Partida Rol por web

Saco un pequeño zippo del bolso para encenderle el pitillo al setita, mientras mi mirada se dirige rápidamente al caballero con cara de malas pulgas, que parece a punto de saltar sobre mi preciosa Eris. Tensa, observo que parece controlarse por el momento, pero ya me he quedado con su cara; no me ha causado buena impresión al entrar, y ahora mi intuición se confirma. Adelanto un paso para dirigirme hacia su mesa, cuando escucho la voz sibilina de Fowler, proponiéndome un baile.

Se me escapa una sonrisa aviesa, y casi un "jah" desdeñoso. Esta noche mi papel debería estar entre bambalinas, controlando que todo esté yendo según lo previsto, que nadie esté intentando matar a alguien más que de costumbre, pero ¡qué diablos! La noche es joven, y creo que hay algún vampiro que todavía no ha apreciado del todo mi maravilloso vestido. Venga, dansons. Volviéndome hacia él, le tiendo una mano para coger la suya.

-Será un placer, monsieur.

Espero que se levante tras de mí, y sin soltarle de la mano, avanzamos hacia la pista de baile.

-¿Participará en la ruleta Arcadia, señor Fowler? -Le pregunto, poniendo una mano sobre su hombro. No soy tan virtuosa en el baile como el magnífico Sebastian, pero me basta con escuchar un buen ritmo sincopado para que se me vayan los pies tras los rápidos compases del jazz.

No es tan bueno como el de mi juventud, pero reconozco que tiene un ritmo más original.

Tranquilo hermano... has hecho bien en contenerte ¿está bien?

Se me acerca un extranjero, no lo conozco de nada, emito un gruñido de respuesta a su contestatación. No es de la ciudad, como sea otro imbécil intentando hacerse el gracioso no respondo. Pero sigo viendo a Dutch con su mirada fija en mi. 

Me giro para hablar con él, no alcanzo a adivinar de que clan puede ser. 

Hay mucho gilipollas suelto y en carnaval. le miro de arriba a abajo. No es usted de la ciudad ¿se ha presentado ya al príncipe? ¿Qué le ha traído a Nueva Orleans? Bueno, disculpe, no me he presentado. le tiendo la mano Jake Almerson. 

Doy la mano al caballero con firmeza, mirándole a los ojos y dando gracias por haber superado viejos prejuicios propios de la época en la que este tipo de hombres vivían bajo las botas de nuestros trabajadores.

La fuerza de este hombre no debería ser menospreciada, hay un ímpetu.

- Si, he llegado hace pocos días pero es una visita que posiblemente se largue más allá de los carnavales.- miro hacia la mesa de la que se ha levantado y enarco una ceja - No vale la pena enfadarse, en estas reuniones los payasos de gran facilidad de palabra acostumbran a mofarse de los fuertes aprovechándose de la seguridad que el príncipe les garantiza.- niego con la cabeza.

- No vale la pena. ¿Cree que debería acercarme ahora y presentarme al príncipe?

Fowler camina junto a JoJo con expresión plácida, como si saboreara ese fugaz momento en el que ella, sin más, decide tirar sus obligaciones por la borda y rendirse a un capricho. La conduce hasta el centro de la pista de baile, entre el resto de las parejas, y cuando ella le toma del hombro él responde deslizando la suya hasta su cintura. Lo poco que el vestido deja a la imaginación lo descubre a base de caricias distraídas, fortuitas. 

—Intento no dejar nada al azar —contestó—, aunque puede que haga una excepción. Por una noche.   

Chasquea los dedos de la mano que tiene libre, la izquierda, hasta hacerse con el ritmo de la música, y entonces arranca. Despega lenta pero irremediablemente, tomando las riendas y arrastrando a Jo con él, obligándola a perseguir sus pies y a contonearse arriba y abajo y hacia delante y detrás. Él lo hace con reservas, controlándose, pero no sin cierta familiaridad. Y aunque no goza de la soltura de muchos de los que le acompañan en la pista, tampoco le da importancia. Tan solo se limita a mirarla a ella, acercándosela cada vez más, empujándola desde la cintura hacia sí mismo para susurrarle algo al oído. 

—¿Paces? 

Por unos instantes me preocupo al ver a Jake abalanzarse sobre Eris, la provocaciones, aunque sean inocentes deberían ser contenidas en una velada así. Sonrío, no podría tenerle nada en cuenta a Eris, pero podría haber terminado en tragedia. 

