Partida Rol por web

Bruce observa atónito el nuevo paisaje que aparece ante sus ojos, aunque no por mucho tiempo, rápidamente corre a intentar calmar a su montura

-Tranquila, tranquila....

¿Cómo puedo calmarla si a duras penas me puedo calmar a mí mismo?

Tras dejar a su montura, ahora más tranquila, de nuevo dirige la vista hacia dónde yace enterrado quien antes era Barton Duvall y los restos de Willis. Se quita el sombrero, lo sacude y durante un minuto permanece en silencio

Fallé en proteger a Willis...¿que le diré a su madre?

-Bien, creo que aquí no hacemos nada, sugiero partir, buscar a los apaches y devolverles su cuchillo, explicándoles lo que ha pasado y volver a Tombstone. Allí tendremos que responder a muchas preguntas, y lo que es peor, no podemos decirles lo que hemos visto porque nadie nos creerá. Podemos decir que encontramos a Duvall en el interior de la mina, dónde había acabado con sus compañeros, completamente enloquecido, prendió la mecha de varios cartuchos de dinamita y los hizo volar por los aires, derrumbándose toda la colina con él debajo y el...el...el pobre Willis.

Se queda unos segundos en silencio tragando saliva

-Sobre Fox podemos decir lo mismo, que le atrapó la explosión o la verdad, que una noche nos atacaron los lobos y él no sobrevivió.

Se queda observando de nuevo el lugar dónde estaba la colina

-¿Qué pensáis?

           Después de lo ocurrido el predicador se inca, suelta unas lágrimas recordando al muchacho y reza por el alma del joven Jerry, implorando porque hay alcanzado el cielo y la paz eterna, cuando termina se pone de pie y mira a los ojos a cada uno del par de hombres que han sobrevivido con él y les dice con total aplomo y convicción: 

            " Las criaturas infernales han regresado de vuelta al infierno, espero padre que de alguna manera esto pueda ayudarme a conseguir el perdón de mis pecados ... pasados ... tienen razón señores ... yo soy Stanton ... ese que usted no pudo apresar señor Rumson ... mi alma era parecida a esas criaturas de atrás por eso tenía la esperanza de conseguir que se arrepintiera Barton de sus pecados .... como yo lo he hecho con los míos ... sin embargo como él tampoco puedo evadir por siempre mi justo castigo .... solo que no pienso esperar a que una soga acabe conmigo, así que cada uno de ustedes puede decidir dejarme regresar sin decir nada de lo que saben en Tombstone para que pueda seguir haciendo mi labor allí o enfrentarse a mi en un duelo para saldar deudas pasadas "    

             Tras decir lo anterior se preparó a tomar su pistola y cuchillo en caso de ser necesario con la sombra de su cuerpo remarcada en el suelo desértico por el sol del ocaso y su sombrero de ala ancha hondeando con el viento  

Coulon cogió algo de tabaco y se lo puso en la boca

-Por mi parte lo que hayan hecho en el pasado o quienes hayan sido ahí se queda. Hemos vivido entre todos un horror que nos ha marcado para toda la vida, lo queramos o no y del cual a duras penas hemos sobrevivido -quedó en silencio unos segundos pensando en Willis- Su secreto está a salvo conmigo, para mí no dejan de ser un predicador y un trotamundos y así seguirá siendo

Se sube al caballo

-Antes de ir a Tombstone voy a buscar a los indios para contarles lo que ha pasado. Si me acompañan, genial, sino, nos vemos en Tombstone, pero sería conveniente que volviésemos todos juntos, así que podríamos vernos en el puesto que encontramos durante nuestra búsqueda. Predicador, si no me acompaña a ver a los indios, le ruego que me entregue el cuchillo para devolvérselo a los indios. Es suyo y creo que querrán conservarlo por si el horror...eso...que hemos visto vuelve -dice mirando hacia atrás, hacia el montón de escombros donde yace sepultada la criatura que una vez fue Burton Duvall

Coulon queda a la espera de lo que hagan sus compañeros, mientras acaba de comprobar sus armas y sus pertrechos. De tanto en tanto mira nerviosamente hacia atrás

