Partida Rol por web

Pese a que únicamente trasgos entran por la abertura del séptimo piso, no está siendo nada sencillo para los samuráis que allí se encuentran. De hecho, la Yasuki se ve obligada a defenderse de su oponente mientras que Katagi se recibe una dolorosa puñalada.

La situación a mi alrededor se hacía más complicada. Distintos bakemonos atacaban tanto a mi compañero de familia como a la Yasuki. El primero no dudaba en intercambiar cortes con su adversario, mientras que la Yasuki estaba obligada a ir a la defensa contra la criatura.

Blandiendo mi katana, me acerqué al que tenía más cerca, el bakemono que luchaba contra la Yasuki, y en un intento para ayudarla, di un alarido mientras cortaba el aire con mi arma, utilizando la su preocupación en la samurai-ko como distracción para posicionarme en su flanco y conseguir una herida importante.

Las fortunas me sonríen, el ataque del trasgo se queda en más que un sonoro golpe contra mi armadura, dejandome una segunda oportunidad para aplastar aquella vil criatura. Ya que con el primer golpe no conseguí derribarla tenía que intentar un segundo y si este tampoco era lo suficiente habría otro detrás y así asta que dejase de respirar... si es que esas cosas respiraban.

Poco a poco la perseverancia de Ryoga empezaba a dar sus frutos, aquella bestia empezada a notar el peso del combate y de las heridas pero a él también le empezaban a pesar los brazos, el combate iba a ser una carrera de fondo. El Oni se avalanzó sobre él tratando de partirle en dos pero el pequeño Cangrejo no solo consiguió echarse a un lado sino que pudo golpear el costado del Oni en el proceso aunque con un golpe de refilón.

- Aprovecho el fallo en su ataque y me atrevo a atacarlo con mi wakizashi - ¡Por todos los ancestros y kamis de este lado de la muralla! - Exclamo tras ver como un hermano de clan se interpone para defenderme

Saito observó el duelo que estaba teniendo lugar frente a él: Sakura había tenido que pasar a la defensiva para evitar el ataque del bakemono, y su respuesta al ataque había sido poco precisa, pasando de largo. En cuanto ella dejó espacio para dar un ataque, lo intentó. Dejándose ir en ese ataque, en la única forma sincera de honrar a aquellos que se esforzaban por mantener con vida al resto:

- ¡Por la eternidad del Imperio Esmeralda, por los héroes caídos!

Acostumbrado a saltar entre los árboles, Ragu salvó la distancia entre él y el trasgo de un salto, se agarró a la parte exterior del pasamanos con la mano izquierda y le clavó el hacha en la espalda a la criatura, que emitió un lastimoso crujido. Era el último de los asaltantes. Ragu se giró a sus compañeros. Y señaló hacia la posición de Otohime y Hirotaru, que estaban defendiendose a la desesperada.

- ¡Neceistan ayuda!- advirtió. Ragu tenía un concepto muy pobre del honor, de los duelos y de lo que era una pelea justa. Y de todos modos ocupaba un puesto muy bajo en su escala de prioridades. Si algo le había enseñado Rokanawa era el sencillo concepto de que no existe tal cosa como una "victoria moral". Ganar es ganar.

"Katagi-san!!"

Nanako tenia pensado restaurar a Niou, pero viendo que el trasgo ha dejado al espadachin al borde de la muerte, tiene que volver a restañar sus heridas.

"Vacio. El vacio. No es la falta de todo, es el potencial de ser cualquier cosa" medita a la par que ora

"Nobles Kami de las aguas. Os rezo por Hiruma Kiei, el noble guerrero. Os ruego que cuideis de sus heridas para qie pueda seguir luchando por Rokugan"

"Soy Nanako, sierva de los Kami. Y mi vida ha sido dada en prenda y propiedad al Cangrejo. Protegeré y defenderé a los hijos de Hida y las familias bajo su manto!" Declara

La plegaria de Nanako es escuchada por los kami y Katagi puede sentir como estos sanan la dolorosa herida que acaban de producirle. Entretanto, Kihei y Saito ensartan al trasgo que enfrentaba Sakura, por lo que su fallido ataque no pasa factura alguna. Por lo visto el único problema que les quedaba era al que enfrentaba Katagi, pero ahora volvía a estar en condiciones de enfrentarlo.

El tiempo se congeló en aquel instante, o al menos en vuestra sección de la muralla. Ryoga golpeó el costado del demonio y este terminó derribado por el impacto. Kyo golpeó con fuerza y su tetsubo acabó destrozó al bakemono completamente. Lo mismo que Ragu, pues el ronin terminó alcanzando al último de los que intentaban subir a la torre al tiempo que esta lanzaba una gigantesca yari de hierro contra el enorme monstruo que os lanzaba aquellos peñascos, pero no fue la única y desde diferentes lugares más proyectiles idénticos volaron en su dirección. Parecía que la suerte empezaba a tornarse de vuestra parte.

