Partida Rol por web

Nueva Orleans Nocturna

Delta Night

Cargando editor
19/12/2017, 15:04
John

La contemplo en la distancia. Lo está haciendo bien. Temía porque no estuviera a la altura. Pero todo está saliendo según lo esperado.
Buenas noches JoJo hago una leve inclinación sin soltar mis manos entrelazadas en mi espalda. Veo que todo está controlado por aquí
Me asomo desde el marco hacia el salón principal. Las piezas se están posicionando como en un ajedrez. Aunque aún faltan algunos peones... Y todos se mueven según lo esperado... Salvo... Ummm los hechiceros se han dividido, que extraño...
Lanzo una mirada a la impresionante rubia que acaba de desplegar todo su talento en la pista. Sí, iba acompañada de su sire pero solo ella capta la atención de toda la sala. Y toma asiento al lado de ... Tampoco es una buena idea. Trago saliva, necesito alcohol.
Esperemos que Marcel baje pronto y se dispersen por el barco.

Cargando editor
19/12/2017, 15:21
Trisha

Espero a que Antoine me retire la silla y el otro caballero se levante para sentarme. Sonrío ampliamente incluso a la señorita que tiene cara de estar esperando al amanecer.
Buenas noches. Qué agradable es estar reunidos bajo la protección del príncipe y la excusa de la fiesta, no creéis? dejo el bolso sobre la mesa y me descubro los hombros quitándome el chal.
Es la primera vez que acudimos al carnaval de Nueva Orleans. Pero hemos visitado otras muchas ciudades y a riesgo de confundirme, y espero que así sea, diría que nada puede superar a Venecia.

Cargando editor
19/12/2017, 15:29
Alice Du Pont

Hago un gesto con la mano de saludo cuando se acercan los nuevos invitados. Primero la mujer que no puede dejar de mirar el móvil.
No entiendo a los vampiros que abrazan la eternidad para continuar viviendo como simples humanos. Suspiro.
En ese momento llega una nueva pareja. Ella parece divertida. Y él complaciente. Veo cierta similitud conmigo. Es muy atractivo desde luego.
Noto como la mano de Leonardo se posa en mi espalda para llamar mi atención sobre el baile que una bella pareja realiza nada más entrar. Fascinante.

Cargando editor
19/12/2017, 15:37
Leonardo Di Stassi

Hemos estado muchas veces en Venecia, señorita... dejo que pronuncie su nombre mientras extiendo mi mano para besar la suya. Mi nombre es Leonardo, Leonardo di Stassi, soy italiano, y que quiere que le diga... Se está mejor en casa que en ningún sitio.
Miro al niño que acompaña a la mujer. Ella es Alice du Pont. finalmente dirijo mi mirada hacia la persona sentada al final de la mesa.
Hay un momento para todo en esta vida, señorita. Y este es el momento de mostrar educación.

Cargando editor
19/12/2017, 16:17
Jeremiah Ulric Vaughan

Orgulloso de ella la acerco a la mesa, mi pequeño diamante. Retiro la silla para que se siente y me siento a su lado.
Odio las mesas redondas. No puedo impedir que nadie se siente a su lado. Maldita sea. Y encima esa zorra estúpida americana la reclama. Que no la toque, más le vale no tocarla. Como la toque... Es... Mía.
Me recompongo.
Buenas noches Morgaine, no suelo exhibir demasiado a Lavonne ella es demasiado delicada para uso diario. que no la toque sin embargo no podía privar al príncipe de su presencia.
Juego con nerviosismo con la servilleta. Malditas mesas redondas, malditos toreador...
Yo de usted no la miraría demasiado a los ojos, ya que por la condición de su clan, podría verse atrapada en ellos para siempre. dirijo una mirada hacia en resto de los invitados en la mesa eso también va por ustedes, ¿no es así?

