Partida Rol por web

Me acerco al que vende armas le digo:

¿Vendes alguna daga de buena calidad? ¿Qué precios tienes? 

Mientras que pregunto el precio de las dagas, realizo  una tirada de escuchar y otra de avistar para ver que gente está comprando y poder escuchar si dicen algo interesante...

Por tu cabeza cabeza pasa por tu mente planoides y celestiales, pero aparte de eso, los arcontes significan poco para ti, menos que leyendas o cuentos. En cambio del destructor no sabes nada, cada cultura y forma de vida tiene un destructor distinto bajo diferentes nombres.

Cuando estas pensando en eso escuchas como un montón de campánulas empiezan a vibrar a tu alrededor y te parece oír ruido en el piso de abajo.

Gamilar solo gruñe mirando al aprendiz y se aparta con los caballos, para no estar delante de la torre de magia. El aprendiz os espera en las puertas y os vuelve a hacer una reverencia cuando os acercáis.

Cuando las puertas de la torre de magia se cierran contigo dentro, el aprendiz os pregunta a quién deseas ver, tras decírselo, te pide que le sigas subiendo las escaleras de la torre hasta la primera planta. Allí te indica una puerta de madera reforzada, que se abre cuando llegas delante, viendo la espalda de Antros Varatus, que maneja algún tipo de sustancia con cuidado, para luego tirarla contra la pared provocando una pequeña explosión.

-No es suficiente, las grandes necesitarían bastante mas y con sus ocho patas podrían esquivarlo. Murmura el mago sin percatarse de tu presencia.

Tras subir las intrincadas escaleras de la torre de magia guiado por el joven aprendiz llego hasta las dependencias de mi viejo y buen amigo Antros Varatrus. Una vez en el marco de la puerta agradezco con un susurro al aprendiz que me a guiado y me asomo al umbral de la habitación. Lo que veo y lo que oigo a continuación me hacen hacer acopio de buena parte de mi experiencia ganada los últimos años para aguantar la compostura y centrarme.

- ¿Arañas?... - digo disimulando mi tono de voz, volviéndola más grave y agachando mi cabeza como si fuera un mero mensajero ante un noble, ocultando mi rostro al mago y guiándome por la falda de su túnica - Hay un mensaje para vos señor Varatrus. - termino, alargando mi brazo con el pergamino hacia él.

Aprovecho el tiempo que dedica a observar el sello de los Düsseldorf para volver a mi posición inicial y esperar su reacción. 

El mago pega un brinco cuando preguntas lo de arañas, cogiendo en el ultimo momento el frasco de la sustancia explosiva. -Menos mal. Dice mientras lo deja con cuidado en la mesa. Quitaros la capucha o os quitare algo mas. Te dice cuando se da la vuelta y ve el sello. Entonces levantas la vista (posición inicial) y ve tu cara. Ya sabía yo que esta noche habían malos presagios, sobretodo para Galantes, sabes que quiere hacerte un monumento, dijo de meterte en lava fundida y dejar que te secaras. Te sonríe divertido y se acerca a ti, tendiéndote la mano. Me alegro que hayas vuelto, esto es muy aburrido si los demás magos no pueden perseguirte para echarte las culpas por cualquier magia extraña. Dice con una sonrisa amplia y mientras le estrechas la mano, deja en tu palma algo circular y agujereado por el medio, es un anillo.

Antros se sienta y te indica un asiento, mientras pide té al aprendiz. -Bien, cuéntame, ¿encontraste lo que buscabas?

Galantes...siempre quejándose de todo, culpándome a mi y a mi familia de todos los males que asolan esta tierra. Y la de los vecinos. - pienso mientras escucho las palabras de Antros sobre el gobernador.

- Bueno, creo que los dos sabemos que Galantes es mucho mejor gobernante de lo que yo seré jamas. - revelo mientras Antros se adelanta sonriente y tendiéndome su mano.