Vengan o no conmigo, me iré cuanto antes de aquí y acabar de una vez con esto

        El predicador Dewy sonríe al escuchar las palabras del señor Coulon, que no son muy distintas de las que ya esperaba, si embargo hace un largo y expectante silencio en espera de la respuesta del en otros tiempos hombre de la les¿y y quien descubrió su historia ante los demás, pero para no dejar a Coulon en ascuas le responde:

        " Por mi parte y si el señor Ben Rumson no tiene nada que objetar, no tengo inconveniente alguno de ir personalmente de regreso a las tierras de los Apaches para devolverles su cuchillo y platicarles lo sucedido para que tengan cuidado al respecto y nos expliquen realmente a que horor infernal nos acabamos de enfrentar "   

Ben ya no es el mismo hombre que descendió hacia la boca del infierno en aquella mina. Igual que no fue el mismo hombre la noche que su ayudante asesinó a sangre fría a los forajidos encerrados. Cada vez que se ha producido un cambio en la vida del antiguo sheriff, ha dado un viraje hacia mareas más oscuras y perturbadoras. 

No obstante, es cierto que salir vivo del averno se ha asentado, como un suave poso, dentro de su desquebrajada mente, y es el principal anclaje sobre el que evita derrumbarse como un castillo de naipes. 

El reencuentro con su querido Lewis, que ha conseguido sobrevivir a aquel maldito viaje y a aquella tierra herida, ha sido como un bálsamo para evitar que se volase la tapa de los sesos allí mismo para aplicar el olvido definitivo a su experiencia. Claro que lo lamenta por Willis, y más cuando las últimas manos que lo aferraban a la vida han sido las suyas propias... Pero no podía permitirse darle vueltas a ello en ese momento, no cuando la herida acaba de abrirse.

Silenciosamente, montado sobre Lewis, escucha atentamente a los demás. Pero no los escucha a su lado, sino como unos ecos lejanos que llegan desde todas las direcciones desde la oscuridad total. La oscuridad que ahora se ha apoderado de su visión del mundo. La sombra sobre su vida ¿Llegará a disiparse alguna vez?

"No eres más que un viejo saco de huesos apaleado"

¿Qué es Sarnath? ¿Y Hali? No lo sabe, pero esos y otros nombres que las mil bocas del monstruoso Jackson han susurrado en sus tímpanos siguen sacudiendo el interior de su cráneo como una tempestad de demencia.

Ya no le apetece fumar, y siente que nunca más va a coger un cigarrillo. Tampoco se ha dado cuenta del tic que ha desarrollado en el ojo izquierdo, durante el tiroteo, y que le acompañará el resto de su vida.

Recolocándose el sombrero frente al sol poniente, mira a Clanton.

-Clanton. Jamás podré perdonarle. Ya no por haber acabado con mi carrera, sino porque nunca pagó por sus crímenes. Y, después de este viaje, la justicia es lo único que me queda para aferrarme -Habla sin acritud, sin echarle nada en cara. Al fin y al cabo, ahora él también siente sus manos llenas de sangre y de forma no muy diferente a las del reverendo-. Pero, joder, si este viaje no le ha servido como penitencia... No sé qué más lo hará. No, no voy a cruzar pistolas con usted. No ahora, al menos. Y puede quedarse en Tombstone. Seré yo el que se vaya. Sólo quiero volver para decirles a los padres de la niña que, efectivamente, Duvall fue quien la mató. También quiero disculparme con el sheriff por la muerte de Fox y por no haberlo traído vivo ante la justicia. Usted creo que querrá ser el que hable con los padres de Jerry.

Se permite unos segundos de silencio, sintiendo el viento que comienza a ser más fresco en la piel. Las múltiples heridas menores escuecen como demonios. Pero el dolor es reconfortante, es casi como... Placentero y purificador...

-Y sí, Coulon. Claro que iré a ver a los Pieles Rojas. COn suerte tendrán algún brebaje demoniaco que me haga olvidarlo todo.