Cargando editor
19/12/2017, 16:42
Angélica Blake
Sólo para el director

¡El carnaval había llegado por fin! Me perdí por las calles del Barrio Francés antes de ir a la fiesta del príncipe Marcel; aquello que debía ser un trámite antes de pisar la cubierta del Delta Night se había dilatado en un paseo de horas. El latido de la ciudad hacía correr por sus arterias las mareas humanas llenas de alcohol, sexo y estimulantes variados. Había que tener cuidado de quién se bebía hoy en día, y si bien un pequeño colocón no vendría nada mal no podía arriesgarme a hacer el ridículo enfrente de Guilbeau en esta ni en ninguna ocasión.

Era tan encantador se arrastrado por la corriente humana a mi alrededor, entre apretujones mis dedos buscaban en toques delicados las muñecas y brazos de los mortales para sentir sus pulsos en mis yemas, percibir el olor intenso a transpiración de la multitud.

Un muchacho de cabello castaño y ojos turquesa captó mi atención, llevaba chaqueta de cuero color chocolate y una camisa impecable color marfil que delimitaba su torso formado y sólido, todo en él trasuntaba elegancia. Decidí seguirlo durante un rato para jugar a las escondidas. Dejé que sus ojos se cruzaran con los míos y que la curiosidad se plantara como una pequeña semilla en su interior antes de desaparecer de su vista. Luego me dejé ver en la esquina siguiente, en la otra, en el pórtico de una casa de adivinación, detrás de un árbol, bailando con un local embebido en alcohol, entre la multitud. Siempre cerca pero inalcanzable, alimentando su curiosidad y sus ansias por encontrarme.

Finalmente, dejé que me viera en una esquina que daba a un callejón y vino detrás de mí casi corriendo, pero su rostro se transmutó en desconcierto cuando solo halló oscuridad y soledad. Desde las sombras sonreí con malignidad y pronto lo rodeé con un manto de negrura asfixiándolo suavemente, mis colmillos se hundieron en su garganta al tiempo que la sangre punzante y caliente se vertía en mi boca abierta y mi mano acallaba sus gritos.

Era fuerte, pero yo lo era más y me encantó que luchara en mis brazos con todas sus fuerzas. Cuando hube acabado lo dejé desmayado contra la pared con una botella en la mano y me alejé rápidamente a mi automóvil aparcado a unas calles para asistir a la reunión.

Notas de juego

Sí, había pensado en el Barrio Francés, disculpen que no lo dije! Es que me sorprendió tanto tamaña pifia que me quedé O_o Gracias por vuestra benevolencia :)

Imagen de la víctima

Cargando editor
19/12/2017, 16:50
-Narrador-

Notas de juego

Me encanta. Es un inesperado giro de los acontecimientos ya que es un pnj escogido por otro jugador. Va a ser divertido.

Cargando editor
19/12/2017, 16:57
Dutch

Bajo del coche y hago un gesto uno de mis hombres para que se quede vigilando. Ser el sheriff de esta ciudad estos días es una gran responsabilidad. Cojo mi teléfono y llamo a mis hombres que patrullen la zona del canal. Quiero tener todo controlado antes de entrar a la fiesta del príncipe.
Continúo hablando por el teléfono cuando me recibe una mujer, debería saber perfectamente quien soy. Tras ella está John, me alegro de que el príncipe no deje todo en manos de terceros.
Mantenedme informado en todo momento de cualquier cosa sospechosa. y cuelgo mientras me dirijo hacia la sala ajustando los gemelos de mi chaqueta. Miro suspicaz al tipo que está parado en el umbral de la puerta y a cualquier otro vástago que no conozca. Los vigilo.
Me posiciono en la mesa del príncipe, en lo alto. Donde puedo vigilarlos a todos. Hago un gesto con la cabeza a Jake, más le vale comportarse. Hablando de comportarse... Veo a la chiquilla pero espero que James tenga la suficiente inteligencia de no presentarse.

Cargando editor
19/12/2017, 17:19
Angélica Blake
Sólo para el director

Me alegro dire! Jajajaa, qué misterio con el otro jugador! Por supuesto que va a ser divertido :) en unas horas posteo la llegada a la fiesta.