- ¡ Ja ! - río secamente ante la broma del tiempo pasado - Bueno, algún día vuestros aprendices estudiaran libros arcanos sobre el gran mágico de Nueva Diadema. Neylen Düsseldorf. - bromeo al tiempo que estrecho con mi mano la suya, en un firme y cálido apretón. - Yo también me alegro de veros amigo mio. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que... - mis palabras se ven interrumpidas por el tacto de un arete en la palma de mi enguantada mano. Mientras el mago habla con el aprendiz yo contemplo el aro metálico, hasta que finalmente lo guardo de forma instintiva en un pequeño bolsillo de mis malgastadas ropas de viaje. Una vez despachado el joven arcanista, mi viejo compañero de aventuras toma asiento en una silla. Yo por mi parte declino su invitación a sentarme, y me dedico a mirar por la pequeña ventana cuasi cerrada de su habitación, buscando las palabras con las que contestar a la pregunta que el mago me acaba de formular.

- Antros...¿ese aprendiz vuestro es de fiar? - pregunto con seriedad, sin apartar mi mirada de la ventana - No quiero que nadie sepa que he vuelto a la ciudad. No de momento. - digo esperando su respuesta, tras la cual continuo:

- Encontré muchas cosas y otros muchos me encontraron a mi. Cosas de mucho valor, pero en extremo inútiles... - comienzo a narrar, haciendo memoria de los últimos tres años de mi vida y buscando una frase que los defina - Aprendí el poder que te confiere un apellido, la seguridad que te otorga el anonimato y el arte del engaño...he pasado tres años de mi vida buscando y lo único que he encontrado me temo es el amparo de la noche en mi camino...ahora solo soy una sombra más entre cientos de ellas. - tomo unos instantes para mudar la expresión de mi rostro de preocupación e impotencia y así poderme girar con mi semblante sereno habitual - ¿ Y tú? ¿Has encontrado método para volver al plano de Ravenloft? - digo mientras mis ojos centellean con un odio insondable al pronunciar esa última palabra y recordar los hechos que me llevaron aquel aciago plano. 

Baratir, hermano...¿seguirás vivo? - pienso para mi. Mientras me recuesto contra el muro de la torre y espero distante, la respuesta de mi amigo.

¿Un cliente? ¿No saben acaso que Sutolonte no está en la ciudad? ¿Quizás no avisó a todo el mundo de su partida? Me dirijo hacia las escaleras y las bajo de manera normal, sin prisa pero sin pausa, mientras observo quién acaba de entrar. 

-Buenos días, ¿puedo ayudarle en algo? Lamento decirle que Sutolonte no se encuentra ahora mismo en la ciudad, pero con mucho gusto me ofrezco a ayudar. 

Te dice el típico precio de una daga corriente, aunque tus oídos están mas atentos a las demás conversaciones. Escuchas los típicos chismorreos de mercado, bastantes nuevos para ti que nunca has estado en ninguno.

-Si pues parece que mataron a la bestia, pero desde ese día no se ha vuelto a saber del druida. Escuchas una voz de mujer comentar con un tendero ambulante.

-Druidas siendo atacados y druidas desaparecidos, esos como hojas no deberían abandonar sus bosques. Comenta el tendero. Un medida o dos... Vuelve la conversación a los negocios de vender.

-Eso nunca se sabe, quizás deberías probar. Te dice el mago con una sonrisa.

Cuando termina de hablar con el aprendiz y este sale, se acerca un poco a ti, observándote apoyado en la ventana.

-Espero que si, es mi aprendiz. Dice con una carcajada. Si no fuese de fiar, ahora el mago superior me tendría en la ciudad usando mi magia para limpiar excrementos de aves.

-Difícil caminos nos encontramos y duras lecciones aprendemos. Levanto una ceja y tuerce una sonrisa. Perdona, demasiado tiempo encerrado en estudios. Se levanta y se apoya en la pared, manteniendose lo mas cercano posible a una de las velas. Aún estoy investigando, preferiría no decirte nada hasta que este seguro, es una posibilidad demasiado remota.