-Si estamos de acuerdo, pongámonos en marcha

Coulon coge la montura del joven Willis y la ata a la suya antes de montar. Intenta orientarse y cuando cree que ya sabe hacia dónde dirigirse se pone en marcha, no sin antes lanzar una última mirada hacia lo que hasta no hace mucho era territorio sagrado apache y el hogar de unos mineros, convertido en una tumba y una prisión maldita. Fugazmente tiene un recuerdo de las escenas finales, de Durvall devorando a Willis, de su enfrentamiento con él, y de su huida. Da un respingo y se pone en marcha.

Pasan las horas y durante todo este tiempo Coulon permanece en silencio, pensativo, absorto en sí mismo. No para de revivir mentalmente los sucesos acontecidos en la caverna. De tanto en tanto agita la cabeza fuertemente, como si intentase expulsar lo que tuviese en mente, pero parece que no lo consigue, porque al cabo de un rato vuelve a hacerlo.

Cuando cree que ya han llegado a territorio apache, enfunda su rifle y alza las manos

-Sugiero que sigamos avanzando así, que vean que venimos en son de paz, aunque supongo que estarán avisados. Predicador, yo de usted llevaría en alto el cuchillo, tal vez así nos harán más caso.

No sabe cuanto tiempo pasa, pero al final ve a lo lejos las inconfundibles figuras de los apaches montados a caballo, primero como lejanas sombras, y pasado un tiempo interminable, cada vez más cerca. Al final les rodean y sin mediar palabra les acompañan hasta llegar al poblado. A lo lejos distingue la figura de Clem y en cuanto se detienen Coulon baja del caballo, llevando su pistola guardada en el cinto como única arma. Se acerca a Clem.

-Aquí estamos, hemos regresado aunque no todos -mira tristemente hacia la montura de Willis- No hemos podido cumplir con nuestro cometido, al menos no del todo, esa....cosa, está atrapada debajo de toneladas de rocas, pero mejor será que hablemos en privado con vuestro hombre de las medicinas. Hay mucho que contar.

          El predicador Dewey desmonta junto a Bruce para hablar con el jefe de la tribu india y no saca el cuchillo que el entregaron hasta que están frente a él y ha tocado el tema el ex-militar, entonces dice:

         " Muchas gracias por darnos la oportunidad de enfrentarnos a esos demonios, han sido cuatro de su tipo, tres que buscaban al tipo que buscábamos nosotros, hemos eliminado a tres de ellos ... pero el último quedo encerrado bajo los escombros de la montaña donde se encontraban, de manera que no podemos confirmar su muerte, espero que ustedes puedan hacer mas al respecto, le devuelvo el arma que nos ha entregado para que hagan un mejor uso con ella "    

Lo primero que ha hecho Ben al llegar al campamento ha sido pedir tabaco. Mucho. Lo necesita para calmar sus nervios. Sus manos no han dejado de temblar en todo el viaje, aún siente el tacto de los tejanos de Willis en sus palmas, rozándolas con furia al ser devorado por...

-Sí. Nos hemos enfrentado a esos monstruos -Ben dedica una dura mirada al anciano de la tribu una vez Clanton ha terminado de hablar, sentados en su tienda al calor de la lumbre, donde esa misma mañana los habían azuzado contra la muerte misma-. Nosotros, y no vosotros. Que conocíais perfectamente a lo que os enfrentabais. Bien por vosotros. Os hemos hecho el trabajo sucio.

La voz de Ben tiembla de forma involuntaria. Él cree que es de ira, pero una lágrima escapa de su ojo y siente cómo su nariz comienza a enfriarse mientras un escalofrío recorre su espina dorsal.

...Y han aprendido a caminar seres que sólo deberían arrastrarse.

Ben es terriblemente consciente de que ha perdido el juicio, y no sabe cuánto tiempo más aguantará. Debe hacer lo que tiene que hacer en Tombstone y marcharse.

Esos malditos Pieles Rojas los han lanzado contra algo que no sólo ha amenazado con destruir su cuerpo físico. Una parte de Ben Rumson murió con los forajidos asesinados a sangre fría aquella noche. Otra parte, ha quedado sepultada en aquel infierno junto a aquellas dos bestias.

¿Queda algo de Ben Rumson?