​Yo creo que firmemente que deberías salir a bailar Caroline, desmelénate por una noche, es carnaval. Vamos pequeña... hay mucha gente nueva que conocer tal vez deberías darte una oportunidad. 

Levanto la vista

Mira a Angélica por ejemplo digo alzando la copa hacia ella. ​Ella sí que sabe disfrutar de una fiesta.

Me dejo llevar por los movimientos de Fowler; me hace girar entre sus manos, y río al encontrarme de nuevo entre sus brazos. Es posible que se haya llevado algún pisotón, pero mis caderas se mueven al ritmo de la música y dejo que esta me recorra por dentro, siguiendo el mismo trazado que mis venas, para aposentarse en mis huesos.

El cainita se inclina para susurrarme algo al oído, y mi sonrisa se borra unos instantes, mientras frunzo el ceño, pensativa, antes de responderle.

Miro como el primogénito tremere se acerca a la mesa a llevarse a la putilla del príncipe. Si, creo que ahora será un buen momento y quiero congraciarme con Dutch, que vea lo cojonudamente bien que puedo hacer este puto trabajo de lameculos. 

Claro. Vamos a hablar con el príncipe, te presentaría pero no me has dicho tu nombre.  

-¿Ahora te interesa hacer las paces, Gus? -Murmuro, rodeándole el cuello con los brazos- ¿Ahora que ves que puedo tener éxito sin ti? Qué pasa, ¿te sientes... amenazado?

Sin embargo, apoyo mi cabeza contra su pecho, estrechando mi cuerpo contra el suyo.

-Sabes que no puedo estar mucho tiempo enfadada contigo, mon amour.

Dirijo a mi pareja de la mano con elegancia, parece que levite sobre el suelo. Dirijo una mirada al resto de bailarines pero nadie puede competir con ella, con nosotros siendo uno en la pista. Somos uno. 

Damos vueltas por la pista, haciendo piruetas, se aleja para volver a mi en cuanto mi cuerpo, el baile solicita su presencia. Me gusta la sensación de ver perder su vestido y su cuerpo entre mis dedos para luego volver a recuperarlo. 

Parpadeo mientras muevo la cabeza levemente, dándole una esperada negativa a Fowler. -Disfrutad.- Les digo secamente mientras la pareja se aleja para bailar. Aprovecho para mirar la nota que me ha dejado el camarero, al menos ahí hay algo interesante que ver. Cojo el pin y me lo meto en el bolsillo, empiezo a recoger todas mis cosas, guardándolas de manera ordenada en el maletín, observando que aun me queda mucho por hacer, pero con tanta interrupción no quiero cometer un error y que luego algo me salga mal. Así que decido ir a ver las vistas de Nueva Orleans, antes de que vuelva el pesado ese, de noche la salida desde esta zona del puerto es preciosa, no suelo tener tiempo para perder en algo así, pero puestos a perderlo mejor con algo que me guste.

Separo la silla de la mesa, definitivamente ya he tenido suficiente vida social por hoy, incorporándome y yéndome con mis cosas hacia el exterior. Un poco de aire me vendrá bien. Espero…

Salgo hacia el pasillo exterior, apoyando una de mis manos sobre la barandilla. Esta zona está demasiado protegida para sentir la brisa marina entrando por la desembocadura, pero me conformo con alejarme del bullicio y la música durante un rato, la soledad es tan relajante.

No puedo evitar volver a mirar la hora, no hace ni cinco minutos que lo he hecho y sé exactamente que marcará, pero disfruto controlando el tiempo, aunque ahora lo esté perdiendo contemplando la hermosa Nueva Orleans.

Qué pasa, ¿te sientes... amenazado?

Gus sonrió a la vista de todos, sacudiendo la cabeza. Después volvió a acercar los labios a su oreja. 

—No lo fuerces, pequeña. 

Sabes que no puedo estar mucho tiempo enfadada contigo, mon amour.

—Explícame entonces a qué vienen esas pullitas a Morgaine —aun hablando en susurros, el tono era el de una reprimenda—. Su ego lleva cocinándose mucho más tiempo que el tuyo, Jo. Ten mucho cuidado con lo que dices y a quien se lo dices. 

-Encantado. Mi nombre es Shane, Shane de la familia Saunière.
Mi familia era  propietaria de media Nueva Orleans... pero eso fue hace mucho tiempo.

