Partida Rol por web

Kiyoshi destroza a uno de los recién llegados de inmediato mientras que Kyo lanza al otro de vuelta al lado de las Tierras Sombrías como si con su arma hubiera golpeado una pelota de kemari, sin embargo los enemigos continúan llegando y aunque Otohime acaba con uno de os heridos, cuatro más asaltan vuestras posiciones... aunque el único superviviente de vuestro contraataque intenta devolver los ataques contra Ginawa, sin mucho éxito.

Aunque el Hiruma es mucho más rápido que el bakemono que se abalanza contra él, su ataque hierra en el último instante cortando el aire y dejando su guardia totalmente descubierta para que el monstruo lo atraviese con su afilada arma provocándole un dolor insufrible.

Entretanto, un rayo verde golpea al que estaba acosando al otro samurai, dándole a Kihei el tiempo necesario para poder actuar y dejándolo muy herido.

De reojo confirmó que su posición seguía sin estar comprometida, aunque ha Ryoga no le hacía ninguna gracia dejar una posible brecha abierta en la formación aquello era más urgente, los bakemonos empezaban a saltar de cada vez más rápido y en mayor numero por la brecha que había dejado los Cangrejos caidos.-¡Hirotaro y el del abanico ocupaos de los caidos, los Hida aplastemos a esa escoria!El de las llamas que intente quemar la escala o empujarla para que dejen de subir.¡Vamoooos!¡Uh,hai!-rapidamente levanto el tetsubo sobre su cabeza cruzandolo en dirección contraría al movimiento del bakemono interceptando su trayectoria aplastando su endeble cuerpo entre la almena y el potente metal de su tetsubo, el crujido de los huesos fue escalofriante así como el estallido de uno de los globulos oculares de la criatura, la cual empezó a agitarse en el suelo dando violentos espasmos como un pez fuera de agua hasta exalar su útimo aliento.

Ya solo quedaban dos enemigos, si sus compañeros acaban con ellos al Hiruma le debería ser fácil tratar de cerrar la brecha de una vez por todos. Quisieran los kamis que los caidos estuvieran solo malheridos y no se hubiesen perdido dos nobles vidas, pero en la Muralla uno siempre debe esperar lo peor.
 

- Me desplazo hacia donde el combate se está llevando a cabo blandiendo mi wakizashi, y me dirijo al campo de batalla - 'No es mi especialidad pero tengo que hacer honor a mi clan y a mi misma' - Pienso para mi y me dispongo en posición de defensa total, a la espera de atacar a la próxima oportunidad que se me presente

Observando ensimismado el fuego que crecía alrededor del Hiruma, Hirotaro enrolló rápidamente el pergamino, y a la par que lo guardaba, palpó dentro de su bolsa hasta que tocó uno que era un poco más rugoso que el resto.

- Este...- susurró, desenvolviéndolo mientras observaba como Hida Otohime parecía empezar a estar un poco tocada.

- Otohime-san, venid aquí para que os remiende un poco!- dijo mientras alzaba el pergamino de Tierra.

- Kami de la Tierra, dame fuerzas para poder lanzar una furiosa avalancha de piedras sobre mi enemigo, te lo imploro- alzando aun lateral la mano abierta y la cerró. Cuando lo hizo, unos trozos de la muralla se rompieron, y moviendo la mano como si lanzara algo, las rocas volaron, impactando contra dos de sus enemigos.

Mis rodillas tiemblan y caigo un poco cuando el metal oxidado atraviesa mi carne, provocando un hondo corte. Maldigo mi poca preparación, recordando lo a acostumbrado que estoy al entrenamiento con otros de mi misma escuela. La forma en la que luchaban estas criaturas de las Tierras Sombrías no era nada a lo que estuviese acostumbrado.
Levanto la cabeza para observar a mi adversario, intentando encontrar una apertura, cuando un rayo verde lo golpea en el pecho, hiriendole. Abro los grande los ojos, viendo mi oportunidad. Aprieto los dientes y, mientras escucho alguien detrás mio que me llama, doy un grito y doy mi mejor tajo hacia la criatura con mi katana.

Varios bakemonos llegan a la parte de las troneras, aunque estaba disparando con mi arco soy mejor con mi katana dejaré que sigan disparando los distintos especialistas. Dejo mi arco de lado y desenfundo mi katana mientras me acerco al samurai herido que parece en mayor desventaja.