El oni estaba hecho polvo, pero ni por un instante se encontraba de regreso al Jigoku. En su lugar se arrastró hasta el cadáver de un samurai ya caído y empezó a devorarlo con gula, despertando el terror en el corazón de todos los presentes al daros cuenta de que si esa criatura salía victoriosa, aquel sería vuestro propio destino.

Cuando parecía que Ryoga iba a alcanzar la victoria sobre Oni no Fudo este se retiró para deleitarse eviscerando a un pobre samurai caído. Nada había preparado al muchacho para aquello, el rudo gorgoteo al masticar la carne, el ansia de aquel ser y como iba reduciendo a una samurai a la nada.Trago saliva en un intento desesperado de no vomitar por el hedor y la repugnancia de la escena, busco en sus más profundos recuerdos palabras de apoyo y consejos de su sensei para un momento así pero nada pudo consolárle, esa horrenda visión había quebrado al joven Cangrejo por dentro.

Su convicción le abandono de golpe, no pudo reunir el coraje para cargar contra la bestia y tratar de acabarla pues en su interior sabía que se dirigía hacia el matadero. Lanzó un grito de desesperación mientras blandía el tetsubo en un intento futíl de vencer el miedo al Oni, pero no era valor lo que empujaba a Ryoga era el miedo de acabar como es samurai que estaba engullendo, en su locura el joven buscaba una muerte rápida y esperaba que al menos las Fortunas le concedieran eso.

La batalla seguía su curso y perdió la noción del tiempo moviendo al cuerpo del ogro y rechazando algún que otro enemigo, aunque por suerte parecía que esos sucios bakemonos no se acercaba.

Entonces sucedió algo que se escapaba de la comprensión de Hirotaro. Aquel espectáculo grotesco superaba la cordura y voluntad del shugenja, lo que hizo que empezara a retroceder paso a paso, dejando solo al hombre que estaba debajo del ogro a su suerte. Lo que empezaron siendo paso lentos y cortos por el shock fue una carrera al interior de la torre huyendo como un cobarde de dicho bestia oni.

El aprendiz Kaiu vio como el ronin (¿era un ronin no?) se encargó del bakemono antes de que tuviera que subir a por él él mismo.

pfiuh!

La situación empezó a hacerse caótica. En verdad que Hirotaro necesitaba ayuda, aunque al parecer había decidido que fuera lo que fuera estaba luchando contra ellos, este había decidido que la discreción era la mejor parte del valor y estaba largándose por patas. Una sabia decisión, hubiera aplaudido Ginawa de verle y no estar subiendo hacia arriba para ver si ahora que la torre estaba a salvo podía colaborar en el manejo de la poliorcética, donde sus posibilidades de salvar a la Hida y a su compañero el Kuni serían mucho más grandes que si realizaba una noble carga que sólo le ganase dos segundos antes de que los aplastasen a ambos.

Como digna sangre de Kaiu, desayunaba cálculos morales con cada decisión que tomaba, y así subió corriendo las escaleras, buscando a la dotación de la liberada torre.

Asiento cuando la shugenja decide curarme en lugar de potenciar mi arma, mi arma se siente en mejor forma que yo. Este bakemono ya esta durando demasiado en pie agarro con fuerza la katana y con energias renovadas doy un paso al frente dando un potente corte vertical intentando cortarlo de arriba a abajo para terminar con su vida.

Respirando profundamente mientras veía la puerta de la torre cada vez más cerca, se acordó porque estaba allí, y se paró en seco. El deshonor reinaba en su vida, y si hacía esto, terminaría muriendo como una persona deshonrada y además, cobarde. No podía permitir esto. Se giró tembloroso y poco a poco, se acercó al oni desde la distancia, cerrando los ojos a cada movimiento que realizaba el monstruo.

Temblando de miedo, levantó el dedo y señalándolo, desenrolló el pergamino que había utilizado con los bakemonos, intentando elevar una plegaria al aire.

- Kami de Tierra, estoy flaqueando y necesito tu ayuda para mantenerme firme y duro como una roca, por favor, acaba con este enemigo que nos supera a todos.- dijo cerrando los ojos, generando un aura verde a su alrededor tan potente que golpeó a su enemigo con toda la energía de los kami.

Conseguís acabar con vuestros enemigos mientras una andanada de gigantescas yaris de hierro impactan en la monstruosidad transformándola en una especie de erizo antes de hacerla caer con un tremendo estruendo.

De todos modos, ese no es el hecho más importante que sucede a estas alturas de la batalla, dado que tropas del Cangrejo comienzan a llegar desde otros puntos de la Muralla asestando duros golpes a los asaltantes, quienes dan la impresión de estar terriblemente desorganizados pese a que aún se resisten a dejar las posiciones controladas.

Nanako aprovecha el momento para aplicarse un bálsamo sobre su espalda maltratada.

Como buena Sanurai, intenta no mostrar ninguna enocion, ni una pizca de dolor siquiera, mientras sus finos dedos aplican el calmante.