Partida Rol por web

Salgo del barco y miro hacia la lejanía. Mi coche no está cerca, pero no pude acercarme más sin la acreditación adecuada.
Suspiro y veo a la señorita Baker bajar del Delta Night con gesto de cansancio, aún se sujeta de la barandilla como si el mínimo esfuerzo físico fuese una proeza.

He visto que tiene tratos con la serpiente. He visto lo suficiente y he escuchado lo suficiente. No puedo fiarme de ella. Ni de coña. 

Me giro para seguir mi camino y tras dar un par de pasos me detengo. Me quedo en silencio unos segundos en mitad del cacllejón.
No me fío de ella, pero no tengo porque ser un cretino miserable.
Vale. Soy gilipollas.

Me giro con resignación. - Señorita Baker... ¿quiere que la acerque a casa? No veo ningún taxi y parece agotada de una noche tan excitante. Si lo desea puedo llevarla, tengo el coche en el parking de allí. - digo señalando más allá del puerto.

Espero su contestación con las manos en los bolsillos cuando escucho un ruido rodeándonos. Tres individuos nos rodean con gesto amenazante y armas preparadas. Esto no es divertido. Esos tíos no me conocen y aun así parecen muy seguros de sí mismos. Saben lo que soy, y me amenazan sin saber el alcance de mi poder. Eso no me gusta. Ni siquiera el factor de la superioridad debería ser importante.

Sonrío mientras me pongo las manos en jarra. Comienzo a potenciar mis músculos con sangre y llevo mi mano lentamente hacia mi espalda.

- Lo cierto caballeros... es que me encanta bailar, aunque solo sé bailar como se hacía antiguamente, con un violín y con palmas. Pero recuerdo que tenía fama de bailar bien en los festivales de granja de Louisiana. - Alzo los hombros en resignación - y por supuesto conozco al diablo, lo conozco muy bien... yo lo llamo Sire. 

Saco a toda velocidad mi revolver de gran calibre y apunto al gilipollas de la pistola que todavía no nos apunta.

- Mira payaso, no tengo príncipe, todavía no he sido aceptado en la ciudad. Pero qué tal si dejamos ir a la señorita que es una mortal y no sabe nada... y me explicáis vosotros quién es en vuestra opinión el príncipe.

Jerome hizo uso de su disciplina para desaparecer de la vista, un ataque sorpresa a quien sujetaba a su compañero en aquel momento era a su parecer la mejor opción.

De pronto, los frikis enmascarados se nos echan encima como una jauría de perros enloquecidos. Por el rabillo del ojo, puedo ver cómo uno de ellos descarga un poderoso golpe con su bate contra mi peculiar «aliado». Los otros dos tratan de rodearme, trazando círculos a mi alrededor amenazadoramente; lo que me sorprende es que no parecen estar intentando hacerme daño, sino tan solo inmovilizarme. Me pongo en movimiento, dispuesto a evitar que me pongan las manos encima o a darle la espalda a cualquiera de ellos. Instintivamente, doy un veloz paso hacia atrás cuando el primero se echa sobre mí, atrapando únicamente aire. No obstante, el segundo prevé la trayectoria de mi maniobra evasiva y me intercepta, rodeándome con sus brazos y tratando de reducirme.

—¿Quiénes sois? ¿Qué queréis? —rujo desnudando mis colmillos, al tiempo que la Sangre alimenta mi fuerza. Me revuelvo como una fiera acorralada, pugnando por liberarme, pero las manos del loco se cierran tras mi nuca como un cepo de hierro—. ¡Suéltame, joder! ¿A qué viene todo esto?

¿Quién coño son estos tíos y qué se proponen?

Al parecer no habría respuesta, así que Caroline no espero mas. Sus pies se movieron deprisa sobre el asfalto hacia su objetivo, llevandola delante del chico del machete. Entonces, toda esa energía de impulso acumulada se concentro en su pierna derecha. Allí la convirtió en una fuerte patada a la espinilla del gracioso, con el arco del pie para intentar desequilibrarlo y enviarlo al suelo.´...

¿Pero que puta mierda es eso? JO-DER y ahora la ninja de Caroline manda a tomar por culo a uno de los pirados. Genial hago un gesto de aprobación con la cabeza, ¡eres la puta ama nena!

¿Lo veis? ¿Habéis visto de lo que somos capaces, pedazo de gilipollas? deberíais largaros por el puto agujero del que habéis venido antes de que mi... nuestro guardaespaldas, señalo a Caroline, os patee vuestro blanco trasero. 

Doy un paso al frente, parece que los voy a acojonar. 

Siento como la sangre empieza activar todos mis músculos, a prepararme para cualquier reacción. Me fijo en el más cercano a mí de una manera casi obsesiva, creo que puedo inmovilizarlo y divertirme mientras su vida se va terminando. No sufrirá mucho, es lo que tiene ser tan rápida, pero supongo que no se puede tener todo. Me conformo con que muera.

De reojo miro a Fowler, estoy segura de que no tendrá problemas, de quien no me fío tanto es de la mujer, espero que al menos los entretenga recibiendo golpes y si es competente pues mejor para ella.

Deslizo ligeramente mis mocasines por el asfalto, preparándome para saltar sobre ellos.

