Partida Rol por web

Los tipos no se andan con tonterías, y me rodean para tratar de capturarme. Si me inmovilizan estoy perdido.
Infundo potencia a mis músculos con la sangre y comienzo a ver sus movimientos de forma más lenta. Con un salto esquivo ambos ataques, escurriéndome con celeridad de sus presas. La Celeridad consume mucha energía, pero el beneficio que otorga es innegable.

Levanto de nuevo la pistola y pienso en abrir la cabeza a los dos hijos de puta, sin embargo la señorita Baker comienza a correr, con la imprudencia de dar la vuelta a un tipo armado en lugar de buscar cobertura. Podría abrirle un boquete en la espalda con suma facilidad. Así que apunto en su dirección y con celeridad abro fuego en el pecho del hijo de puta.

- Señorita Baker... póngase a cubierto, detrás de ese contenedor. - digo alucinado de lo bien que se le da correr. 

Bueno, a menos que uno de los dos tontos del culo decidan seguirla podrá ponerse a salvo en breve.

Apretó los labios. Aquel niño caprichoso. Aquel niño débil, egoísta y descuidado. ¿En qué mente desquiciada se le ocurría a uno atacar, casi matar, a otro Vástago a las puertas del Elíseo? ¿Qué le había hecho? ¿Nada más bajar la pasarela? Lo sabía, pero ahora lo había visto perfectamente. El rubio podría haberse merecido muchas cosas, pero aquello no. Y si se sentía tan valiente como para hacer aquello, ¿qué más podría hacer?

Así que antes incluso de que terminara, gritó tan fuerte como pudo, no del miedo si no de la desesperación. Alguien tenía que haberlo visto. Alguien tenía que estar mirando en algún punto de aquel inmenso barco, y necesitaba que lo vieran. ¿Su culpa? Racionalmente sabía que no, sabía que era la locura de su Sire, su voluntad débil como la de un huérfano abandonado. Débil, frágil y resquebrajada como su propia confianza. Pero sus palabras se hundían como un cuchillo, incapaz de apartar la mirada, haciendo acopio de su inmortalidad para no temblar. Miró hacia el Delta Night, aquel maldito barco, y echó a correr hacia allí pidiendo ayuda.

Veo unos contenedores en el fondo y allí podría después desaéparecer si no me vieran. Esa será mi salida. Asustada me zafo de los brazos de Jasper para intentar esconderme, es lo que debería hacer, si... Lanzo una ultima mirada a Jasper y Caroline siento abandonarles pero estoy demasiado mareada como para poder ser útil en un combate. 

Uno de los atacantes es reducido por el golpe de la "amiga" de Raymond, el líder la mira con desprecio. Buscan a la cainita que se intenta esconder sin mucho éxito, maldita loca del demonio. Mejor ir a por ella, no debía huir, no debía escaparse. El otro, el tal del pelo azul, parecía casi, casi inofensivo, inofensivo que puede ser un puma acorralado. 

Así que decidieron salir a por ella, uno de ellos la sacó de su escondite por los pelos y la sujeto por detrás para facilitar a su compañero para clavarle una estaca en el corazón. Sin embargo el golpe no fue lo suficientemente certero produciendo una profunda herida en su pecho pero no consiguiendo inmovilizarla. 

Haciendo acopio de toda su voluntad Jerome consiguió esquivar el golpe de los dementes que los atacaban, la situación era peligrosa, debía medir y pensar muy bien sus acciones para conseguir salir de aquella situación. Miró al joven toreador que estaba siendo reducido por los otros vampiros. 

Los atacantes midieron sus fuerzas con los cainitas. Eran poderosos sin duda, la rubia comenzaba la transformación a lobo quedando de este modo vulnerable, pero no podían subestimar a los otros dos. De hecho de la bruja se abalanzó sobre uno de los vampiros para atacarle con toda su furia. 

Los otros dos atacaron a la vikinga, uno de ellos intenta sujetarla e inmovilizarla mientras el otro sostiene una estaca de madera con la que intenta atravesar su pecho sin éxito. 

Estos desgraciados no tienen pinta de ir a soltarme por las buenas, así que tendré que intentarlo con más ganas. La Sangre de Caín continúa inundando mi cuerpo de un vigor sobrenatural al tiempo que me encojo sobre mí mismo, para instantes después, con un grito de pura furia, extender mis extremidades con todas mis fuerzas. La presa de mi captor flaquea un instante, momento que aprovecho para agarrar sus brazos y tirar violentamente de ellos. Cuando se abre una brecha, me zafo a la velocidad del rayo, quedando libre de nuevo.