-¿No me digas que soy el primero al que pasas a ver? Te pregunta sonriendo.

Ves a una anciana, observando una de las plantas. Una Thalion obstresa, una planta que solo es venenosa en sus tallos pero no en sus raíces y hojas, que se usan para adormecer. La mujer acaricia la hoja sin tocar el tallo, como analizando una mercancía.

-¿Quién es Sutolonte? Yo estoy buscando a Jared, tiene que tener mis obstresas listas, o no podré dormir esta noche. La anciana te mira de arriba a abajo y pregunta. ¿Y quien eres tu?

Me acerco a los que estaban hablando de la bestia y del druida.

y le comento:

Disculpa mis molestias mujer, no he podido evitar el comentario de la bestia y un druida, tendría la amabilidad de contarme lo que vos sepa del druida y de la bestia? 

(se lo digo con toda la amabilidad y respeto).

La mujer te mira, como ofendida por tu indiscreción al escuchar una conversación ajena y se marcha.

Yo vengo cada tantos meses, pero se que hay una tienda de un druida a tres calles del templo de Mielikki, en esa dirección. Te señala el comerciante al oeste.

Con todo el conocimiento que atesoran y los recursos de los que disponen los magos, como es posible pues, que en un plazo de 3 años no cuente ya con una solución y solo tenga una maldita "posibilidad demasiado remota" - me pregunto a mi mismo al escuchar las palabras del mago. Con sorpresa descubro que me encuentro mirando a uno de mis mejores amigos como si fuera un vulgar ladrón de cofradía que acaba de tirar por tierra un trabajo de meses. Sacudo mi cabeza con no poca indiferencia y me froto el rostro buscando aclararme. 

Ya no estas entre ellos. Y Antros no es uno de ellos, es un amigo, no un medio para un fin. - pienso, mientras con un tono sombrío y mal disimulado contesto a su pregunta - Sí. Al menos al primero al que visito de manera voluntaria. Pero no seras el último de esta noche. - me giro sobre mi mismo para volver a mirar por la ventana entrecerrada, intentando poner orden en un mar de ideas - Decidme ¿cual es el estado de la ciudad? He oído algo de una criatura del mal, un grupo de druidas y un puente - comento negando con la cabeza - Demonios Antros, en mi viaje he conocido a medianos bardos que contaban mejores chistes en estado de embriaguez. No te dejes ningún detalle. He de mantenerme ocupado y no dispongo de mucho tiempo antes de...el regreso de Neylen. - finalizo riendo para mis adentros cuando me doy cuenta de lo extraño y lejano que me resulta mi propio nombre.

Gracias.

Me dirijo dirección a la que me ha dicho el comerciante.

Antros no puede evitar sonreír a tus preguntas y casi suelta una carcajada cuando dices lo del regreso de Neylen. Vuelve a sentarse en la silla poniéndose de cara a ti y apoyando los codos en las rodillas.

-Bueno debería empezar por el principio, Sutolonte se ha ido. Te mira como esperando ver si das saltos de alegría. Se fue hace año y medio, pero uno de los druidas del norte vino a ocuparse de su casa y sus obligaciones. El mes pasado ese druida fue convertido en zombie y atacó a sus compañeros que lo esperaban en el puente, lo mas extraño según los druidas fue que el druida estaba a medio convertir en su forma animal, como si fuese un licantropo zombie, pero con la forma de un zorro. Negó con la cabeza mientras levantaba las manos con las palmas hacia arriba subiendo los hombros, era claramente su expresión de "que mal que está el mundo" y volvió a dejar su cuerpo relajado. Revisamos el cementerio y la ciudad, pero nada, los templos ayudaron y los druidas no encontraron nada en la casa de Sutolonte.

