trampa.

Algo golpeó la muralla y esta tembló. Tenía que ser algo enorme. A Ragu no le gustaba estar encerrado, él era hombre de espacios abiertos donde poder huir si hacía falta. No iba a quedarse en el piso de los arqueros. No tenía arco y, además, no tenía dónde huir. No. Era mejor salir fuera y enfrentarse a lo que estuviera atacando la muralla.

Se armó de valor y salió, hacha en mano, dispuesto a matar a lo que se cruzara en su camino.

El joven Hida avanzaba a todo correr detrás de su gunso, estaba seguro de que ella iría donde más la necesitaran. No le pasó desapercibido que no estaba dirigiendo una unidad de diez hombres... bueno de algún modo había que separar la paja del grano. A penas tuvo ocasión de ver la torre por dentro pero sintió el tremendo estruendo que azotaba la muralla, notando la vibración y como el fino polvo acumulado entre las vigas les caía encima a medida que subían a la última planta.El impacto había sido tremendo y no presagiaba nada bueno, apunto estuvo de caer escaleras abajo por culpa del zarandeo pero logró encajar el testubo de lado de tal forma que este lo frenó y pudo recuperar pie en su ascenso hasta la cima.

Disculpa las molestias, es que con lo de las tiradas y la interfaz aún no me aclaro mucho. Te dejo aquí esta que será la buena, total la otra no la he visto. Ten en cuenta que tengo el merito de Estratega y por tanto puedo subir o bajar hasta 5 el resultado.

Si estoy en el ultimo piso si que me considero en "Combate" ¿Verdad?. Ya me dirás si puedo "moverme" en función de si "ganamos empatamos o perdemos". Llegaría hasta 17.

Hirotaro empezó a subir por la muralla, y cuanto más ascendía, más miedo sentía. Su respiración se aceleraba a cada paso que daba, sentía que la muerte estaba delante, podía sentir al enemigo. Soltando aire y desenvainando el wakizashi mientras ascendía hasta la séptima planta, escuchó como llamaban a los arqueros a quedarse en esa planta en las troneras para disparar al enemigo. Se paró en seco, viendo un lugar un poco más "seguro" para, cuando vio que empezaban a subir los Hida arriba del todo, y observando a Ryoga, negó con la cabeza.

- Lo van a matar, no puedo dejarlo solo.- y corrió hacia arriba de la muralla, la octava planta, su tumba.

Como tantos otros, Nanako se ajusta su Colgante de Jade al cuello. Quizá dentro de la muralla no sea necesario. Pero estando tan cerca de las tierras sombrías, toda precaución es poca. Al decir "Preparaos" se dió prisa en encordar el arco. Y cuando se dio la orden de avanzar... pues avanzó.

Como todos los novatos, se echa a correr por las escaleras, intentando resistir como todos los demás.
Correr con tacones es complecado, pero como hija de Samurai, intenta no mostrar su cansancio. Intenta no mostrar debilidad.

Cuando ve las troneras de los arqueros en la séptima, entiende que este es el sitio donde se supone que deben de estar. Y yendo al frente, busca un hueco, carga una flecha de Hoja de Sauce, y apunta desde allí a lo que sea que nos amenace

Veo que varios de mis compañeros acertadamente aseguran sus piezas de jade, maldigo mi propia pobreza que no me permite comprarme algo tan caro como el jade, esa es una de las razones por las que por ahora prefiero mantenerme en las troneras, aunque el arco no es mi fuerte aun puedo disparar y ya habrá tiempo para abandonar el arco  y luchar con la katana si es preciso.

Dejo el carcaj en el suelo apoyado contra el muro al lado de la tronera, confirmo que mi katana este bien sujeta en la cintura y  empiezo a disparar a la orden de la Yasuki.

Saito observó a la mayoría subir a la almena, solo un pequeño grupo de los nuevos se quedaba en la séptima planta. Si la batalla contra la oscuridad iba a ser dura en algún lugar para ellos, él debía estar presente. Encaró a la dirección por donde podría esperar a las bestias con el alma en paz:

- Así como se me otorgó un filo de acero para acabar con los enemigos del cuerpo del Imperio, este filo protege el alma del Imperio acabando con las bestias infernales que la asedian... - Sacó a Kusanagi y se preparó para cumplir con su adiestramiento. Dentro de la palma izquierda, en el mango de la empuñadura de su espada, el magatama de jade emitía débiles destellos.- Vamos a enseñarles a estas bestias lo que es el verdadero infierno... 