Aunque la empuñadura de mi katana parece desgastada y esta claro que vio tiempos mejores en cuanto desenfundo la hoja es brillante y perfecta, esta katana nunca fallo a mi familia y sin duda es nuestro orgullo.

El bakemono inflinge un hiriente tajo a Niou que tendría que haberle dejado Malherido. El acero traspasó su armadura y la sangre brotó por todos lados. Pero el joven Hiruma invocó a sus ancestros toda la energía que pudieran otorgarle para superar aquel embate. Este conectó siendo uno con el Universo y como recompensa sus heridas no fueron tan graves. Quedando finalmente Lesionado.

Su primer golpe no había acertado pero por su Honor no fallaría el segundo y en el pondría todo su esfuerzo y entrenamiento. 

El golpe pareció casi perfecto, era como si los brazos de todos sus antepasados se unieran a Niou para acabar con aquel ser maligno. Y aquel Hiruma sacrificaría hasta su última gota de sangre para derrotarlo.

SANGRA MALDITO, POR EL HONOR DE MI FAMILIA TE DERROTARÉ. 

Se me ha ido la perola con el nivel de Heridas. Y luego me he fijado que nos habías facilitado la vida rellenando el Nivel de Heridas en la ficha.Lo siento estoy muy verde, me citaré más en el futuro, si llego :)

Doji Ako maldijó como si hubiese nacido en un bote Yasuki al comprobar que la maldita criatura de las Tierras Sombrias no habia tenido la decencia de morirse y dejar de mancillar el Imperio con su infecta presencia. Para colmo de males, parecia que por cada criatura que golpeaba, otras dos aparecian para tratar de destriparla.

La samurai-ko resollaba, mientras trataba de sostener su naginata, un arma que repentinamente habia pasado a pesar como un carro de trigo de las llanuras León. A pesar de que su armadura se consideraba ligera y que habia entrenado con ella durante horas, empezaba a sentir como su peso la vencia. A regañadientes, tuvo que admirar la aparente facilidad con la que los samurai Cangrejo se movian entre aquel caos sin siquiera empezar a sudar dentro de sus pesados caparazones.

Pero todo eso pasó como un relampago por la mente de la samurai-ko que alineó el asta de su arma sobre la cadera derecha para pivotar sobre el pie contrario y tratar de descabezar a su repelente oponente antes de que este consiguiese avasallarla y clavarle sus garras en la cara. 

El ataque de Niou golpea al bakemono provocándole una dolorosa herida en el brazo que le hace erra su ataque pese a que aún permanezca en pie y siendo un auténtico peligro, cosa que no hace ya al que se enfrentaba Kihei, el cual sangra profusamente en el suelo.

Nanako guarda su pergamino, y prepara el arco.

Es una postura casi marcial. seria como ninguna otra. Carga la flecha y situa el arco a la altura de sus finas caderas. Como todo Rokuganés, desdeña la idea de apuntar con el arco. La flecha conocerá el camino, suelen decir los presuntos sabios de Rokugan

El disparo tiene el éxito que cabría esperar de un disparo sin apuntar, y la flecha de hoja de sauce se clava pierde hacia el horizonte, como si los Kami del viento decidieran dar una lección.
Y es que si quieres acertar ¡Apunta de verdad!

Aoki se adentró en el caos tras cruzar el arco en su espalda. Tomó la katana con ambas manos y busco un hueco entre los Hida y el resto de samurais que estaban en primera línea. Sintió algo de vértigo al verse más cerca del borde la Muralla. La marea de monstruos que se extendía abajo llenaba su cerebro de una amalgana de gritos, quejidos y susurros.

Golpeó con su katana de arriba a abajo a la primera criatura claramente no humana que encontró. Intentaba hacer su parte en la defensa de la Muralla.

Me acerco al bakemono que sigue en pie para ayudar a reducirlo antes de que lleguen más y vuelvan la situación todavía más caotica.

Agarro mi katana con fuerza mientras trato de terminar con el bakemono antes de la llegada de la siguiente oleada.

Algunos podrían considerar que usar la katana de Katagi contra un un bakemono, podría estar a la altura de un insulto al herrero que la forjó e incluso a la propia espada, pues su filo eterno atraviesa a la criatura como si fuera un simple trozo de seda, otorgándoos un instante de relajación que de seguro no duraría mucho.