En el momento en que siento que puedo volver a moverme, empiezo a correr a toda velocidad sin mediar palabra. No pienso quedarme aquí para que estos locos me maten, me secuestren o me hagan algo aún peor.

Caroline se apresuro a recoger el machete del tipo caído, y se desentendió de él por completo mientras la sangre hervía rápidamente en su ser*. Los muy estúpidos habían ido a por Eris. Como si necesitara más motivos para mosquearse, se atrevían a atacar a su niña...

Su cuerpo se hizo un borrón de movimiento, mientras cargaba sobre el tipo de la estaca para probar el filo del nuevo juguete en su carne maloliente…

Mi rival intenta evitar el golpe o eso espero, porque es tan lento que apenas percibo sus inútiles movimientos por esquivar la hoja de mi navaja. Por lo que golpeo con todas mis fuerzas sobre su cuello, no soy muy cuidadosa, ya que no tengo especial interés en que pueda seguir moviéndose después de esto.

El arma desgarra su piel con suma facilidad derramando su sangre por la calle y salpicando parte de mi traje. La herida es profunda, lo he sentido.

Parece que los otros dos se centran en la mujer rubia, bien, está demostrando su utilidad, así podría ir encargándome uno a uno de ellos. Algo mucho más cómodo para mí.

Espero un momento mientras contemplo como la sangre brota por la herida recién abierta. -¿Sigues queriendo bailar?- Digo mientras me preparo para mi siguiente movimiento.

Como una respuesta a tus súplicas escuchas unos pasos a tu espalda, quieres suponer que será alguien que ha visto el asesinato y acudirá a tu ayuda, tal vez Dutch, uno de los chiquillos del príncipe o incluso  cualquier otro invitado como Shane o Antoine. Cualquiera sería mejor que estar sola en este momento.  

Pero cuando te giras a mirar no encuentras ninguna cara conocida, al contrario, son varios individuos ataviados con máscaras los que salen de de la oscuridad y comienzan a rodearte. 

¿Dónde vas pequeña dama? una voz femenina desconocida hace que todos sus sentidos se activen. La miras y va armada y rodeada de otros individuos que también portan bates de beisbol y cuchillos. ¿No te explicaron que las niñas buenas no salen a pasear por la noche?

Observo a Lavonne alejarse, tal vez ¿temiéndome? Sonrío. Y una vez más el destino me sonríe. Pero me mantengo en la distancia, seguro y protegido en las sombras. Abro los brazos y hago una leve reverencia en el sentido de Lavonne. 

Esto era lo que querías ¿no querida? La libertad, el libre albedrío, la posibilidad de decidir y de valerte por ti misma, ¿no es así? alcé la vista clavando mis ojos en ella. Que así sea. 

Y desaparecí entre las sombras. 

La mirada de la Malkavian viajó hacia atrás, de donde venía aquella voz siniestra y jocosa. Apretó los dientes. ¿De dónde habían salido? ¿Eran los Anarquistas que habían irrumpido durante la fiesta? ¿Habían estado esperando a que desembarcasen para atacarlos? Pero su presencia no tuvo más sentido que Jeremiah declarando que lo que le pasara no tenía importancia para él. Eso le dolió, de alguna manera. Una puñalada gélida y emponzoñada que carecía de lógica. Había enfrentado al rubio sólo por cogerla del brazo, ¿y ahora la dejaba a su suerte frente a unos enmascarados que portaban armas? La única explicación que encontró es que los conocía de algo, y estaba seguro de que no iban a hacerle daño. Quizás sólo quisiese darle una lección, asustarla. Estaba funcionando. Pero Jeremiah jamás dejaría que le hiciesen daño, no de verdad.

Se quedó inmóvil en el mismo punto donde había dejado de correr, mirando a la mujer enmascarada fijamente. No dijo nada. No se le ocurría qué podía decir que ayudase a su situación, de modo que mantuvo la boca cerrada dejando que la rabia y el miedo y el desconcierto coagulasen en algo más fácil de digerir que aquella situación.

El ágil toreador autoproclamado príncipe se escabulle entre los brazos de uno de los agresores y sale disparado, siendo perseguido por uno de ellos y abandonando a Jerome a su suerte con los otros dos. 

La Sangre inunda mis miembros como un río torrencial, dotándolos de una presteza preternatural cuando salgo corriendo como una exhalación por el callejón, a una velocidad que roza los límites de lo humano. Ha llegado la hora de poner toda la carne en el asador. Sé que terminaré la noche sintiéndome miserable y famélico, pero no pienso dejar que me atrapen.