Fowler adelantó la pierna izquierda a la derecha, cerró los puños y se preparó para el combate. El callejón estaba oscuro, pero no lo suficiente como para que lucharan a ciegas. Lo lamentó, pues eso le habría dado la ventaja. La punta hendida y afilada de su lengua bífida asomó entre sus colmillos, saboreando cada sonido y señalando al que portaba el arma de fuego. 

Si se creían el diablo, les iba a demostrar por las malas lo equivocados que estaban. 

¡¿Y por qué demonios debería escuchar una sola palabra tuya?! No eres más que un niñato caprichoso. Ni siquiera me sorprendería que me hubieses metido en todo ese asunto del maldito broche sólo para probar que soy tuya. ¿Y qué vas a hacer? ¿Eh? ¿Pegarme para demostrarme lo mucho que me quieres? ¿Meterte en mi cabeza? ¿Encerrarme y llevarme de vuelta a Londres? Adelante. Nada de lo que hagas va a cambiar el hecho de que te aborrezco.

¿No? ¡¿NO!? Percibo como la sangre llega a is músculos a mis dedos como aprietan el cuello del vástago de Caín entre ellos. No puedo evitarlo, no quiero evitarlo. Voy a demostrarle a Marie de lo que soy capaz de hacer si se me lleva la contraria, y si si fuera necesario pagará con su vida por ello. 

Noto como mis caninos superiores crecen y presionan el labio inferior. Emito un gruñido antes de hundirlos en su cuello y beberme toda su maldita esencia hasta la última puta gota.

Pero no soy tan idiota no dejaré la marca de la diablerie en mi cuerpo. Si hay algo que amo más que a Lavonne es mi cargo en la primogenitura de Londres. Justo antes, lo tengo bien calculado, justo antes libero su cuello de mis garras y mis colmillos, demasiado débil para defenderse, demasiado débil para seguir. Mi mano izquierda sujeta su mentón, la derecha recorre su nuca para sujeta su asqueroso pelo engominado, un golpe seco y noto como su columna y su voluntad se quiebran. ¿No cantas ahora pajarito?

Dejo el cuerpo caer mientras la observo a ella en la distancia y sonriendo me limpio la sangre que ha manchado mi rostro. 

Mira lo que me has obligado a hacer, Marie.  

Saboreo las mieles de la victoria en cuanto observo que mis acompañantes se ponen en guardia... es casi como si fueran guerreros de mi época preparados para lanzarse contra los monjes de una pequeña abadía... bueno, menos por el negro, porque es negro y los vikingos no eran negros...

El nerviosimo de toda la noche encuentra su final aquí. Mihail no está, y nada me ata a este infecto lugar. Es un lugar tan deleznable y abominable que me voy a ir por patas.... Como un coyote acorralado, enseño los dientes antes de activar los poderes que me entregó mi sire. Retrocedo un par de pasos, mientras siento que mi columna se dobla hacia adelante, mientras no sólo mis colmillos, sino el resto de mi boquita de piñón se alarga en forma de hocico... lanzo un alarido al cielo estrellado de Nueva Orleans, que pondría los pelos de punta a aquel que lo oyera. Vamos, que acojona...

Miro la putilla bicolor, esta me suena, es humana, percibo su corazón latir desde donde estoy y la sangre fluir y llega a irrigas es fina y tersa piel... intenta... intenta... sacudo la cabeza. A lo mejor no es una de ellos pero sea la puntilla bicolor de uno. La apunto con el bate. 

Tú, quédate ahí quieta. ¿queda claro? dirijo mi mirada al extranjero. Cogedle bien, que no se mueva. y saco la estaca. 

A punto estoy de salir por pies, cuando el caballero a mi lado comienza a ponerse elocuente.

 Lo cierto caballeros... es que me encanta bailar, aunque solo sé bailar como se hacía antiguamente, con un violín y con palmas. Pero recuerdo que tenía fama de bailar bien en los festivales de granja de Louisiana. 

Enarco una ceja. Sabía yo que ese acento no era canadiense. Mentirosillo... 
En cuanto saca la pistola, por un momento me da la impresión de que podemos librarnos de esta. 

 Pero qué tal si dejamos ir a la señorita que es una mortal y no sabe nada... y me explicáis vosotros quién es en vuestra opinión el príncipe.

Y pensaba que no quedaban caballeros en el mundo. Retrocedo un par de pasos, observando cómo están a punto de lanzarse sobre él. Me gustaría ayudarle, sólo por su gesto. Pero esta noche no es la noche en la que Josephine Baker se convierte en salvadora de los hombres.

Tú, quédate ahí quieta. ¿queda claro? 

Los cojones.

-Bonne chance ami. Lo siento -le dirijo una última mirada a Shane, antes de salir corriendo.

Escucho un alarido estremecedor, tan cercano que no tengo ninguna duda de quien lo ha emitido, veo como la cainita empieza a cambiar para coger una forma mucho más acorde a ella, pero tarda demasiado en hacer algo más. Joder… Ya podría ser un poco más útil.

No me lo pienso mucho más, flexiono las rodillas y me abalanzo sobre mi objetivo con una velocidad sobrehumana, uno de los regalos que me dio James y por suerte, útil. Lanzo una cuchillada alta, a la altura de su cuello. Ver la sangre de estos imbéciles mejorará la noche y si se ahoga con ella, mejor todavía.

En mi rostro se dibuja una pequeña sonrisa maliciosa al ver lo bien dirigida que va la pequeña hoja. Estoy apunto de disfrutar a varios niveles.