Me separo de él y mirando a la comitiva del príncipe, me dirijo hacia allí con paso seguro.

Y por fin... aquí vuelve mi chiquillo. Tras la demostración que acaba de hacer no puedo más que llenarme de orgullo. Ha conseguido transmitirme esa sensación de emoción casi perdida a lo largo de tanto tiempo, de los años... Lo que logró la primera vez que lo vi. 

Sin embargo a lo largo de los años he conseguido alcanzar en control de toda mi expresión corporal para no demostrar ningún ápice de sentimiento, pareciendo casi que estoy en sopor.

Aunque Sebastian todavía no lo entiende, no ve que toda esa montaña rusa de sensaciones lo hace completamente vulnerable a ojos de otros. Morgaine lo ha vencido nada más entrar en la sala, y tiene suerte que haya sido ella y no otro que realmente quiera perjudicarle. Es una imprudencia mostrarse tan... humano. 

Asiento cuando se sienta a mi lado, ha sido memorable.

Me acerco a Dutch  con el nuevo al lado. Hoy haré las cosas bien después de todo. 

Marcel, este es Shane Sauniére, acaba de llegar a la ciudad pero pertenece a una familia aquí. 

Evito la mirada de Dutch que me está interrogando mentalmente por lo que ha pasado en la mesa. Espero que se follen pronto a la Eris esa. 

El barco zarpa y se aleja de los muelles con casi imperceptible vaivén, es un barco grande y el oleaje en el río no es muy marcado. Todo está tranquilo varias parejas salen a bailar, el resto se queda charlando en las mesas. 

Tras hablar con el hombre de mecha corta pero de fácil acceso llamado Jake, miro hacia la tribuna donde está el príncipe, con una sonrisa. Hago un gesto de afirmación y comienzo a caminar sin esperarle.

Atravieso la pista de baile con paso decidido, interrumpo a algunas parejas bailando gilipolleces como si todavía estuvieran vivos y fueran a terminar la noche con un buen polvo viendo el amanecer. Empujo sin mucho interés a un capullo que casi se abalanza sobre mi y lo aparto con la mano, sin dejar de mirar mi objetivo.

Me detengo ante el antiguo de la ciudad. Dejo que Jake diga las primeras palabras, dejemos que haga su papel.

Luego inclino la cabeza unos centímetros sin dejar de mirar al príncipe.

- Señor Guilbeau, es un honor.
Mi nombre es Shane, soy un descendiente de la familia Saunière, cuya influencia recordará dominaba gran parte de esta ciudad a mediados del siglo XIX... - una media sonrisa y una pausa para dejar que digiera la información y recuerde el bochornoso alcance del imperio de mi familia. Me da nauseas sólo pensarlo  - vengo a presentarme de forma oficial para honrar la quinta tradición.

Como sabrá apreciar... vengo con buenas maneras y con un respeto a las tradiciones de su camarilla.

Niego con la cabeza como si no me importase nada lo que iba a exponer. - No se preocupe, no vengo a reclamar antiguas tierras ni a ser un problema. Vengo sólo a presentar mis respetos y a recuperar un pequeño favor... - meto la mano en mi chaqueta para extraer un objeto del bolsillo interno. El hombre llamado Dutch reacciona con un gesto de desconfianza mientras se levanta poco a poco. Le sonrío mientras saco un viejo sobre.

Cuando está a mitad de ser completamente liberado de la ocultación de  mi chaqueta, sonrío y la vuelvo a guardar. Pongo un gesto despreocupado y levanto la palma de la mano con indiferencia - No os preocupéis, no deseo convertir esta bonita fiesta en un encuentro de negocios ni hastiarle con mis demandas. Hoy es una noche de celebración y estoy seguro de que querrá disfrutar con su amada.

Sólo quería hacerle saber que estaré aquí por un tiempo y que respeto su territorio. Podremos hablar cualquier otra noche...

Escucho lo que tenga que decir y finalmente me giro para salir fuera de aquel lugar a tomar el aire...

Un instante antes de que Sebastian llegase a la mesa, en lo que Jeremiah le tendía el brazo para regresar a la pista, Lavonne se tomó la molestia de mirar a la Primogénita, quien parecía deleitada en extremo con un espectáculo que escapaba a su entendimiento. Sin embargo, no había rabia o rencor en sus ojos, ni siquiera un ápice de enfado. Era pena, simple y llanamente, lo que inundaba las pupilas de la Malkavian, compasión por aquella mujer que necesitaba beber del dolor ajeno para sentirse alguien. Y ni siquiera había conseguido que ella misma o Shane se quedaran a su lado. Pero las palabras del Toreador, comedidas en tono esta vez, alejaron enseguida ese pensamiento. Evitó sonreír, mirarle, hablarle. No le hacían falta ninguna de esas cosas para saber con plena certeza que sus pensamientos estaban con ella. Sus manos se lo habían susurrado en secreto.