Notas de juego

Cargando editor
19/12/2017, 17:54
Lavonne Drummond

Sencillamente no podía dejar de mirar, siempre con discreción, hacia cualquier ángulo del barco encontrando algo que cautivase su atención, ya fuese algún invitado de apariencia llamativa o el lugar en sí mismo, repleto de detalles atemporales e historias escondidas. Le resultaba imposible no perderse en ellos. Y todo iba bien, como debía ser, hasta que la vorágine de casualidades empezó a girar de repente. Ni siquiera se había dado cuenta de que aquella distinguida mujer era la Primogénita del Clan Toreador, un error que seguro habría podido evitar con facilidad de haber prestado más atención. Pero nada podría haber hecho por prevenir lo siguiente, o quizás sí.

Miró a su diestra para descubrir a un hombre rubio y elegante, de belleza abrumadora, fría y regia, haciendo un despliegue de cortesía excepcional, sentándose a su lado. A Lavonne le revolotearon mariposas en el estómago, encantada de tales atenciones. No fue hasta segundos después que el mundo empezó a caerse a pedazos.

Él. Allí.

¿Cómo no se le había ocurrido antes? Le miró un instante, olvidándose de respirar, atrapada en un recuerdo que podría haberse leído a kilómetros de distancia. Un momento, un segundo traicionero antes de ser consciente y hacer acopio de su compostura para hacer lo mejor que sabía hacer: sonreir y estar callada. Sonreir y dejar que la noche fluctuase entre charlas amenas y bailes y galanterías hasta la hora de irse. Eso podía hacerlo. No era tan difícil. Era lo que llevaba haciendo toda su vida.

Su mirada, que había ido del Sire de Sebastian a este, para después caer en picado hacia la manicura de sus propias manos, se alzó de nuevo cuando la voz de Primogénita del Clan llegó a sus oídos. Parecía azorada, buscando las palabras apropiadas con las que ofrecer una excusa perfectamente cordial y aceptable. Pero no llegó a tiempo.

-Jay... -se quejó con suavidad y gracia, alargando la mano para tomar la suya esperando que el gesto lo reconfortara-. A veces tiene unas cosas… -excusó malamente, haciendo un gesto sin importancia con la mano y paseando brevemente la mirada entre los invitados.

¿Por qué siempre tenía que hacer eso? Después de tantos años, perdía la compostura como si fuese un niño de cinco, como si ella misma no supiese cuidarse de las zarpas que en muchas ocasiones se escondían tras los halagos. Allí, precisamente, era donde ella más brillaba y donde menos razones tenía para preocuparse. Pero tenía que avergonzarla siendo menos que un caballero frente a distinguidas personalidades. No era agradable que lo apuntasen a uno con el dedo señalando las taras de Clan. Eso lo sabía hasta el más jovencísimo de los neonatos, y sin quererlo, sin buscarlo, empezó a engendrar esa desagradable sensación de estar fuera de lugar.

Tan sólo quería disfrutar de una noche donde no tuviese que pretender ser otra cosa, otra persona que no era.

-Morgaine, ¿verdad? Muchas gracias por el ofrecimiento. Es un honor, pero no osaría en cien años arrebatarle el privilegio de tu cercanía a alguien que realmente lo merece. Como ella. Tu acompañante, espero. ¿Cómo te llamas, encanto?

Se recolocó en la silla con cuidado, satisfecha con su respuesta e inclinándose del lado de Jeremiah en un intento de apaciguar su temperamento. Y no, se cuidó de no darle pie a Sebastian o a su Sire aunque fuese una falta de cortesía.

Cargando editor
19/12/2017, 18:07
JoJo Baker

El magnífico Nigel Porter se aproxima a mí, y no contento con dirigirme al menos una mirada, me estrecha la mano entre las suyas. Sí, ese sonido han sido mis bragas cayéndose al suelo sin remedio. Sin embargo, me recompongo con rapidez, y le sonrío de oreja a oreja. Puede que demasiado.