Es una pregunta que le atormenta, allí, en medio del humo de la pipa del Indio. Que le ha atormentado durante todo el camino de vuelta, y que le atormentará durante el largo viaje de retorno a

Carcossa

Tomstone... Sólo el deber que se ha autoimpuesto para con los padres de la niña asesinada y el sheriff mantiene su mente resquebrajada unida en piezas. Pero no sabe si, una vez cumplido ese cometido, la paz será el bálsamo que alivie su mente y corazón, o el final será también el fin de su razón.

Nada más entrar en el campamento Apache ya os habéis dado cuenta de que el poblado está más vacío que esta mañana. Y no solo porque la mayoría ya se encuentran dentro de sus tiendas, sino porque muchas de las cosas que se encontraban esparcidas en el suelo están recogidas y algunas pequeñas tiendas que servían para almacenar están desmontadas.

El interior de la tienda también da la sensación de estar casi vacío, pero tampoco había mucha ornamentación antes.

Dah-Keyah os recibe con una mirada comprensiva. Sus ojos revelan entendimiento cuando solo entráis vosotros tres y Clem. Detrás de él se encuentra nuevamente el niño.

Clem os ha recibido con entusiasmo al principio y ha ofrecido a Rumson todo el tabaco que ha podido, pero por algún motivo hay algo en vosotros que lo intimida y ahora mantiene un poco más las distancias. Traduce con inquietud vuestras palabras.

Os saludo de nuevo –responde el Hombre de las Medicinas-. Os habéis enfrentado a los demonios en la hora del Sol, como no podía ser de otra manera. Ahora, en la hora de la Luna y del Agua, volvéis para descansar.

El líder hace una pequeña pausa y el niño le acerca un cuenco con agua para que beba.

Yo, en nombre de mi pequeño pueblo, os doy las gracias por vuestro sacrificio. De vuestro sacrificio no solo beberán las pequeñas tribus Apache que aun persistimos en esta llanura, sino también todos los pueblos del Hombre Blanco que habitan por aquí. También la gran ciudad de donde venís vosotros.

En este momento Steve Clanton le devuelve con suma educación el cuchillo y Dah-Keyah lo recoge con satisfacción.

Este cuchillo es un arma y un símbolo muy poderosos para nosotros y os honra que queráis devolverlo. Alejaros de él os ayudará a sanar vuestras heridas interiores.

Ben Rumson lo interpela con dureza. Dah-Keyah medita lentamente sus palabras y procede a responder:

Lamento vuestro infortunio. Cuando el Coyote bajó a nuestra tierra sagrada, supe que los Espíritus de nuestros Antepasados no aprobarían que ningún Apache hollara esa tierra. Hace muchas generaciones que ningún Apache pisa ese antiguo Templo -su voz se vuelve grave-. Hubiera deseado que os enfrentarías solamente con el Coyote Errante y no pensaba que esas otras criaturas Oscuras os alcanzaran.

Pero por algún motivo las fuerzas de este mundo decidieron que debía de ser así. Ahora está claro el porqué: los dos Espíritus Malignos que caminaban libres por los Llanos debían de luchar el uno con el otro. Y esto solo era posible gracias a vuestro sacrificio. Esperemos que ese haya sido su verdadero final.

Una vez más, gracias. Ahora podéis descansar esta noche junto a nosotros, si lo deseáis. Mañana al alba toda mi gente partirá y vosotros deberéis seguir con vuestro camino.

Dah-Keyah da por finalizado el encuentro y Clem os conduce hacia fuera.

Ante la evidencia de que el poblado está siendo desmontado, Clem os explica que hace días que están avistando un pequeño regimiento del Ejército. No saben si los están buscando a ellos o no, pero cuando los exploradores avistaron esta tarde el derrumbe de las Colinas Blancas, el Hombre de las Medicinas dio la orden de partir mañana por la mañana. Su tiempo en este escondrijo había terminado.

Bruce escuchó pacientemente tanto a sus compañeros como al Hombre de las Medicinas. Su mirada lo decía todo, estaba cansado, herido, dolido y malhumorado, todo a la vez, pero había algo más, algo que le había dejado huella. Un horror sin nombre que lo perseguiría el resto de su vida.

-Tal vez sus dioses no hubiesen querido que ningún apache pisase ese lugar, pero tal vez su ayuda nos hubiese podido ser de utilidad para acabar de una vez por todas con ese mal, y no dejarlo ahí, enterrado, y haber perdido una vida que tenía mucho camino por delante.