- Mi nombre es Easar, lamento tener que informarle que Jared no podrá encargarse de su pedido. Me gustaría sin embargo que pudiese ayudarme un poco, si fuera tan amable de contarme cuál es su nombre y su pedido se lo entregaré gustoso. Me ayudaría mucho si pudiera contarme desde hace cuanto tiempo conocía a Jared y qué tipo de persona era. Comienzo a buscar su pedido si me dice su nombre y lo que era. Rebusco en las cortezas si el pedido de la señora aparece antes de prepararlo. He podido observar que tiene ciertos conocimientos sobre plantas, ha evitado muy bien el tallo de la Thalion mientras la observaba. Me gustaría preguntarle: ¿Conoce a alguien que pudiera tener algo en contra de ese muchacho? ¿Hace mucho que no ve movimiento por esta casa? ¿Ha visto algo sospechoso últimamente en la ciudad? 

Cuando tengo el pedido preparado, busco como envolverlo para facilitar su transporte y se lo alcanzo a la señora. 

Nunca nos caímos bien. - pienso mientras me encojo de hombros para hacerle notar a Antros que no me importa demasiado. Sigo escuchando la narración del acontecimiento, una vez finalizada me tomo unos instantes para pensar sobre lo sucedido. 

- ¿Y ya esta? ¿ Y si lo que le paso a ese druida fue en un bosque o una cueva ? - digo haciendo conjeturas. - Como sea. He oído hablar de licantropía y por desgracia soy una especie de gurú del vampirismo... - una amarga sonrisa se marca en mis facciones - pero no entiendo de druidas, zombis u zorros. ¿Que opinan los druidas sobre ello? o aquel paladín al mando de la casa de Tyr, mmm ¿Lampier? - digo tratando de hacer memoria.

- Y sobre la ciudad, que podéis contarme sobre "nueva" Nueva Diadema. Que cosas me he perdido o que cosas he provocado sin estar presentes.

Llegas a un plaza pequeña con una fuente en medio, las gentes de esta zona visten de manera mas humilde. Ves gentes de un lado a otro haciendo quehaceres. Unos hombres que llevan sacos, mujeres que van a la compra llevando algunas a niños pequeños, un hombre alto y musculoso llevando una alfombra y un par de escribas, hablando y discutiendo sobre felisofia. Ves a un joven con un libro y túnicas con un símbolo en ella.

-Soy Nagata y mi pedido eran una docena de obstresas, si no las tengo me es imposible dormir al pequeño, esta ciudad es demasiado escandalosa durante el día y el siempre trabaja de noche. Te dice la mujer irritada, como si tuviese que ser claro su pedido y su problema. La veo cada dos meses para las plantas que necesito, es joven y tranquilo, llevo 6 meses en este criadero de pulgas. ¿Se ha ido de viaje el joven?

La anciana cierra un ojo abriendo mucho el otro de forma desagradable te mira detenidamente.

¿Alguien en contra de ese joven? La mujer sonríe mostrando tres dientes negros. Jared no se mete con nadie, así que no creo que haya nadie que desee meterse con él. Es el único druida que hay en la ciudad, aparte del carpintero, si es que a ese se le puede llamar druida. Bueno, ¿Donde están mis plantas? Te dice sacudiendo un pergamino en su mano.

Los druidas están desconcertados, seguramente enviaran a alguien. Los templos han comprobado el cementerio y han empezado a poner a clérigos y paladines controlando los accesos en la ciudad. Levanta los hombros y agacha la cabeza. Y a nosotros nos toca vigilar de noche. Abre un cajón donde aparecen tres esferas blancas. Cada vez que suena la alarma tengo que mirarlas, por eso estoy despierto, hoy me toca la guardia.

-Sobre la ciudad tendrás que preguntarles a los ciudadanos, aparte de lo de la criatura, hay poco mas que contar. Últimamente no tengo mucho tiempo para salir, el viejo no para de enviarme fuera o entrenar a los aprendices y desde que no tenemos druida, me toca conseguir las hierbas en otros sitios mas lejanos. Dice derrotado, moviéndose incómodamente.

-¿Que me puedes contar de tus viejes?, ¿Has vistos cosas tan raras como las de aquí?