-Señor Porter, muy buenas noches. La mesa número dos está libre para usted y los suyos -les dirijo una mirada y un gesto con la cabeza, conforme van pasando- Bienvenidos, siempre un placer tenerles en el Elíseo.

No me doy cuenta de que todavía sostengo la mano del tremere hasta que me da un ligero tirón para poder entrar en el barco, y se la suelto con rapidez.

-Perdón. Bienvenido. Espero que lo pasen muy bien esta noche.

Joder, se me ha olvidado el número de su camarote.

Apenas me fijo en el siguiente invitado, o no lo haría si no fuera por el repaso que me pega al pasar por delante de mí. Colega, mis ojos están aquí arriba.

-Bienvenido -Madre mía, el primero con una cara de "hijo de puta peligroso" de manual. Veremos si el príncipe ha acertado invitándole, o por el contrario tendré que guardar a mis muñecas bajo llave, antes de que alguien me las rompa.

El cabroncete potente de antes regresa con cara de no haber roto nunca un plato, para darme un pistolón del tamaño de mi antebrazo. Enarco una ceja, divertida. 

-¿A esto llama "menudez"? Espero que no la tenga para compensar ninguna carencia, monsieur. -Replico, divertida, mientras sostengo la pistola entre los dedos. Pesa tanto como una garrafa de zarzaparrilla de las baratas.- Pero se agradece la buena intención.

En cuanto desaparece se la tiendo al primer camarero que pasa, con la orden de que la lleven a mi habitación. Bueno, si no recuerdo el camarote de Porter, al menos este misterioso caballero de acento francés tendrá una excusa para visitarme.

Las palabras del mayordomo del príncipe me sacan de mis ensoñaciones eróticas, y le sonrío, con un asentimiento de la cabeza.

-Nunca podría igualar al maestro, pero eso no me impide que lo intente con todas mis fuerzas -le respondo, estrechándole el brazo afectuosamente. Me ha salvado el culo, tendré que recompensarle con barra libre en mi local o algo así. Se me ha olvidado qué cosas les gustan a los humanos.

El primogénito Brujah rompe nuestra amistosa charla, con esa actitud de "marcar paquete" que tanto le caracteriza. Sin embargo, frunzo el ceño ante sus palabras.

-Por supuesto. -Respondo, dubitativa. ¿Por qué habría de mantenerle informado? ¿Acaso es el sheriff? Me muerdo el labio inferior, mientras observo de reojo a John- En cualquier caso, sea usted bienvenido.

Cargando editor
19/12/2017, 18:50
Jane Morgan

Una vez tengo los papeles colocados, empiezo a mirarlos por encima. Entrecierro los ojos, esforzándome para distinguir unas letras de otras, solo consigo leer el inicio del informe, el resto solo son trazos borrosos. -Jummm…- Manifestando mi malestar, seguía sin entender porque elegían una fuente de letra tan pequeña, es una tortura.  Miro a los lados, aun no ha llegado mucha gente, saco mis gafas, para poder continuar trabajando de una manera eficaz y así perderme entre números, gráficas y datos que para mi gusto era lo más interesante que había en esta sala.

Llevaba unos minutos entretenida con los papeles sobre el cabotaje, sabiendo así la hora de llegada, pero además me gustaba revisar los detalles, soy muy quisquillosa en eso. Conocer todo lo que carga, las escalas que había realizado, el consumo de gasoil, era todo lo que necesitaba para mantenerme contenta y además, así adelantaba trabajo en lugar de sentarme a contemplar el espectáculo prometido que de momento se iniciaba con la llegada de los miembros de la comunidad inmortal. Fue en ese instante cuando hizo acto de presencia otra pareja y se sentó en la mesa en la que me encontraba, su saludo rompió mi concentración provocando que levantara la vista.

Sujeto mis gafas por la patilla para deslizarlas hacia el extremo de mi nariz y así poder verlos más cómodamente. No los conozco de nada. Mejor… Agacho la cabeza para seguir con lo mío.