Se vuelve, intentando contener las lágrimas y la rabia

-Lo hecho, hecho está, descansaremos, si es que alguna vez podemos descansar, y partiremos al amanecer.

El resto del día Bruce se mantuvo apartado, no hablaba con nadie, sumido en el dolor. Al llegar la noche intentó dormir pero comenzaron los sueños. Un ojo con tentáculos que le perseguía, mientras escuchaba las carcajadas de los dos hermanos riéndose de él, y un horror inconmensurable devoraba a Jerry mientras él le llamaba pidiendo ayuda, pesadillas que acabaron en cuanto los tambores indios comenzaron a sonar, sumiéndolo en un sueñor reparador, pero intraquilo.

A la mañana siguiente Bruce preparó su montura deseando llegar cuanto antes a Tombstone, pero antes de partir, se giró hacia Clem.

-No sé si volveremos a vernos, pero diles que si ese horror regresa y sigo vivo y....cuerdo... que me vengan a buscar. Esto si no vengo a buscarles antes yo a ellos, al menos eso me deben. Buena suerte soldado.

Le hizo el saludo militar y comenzó a marchar hacia Tombstone, sin hablar el resto del camino.

         Tras mirar atentamente y escuchar en silencio tanto a Clem al hombre de las medicinas como a Bruce, Steve Clanton decidió estrechar la mano de ambos hombres y del niño antes de pedirle a Clem que le tradujera lo siguiente:

         " Es una lástima lo que nos dicen acerca del ejercito, pero si ellos saben de usted será mejor que desparezcan de aquí y eliminen todo rastro de su presencia, pero me agradaría mucho tener una idea de donde poder encontrarles en caso de que la oscuridad que hemos enfrentado vuelva a desaparecer y si las cosas cambiaran también sería para mi un placer enseñarles nuestra lengua e invitarles a una ceremonia religiosa que oficie en Tombstone "  

         Después de tener una tormentosa noche con vívidas pesadillas en donde con el cuchillo en su mano asesinaba a la madre de Jerry a su regreso en Tombstone justo después de que ella le acusaba por ser el forajido Stanton y se transformaba en una criatura similar a la que había eliminado a su preciado hijo .... el predicador despertó ansioso, asustado, cansado y mas lúgubre que cuando se acostó ... entonces se inco y rezó fervientemente hasta que la luz ilumino el campamento y los otros ya habían despertado, entonces terminó la oración se arregló lo mejor que pudo y alcanzó a los demás para despedirse de Clem:

          " Mucha suerte hermano Clem ... me imagino que seguirá con los apaches pero sepa que con gusto podríamos recibirle en Tombstone, me encantaría pedirle que me enseñara la lengua nativa y con gusto podría ofrecerle mi apoyo religioso o mi recomendación dentro del pueblo "    

           Después de escuchar la respuesta del viejo ex-militar y hasta que el otro par de hombres decidiera marchar de regreso al pueblo el predicador preparó de la mejor manera posible las provisiones para el viaje y pidió recomendaciones para llegar lo mas pronto y de la manera mas segura posibles 

El camino de vuelta es penoso y largo. Y el silencio de la planicie polvorienta es roto sólo por los cascos de los caballos que van lentamente al paso, con la crin encorvada, como de luto. Breves conversaciones entre los hombres intentan abrirse paso a intervalos cuando el sol comienza a arder en su punto más alto, pero son fragmentadas y sin vida, abocadas a morir con el paso de los segundos.

Pasan las horas, y se come. Siguen pasando, se habla sobre la vida. La vida anterior a la aventura. La vida que ya no podrán recuperar, o al menos por parte de Ben, que siente morir su espíritu a cada paso. 

En un punto del camino, un coyote les salió al paso. Rápidamente, los hombres se pusieron en guardia, pero el animal no hizo ningún amago de atacarlos. Es más, los miró de forma lacónica, como si la madre naturaleza misma sintiera lástima de sus pobres almas quebradas, y desapareció entre la escasa maleza de la llanura.

