No te voy a mentir...las tabas me confunden xD
Te cuesta distinguir los detalles porque la luz aún no alumbra el suelo, pero notas perfectamente algo pegajoso bajo tus pies. Gol se acerca a ti mansamente y se frota contra tus piernas.
Doy un pequeño grito mientras escondo la cabeza entre las mantas.
-Hay algo, hay algo en el cuarto que me persigue.- pienso temblorosa.
Me siento segura entre las mantas, con mi linterna encendida.
-A lo mejor Raquel me deja dormir con ella, y así las dos estaremos más seguras.-
Nada sucede, aparentemente estás segura bajo tus mantas.
Bueno, aviso a navegantes:
En este momento concreto vuestras escenas son personales e intransferibles, todas las escenas al máster y si algún jugador ha de leer parte de la escena de otro, se la remitiría yo. Pensé que sería más fácil de hacer por Web que en mesa una escena de este tipo, pero bueno, a ver cómo sale... Disculpad las molestias, nunca había narrado nada en web y tengo algunas dudas de cómo conseguir ciertos efectos.
Llamo a Raquel despacito, desde debajo de mis mantas, a ver si me escucha y me deja dormir con ella.
-Raquel. ¿Raquel?. ¿Estás despierta?.-
Pasan unos segundos en silencio y luego suena la voz de Raquel.
- Amanda, ¿qué pasa? Vas a despertar a los demás.
Garikoitz suelta un gruñido somnoliento, como si algo perturbase su sueño. Marta no parece haberlo notado en absoluto.
-Es que... me siento un poco sola. ¿Puedo dormir contigo?. Asi ninguna estaría sola. Y las dos tendríamos la lámpara.- digo intentando convencerla.
-Di que si, di que si.-pienso muy nerviosa.
- Claro, jo, vente, Amanda.
Parece tan ansiosa como tú. La linterna, supones, hace amigos por sí sola.
Con mucho cuídado de no tocar el suelo y de no soltar la linterna, me bajo a la cama de Raquel. Me llevo una de las mantas enrollada alrededor de mi torso.
En cuanto llego, extiendo mi manta para que estemos más abrigadas.
-Gracias, tenía un poco de miedo allí arriba yo sola.- susurro mientras me tumbo a su lado, haciéndome un ovillo.
Raquel está de espaldas a ti sobre su cama. Su precioso pelo rubio cae en cascada ondulada por sus hombros y su espalda hasta la cama. Notas que algo en la cama te pica y descubres sin gran problema que es arena. Sí, sin duda es arena. Un poco de arena desperdiga por las sábanas.
Raquel permanece en casi completo silencio, aunque su torso se infla y desinfla al compás de su respiración.
Doy unos paso atras, parece que caracoles cochinos han entrado en el cuarto.- ¡Gorakait! le llamo sin recordar muy bien como era ese nombre tan raro.- ¡Despierta, amanda no esta y han entrado bichos en el cuarto!
Garikoitz se gira en la cama y te mira. Se frota los ojos y mira un instante al suelo.
- ¿De verdad te parecen bichos? - pregunta con una voz exageradamente calmada.
- ¿De verdad te parecen bichos? - pregunta la voz de Marta detrás de ti, muy cerca de ti.
¡Yo que se! no veo un pimiento.- digo caminando rapido de vuelta a la seguridad de mi cama, con ganas de limpiar mis pies con la sabana mismo.- Jope Marta, me has asustado.- le riño cuando oigo su voz.- Eres tonta.
A la luz de la ventana, que sí alumbra la cara de Marta, ves que tiene el mentón, los labios y la parte de arriba del pijama manchados de una pasta roja. Ella te contempla en silencio, en completo silencio.
-Arena, como cuando papá y mamá me llevaban a la playa. En este sitio no hay playa. Me voy a poner muy pálida, como Raquel o Marta. No me gusta estar pálida, los fantasmas y la luna son así. Y los dos salen por la noche. Si me pongo muy blanca, igual me convierto en una fantasma...- pienso mientras, poco a poco, me quedo dormida al lado de Raquel.
Poco a poco, te vas quedando dormida otra vez.
Doy un grito desgarrador. Propio de la niña de E.T, tan fuerte como me es posible, Gorakoit tiene que ver esto, tiene que ver que Marta es un bicho malo.
Miro el zapato que tengo en la mano un instante, dándome cuenta de que si fallo no podre salir de la cama a por el. Aun así, reúno el valor que me queda y lo lanzo con rabia contra uno de los enormes ojos del bicho peludo que esta luchando contra el perro.
6 tabas de físicos, mas 12 de edad...mas un zapato.
El zapato vuela con fuerza y golpea sobre uno de los ojos de la araña, que explota como un guisante aplastado. La araña grita, un bramido grave y dolorido. Gol se cuela con ligereza entre sus patas, ahora que la araña ha cesado en su furibundo y continuo ataque, y subiéndose encima de ella le lanza un mordisco en la zona central de la cabeza, donde sus ojos se agitan presa del pánico. Sangre de un aspecto negruzco salpica por las paredes y empieza a encharcar el suelo cuando el enorme arácnido se desploma con un ruido sordo, un ¡plof! sobre ese reciente charco de sangre aún caliente.
Y docenas de pequeñas arañitas de todas las formas y colores abandonan el cuerpo de la madre caída y empiezan a corretear por el suelo, perdidas y asustadas.