A lo lejos, por el rabillo del ojo, puedo apreciar como otros vástagos iban llegando, a veces incluso giraba un poco la cabeza para verlos, con su elegancia y sus profundas ganas de destacar en la multitud, todos eran igual de aburridos y presuntuosos. Paso un par de hojas por encima, ya estaba terminando con esto, aunque no me preocupaba, tenía mucha más diversión en el maletín para estar entretenida y no volverme a morir, esta vez del asco por la clase de espectáculo que se estaba formando a mi alrededor, ni las fiestas en la universidad me causaban tanto malestar, esto alcanzaba otro nivel.

En la mesa ya se había reunido suficiente gente para mantener una conversación en la que les parecía oportuno que yo estuviera metida, muy a mi pesar. Ya que podía ignorar lo que comentaban, pero cuando se dirigían a mí tan directamente y en ese tono, como si me estuviera dando una lección.

Cojo los papeles y los amontono a un lado, me quito las gafas y las dejo sobre ellos. Alzo la mirada, clavándola en el vástago que se ha dirigido a mí. Jodido italiano de mierda… Frunzo el ceño, aunque hago un esfuerzo por suavizar al máximo las expresiones de mi rostro. -Perdona…- Digo con burla, para continuar hablando con unas palabras cargadas de ironía. -Estaba esperando por los demás.- Señalo el resto de asientos vacíos. -De verdad que lamento no haberme preocupado por haceros pensar que me importáis.-

En ese momento, veo a Dutch llegar a la mesa del príncipe, alzo las cejas resignada. -Aunque quien sabe… tal vez sí…- Hago un movimiento de indiferencia con los hombros. -Me llamo Jane Morgan.- Observo mejor a las dos parejas que hay en mi mesa, no parece que sean pobres ratas de alcantarilla, ahora tal vez me arrepiento de no haber sido amable, pero ya estoy acostumbrada a ello. Tampoco se bien que decirles… -Supongo que debo decir que será un placer compartir mesa con vosotros.- Miento de una manera descarada. -¿Mejor así?- Pregunto a Leonardo, no sé quien se creerá que es, aunque siendo italiano no me extraña.

Cruzo mis muñecas sobre la mesa y espero a ver si quiere decirme algo más, aunque estoy deseando seguir con la distribución de unos envíos, pero había que ser amable y educada, como él había dicho y algún otro más me decía a veces, al menos no estaba aquí para recordármelo.

Cargando editor
19/12/2017, 19:04
Eris Grey

Estar junto a Caroline me permitía sumergirme totalmente en un estado de paz al rededor de aquella cháchara lujosa e incesante. 
Con ella me sentía protegida como pocas veces lo estaba; ella era un refugio cálido que alegraba mis días, lo más parecido que tenía a una familia, y ante sus palabras y el contacto de su piel con la mía sonreí cariñosamente y apoyé mi cabeza en su hombro desnudo mientras el chiquillo Nosferatu hacía acto de presencia. No sabía a ciencia cierta si Jasper acudiría esta noche. 

-Buenos días, Rupert -saludé con alegría al consejero después de explicarle a mi ángel que había estado en la tienda casi todos los días de aquella semana. Madame Becker no se encontraba del todo bien y parecía que la edad por fin le estaba pasando factura.
Miré al Nosferatu con curiosidad. Las criaturas como él habían aprendido la diferencia entre Apariencia y Realidad de la forma más dolorosa posible y sabía lo capaces que eran de ver más allá de la Máscara de los Vástagos, lo que les confería cierto aire sabio e inquietante que me divertía enormemente. No hay secreto que se les pueda ocultar durante mucho tiempo. -¿Dónde has dejado a Malvin y a Abby? Apuesto a que Lauren quiere que vaguen entre las Sombras durante toda la velada.