Ya comienza el ocaso. La última luz calienta las rocas y las serpientes de cascabel comienzan a escucharse en el horizonte, cuando los tres hombres con sus monturas llegan hasta el Rick´s Trading Post. El suave rumor del agua del río Fairbank es un alivio que ya parece eliminar algo del polvo del camino. La cabaña de madera se yergue ahí, imperturbable como cuando llegaron por primera vez. Nada ha cambiado allí. Y sin embargo, parece como un mundo distinto tras un viaje de años y años de vagar.

-Pues aquí estamos... -Dice Ben, mientra desmonta de Lewis y lo ata al poste.

Al abandonar la aldea indica Bruce mantiene la vista fija hacia el horizonte. Durante el camino de vuelta se mantiene en silencio, a duras penas cruza alguna palabra suelta con sus compañeros. En mente tiene la escena de Willis siendo devorado por el antaño conocido como Duvall, visión que regresa una y otra vez.

Las horas pasan, hacen un alto en el camino para una frugal comida, insípida, Bruce casi no come, no tiene ganas de comer.

Su camino les devuelve al Rick´s Trading Post. Es una camino de regreso, si regreso se puede llamar a lo que están viviendo. Bruce baja del caballo y lo ata antes de entrar al puesto. Nada ha cambiado, sigue siendo un puesto de venta en ninguna parte. Rick, el tendero que los atendió la última vez sigue allí. Al verles pone cara de sorpresa y les sale a su encuentro.

-¡Han regresado! -exclama con cierta sorpresa- ¿han cumplido su cometido?, ¿atraparon a Duvall?

Regresado....si es que a esto se puede llamar regresar

-En cierto modo -responde Bruce mirando de reojo a sus compañeros- Duvall antes de ser apresado voló la mina con él dentro....y uno de nosotros -Bruce se detiene, regresa a su mente el recuerdo de Jerry siendo devorado por Duvall- Ha sido una experiencia...dura, muy dura.

Se queda mirando el interior del local

-¿Podemos dormir aquí esta noche?, aunque sea en el establo. Pagaremos lo que nos pida

-Claro, claro, tendrá que ser el establo, no tengo otro lugar -responde Rick, pero se queda mirándolos fijamente.- Aún así veo que falta otro más, el ayudante del sheriff, ¿le ha pasado algo?

-Lobos -responde rápidamente Bruce mirando de nuevo a sus compañeros de reojo- Nos atacó una jauría de lobos salidos del mismísimo infierno. Hirieron a Jerry y acabaron con Fox antes de rechazarlos.

-¡Madre del amor hermoso!- Exclama Rick mientra se santigua- ¿Lobos?, ¿aquí?, que cosa más rara. Bueno, deben de estar cansados. No duden en pedirme lo que necesiten.

-Gracias amigo, un techo nos basta por ahora. Con su permiso me voy al establo, estoy cansado.

-Les prepararé algo de comida, si les parece

-Algo caliente nos vendrá bien, gracias amigo -responde lacónicamente Bruce mientras se dirige hacia el establo.

Tras quitar la silla de montar a su caballo, Bruce se tumba en el suelo. Luego se une a sus compañeros para cenar, pero casi no prueba bocado, lo justo para apaciguar un poco el hambre. Luego se retira.

No para de dar vueltas, pero al final consigue dormir, pero sólo para volver a tener pesadillas. Se encuentra en Tombstone, hay una niñita que corre por la calle principal, de pronto, del Saloon, sale una criatura con un gran ojo y tentáculos que la captura y la destroza, antes de que Bruce pueda hacer nada por impedir. Escucha carcajadas a su alrededor que retumban por todos lados, antes de observar a Duvall al fondo del pueblo, que se dirige hacia él corriendo a gran velocidad mientras su rostro se desencaja, crece de tamaño y se convierte en una criatura monstruosa que intenta devorarlo. Bruce despierta gritando y sudoroso, ante la atenta mirada de sus compañero.

-Una pesadilla...

Se gira, pero esa noche no duerme.

Al día siguiente, tras pagar la estancia y la comida a Rick, reemprenden el camino de regresa a casa, de regreso al hogar

Hogar....esa palabra suena lejana, como algo inalcanzable....