Se alejó de la mesa caminando sin mirar, dejando la mirada vacía flotar sobre los rostros desconocidos con ligereza. No se sentía ella, apoderada por una ominosa sensación de desplazamiento. Había esperado con ansia la llegada de aquella noche y ahora, entre pasos de baile que había memorizado largas décadas atrás, le parecía que había olvidado cómo hacerlo, perdida en un pensamiento al que no terminaba de nominar y que tenía en arresto su respiración. Y es que Jeremiah sabía bailar, seguirla, llevarla. Pero no era lo mismo.

-¿Qué habrías hecho tú en mi lugar? -se atrevió a pronunciar quedamente, al descuido, tras un rato en silencio.

No le pasaba inadvertida la tensión de Jeremiah; eran demasiadas décadas el uno junto al otro como para ignorar que una herida en el orgullo le molestaba. Pero por encima de todo, estaba el saber que no había sido culpa suya y que, de alguna manera, ese peso reposaba sobre sus hombros sin haberlo buscado de forma injusta.

Detengo mis pasos durante unos instantes, y esta vez sí que clavo mi tacón de forma intencionada sobre su zapato. Discretamente, eso sí, y sin perder la sonrisa.

-¿Ahora defiendes a Morgaine? ¿Has olvidado que es nuestra rival, y que va a buscar activamente boicotear esta fiesta? ¿Desde cuándo la defiendes, Gus?

Él me da la vuelta con fuerza, enlazando mis brazos sobre mi pecho, y pegando su cuerpo contra mi espalda. Su boca queda a la altura de mi oreja, y tengo que volverme hacia un lado para hablar.

- ¿Sabes cuántas actividades se están retrasando por este baile estúpido?

Sus manos me sujetan por las muñecas, firmes. Ahora recuerdo por qué odio los bailes agarrados: el hombre siempre lleva la voz cantante.

Sin embargo, nunca hay que olvidar que, mientras los pasos de baile de Fred Astaire rozaban lo divino, Ginger Rogers se movía con igual gracia, pero hacia atrás, y con tacones.

Me deshago de su abrazo, para asirle la mano con fuerza, y apresarle la espalda con la misma intensidad. Dejo que crea que es él quien lleva el ritmo, pero aquí la serpiente que se contonea es él, y yo, el encantador que maneja la música.

-Necesito que seas mis ojos y oídos, esta noche. -Murmuro- Y necesito que me digas, por ejemplo, quién es ese hombretón que ha estado a punto de lanzar su bestia sobre Eris hace un momento. -Le miro intensamente a los ojos. A esos ojos negros que a veces parecen profundos abismos de oscuridad. Antes de continuar, sin embargo, siento que el sabor anticipado de mis próximas palabras me llena la boca de hiel - ¿Me ayudarás, mon amour?He traído a Viola. Puedes usarla toda la noche, si me ayudas.

Jamás entenderé qué le ha visto a esa blanquita flacucha, pero Josephine Baker tiene que hacer uso de todo su arsenal, si quiere que todo salga bien esta noche.

Mientras el barco zarpa, Caroline menea la cabeza negativamente a Roger, y desliza un mechón hacia atrás reflexivamente, acomodándolo.

-Esta es una fiesta para ellas… así que no me extraña +replico, mientras empujaba la silla hacia atrás mientras señalaba con la mirada al resto de las damas de la mesa. Angélica sin duda estaba en su elemento, y probablemente tanto Eris como Ashanti se adaptarían con gracia, pero ella por otro lado...+ Además, ¿a quién debería sacar? ¿A los chicos duros de cuero, o alguno de los pajarillos? Vamos… Voy a tomar aire un momento, ya regreso.

Saludo a las damas con un pequeño gesto y se incorporó, deslizándose discretamente por un costado del salón hacia afuera. En momentos así envidiaba el don de “hacerse invisibles” que tenían los Nosferatu y otros. Tal vez algún día pudiera aprenderlo. Pero eso implicaria un favor muy diferente a los habituales...