Cogí una de las copas de cristal que había sobre la mesa y jugueteé con ella mientras echaba un vistazo a la novedad que se congregaba en el salón. Sebastian se encontraba al otro lado de la mesa con Alan, tan rígido como de costumbre, entablando conversación con un cisne blanco enjaulado por un apuesto y pulcro Sire al que no había visto jamás. Otro cuerpo suspicaz se erguía a la entrada, observando a los primogénitos con especial atención, y un par de parejas a las que no conocía charlaban animadamente bajo las lámparas de araña.
 -Ahora entiendo por qué el Príncipe ha decidido convocar una puesta de largo. Parece que este pueblo crece. Tengo el presentimiento de que quiere hacer algo más que presentar a los recién llegados, ¿no crees? - Susurré dulcemente a Caroline. Un pajarillo púrpura revoloteó sobre nuestras cabezas intentando escuchar la conversación y aquello aposentó más las conjeturas que tenía sobre aquel acontecimiento. Entonces me erguí y apoyé los codos sobre la mesa en dirección al chiquillo que nos acompañaba -¿Cuál es tu opinión, Robert? Almacenas información con delicia.

Antes de que pudiera contestar, un vástago que olía a Brujah se sentó con nosotros. La mirada de Dutch me confirmó lo que pensaba. Parecía que tenía ganas de hablar así que posé mi vista sobre esos ojos negros después de cruzar una mirada cómplice con mi amiga y me aventuré a preguntar su nombre -¿Y usted es?..

Cargando editor
19/12/2017, 20:38
Antoine

Mantener la expresión de amabilidad iba a ser difícil, me daba cuenta, “Señorita…” la palabra brillo con luces de neón frente a mis ojos y no estaba seguro de porque, es decir… Trisha lucía joven, muy joven… pero… Por Caín ¿Qué acaso nadie había visto el aro dorado en su dedo?... “aunque es posible que no lo lleve encima”

Sonrió encantador cuando presenta a su compañera.

-Encantado señorita Du Pont–contesto, con cierto deje parisino aun en la forma de hablar, observándola ¿Humana? Me parece que puede serlo, explicaría porque no se ha presentado.

Cuando “Leonardo” aparta la mirada de nosotros observo disimuladamente a Trisha y sus manos, es apenas un segundo antes de mirar a la dama que en aquellos momentos deja los papeles a un lado.

Tengo la leve duda de si esta mesa es lo suficientemente grande para contener a la dama y caballero presentes…

Mi expresión es la misma ante sus primera frases, deliberada calma que sin embargo se altera solo un poco cuando elevo una ceja ante las… lamentables palabras dichas, para poco a poco disfrazar una leve sonrisa intrigada como si solo entonara mi rostro a una expresión más serena, como quién está dispuesto a prestar atención a una caída.

No es posible, claro, pero dos frases mal dichas en un baile frente a dos desconocidos, es una ofensa que algunos vástagos más viejos podrían querer cobrarse, si tienen el poder de hacerlo,  le doy una mirada de reojo a Trisha, que espero no se sienta ofendida… también está el hecho de que la joven sea lo suficientemente fuerte como para ofender a alguien sin temer la represalia… aun así dado que ambos somos recién llegados solo nos queda observar cómo se da el baile de cortesías y jerarquías de la torre de marfil en Nueva Orleans. 

Notas de juego

como cotilla que soy quiero saber en que deriva el intercambio de palabras. 

Cargando editor
19/12/2017, 20:46
Fowler
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Motivo: Reserva de sangre inicial

Tirada: 1d10

Resultado: 1

Notas de juego

Lo sabía... 

Cargando editor
19/12/2017, 21:19

Notas de juego

Pues si que empiezas bien.... XD

Cargando editor
19/12/2017, 21:38
Fowler

El Mercedes marchaba por el bulevar a merced del tráfico nocturno, persiguiendo la silueta del Delta Night. El barco de vapor aguardaba inmóvil río abajo, y con cada semáforo que atravesaban crecía un palmo. Un hombre negro llevaba el volante, su rostro prácticamente oculto tras unas enormes gafas de sol y un sombrero de chauffeur, mientras que detrás, al abrigo de los cristales tintados, una pareja aguardaba a llegar a su destino.