Cinco horas de cabalgata había hasta Tombstone. Cinco horas que contra pronóstico se  hicieron cortas porque todos os distéis cuenta de que al menos entre vosotros no os debíais ya ninguna explicación. A vuestra llegada pero, tendríais que romper este cómodo silencio.

Finalmente, a la hora del mediodía vislumbráis la ciudad. Un conjunto de centenares de casas levantadas sin demasiado orden pero que forman un auténtico enclave para el comercio y el abastecimiento a toda la región.

Cuando pasáis al lado de la característica granja Jefferson, siempre pintada de negro, escucháis como la campana de la iglesia tañe. ¿Están anunciando vuestra llegada o solo indica que el Sol ya ha llegado a lo más alto del día de hoy?

Cabalgáis lentamente por la calle principal y la gente os mira y se aparta a un lado. Seguramente ninguno de vosotros se esperaba una calurosa bienvenida, pero aun así os coge por sorpresa el miedo que expresan todos estos hombres y mujeres al veros pasar.

La viuda Mallister, una mujer de color que a veces ayuda a Allan Dewey a mantener y limpiar un poco la Iglesia, se acerca un momento hasta el Predicador. Le da la bienvenida y le informa de lo sucedido desde que se marcharon. El Sheriff Wetton volvió ayer de Bisbee y ayer por la noche el ayudante Hardy envió un telegrama desde México. Evidentemente ninguno de los dos grupos encontró rastro de Barton Duvall.

Ahora ya se ha formado una buena congregación a lado y lado de la calle, pero todo el mundo está en silencio y cuando pasáis a su lado apartan la mirada. Al fondo se encuentra la oficina del sheriff, pero antes de que lleguéis hasta allí escucháis una voz clara que se eleva desde en alguna parte.

¡Jerry!

Alguien se intenta abrir paso entre los mirones.

¡Jerry!

Finalmente una chiquilla consigue salir corriendo desde un costado. Corre y corre con todas sus fuerzas hasta plantarse a vuestro lado.

¿Dónde está mi hermano?

La niña mira por todos lados, pero evidentemente no encuentra lo que busca.

Por fin llegamos a Tombstone piensa Bruce, aunque lo hace de forma automática, en el fondo le da igual llegar a lo que hasta no hace mucho consideraba su hogar.

La gente les recibe, pero en su rostro se refleja el miedo ¿a nosotros?, ¿por qué?, ¿tanto se refleja el dolor que hemos pasado que les inspiramos miedo, o es por otra cosa que somos incapaces de ver?

Cuando Bruce se dispone a dirigirse hacia la oficina del sheriff una chiquilla les sale al encuentro preguntando por su hermano. Es la hermana pequeña de Jerry. Bruce la mira, se arrodilla y con los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada les responde

-Tu...tu hermano....tu hermano no volverá a casa....yace dormido....para siempre....ve a buscar a tu madre....por favor

No espera a ver la reacción de la niña, se levanta y sigue su camino. El sheriff les espera. Bruce se detiene y cuando el predicador y Ben le alcanzan comienza a hablar.

-Sheriff, ciudadanos de Tombstone, como ven hemos regresado...pero no todos -Bruce se detiene unos segundos- Desde que partimos la calamidad se cebó con nosotros. Una tormenta de arena casi nos hace regresar, y nos encontramos a unos agentes de los Pinckerton, unos hermanos, que también buscaban a Barton Duvall pero que nos pusieron trabas para realizar nuestra labor. Durante una noche fuimos atacados por lobos que hirieron al Jerry Willis y acabaron con Fox

La exclamación de la gente le hace detenerse por un instante, tiempo suficiente para observar de reojo a sus compañeros.

-Tras enterrar como medianamente pudimos a Fox, seguimos nuestra ruta, nos encontramos con los indios que, a pesar de lo que podría parecer se apiadaron de nosotros y nos dieron cobijo, curando de las heridas de Willis

El silencio de la gente y sus caras les hacen detenerse de nuevo. Su odio por los apaches les hacen escuchar y ver sólo lo que quieren, y no lo evidente, que son personas como ellos y que tienen derecho a vivir. Bruce continúa.