Una vez que salgo del almacén me apresuro a la escalera, consciente de que era uno de los últimos, maldiciendo mi falta de experiencia. Subo lo más rápido que puedo, atento a no perder el equilibrio mientras pongo un pie en el tambaleante escalón, mientras mi mano se aferra para no caer. Me contengo de mirar para abajo, no por miedo sino para no ver las caras de los samurai que morirían si yo o cualquiera de los incontables guerreros que subían delante mio perdía el pie y caía sobre ellos. Eran casi siete pisos o más hasta el suelo.

Delante mio está uno de los que no se presentó. Sin embargo supe que se trataba de un miembro de la misma familia que yo: la falta de mon, perdido de nuestra historia en el ataque de la Fauce, me lo decía silenciosamente. Paró su subida en el séptimo piso, las troneras, lo que hizo que yo me deteniese también, mirando hacia arriba.

Todavía faltava un trecho para terminar de subir y sabía que había guerreros arriba, pero acababa de llegar al lugar de los arqueros. Maldiciendo por lo bajo saqué mis pies de la escalera con un salto corto y empecé a correr a alguna posición libre, mientras sacaba mi arco del hombro y empezaba a encordarlo, al lado del otro Hiruma que había llegado antes de mí.

Niou obedecíó ipsofacto las palabras de la Gunso en total silencio. Algo dominados los nervios preliminares, el joven Hiruma se equipó con su Yumi, cordándolo con un acto mecanizado.

No se lo pensó dos veces y siguió los pasos de aquella veterana de la Muralla. 

Esta será mi primera prueba de sangre en la muralla y seguro que cerca de la gunso seré más útil. 

Hiruma Niou, con paso firme subió por los estrechos interiores de la Muralla.

Al llegar a la altura de las troneras en el 7o piso,  el joven Niou vio como un par de Hirumas se posicionaban en aquella altura antes de llegar a las almenas. Donde podré estar mejor que con los miembros de mi familia. Y el tercer miembro se unió al resto.

Niou saludó al otro par y se colocó en una posición lo más cercana ellos. 

Con un gruñido le hago ver a Yasuki Tetsuko-sama mi afirmación. Junto con el resto de mis compañeros salgo disparado escaleras arriba. No soy el primero, pero tampoco el último, la adrenalina hace que por la mitad deje de sentir las piernas al llegar al séptimo piso veo a los arqueros ya en faena. Si entran será por arriba o por abajo, así que sin dudarlo sigo subiendo siguiendo al resto de mis compañeros.

Por el camino me pongo al lado del que se presento cómo Ginawa y criticó mi comentario. - Mi nombre es Kyo. Grítalo si necesitas que alguien se interponga entre un enemigo y tu. Creo que después de esto tu vida será más valiosa que la mía. - Digo con una sonrisa. Sabía la importancia de los ingenieros Kaiu en la muralla, pegarme a él y salvarle la vida no era una mala estrategia para la batalla. Continuo subiendo las escaleras ansioso por ver que nos encontramos en la parte de arriba.

Otohime lo tenía claro. Ella era una bushi Hida y había entrenado mucho para esto. Puede que a la hora de presentarse se hubiese comportado como una chica mas dulce y sensible pero cuando se trataba de combatir contra los engendros de las tierras sombrías no había duda en sus pasos.

Ascendió junto a sus compañeros hasta las almenaras. Dispuesta a defender el muro y cumplir su deber sin miedo al destino que le pudiese aguardar ahí fuera. Pese a todo no era tonta, y era consciente de que no se parecería nada a aquello que había enfrentado en el dojo.

Una vez llegáis arriba y veis lo que hay al otro lado de la Muralla se os hiela la sangre. El río ha desaparecido por una marea de bakemonos entre la que podéis ver "islas" de ogros que sobresalen descomunales entre las aberraciones del Noveno Kami.

A pesar de la altura, podeis distinguir como los más pequeños portan escalas y armas puntiagudas en su mayoría, mientras que los ogros cargan pesadas mazas, pero ninguno de esas criaturas habría sido capaz de golpear la muralla con tanta fuerza como habíais sentido... y es entonces cuando lo avistáis.

Una criatura inmensa de unos diez metros está recibiendo el fuego de todas los ingenios de asedio Kaiu. Es delgada a pesar de su tamaño, con apenas vestigios de un par de piernas y unos largos brazos que arrancan las rocas de la misma tierra. No os cabe duda de que ha sido ella la que ha originado la grieta en el séptimo piso y la certeza de que os sabéis incapaces os hace poner vuestras esperanzas en las máquinas Kaiu.

Entretanto, flechas desde un lado y otro surcan el cielo, provocando que un montón de cuerpos comienzan a apelotonarse en la base de los muros, pero no tenéis tiempo para perder buscando protección, pues los primeros enemigos comienzan a llegar a las almenas.