Augustus Fowler machacaba en la pantalla de su teléfono los mismos dígitos que llevaba marcando toda la noche. La respuesta que obtuvo entonces fue la misma que había encontrado en todos los intentos anteriores: ninguna. La voz mecánica e impersonal de un contestador automático le recordaba por enésima vez que, si quería, podía dejar un mensaje. Y lo cierto era que no, no quería; antes se habría ahorcado con sus propias tripas. Bastantes molestias se había tomado ya. Odiaba parecer desesperado, pero había mucho en juego esa noche y no podía permitirse ningún fallo. Apuesto a que ahora te sientes muy importante, ¿verdad?, pensó, mientras miraba por la ventanilla. No puedo evitar sentir un destello de insignificancia, pero en cuanto se recompuso, se rio ante la misma noción.

A su lado alguien le acompañó en la carcajada, sorprendiéndole. Joder. Casi se había olvidado de ella. 

Cualquier otro la habría descrito como espectacular, pero Fowler no era de esos. Para él la belleza era un medio, no un fin, y aunque jamás lo habría reconocido en voz alta, no había nada más cierto que toda esa mierda de que “lo importante está en el interior”. La chica era guapa, quizá demasiado para una escort, pero tras esos ojos verdes y aquella sonrisa perfecta no quedaba ni un ápice de inocencia, tan solo un alma mediocre enfrentada a dilemas mediocres. Y aunque a él no le merecía la pena el esfuerzo, sabía de muchos en el barco a los que les habría encantado hincarle el diente (de hecho, para eso la llevaba). Pero no podría ser: cuanto más la miraba, más se daba cuenta de lo que habría significado para algunos aparecer a su lado y no, no merecía la pena dar esa impresión.  

—¿Por qué te reías? —preguntó ella, tontamente, desesperada por dar algo de conversación. Se había abalanzado sobre él, nada más entrar al vehículo, pensando que eso era lo que quería, pero él la había apartado y desde entonces no habían intercambiado ni una mirada.

Me rio de mí mismo, querida.

La respuesta y la mordacidad con la que la dio le pillaron por sorpresa.

—¿Por qué? —volvió a inquirir, confundida y al mismo tiempo arrepentida por haberle preguntado en primer lugar.

—Porque he sido un idiota, chérie, y porque acabo de darme cuenta del error que habría sido llegar contigo a la fiesta. Lo siento mucho; te habría encantado —abrió la boca, pero él la interrumpió, impidiendo que diera voz a la inevitable queja que él sabía que iba a proferir—. No te preocupes. Roland te pagará por las molestias.

La seguridad de que cobraría la dejo más tranquila. Cesó en su empeño y pasó el resto del trayecto con los ojos puestos en la calle, mientras él se miraba a sí mismo y a ella en el espejo retrovisor. Por Set, ¿en qué estaba pensando? Había sido la Sed. Se había alimentado de Roland al despertar esa noche, pero no había sido suficiente. Se moría por un trago.

—Hemos llegado, señor —dijo él, Roland. De inmediato salió, parándose frente a la puerta y abriéndosela a su amo. Fowler le indicó que esperara un minuto, y volvió a cerrar. 

La que trasteaba con su teléfono ahora era ella. 

—De veras que lamento las molestias —mintió—. Sé que antes te he… interrumpido, y lo siento. Pero… ¿puedo pedirte un último beso? ¿De despedida?

De nuevo, la pregunta le pilló por sorpresa. La chica ahogó un suspiro y se inclinó hacia delante, hacia él. ¿Qué más daba un beso? Además, él había pagado por mucho más que eso… Enfrente suyo, Fowler tuvo que reprimirse cuando la Bestia en su interior trató de arrojarle sobre ella. Aguardó su momento, observando cómo se acercaba, y mientras lo hacía pudo sentir su propia lengua latiguear involuntariamente en el interior de su boca, contra los colmillos, víctima de la anticipación. 