-Tras ayudarnos nos dirigimos hacia nuestro destino, la mina dónde trabajaba Barton. Allí nos adentramos en la mina y encontramos...encontramos un espectáculo horrible. Los compañeros de Barton estaban muertos, destrozados, obra de un loco. Tras seguir buscando entre tanto horro y muerte encontramos a Barton, pero estaba...estaba loco, ido. Se lanzó contra nosotros y nos atacó, aunque éramos más y no pudo hacernos nada. Los Pinckerton también aparecieron y se liaron a tiros contra nosotros, ¡malditos bastardos!. Barton aprovechó la ocasión y encendió un cartucho de dinamita y....

Bruce se detiene, los ojos llenos de lágrimas recordando la muerte de Jerry por Barton

-¡Ese loco lanzó el cartucho volando la mina, matándose él mismo y atrapando en la explosión y el derrumbe posterior a los Pinckerton y a Jerry!

Un grito entre el público le hizo detenerse. Era la madre de Jerry. La pobre mujer salió de entre el público y se dirigió hacia ellos tres, deteniéndose delante de Bruce. Bruce miraba hacia el suelo y luego miró fijamente a la mujer, con lágrimas en los ojos

-Lo...lo siento, volví a fallar

Un fuerte bofetón fue la respuesta, antes de que la mujer rompiese a llorar desconsoladamente y saliese corriendo. Bruce no hizo nada. Al cabo de unos instantes continuó

-Ese fue el triste final de ese loco de Barton y de Jerry. Barton debió de enloquecer por algún motivo, matando a la pobre niña y a sus compañeros de la mina. No ha podido ser juzgado pero desde luego se ha ido directo al infierno. No ha quedado nada, enterrado debajo de toneladas de piedra y roca. Nosotros conseguimos salir gracias a que nos encontrábamos cerca de salida, pero Jerry estaba más alejado y no le dió tiempo a llegar, por eso cayó, igual que los Pinckerton.

Bruce se detuvo, mirando al sheriff

-Si hay alguna pregunta o duda que quieran que resolvamos...si no, al menos un servidor quiere irse a casa a descansar. Ha sido un viaje duro y largo, muy largo...

Y no sé si alguna vez regresaré de este viaje al infierno y al horror

      Después de la pesada travesía el predicador cabalga taciturno hasta ver a la viuda Mallister, se acerca una ella para saludarle y darle un abrazo tras la cálida bienvenida y escucha acerca de lo sucedido desde que se marcharon.   Cundo se encuentran con la hermanita el predicador se le acerca para saludarla y abrazarla mientras que le dice:

       " Disculpa niña por no haber podido regresar con tu hermano, fue un verdadero héroe, quien murió salvándonos a nosotros, por favor dile a tu madre que venga con la familia para platicar en la iglesia conmigo "   

       Entonces se sube de nuevo a su montura para alcanzar a Bruce cuando hizo toda la descripción de lo sucedido y espero al término para completar:

       " Es cierto todo lo que ha dicho el señor Coulon hermanos, así que les pido por favor que el día de mañana me acompañen a la iglesia de Tombstone para rezar por el alma del joven Willis ... y sobre todo para apoyar a su familia ... "  

       Entonces el predicador vió como la madre del joven se apareció para darle una sonora cachetada al ex-militar y tan solo se acercó a ella para ofrecerle un pañuelo y su hombro para llorar la muerte de su hijo

El Sheriff escucha en silencio la historia de Coulon. Es evidente que no le gusta que pasen cuentas aquí fuera, con todos los curiosos escuchando, pero tampoco hace ademán de pasar adentro de su oficina.

Cuando se nombra a los Pinkerton y a los apache, Wetton hace una mueca de disgusto: la historia parece demasiado rocambolesca. Con la locura de Burton se muestra más comprensivo ya que a veces los viejos soldados hacían este tipo de estupideces.

Cuando Coulon termina, Wetton resopla incómodo. No le gusta lo que ha escuchado pero tampoco tiene motivos para no creerlo. Finalmente cuando el predicador avala lo que se ha dicho, el sheriff asiente resignado y se dispone a entrar en su oficina.

-Está bien, ya hablaremos de ello más tarde y con más calma. Voy a hablar con la familia de Fox. Si alguien quiere explicarme algo más, ya sabe dónde encontrarme –dice antes de entrar.