Cargando editor
19/12/2017, 21:45
Fowler

La puerta del Mercedes negro se abrió, por fin, y Augustus Fowler salió del mismo. El Setita, la Serpiente, Fowl. Casi todos en la ciudad le conocían, aunque fuera de oídas, y casi ninguno se enorgullecía de ello. Se ajustó la chaqueta, mientras miraba a Nigel Porter y sus chicos ascendiendo por la pasarela. Con tanto Brujo, pensó, aquella noche iba a parecer un aquelarre. Sonrió ante su propio chascarrillo, justo antes de mirar al chófer.

—Es toda tuya, Roland. Haz lo que quieras con ella, creo que todavía está caliente. Pero que no me la encuentre cuando vuelvas a buscarme —dicho lo cual se encaminó hacia la embarcación. Sin embargo, tras unos pocos pasos se dio la vuelta, sonriendo—. El maletín.

El chauffeur fue hasta el asiento del copiloto, y del mismo extrajo un maletín metálico, que puso en manos de su jefe. Con él, ahora sí, subió por la pasarela. Vestía un traje a medida, formado por un conjunto gris a cuadros, y por debajo de la chaqueta de corte recto, un chaleco negro. La corbata era granate, del mismo color que el pañuelo que le asomaba del bolsillo del pecho, y los zapatos de un marrón oscuro. Ascendió tranquilamente, con la vista perdida en la majestuosidad de aquel barco… hasta que cruzó la mirada con la de la señorita Baker.

Cuando por fin llegó arriba, hasta ella, mantuvo la sonrisa que ella le había puesto en la cara. Esperó a que terminara de saludar a los invitados y entonces se acercó. 

—Estás deslumbrante, Jo. Como siempre. 

Cargando editor
19/12/2017, 21:52
JoJo Baker

Dutch desaparece de la vista casi de inmediato; y a punto estoy de preguntarle su posición a John, cuando un Mercedes negro que conozco demasiado bien aparca frente al barco. Trago saliva lentamente, mientras observo acercarse a la serpiente más gorda y peligrosa de todos los pantanos de Nueva Orleans. 

Debe tener un cabreo de cojones. 

Sin embargo, dibujo la misma sonrisa cortés que he estado ensayando toda la noche, y decido continuar con mi teatrillo.

-Señor Fowler, -le saludo, asintiendo hacia su piropo- aunque hay mucha competencia esta noche, Josephine Baker siempre sabe cómo destacar. 

Estrecho su mano en un movimiento de pura cortesía, pero el contacto de su mano gélida con la mía casi me provoca un grito de aprensión. Tengo la piel ardiendo. Putas anfetas. Estaba tan ocupada que no me había dado cuenta del calor que tengo, y el corazón me martillea en el pecho con la cadencia de un colibrí infartado. Si no tengo cuidado, me acabarán oyendo todos los vampiros del barco. Tendré que fumarme un peta dentro de un rato, para compensar todo esto.

Sin embargo, el breve apretón de manos me ha hecho reparar en el maletín que lleva en la otra.

-Esta noche, el barco se considera Elíseo -le comunico, frunciendo el ceño, ¿a qué está jugando?- las armas están prohibidas.

Cargando editor
20/12/2017, 00:53
Fowler

—Tranquilícese, señorita. Esto tan solo es peligroso para quien lo prueba, como todo lo que de verdad merece la pena en esta vida —mientras le ponía el asa en las manos la estudió. La conocía de hacía cien años, y no le costó reconocer en ella los signos del MDMA. Ni siquiera podía controlarse una noche—. Hazme un favor y comparte con los demás, ¿quieres?

Ya han muerto suficientes putas esta noche, se dijo para sus adentros. Se apoyó en la barandilla, observando todo lo que había montado y asegurándose de que no hubiera nadie lo suficientemente cerca como para oírles. Apretó los labios, en una mueca de fascinación, mientras asentía lentamente con la cabeza. 

—No está nada mal, Jo. Parece que después de todo sí que has aprendido algo —su rostro se tornó serio, rígido, y se inclinó hacia dolante sin soltarse de la barandilla—. Dime, pequeña: ¿te ha puesto el Príncipe en el menú?